Volver al sumario de La Salamandra 1 Cotidianeidad, identidad cultural y política en jóvenes de un barrio urbano del Gran Buenos Aires
Adrián Esteban Zahon

Viene de ...

 

CAPITULO VI

A ) Niveles estructurantes en la organización del reconocimiento mutuo

Ordenamos una serie de variables que poseen una riqueza analítica al tener una estrecha relación, y fundamentalmente por que estructuran la organización y los límites de la identidad como totalidad en la continuidad de estas experiencias y en el marco de sus vivencias grupales. Si bien no significa una diferencia perceptible con los otros aspectos tratados, en cuanto a que también producen límites y sistematizaciones; la distinción se produce de la construcción de niveles de identificación, pues observamos, dentro de lo expresado, una raíz residual en su formación que tiene origen en un tiempo no reciente, que precede a la adolescencia pero que genera huellas y canales para la identificación.

A 1 ) El sentido colectivo de la noche en relación al sentido fragmentario del día

Relevamos una dicotomía entre le día y la noche en relación al grupo de jóvenes, fundamento por el que reincidiremos en la exposición de datos aportados con anterioridad. El eje reflexivo primario surge de la observación de la unidad temporaria en cuanto interpelador de cualidades de identificación en razón de lo registra. Hablamos de una jornada de reunión que inicialmente comienza durante el día, a partir de la media tarde. La misma tiene un carácter inestable, interrumpido y debilitado al no poder asistir la totalidad de los jóvenes, por factores que incluyen el trabajo, la concurrencia a la escuela o por un horario dedicado a la permanencia en el hogar. Al no estar liberados de su rutina no pueden desarrollar, las actividades de contenido más grupal. Son momentos en los que hablan poco, calladamente, en los que, desganadamente, intentan distraerse con juegos que comúnmente practican grupalmente transformándolos en estos casos a duales o juegos de tres jóvenes.

Al llegar la noche, se genera un punto puente de referencia, concluyen las actividades particulares y cada joven se desliga de sus responsabilidades, por lo tanto acuden a los núcleos de congregación. Avanzada la misma, la totalidad de los jóvenes se hace presente, imponiéndose una etapa de episodios diversos de un contenido altamente socializador que se modela a partir del desarrollo del tiempo que se comparte.

Nuestro segundo eje reflexivo surge de las lecturas teóricas de C. E. Thompson, en relación a su trabajo sobre la valoración del tiempo productivo en la dinámica del capitalismo.

Es necesario aclarar de qué forma clasificamos la noción de día , relacionada a lo rutinario en las prácticas de los jóvenes: está se encuentra ligada a tres nociones: la más importante es la que los articula al trabajo, la jornada laboral les impone un cumplimiento de horarios diarios, períodos ( generalmente muy largos, de 10 a 12 horas ) en los que permanecen alejados de entorno barrial; a un estado de desocupación laboral que los hace dueños de su cotidianeidad y a una jornada escolar. Si analizamos en términos de valoración de tiempo a todos, notaremos que se estructuran en base al que resulta contable y disciplinante, hasta el que conforma la vida de los desocupados, pues al no trabajar, su cotidianeidad se halla igualmente racionalizada bajo el tiempo que corre inscripto en muchos ámbitos que los rodean, por ejemplo la continuidad televisiva. Sin embargo, y paradójicamente la relación con el desarrollo de la identidad lo convierte en un tiempo de desarraigo, fragmentario, que los aleja de su sitio de pertenencia, y también de desencuentro pues mientras algunos jóvenes están presentes otros no lo están, los vínculos entre los jóvenes se tornan distantes.

La noche, que en el concepto de la teoría del tiempo capitalista corresponde al fragmentario, no medible cuantitativamente Thompson.(1988 ), contiene a la grupalidad de los jóvenes, no como individualidades productivas sino en sentido de socialización. El ocio de la noche nos revela el sentido colectivo de la identidad, el grupo. Durante la misma, lo jóvenes se juntan en la puerta de la Sociedad de Fomento o en sus inmediaciones; pueden establecer rondas de conversaciones en las que opinan acerca del balance del día, desplazarse de una calle a otra. La noche los introduce a una libertad de acciones, que manifiestan posibles ante la ausencia de todos los controles individuales del día, empleador, maestro o padres. Dueños del tiempo, lo maximizan gozándolo.

A 2 ) Metalenguajes e identidad

En esta parte retomamos la idea de lo oral como canal transmisor de información entre generaciones y a nivel de la comunicación interpersonal. Rasgo que acerca a los jóvenes al conocimiento de la memoria del barrio -aspecto que abordamos -, pero además la percepción de sus propias experiencias.

Aserción, esta última, importante. El conjunto de jóvenes relaciona vivencias continuamente por medio del lenguaje hablado, podríamos decir ‘‘ convencional y primario ’’. Criterio que nos instó a dedicar especial atención a los metalenguajes, al sentido que los caracteriza como patrimonio y código de reconocimiento interno. Sin entrar en análisis semiológicos, desarrollaremos el concepto de metalenguajes a partir de los lineamientos teóricos planteados por Roland Barthes:

‘‘... Hjelmlev precisó la noción de metalenguaje de la siguiente manera: dado que una operación es una descripción fundada en el principio empírico, es decir no contradictoria (coherente ), exhaustiva y simple, la semiótica científica o metalenguaje es una operación, en tanto que la semiótica connotativa no lo es. Es evidente que la semiología, por ejemplo, es un metalenguaje puesto que se hace cargo, a título de sistema secundario, de un lenguaje primario ( o lenguaje objeto ) que es lenguaje estudiado, y este sistema - objeto - es significado a través del metalenguaje de semiología. La noción de metalenguaje no debe reservarse a los lenguajes científicos. Cuando el lenguaje articulado, en su estado denotado, se hace cargo de un sistema de objetos significantes, se erige en ‘‘ operación ’’, es decir en metalenguaje: tal es el caso, por ejemplo, de la revista de modas que ‘‘ habla ’’ las significaciones del vestido; caso sin embargo ideal, pues la revista no presenta por lo general un discurso puramente denotado .’’ ( Barthes R.,1970:64 )

El primero lo comprenden los sobrenombres. Originados en la asociación de particularidades de los sujetos, físicas y de carácter, reemplazan al nombre real en el campo que representa la amistad y también suelen emplearlos en la clasificación de vecinos. Nos interesamos en los que referían a los jóvenes. Lo más relevante, fue que verificamos que cada uno de ellos surgió del ingenio propio de los integrantes del grupo. Pueden alternar como sistema de calificación singular utilizado por los jóvenes o que adquieran un status público-barrial, o sea que otras personas lo usen para tratar con ellos ( hecho que constatamos factible, algunos de los nuevos sobrenombres tomaban difusión en tanto comentario de los jóvenes, como ejemplo, a los concurrentes al comedor de la Sociedad de Fomento, pero con una marcada intención, resaltar la originalidad del grupo ). sin embargo, y tiene que ver con lo que aclaramos al principio, el fundamento de un sobrenombre, es para los jóvenes asunto que sólo ellos conocen y que expresan no en tanto relación con lo obvio, por ejemplo decirle gordo al obeso; sino con la conceptualización social que sostienen mutuamente de la personalidad del otro y que desdoblan en el sobrenombre.

‘‘ Metalenguaje en el metalenguaje ’’ que se activa paralelamente. Consiguientemente, y a modo de ejemplo, citaremos dos sobrenombres y las articulaciones que realizan con los mismos; luego elaboraremos un listado conteniendo en particular el resto de los sobrenombres. En el grupo, a un integrante, lo llaman ‘‘ manzana ’’; extremadamente delgado, de baja estatura y de semblante pálido, su sobrenombre le fue impuesto debido a que la figura que construye el contorno de su cara se asemeja con ese fruto, pero también lo relacionan con una conducta que mezcla tranquilidad y vagancia con ironía y comicidad, al momento de referirse a los vecinos. suelen decir de él que: ‘‘... lo que tiene de altura lo tiene de maldad...’’ , sus comentarios en ese sentido son esperados por el resto del grupo. Con el nombre de ‘‘ tristeza ’’ denominan a otro compañero, de estatura media y pelo muy largo, el mismo nació de la comparación con la expresión de su rostro retraído, lo consideran el más callado pero capaz de cometer los hechos más cercanos al límite, como apedrear a los patrulleros de la policía.

Una segunda instancia corresponde a las mentiras y a su utilización en el contexto de las relaciones con personas externas al grupo. La mentira es construida como estrategia y argucia en el seno del conjunto de jóvenes, proposiciones que encubren hechos o sucesos a negar, todos mienten y cada joven sabe el motivo; en este sentido se inscribe la producción de un reconocimiento. El espectro de los receptores de las mismas incluye desde los padres hasta los jóvenes de otros ámbitos. El objetivo de su uso consiste en relatar situaciones, haciendo creer circunstancias diferentes de las que realmente suceden. Si bien no accedimos a las ideas que se expresan en las conversaciones de persona a persona, destacamos lo significativo de la mentira para los jóvenes.

Un tercer nivel lo constituye un conjunto de palabras cargadas de referencias que forman parte de un léxico que puede generalizarse en su uso a un amplio sector de la categoría joven. Afirmación que fundamentamos en función de que representan para los jóvenes un canal de integración y de intercomunicación con otros adolescentes que emplean esas mismas palabras, cerrando el camino no en la comunicación pero sí en el reconocimiento y amistad a distintos sectores. Por ejemplo, el manejo de palabras que operan de inmediatas a un encuentro o conversación, a modo de saludo, es el caso de: ‘‘ vieja ’’, ‘‘ loco ’’ o ‘‘ cacho ’’, versátiles las aplican además para despedirse o finalizar un diálogo. Observamos términos que hacen alusión a artículos de consumo en común a otro grupo y al recurso monetario de su compra: ‘‘ tubo ’’ refiere a la cerveza, ‘‘careta ’’ al cigarillo, ‘‘ totin ’’ al vino, o ‘‘ roble ’’ al dinero.

En este sentido, recogimos palabras que denotan un grado elemental de clasificación por parte de los jóvenes, hacia estos y sus vecinos, sin anular por ello que sean vías de comunicación fuera del grupo. Incorporamos una vasta serie. El policía es conocido como ‘‘ rati ’’ o ‘‘ bichos ’’, ‘‘ roñas ’’ o ‘‘ villucas ’’ a los habitantes de la ‘‘ villa ’’, ‘‘ bobis ’’ a los que residen en los monobloks, ‘‘ ratón ’’ al ladrón en general,

‘‘ malandra ’’ cuando el hurtador pertenece al grupo. Relevamos palabras con capacidad de resumir acciones, es el caso de ‘‘ fisura ’’ , ‘‘ doblado ’’, destinada a aquél que siendo joven presenta un semblante físico de fatiga y agotamiento, simúltaneamente las emplean hacia sujetos ancianos con esos rasgos; ‘‘ escracho ’’ cuando los descubren, vecinos o padres, realizando daños sobre lo privado o en estado de ebriedad. ‘‘ Canuto ’’ les dicen a los individuos ( puede incluir a integrantes del grupo ) que no son solidarios en su conducta, que no ceden parte de sus pertenencias, por ejemplos bicicletas, pelotas de fútbol o discos de música; contrariamente, ‘‘ copado ’’ refiere al que alienta una actitud de lealtad, de fraternidad, que socializa sus pertenencias. ‘‘ Cheto ’’, ‘‘ gilada ’’, califica a los jóvenes que amalgaman en su personalidad la cualidad de no emborracharse o drogarse, frecuentar los ámbitos de diversión en los cuales la entrada es muy cara y concurren las personas adineradas, vestir de con las ropas de marca mas tradicionales o de moda; ‘‘ curtir ’’ significa lo contrario, principalmente en lo que tiene que ver con el que sí consume drogas. ‘‘ Bufón ’’ denomina a las personas que transmiten información difamando al grupo, ‘‘ masa ’’ cuando les resulta divertido determinada actividad que emprendieron, por ejemplo, ir a bailar, a un recital, etc.

Un cuarto carácter lo conforman la elaboración de frases. Método que desarrollan en áreas en donde se mezclan innumerables personas relacionadas con el barrio, momentos en los que accedimos a su registro. Su sola mención en esos contextos, indica apartarse, ante el objetivo de realizar otras acciones o simplemente por aburrimiento. Por ejemplo, al pronunciar ‘‘ vamos a darle vida ’’, la intención secundaria implica el hecho de querer fumar marihuana, hablar en clave disimula, al no centrar sospechas la imposibilidad, dado el escenario, de expresarse abiertamente. De igual manera, al pronunciar ‘‘ pesada vino la sobra ’’, están advirtiendo el estado de displacer que les causa el contexto y por lo tanto plantean el alejamiento del lugar, énfasis que no pueden manifestar abiertamente. La sobra en este caso representa al resto de la gente. Existe también un número de frases en relación a los efectos emocionales que producen las drogas, pero que trataremos al abordar esta temática.

A 3) Prohibición e identidad

La valoración de lo prohibido determina un interesante código de identificación, el marco de manifestación de este tipo de acciones, nos ha hecho rastrear las variables de su producción. Los acontecimientos que iremos relatando, son considerados por los jóvenes como una transgresión respecto a un corpus de fundamentos y criterios prohibitivos que sistematizan en su formación social-educativa como individualidad, siendo estructurante en ese proceso, la familia o la institución escolar.

El robo representa la realización más habitual de lo prohibido. Los caracterizamos como hechos que no registraron el uso de armas ni el contacto físico con el afectado. Tomamos cinco casos diferentes. La participación en cada uno de ellos fue siempre de dos a cinco jóvenes, pero en su repetición particular, alternaron como practicantes el total de los mismos: A) fue planeado con la meta de obtener ropa deportiva y discos de un supermercado, implicando un grado de habilidad, ya que debieron no sólo burlar la seguridad del local sino también la que traían los productos. Ante el éxito inicial, durante todo el transcurso de nuestro trabajo de campo lo reiteraron. B) lo dirigieron hacia comercios lejanos del barrio, hurtando artículos comestibles, que consumían luego. C) ante necesidades, que difícilmente puedan alcanzar vía económica, como una red de arco de fútbol ( para un campeonato que organizaron ) o accesorios de la casa. D) en las salidas nocturnas de fin de semana, con lo que encuentran de interés y factible de realizar a su paso. E) a otros grupos de jóvenes.

Otra transgresión es el hecho de emborracharse. Este puede hacerse en los días laborales o escolares. Lo que es crítico, por una doble razón, por la responsabilidad que significa la ida cotidiana a estas actividades y por el hecho de beber. De diferente forma conciben los padres a la persona que se emborracha. Durante los momentos de diversión, en un sábado o en un cumpleaños, comprenden flexiblemente la actitud en tanto ‘‘ naturales de la edad ’ ’, no así cuando lo hacen en la semana de trabajo:

‘‘... a veces cuando salía del colegio y llegaba al barrio, comprábamos algunas bebidas con los pibes y volvía a casa borracho y mis viejos se enojaban; sin embargo, si me pasaba lo mismo en un fin de semana, tampoco les gustaba demasiado pero lo comprendían como una distracción y además por que el otro día no tenía nada que hacer...’’ ( P. de 17 años ).

Encontramos la expresión del uso del insulto como acción reprobatoria pero elevado cualitativamente hacia los mayores de edad, relación de respeto celosamente prescripta por los padres. Aunque también, en esa línea de intención, existe todo un mundo de insultos asociados y dirigidos al sentido de autoridad que representa un docente, un dirigente de la Sociedad, o la policía.

Alrededor de los controles que podemos definir como civiles, desde los que se celebran como contrato de asociación entre los jóvenes y entidades intermedias, la Sociedad de Fomento o deportivas, hasta los que determinan la incorporación de las personas al sistema de documentación nacional. Se desarrollan contravenciones. Un elevado número de jóvenes no tiene DNI, al perderlo, o no lo renovaron pasado los diesiséis años; y despreocupados asumen los problemas, por ejemplo la imposibilidad de votar bajo un estado de desafío a lo que se debe hacer.

Todos los jóvenes son socios de la Sociedad de Fomento y algunos del club Quilmes, eluden sistemáticamente su compromiso, no pagan las cuotas, falsifican los pagos para poder utilizar los servicios del club o de la Sociedad.

Las relaciones intrabarriales establecen informalmente normas de convivencia que los jóvenes alteran. Existen horas en las que el silencio debe imponerse, más exactamente en la noche. Sin embargo, la propia reunión del grupo produce griteríos y ruidos molestos para ese periodo, con la consecuente protesta de los vecinos. Los jóvenes conocen puntos vulnerables que son públicos en el trazado barrial, los que exigen de su cuidado comunitario, los postes de luz, los paredones limpios, los terrenos perimetralmente alambrados, el teléfono público. Presentamos dos episodios, afirmando esta idea, que nos relato previamente un joven y que luego al repetirse ante nuestra presencia le otorgamos mas atención. En el día de la primavera del año ‘96, advirtiendo la peligrosidad y las eventuales consecuencias, golpearon el poste de madera del tendido de luz que está cerca de la entrada a la Sociedad, generando un pico de alta tensión que fundió varios televisores y heladeras de los vecinos, por otro lado, sobre el paredón liso que pertenece a una fábrica fundida o sobre el que da a un costado de la Sociedad realizaron numerosas pintadas en aerosol; hechos que no los señalamos en tanto aislados pues los realizan en muchas ocasiones.

Hay una tendencia entre los jóvenes a desnaturalizar, restándole valor representativo a los símbolos ‘‘ patrios ’’, figuras de próceres, bandera, escarapela, fechas patrias. De las conversaciones entre los jóvenes despuntaron exposiciones acerca del poco significado histórico o de sentido que le pueden asignar a la bandera, de lo absurdo de izarla al comienzo de cada jornada en el colegio, o del mástil de la Sociedad; de que no les despierta sentimiento alguno. Las fiestas patrias recorren igual interpretación y aún más, argumentan, en sus diálogos las instancias que debieron sortear para escaparse de los actos conmemorativos a tales fechas en la escuela, ya que lo consideraban un tiempo sin finalidad alguna. El cuarto de entrada a la Sociedad de Fomento expone un busto de la figura de San Martín, muchas veces burlado por los jóvenes con frases ridículas sobre su aspecto físico o que remiten a su vida histórica; escribiendo y pintándolo.

Señalamos un conjunto de transgresiones bastante inconexas, que debe entendérselas en términos de actos que se cometen continuamente. El camino que va de la transgresión a la no transgresión, encierra el sentido de la vida de los jóvenes y que depende del juego de múltiples variables y contextos. Se roba en las oportunidades en que no se accede a ciertos bienes de consumo, rechazan los símbolos patrios en la situación de un acto escolar pero se regocijan cuando representan, en un encuentro deportivo, los colores de la camiseta de fútbol nacional, se emborrachan en la semana pero también se arrepienten de hacerlo, y no lo reiteran en la subsiguiente.

La transgresión los interpela produciendo una forma de reconocimiento frente a un mundo que los rodea en términos de conflictividad; se identifican en la rebeldía de sus actos conjuntos y hacia los motivos de los mismos.

A 4 ) La sexualidad en la vida cotidiana

Los jóvenes sexualizan la cotidianeidad bajo tramas de relaciones que son ejes de clasificación hacia el grupo y hacia el ámbito barrial. Sexualidad entendida como niveles de relacionarse entre géneros. Su desarrollo se inscribe en el marco de un dominio exclusivo de esa producción desde la masculinidad. Por una razón, la totalidad de los adolescentes son varones. Partiendo del núcleo central de estudio establecimos, dentro de sus límites, acontecimientos inter-individuales que en el mismo se dan. Un porcentaje corresponde a diálogos que incluyen la burla y la acusación desde la sexualidad. La burla se fundamenta y resguarda en la unión temática con lo femenino a partir de su relación con la personalidad de cada joven. Para este primer caso recogimos conversaciones en las cuales, irónicamente exponían la debilidad para ‘‘ levantarse ’’ mujeres por timidez o por ingenuidad, la falta de argucias en el palabrerío que requiere una conquista amorosa, el conjunto de humillaciones en relación a la belleza de la novia. Por otro lado, reproducen rumores cómicos acerca de la vida sexual de las hermanas o de las madres, hipotéticos romances o pasiones secretas. Las acusaciones, connotan una condena a acciones particulares y se dirigen en dos direcciones, dudar sobre la virilidad, por ejemplo del acusado al masturbarse o al no tener novia; o elaborar desde la grosería y no la burla frases que manifiestan ofensas sexuales y ‘‘ morales ’’ especialmente sobre la madre del acusado.

Otro tema importante tiene que ver con el coito. Desde el lugar donde estuvieron con una chica hasta si usaron o no medidas preventivas. Las prácticas sexuales de los jóvenes se hallan dominadas por lo inmediato, pues el lugar que utilizan es el que surge en el momento, una plaza, un lote baldío, etc. Tienen una concepción muy individualista del sexo, construyen la relación en tanto necesidad de ellos, por lo que consideran a la pareja en términos secundarios.

Los jóvenes desarrollan parámetros similares que dan cuenta de los vecinos, los que son para ellos parte del barrio y de los que no lo son. Con los que mantienen una proximidad, se los percibe individualmente y de la siguiente manera: adjetivan a la persona según su edad ( viejo o vieja ) y le agregan una idea, ‘‘ atorranta ’’,

‘‘ virgen ’’, ‘‘ malnacida ’’, ‘‘ engañada ’’, ‘‘ homosexual ’’. En relación al otro sector, centralmente la gente que habita en los ‘‘ monolocks ’’ y ‘‘ virgen ’’, los desvalorizan al considerar sus prácticas sexuales como promiscuas.

A través de estas clasificaciones se filtran otros aspectos destacables. Cómo incorporan y dan muestra del manejo y de las formas de conocimiento de su educación sexual, un ejemplo claro lo marcó la asimilación temática en la burla ( como mencionamos ) de muchos niveles de análisis; la acusación de sufrir la enfermedad del sida a partir de las derivaciones preventivas del no uso del preservativo, la homosexualidad; el significado de la menstruación en la mujer, el cuadro de sensaciones y circuitos eróticos y la ampliación subjetiva con respecto a este nivel que tiene la figura comercial del hotel.

 

B ) Procesos duales: Mediadores entre la identidad grupal y la comunidad.

Expondremos tres propuestas con el objetivo de exponer en cada una de ellas, cómo bajo un aspecto estructurante se construye el desarrollo de relaciones de identificación y su resultante, aunque diferentes en lo que abarcan, habla también de formas de hacerse visible frente a la comunidad.

B 1 ) La despedida

Durante el período de trabajo asistimos hacia la finalización de cada año, a los preparativos de la construcción de un ‘‘ muñeco ’’ que tenía por objetivo, con el epílogo de su quema, despedir el año que pasaba y darle la bienvenida al nuevo calendario. Ante la trascendencia de este festejo en el área del barrio y del valor identificatorio para los jóvenes, elaboramos una sistematización del mismo, por lo que el informe se dividirá en dos etapas que forman parte de un mismo momento.

En primer lugar rastreamos el origen de la celebración y el primer caso. Dieciocho años atrás, la madre de uno de los adolescentes alentaba a que uno de sus hijos junto a sus amigos de infancia realizaran, coordinados por ella, un pequeño muñeco con materiales reciclados, aserrín, trapos, ropa vieja, palos de madera, etc. El trabajo que les deparaba unas cinco jornadas, concluía generalmente el mismo día en se quemaba el muñeco e incluía la explosión de pirotecnia; elegían previamente una zona, que luego sería la plataforma permanente para su ubicación geográfica de los años subsiguientes; y comprando juegos de artificio, se reunían puntualmente a las doce de la noche de la fecha del año nuevo en tal lugar. Testigos los jóvenes de hoy que por entonces eran chicos, y unidos a sus familiares, presenciaban la quema del muñeco.

La idea que sustentaba la madre en este proyecto era según sus palabras:

‘‘... introducir en los pequeños a partir de un fin que encerraba diversión y recreación, la tradición católica mediante el conocimiento que para esta religión representa la Navidad y el Año Nuevo; enseñándoles a la par de la elaboración la doctrina de la Iglesia...’’

Además nos manifestaba:

‘‘... en mi juventud quemaban en el transcurso de la fiesta de SanPedro y San Juan ( 25 de junio ) una figura construida entre amigos, pero que en tanto costumbre se había dejado de practicar, y el propósito era también retomar con igual esencia ese espíritu en la celebración de Año Nuevo...’’

Este primer antecedente promovió la continuidad de la tradición que tomó un camino cualitativamente distinto en los últimos cuatro años, si partimos de nuestro comienzo de trabajo. Lo que sigue es la descripción general de la celebración y de la imaginería puesta en práctica durante este acontecimiento.

En 1991, cinco jóvenes que participaron de casi todas las ediciones, decidieron organizar y realizar un evento que como acto central tuviera la quema de un muñeco de estructura metálica y de dimensiones amplias, con una introducción de fuegos artificiales y la finalización con la organización de un baile barrial. Este emprendimiento constó como primer paso, la proyección de los dibujos de los planos del armazón y de determinados mecanismos para la financiación; cuestión y propósito que para instrumentarlo necesitaba de la participación de una cantidad numerosa de personas. El segundo paso consistió en la difusión y aprobación de la idea, apriori a los demás jóvenes y luego a los vecinos interesados. Una vez que aprobaron la realización y reunieron a los voluntarios, los jóvenes iniciaron el tercer paso: la obra, y para ello debieron sistematizar como se dividiría el trabajo. Los más pequeños y pequeñas que se sumaron, al identificarse con el proyecto pues observaban la actividad que realizaban los hermanos o padres, se encargaban de recaudar dinero a los transeúntes tanto a los que conducían vehículos como peatones mediante pedidos con pancartas que explicaban la causa de tal hecho y ofreciendo si existía la colaboración, un volante informativo sobre las actividades, sus horarios, etc. Las mujeres, madres e hijas, tenían la misión de vender rifas casa por casa, y cumplir el papel de contadoras de lo recaudado. Los jóvenes se dedicaban a comprar los materiales necesarios para la construcción y al mismo tiempo al arte de la confección y el armado del muñeco. Se encargaban de protegerlo en la noche y en el día; también decoraban las veredas con banderines y pasacalles a modo de un festival. Los vecinos de mayor edad, participaban no sólo en el trabajo manual junto a los jóvenes sino que además aportaban nociones y elementos técnicos, soldaduras, martillos, etc.

A principio de diciembre iniciaban las tareas, que mayoritariamente y como dato sobresaliente se desarrollaban en la calle, ámbito usado de taller, de centro de discusión, de esparcimiento y reunión.

Durante esta etapa, se emprende un proceso de socialización relevante al interior del barrio entre todos los sectores, que se profundiza con la finalización de cada jornada. Socializan tiempo, problemas, ideas, decisiones, conceptos, etc.

En la última semana se intensifican las labores, se va develando la figura a representar, incógnita que resguardan los cinco jóvenes y que crea un clima de interrogantes, suposiciones y sugerencias; centrando las expectativas de la gente en ese lapso de tiempo. Pero además es una etapa que va definiendo la totalidad de la festividad, por un lado ensamblan las partes del muñeco ( luego explicaremos detalladamente ), fiscalizan el dinero recaudado, ultiman los arreglos sobre el alquiler de los equipos de música para el baile y de una grúa mecánica, realizan las compras de los premios de la rifas y de los fuegos artificiales.

El día de la celebración se activan múltiples dispositivos de trabajo, desde la mañana se cierran las calles que conducen a la base que da sustento al muñeco ( historia que trataremos ) atravesándolas con autos de los propios vecinos. Con la grúa rentada trasladan el muñeco desde la zona de armado hasta la zona en la que luego se quemaría; instalan sobre el techo de una casa ubicada estratégicamente en diagonal al pedestal del muñeco la consola y los parlantes de audio para relatar los pormenores de la fiesta, el sorteo de la rifa y luego la música para acompañar el baile. Cuando dan por concluida la generalidad de las actividades se agrupan alrededor de su obra con la intención de fotografiarse.

Cada joven participa de la cena familiar y del brindis de Año Nuevo, insterticio entre este último hecho y la posterior reunión, media hora antes de la prevista para la quema; a al una de la madrugada. El grupo central de trabajo empieza a ultimar detalles, elevan un vallado de cinta periférico a la base del muñeco para proteger al público del fuego y para movilizarse con facilidad en los momentos en que enciendan los fuegos de artificio, preparan las plataformas de lanzamiento de los mismos, prueban el sonido, controlan que todo este bien.

A instantes de la hora prevista, el público arriba procedente mayoritariamente del barrio y aledaños, ocupando las calles. Presencia que condiciona a sortear los premios de las rifas vendidas; al concluir, comienzan los estallidos de los fuegos artificiales, accionados y organizados solamente por los jóvenes participantes de la construcción.

Una vez que termina esta etapa, continúa el espectáculo más esperado de la mano de uno de los mentores de la empresa, que arrojando una antorcha empapada de combustible sobre los pilares; originan las llamas que cubrirán rápidamente al muñeco, produciendo la explosión de su pirotecnia interna y convirtiéndolo en un breve lapso en cenizas. A posteriori, con la desmovilización de la gente, inician el baile en la calle, cercano al sector de la quema, donde convergen vecinos, el grupo familiar de los jóvenes y otros adolescentes de la zona.

Los motivos que nos llevaron a efectuar una redacción apartada de la construcción del muñeco y de la elección de la ubicación donde montarlo, responde a la amplitud de sus datos, que alterarían la linealidad de la redacción anterior. El elemento central para la confección es el hierro, en la variedad de: caños, alambres o mallas. La estructura central de cada parte es de caños de grandes diámetros, a su largo se tejen con fierros de construcción la figura de determinado tramo, mediante soldaduras que ligan y refuerzan ese conjunto de fierros, cortados y doblados siguiendo los pasos de los planos dibujados previamente de cada sector. Cuando terminan todas las partes, las ensamblan una a la otra a través de los caños principales, al hacer compatibles entre sí los diámetros, ensayo en el que comprueban la exactitud y errores de cálculos. Los desarman y continúan trabajando individualmente en cada parte. Primero terminan de darle forma al esqueleto, vuelven a reforzar ahora con barras de hierro la estructura de determinada parte y luego la recubren y uniforman con mallas metálicas utilizando alambres. La superficie exterior de mallas, que representa una parte ( hipotéticamente para el caso, un mano, el cuerpo, la pierna ) se recubre con papeles de diario, que mezclan al aserrín que juntan a lo largo de toda la construcción, y los adhieren untándolos hoja por hoja con engrudo hasta empapelar la casi totalidad dejando solamente al descubierto la zona de empalme. Una vez finalizado se pinta con látex y lo dejan secar. En el espacio de montaje cavan un pozo y colocan el basamento en donde asentarán al muñeco. Con la ayuda de una grúa, consecuencia de que la suma de fierros eleva considerablemente el peso de las partes, comienzan a colocar por orden cada fracción sobre el basamento hasta completarlo, salvo la estructura más alta. Una vez armado, y a través del agujero dejado por la misma, abarrotan su interior con papel, aserrín y pirotecnia. La fisonomía del muñeco se consume cuando instalan la sección que tapa el espacio por donde se lo rellenó. Listo para la quema, levantan al pie una hogera con materiales de combustión.

La elección de la ubicación posee una historia particular pues conserva su sitio de origen. El área como mencionamos, persistió en tanto punto para la quema de los primeros muñecos, aunque también cuando sus dimensiones aumentaron. La razón principal es estratégica. El terreno representa una de las cuatro esquinas de una fábrica cerrada ( aproximadamente hace quince años ), limitada por una cruz de calles, tres asfaltadas y una de tierra, medianamente transitadas. Situación, que posibilita trabajar cómodamente y además, sin perjudicar al vecindario por los efectos de la quema ( fuego intenso, cenizas, basura ).

Los hechos redactados nacen de un ideario que nos trazó, en una larga conversación, el joven que, en calidad de observadores del proceso de trabajo de un muñeco, visualizamos como organizador de las tareas. Aclaramos en particular que las técnicas de construcción y armado, las aplican a la generalidad de los muñecos.

La figura a representar, ocurrencia surgida del grupo de cinco jóvenes, la dibuja y proyecta en planos este adolescente que tiene conocimientos de dibujo técnico. Son objetos o personajes urdidos de lo cotidiano. En el año ‘91 construyeron un cuerpo con cabeza de dólar ( el caso narrado ), en el año ‘93 un borracho y en el ‘94 una olla gigante. Aunque plasmaron figuras copiadas del género del cine, en el año ‘92 construyeron a Robocop, en el año ‘94 a Robin Hood, en el ‘95 a Munra, en el año ‘96 un tiranosaurio y en el ‘97 un avión.

Una diferencia notoria observamos, al comparar las técnicas de financiamiento entre el primer año aludido y los que presenciamos. Citamos las rifas y el pedido de dinero a los transeúntes para el caso inagural. Por otro lado, asistimos a un proceso de mercantilización del espacio, en el sentido de producir un excedente mayor a partir de redistribuir una cantidad más diversa de actividades; incluyeron la creación de un bar en la calle para vender bebidas durante la fiesta; de un folleto de divulgación con anunciantes que abonaban un canon por participar, el mismo una vez impreso lo distribuían en los comercios de la zona o los pegaban en las paredes; loterias familiares; propaganda a través de los parlantes durante la quema.

Este evento-fiesta forma parte de un mecanismo de identificación en dos direcciones. Como tema permanente y práctica de los jóvenes. En todo el proceso de trabajo, de construcción y a la vez de integración grupal. Además en el año, pero más recurrentemente en los meses posteriores a julio-agosto; de conversación, de planeamiento, de nuevas propuestas, de problemáticas que pueden revertirse; y de una comunicación con los vecinos sean adultos o niños, que les expresan; los mayores la voluntad de participar en un nuevo emprendimiento y la necesidad de mantener la tradición, y los menores el deseo de su repetición.

La otra dirección la pauta la totalidad del evento en el tiempo. La generación de niveles de identificación en la repetición del suceso, adquiere en el espacio del barrio, una forma de presencia como grupo, se hacen visibles por la tarea que desplegan.

La autovisión de la fuerza de los lazos de amistad del grupo, de la capacidad operativa, activa una competencia de diferenciación, hacia las pautas de relación vecinal que se encuentran medidas más por la individualidad y también hacia otros grupos de jóvenes.

B 2 ) Las drogas

El material registrado en relación a este tema nos ha llevado a reflexionar en torno a dos instancias en que la droga como concepto global; que incluye su compra, su específica forma de consumirse, y la autovisión que detrás de esta acción se produce, media entre los jóvenes en la formación de una unidad grupal.

Nuestro interés temático no se centra en las problemáticas de adicción del drogadependiente internado, sino de su utilización en complemento a las actividades cotidianas. 21 A pesar de ello, haremos un breve informe introductorio. El grupo de jóvenes consume drogas en su totalidad. Un porcentaje cercano al setenta por ciento diariamente y el resto frecuentemente, principalmente los fines de semana. La forma más común de acceso tiene su origen en el contacto generacional o de amistad, es decir, convidados oportunamente por personas mayores o por amigos. El consumo abarca las siguientes drogas: marihuana, cocaína, pastillas ( calmantes, anfetaminas ) y ácido lisérgico. Sin embargo, aunque han probado todas, la marihuana aparece como la más empleada. Solamente dos jóvenes han sido internados en tratamientos de recuperación, ambos por adicción a la cocaína, pero en un tiempo anterior a nuestra presencia.

El consumo relaciona a los jóvenes con las personas del barrio a partir de los comportamientos vínculados al consumo de drogas. El grupo se hace visible en términos negativos, contrariamente al sentido que tenía la construcción del muñeco, salvando la distancia, pues este último proceso es abierto a los ojos y participación de todas las personas. La negativo no está dado específicamente, por que el conjunto de los integrantes de la comunidad advierta en bloque y discriminadamente la relación droga-joven ( pasos de compra, razones de consumo, etc ). Las expresiones de las personas se limitan en particular a la desaprobación de conductas del grupo generadas por el consumo de drogas. Existe en verdad una causa en estos niveles de afirmación, subordinada al anclaje del entramado de los lazos vecinales del barrio, por lo que una denuncia abierta especificando a algún joven que se droga, implicaría una situación conflictiva pues el denunciante es vecino del denunciado. Los jóvenes manifiestan una postura en relación a los vecinos sobre el concepto que pergeñan a partir de este tema sobre ellos:

‘‘... algunas personas tienen miedo de caminar por donde estamos, por qué nos drogamos... ’’, ‘‘... o dicen que en esa esquina se juntan los drogados... ’’

( P. de 17 años ).

La práctica del consumo de drogas constituye un rito con características propias, las que describiremos a continuación. Hablamos en torno a la generalidad de los casos, aclarando que refiere al consumo de marihuana. El primer paso consiste en la reunión del dinero que es aportado por los integrantes del grupo proporcionalmente al total de la compra o bien turnable, según el joven que para la cada ocasión posea la plata. Luego proceden a la compra, objetivo que lo tienen asignado dos jóvenes por su facilidad para contactarse con los vendedores y por su acceso a las zonas de ventas, estableciendo para el grupo una red de alternativas y ofertas. Si la cantidad es apreciable y no es factible su consumo en el día, se distribuye entre los jóvenes para otra jornada:

‘‘... en casa tengo que buscar un buen escondite para que no me la encuentren mis padres...’’ ( G. de 20 años ).

Por el contrario, si la cantidad no es suficiente es posible, si disponen de dinero, una nueva compra. La marihuana se fuma, por lo que el segundo paso consiste en el armado del cigarrillo. Se la muele con las manos y vierte sobre un papel de armado de cigarrillos, actividad, que desarrollan sólo los más hábiles, del total tres jóvenes. Concluido, empiezan a fumar, previa disputa por saber quien lo encenderá. La manera en que lo hacen resulta significativa, forman una ronda e imponen un orden cediendo el cigarrillo uno al otro, respetando invariablemente el turno, salvo cuando se presenta alguien que no fumó previamente que es inmediatamente invitado, ocupando un lugar en la ronda; se socializan en el acto. Por último expresan discursiva y físicamente los efectos, la fisonomía y el enrojecimiento de los ojos, excesivas carcajadas, movimientos corporales inconexos.

Este estado sensitivo que los jóvenes denominan: ‘‘ sentirse loco ’’, encierra diferentes niveles de significación. El desarrollo de un conjunto de estrategias para el momento en que deban enfrentar el entorno familiar y fingir el verdadero estado emocional ocultando las señales más visibles, el uso de anteojos oscuros que cubran los ojos, comer caramelos que alteren el aliento de la boca después de fumar, o alterar el olor típico de la marihuana a través de la fragancia que desprende el tabaco, a consumir un cigarrillo común. La impresión que experimentan en tanto ‘‘ locura ’’asociado a la acción de drogarse que conceptualizan como: ‘‘ curtir ’’ los identifica grupalmente en relación al ‘‘ careta ’’entendiéndolo, como ya lo habíamos mencionado, en tanto aquel que no se droga, incluyendo indistintamente a grupos etarios como barriales. Sin embargo, drogarse representa un significado mayor. Los jóvenes desestiman la cotidianeidad del ‘‘ careta ’’, que asume disciplinadamente las facetas que emprende, responsable en el trabajo, frente al contexto familiar, en la escuela, exigencias para las cuales, según ellos, se necesita estar lúcido:

‘‘... hay chicos que los conocemos hace mucho y que hacen su vida, son ‘‘ caretones ’’, visten bien, tienen un trabajo respetable por que estudiaron, se portan correctamente ...’’ ( R. de 21 años ).

En un contexto en que los jóvenes padecen situaciones que combinan, magros empleos, frustraciones escolares reincidentes, problemas familiares; resulta interesante aludir a la autojustificación de tales condiciones pero a la vez a la ‘‘ protesta ’’ resignatoria y conflictiva contra la racionalidad de esos ámbitos, por ejemplo: el conocimiento que proporciona estudiar contra su propia formación educativa, desde la condición del uso de drogas:

‘‘... a mí me echaron del trabajo ( repartidor

verdura ) por que sabían que fumaba marihuana, además llegaba tarde y me peleaba con el patrón. Yo se que por lo que sirvo y por lo que se hacer, un trabajo aceptable no voy a conseguir, y con lo que me pagarían por cualquiera que consiga, puede pretender, disfrutar la poca plata a mi manera, y con lo que me gusta...’’ ( A. de 23 años ).

El consumo continuo de drogas lo relacionan con la muerte de las neuronas que representa un símbolo de la razón, del pensamiento llave del ‘‘ éxito ’’ en la sociedad actual y que según los jóvenes, van mitigando:

‘‘ ... a muchos de nosotros la droga nos fue copando las neuronas y encima, a las que se van salvando no las dejamos vivir en paz...’’ ( O. de 23 años ).

Por último, en el juego de reconocimiento de divergencias, los jóvenes contraponen las sensaciones que experimentan en la utilización de las drogas como un conocimiento vedado al ‘‘ careta ’’ por el hecho de que no lo realiza y que sólo se limita a fumar cigarrillos comunes:

‘‘... lo que nosotros hacemos, tiene códigos que otros no saben, desde las palabras que hay que decir al comprarla hasta la vivencia de emociones diferentes...’’ ( S. de 24 años ).

Este conocimiento construye el manejo discriminatorio de cada droga y su efecto, con la marihuana relacionan la ansiedad de comer; los psicofármacos a la pérdida del miedo; la cocaína a la pérdida del sueño, a la necesidad de hablar continuamente, a la falta de apetito y el ácido lisérgico a las alucinaciones y la risa.

Los jóvenes conviven diariamente con los que consideran ‘‘ caretas ’’, personas conocidas como los hermanos con los que comparten el tiempo cotidiano a habitantes del barrio en general ( vecinos cercanos o personas que residen por ejemplo en los monoblocks ), por lo tanto las relaciones de identificación se establecen como diferencia de un sujeto igual pero que incluye una diversidad de grupos clasificados bajo ese mismo nivel.

Sin embargo es importante aclarar en esta instancia del capítulo la diferencia entre consumo y tráfico de drogas. Describimos una práctica específica ligada al consumo que recrea lo grupal al compartir la droga y que resulta placentero para los jóvenes. Pero hay otro nivel que relaciona a los jóvenes con el negocio de la droga y que los subsume a la lógica clientelar de los mafiosos y de la policía. Esto se debe a que no tienen el dinero suficiente para comprar cotidianamente la droga por lo que deben negociar la misma con estos grupos. Negocación que implica imposiciones y favores, como vender droga a otros jóvenes; y vulnerabilidad, pues se exponen a los intereses y necesidades de los grupos mafiosos. El resultado para los jóvenes que ingresan a este circulo de relaciones, por el consumo excesivo de drogas, varía entre la cárcel, un tratamiento de recuperación o la muerte.

El proceso de consumo de drogas estructura un campo de caracteres de reconocimiento, asocia un contexto físico, la esquina de una cuadra; un conjunto de mensajes, metalenguajes que aclararemos, a un tiempo el del día y el de la noche; y como valoración de lo prohibido, en los términos en que lo explicamos para otras ésferas dentro de tal apartado.

Con respecto a los metalenguajes, bajo el perfil elaborado y que en su momento no desarrollamos, podemos mencionar: los de ‘‘ careta ’’ , ‘‘ curtir ’’ y ‘‘ sentir se loco ’’ que aludimos; y sumar ‘‘ charro ’’ , ‘‘ caño ’’ o ‘‘ ramón ’’ para designar al cigarrillo de marihuana; ‘‘ lillo ’’ al papel de armado; ‘‘ baguyo ’’ o ‘‘ piedra ’’ a la cantidad de droga comprada y/o a guardar; ‘‘ hacer uno ’’ para armar y fumar un cigarrillo; ‘‘ pasarrella juega ’’ para ceder el cigarrillo en la ronda y no demorarse al fumar; ‘‘ ayudín ’’ para expresar la necesidad de fumar para vivir.

B 3 ) El significado del fútbol

‘‘... El fútbol es una clara muestra de cómo lo popular es activado por lo masivo, espectáculo que interpela a su espectador por ccuanto lo forma en hincha. Condición que conecta a la vida de la gente pues pone en relación al fútbol con la historia cotidiana’’ ( Archetti, E.;1994:423 ).

A partir de esta breve reflexión nos introduciremos en el tema. Hablaremos primeramente del fútbol a un nivel macro relacionado con un espacio y sus relaciones, los estadios y los aficionados; y a los símbolos, la camiseta del equipo y sus colores. Dentro de esta instancia el fútbol se contempla como un juego entre dos entidades deportivas en el marco de un campeonato profesional de la Asociación de Fútbol. Convertirse en ‘‘ hincha ’’ de uno de entre todos los cuadros que componen un certamen, puede remitir a varios motivos. A una relación entre el club y la localidad que representa desde su fundación; o por lazos de amistad y familiares, el padre o un amigo le impusieron la inclinación y favoritismo por un club.

Distinguimos dos tipos de espectadores, el circunstancial representado por un porcentaje mínimo de jóvenes, que es aquel que le agrada el fútbol, tiene la preferencia por un equipo pero no demuestra interés por participar de un encuentro futbolístico o preocupación por la situación competitiva de su equipo; el espectador fanático que son los más y sobre los cuales nos explayaremos. Estos se dividen en una heterogeinedad de aficionados deportivos, pero bajo un mismo ejercicio de esa condición; todos admiten la fidelidad a su cuadro siguiéndolo en la mayoría de los cotejos, mencionan lo mala conducta de sus hinchadas y la multitud que convoca su club. 22 Generalmente se dirigen a los estadios de fútbol con una bandera, de iguales colores a la de su equipo en la que inscriben su nombre, el lugar donde viven y en algunos casos una frase alusiva a su fanatismo, y con la camiseta del club, que también visten diariamente:

‘‘... es una pasión ser hincha de Quilmes, sufrís, llorás, un amor sin barreras. Yo lo sigo a casi todos lados, fui a Pergamino, A Tucumán, a Morón, puedo dejar hasta de trabajar para ir a la cancha...’’ ( R. de 21 años ).

Este conjunto de cuestiones tienen un correlato en el grupo, pues son afirmaciones de discusiones producidas en el mismo y parámetros discriminatorios; clasificatorios articulando el club a una acusación, por ejemplo: ‘‘ los que son simpatizantes de tal club son miedosos como tal joven ’’, ‘‘ los que van a ver determinado club son tan fracasados en la vida como ese equipo deportivamente’’; además los introduce ordenamientos geográficos: ‘‘ en el oeste hay estadios de difícil acceso ’’, ‘‘ en la zona sur, las áreas que rodean a los estadios son peligrosas ’’ o ‘‘ el viaje a Rosario es complicado, mas cuando la rivalidad entre los equipos resulta excesiva ’’. Transformando el flujo de las discusiones y de la afición, el fútbol relaciona a los jóvenes con la noción de nación-país por lo que, los debates se suceden sobre qué jugador reúne las condiciones ara jugar, examinan los convocados al equipo, el juego que desarrolla; y la rivalidad, en estas ocasiones ante un partido, la elaboran en dirección al país con el que disputan en encuentro.

El fútbol es un punto de acercamiento muy fuerte con los padres pues comparten un gusto común. El fútbol pregona la participación en conjunto de actividades como, concurrir a un estadio, mirar por televisión un partido, alentar por el mismo equipo.

Incorporamos otras cuestiones que tienen origen en la apropiación del fútbol, en cuanto tiempo de esparcimiento y diversión. Los jóvenes semanalmente, en una o dos ocasiones, se juntan para jugar en las canchas de un complejo deportivo cercano a la zona donde viven. Primero esperan que la mayoría se reúna y luego parten del barrio caminando hacia el complejo. En los encuentros miden la habilidad de cada uno de ellos, valorizando al gran jugador en relación al mediocre, y durante las charlas posteriores al juego, expresan estas divisiones que reafirman en otros momentos de la vida cotidiana.

Paralelamente participan de campeonatos de fútbol. En calidad de observadores presenciamos la participación de los jóvenes en un campeonato de fútbol organizado en el campo deportivo de la fábrica ‘‘ El Progreso ’’. A partir de la invitación de los organizadores por razones de amistad con una parte de los jóvenes, y desde el momento en que aceptan; deciden grupalmente: por un lado representar a su área barrial con el nombre de San Martín, homónimo de la Sociedad de Fomento; y además, definir el armado funcional del equipo. En coincidencia utilizan como criterio para reunir trece jugadores la edad, pues consideran físicamente frágiles a los menores de 17 años y también, a través de la internalización que sobre las pautas de buen jugador realizan en los encuentro semanales. Alrededor de este último punto, se originó un interesante problema. Al no poder completar el número de jugadores necesarios, discreparon en relación a la idea de convocar a jugadores ajenos al grupo o incorporar a los más jóvenes; estaba en juego la disyuntiva de que, si al ser un equipo representativo de su barrio debía estar o no integrado en su totalidad por jugadores del mismo. Optando por la primera alternativa, buscaron a través de lazos de amistad, a nuevos integrantes que se adapten a las cualidades del grupo en general. Cuando la escuadra se conformó, incluído el director técnico ( cargo que encomendaron al primo de un joven unánimemente), pidieron a las autoridades de la Sociedad de Fomento la colección de camisetas que poseía.

El desarrollo del campeonato presenta una similar estructuración que el fútbol profesional. Un equipo, con su respectiva camiseta, referente de una zona y una columna de aficionados. En este caso, los jóvenes marginados por edad o inhábiles, a los que se suman familiares y vecinos. La progresión del campeonato en sí, deparó momentos que estaban subordinados principalmente al trinomio equipo-rival-hinchada. Escenas que combinan, una hinchada que concurre a presenciar los encuentros, llevando banderas y pancartas con los colores y el nombre del equipo, que arrojan papeles trillados, serpentinas y pirotecnia cuando el equipo entra a la cancha. En el transcurso del partido elaboran cánticos de aliento permanente, sufren a partir de los acontecimientos del cotejo, insultan y ridiculizan a los jugadores y a la hinchada rival, exigen a sus jugadores esforzarse en el juego, se muestran como grupo que tiene ‘‘ aguante ’’ ( comparándose con las hinchadas que consideran como revoltosas ) y argumentan al igual que sus jugadores la defensa y honor del barrio y de ellos en tanto grupo en cada disputa. Los jugadores, en el contexto del partido, aplauden a su hinchada, festejan los goles junto a ellos, comparten las derrotas, etc. Al rival, le adjudican diferentes conceptos que pueden variar desde, equipos con los que entablan una actitud de indiferencia hasta con los que sostienen una actitud conflictiva, como los equipos integrados por habitantes de la ‘‘ villa ’’ o de los ‘‘ monoblocks ’’.

La participación en el torneo activa una red de sociabilidad: dedican un día en la semana a la planificación del próximo encuentro analizando errores y aciertos en el juego, rotativamente asignan el lavado de la ropa deportiva, organizan rifas para pagar las inscripciones del torneo, consiguen medicamentos para las lesiones, el día del encuentro se dirigen casa por casa en busca de cada jugador, etc.

Si tomamos dos posturas, que consideran al fútbol desde el sentido de espectador y desde su recreación como juego en el ámbito de un barrio, el proceso de identificación tiene el mismo sentido, adquiere fuerza por oposición, intragrupalmente discutiendo y proyectando a nivel individual posiciones en cuanto aficionados de un equipo profesional; y como grupo a partir de una participación en un campeonato local. Desdoblando los mecanismos que pone en movimiento entre los jóvenes y entre sus seguidores este último hecho y su hacerse visible en el entramado barrial compitiendo con otros grupos y a su vez bajo esta instancia, entre los vecinos del barrio, que les preguntan cómo salieron en el partido, quién jugó, etc.

 

C ) Identidad y subgrupos

Analizaremos en este tramo del trabajo la dinámica interna del grupo, aspecto no tratado hasta el momento. Se puede dividir en dos niveles: la formación de los límites de admisión al grupo y la construcción de grupos internos entre los jóvenes.

Hemos observado a lo largo de las exposiciones y en múltiples direcciones procesos de clasificación marcadamente estructurados que se construyen socialmente en un sentido representativo doble, elaboran simúltaneamente la formación de un ‘‘ nosotros ’’ en relación a otros, e incluyen en estos grupos de la misma y diferente condición etaria a sectores enmarcados en el nivel vecinal y en el nivel familiar.

Clasificaciones ligadas en su desarrollo a un espacio social cotidiano mediado por el desenvolvimiento de pautas que mencionadas a lo largo del trabajo ( pautas de consumo por procesos comunicativos que operan desde lo masivo, por mestizajes culturales, por supeditaciones político-institucionales, por condicionamientos económicos ). Sin embargo, lo que es clasificable en relación a estos aspectos se realiza desde la historia de lo cotidiano. El lapso de este recorrido temporal ha modelado al grupo bajo un sentido acotado, cerrado. La movilidad del grupo en el tiempo de observación sustenta esta noción. Individualmente cada joven mantiene vínculos sociales con otros jóvenes, pero no en términos de aceptación grupal lo que tiene correspondencia con los límites de admisión del grupo. Podemos poner en un mismo plano diferentes situaciones, algunas mencionadas y otras no. El caso de los nuevos jugadores de fútbol, que tuvieron previamente un período de familiarización y luego convivieron cordialmente con los jóvenes; de los hermanos, los que por diferentes circunstancias no participan como integrantes del grupo pero sí de su vida cotidiana; de las novias presentes junto al grupo en ocasiones excepcionales ( razón que responde más a los argumentos expuestos en el punto que se trato este tema ); de amigos del trabajo o del colegio que de visita comparten momentos de las reuniones del grupo.

La admisión tiene fundamento principalmente en que los sujetos a incorporarse deben ser ‘‘ parte de los suyos ’’, cuestión que remite a orígenes que consideran de ‘‘ autenticidad ’’ y que implican un largo proceso; crecer en el ámbito del barrio, percibir sus actividades cotidianas, comprender códigos de convivencia, conocer a la totalidad de los jóvenes. De la cantidad de jóvenes que mencionamos, sólo se sumó uno al grupo, un adolescente que pertenece a una familia vecina de un integrante. Comenzó asistiendo a los centros de reunión y durante varios meses participó de las diligencias del grupo, relación que dirimía entre la indiferencia pero a la vez aceptación, hasta que comienzan los ‘‘ ritos de iniciación ’’, fué adquiriendo un sobrenombre, invitado a jugar al fútbol, a salir en un fin de semana, a entablar un puente de concordancia, a adscribirse. Por el contrario, ninguno de los jóvenes abandonó el grupo.

Si consideramos la identidad según el párrafo anterior ( y en relación a lo elaborado ), advertimos la multiplicidad de caracteres, se mezclan edades disímiles, conviven jóvenes de 17 a 25 años; estados diferentes, estudiantes, desocupados, trabajadores; ámbitos familiares problemáticos, no problemáticos; personalidades y estéticas diferentes. Aspectos sobre los que se construyen diferentes grupos entre los jóvenes. Pequeños grupos de dos o tres jóvenes que comparten tiempos diferenciales. Concurren a un recital de música puesto que les agrada la misma banda o intercambian discografía e información en torno a géneros musicales comunes; se reúnen para ir a la cancha los que simpatizan por un mismo club, comparten el interés por la mecánica de autos, socializan problemáticas familiares similares, o personalidades que en su expresión encuentran una afinidad estrecha con determinados jóvenes más que con otros. Casos de segmentación que no contradicen u originan conflictos en las relaciones abarcativas del grupo.

A pesar de las edades y de la estructuración de microgrupos, resultó interesante observar cómo se establecen cadenas de transmisión de conocimientos en temas de incumbencia como sexo, deporte, trabajo o drogas. Cada joven mantiene una variedad de relaciones ( que constantemente mencionamos: hijo, estudiante, televidente, etc ) que vehiculizan experiencias, las que son incorporadas como dato en los diálogos diarios ante circunstancias imprevistas. Comúnmente, un joven de dieciocho años puede comunicar argumentos sobre sexo ignorados por un joven de veinticuatro años o uno de veinticuatro suministra consejos sobre pautas de trabajo hacia un joven menor, o alternativamente en edades similares o de mínima diferencia. Todos los adolescentes escuchan, tentativamente aceptan y valoran ( luego de su puesta en práctica ) los conceptos circulantes en calidad de iguales, sin prejuzgamientos ni desmerecimientos de quienes provengan. conocimientos que, fragmentarios en su producción a nivel del grupo, pueden desaparecer o volverse a activar; por ejemplo cuando se produce determinado problema que exponga un parecido con otro acontecido en el pasado y que por eso posibilite propuestas para su solución.

Continuación ...

Notas

21 No hay trabajos de consulta ( según nuestro relevamiento ) sobre este tipo de caracterización.

22Consultar entre otros, J.J. Sebreli: ‘’ Fútbol y masas ‘’, Ed.Galeano, Bs. As, 1981. y E. Archetti. ( Op.Cit )

 

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