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Número 22 - Julio 2008

La sexualidad en las personas mayores: una perspectiva de género

Zoila Edith Hernández Zamora
zhernandez@uv.mx

Resumen

El objetivo del estudio fue conocer las principales diferencias de una muestra de hombres y mujeres mayores en cuanto a actitudes, conocimientos y prácticas de la sexualidad. Se realizó un estudio transversal a partir de un cuestionario que se aplico a 107 personas de 60 años y más, todos ellos miembros de una estancia diurna para adultos mayores. Se encontró que, de manera estadísticamente significativa, las mujeres estaban en contra de que las personas mayores ejerzan su sexualidad, tienen menor satisfacción física en sus relaciones sexuales, mayor agotamiento físico después de tenerlas, menor frecuencia de actividad sexual y nivel más bajo de conocimientos básicos sobre sexualidad, todo ello en comparación con los hombres. Se recomienda un programa de formación e información sexual para ambos sexos.

Palabras clave: género. sexualidad, personas mayores, desigualdad, conocimientos sobre sexualidad.

Abstract

The objective of this study was to know the main differences of a men and women sample regarding their attitudes, knowledge and paractices of their sexuality. We realized a transversal study through a questionnaire that was applied to 107 persons of 60 years old and more, all of them members of a diurnal home. We found that, in a statistically significant manner, women were against that the aged had sexual activity, women have less physical satisfaction during the intercourse, higher physical fatigue after the intercourse, less frequency in their sexual activity and a lower level of basic knowledge on sexuality, all that compared to men. We recommend a program of formation and sexual information for both sexes.

Key words: gender, sexuality, aged people, unequality, knowldege on sexuality.

 

Introducción

Hasta hace poco tiempo se consideraba de poca importancia el estudio de la sexualidad basado en los roles de género por la naturaleza de las representaciones sociales tanto de las tareas que realizan las mujeres en los espacios domésticos, como por la actuación de los varones en el espacio público, caracterizada por mayores cuotas de independencia y responsabilidad (Sarduy y Alfonso, 2001; Sojo, Sierra y López, 2002). Sin embargo, considerar la actuación de los roles de género posibilita visualizar el impacto de los mismos en la sexualidad de mujeres y hombres mayores. (Sarduy y Alfonso, 2001; OPS, 2003). Situación que podría ya no reflejarse en este siglo XXI, puesto que las generaciones de jóvenes, tanto hombres como mujeres, están igualando cada vez más sus comportamientos sexuales.

En la literatura reciente, el término "género" se utiliza para señalar las características socialmente construidas que contribuyen a la definición de lo masculino y lo femenino. Así, "género" podría entenderse como la red de rasgos de personalidad, actitudes, sentimientos, valores, conductas y actividades que, a través de un proceso de construcción social, diferencia a los hombres de las mujeres. (Hernández y González, 1999).

Un análisis de género identifica, analiza y ayuda a actuar sobre las desigualdades que surgen de los diferentes roles de hombres y mujeres o de las desiguales relaciones de poder entre ellos y ellas, así como las consecuencias de estas desigualdades en su calidad de vida. (Bosch y Ferrer, 2001, Huerta, 1999)

Bajo este análisis, por distinto que sea el enfoque, debe aparecer continuamente que la existencia humana se articula bajo dos formas: la femenina y la masculina (Muraro y Boff, 2004).

Si bien el concepto de género comprende cuestiones que van más allá de lo femenino/masculino y del sexo biológico, tomados en sí mismos. Hablar de género es hablar a partir de un modo particular de ser en el mundo

Diferencias de género

En México la población mayor de 60 años, de acuerdo al Censo de Población y vivienda 2005 era de 8,338,835, lo que significa 8.1% de la población total (INEGI, 2006). De esta población mayor de 60 años 3,902,574 (46.8%) eran hombres y 4,436,260 mujeres (53.2%).

Como se observa en estas cifras, las mujeres tienen una mayor esperanza de vida que los hombres, si bien con más desventajas en relación a su estado general de salud, aún excluyendo los problemas reproductivos. Parece que la explicación a esto se encuentra en las diferencias de género. (Sojo, Sierra y López, 2002, Borges y Gómez, 1998).

Resulta necesario también hablar de la diferencia de géneros en cuanto a la sexualidad de los adultos mayores, y al doble criterio moral sexual (normas de conducta sexual diferentes para hombres y mujeres, que tradicionalmente conceden mucha más libertad sexual a los primeros), pues la sociedad se ha encargado de caracterizar a la mujer mayor como si no tuviera derecho a tener una relación sexual/afectiva o sentir satisfacción sexual, sin pensar que, en el ciclo vital de toda mujer, la sexualidad es un aspecto importante. Esta forma de pensar se debe a patrones socioculturales y de educación, conforme a los cuales se considera que después de pasar la menopausia la mujer ha llegado a la vejez (Jiménez y Marván, 2005) y por lo tanto ha terminado con su vida sexual, o el derecho a ejercerla (Huerta, 1999, Hernández y Félix, 1997). Esta cuestión de la sexualidad en las mujeres se ve agravada aún más, ya que las estadísticas hablan de que éstas son cuatro veces más propensas a enviudar que los hombres.

La sexualidad masculina, a medida que se avanza en edad, experimenta unos claros cambios fisiológicos. Cambios que, sin embargo, no significan que los hombres de mediana edad y mayores sean sexualmente incapaces. Las erecciones pueden mantenerse más tiempo antes de que la necesidad de eyacular se haga inaguantable. Entre las mujeres mayores la pérdida de estrógenos produce pocos efectos en el deseo sexual, diversos estudios (Belsky, 2001) demuestran que las mujeres mayores tienen la misma capacidad de llegar al orgasmo que el grupo de las jóvenes, aunque, como media, tienen menos contracciones orgásmicos y unos orgasmos menos prolongados que las jóvenes (Cornachione, 2006).

La cultura de género

En México, como en otros países latinoamericanos, se vive desde hace mucho tiempo en una cultura patriarcal, en donde las diferencias entre las mujeres y los hombres mayores con respecto a la sexualidad, así como las creencias y costumbres tienen diferencias muy marcadas (Bosch, Ferrer, Alzadora y Capilla, 2005), ya que responden a generaciones con una historia muy difícil, variable y deficitaria respecto a la sexualidad y sólo para algunas de estas personas recién ha mejorado en la actualidad su vida sexual.

El patriarcado se apoya sobre dos tipos fundamentales de relaciones: el macho ha de dominar a la hembra, y el macho de más edad ha de dominar al más joven (Bolt, 2003). No obstante, de que el sistema encierra en sí numerosas contradicciones y excepciones, una de estas excepciones es que cuando el hombre llega a edades avanzadas es sustituido por el más joven, quedando vulnerable y siendo afectado en diversos aspectos y uno de estos aspectos es la sexualidad, que a su vez, como el ser humano es holista, repercute en otros aspectos de su vida y su salud.

Un factor importante que afecta la actividad sexual son las fuerzas sociales, que no son iguales para mujeres que para hombres. En las mujeres, su estado civil y el comportamiento que debe adoptar según éste, depende del punto de vista cultural y de qué clase de historia social ha tenido (Muchinik, 2006); por otra parte, las mujeres de edad tienen problemas para entablar relaciones sexuales a menos que estén casadas. También la actividad sexual en su vida de mujeres mayores se relaciona con su satisfacción sexual anterior, el aspecto religioso, su autoconcepto, la edad, el estado de salud del marido, entre otros factores importantes que afectan su sexualidad.

En los hombres, las diversas fuerzas que afectan su funcionamiento sexual son la monotonía de las relaciones sexuales con su misma compañera, sus preocupaciones profesionales, su economía, el comer y beber de más, las enfermedades físicas, ya sea en ellos o en sus compañeras y, por último, el temor al fracaso en la actividad sexual.

Se ha visto que en hombres adultos mayores, cuando han tenido niveles elevados de actividad sexual durante el curso de sus años jóvenes y no existe incapacidad física pueden esperar a continuar alguna forma de vida sexual activa hasta sus 70 u 80 años. De las mujeres, por otra parte, se sabe menos en este aspecto, pero sí parece que el funcionamiento sexual persiste de manera más efectiva en las mujeres que en los hombres. (Cornachione, 2006).

Culturalmente las personas mayores han desarrollado la creencia de que la sexualidad humana debe estar sujeta al ritmo biológico de la reproducción. No obstante, la mayoría de las personas mayores se encuentra en condiciones para tener una relación sexual, porque ésta no está sujeta solamente a la reproducción de la especie, sino también a satisfacer una pulsión y principalmente a manifestar afecto entre la pareja. Se puede establecer una relación de comunicación y de deseo que se conjuga en afecto. Este afecto reorienta la lógica natural de la sexualidad como instinto de reproducción. Cuando se da la apertura de los compañeros, uno en dirección al otro, ahí emerge el afecto, reforzado por la sexualidad (Muraro y Boff, 2004).

El hombre posee una sexualidad localizada, la mujer es un cuerpo íntegramente saturado de sexualidad. Las mujeres están mucho más ligadas a las personas que a los objetos y mucho más centradas en la trama de las relaciones personales y encargadas del cuidado de la vida. El hombre está más ligado a los objetos que a las personas. La mujer busca antes la fusión que el placer, más el afecto que el intercambio sexual, precisa sentir afecto para hacer sexo. El hombre disocia fácilmente afecto y sexo, busca antes el placer que el encuentro profundo. No se trata de una dicotomía de comportamientos, sino de diferencias de frecuencia y de intensidad. (Muraro y Boff, 2004).

Esta manera de ver al sexo como algo perverso en vez de un comportamiento gozoso aparece en toda la cultura patriarcal desde mucho antes del cristianismo y sigue prevaleciendo en muchas mujeres mayores, que creen que la mujer verdaderamente femenina es la mujer silenciosa, pasiva y anorgásmica (Lacub, 2006).

Como puede verse, las mujeres mayores en un absurdo mito en el que muchas veces contribuyen ellas mismas, son calificadas, percibidas y clasificadas como incompletas con relación a los varones y a otros grupos de mujeres, sobre todo si son de jóvenes. (Lagarde, 1997). La sociedad en la que se vive tiende a ser clasista y patriarcal. Opresión genérica y opresión clasista. Además de ser "ya abuelas" son mujeres y por tanto, tienen muchas menos posibilidades de tener un compañero sexual-afectivo (Cornachione, 2003).

Es evidente que en gran parte del mundo las categorías más entretejidas son el género y la edad, a tal punto que constituyen un orden social genérico de edad, y las personas son de manera específica definidas en sus modos de vida e identidad por la permanente combinación género-edad en movimiento.

Luego entonces, como resultado de lo anterior, las categorías de género no son sólo mujer u hombre, sino niña y niño, adulta, adulto, vieja, viejo, anciana, anciano, y los períodos del curso de vida de cada mujer y de cada hombre están marcados por la edad, sus necesidades, expectativas y oportunidades. (Lagarde, 1997)

A partir de estas premisas sobre el género, puede decirse que cada edad en cada sociedad y en cada círculo en particular se rige por normas específicas para las mujeres y para los hombres, y su desarrollo personal y colectivo está programado por períodos de la vida en los cuales la edad es un marcador de cambios sociales y de identidad esperados, asignados y obligatorios.

Para tratar de entender desde un punto de vista empírico cómo se diferencia la sexualidad entre hombres y mujeres mayores, es que se realizó el presente estudio, con la finalidad de, a partir de la información recabada, rescatar esa sexualidad perdida y a veces deseada que existe tanto en hombres como mujeres de este grupo etario, y además, detectar si ellos y ellas quieren obtener formación e información sobre su propia sexualidad.

METODO

Sujetos

La muestra estudiada estuvo constituida por 107 personas, de 60 años y más, miembros de una institución oficial dependiente del DIF Estatal de Veracruz y ubicada en la ciudad de Xalapa, Veracruz, México. Este lugar es llamado "La Quinta de las Rosas", estancia diurna para personas de la tercera edad, en donde se integran subgrupos con intereses comunes denominados clubes; cada club realiza distintas actividades que incluyen desde el aprendizaje del uso de la computadora, inglés, deportes, hasta el de danzas y bailes, entre otros muchos. Las personas que asisten a este centro, en su mayoría, pertenecen a una clase socioeconómica media.

La muestra con la que se trabajó fue tomada de manera aleatoria del total de personas que asisten con regularidad a la institución mencionada, mismas que suman aproximadamente 500. De las personas seleccionadas, 82 eran del sexo femenino y 25 del masculino. De las mujeres entrevistadas, 30.4% tenía pareja y de los hombres, 96.0%. La edad promedio para ambos sexos fue de 68 años.

Instrumentos

Se aplicó un cuestionario general, el cual constó de 55 preguntas para los hombres, para las mujeres se excluyeron 9 preguntas de éste, por lo cual el cuestionario aplicado a éstas fue de 46 cuestiones.

El cuestionario general estuvo integrado por los siguientes apartados: datos generales, satisfacción general con la vida, conocimientos básicos sobre sexualidad, actitudes hacia la sexualidad y prácticas sexuales.

En estos apartados se pretendió establecer la diferencia de género en diversos aspectos como son: bienestar general, satisfacción conyugal, tener o no pareja, actitud frente a la sexualidad de las personas mayores, si les gustaría tener pareja, frecuencia de relaciones sexuales, conocimientos básicos sobre sexualidad, entre otros.

De manera particular, las preguntas sobre conocimientos básicos de sexualidad en la tercera edad tienen la finalidad de conocer el grado de información correcta sobre aspectos elementales de la sexualidad que poseen los senectos y que de alguna manera pueden influir en su actitud hacia la misma.

Para indagar aspectos sobre prácticas sexuales se utilizaron preguntas que incluyen el cuándo, cuánto, cómo, con quién y dónde; con relación a la actividad sexual.

Las cuestiones relativas a conocimientos y actitudes fueron tomadas de juegos elaborados para la tercera edad por autores chilenos (Benitez, Anderson, Colvin y cols., l998).

Procedimiento

Con la finalidad de familiarizar al equipo de trabajo con la población de estudio, se organizó un ciclo de conferencias cuyos temas fueran de interés para ellos, los cuales se determinaron mediante una encuesta previa. Las conferencias fueron dadas a los diversos clubes que forman parte de de "La Quinta de las Rosas". A partir de esta actividad, de la solicitud de su colaboración y de la explicación de los objetivos, se logró que la mayor parte de los sujetos accedieran a colaborar con el estudio.

A partir del estudio piloto se eliminaron nueve preguntas del cuestionario general, sólo en el caso de las mujeres, ya que hubo comentarios indirectos sobre que se sentían molestas ante ciertas preguntas, en especial en lo que se refería a prácticas sexuales. Situación que no sucedió con los hombres.

Los cuestionarios se aplicaron por clubes, de manera colectiva y de forma anónima. En algunos casos, y por solicitud expresa del entrevistado, se hicieron las preguntas de manera individual.

Una vez que se calificaron los cuestionarios se obtuvo el banco de datos para hacer el análisis estadístico correspondiente a través de la prueba de chi cuadrada para establecer diferencias estadísticamente significativas.

ESULTADOS

Se entrevistaron 107 personas, 82 mujeres y 25 hombres, las primeras, 30.4% con pareja y los segundos, 96.0% también con pareja, ya sea que vivieran o no con ella. De las personas con pareja, 26.0% tienen de 31 a 40 años de vivir juntos, seguido por 22.0% que tienen más de 41 años de relación. Tanto hombres como mujeres con pareja en un l00.0% declararon ser heterosexuales y 33.0% de los hombres dijo tener dos o más parejas sexuales.

En cuanto a las prácticas sexuales del género masculino, destacan los siguientes datos reportados:

En cuanto a los contrastes presentados entre hombres y mujeres sobre los aspectos medidos, se presentan en la siguiente tabla, así como la diferencia estadística entre ambos. En todos los casos p>.05

Tabla No. 1. Diferencias entre hombres y mujeres mayores (en términos de porcentajes)

P< .05

Variable Hombres Mujeres
  Si No Si No  
Con ingresos económicos 80.0 12.0 58.5 19.5 1.80
Cree que con la menopausia disminuye el deseo sexual 24.0 48.0 12.2 52.4 1.5
Cree que la masturbación en la gente mayor es algo natural 52.0 32.0 20.7 18.3 .39
Cree que los hombres mayores de 50 años generalmente se vuelven impotentes 8.0 72.0 14.6 31.7 2.11
Cree que el deseo sexual en las mujeres se acaba a los 50 años 0 72.0 23.2 9.8 1.4
Cree que el deseo sexual en el hombre se acaba a las 60 años 8.0 80.0 9.8 43.9 .94
Cree que la capacidad de hacer el amor existe hasta la muerte 52.0 32.0 32.9 15.9 .19
Cree que el sexo es cosa de jóvenes 4.0 64.0 15.8 51.3 2.77
Cree que la monotonía en las relaciones sexuales tiene que ver con la pérdida de interés sexual 28.0 40.0 22.0 19.5 .65
Cree que necesita información sobre la sexualidad en la vejez 52.0 40.0 40.2 30.5 .0007
Está de acuerdo con que las personas mayores ejerzan su sexualidad 88.0 4.0 54.9 31.7 8.45
Le incomoda hablar sobre temas relacionados con la sexualidad 4.0 84.0 17.1 61.0 3.41
Tiene pareja 84.0 16.0 30.5 69.5 20.9
No tiene pareja pero gustaría tenerla 50.0 50.0 17.5 75.4 .06
Encuentra mucha felicidad en su vida actual 76.0 24.0 74.4 25.6 .02
La vida le proporciona gran placer 72.0 24.0 76.8 23.2 1.27
Está satisfecho/a con su forma de vida actual 76.0 24.0 76.8 23.2 .007
Siente que las cosas empeoran a medida que envejece 44.0 56.0 31.7 65.8 1.10
Se siente atraído/a mucho o suficientemente por su pareja 46.7 29.1 64.0 32.0 .04
Se volvería a casar con la misma persona 64.0 36.0 34.1 29.3 .71
Está satisfecho/a con el amor de su pareja 79.2 16.6 56.0 40.0 3.45
Está satisfecho/a con la vida en pareja 70.8 29.2 68.0 28.0 0.0
Obtiene siempre o casi siempre satisfacción física en sus relaciones sexuales 76.0 4.0 51.9 40.7 6.54
Obtiene satisfacción emocional en sus relaciones sexuales 72.0 4.0 66.7 22.2 3.03
Se siente físicamente agotado/a cuando tiene relaciones sexuales 8.0 60.0 25.9 48.2 3.91
Encuentra atractiva a su pareja 72.2 12.2 66.7 18.5 .40
Tienen un nivel malo o muy malo en conocimientos sobre sexualidad 44.0 56.0 69.5 30.5 5.46

Nota: En los casos en que los porcentajes no suman 100% es a causa de que las personas no sabían o no quisieron contestar

En la gráfica No. 1 puede observarse la relación entre sexo y nivel de escolaridad. Si bien los hombres presentan un mayor nivel de escolaridad que las mujeres, ésto sin significancia estadística (X²= 1.15, p<.05).

La gráfica No. 2 muestra con quien viven los hombres y mujeres de la población de estudio, la mayoría vive con familiares y un pequeño porcentaje vive solo. Aunque son más las mujeres que viven solas comparadas con los hombres, ésto es sin significancia estadística ( X²= 1.54, p<.05).

La gráfica No. 3 Muestra la comparación entre hombres y mujeres con pareja y la frecuencia con que tienen relaciones sexuales. De manera estadísticamente significativa, los hombres tienen con mayor frecuencia relaciones sexuales que las mujeres (X²= 6.69, p<.05)

La gráfica No. 4 muestra a la población con pareja y el tiempo que tiene de vivir con ella, si bien las mujeres sobrepasan en gran medida a los hombres en el tiempo que tienen de vivir con su pareja, ésto no llegó a ser estadísticamente significativo (X²= 3.53, p<.05).

Finamente, la gráfica No. 5, que se refiere exclusivamente a hombres y el número de parejas sexuales y/o afectivas que tienen, muestra que la mayoría de ellos sólo tiene una pareja, seguidos por los que tienen dos.

DISCUSIÓN

Se encontró en esta investigación una diferencia estadísticamente significativa entre el número de mujeres que no tienen pareja y los hombres que están en esta misma situación, predominando las primeras; situación que se debe a que las mujeres por diversos factores tienen una expectativa de vida mayor que los varones y por tanto, hay tendencia a que haya más viudas que viudos en la tercera edad, además, los hombres eligen para relacionarse amorosamente a mujeres más jóvenes, lo que hace que las mujeres de su edad tengan menos opción de pareja.

Si bien el instrumentos de medición aplicado y las respuestas obtenidas ofrecen un acercamiento a la realidad en cuanto a determinados aspectos de la sexualidad de la población estudiada, existen otros aspectos, en especial tratándose de las mujeres que llaman fuertemente la atención, pues como puede observarse, aún cuando accedieron a contestar el cuestionario, en una gran cantidad de casos, se abstuvieron de responder ciertas preguntas y tratándose, de manera particular, de conocimientos básicos sobre sexualidad, fueron las mujeres quienes mostraron un mayor desconocimiento.

Por otra parte, nueve reactivos que contenían preguntas referentes a prácticas y preferencias sexuales tuvieron que quitarse del cuestionario de las mujeres porque varias de ellas manifestaron inconformidad e incomodidad ante tales cuestiones. Caso contrario a los varones, quienes contestaron de la manera más natural a todas las preguntas, sin importar que fuera la entrevistadora quien directamente, en forma verbal, lo preguntaba.

Las mujeres mayores tienden a ocultar sus deseos sexuales, en gran parte debido a que la mayoría de las personas de otras edades niegan la sexualidad en la vejez o la critican. El ocultamiento de tales deseos suele condicionar los datos proporcionados por las mujeres, como sucedió en el presente estudio, en el que muchas mujeres se negaron a contestar el cuestionario, si bien pueden estar presentes otras condiciones como el pudor, la incomodidad ante las preguntas, el sentimiento de invasión a la privacidad, entre otras.

Concurrentemente con lo anterior, de manera proporcional fueron muchas más las mujeres que los hombres las que afirmaron que les incomodaba hablar sobre temas relacionados con la sexualidad.

Todo lo anterior se debe, posiblemente, a que la gran mayoría de estas mujeres ha vivido en una cultura patriarcal, donde el modelo a seguir es que la mujer debe ser pasiva, asexuada; donde la sexualidad es abordada como un tema morboso, que debe ser hablado en voz baja y a escondidas; donde desear tener una relación íntima con una persona del sexo opuesto (del mismo sexo sería algo imposible siquiera de pensar) resulta pecaminoso y/o pervertido, que el sexo es cosa de jóvenes y es inapropiado para personas de su edad; quizá esté bien para otras mujeres y hombres mayores, pero para ellas mismas, resulta completamente absurda tal situación.

La actividad sexual no solamente se encuentra restringida en las mujeres sin pareja, sino también en aquellas que tienen pareja, pues son más las mujeres entrevistadas que no obstante tener una pareja estable tienen escasamente relaciones sexuales comparadas con los hombres de la muestra de referencia, y es que estas mujeres se han olvidado o desconocen que el sexo no sólo tiene que ver con lo genital, sino con la total aceptación y disfrute de la cercanía y el contacto corporal del otro.

Probablemente, debido a este desconocimiento del goce que pueden encontrar a partir del contacto íntimo, no necesariamente genital, las mujeres de la muestra, mucho más que los hombres, manifestaron no sentirse satisfechas con el amor que reciben de su pareja, ni obtener satisfacción física en sus relaciones sexuales, además de que tenerlas las agota corporalmente.

Con estas mujeres mayores y quizá con otras muchas más, con las que dentro de poco llegarán a ser mujeres mayores, en fin, hasta con las generaciones más jóvenes, tendría que realizarse una verdadera educación y formación e información sexual que les ofrezca la oportunidad de profundizar las opciones sexuales, afectivas y sociales que tienen a su disposición, que les permita, al menos, intentar buscarlas; sin olvidar el respeto por aquellas que desean continuar y se sienten bien sin una pareja afectiva/sexual.

Darles, a través de esta formación e información sexual apropiada a su edad, oportunidad para liberarse de las trabas que durante tanto tiempo han distorsionado sus relaciones más básicas: de unas con otros, con ellas mismas, con su propio cuerpo. Sobre todo, es la oportunidad y el desafío para que mujeres y hombres construyan para sí mismos/mismas sus hijos y nietos un mundo donde esté presente el placer y no el dolor –un mundo donde ser más libres responsablemente, integrando sexualidad y afectividad en una nueva forma más evolucionada y respetuosa de la vida.

Es cierto que la época trata de maneras distintas a mujeres y hombres. A su vez las mujeres y los hombres se posicionan de maneras particulares respecto a su época y lo mejor es que todas las personas mayores aprendan a aprovechar las posibilidades de género que ésta contiene antes que sucumbir a las desigualdades.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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