Relatos de abuelas con maternidad ampliada
Isabel Perez Vargas
Este trabajo tiene por objetivo reflexionar en torno a las narraciones de tres abuelas que continúan el rol de madres en función del cuidado de sus nietos. El enfoque bajo el cual se hace el abordaje cualitativo de los casos es la corriente narrativa en terapia familiar. El escrito se divide en varios rubros, a lo largo de los cuales se plantea el motivo inicial del trabajo, las investigaciones en torno a abuelos(as) y sus preocupaciones, un breve apartado donde se proporcionan algunos datos del contexto mexicano y supuestos de la terapia narrativa. Posteriormente, se describe la estrategia metodológica y los resultados preliminares. Las categorías resultantes fueron: a) ser madre, b) ser abuela, c) imposición de ser madre, d) duelos y e) relación con los nietos y dificultades de crianza. Las conclusiones apuntan hacia una replanteamiento amplio y diverso de ser madre a la luz de los prejuicios de ser abuela, se aprecia la presencia de duelos que implican dejar de lado proyectos personales en coexistencia con el agrado de perpetuar el rol de madres, en contraposición con las dificultades de criar niños en otro momento de la vida y en otro contexto.
Palabras clave: maternidad ampliada, abuelas, terapia narrativa
Bibliografía sugerida: White, M . y Epston, D. (1993). Medios Narrativos para fines terapéuticos. Barcelona: Paidós.
El comienzo
Este trabajo se circunscribe en el marco de una investigación fenomenológica más amplia respecto a la percepción de la calidad de vida de adultas mayores en escenarios de salud mental. El texto implica los avances preliminares de una línea de investigación reciente, y en curso, que no estaba inicialmente planteada; sin embargo, surgió en torno a las preocupaciones personales y relacionales reportadas por parte de participantes a cargo del cuidado de sus nietos que solicitaron el servicio de psicología. En función de esto, el lector notará que quedan más interrogantes que respuestas, siendo esto la intención del trabajo, invitar a la reflexión y posterior escritura de aspectos concernientes al trabajo con abuelas adultas mayores y sus familias.
Lo que se ha escrito
Desde hace poco tiempo se ha puesto relativa atención respecto a cómo los abuelas(os) viven dicha circunstancia. En los textos clásicos de terapia familiar se propone un ciclo vital familiar en donde es esperado, o al menos común, que en algún momento los hijos tengan descendencia, posibilitando con ello el nombramiento de los abuelos (Minuchin, 1974). En este sentido, pareciera implícito que el momento en el que las personas se convierten en abuelos se equipara a la vejez. Haley (1997) señala que el proceso de convertirse en abuelo se traslapa también con el retiro de la vida activa, lo cual implica muchos cambios pues nivel individual las personas modifican su status social y actividades, a nivel de pareja una vez más existe la oportunidad de estar frente a asuntos pendientes y se entra en un terreno nuevo a nivel social, individual y familiar. El rol de abuelo se adquiere después de una larga historia de roles y el individuo tiene tiempo de llegar a acostumbrarse a él (Haley, 1997).
En la actualidad, comienzan a abundar los estudios relativos a la aportación económica y no económica de los abuelos adultos mayores en el bienestar de las familias, a través de empleo formal, cuidado de la vivienda, cuidado de los nietos o actividades instrumentales (Cárdenas y Vera-Tudela, 2011). Asimismo, se encuentran trabajos en relación con las consecuencias de ser abuelo tanto en los actores principales como en los nietos. No obstante, los resultados son difusos pues hay quienes destacan efectos positivos en los abuelos a partir de la relación con sus nietos (Parashar, 2007; Pinazo y Montoro, 2004). Sin embargo, hay otras investigaciones que relacionan el cuidado de los nietos con desvinculación y conflictos entre abuelos hijos-nietos o resto de la familia, sobrecarga, trastornos de salud física, depresivos y miedo al fracaso (Weisbrot y Giraudo, 2012).
Además del poco consenso en relación con los beneficios de ser abuelo, Pinazo y Montoro (2004) afirman que hay una dificultad de definición, ya que puede ser a veces un símbolo, un rol social, una experiencia emocional, una interacción con los nietos y/o un proceso grupal con la familia. Esta situación puede generar casos en los que se generen ideales irreales y perfectos de lo que debe ser un abuelo y que pueden dañar severamente la autoimagen de las personas. En caso de que se abordara el ser abuelo como un rol, éste no se encuentra institucionalizado y tiene poco reconocimiento social.
Asimismo, se tiene que el papel de las personas mayores dentro del ámbito familiar se ha visto modificado, mientras que antes las familias extensas cuidaban a sus abuelos, y a su vez éstos gozaban de cierto status privilegiado. Actualmente este status se ha trasladado a los hijos e inclusive se suele decir que los abuelos pasaron de ser cuidados a cuidadores, ya sea de personas de su misma generación o menores. En este aspecto, también se sabe que las preocupaciones más importantes para ellos son la influencia del ámbito cercano -relaciones familiares con los hijos y nietos, entre otras- y situaciones de su ciclo vital (Radl, 2003). No obstante, hay poca información en cuanto a cómo los adultos mayores viven el proceso anteriormente descrito.
Contexto mexicano
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2007) sugiere que la maternidad temprana o adolescente podría estar revitalizando la figura de las “abuelas criadoras” de larga tradición en América Latina; sin embargo, dicho organismo no abunda más en el tema, aunque permite suponer que las abuelas podrían ser cada vez más jóvenes.
En el contexto mexicano, un gran número de adultos mayores, la mayoría abuelos varones, son jefes de familia. De acuerdo al Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI, 2000), se observa que un 86.6% de los varones y 37.2% de las mujeres de 60 años o más, son reconocidos como responsables de su grupo familiar. Si bien, se tienen datos respecto a las tendencias de envejecimiento en general como característicamente femenino, asi como las condiciones de desventaja y pobreza de los ancianos, no se puede suponer que todos los ancianos son abuelos(as), por lo que se posee poca información específica al respecto.
Supuestos
A parte de las razones que motivaron esta investigación en el contexto de la realización de un macro-proyecto, este trabajo también obedece a la falta de trabajos en relación a la condición de los abuelos(as) en México y la forma en la que viven sus circunstancias. Asimismo, se parte del supuesto que en la medida en la que se exploren los temas que preocupan a los adultos mayores, es más probable que puedan prevenirse problemas en pro de una mejor calidad de vida y bienestar para ellos y los que les rodea.
Se parte de la visión narrativa pues sus bases implican la idea de que no hay una sola definición o receta para ser abuela pues se trata de una construcción continúa y particular, no obstante, puede haber relatos dominantes que pudieran estar afectando un autoconcepto. Asimismo, se hace uso de este enfoque por considerarse menos drástico y lineal en comparación con otros enfoques en terapia familiar. De hecho, las bases teórico-filosóficas de la terapia narrativa provienen principalmente de Michael Foucault, Erving Gooffman y Jacques Derrida.
De acuerdo a White y Epston (1993), principales exponentes de este enfoque, la narración o narrativa, es aquella postura que se basa en la analogía de la interacción de las personas como los lectores respecto a ciertos textos. Esta analogía concibe la evolución de las vidas de las personas y sus relaciones en términos de lectura y escritura de textos. La estructuración de una narración implica un proceso de selección en el que se dejan de lado aquellos hechos que no encajan con los relatos dominantes que nosotros y los demás desarrollamos acerca de nosotros mismos. En resumen, los relatos o narraciones que viven las personas determinan su significado, interacción, organización, evolución de las vidas y relaciones. Cada nueva lectura de un texto es una nueva interpretación de éste, y por lo tanto, una nueva forma de escribirlo, representarlo y vivirlo. En este contexto, la labor del terapeuta implica facilitar la identificación o co-construcción de relatos alternativos que permitan a las personas representar nuevos significados que las personas consideren más útiles, satisfactorios y con final abierto.
Estrategia
Los participantes fueron 3 abuelas entre 60-75 años que hasta el momento de la realización de este trabajo fungían el rol de cuidadoras y proveedoras de sus nietos. La participación fue voluntaria, bajo consentimiento informado. El instrumento utilizado fue una entrevista clínica inicial con datos generales y a profundidad.
El procedimiento como tal, Como parte de un, se solicitó entrada al campo con el administrador de un gabinete de psicólogos privado, quien permitió el acceso con los pacientes que se acercaban por primera vez a preguntar por los servicios de terapia familiar. Se captaron los participantes al identificar que había tres abuelas que fungían como madres de sus nietos y solicitaban anexarse en una larga lista de espera. Se hizo contacto con ellas, se les pidió su consentimiento informado y aceptaron. La realización de las entrevistas fue en un cubículo anexo a consultorio privado de terapia familiar. Los materiales que se utilizaron fueron: laptop, grabadora de voz MP3, libretas, hojas, lápices. 20 hrs de grabación. Al finalizar el proceso de obtención de información se pactó asignar los casos al servicio de psicología familiar. A la par de la realización y transcripción de las entrevistas, se fueron identificando categorías.
Resultados Preliminares
Las características de las familias se pueden agrupar en: familias ampliadas uniparentales en donde las abuelas maternas tenían el rol de cuidadoras y proveedoras de los nietos, hijos de sus hijas, al haber imposibilidad o abandono por parte de dichas madres biológicas.
En función de las narraciones dominantes, se hicieron categorías de análisis, las cuales se presentan a continuación.
a) Ser madre
En los tres casos, las participantes reconocen que los nietos tienen una madre biológica. Adjudican las funciones de alimentación, vestido, cuidados y afecto como exclusivas de una madre, las cuales ellas ejecutan. Agregan que el rol de madre “se gana” diariamente con acciones, no solo es por haber dado a luz, dando el derecho implícito de propiedad o de administrar el contacto que los niños tienen con las madres biológicas. Inclusive, muestran orgullo en plantearse como madres, planteando una capacidad “sumativa” al haber tenido la experiencia de haber sido madres y ahora serlo de nuevo, pueden ser una madre, inclusive más fuerte y más capaz que la biológica.
Lo anterior puede apreciarse en las siguientes narraciones:
“Si mi hija vuelve a venir y reclamar ver a los niños, yo decidiré si la dejo entrar….me da coraje que los venga a ver ahora que están mejor de salud y alimentados, pues primero abandona a mis niños y luego aparece así como asi nada más. Ese derecho…. , que los niños te quieran, se gana a pulso y todos los días cuando te levantas temprano, les das de comer, los bañas, peleas con ellos, los regañas, acaricias y cuidas….. no nada más por haber parido se te puede llamar madre.”
“Cuando en la escuela preguntan por la mamá de J. y las maestras lo pobretean porque su mamá lo abandonó, yo les digo, ¡pobrecitos ni que nada! este niño tiene mucha madre y esta es mejor porque lo va cuidar y proteger con todo lo que ya aprendió y echó a perder….a mis 65 años sigo siendo mamá, ¡vaya que si era cierto eso de que ser mamá es un trabajo de toda la vida, pero aquí si la vida se pasó, se lo tomó literal!.”
b) Ser abuela
En todos los casos, los nietos son quienes las llaman abuelas o por el nombre propio. Asimismo, en algunos casos abuela es sinónimo de vejez en términos negativos, de modo que prefieren que no se les nombre como tal. Parece que las conductas de consentir a los nietos, tejerles ropa y consentir son conductas reservadas para las abuelas, situación que ellas no realizan.
“Yo sé que soy su abuela por sangre, pero yo le digo a P. que me diga solo mi nombre, porque si me dice abuela me siento vieja, como si ya no sirviera”
“!Viejos los cerros!, eso de ser abuela, tejer y consentir a los nietos, estar sentada a ver a qué hora la vienen a visitar a una no es lo mío”
c) Imposición de ser madre
Aunque se reconoce un gran cariño hacia los nietos-hijos, se aprecia enojo hacia las instancias familiares o legales que les asignaron la tarea de cuidar a los nietos cuando ellas ya no lo consideraban en sus planes. Inclusive, expresan rechazo inicial o poca voluntad de hacerse cargo de dicha labor. No obstante, parece conciben como antinatural el hecho de rehusarse a cuidar a los nietos. Tanto asi, que consideran que de no hacerse cargo, nadie más lo haría o se destinaría a los niños a una casa hogar, sintiéndose copartícipes y culpables de esa situación.
“Pues a mí de dijeron la autoridad que me tenía que hacer cargo de los niños porque sino, irían a una casa hogar…cuando oí eso, mi corazón se partió en dos pues sabía que si yo no aceptaba los condenaría a una vida muy difícil con eso de mandarlos a un lugar donde no hay nadie de su sangre y se sufre mucho. Supongo que no me quedó de otra, me sacrifiqué yo por ellos y yo creo que a veces por eso me siento triste.”
“No quedó de otra, si hubiera dicho que no, los niños estaría condenados a vivir con otros que no los cuidarían con tanto cariño. No podría vivir con esa culpa.”
d) Duelos
En diferentes momentos, las informantes plantearon el dolor que sentían por el abandono de los nietos por parte de sus hijas, asi como el abandono de sus hijas de la compañía materna. Asimismo, en diversos momentos se aprecia el duelo en función de proyectos personales.
“Mira, yo solo visitaba a mis primas, vivía de la pensión de mi esposo que en paz descanse y esperaba a que en algún momento mis hijos me llamaran o nos viéramos en alguna fiestecilla, o simplemente yo los visitaba por el puro gusto de verlos, me iba a mis clases de tejido, hacía el quehacer en mi casa rapidito o tomaba café con mis amigas y me iba a mi negocito. Todo eso se acabó y todo cambió, no me alcanza el dinero, pero sobre todo, es muy difícil hacerse a la idea de los cambios pues aunque una ya es vieja y se acostumbra a cambiar, llega un momento en el que uno piensa qué habrá hecho mal para que sus hijos abandonen a sus hijos.”
“Me duelen mis nietos, pero a veces me duele pensar en qué habrá visto mi hija o mis nietos qué a veces pensarán porqué los dejó su mamá. Si un día me preguntan no creo poderles contestar pues creo que eso solo corresponde que ella se los diga, además yo tampoco sé las razones y eso me puede, me duele....no sé ”
“Con gusto puedo presumir que a mis 68 años tengo novio y aunque quise mucho a mi esposo, pensé que podía dedicarle el tiempo a mi relación como no lo hice de joven porque con hijos bebés y una casa ya no se podía…pensé que ahora era cuando iba poderlo hacer, pero al estar a cargo de estos niños, me siento mal si salgo a noviar pues siento que no les dedico atención, pero también me pongo a llorar como chamaca por no poder verlo a él tan seguido.”
e) Relación con los nietos y dificultades de crianza
Las abuelas plantearon relaciones cordiales y constructivas con los nietos en general, mas estas parecieran estar relacionadas por los momentos en que estos presentan alguna dificultad conductual o escolar. Las participantes describieron los problemas que los llevaron a buscar apoyo psicológico de índole familiar porque no sabían cómo apoyar a los nietos en el momento que las instancias escolares reportaron bajo aprovechamiento escolar o no sabían como hacer para que los niños obedecieran y entendieran lo que ellas intentan trasmitir en cuanto a crianza se refiere.
En diversos momentos, se aprecia la comparación que hacen las abuelas de la crianza efectuada con sus hijos en relación con los nietos, notándose la diferencia intergeneracional de conductas, actitudes y hasta el autocuestionamiento de si hay algo que ellas pueden cambiar o construirse de otra manera.
“Mi niña es noble y cariñosa, la quiero mucho y no sé que haría sin ella, solo que a veces cuando le digo que me pase un trapo o algo así, me alza los hombros en señal de altanería y se va…. Me da un coraje tremendo y me desespero, la regaño y menos me funciona….antes no era así, si te atrevías siquiera a hacer un gesto de que no te gustaba la orden de un adulto, mucho menos de tu mamá, te rompían la boca y nunca lo volvías a hacer….con mis hijos pasé pocas veces por un castigo así y con eso aprendieron. Yo sé que eso ya no se usa y trato de darme a entender pero no sé, me desespero y siento que no puedo con esto, es más fuerte que yo y no sé cómo educar a estos niños de ahora, te preguntan todo, no se quedan conformes, brincan, retan y no sé cómo hacerle.
“A veces pienso que soy yo la que debería cambiar mi forma de tratarlos pero no sé, no quiero cometer los mismos errores que con mis hijos.”
“Pues fíjese que venimos aquí porque ya no sé qué hacer para que esta niña entienda que quiero educarla, le hablo, la abrazo, le platico, la intento convencer y no sé, ya no sé si yo hago algo mal o ella es quien no me quiere entender.”
Discusión y conclusiones
Las categorías planteadas aquí pueden ser aún más finas en su análisis, no obstante intentan dar cuenta genérica de la forma en la que las participantes viven esta experiencia. Con este trabajo se espera invitar a los psicólogos de familia y psicólogos clínicos que pudieran llegar a colaborar con adultas mayores y/o abuelas, estar al tanto de algunos aspectos que pudieran trabajarse en términos narrativos en un contexto clínico, tal como lo apunta Morgan (2012).
En función de los resultados planteados, hay varios aspectos por reflexionar, por ejemplo, el hecho de que estas abuelas se consideran madres en términos de las funciones que realizan. Asimismo, es importante considerar que en la actualidad hay abuelas que no necesariamente son adultas mayores. En este sentido, habría de servir este trabajo como una invitación a investigar más en torno a la construcción de la vejez de modo subjetivo y no solo como un atributo legal por el hecho de cumplir 60 años, asi como pensar el rol de abuelo no solo por el parentesco o consanguinidad, sino la forma en la que las personas se constituyen alrededor de dicho término.
Bertrando y Toffaneti (2000) afirman que si no se tiene cuidado, un terapeuta narrativo se puede encontrar rápidamente inmerso en una serie de prescripciones paradojales si se retoma la idea de posmodernidad como un imperativo categórico. Por ejemplo, en casos de problemas ligados al género, violencia o maltrato se parte de la premisa de que todas las historias son “tan válidas y verdaderas como todas las demás”, y por ende sujetas a su vez al relativismo. En este sentido, es necesario que el terapeuta encuentre un enfoque que le proporcione diversos puntos de referencia.
Otro aspecto que es susceptible de repensarse y que puede generar sesgos en el trabajo con los abuelos y los ancianos es el término de ciclo vital en fase de nido vacío o reencuentro de la pareja (Espinosa, 1993). Puede pensarse que es un aspecto normativo, aunque solo sea un punto de referencia que permite que los especialistas comuniquemos aspectos básicos y descriptivos de una familia. Además, en México el nido vacío no se presenta necesariamente, tal como los casos presentados y como las tendencias que implican estrategias de sobrevivencia económica de las familias al vivir todos juntos y aminorar costos de la vida en general o tener más redes de apoyo. Inclusive, esto podría ir más allá en términos de suponer sesgos del terapeuta si perpetúa el prejuicio y reduccionismo en torno a la conformación de la familia solo como una entidad para reproducirse y ser madre o padre, planteando que sin los hijos ya no se tenga nada o no haya otra cosa que hacer con los pacientes abuelos y/o ancianos mas que entretenerlos, cerrando las posibilidades de crecimiento personal y recursos a partir del cambio .
En los casos planteados pareciera haber una tendencia a dedicarse a cuidar a los nietos o quehaceres domésticos de la familia nuclear o extensa, por voluntad y porimposición, sin tener descanso o como si fuese obligación implícita, abonándose un posible blanco de explotación laboral no remunerada ni reconocida por parte de la misma familia, asi como la ausencia de derechos reconocidos legalmente. En este sentido, sería importante revisar la forma en la que participan los ancianos a la economía familiar directa o de modo instrumental como lo plantean Cárdenas y Vera-Tudela (2011).
Respecto la opinión de estas mujeres, se ven como madres que continúan en dicho rol y pareciera que va implícita la narrativa dominante de ser abuela como sinónimo de ser vieja y en consecuencia un término despectivo o doloroso por parte de ellas mismas (Castellano y De Miguel, 2010; Parales y Ruiz, 2002). En ese sentido, sería importante replantearse como clínicos la cultura implícita y explícita de la abuelidad y de la vejez, con los respectivos estereotipos dominantes. Del mismo modo, se encuentra la narrativa de ser abuela consentidora en contraste con ser una abuela-madre que educa, labor por demás compleja y no puede tomarse con simpleza.
En teoría, el dictamen de que las abuelas se hagan cargo de los nietos, sopesa no solo el hecho de que sean parientes disponibles y cercanos, sino de que estén aptos física y psicológicamente para hacerse cargo de los nietos. De otra manera, se pondría en riesgo la salud física y mental de todos. En los casos revisados se apreció cierta sobrecarga y complicaciones económicas en las que sería importante hubiese instancias de apoyo para evitar problemas derivados en todos los miembros de la familia. Lo anterior puede corroborarse con el reporte realizado por Robledo (2004), en donde en un análisis de satisfacción vital, encontró que las preocupaciones de los ancianos respecto a asuntos familiares afecta este aspecto, que podría estar relacionado con aspectos de salud mental como depresión, entre otros trastornos.
Asimismo, habría de ser un posible aspecto importante de trabajo y seguimiento, la coexistencia que pareciera haber entre la imposición-resignación de hacerse cargo de los nietos y los duelos planteados. Respecto a las dificultades que implican la crianza de los nietos es básico acotar que esto trasciende las diferencias intergeneracionales pues las abuelas-madres también buscan tener un rol activo y autoexaminatorio de su función. Con esto se contradicen los estudios o referencias que afirman que los adultos mayores son inflexibles a los puntos de vista como lo planteado por Marín (2003).
Finalmente, es importante recordar que no todo el trabajo que el clínico de familiar puede hacer en torno a casos parecidos radica en definir si los roles son de abuela o de madre, sino predominar una escucha flexible y abierta que permita la posibilidad ver en estas mujeres seres con experiencias, cuestionamientos, decisiones, preguntas, creencias, emociones, complejidades y alternativas por construir. Como punto que pudiera enriquecer este trabajo, es importante acotar que hubiese sido enriquecedor agregar a este trabajo la visión de los nietos en torno a sus abuelas-madres, puesto que dicho rol se construye también a partir de la visión de otros, quienes también tienen voz y forman parte importante de este vínculo.
Referencias
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