Vejez: Tiempo de
Protagonismo
La intervención socioeducativa
Marcela
Romero
marcelaromeropsp@yahoo.com.ar
Marta vive sola, concurre a un club algunas veces por semana, en él realiza su actividad preferida: la natación. Disfruta del ejercicio, de mantener su cuerpo ágil, también del cansancio que le produce. Asimismo comenta disfrutar de la soledad de su rutina. Sin embargo, hace ya algún tiempo estuvo dispuesta a intercambiar saludos y sencillos comentarios con señoras que cruzaba en las instalaciones del club, así comenzaba a transitar un camino distinto, en el que empezaba a estar "con otros".
Asiste a uno de los talleres, al cual llegó para acompañar a una amiga afirmando que "esto a ella (su amiga) le va a hacer bien", sin pensar en el efecto que sobre sí misma podía causar. La amistad, hizo en un principio que Marta se acercara al taller. Con el tiempo, se transformó en una de las "Sarmiento" del grupo según los integrantes se llaman, por no faltar ningún día; sólo y con previo aviso, por enfermedad; mostrándose integrada, atenta y participativa, y colaborando con material de interés para compartir con el grupo.
A esta altura del relato es conveniente agregar que Marta tiene 73 años. Luego de haber transitado una vida de trabajo y obligaciones que ocupaba muchas horas de sus días, se dispuso a encontrar un nuevo "lugar" que esta etapa le reclamaba, exigiéndole un reacomodamiento de tiempos y espacios, de roles y tareas. No fue fácil. El vacío que dejaron largas jornadas de trabajo exigió un replanteo. Atravesó un período de confusión, de "no animarse", y pudo finalmente escuchar sus deseos, sus intereses y a sus "otros", su familia. Volvió a un viejo amor: la natación, pudiendo reencontrarse primero con una actividad, que como una vieja conocida, le brindó la seguridad necesaria para ese primer contacto con los otros, con el mundo, fuera de su entorno familiar.
Ella pudo haberse limitado a realizar lo que le gustaba y conocía; sin embargo algo la impulsó a acercarse a otros, a un espacio por ella desconocido, a concurrir a un lugar en el que no iba a estar sola, que le demandaba cierta exposición. Ya no era suficiente lo conocido y a pesar de los temores que le causaba lo nuevo, se puso en marcha.
Se puede pensar que la solidaridad con su amiga haya sido lo único que movilizó a Marta a acercarse al taller? Fue esto suficiente para que ella lo pudiera sostener en el tiempo, comprometiéndose con la tarea?. Qué despertó en ella la necesidad de movilizarse y estar dispuesta a conocer otra gente, intercambiar conocimientos y experiencias, compartir esta especial vivencia de taller?. Quizá las siguientes líneas ayuden a despejar estas preguntas.
Existe un tema prioritario en la etapa de la vejez: estar activos socialmente, y que no se refiere a consumir actividades propuestas por otros, o limitarse a estar físicamente activos, sino a continuar siendo protagonistas de la propia vida.
.La intervención socioeducativa es una de las formas de desarrollar el protagonismo en la vejez. Esta intervención busca la promoción de la salud, procura ayudar a la persona a desarrollar su potencial personal e integral, a través del despliegue e integración de recursos psicosociales y físicos, sinónimo de un buen envejecer. Dicha intervención busca que la persona se mantenga autoválida el mayor tiempo posible, siendo una acción social y educativa encaminada a ubicar al mayor en una situación personal y social que le ayude a resignificar los años actuales, apropiándose de ellos desde una manera propia, autónoma, dándole la posibilidad de elegir y construir este tiempo.
Actualizar las potencialidades del individuo y capitalizar los años vividos son objetivos que se persiguen en la intervención socioeducativa en pos de mejorar la calidad de vida del adulto mayor.
La adquisición de aprendizajes que den sentido a la vida y que hagan disfrutar de los valores importantes: sociales, artísticos, literarios, religiosos, que promueven abrirse a la realidad y continuar comprendiéndola, y seguir sintiéndose parte, hace que la persona mayor se aleje de aspectos negativos que en ocasiones lo aislan. Se trabaja sobre la idea de un tiempo y espacio para la realización de intereses, y para la toma de decisiones; aunque las actuales no sean las mismas de otras etapas, pueden dar lugar a otras distintas, pero de igual magnitud e intensidad. La vejez posibilita ejercer la libertad si se aceptan las nuevas condiciones de vida. Por esto es muy importante fomentar y valorar todo lo que la persona mayor haga por sí misma, en el grado que le sea posible, respetando sus tiempos y el modo de llegar a ello. Esto es, seguir buscando lo importante con las posibilidades de cada día.
La acción socioeducativa jerarquiza fundamentalmente dos ejes: la socialización y el aprendizaje.
El sentido de pertenencia grupal y participación social, constituyen necesidades no materiales pero fundamentales en el desarrollo de las personas, como lo enuncia la Dra. María Teresa Sirvent. Sentir el contacto con los pares, intercambiar saberes y experiencias, escuchar y ser escuchado, así como mirado por los otros, potencian el reconocimiento de sí mismo. Continuando con nuestro ejemplo, esta pudo ser la necesidad que generó en Marta su interés por los juegos de mesa, lo cual había resultado anteriormente imposible de conseguir hasta por sus queridos nietos y que sólo se había logrado en contadas ocasiones por ese compromiso de amor con ellos. A Marta nunca le gustaron los juegos de mesa "...quedarse tanto tiempo sentada..." Actualmente es una de las jugadoras mas entusiastas en su grupo de compañeros (propone un tiempo para jugar fuera del horario destinado al taller, busca el juego, organiza la mesa de juego, anota los resultados parciales) y por sobre todo se ríe, se divierte y disfruta de otra forma su tiempo libre.
La modalidad de taller se convierte en el espacio apropiado, constituyéndose en un lugar de participación, que promueve la producción. Me remito a Dora García cuando expresa que es en esa red de vínculos, que se tejen en una trama mediada por el lenguaje y las miradas de los otros que sirven de espejo, donde cada uno en su singularidad, refuerza su condición de sujeto. Tiempo y espacio para la vivencia, la reflexión y la conceptualización, en el que se articula el hacer con el sentir para producir nuevas hipótesis, nuevas construcciones, nuevos recursos para el presente. Así la intencionalidad operativa del taller es promover que los aprendizajes adquiridos en él, tengan una influencia en la acción de cada uno de los integrantes del grupo. El grupo es un ámbito de pertenencia que da la posibilidad de reconocerse como ser diferenciado y a la vez, ligado a otro, de sentirse comprometido y responsable ante otro.
Con el tiempo, Marta descubre y construye intereses nuevos. El taller desarrolla una actividad en la que no se privilegia lo corporal (aspecto que ella ha desarrollado e integrado a su vida desde niña a través de su gusto por la natación), sino que comparte una tarea que le permite integrar aspectos intelectuales y emocionales, abarcando el ejercicio de capacidades cognitivas, del pensamiento crítico, completando desde el campo preventivo el camino hacia un envejecimiento saludable. De la misma manera sus pares se nutren de la posibilidad y disfrute que ella transmite por una actividad corporal. De esta manera Marta amplia en este aspecto el abanico de posibilidades para otros y se concreta la red, la trama grupal que subyace y enriquece a todos.
Las intervenciones socioeducativas en adultos mayores posibilitan generar actitudes opuestas a la cultura de la queja y la insatisfacción, basadas en la confianza, el sentido de la responsabilidad, el diálogo constructivo, el espíritu de cooperación y la capacidad de iniciativa.
La persona es un ser de encuentro, más allá de los años y la etapa vital que atraviese, es la actitud de apertura hacia otros la que le permite crear con ellos un interjuego de relaciones de las cuales todos pueden nutrirse.
Lograr la autonomía implica reconocer la dependencia propia, necesaria para el crecimiento. Significa siendo autónomos, aprender, aceptar y disfrutar de los vínculos y espacios comunes. Es la necesidad de los demás y la apertura a otros una necesidad sustancial, que se hace prioritaria en la etapa de la vejez. Más allá de la necesidad y dependencia física de otros, que en algunos casos se requiere.
La participación social estimula la conversación, el diálogo, la presencia, el trato mutuo, promoviendo el aprender a escuchar, a valorar el silencio, la comprensión, y a encontrar los valores propios de esta etapa, sin entrar en comparaciones con otras. La participación, organizada como proceso de aprendizaje, permite potenciar la creatividad, disminuir los riesgos del aislamiento y la dispersión, la anarquía y al mismo tiempo conservar la espontaneidad. Así el taller se convierte en un espacio para desarrollar los recursos para abordar el objeto de conocimiento en forma tal que los protagonistas puedan reconocerse en el producto de la tarea, como verdaderos artesanos del conocimiento
Compartir modos de pensamiento, de acción, de relaciones, en un marco que privilegie el intercambio y el respeto por la pluralidad de opiniones son capacidades que deben seguir siendo desarrolladas con los años, por los años y a pesar de ellos, asumiendo el protagonismo en el desarrollo del bienestar como individuo y como sujeto social. De esta forma se hace presente una de las características primordiales en el aprendizaje de las personas mayores: el carácter social, adquiriendo gran importancia no sólo la presencia de los otros sino las relaciones de participación simétrica entre todos los integrantes.
La intervención socioeducativa desarrolla un interjuego entre el aspecto social y el aprendizaje.
La expectativa de vida actual en la etapa de la vejez, sumado al importante crecimiento de este sector de la población para los próximos años, requiere un ajuste de conceptos, espacios y finalidades. El secretario de las Naciones Unidas , Kofi Annan, durante la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento realizada en Madrid en el año 2002 afirma "estamos en medio de una revolución silenciosa, que excede lo demográfico y tiene repercusiones económicas, sociales, culturales, psicológicas y espirituales" en alusión a esta nueva situación que exige el replanteo de las políticas e intervenciones en este sector de la población.
Lo cual también reclama un nuevo lugar de la educación en este contexto. Como se expresó en la Quinta Conferencia Internacional sobre Educación de Adultos (ConfinteaV) realizada en Hamburgo en 1997, "la educación a lo largo de toda la vida más que un derecho, es una de las claves del siglo XXI", destacando el acceso de los mayores al aprendizaje, en igualdad de condiciones y de maneras apropiadas, valorando sus capacidades y competencias que deben ser reconocidas y utilizadas para contribuir al desarrollo de la sociedad.
Es necesario iniciar un proceso de búsqueda de nuevas vías de aprendizaje y de espacios educativos fuera de la institución educativa tradicional, modificando objetivos, contenidos y metodología de acuerdo a las necesidades que la sociedad va demandando, lo cual incluye al segmento de la población conformada por adultos mayores.
La intervención socioeducativa implica una actitud social positiva hacia esta población así como la propia percepción activa, autónoma y responsables desde los mayores.
Es indispensable promover la aparición de los propios intereses y necesidades de los mayores como sujetos aprendientes. El aprender comienza a desarrollarse como respuesta a una necesidad y a partir del registro de una carencia. El reconocimiento del interés y la necesidad como desencadenante de la conducta, fue señalado por Piaget: "...en todos los niveles la acción supone siempre un interés que la desencadena, tanto si se trata de una necesidad fisiológica, afectiva o intelectual...". Iniciar el aprendizaje desde los intereses y necesidades posibilita que la persona comprenda la relación que lo une a su grupo, a su comunidad y al mundo cultural.
La incorporación de saberes nuevos y la actualización de conocimientos; la participación, pertenencia e integración social, sintetizado en el querer conocer "caras nuevas"; el reconocimiento y valoración personal y social, compartiendo el especial momento de encuentro, reconociendo a ese otro que a su vez le reconoce, en sus semejanzas y en sus diferencias, revalorizando el "ser", a veces socialmente tan desacreditado, incluso por los mismos mayores que coartan las propias posibilidades; así como la estimulación activa y protagónica de los aspectos cognitivos, figuran entre los intereses que motivan a los mayores a aprender.
El aprendizaje es un proceso en el que se integran diversos momentos en los que se producen avances y retrocesos, asociaciones, dudas, relaciones, errores, así como sentimientos de ansiedad, frustración, satisfacción....Un proceso que es continuo, y es en este "continuum" donde el mayor realiza su aprendizaje en un tiempo propio no sólo como individuo, sino como grupo.
Revalorizar el error y la duda como verdaderos disparadores de la reflexión y la acción, constituyen caminos de acercamiento al conocimiento. Quién duda se abre a la posible pregunta, y desde ese cuestionamiento tiende a abrir nuevas preguntas y comenzar a darse otras respuestas. Quién reconoce un error hace un acto de reflexión que lo impulsa a la búsqueda del conocimiento.
A través de una metodología que incluya formas activas de aprendizaje, se desarrollan las capacidades de informarse, comprender, analizar, criticar, evaluar para poder hacer una lectura crítica de la realidad que posibilite modos de inserción creativos y satisfactorios.
El aprendizaje se genera en una situación de experiencia, de contacto con el medio e interacción con los otros, por ello se propone recrear condiciones de aprendizaje donde se posibilita la experiencia y se valora la interacción.
Todos son protagonistas del aprendizaje, abiertos a escuchar, a expresar, a recibir, a incorporar lo que piensa el otro, a copensar, dispuestos a trabajar juntos, a cooperar en integrar lo nuevo con lo que ya se posee. Aprender es resignificar la realidad, para que nazcan nuevas apropiaciones de sentido.
La acción socioeducativa atiende no sólo la manera de ser de cada mayor sino su manera de aprender, rescatando y potenciando sus características.
No siempre si se ha aprendido de una manera se puede adaptar fácilmente al cambio. Sin embargo construir una nueva actitud de aprendizaje es abrir una perspectiva. Para ello se debe atender a las matrices de aprendizaje, entendida como la modalidad con la que cada sujeto organiza y significa el universo de su experiencia, "su" universo de conocimiento. Este modelo incluye no sólo aspectos conceptuales sino emocionales y afectivos. Es este modelo, construído en nuestra trayectoria de aprendizajes, el que sintetiza en el aquí y ahora, nuestras potencialidades y nuestros obstáculos. Estas matrices no conforman estructuras cerradas, sino que son susceptibles de modificación. A tales modificaciones se apela en las intervenciones socioeducativas, promoviendo en los mayores actitudes que muestren las posibilidades de ser sujeto transformador.
Respetando las diferentes matrices de aprendizaje y las correspondientes modalidades de relación con el objeto de conocimiento que de ellas se desprende, se busca fomentar como ya se dijo la participación del adulto mayor organizándola como proceso de aprendizaje. La dinámica de cada encuentro comprende tres momentos, que con ciertas variantes y flexibilidad, las cuales dependen de las características de cada integrante y del cada grupo en particular, se desarrolla el orden necesario para que el mayor organice su aprender. Ellos son: la actividad inicial, el desarrollo (conceptos y objetivo del encuentro) y la actividad de afianzamiento, integración y extensión.
La actividad inicial, posterior al momento de reencuentro y primer intercambio, tiene como objetivo centrar la atención en el tema, promover la aparición y manifestación de intereses, al aporte de lo espontáneo, el darse cuenta de lo que se posee.
En un segundo momento se comienza a introducir conceptos a modo de herramientas que sirvan para seguir construyendo el conocimiento, sin descuidar la apertura a la pregunta, apelando al bagaje propio y experiencial, individual y grupal; sin olvidar que la participación real, auténtica y espontánea del mayor es la base de un aprendizaje significativo.
Las actividades de afianzamiento, integración y extensión promueve una posición activa que permite a la persona reelaborar y recrear lo trabajado, enriqueciéndolo, completándolo y aplicándolo a la realidad. Este momento involucra no sólo el intercambio de conceptos realizado, sino la manifestación de sentimientos, opiniones y propuestas. De esta forma se permite ampliar lo trabajado, abriéndolo hacia otras perspectivas, hacia nuevas dudas e interrogantes.
Cabe aclarar una vez más, que al hablar de momentos en el desarrollo de la dinámica no se habla de una estructura rígida, por el contrario no sólo se promueve el respeto por las características y tiempos propios, sino que requiere del profesional a cargo el conocimiento de la dinámica grupal y el reconocimiento de las operaciones intelectuales que en cada caso deben realizar los integrantes, para acompañar, y orientar el proceso de aprendizaje.
El trabajo con mayores reclama flexibilidad, creatividad, un clima placentero y de contención, en el que el eje de las actividades son los objetivos y no los contenidos.
La oportunidad de continuar aprendiendo es para los adultos mayores un derecho fundamental para mejorar la calidad de vida y una forma de continuar perteneciendo a la sociedad, en ocasiones vedada.
El aprendizaje en la vejez debe desarrollar en los sujetos el respeto por sí mismo y por su autonomía, adoptando una metodología que dista mucho de las diversas formas de paternalismo, rechazo, desprecio o conductas protectoras. Por el contrario debe favorecer el encuentro, el diálogo, la confrontación de ideas, despertando las potencialidades de la persona como la creatividad, la inteligencia, la sensibilidad, la iniciativa personal y grupal, para un desarrollo pleno.
La vejez es también tiempo de aprendizaje, aunque tenga características diferentes al que transcurre en otras etapas. Diferencias marcadas por las motivaciones que los instan a aprender, el ritmo de los aprendizajes y los objetivos perseguidos. La capacidad de aprender a aprender si bien se adquiere en los primeros años de vida y va consolidándose durante ella, no se pierde en la vejez. Los mayores que integran esta capacidad a su vida disfrutan de su beneficio, dando muestras en sus afirmaciones, actitudes y sentimientos de lo beneficioso y gratificante que les resulta.
La acción educativa a la que se hace referencia puede ser motor de nuevos descubrimientos, nuevos proyectos para esos años, proporcionando la satisfacción personal necesaria para contemplar la vida con ilusiones renovadas.
Como ya se hizo referencia el aprendizaje del adulto mayor debe atender a las características propias de cada sujeto por lo que exige propuestas variadas, para poder respetar esas diferentes "vejeces" que las personas atraviesan, en la que cada uno se sienta comprendido en sus necesidades e intereses personales. Actividades que estén libres de una obligación de rendimiento, y que su evaluación tenga por objetivo la gratificación de reconocer los avances propios y la redefinición de las características de la propuesta.
Asimismo no sólo se debe tener en cuenta la diversidad de propuestas, y la calidad de las mismas, también es necesario contemplar el nivel cultural y educativo, que exigen se incrementen las posibilidades personalizadas. De esta manera los mayores responderán a actividades más selectivas y participativas, constituyéndose ellos mismos en constructores diarios de dichas propuestas, mostrándose interesados en la definición y planificación de estos espacios.
Dichas actividades, como espacios de encuentro entre pares, completan la vida social de las personas mayores que cuentan con el apoyo familiar, y en algunos casos se transforman en la única forma de establecer relaciones sociales. Es el caso de mayores que están privados de atención y apoyo familiar, por no contar con ella debido a no poseer lazos familiares o en ocasiones por la actual crisis familiar atravesada por un sinnúmero de acontecimientos (sociales, afectivos, económicos) que le impiden a la familia ser apoyo de ese mayor. Promover la actividad de las funciones psicofísicas y sociales causa en muchos casos el enlentecimiento del deterioro propio de los años.
Mostrar las posibles formas de transformación de un tiempo libre es tarea del profesional que trabaja con mayores, sin olvidar que quien decide la dirección de dicho cambio es el mismo mayor, en la medida, tiempo y ritmo que pueda. Es tarea de cada uno integrar y aprovechar en su beneficio personal y también social, todo ese enorme equipaje constituido a través de la historia recorrida, formado por experiencias, aprendizajes, conocimientos para mejorar la calidad de vida.
Marta no sólo continúa participando de los talleres que desde un enfoque integral de la persona desarrollan aspectos que estaban adormecidos o dejados de lado por ella, sino que pudo introducir otros cambios que le permiten mejorar su calidad de vida. Cabe destacar que no sólo realiza su solitaria rutina de natación, sino que se incorporó a un grupo que hace gimnasia en el agua, sumando placer en conexión con sus gustos, e inquietudes. Menciono también que sigue asistiendo a los talleres con entusiasmo y compromiso a pesar que su amiga por problemas de salud, ya no lo hace.
Adhiero a las palabras de García Arroyo que afirma que la participación de los mayores en las propuestas educativas implica un saber, un saber hacer y un saber ser para afrontar las tareas vitales propias de la edad evolutiva. Dicha participación aumenta la información, formación y toma de conciencia de lo que uno es, y de lo que uno hace o puede hacer.
Por último, considero que la intervención socioeducativa permite la construcción de una imagen de sí mismos más ajustada, de la misma manera que la revalorización de su autoestima. Contribuye a establecer una red óptima de relaciones interpersonales y aumentar el interés por la comunidad, en estrecha conexión con los aspectos culturales y sociohistóricos.
La experiencia de "aprender a aprender" se enriquece de manera cooperativa, brindando la oportunidad de desarrollar el gusto por descubrir nuevas experiencias y capacidades expresivas.
El proceso educativo dura toda la vida, no es privativo de algunas etapas. La educación es inagotable y la persona como sujeto de aprendizaje es siempre susceptible de crecimiento.
No hay duda que el aprender forma parte del vivir, experiencia en la que el conocer se integra con el sentir y el hacer. El aprendizaje está indisolublemente ligado a la vida. Si es así, como profesionales de la salud no debemos descuidar todo lo que tenga que ver con éste, comprometiéndonos, construyendo alternativas y apostando desde nuestra individualidad al trabajo interdisciplinario y conjunto, que posibilite a los mayores gozar de su relación con el entorno personal, social y natural de forma participativa, madura y autónoma.
La intervención socioeducativa en la vejez, da la oportunidad de desplegar y redescubrir los propios recursos, resignificando el sentido de la vida, posibilitándole a muchas personas como Marta construir un tiempo libre rico y significativo, sinónimo de un envejecimiento sano.
Bibliografía
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