¿Habría algo nuevo en psicoanálisis?
Jacques Nassif
Traducción: Carlos
Moro
Entre paréntesis y en itálicas los términos franceses de
dificil traducción
Una buena ocasión para plantear esta pregunta se presentó, entre los días 2 y 4 de febrero, en la Casa de la Unesco, donde se realizaba el primer congreso de un movimiemto internacional, fundado en 1998 en Barcelona: "Convergencia, Movimiento lacaniano por el psicoanálisis freudiano".
El público no debería desconocer la importancia de las tentativas de reagrupamiento que están en curso en el tejido institucional de los psicoanalistas, en Francia, en Europa y en el mundo. La última de ellas, y que lleva aun en su nombre la marca misma de los que tuvieron la iniciativa, los latino-americanos, reagrupa 44 asociaciones: 15 argentinas, 13 francesas, 8 brasileras, 3 españolas, 2 italianas, 1 uruguaya, 1 ecuatoriana y 1 alemana.
Lo que realmente distingue a este reagrupamiento es que se pretende, por esta vez, rigurosamente democrático: en la asamblea general que reúne una vez por año a sus representantes, el comité de enlace general, cada asociación, no importa cual sea el número de sus miembros, no dispone mas que de una voz. Se opone por lo tanto, tanto a la internacional federativa y burocrática de las asociación que quiso Freud (la IPA), como a la que se préndete mundial y coloca en su cabecera una supuesta ortodoxia lacaniana para justificar la centralización del poder en manos de algún cacique (condottiere).
Si Freud intentó instaurar, con el fin de asegurar la transmisión del psicoanálisis, una dialéctica entre una asociación internacional y un "comité secreto", si Lacan, con la introducción del concepto de "discurso analítico", anheló promover un nuevo "lazo social" entre psicoanalistas, aparece hoy que ni Freud ni Lacan han podido evitar la deriva propia de toda institución: privilegiar su existencia y su perennidad, en detrimento de su objeto.
Aunque no fuese mas que por evitar quedar sujeto a una superestructura, el movimiento Convergencia se ha dado por proyecto abrir un nuevo espacio de trabajo donde este impasse no sea desconocido y donde las diferencias no sean borradas, respetándose rigurosamente la heterogeneidad sobre la que se han fundado las diferentes asociaciones.
Queda a cargo de los activos (tenants) de cada asociación hacer valer sobre que costado del discurso de Freud o de Lacan, o sobre que pedazo de real, acercarán su pretensión de mantener una relativa separación con las otras, si es que su existencia no es el resultado solamente de una disputa entre jefes.
Es así que el primer congreso, donde la ocasión era ofrecida a cada uno de los miembros de esas asociaciones de hacer valer el estilo de su práctica o la originalidad teórica, valía seguramente el esfuerzo del desplazamiento. El tema era "Los avances lacanianos del inconsciente freudiano", y los debates fueron seguidos por una asistencia que oscilaba entre 300 y 450 personas, formada en un buen tercio por psicoanalistas venidos en su mayoría de América Latina (Argentina, Brasil, Ecuador y Uruguay), pero también de Estados Unidos y Canadá, sin incluir los países latinos de Europa (España e Italia).
El brillante equipo de intérpretes de la UNESCO permitió a todos estos practicantes y teóricos del psicoanálisis de sobrellevar por lo menos la incomprensión mutua de sus lenguas. Pero, aunque no fuese mas que por haberse forjado en la siempre difícil tarea de la lectura de los Escritos y Seminarios de Lacan, podemos decir que el francés era comprendido por la mayor parte de los miembros de Convergencia. Estos psicoanalistas, han logrado, no obstante, dialogar verdaderamente?
Las condiciones, en todo caso, estaban dadas por los cuidados de un "dispositivo" que a menudo fue objeto de críticas y quejas, pero que al menos permitió que realice un esfuerzo de lectura mutua y previa de 115 contribuciones al congreso, repartidas en 6 ítems (1. El inconsciente en tanto sexual, 2. El inconsciente está estructurado como un lenguaje, 3. El inconsciente como ética, 4. El inconsciente como lazo social, 5. La transferencia como puesta en acto del inconsciente, 6. El inconsciente como exceso entre mito y lógica) y prepublicadas en un sitio en Internet, donde cada autor coloco su texto traducido a las cuatro lenguas oficiales del congreso: inglés, español, francés y portugués.
Una vez recibidos, estos textos eran confiados a dos lectores (uno americano y otro europeo) que dirigían sus notas de lectura para que sirvieran de soporte al trabajo de aquellos que iban a operar el pasaje del escrito a lo oral, cumpliendo la función de relator (rapporteur) (nuevamente, un americano y un europeo). Un verdadero trabajo de elaboración y de retransmisión era por ende exigido a estos últimos, afin de que lograran interesar a la asamblea plenaria respecto de textos que no había necesariamente leído.
Esto solo podía obtenerse a la condición de lograr formular las tesis que se perfilaban a través de las diferentes contribuciones y que podían, eventualmente, oponerse unas a otras, afin de que fuera demostrado que la teoría psicoanalítica, sobre todo en la vertiente lacaniana, no es monolítica ni dogmática.
Vemos que la apuesta era riesgosa, sobre todo teniendo en cuenta que los autores, sus lectores y relatores fueron elegidos al azar entre las instituciones, y que por lo tanto no se podía apelar a la prestancia o prestigio del nombre o de la experiencia para asegurar a todas esas formulaciones un alcance y una justeza incontestable.
Es cierto que algunos grupos de trabajos, restringidos al número de 6 y sujetos a la condición de estar formados por elementos pertenecientes a los dos continentes, tenían la posibilidad de presentar los resultados de su elaboración, condensándola, ciertamente, al extremo, pero por una vía que no era indirecta. El auditor podía así encontrar exposiciones donde lo que era relatado no era del orden del texto sino de la experiencia.
No obstante, es notorio que todo estaba hecho para que la palabra no pudiese ser acaparada por la voluntad que hubiese podido tener un individuo de hacerse valer o notar y que se podía preveer que asistiríamos a un debate de ideas antes que a un enfrentamiento entre personas.
Todos estos elogiables objetivos han finalmente sido logrados? Lo cierto que es que empujaron a que el congreso, en vez de ser la ocasión de exponer tesis recibibles y transmisibles en el mundo intelectual, mudo mas bien en un instrumento de trabajo colectivo permitiendo cimentar un movimiento. Se ha logrado, incluso, evitar que se pudiese tener la impresión, siempre dañina, de un esoterismo fafullante (jargonnant) en el cual suelen encerrarse los sostenedores del lacanismo, pero de donde nos podía extraer el recurso a la clínica.
No caben dudas de que los textos de los autores estaban repletos de señalamientos (apercus) clínicos, pero que era difícil dar cuenta de ello por falta de tiempo y porque la restitución suponía que el relator no permaneciese al nivel de los enunciados y fuera capaz de arriesgarse con una enunciación. Cosa que felizmente se produjo varias veces, salvando al congreso tanto del palmares como de los certificados de conformidad a una vulgata, no obstante llamativamente ausente, puesto que el álgebra lacaniana soporta las interpretaciones las mas divergentes, y habremos podido verificarlo.
Fue evidente que los colegas, fuese argentinos o franceses, no se contentaban con parafrasear los seminarios de Lacan o de sentar las condiciones de la renovación de una escolástica. Ella se encuentra siempre en la cita con los los lacanianos que han probado de los encantos de lo que Kant llamaba "lo arquitectónico" (lo que hace que por la virtud misma de la concatenación de los conceptos, ciertos puntos aún innombrados sobre el esquema que representa la arquitectura puedan abrir la vía, en el proceso mismo de su nominación, a auténticos descubrimientos).
Estos nuevos lectores de Lacan han logrado, en varios dominios, sentar las bases de una renovación de la mirada clínica o de la escucha analítica. Podemos fácilmente verificarlo leyendo algunas de las traducciones que comienzan a ser publicadas de algunos autores de América (Roberto Harari o Nestor Braunstein, por ejemplo). Pero lo hemos percibido ampliamente en el congreso en la UNESCO, donde no cabian dudas que el pensamiento de Lacan estaba presente (essaimé) y que todas las condiciones para tomar la posta estaban reunidas.
Se desprende de ello que el psicoanálisis puede considerarse como el único discurso capaz de tender un puente entre las lenguas y las tradiciones culturales, en la medida misma en que el inconsciente aprovecha esas circunstancias (fait fleche de tous ces bois-la), arreglándoselas para dejarse adivinar por las traducciones fallidas y las interpolaciones forzadas que opera. Dicho de otro modo, cuando el psicoanálisis está vivo, se exporta y se implanta en otra lengua o geografía que aquella donde su pensamiento surgió (éclos).
Con este hecho disponemos de un verdadero criterio de evaluación (pierre de touche). Es innegable que Freud no encontró lectores a su altura en la lengua alemana sino en Inglaterra o en Francia, y es paralelamente significativo que Lacan y su discurso tengan todas las chances de encontrar una recepción un rebote en la lengua española o portuguesa de los exilados de América del sur, antes que aquí o en el círculo de los compañeros de Lacan que han pagado su fidelidad con la dispersión y la ilegitimidad.
Nos fue confirmado, en todo caso, que Lacan y su discurso contienen efectivamente el fermento de una renovación, de la que hemos tenido la experiencia en Francia, hace 30 o 40 años, pero que puede aún renovarse, de algún modo, a pesar de las dificultades de la lengua o la incomprensibilidad de un discurso, hecho, de todos modos, para poner al trabajo mas allá de una simple lectura universitaria.
Aún antes de los honores y celebraciones que van sin duda a desfilar en Francia en ocasión del próximo centenario del nacimiento de Lacan, es evidente que el congreso de Convergencia ha demostrado en acto que este pensamiento puede aun reservarnos la sorpresa de encuentros o de invenciones inéditas. Un congreso enteramente basado, por ejemplo, sobre el testimonio indirecto, del cual Lacan demostró la virtud en ciertos dispositivos (agencements) o procedimientos institucionales, pudo tener lugar y permitió al menos sellar nuevos lazos entre sus participantes, aún si no desembocó verdaderamente sobre la formulación de esas "avanzadas" cuya elucidación estaba descontada, aún si no permitió, por lo tanto, elucidar en que Lacan retomó las cosas en el punto en que Freud había tenido que detenerse, aún si, finalmente, no se dibujó la teoría de lo que podría ser este tercer tiempo para el psicoanálisis que atravesamos.
Esta constatación severa no debe hacernos olvidar, no obstante, que no es solo al nivel de la teoría que el psicoanálisis se despliega, sino mas bien al nivel de los dispositivos (agancements) institucionales a los cuales se engancha el deseo de hacer lazo y dirigir la palabra para que sea finalmente oída. Creo que, en ese plano, podemos decir que algo nuevo ha visto la luz en el congreso y que los psicoanalistas se han mostrado un poco menos irresponsables en lo que hacer a dar ganas de recurrir a sus servicios en el caso en que fuera para aliviar un sufrimiento.
Y aún si todavía no se dibujó la teoría en sus posiciones, Convergencia ha dado las pruebas de una verdadera madurez política, expresando muy claramente el anhelo de ser un movimiento antes que una institución piramidal, descentrada y políglota antes que centralizada y nacionalista, apostando a la heterogeneidad sin discordia, y a la exigencia ética sin imprecisión (flou) teorica. No podemos sino desearle que guarde por largo tiempo la frescura de este retorno de ilusión.
París, 7 de febrero de 2001
Jacques Nassif
Traducción: Carlos Moro