¿Cambia el rendimiento en memoria verbal con la edad en personas intelectualmente activas?
Mas, Carmen;
Munar, Enric; Medinas, Magdalena
Universidad de las Islas Baleares. Palma de Mallorca.
España.
carmen.mas@uib.es / enric.munar@uib.es / mmapsi@hotmail.com
Resumen.
La memoria es la función superior más ampliamente estudiada en el ámbito del envejecimiento normal. La justificación se halla en que constituye la queja subjetiva más frecuente de las personas mayores. Aunque parece inevitable que con la edad los procesos mentales sean cada vez más lentos y se observe un declive en algunos aspectos, esta tendencia puede frenarse e incluso invertirse mediante intervenciones cognitivas. En los últimos años, se ha extendido la idea del ejercicio cognitivo como una forma de prolongar el bienestar mental y la calidad de vida. El objetivo del trabajo fue comparar el rendimiento en memoria, en concreto en memoria verbal, entre distintos grupos de edad en personas con alta actividad intelectual. Pretendíamos conocer los cambios que se producían y si la actividad intelectual es un factor más importante que la edad en el campo de estudio del envejecimiento cognitivo. Entre los grupos 3 (51-64 años) y 4 (65-83 años) no se producen diferencias en el rendimiento en la tarea, por lo que podríamos decir que las personas de mayor edad mantienen su rendimiento a pesar del paso de los años. Podría deberse ello a las características de la muestra: personas con un alto nivel educativo y que se mantienen activas mentalmente (se trata de alumnos del programa universitario para mayores). Ello apoyaría la idea de que el ejercicio cognitivo ayuda a mantener las capacidades cognitivas.
Palabras clave: memoria verbal, edad, actividad intelectual, envejecimiento cognitivo.
Introducción.
La memoria se entiende como un constructo multidimensional que abarca diversos sistemas: la memoria sensorial, la memoria a corto y largo plazo, la memoria de trabajo o working memory, la memoria declarativa y procedimental, etc. Todos estos componentes de la memoria se relacionan fuertemente con otras habilidades cognitivas, como la atención o las funciones ejecutivas (Gómez-Pérez y Ostrosky-Solís, 2006). El primer problema con el que nos encontramos es que el desarrollo de estas habilidades cognitivas (memoria, atención y funciones ejecutivas) implica un patrón complejo de cambio que dificulta el esbozo de un patrón general. Algunos estudios indican que algunos aspectos muestran cambios significativos con la edad y otros que mantienen una remarcable estabilidad a lo largo del ciclo vital (Klenberg, Korkman y Lahti-Nuuttila, 2001; Plude, Enns y Brodeur, 1994).
Por otra parte, aunque la investigación en memoria se ha llevado a cabo en toda una variedad de grupos de edad, muy pocos estudios hasta la fecha han abarcado un análisis del ciclo vital en un único proyecto (Plude et al., 1994), lo cual es comprensible si tenemos en cuenta las dificultades que entrañan los estudios longitudinales. Además, aunque se hayan estudiado una variedad de grupos de edad, la mayoría de estudios se centran en dos etapas concretas: la infancia-adolescencia y el envejecimiento, existiendo una discontinuidad en la literatura entre la exploración de las capacidades del primer grupo y del segundo (De Luca et al., 2003). Es habitual que el rendimiento de los grupos de edad intermedia se utilice como medida de control para estudiar el desarrollo de una determinada habilidad cognitiva en el otro grupo objeto del estudio (sean niños o adultos mayores).
Por tanto, como señalan Gómez-Pérez y Ostrosky-Solís (2006), nos encontramos ante el hándicap que supone la escasez de estudios evolutivos que incluyan un amplio rango de edad, así como un amplio espectro de funciones cognitivas (especialmente memorísticas, en nuestro caso), lo que restringe la comprensión del desarrollo como un proceso continuo y complejo. El trabajo empírico que presentamos en este artículo se centra precisamente en dos grupos de edad intermedia, como también en dos grupos de adultos mayores. Como hemos visto, nos encontramos con un vacío en la literatura en relación a cómo se desarrolla la memoria en edades intermedias. Sin embargo, afortunadamente, existen algunos estudios que han realizado aproximaciones hacia el conocimiento de si exis te un patrón general en el desarrollo cognitivo a lo largo de todo el ciclo vital.
Como señalan Zelazo, Craik y Booth (2004), ha sido documentado un patrón de desarrollo en forma de U invertida para una variedad de procesos o mecanismos cognitivos básicos, desde la velocidad de procesamiento y la memoria a corto plazo (Kail y Salthouse, 1994), a la capacidad de cambio atencional (Cepeda, Kramer y González de Sather, 2001), pasando por diversas funciones ejecutivas (Dempster, 1992). Es decir, se produce una progresiva mejora relacionada con la edad en el funcionamiento cognitivo durante la infancia y la adolescencia (Zelazo y Müller, 2002), una estabilización durante la juventud y la edad adulta y un declive durante el envejecimiento (Mayr, Spieler y Kiegl, 2001; McDowd y Shaw, 2000). Por ejemplo, los niños y los adultos mayores muestran un rendimiento más pobre en tareas de función ejecutiva y memoria de trabajo que los adultos jóvenes (Zelazo y Frye, 1998). No obstante, aunque se haya descrito una tendencia general hacia un incremento en las puntuaciones en los tests cognitivos durante la infancia y un decremento durante el envejecimiento (De Luca et al., 2003; Gathercole, 1998; Gomes, Molholm, Chistodoulou, Ritter y Cowan, 2000; Grady y Craik, 2000; Haaland, Price y Larue, 2003; Lewis, Kelland y Kupke, 1990; Plude et al., 1994; Siegel, 1994; Trenerry, Crosson, DeBoe y Leber, 1990), las comparaciones de un amplio rango de edades en una variedad de funciones cognitivas evidencian que las trayectorias evolutivas de las distintas funciones pueden no ser homogéneas (Gómez-Pérez y Ostrosky-Solís, 2006).
Por último, cabe comentar un aspecto relevante si tenemos en cuenta la procedencia de la muestra de nuestro estudio. Como señalan Gómez-Pérez y Ostrosky-Solís (2006), una variable adicional que puede influir potencialmente en los cambios evolutivos es la educación. Multitud de estudios han demostrado una fuerte asociación entre el nivel educativo y el rendimiento en varias medidas neuropsicológicas (Ardila, Ostrosky-Solís, Rosselli y Gómez, 2000; Ardila, Rosselli y Ostrosky-Solís, 1992; Ardila, Rosselli y Rosas, 1989; Castro-Caldas, Petersson, Stone-Elander y Ingvar, 1998; Ostrosky-Solís, Ramírez, Picasso y Vélez, 2004). Incluso se ha propuesto que en la evaluación neuropsicológica, la escolarización es una variable más significativa que la edad (Ostrosky-Solís, Ardila, Rosselli, López y Mendoza, 1998).
La memoria es la función superior más ampliamente estudiada en el ámbito del envejecimiento normal. La justificación se halla en que constituye la queja subjetiva más frecuente de las personas mayores. No obstante, aunque muchas personas mayores se quejan de que olvidan cosas (dónde se ha dejado un objeto, si se tenía que hacer algo, una cita, etc.), eso no significa que el olvido sea una consecuencia inevitable del envejecimiento. De hecho, según Vega y Bueno (1995), en un estudio realizado en Estados Unidos, el 20% de los ancianos con más de 85 años de edad indicó que nunca había tenido problemas con su memoria. A pesar de ello, y aunque la hipótesis de un deterioro generalizado por la edad no está admitida, sí que se ha constatado una disminución de la habilidad para realizar tareas que dependen del aprendizaje y la memoria. Aunque existe cierto consenso acerca de que el rendimiento de la memoria realmente empeora en las personas mayores, también hay acuerdo acerca de que la pérdida depende, en gran medida, de la tarea específica que se considere, ya que el rendimiento en algunas tareas empeora considerablemente, en tanto que en otras se aprecia poco o ningún declive (Craik, 2002). Por tanto, como veremos, si bien es verdad que algunos aspectos de la memoria se deterioran con el paso de los años, también es verdad que otros se hallan bien preservados.
A nivel cognitivo, los cambios asociados al envejecimiento se manifiestan a grandes rasgos en: un enlentecimiento en el procesamiento de la información (Salthouse, 1996), una disminución de la capacidad atencional (Rogers, 2002; Vega y Bueno, 1995), un declive en algunos aspectos de la memoria (memoria de trabajo y memoria episódica, especialmente para hechos recientes) (Fernández-Ballesteros, Moya, Íñiguez y Zamarrón, 1999; Montenegro, Montejo, Reinoso, Andrés y Claver, 1998), y un declive en las denominadas funciones ejecutivas (Andrés y Van der Linden, 2000). Aunque se conservan con la edad la memoria procedimental (Craik, 2002), la memoria implícita (Howard y Howard, 1992; Light y Singh, 1987) y, en gran medida, la semántica (Calero, 2000).
Aunque parece inevitable que con la edad los procesos mentales sean cada vez más lentos y se observe un declive en algunos aspectos, esta tendencia puede frenarse e incluso invertirse mediante intervenciones cognitivas. En los últimos años, se ha extendido la idea del ejercicio cognitivo como una forma de prolongar el bienestar mental y la calidad de vida. La estimulación y entrenamiento cognitivos nos permiten mejorar las funciones mentales, mostrándose eficaces para ayudar a retrasar el inicio del declive cognitivo asociado al envejecimiento (Goldberg, 2001).
El objetivo del trabajo fue comparar el rendimiento en memoria, en concreto en memoria verbal, entre distintos grupos de edad en personas con alta actividad intelectual. Pretendíamos conocer los cambios que se producían y si la actividad intelectual es un factor más importante que la edad en el campo de estudio del envejecimiento cognitivo.
Método.
Participantes.
La muestra estaba formada por 296 personas voluntarias, divididas en cuatro grupos de edad:
Grupo 1 (19-25). Estaba formado por 74 estudiantes de edades comprendidas entre los 19 y 25 años (M = 20.19; SD = 1.977), divididos a su vez en dos grupos en función del sexo: 37 hombres (M = 21.05; SD = 2.147) y 37 mujeres (M = 19.32; SD = 1.334). Todos/as eran estudiantes de la Universitat de les Illes Balears pertenecientes a los estudios de Psicología (64.9%), Pedagogía (15%), y otros estudios (20.1%). La mayoría eran estudiantes de primer curso (67.6%), aunque también había alumnos/as de segundo (17.6%) y tercer curso (14.8%). En cuanto a la situación laboral, el 70.3% se dedicaban sólo al estudio y el 29.7% además trabajaban en ámbitos como la hostelería, dependienta/cajera, profesor/a de clases de repaso y otros.
Grupo 2 (30-40). Estaba formado por 74 personas de entre 30 y 40 años (M = 33.18; SD = 3.072), divididas a su vez en dos grupos en función del sexo: 37 hombres (M = 33.24; SD = 3.077) y 37 mujeres (M = 33.11; SD = 3.107). La procedencia de la muestra era diversa: se reclutaron voluntarios/as entre el alumnado de distintas carreras de la UIB (37.8%), entre los/las estudiantes de esa franja de edad de los estudios de acceso a la universidad para mayores de 25 años (6.8%), se pidió al alumnado de clases de Pedagogía y Psicología su participación en el estudio reclutando voluntarios/as entre sus familiares y amigos (37.8%), y se contó también con la participación de voluntarios/as entre el personal trabajador de la universidad (17.6%). En cuanto al grupo de estudiantes, procedían de Pedagogía (39.3%), Fisioterapia (21.4), Psicología (14.3) y otros estudios (24%). La mayoría son licenciados/as o diplomados/as o estudiantes universitarios, se encuentran activos laboralmente y se distribuyen en una variedad de profesiones, destacando las de administrativo/a y las del ámbito de la educación.
Grupo 3 (51-64). Estaba formado por 74 personas de entre 51 y 64 años (M = 58.15; SD = 3.583), divididas a su vez en dos grupos en función del sexo: 37 hombres (M = 59.05; SD = 3.274) y 37 mujeres (M = 57.24; SD = 3.692). Todas ellas eran estudiantes del programa universitario para mayores (Universitat Oberta per a Majors-UOM) de la Universitat de les Illes Balears. En cuanto al curso en que se encontraban (el programa universitario para mayores consta de 5 cursos), el 45.9% eran de primero, 35.1% de segundo, 9.5% de tercero, 8.1% de cuarto y 1.4% de quinto. La media de años de educación formal anterior es de 11.19 (SD= 3.88), lo que corresponde a un nivel educativo medio de bachiller superior-inicio de estudios universitarios. El 14.9% tenían estudios básicos, el 29.7% estudios de bachillerato (elemental o superior), el 31.1% estudios de nivel universitario (diplomatura o licenciatura) y el 24.3% estudios de formación profesional. En cuanto a la situación laboral, el 24.3% seguían en activo, el 50% estaban jubilados/as o prejubilados/as, el 14.9% eran amas de casa y el 10.8% presentaban otras situaciones como paro o excedencia.
Grupo 4 (65-83). Estaba formado por 74 personas de entre 65 y 83 años (M = 69.88; SD = 4.794), divididas a su vez en dos grupos en función del sexo: 37 hombres (M = 70.3; SD = 4.853) y 37 mujeres (M = 69.46; SD = 4.764). Todas ellas eran estudiantes del programa universitario para mayores (Universitat Oberta per a Majors-UOM) de la Universitat de les Illes Balears. En cuanto al curso en que se encontraban, el 45.9% eran de primero, 25.7% de segundo, 12.2% de tercero, el 10.8% de cuarto y el 5.4% de quinto. La media de años de educación formal anterior es de 11.59 (SD= 3.99), lo que corresponde a un nivel educativo medio de bachiller superior-inicio de estudios universitarios. El 20.3% tenían estudios básicos, el 27% estudios de bachillerato (elemental o superior), el 39.2% estudios de nivel universitario (diplomatura o licenciatura) y el 13.5% estudios de formación profesional. En cuanto a la situación laboral, el 1.4% seguían en activo, el 83.7% estaban jubilados/as o prejubilados/as, el 13.5% eran amas de casa y el 1.4% presentaban otras situaciones.
Instrumentos y procedimiento.
Las 296 personas participantes fueron citadas de manera individual para llevar a cabo las sesiones de evaluación. Dichas sesiones se realizaron en el laboratorio de psicología básica del departamento de psicología de la Universitat de les Illes Balears (UIB). Para evaluar el rendimiento en memoria verbal se utilizó una lista de aprendizaje de pares asociados, tomada de Montejo, Montenegro, Reinoso, Andrés y Claver (2001) (véase el anexo). Estos autores se han inspirado para su confección en el subtest de Pares Asociados del WMS-R y el Test de Pares Asociados de Randt, Brown y Osborne (1980).
La lista consta de 8 pares de palabras que se presentan tres veces, preguntando tras cada grupo de 8 pares las que se recuerdan diciendo la primera palabra del par según un protocolo establecido. Una vez que se han presentado los 3 grupos de palabras, finaliza la parte de recuerdo inmediato. En una segunda parte, se lleva a cabo la evaluación del recuerdo demorado, en la que, sin presentar de nuevo los pares se indica la primera palabra y el sujeto debe decir la segunda.
A partir de esta prueba se obtuvieron dos puntuaciones: una para el recuerdo inmediato, que oscila entre 0 y 24 puntos (un punto por cada par acertado) y otra puntuación para el recuerdo demorado, que oscila de 0 a 8 puntos (un punto por cada par acertado). Posteriormente, estas puntuaciones fueron transformadas a una escala de 0 a 10 para facilitar su análisis.
Resultados.
Se aplicó la prueba H de Kuskal-Wallis (no se cumple la condición de normalidad en las puntuaciones), obteniéndose los siguientes estadísticos:
Tabla 1. Estadísticos de contraste (variable de agrupación: grupo de edad).
Podemos observar en la tabla anterior que se producen diferencias significativas entre los grupos de edad en ambas variables. Para analizar qué grupos de edad difieren entre sí, utilizaremos la prueba de Mann-Whitney para dos muestras independientes acompañada de la corrección de Bonferroni para controlar la tasa de error (la probabilidad de cometer errores de tipo I). Puesto que con cuatro grupos de edad necesitamos hacer seis comparaciones dos a dos (1-2, 1-3, 1-4, 2-3, 2-4, 3-4), la aplicación de la corrección de Bonferroni nos llevará a basar nuestras decisiones en un valor de p de 0,05/6 = 0,0083. Es decir, consideraremos que dos grupos difieren significativamente cuando el nivel crítico obtenido sea menor de 0,0083.
En las siguientes tablas se presentan los estadísticos de contraste obtenidos para cada una de las 6 comparaciones dos a dos:
Tabla 2. Estadísticos de contraste (variable de agrupación: grupo de edad 1-2) y descriptivos.
Entre los grupos de edad 1 (19-25 años) y 2 (30-40 años) se producen diferencias estadísticamente significativas en la variable "puntuación rendimiento inmediato transformada" en el sentido siguiente: las personas del grupo de edad 1 (19-25) obtienen puntuaciones inferiores a las del grupo de edad 2 (30-40). El tamaño del efecto, de acuerdo con Cohen (1988) es pequeño. No se producen diferencias significativas entre los dos grupos en el recuerdo demorado.
Tabla 3. Estadísticos de contraste (variable de agrupación: grupo de edad 1-3) y descriptivos.
Entre los grupos 1 (19-25 años) y 3 (51-64 años) se producen diferencias significativas en ambas variables. Las diferencias van en el sentido de que las personas del grupo de edad 3 (51-64 años) presentan puntuaciones inferiores a las personas del grupo de edad 1 (19-25 años). El tamaño del efecto es pequeño en el caso del recuerdo inmediato y moderado en el caso del recuerdo demorado.
Tabla 4. Estadíst icos de contraste (variable de agrupación: grupo de edad 1-4) y descriptivos.
Igual que en la comparación anterior, entre los grupos 1 (19-25 años) y 4 (65-83 años) se producen diferencias significativas en ambas variables, en el sentido de que las personas del grupo 4 (65-83 años) puntúan más bajo que las del grupo 1 (19-25 años). El tamaño del efecto es pequeño.
Tabla 5. Estadísticos de contraste (variable de agrupación: grupo de edad 2-3) y descriptivos.
Entre los grupos 2 (30-40 años) y 3 (51-64 años) también se producen diferencias significativas ambas variables, con un tamaño del efecto moderado y en el sentido de que el grupo de edad 3 (51-64 años) obtiene puntuaciones inferiores a las del grupo 2 (30-40 años).
Tabla 6. Estadísticos de contraste (variable de agrupación: grupo de edad 2-4) y descriptivos.
También se producen diferencias en ambas variables entre los grupos 2 (30-40 años) y 4 (65-83 años), en el sentido de que el grupo de mayor edad (grupo 4) puntúa más bajo que el grupo de edad 2 (30-40 años). El tamaño del efecto es moderado en el recuerdo inmediato y pequeño en el recuerdo demorado.
Tabla 7. Estadísticos de contraste (variable de agrupación: grupo de edad 3-4) y descriptivos.
Entre los grupos de edad 3 y 4 (los dos grupos de mayor edad), no se producen diferencias estadísticamente significativas en ninguna de las dos variables.
En las gráficas 1 y 2 puede verse un resumen de los resultados:
Gráfica 1 --------------------------------------- Gráfica 2
Discusión y conclusiones.
Como hemos visto, se producen diferencias entre los grupos de edad, presentando las personas más mayores unas menores puntuaciones. Hay que destacar que las diferencias muestran un patrón que indica que podrían agruparse, por un lado, los dos grupos de mayor edad (grupos 3 y 4), y, por otro, los dos grupos de personas más jóvenes (grupos 1 y 2). En los dos grupos de mayor edad (grupos 3 y 4) se observan puntuaciones más bajas que en los dos grupos de menor edad (grupos 1 y 2). El menor rendimiento en memoria de los más mayores era el esperable debido al envejecimiento cognitivo y a los cambios que se producen con la edad, y, en concreto, en ciertos aspectos de la memoria (como veíamos en la introducción).
En cuanto a los dos grupos más jóvenes (grupos 1 y 2), vemos que sólo se producen diferencias significativas entre ambos grupos en el rendimiento en la parte de recuerdo inmediato. Es decir, en la primera parte de la tarea el grupo de 30-40 años (grupo 2) presenta un mejor rendimiento que el grupo de 19-25 años (grupo 1). Esta diferencia merece la pena ser destacada. Éste resultado iría en contra de las hipótesis sobre el patrón de U-invertida en el desarrollo de las capacidades cognitivas, ya que podemos observar que una vez alcanzada la edad adulta se siguen produciendo mejoras en el rendimiento, en este caso en memoria verbal.
En cuanto a los grupos de mayor edad, creemos que es destacable el hecho de que entre los grupos 3 (51-64 años) y 4 (65-83) no se producen diferencias significativas en ninguna de las variables, por lo que podríamos decir que las personas de mayor edad mantienen su rendimiento a pesar del paso de los años. Podría deberse ello a las características de nuestra muestra: personas con un alto nivel educativo y que se mantienen activas mentalmente (recordemos que se trata de alumnos del programa universitario para mayores). Ello apoyaría la idea de que el ejercicio cognitivo ayuda a mantener las capacidades cognitivas (Goldberg, 2001, 2006).
Veíamos en la introducción que el nivel educativo es una variable a considerar en el estudio del envejecimiento cognitivo, ya que puede influir potencialmente en los cambios evolutivos. De hecho, multitud de estudios han mostrado una fuerte asociación entre el nivel educativo y el rendimiento en varias medidas neuropsicológicas (Ardila et al., 2000; Ardila et al., 1992; Ardila et al., 1989; Castro-Caldas et al., 1998; Ostrosky-Solís et al., 2004), llegándose a proponer que a la hora de evaluar en este ámbito, la escolarización es una variable más significativa que la edad (Ostrosky-Solís et al., 1998). Hemos comentado ya que nuestros resultados podrían corroborar esta idea, ya que el rendimiento de los grupos de edad 3 (51-64) y 4 (65-83) es similar, lo que mostraría una estabilidad a lo largo de los años.
Cabe matizar que los participantes de nuestro estudio, especialmente los de los grupos de mayores, tienen niveles educativos muy distintos, que abarcan desde los estudios primarios hasta estudios universitarios de nivel superior. No obstante, aunque a nivel de educación formal se dé una gran diversidad de niveles educativos, hay que tener en cuenta que se trata de personas con un punto en común: aunque algunos de ellos no hayan tenido acceso ha estudios reglados, son personas con muchas inquietudes intelectuales y culturales, con ganas de aprender a lo largo de toda la vida y que se mantienen activas mentalmente. Muestra de ello es que se encuentran matriculados en un programa universitario para mayores. Ello plantea una pregunta: en realidad, la variable relevante ¿es el nivel educativo medido como años de escolarización o la actitud que se toma ante la vida, un estilo de vida marcado por la inquietud y la actividad y curiosidad intelectual? Surge aquí un área de estudio en boga en la psicogerontología actual: ¿cuáles son las claves para un envejecimiento exitoso?
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Anexo.
LISTA DE APRENDIZAJE DE PARES ASOCIADOS
ID:....... NOMBRE................................................................... FECHA: .......................
Palabra-(Respuesta) RECUERDO INMEDIATO Puntuación
Bloque I Bolígrafo - Carpeta Árbol (Pino) ____
Maleta Tomate Estanco (Cepillo) ____
Cristal Vaso Felicidad (Día) ____
Estanco Cepillo Bolígrafo (Carpeta) ____
Árbol Pino Bolso (Silla) ____
Felicidad Día Cristal (Vaso) ____
Carne Vaca Maleta (Tomate) ____
Bolso - Silla Carne (Vaca) ____
Bloque II Árbol Pino Felicidad (Día) ____
Bolso Silla Bolígrafo (Carpeta) ____
Bolígrafo Carpeta Maleta (Tomate) ____
Felicidad Día Árbol (Pino) ____
Maleta Tomate Estanco (Cepillo) ____
Carne Vaca Carne (Vaca) ____
Cristal Vaso Bolso (Silla) ____
Estanco - Cepillo Cristal (Vaso) ____
Bloque III Maleta Tomate Estanco (Cepillo) ____
Bolígrafo - Carpeta Bolso (Silla) ____
Árbol Pino Árbol (Pino) ____
Cristal Vaso Maleta (Tomate) ____
Bolso Silla Bolígrafo (Carpeta) ____
Estanco Cepillo Carne (Vaca) ____
Felicidad Día Felicidad (Día) ____
Carne - Vaca Cristal (Vaso) ____
PUNTUACIÓN TOTAL ____
RECUERDO DEMORADO Bolso (Silla) ____
Cristal (Vaso) ____
Estanco (Cepillo) ____
Carne (Vaca) ____
Felicidad (Día) ____
Bolígrafo (Carpeta) ____
Árbol (Pino) ____
Maleta (Tomate) ____
PUNTUACIÓN DEMORADA ____