Síndrome de la "abuela esclava"
Desde el consultorio
Sara Iajnuk
En el XII Congreso Argentino de Gerontología y Geriatría organizado por la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría en Buenos Aires entre el 5 y el 8 de junio del 2010, presentamos una Mesa dedicada a este tema desde la visión de diferentes especialistas, considerado como la "Pandemia del Siglo XXI"
Abuelas hubo siempre, ocupadas en el cuidado de los nietos también, pero para que actualmente se considere una enfermedad grave, evidencia factores de riesgo de tal magnitud que la OMS lo considera como "Malos tratos a la Mujer"
El término "abuela esclava" no conforma a muchos, sin embargo en mi trayectoria asistencial tuve numerosos casos de mujeres mayores sometidas a presiones físicas y emocionales en el seno familiar que las rodeaba, sin que hubiera intencionalidad de dañarlas, sino escasos conocimientos de la contención que ellas necesitaban.
La cultura también hace lo suyo. Hasta el siglo pasado el rol de mujer mayor, abuela y ama de casa no dejaba otra opción que la atención de los nietos.
En sociedades industriales y competitivas, el mercado laboral abrió sus puertas a las mujeres jóvenes y éstas se vieron obligadas por razones económicas a depositar en las abuelas la atención de sus hijos
.El "Sindrome de la abuela esclava" es una enfermedad frecuente, más de lo que se cree y no siempre diagnosticada.
Se presenta en mujeres adultas en la plenitud de la vida, fuertes sanas, amas de casa, que se hicieron abuelas entre los 50 a 60 años, disfrutan voluntariamente del cuidado de los nietos.
Son extremadamente responsables, prolijas, ordenadas y han recibido una educación que les permitió desarrollarse como madre y esposa abnegadas.
Con el tiempo, aumentan las cargas, viven sus padres, ya muy mayores y por lo menos uno, demanda una atención constante.
En muchos casos otros familiares, hermanos, tíos la requieren a menudo por su buena disposición.
Los nietos crecen, la responsabilidad aumenta, los hijos se separan, ingresando nuevos miembros a la familia, yernos o nueras, incrementando el número de personas que reciben la hospitalidad de la abuela.
La capacidad física y mental se resiente.
La voluntad no es suficiente, se agota pero no renuncia.
Comienza a sentir malestares indefinidos, dolores, mareos, pocas ganas de vivir. Atribuye sus ataques a la edad, se siente frustrada y se autoculpa.
Se deprime al pensar que ya no sirve, que será una carga para su familia y que mejor sería morirse. Pueden llegar al suicidio si el diagnóstico no se hace a tiempo.
Motivo de consulta:
- Malestar general indefinido (me duele todo)
- Hipertensión arterial (inestable)
- Descontrol metabólico (diabetes, dislipemias)
- Molestias paroxísticas (taquicardia)
- Caídas fortuitas frecuentes (sin motivo aparente)
- Tristeza, falta de motivación (ganas de llorar)
Anamnesis
Siempre se debe interrogar a la paciente acerca del entorno familiar y social, Con quién vive?,indagar si las relaciones son afectivas o conflictivas, sabiendo que al principio ocultan la verdad por vergüenza o temor.
Preguntar si están satisfechos con la vida que llevan y un dato que considero fundamental, saber si es económicamente independiente o no.
Diagnóstico
Pensar en el "Sindrome de la abuela esclava" cuando:
- la paciente tiene nietos a su cargo, muchas horas al día y varias veces por semana.
- -Cuando responde al tratamiento en forma inestable, o no cumple correctamente con el tratamiento porque considera que tiene otras prioridades-
- Cuando se niega a la internación hospitalaria, porque cree que es irremplazable en las tareas del hogar.
Tratamiento
Consiste en el control y seguimiento de las patologías
Derivación oportuna a especialistas (cardiología,psicología etc.)
El médico de cabecera debe concientizar al grupo familiar no solo del problema sino de las consecuencias y contar con uno por lo menos de referencia como interlocutor válido.
Cuando es posible requerir de los servicios sociales ayuda para aliviar la carga con recursos humanos y / o económicos.
Conclusiones
El rol de la familia en la curación o liberación definitiva de la sobrecarga es fundamental y prioritario.
Cuando se pueden cancelar o aliviar responsabilidades excesivas de trabajo, sin por ello mermar la autoestima de la abuela, se logra un equilibrio entre su fortaleza física y emocional.
Bibliografía
Dr.Antonio GuijarroMorales El sindrome de la abuela esclava..Grupo editorial universitario de Granada .2001
Lic.Sacramento Pinazo Hernandis,.Significado social del rol de abuelo. Revista multidisciplinar de Gerontología 1999
Mirada desde la Educación para el Envejecimiento.
Virginia Viguera
virginiaviguera@gmail.comEste enfoque, lo hacemos desde los Programas de Educación Permanente, que resultan una herramienta más que eficaz de promoción de salud.
Nos apoyamos en dos principios educativos básicos :
- el auto cuidado y
- la preservación de la autonomía
- y con una muy buena aceptación trabajamos desde la mirada de la Resiliencia, que nos permite reforzar las potencialidades que tienen los adultos mayores para seguir con su desarrollo personal y optar por los cambios en pos de una mejor calidad de vida.
¿ qué es el auto-cuidado y que importancia tiene en el envejecimiento?
El auto-cuidado, como concepto, fue incorporado en la Asamblea Mundial de Viena sobre el envejecimiento de 1982 y forma parte de la Educación para la salud que promueve la OMS.
Es una actitud que se logra a partir de una adecuada información y lleva implícito un buen posicionamiento del proceso por el que se está transitando.
De que hablamos cuando nos referimos a la autonomía?
Facultad de poder convivir con uno mismo y adquirir la capacidad de elección: esto es, autonomía como proyecto de vida.
Que es ser Abuelo?
Lo que tratamos de deslindar primero es que la abuelidad es un rol y por tanto rol es el que cumplen los abuelos. Estamos diciendo entonces que llamar abuelo a cualquier persona porque sea mayor de 60 años es un error y deviene en un prejuicio.
Es además un rol que tiene el sello de lo individual. Factores sociales, psicológicos, regionales, familiares, de historia personal entre otros delimitan este rol.
El grupo de Adultos Mayores a los que les toca acceder a la abuelidad, es un grupo muy heterogéneo que hace que las relaciones abuelos-nietos también lo sean. Hay factores que pueden hacer variar este rol.
- *Lugar de vivienda,
- *capacidad afectiva,
- *necesidad de interactuar con el grupo familiar,
- * tipo de relación con los hijos,
- *historia personal y familiar,
- *situación económica, social y cultural, son algunos factores que condicionan la calidad de la abuelidad.
Ser abuelos es además un vínculo, se es abuelo por la existencia del nieto, y a la vez deviene con la mayor esperanza de vida una parte de la historia personal a vivir por el Mayor.
La relación abuelos-nietos es mejor que la de Padres-hijos, por la enorme responsabilidad que implica la educación de los hijos en la cual los abuelos colaboran pero con mayor laxitud.
Los nietos de ayer son los abuelos de hoy.
abuelos en pareja o solos, viven en su propia casa, a veces con algún acompañamiento de horas, de jornadas completas o no.
los "abuelos itinerantes", son aquellos que ya sin vivienda propia, pasan un lapso en una casa y otro en otra. Es una situación muy desgastante para ellos, son como paquetes, no pueden afincarse en ningún proyecto social ni educativo, ni barrial.
los "abuelos acogedores".
Las "abuelas esclavas"
Recordemos lo que dice Graciela Zarebski en su libro Padre de mis hijos, padre de mis padres?
"es que llegar a ser abuelo hoy en día implica, en mayor medida que en épocas anteriores, sólo una de las facetas posibles en la identidad del ser mayor.
Se puede ser muchas cosas, además de abuelo".
Abuela Esclava
En el Siglo XXI, y al presentarse muchos problemas de estrés en los mayores, y en especial en las mujeres mayores, la OMS, incorpora este nuevo sindrome.
Los que trabajamos con mayores veíamos aparecer síntomas cada vez mas marcados de estrés . Lo vemos a través de la educación en el tema del auto-cuidado y en especial en el de la autonomía.
Sobrecarga de obligaciones.
Al principio timidamente opinan "que una se pone contenta cuando los nietos vienen y cuando se van",
Cuando no pueden expresar su malestar frente a una sobrecarga porque es tildada de egoísta, de desalmada, de no querer brindar ayuda a su familia, etc. Esto se liga con la culpa y finalmente son sus cuerpos los que denuncian el problema.
Concluyendo
Así desde la educación , pueden acceder a una información y a un compartir sentimientos que dejan de pesar tanto no se convierten entonces en síntomas.
Algunas Referencias Bibliográficas.
GuijarroMorales A. El sindrome de la abuela esclava..Grupo editorial universitario de Granada .2001
Guijarro Morales A: El Sindrome de la Abuela Esclava. Internet. Reproducido por www.angaunoticias.com.ar y tomado del Blog del Dr Gutavo Bonzón sobre Periodismo Médico. Enero de 2008.
Lic.Pinazo Hernandis,S. .Significado social del rol de abuelo. Revista multidisciplinar de Gerontología 1999
Redler, Paulina (1986). Abuelidad. Mas allá de la paternidad, Buenos Aires: Legasa
Zarebski Graciela: Padre de mis hijos, Padre de mis Padres? Paidós. 2007.
Mayor libertad en el envejecer: las abuelas se liberan de sus ataduras
Graciela Zarebski
zarebski.graciela@maimonides.eduRelativizar el concepto
El ¨ Síndrome de la abuela esclava ¨ se difundió a partir de los trabajos del Dr. Antonio Guijarro Morales de la Universidad de Granada (España), a partir de la publicación de su libro (Guijarro Morales, A. 2001).
No discuto que existen casos que vemos en la clínica y en los ámbitos comunitarios, que responden a la sintomatología que el síndrome abarca, pero considero muy osado, exagerado y por lo tanto, poco científico calificarlo como la ¨ Pandemia del Siglo XXI ¨.
Aún cuando acordemos en que ponerle un nombre permite visualizar un fenómeno que pasaba desapercibido hasta ahora, considero que ni es pandemia ( epidemia grave que se extiende por varios países) ni es propia del Siglo XXI: no se trata de un síndrome generalizado ni en crecimiento. Por el contrario, todo indica que estaría en retroceso.
Nuestra perspectiva puede ser optimista debido a que, ya instalados en el Siglo XXI, podemos comprobar que las condiciones de la abuelidad están cambiando notablemente y no se pueden homologar a las del siglo pasado, al menos en los aspectos socio-culturales.
Se trata de un fenómeno complejo, como todo lo concerniente al envejecimiento, en el que inciden diversos factores. En primer lugar, han cambiado las expectativas sociales con respecto al comportamiento adecuado a cada edad. Las sociedades contemporáneas son más abiertas al reconocimiento de nuevas identidades y estilos para todas las edades. Los moldes se han quebrado. Así como no hay edad para casarse ni para separarse, no hay una edad de comienzo de la vejez. En este contexto de cambio, está más claro que no importa tanto la edad, hablamos de un curso de la vida fluido, no se trata de etapas con tareas predeterminadas, cada uno las atraviesa a su modo y a su tiempo. Los límites por edades son más difusos, menos rígidos.
En esta época de transiciones somos testigos de la aparición de nuevos viejos (Knopoff, Zarebski, 2000). Se trata de adultos que conservan su espíritu lúdico, no son sólo jóvenes de espíritu, sino que, más aun, rescatan su niño interno. No ejercen tan sólo como abuelos, sino que viajan, estudian, trabajan, se sienten vivos, disfrutan, son partícipes y constructores activos de su entorno, demostrando así que la adultez mayor puede ser un período fértil para seguir creciendo y proyectándose.
En segundo lugar, la emancipación de la mujer en lo laboral y en la sexualidad es un factor fundamental que incide en esta tendencia. Hasta la generación de nuestras madres, cuando la mujer acababa de cuidar a sus hijos comenzaba a cuidar a sus padres, tíos, abuelos y nietos, cuando no simultáneamente a todos ellos. Los cambios actuales en los roles de las mujeres, por diversos factores socio-histórico-culturales, posibilitan que la mujer ya no se conciba sólo como madre y abuela y esto dinamiza múltiples sentidos en su vida. Una vez que se cumple el rol parental con la emancipación de los hijos, se abre un período de tiempo muy largo de vida que le permite proseguir múltiples y variados intereses.
Como se ve, la tendencia no es hacia una pandemia de abuelas esclavas sino, por el contrario, a una abuelidad más libre. Las mayores libertades de las que gozamos hoy en día posibilitan una creación personal más diversificada del propio trayecto vital. Lo sintetizaría así: vivimos más años y con mayor libertad. Son dos ganancias que adquirió el desarrollo humano en las últimas décadas.
Lo cual no se traduce necesariamente, en lo inmediato, en mayor felicidad. Cambios y libertades implican desafíos: poder elegir, poder decidir, por momentos transgredir moldes y desembarazarse de disfraces impuestos. Permitirse jugar con cambios de máscaras que, adheridas, amordazaban la interioridad.
En la actualidad se pone en evidencia que nuestra vida está más abierta a la incertidumbre, a la cual hay que poder tolerarla. La vejez ya no es un punto de anclaje: dudas y temores acompañan horizontes nuevos que se siguen abriendo.
Esto es lo productivo que tiene el envejecer: se abren vacíos que invitan a replantearse el sentido de la propia vida y constituyen un desafío a llenarlos creativamente.
Se trata de la posibilidad - y de la mayor libertad de que gozamos hoy en día - para construir un Yo complejo - diversificado, multifacético para lo cual el sometimiento a un rol impuesto - o aún autoimpuesto no condice como perspectiva para el envejecimiento femenino en el siglo XXI.
Vínculos familiares de poder: de Amos y Esclavos
La complejidad de la subjetivación femenina plantea otro desafío a la mujer actual, abierta a este despliegue de diversidades: la conciliación de la vida familiar, personal y laboral a lo largo del curso de su vida. En ocasiones, las complicaciones que plantea el logro de esta conciliación genera la sobrecarga en la abuela. Pero para que esto suceda tienen que cumplirse determinadas condiciones familiares, no cualquier familia puede generar abuelas esclavas. Denota una familia disfuncional, en la cual no están preservadas las autonomías de sus miembros, se encuentra reducido el espacio de crecimiento personal e interpersonal de intercambio y cuentan con un orden estático e inamovible, en el cual cierta cuestión de poder circula y se instala alternadamente en alguno de sus miembros, con el correr de las generaciones. (Zarebski, G. 2008).
Estas familias son generadoras de distintas modalidades de abuelidad patológica (Zarebski, G. 1999), una de las cuales puede ser ésta, la abuelidad esclava. Se la suele ubicar a la abuela, desde esta perspectiva, en el lugar de víctima de un abuso. Sería una forma en viejos de la ¨ sobrecarga del cuidador ¨.
Hay distintos modos en que se "usa" a la abuela, pero básicamente se trata de obturarle ese vacío en su vida, desde el deseo del otro. Pareciera que su único proyecto debiera ser taparles los agujeros a los otros. Que su vida estuviera al servicio de sostener la vida de los demás, cuidar los nietos, atender la casa, en un ritmo de vida cada vez más complicado para sus hijos.
Pero para llegar a esta situación en la cual no se la considera ni se la tiene en cuenta, algo debió fallar en ella que - quizás en una entrega desmedida - no pudo poner límite a esta relación de abuso. Hay distintas amenazas que condicionan a estas abuelas y les impiden liberarse de este yugo y suelen ser amenazas desde el afecto. La pérdida del amor de hijos y nietos, quedar sola, es uno de los obstáculos más potentes que le impiden romper sus cadenas. La interrupción drástica, brutal, del contacto gratificante con los nietos, para este tipo de abuela, es peor que morir.
Serlo sin padecerlo. Esclavas ¨ por elección ¨
Si bien, como decíamos, las distintas formas de abuelidad patológica, incluida la abuelidad esclava, se asientan en características personales y vínculos familiares disfuncionales, tenemos también en cuenta condiciones del contexto socio-económico que favorecen este desenlace. Los problemas laborales y de manutención económica familiar, por parte de los padres, la ausencia de alguno de ellos o de ambos, son graves y frecuentes generadores de esta condición y exceden el análisis psicogerontológico. Para centrarnos en este enfoque debemos hacer referencia a una modalidad de abuelidad esclava que arroja luz sobre las condiciones emocionales que debe poseer quien se ubica en este lugar, y es cuando se lo asume por decisión propia, algo así como ¨por elección¨.
No toda abuela que adopta como sentido único de su vida el cuidado de sus nietos, se siente así, se reconoce como esclava ¿Por qué alguien puede ubicarse conciente o inconcientemente, en un lugar de esclava? En algunas mujeres es su elección y ¨lo disfrutan¨, lo cual no significa que no estén en riesgo. Es una manifestación más de los factores de riesgo psíquico de envejecimiento patológico. Una mujer que elije, como realización del sentido de su vida, el apoyo en un bastón único, como es en este caso la misión de cuidar a otro, está intentando sostener, inconcientemente, un lugar de ¨ yo ideal ¨, el lugar que la completa ilusoriamente con la condición de tener el otro a su cuidado, lo cual la ubica en riesgo de derrumbe cuando el otro no esté. Y eso es lo que sucederá necesariamente cuando su nieto crezca, se independice y deje de estar ahí para llenar sus espacios, sus vacíos.
Cuando hay una abuelidad normal, el abuelo juega e intercambia con los nietos, en un goce compartido intergeneracional. El nieto despierta en el abuelo su niño dormido y éste le otorga un tiempo que los padres no tienen para darle.
Pero el niño crece, sigue su camino. En el caso de abuelas esclavas, ellas suelen quedar amarradas, nostálgicamente adheridas a la infancia de sus nietos (de sus hijos, de sí mismas), lo que indica que no pudieron acompañar su crecimiento. Se puede decir que son artífices del olvido que terminan padeciendo: se olvidaron de vivir, de seguir creciendo con ellos.
Bajo la aparente abnegación y total entrega, se esconde una modalidad de goce narcisista. Hay un vínculo simbiótico, narcisista, de indiferenciación, de vivir a través de la vida y la realización del otro, incluso de posesividad. Y esto nunca termina bien. O bien genera tiranía, o culpabiliza por la falta de reconocimiento, por la falta de gratitud o de correspondencia - poniendo así en evidencia la conflictiva familiar subyacente - o bien genera las múltiples manifestaciones somáticas y emocionales en la propia abuela, que dan lugar a este síndrome.
Sobreadaptación
Este síndrome se asienta en una característica psicopatológica muy estudiada actualmente en los estudios de psicosomática: la sobreadaptación.
Se trata de mujeres tan entregadas que no son capaces de reivindicar algo para sí mismas. Impedidas de quejarse o de pedir ayuda, llegan a ocultar sensaciones de agotamiento,. Los hijos creen que su madre sigue teniendo la misma fortaleza de siempre y la abuela no quiere decepcionar a sus hijos, "que tanto la necesitan".
Respecto a las características psíquicas que las hace vulnerables, según Roberto Sivak: ¨ En diversos trabajos psicoanalíticos se han mencionado indicadores de déficit de procesamiento psíquico: sobreadaptación (Liberman) caracterizada por la autoexigencia y el no reconocimiento de señales de cansancio, vida operatoria (Marty) que se caracteriza por pensamiento concreto, escasa vida fantasmática y dificultad para procesar psíquicamente grados altos de tensión, alexitimia entendida como la dificultad para diferenciar sensaciones corporales de emociones y para verbalizarlas (Sifneos; Taylor; Sivak y Wiater ). ¨ (Sivak, R. 2000)
La persona sobreadaptada se adapta en forma pasiva, acrítica a la realidad y, como consecuencia de esta sobreadaptación ambiental, se postergan a sí mismas y dejan de escuchar las señales provenientes de su mundo emocional y de su cuerpo. El déficit en el procesamiento simbólico de sensaciones y sentimientos, da lugar a la expresión a través del cuerpo, borrada la interioridad psíquica. (Zukerfeld, R. Zonis Zukerfeld, R. 1999). Es así como la abuela esclava se hace vulnerable a expresar a través de alteraciones fisiológicas, caídas a repetición (Zarebski, G. 1994, 1999) o con susceptibilidad a las enfermedades infecciosas, autoinmunes y neoplásicas, una conflictiva psíquica que no está en condiciones de elaborar y de expresar de modo más saludable.
Intervenciones preventivas y terapéuticas
Conocer las condiciones personales y familiares que condicionan este síndrome más allá de las sociales y económicas que requieren un abordaje específico nos permitirá intervenir preventivamente, si contamos con la posibilidad de generar intervenciones de promoción de salud en pos de un envejecimiento saludable, a través de las cuales podamos detectar a tiempo las personas en riesgo.
Las intervenciones interdisciplinarias en prevención y asistencia, conjuntamente con el área social y el área biológica, deberán incluir, siguiendo a Sivak (2000):
- Psicoterapias (psicoanalítica tradicional, de apoyo, de afrontamiento del estrés).
- Trabajo social (evaluación y reconstrucción de las redes de apoyo).
- Abordaje familiar (evaluación y eventual tratamient o de dinámicas patógenas familiares).
- Abordaje grupal (psicoterapéutico o de autoayuda) tendiente a modificar el modo de afrontamiento.
- Psicofármacos (ansiolíticos, antidepresivos, neurolépticos).
El trabajo psicoanalítico permite al paciente poder "defenderse" mejor utilizando estructuras cognitivas más adecuadas. Esto implica el logro de recursos defensivos más plásticos, maduros y realistas Hay pacientes que disminuyen mucho la tensión y el nivel de estrés cuando visualizan claramente qué es lo peor que les puede ocurrir en un sentido realista. Los psicofármacos permiten tolerar y disminuir el monto de ansiedad, reducir la vivencia de pánico y de inminente destrucción, aumentar la tolerancia a la frustración, posibilitando recrear estrategias de afrontamiento en el marco de los abordajes psico-socio terapéuticos adecuados a cada caso ¨
¨ Fomentar el desarrollo personal de las participantes, enseñándoles habilidades para la resolución de conflictos y situaciones de sobrecarga., abordando el problema de los roles y estereotipos de género, facilitando medidas de conciliación que permitan la asistencia a las beneficiarias, prevenir el aislamiento social porque "tener pocas relaciones favorece que se puedan producir malos tratos". Sivak, R.(2000):
Bibliografía
Arbiser S. (2000) Sobreadaptación e incidencia somática. Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXII - Nº 1. Bs. As.
Guijarro Morales, A. (2001) El Síndrome de la Abuela Esclava. Pandemia del Siglo XXI. Grupo Editorial Universitario. Granada.
Knopoff, R. Zarebski, G. (comp.) (2000) Viejos Nuevos - Nuevos Viejos. Acceso gratuito: www.maimonides.edu/gerontologia
Libros recomendados.
Sivak R. (2000) Clínica de la vulnerabilidad. Rev. Ansiedad y Depresión. Máscaras de la Vulnerabilidad. Recuperado en: http://www.gador.com.ar/iyd/vulner/sivak.htm
Zarebski, G. (1994) La Vejez ¿Es una Caída? Acceso libre en: www.maimonides.edu/gerontología
Zarebski, G. (1999). Hacia un Buen Envejecer, Emecé Planeta, Re-edic. Univ. Maimónides, 2005. Buenos Aires
Zarebski, G. (2005) El Curso de la Vida: Diseño para Armar.Ed.Univ.Maimónides. Bs.As.
Zarebski, G. (2008) Padres de mis Hijos ¿Padres de mis Padres? Paidós. Buenos Aires
Zarebski, G. (2009) ¨ Vulnerabilidad y Resiliencia en el Envejecer ¨, en: Neurociências na Melhor Idade, Leite Ribeiro do Valle, L., Zarebski G., Ribeiro do Valle, E. (comp), Novo Conceito Editora. S. Pablo
Zukerfeld, R. Zonis Zukerfeld, R. (1999) Psicoanálisis, Vulnerabilidad somática y Tercera tópica. Lugar. Buenos Aires