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Número 9 - Diciembre 2001

La "crisis" de la vejez

Montserrat Fornós Esteve
montsefornos@terra.es

"Los eventos normales y esperables no deben constituirse en sí mismos en "crisis ", y debe reservarse este término para aquellos que no son esperables o que alteran el ritmo y la secuencia del ciclo vital"

Leopoldo Salvarezza_

INTRODUCCION

Envejecer es una parte del ciclo vital y que si fuéramos estrictos, deberíamos considerar que se empieza a envejecer en el momento de nacer. Envejecer es un fenómeno evolutivo, universal; es un proceso natural, gradual, de cambios y transformaciones a nivel biológico, psicológico y social, que se estructuran en torno al tiempo.

No hay una sola vejez ni un solo envejecimiento, sino formas diferentes, actitudes y sentires distintos sobre la vejez, como sin duda es diferente la forma de vivir de cada persona, diferente tanto en las manifestaciones como en las vivencias.

ENVEJECIMIENTO SALUDABLE Y ENVEJECIMIENTO PATOLOGICO

"Si la vejez se ha convertido en una enfermedad, es porque todo el sistema de lo morboso se ha erigido en función del paradigma de la salud"

Francisco F. García_

La mayoría de los autores hacen referencia a un modo saludable de envejecer versus un modo patológico del mismo proceso. También que en el proceso de envejecer, la actitud de cada persona sobre la vivencia de su vejez es un factor de gran importancia a la hora de incorporar los cambios que se van dando a lo largo del ciclo vital.

Suele hablarse o diferenciarse entre envejecimiento normal o envejecimiento patológico. Para R. Moragas (1991)_ en el proceso de envejecer la normalidad o patología se definiría "globalmente por la interrelación de los factores biológicos, psíquicos y sociales".

Envejecimiento saludable:

Quizás la primera reflexión partiría de cuestionarnos qué es la normalidad en la vejez. Si bien la palabra "vejez" tiene una carga de negatividad y prejuicio importante que nuestra cultura occidental le ha dado, tiene, además, el problema añadido de que omite las diferencias individuales, así como la naturaleza y amplitud de los cambios y el modo en que éstos se interrelacionan con las circunstancias del medio social (Mishara y Riedel, 1986)_. Respecto de la vejez:

No todas las personas envejecen igual, ni en cuanto a ritmo, ni en cuanto a modo.

La disminución del ritmo en la edad madura, no es ninguna enfermedad.

Vejez no supone, en absoluto, improductividad ni conlleva, necesariamente, deterioro y exclusión social.

No todos los cambios en la vejez son negativos (*).

La vejez es un proceso evolutivo progresivo al que la persona debe ir adaptándose.

Al ser circunstancias históricas y socio – culturales las que determinan la diferencia entre salud y enfermedad, es difícil dar una definición acertada de lo que constituye una vejez normal, por lo que nuestra reflexión iría encaminada hacia la importancia de la calidad de vida en la vejez, en la que se incluiría el grado de satisfacción de la Persona Mayor en las tres áreas de la conducta: física, mental y social, donde la salud se expresa. La adaptación al proceso de envejecimiento, y el grado de ajuste a los cambios, será el mejor indicativo de salud en la Persona Mayor.

Envejecimiento patológico:

Sobre este aspecto del envejecer, hay diferentes puntos de vista. Algunos autores consideran que la mayoría de las personas se ajusta y adapta relativamente bien a los cambios de la edad, pero también señalan que un porcentaje determinado de población vive estos cambios con angustia y miedo, pudiendo presentarse crisis personales importantes. La actitud ante la vejez viene determinada, quizás, por una actitud ante la vida, y las estrategias de afrontamiento y recursos de cada individuo para hacer frente a los cambios. Las consecuencias del envejecer, que tendrán efectos personales, serán vividas de un modo distinto por cada uno.

Antes de llevar a cabo hipótesis sobre el envejecimiento patológico, debemos considerar algunos aspectos. Por ejemplo, en el plano de la salud física, no debemos descartar que, en la vejez, aumenta la probabilidad de las consecuencias negativas que pueden tener algunas enfermedades para el organismo. Las enfermedades tienden a cronificarse y a dejar su huella en el cuerpo; y los episodios agudos de enfermedad, pueden tener consecuencias importantes. Dada la naturaleza crónica de muchas enfermedades en la vejez, la empresa debería concentrarse en la prevención y potenciación de la capacidad de funcionamiento autónomo del individuo, ya que muchas veces la cura no es posible como en edades más jóvenes_.

En cuanto a los aspectos sociales: la situación de abandono y aislamiento en el que viven algunas personas mayores, la falta de un papel familiar y social activo (pérdida de valor social), la soledad, la jubilación obligatoria, el exceso de tiempo desocupado (existe una relación directa entre tiempo disponible y sentimiento de limitación), etc., facilita la pérdida de la propia estima y la aparición de enfermedades y desajustes emocionales de graves consecuencias. La mayoría de las veces, la terapéutica para mejorar las defensas de la Persona Mayor, escapa a la competencia del médico y debe buscarse desde el trabajo en equipo y la óptica multidisciplinar.

PREJUICIOS Y MITOS SOBRE LA VEJEZ

"La ancianidad es una experiencia común, ligada a lo humano como tal. Y, no obstante, es la única etapa del desarrollo que no se disfruta como un estatuto social positivo; al contrario, en nuestra sociedad, se la considera negativamente.

(...) Sin embargo, tanto la experiencia como la investigación demuestra que la vejez puede ser un tiempo propicio para el crecimiento".

Renée Salomon_

Los prejuicios y las ideas erróneas que están instalados en el imaginario social son varios y se ciernen sobre ellos, oprimiéndolos, ya que los lleva a tener conductas acordes a lo determinado por ese imaginario.

PREJUICIOS Y MITOS SOBRE LA VEJEZ

Estereotipo : es una creencia, un conocimiento popular, sobre un conjunto de atributos o rasgos que caracterizan una categoría social.

No siempre es fácil darse cuenta de una visión estereotipada, por regla general estamos de acuerdo con los estereotipos de una manera inconsciente.

El estereotipo como proceso (cuando un grupo formula estereotipos sobre otro) se conoce con el nombre de ESTEREOTIPIA. La estereotipia genera expectativas en la conducta de otras personas y tiene consecuencias ( Errores fáticos sobre el grupo estereotipado

Errores cognitivos sobre el grupo estereotipador.

ERROR FÁTICO : adaptación por parte del grupo que es objeto del estereotipo a lo que se supone se espera de él.

ERROR COGNITIVO : percepción equivocada del otro.

Muchas veces los estereotipo generan PREJUICIOS

Prejuicio : es una actitud de contenido negativo y generalmente sin ningún fundamento.

Algunos de los prejuicios más frecuentes sobre la vejez están relacionado con la idea de que los cambios que se producen con el paso del tiempo son únicamente negativos.

Desafortunadamente muchos de estos prejuicios son compartidos a la vez por la propia persona mayor, los profesionales que los atienen_ y por algunos sectores de la sociedad, como son generaciones más jóvenes.

El viejismo (ageism, en inglés versus aging, que hace referencia al proceso de envejecer) es una discriminación desde una cierta parte de la sociedad hacía el adulto mayor. El vocablo Viej- "ismo" entraría en el grupo de otros "ismos" con connotaciones negativas (racismo, integrismo...) Reduciendo la vejez a un grupo de ideas prejuiciadas, lo que hacemos es simplificar lo complejo y perdernos su realidad profunda y diversa. No hay una sola vejez, se envejece de muchas formas, tantas como "las condiciones en que se vivió" (J. Rodríguez López_)

Sobre los prejuicios mas frecuente de la vejez, encontramos

La Dra. V. Viguera (1998)_ comenta: " Todavía se critica o no se ve bien a un adulto mayor que rehace su vida amorosa después de una viudez o una separación y muchas veces son los propios hijos los que desaprueban esas decisiones.

También es común atribuir a "la edad" distintas dificultades como si fuera un sello imposible de modificar.

Cuando los adultos mayores toman conciencia de que se puede seguir aprendiendo durante toda la vida se sienten muy gratificados y toman con entusiasmo, actitudes creativas, de aprendizaje, de reflexión, y esto se revierte en una mejoría de la auto-estima y un mejor disfrutar del tiempo"

El peor prejuicio sobre la vejez es aquel que nos obliga a verla como una enfermedad y no como una parte del proceso de la vida. Es demasiado frecuente, incluso entre los profesionales que trabajan con personas mayores, ver a los " viejos" (palabra que se usa a veces con cierta carga negativa) como enfermos o incapacitados, estableciéndose una fuerte sinonimia entre "vejez igual a enfermedad" que entraña un riesgo enorme. En una sociedad de masas como la nuestra, el peligro aparece cuando sustituimos la opinión racional, basada en hechos, por la opinión basada en mitos. Y nuestros mitos sobre la vejez se fundamentan mayoritariamente en actitudes y estereotipos negativos.

La vejez no es ninguna enfermedad, forma parte de nuestro proceso evolutivo, del ciclo de vida. Las limitaciones que llegan con la vejez, no son enfermedades. Podemos hablar de cambios, de ritmos distintos, de necesidades distintas. Incorporar el concepto de diferente de una forma no discriminativa sino comprensiva, es útil para comprender mejor este proceso y poder percibir las potencialidades que también llegan con el paso del tiempo. Muchas veces se atribuye al envejecimiento, dificultades que están dadas por la falta de hábito o de entrenamiento.

A lo largo de mucho tiempo, el deseo de prolongar la vida ha ido asociado la deseo de la eterna juventud. Frente a semejante negación de la vejez vivida como proceso evolutivo, hay que ir ganado el espacio para la persona mayor.

Hay que valorar la influencia que una actitud positiva frente a la vida tiene en el proceso de envejecer. La actividad corporal, intelectual, social, ayuda a esa actitud positiva redundando en el logro de una mejor calidad de vida.

En el X Congreso de Médicos y Biólogos de Lengua Catalana (1976), la salud se define como: "Aquella manera de vivir que es autónoma, solidaria y gozosa" ("Salut és aquella manera de viure que és autónoma, solidària i joiosa") 3 La edad no es un factor excluyente de esta definición.

Es básico llegar a la comprensión del sentido profundo de la vejez, sobretodo su significado para el que se halla en ella, y apreciar los recursos y las potencialidades que se depositan en esta etapa de la vida. La vejez posee unas características propias que son compartidas por todos cuantos se encuentran en ella, las cuales les sitúan en una peculiar red referencial frente a la vida, frente a los otros y frente a ellos mismos.

La vejez es un periodo crítico de la vida en el que se debe hacer frente a una serie de circunstancias personales, laborales, familiares y culturales, que modifican la percepción de sí mismo y afectan a la propia identidad. La imagen que cada cual tiene de sí mismo comprende aspectos cognoscitivos y afectivos, y estos últimos estarían relacionados con la propia estima ; ésta ejerce una influencia universal sobre nuestro modo de comportarnos y nuestra actitud ante la vida. Según N. Branden, la estima de sí : "es la suma integrada de la confianza en sí mismo y del respeto por uno mismo ; es una convicción que se tiene de la competencia para vivir y que merece vivir"._

La vejez posee unas características propias que son compartidas por todos cuantos se encuentran en ella, las cuales les sitúan en una peculiar trama referencial frente a la vida, frente a los otros y frente a ellos mismos. También nos parece oportuno señalar que la vejez, no es una sola, sino que cada individuo tiene su propia vivencia en función de aspectos personales y socio - culturales.

CRISIS EN LA VEJEZ

"Un hombre no puede sentirse cómodo si no cuenta con su propia aprobación"

Mark Twain, What is a man?, 1906

La organización y el funcionamiento de la identidad, modula el modo en que una persona conveniene con las experiencias y acontecimientos de su vida. Esta dinámica, articula los sucesos relacionados con la cotidianeidad del individuo (familia, trabajo, cultura...) con las derivaciones en la autoestima, bienestar, salud... La identidad integra las experiencias del individuo a lo largo del tiempo, proporcionando continuidad y significado (Markus y Herzog, 1991). Para O. Kernberg (1976) la identidad es el más alto nivel de organización de los procesos de internalización.

La identidad es la vivencia de lo que somos, de nuestro "yo", una unidad que nos distingue de los otros, que nos hace singulares, que nos señala nuestro lugar en la sociedad. La identidad es la respuesta que damos a la pregunta : "¿quién soy yo ?". Y esa respuesta hace que nos sintamos personas diferenciadas, únicas. Tendemos a mantener la identidad a través de todos los cambios que sufrimos a lo largo de la vida : en nuestro cuerpo, en nuestra forma de pensar, en nuestros roles, en nuestro lugar en la sociedad.

A lo largo del ciclo vital se producen una série de cambios que afectan a la identidad. Estos cambios pueden dar lugar a situacione de "crisis" entendidas como elementos de construcción del Yo, y como puntos importantes de transición en la vida de las personas. En general, asociamos que, las crisis vitales, van unidas a una serie de sucesos importantes que las provocan. Los estudiosos de las Teorías de los Estadios (Erikson, Levinson, Loevinger, Havighurst), consideran que, las transiciones que se producen entre estadios, se presentan como crisis y reorganizaciones de la personalidad.

La identidad psicosocial depende de dos elementos complementarios:

La identidad personal significa nuestra personalidad tal como la percibimos subjetivamente. La imagen que cada uno tiene de su propia personalidad comprende dos dimensiones:

La función de la identidad personal es la de asegurar un sentimiento de continuidad de nosotros mismos, a través de los cambios que experimentamos a lo largo de la vida, tanto en el interior como en el exterior.

La vejez es un periodo crítico de la vida en el que se debe hacer frente a una serie de circunstancias personales, laborales, familiares y culturales, que modifican la percepción de sí mismo y afectan a la propia identidad. La imagen que cada cual tiene de sí mismo comprende aspectos cognoscitivos y afectivos, y estos últimos estarían relacionados con la propia estima; ésta ejerce una influencia universal sobre nuestro modo de comportarnos y nuestra actitud ante la vida.

La auto – estima está directamente reacionada con nuestra actitud ante el envejecimiento, la salud, y la aceptación de nuestra vida, en general_. Pasado y presente. Nos sirve como baremo o predictor no solo del momento que vivimos, sino de la adaptación a los cambios que se van a suceder. Y la vejez es una época de cambios que nos piden una reformulación y resituación constante.

Si bien las crisis, como agentes de transformación, son algo más que un conjunto de pérdidas y de ganancias, es cierto que se da crisis en la vejez cuando los cambios son vividas por la persona mayor como una agresión a su identidad. Esto sucede cuando las pérdidas asociadas al envejecimiento generan para la persona un área de experiencias que son una rotura para su estima y autoimagen. Nuestras consideraciones no van dirigidas solo hacia las pérdidas importantes, como puede ser el paso del mundo laboral a la jubilación, sino también hacia los pequeños sucesos de la vida diaria, que transmiten a la persona la sensación de disminución de su capacidad. identidad y el miedo al cambio. Estas pueden estar referidas a la salud (preocupaciones y temores), a la economía (pérdida de ingresos), al variación de rol social y familiar, o a los prejuicios sobre la vejez, de los que el propio individuo puede ser portador. Como señala L. Grinberg (1988)_ nos encontramos ante la dificultad de la elaboración patológica del duelo por las partes perdidas del Yo, que afecta a esta edad de la vida.

En este periodo de crisis, la persona mayor debe redefinir su propia identidad, los cambios en la vejez deberían suponer una transformación que hiciese posible la reorganización del individuo ante la nueva situación.

El adulto mayor debe conservar su identidad, debe lograr la continuidad a través de los cambios.

Crisis que pueden darse en el proceso de envejecer:

Crisis de identidad:

" Conservar intacto el sentimiento de la propia continuidad, a través de las pérdidas relacionadas con el proceso de envejecimiento " (J. Laforest_).

Es en la identidad personal es donde se inicia la crisis de la vejez. Cuando las pérdidas de la vejez son vividas como un atentado a su identidad, se ven gravemente afectadas por igual la autonomía como su participación social. En cambio, si las pérdidas se asumen y se consigue integran a la identidad, se pueden esperar otras vía de solución de la crisis.

Las pérdidas de la vejez.

Las experiencias de pérdida que conlleva el envejecer tienen un impacto sobre la imagen que cada uno se hace de sí mismo. La autoimagen tiene gran predominio sobre el funcionamiento de la personalidad porque en realidad es una evaluación. Incluye siempre un juicio de valor. La estima de uno mismo es el sentimiento que el individuo posee de su propia eficacia y de su propio valor en cuanto persona.

Tanto desde el punto de vista de la autoimagen como de la autoestima, las pérdidas vinculadas al proceso de envejecimiento son fuente para el individuo de un campo de experiencias que pueden ser vivenciadas como una ataque a su identidad personal.

Cuando hacemos referencia a estas pérdidas, lo hacemos pensando en cuestiones que están relacionadas con los incidentes de la vida cotidiana, para los que la persona mayor puede ver mermadas algunas de sus cualidades, por ejemplo: la rapidez con la que uno puede levantarse de la cama o de una silla; la necesidad de anteojos para la lectura, o de un bastón para salir a pasear. El cuerpo es de gran importancia la importancia en la formación de la propia imagen: "El cuerpo es un lugar donde se expresa la conducta; y aún más: e el lugar donde todas las conductas son posibles_"

El deterioro de la imagen corporal agrede a la identidad personal de quien envejece, más teniendo en cuenta que vivimos en una sociedad donde la "cultura de la apariencia" tiene un valor importante. La vejez no se sustrae al ritmo impuesto por una sociedad de consumo donde el cuerpo y la estética juegan un importante papel.

Hay otras pérdida que podemos encontrar en la vejez, como la disminución de la autonomía. También la creciente soledad, seguida de la pérdida del papel social, juntamente con las defunciones cada vez más numerosas de miembros de la propia generación (J. Laforest).

Los cambios en el papel o rol social son especialmente importante. Estos llevan implícitos un proceso de categorización. Por ejemplo: ¿Qué sucede cuando la persona mayor entra en la categoría de jubilado - desocupado? Los roles sociales abarcan obligaciones y expectativas, y son referentes de pertenencia, y valoración. Ellison (1968)_ concluye que el entorno social que delimita a la jubilación supone un factor adecuado precipitador de enfermedades. Esta idea se acerca considerablemente al concepto de Fereczi (1952)_ sobre la "neurosis del domingo".

Tampoco debemos dejar de lado que como miembros de una sociedad prejuiciada, somos individuos prejuiciados, lo cual sesga nuestra propia vivencia de la vejez y de las expectativas que tenemos de nosotros mismos como envejescentes.

La crisis de la vejez supone una crisis de la identidad. Una persona mayor debe poder envejecer sin que ello suponga una pérdida de su sentimiento de continuidad y de su estima. Con los cambios físicos, personales y sociales que se producen en el proceso de envejecer, a veces la persona ha de redefinir su propia identidad.

"La vejez es experimentada de forma positiva cuando a través de ella el individuo continúa viviendo una experiencia de devenir personal al igual que lo hacía en la etapa anteriores" (J. Laforest)

CARACTERÍTICAS DEL "STATUS" DE LA ANCIANIDAD_

Bernard Shaw_ decía: "Ser viejo es algo natural y universal, ¿ven ustedes alguna alternativa a ello?"

Concluimos diciendo que:

A lo largo de estos cambios las personas pueden verse llevadas a reafirmar aspectos de su identidad.

La actitud y estima son factores importantes que predicen el éxito de la adaptación a dichos cambios.

La vejez no es una enfermedad.

Las limitaciones que pueda acarrear no son una enfermedad.

Es una etapa de vida en el que las pérdidas están presentes.

Hemos de procurar fomentar en la persona mayor la máxima independencia posible, que conserve la capacidad de conducir su propia vida.

Hay que favorecer la reminiscencia en la persona mayor ya que, no solo refuerza la identidad, sino que además ayuda a mantener la memoria colectiva.

La capacidad para aprender sigue intacta.

Vejez no es necesariamente sinónimo de decadencia.

Vejez también es sinónimo de salud.

La vejez y sexualidad no son incompatibles. Este mito nace de la suma del peso de la represión, la prohibiciones que heredamos, y los cambios corporales los que hacen que sintamos dificultad en aceptar que nuestro cuerpo sigue siendo deseante y deseado_.

La vejez es, en definitiva: un tiempo para vivir.

Notas

(*) Respecto de los cambios que se dan en la vejez, si bien es cierto que existen funciones que pueden ir declinando de forma lenta y progresiva, también hay otras que se mantienen hasta etapas muy tardías y existen algunas que incluso mejoran con el tiempo, tal y como se puede apreciar en el siguiente cuadro (Grau Veciana y Junqué Plaja, 1987).

3 Citado en : El grupo de análisis espacio social de la salud, pp.129

TABLA 1. Evolución de las funciones cognitivas en el envejecimiento

Referencias Bibliográficas:

_ L. Salvarezza (1991)Psicogeriatría. Teoría y clínica. Buenos Aires: Paidós.

_ F, García ( 2000) Morir la vida/ Matar la muerte. Revista Archipielago, nº44.

_ R. Moragas (1991) Gerontología Social. Barcelona: Herder

_ B. Mishara; R. Riedel (1986) El proceso de envejecimiento. Madrid: Morata.

_ R. Moragas (1991) Gerontología Social. Barcelona: Herder

_ R. Salomon (1982) Social group work with elderly, en Proceeding: Social work clinic day 1982, Center for Geriatric Care, Toronto.

_ En la actualidad parte de los trabajos que estamos realizando en gerontología van encaminados a trabajar con los profesionales que trabajan con adultos mayores. Fornós, M. (1997) Cuidarse y Cuidar cuando los cuidados se ejercen profesionalmente. Revista Tardor. Federacion Nacional de Residencias privadas. D.L. B-41.165-87

_ J Rodríguez López (2000) El futuro de pasado: Notas sobre sociología de la vejez. Revista Archipielago nº44. Monográfico: Vejez, Divino Tesoro. http://www.archipielago-ed.com

_ V. Viguera (1998) Los fantasmas del envejecer. Programa de Seminarios por Internet http://www.edupsi.com

_ J. Laforest (1991) Introducción a la gerontología. El arte de envejecer. Herder. Pp. 81

_ J.L. Vega; B. Bueno (1996) Desarrollo adulto y envejecimiento. Madrid: Síntesis

_ Grinberg, L. (1988). Culpa y depresión. Alianza Universidad, pp. 171

_ J. Laforest (1989) Introducción a la Gerontología. Barcelona: Herder

_ Kesselman, S. (1989) El pensamiento corporal. Bueno Aires: Paidós.

_ Ellison, D.L. (1968) Work, retirement, and the sick role. The Gerontologist, 8, 189-192

_ S. Ferenczi (1952) Futher contributions to the theory and technique of psychoanalysis. New York: Basic Books

_ R. Moragas (1991) Gerontoogía Social. Barcelona: Herder

_ Citado por J. Laforest en Introducción a la Gerontología, pp. 41

_ Ver seminario: Temas de psicogerontología. Sexualidad en la menopausia. Dra. Sonia Blasco. Http://www.edupsi.com/pgl2.htm

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