La
participación social de los adultos mayores
Una práctica de la libertad cotidiana
Jonny Huanel Vargas
Jonnyhv7@hotmail.com
Vivimos un nuevo milenio, un nuevo siglo, un nuevo año, muchos de los adultos mayores ni se imaginaban presenciar este momento trascendente en la historia de la humanidad, primero oyeron, las primeras voces radiales y se deleitaban con los clásicos radioteatros posteriormente el boom de la televisión y el mundo se sombró con la llegada de la luna, así son testigos de la revolución tecnológica vivida en el siglo XX, sin embargo los problemas sociales se agudizaron y permanecen con otros matices, tenemos problemas similares en contextos diferentes, es decir problemas globalizados.
La cultura consumista y el enfoque neoliberal han hecho profundizar crisis soci ales y cada vez son más los que menos tienen y viceversa la riqueza se concentra en unos pocos.
También dejamos de ser personas lugareñas, hemos perdido muchas costumbres, de tener amplias relaciones vinculares, fidelidades y amistades, nos hemos convertido en personas anónimas, nos identificamos por nuestras tareas cotidianas o más directamente por nuestro rendimiento económico, estamos inmerso en una nueva era en la evolución del hombre, pasamos del "homo sapiens" hasta llegar al "homo economicus" que tan bien enfatiza Martiné Xiberras, increíblemente si algo en común tienen estos estadios de la evolución humana es la supervivencia del más apto, hoy las personas deben subsistir día a día y el salvajismo de los primitivos hoy se da en la violencia social sostenida.
En el modelo vigente de hoy las condiciones y el tipo de trabajo constituyen nuestra etiqueta, nuestra identidad, es en el entorno de nuestras actividades donde se pone en evidencia nuestra personalidad y nuestra relación sociocultural.
Con este panorama las personas mayores dependen de sus propias capacidades de intercambio, de negociación permanente con las posibilidades que les ofrece el medio y la comunidad.
Por otra parte, la división de la población en grupos etarios que tienen por objeto medir y prever los conflictos, como consecuencia del crecimiento demográfico, siendo una herramienta estadística de mero análisis ahora se convierten en los patrones legitimadores de la marginalidad dando lugar a una nueva forma de estratificación social.
Un ejemplo desgarrador es que para obtener un puesto de trabajo la edad debe comprender entre los 18-35 años como máximo sumado a la competitividad en términos de conocimientos.
Los adultos mayores en este mar de odiseas y penurias son como marineros que se echan a la mar tomando rumbos inciertos con la finalidad de satisfacer sus propias necesidades.
En tal sentido, las personas mayores comienzan a integrarse a sus grupos de pares en números crecientes impulsados por las necesidades de diversa índole de la condición humana, pero con la comprensión de saber que es una vía que les permite su autorrealización y asumen roles antes insospechados, desde pasar a ser una individualidad a ser miembro de una grupalidad. La adopción de nuevos hábitos es posible en la medida en que las condiciones de adaptación le resulten sumamente aceptables en una atmósfera agradable, animadora y en la que preferentemente se conquista su propia ilusión de cambiar, siempre en un encuadre de respeto y decisiones de la persona.
Por eso recordamos que la participación es un proceso social de ejercicio de derechos y responsabilidades, en el caso de los adultos mayores, los centros de jubilados y Pensionados se constituyen en espacios de práctica de la libertad cotidiana.
Pero la participación no se gesta de un día a otro requiere de adaptación, de negociaciones de intereses personales y grupales, qué nos aporta y qué sacrificamos en esta relación.
Haciendo una mirada de las experiencias grupales de nuestra región nos encontramos en que el adulto mayor mira exclusivamente los inconvenientes y las molestias que le produce el aprendizaje o el ejercicio, muchos se quedan en el camino por el escepticismo, descreimiento, en gran parte por tener incorporados una imagen negativa del envejecimiento, quienes se animan a trabajar para obtener el premio del después pueden darse cuenta que vale la pena el esfuerzo de lo invertido porque ven realizados sus deseos y metas de adaptarse placenteramente a nuevas vivencias.
Pero también la actitud tendiente a la comodidad es un obstáculo y un desafío a enfrentar, ir modificando sus matrices de aprendizaje adquiridos a lo largo de su vida no es tarea fácil pero no imposible de ser receptores de los beneficios de las políticas sociales asistencialistas del Estado Benefactor a ser protagonistas de sus propios proyectos sociales gestionados y sostenidos en el tiempo desde sus estructuras de base, nos da la pauta de que con una planificación estratégica e identificando los nudos críticos grupales y personales de los adultos mayores es posible concretar y generar alternativas de acción en vista de satisfacer las destacándose el manejo de los tiempos estratégicos es decir en el aquí y ahora valorizándose el tiempo del adulto mayor, trabajándose y planificando en un ambiente impredecible por las circunstancias de la muerte, que tornan cambiantes los procesos constructivos de los grupos y repercuten en las capacidades anímicas del grupo, asimismo constituyen el punto de partida del aprendizaje social.
De esta manera, las agrupaciones de adultos mayores, revisten su importancia vital a la hora de ser portavoces y transmisores de los reclamos de sus socios y, le da una identidad al adulto mayor que lo hace parte no sólo de un grupo sino que son partícipes de los frutos que se consiguen, esa práctica concreta de la libertad cotidiana, de la lucha de todos los días de sus derechos, del aprendizaje de las experiencias compartidas junto a nuestro asesoramiento profesional interdisciplinario hacen que los adultos mayores tengan las herramientas indispensables para su mejor desenvolvimiento en cada acto de la vida civil, por eso para empezar a valorizar el rol del adulto mayor, es menester dejarlo al tanto a la altura de los acontecimientos y que sepa defender su lugar social con fundamentos y convicción, con los reclamos de sus derechos y el aprovechamiento de su capacidades, esto implica asumir también su función social como ciudadano portador de derechos y responsabilidades y a través de la educación social, pretendemos generar nuevas instancias de reflexión y aprendizaje mutuo, de intercambio de experiencias y por sobre todas las cosas, una formación ciudadana, siempre desde un encuadre protagónico del adulto mayor como agente socializante de incorporación de nuevas formas de cualidades participativas tendientes a ir teniendo una mayor inserción eficaz y eficiente en el entorno social vigente.
Estamos en tiempos de cambios vertiginosos, también es el tiempo del adulto mayor y es este tiempo el que nos marcará las posibilidades reales de concreción social de los objetivos de los adultos mayores, nuestra tarea profesional es acompañarlos, formarlos en sus requerimientos y orientarlos en la búsqueda de sus proyectos tanto personales como grupales y en este sentido en el futuro se irán constituyendo en un grupo de poder, a la hora de las planificaciones sociales de las políticas públicas.
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