Asuntos de acompañamiento terapéutico: la vejez (no) viene sola
Claudia Esther
Levit
claulevit@yahoo.com.ar - claudia_levit@grupotrama.com.ar
Palabras Clave: Vejez, Subjetividad, Acompañamiento Terapéutico.
I La Vejez
Pensando en la vejez, me pregunto qué es lo que la distingue de otros momentos de la vida: ¿Una psicología particular? ¿El deterioro del cuerpo y mente y la disminución de las inserciones sociales? ¿Las pérdidas reales e ideales que acontecen en el transcurso de la vida? ¿Hay un abordaje particular del sujeto viejo a partir del entramado de estas variables en juego?
En psicoanálisis hablamos de sujeto de deseo, una relación al Otro del lenguaje, modos singulares de goce. No hay referencia a la cronología del humano sino a la posición subjetiva que él ha asumido en el transcurso vital.
Sin embargo no podemos desprender de nuestra reflexión los cambios psíquicos que se producen durante la mediana edad. Estos van dando lugar a una relación distinta con el tiempo que queda por transcurrir de vida y producen un incremento de la interioridad cuyo efecto será las reminiscencias o la nostalgia. A esto se suma la personalización de la muerte por pérdida real de pares, cuyo efecto es que la muerte no inscripta en el psiquismo se transforma en una posibilidad real para la persona, hecho impensable durante el tiempo de juventud.
Además, ¿Qué lugar le depara al viejo la sociedad en que habita? ¿Cuál es el imaginario tejido a su alrededor a medida que es condenado a dejar su espacio laboral, su cuerpo y su potencia se modifican y ya no responde a los ideales de éxito, productividad y belleza de su medio? ¿Qué lazos sociales y afectivos lo sostienen narcisísticamente, cuando las figuras significativas de su entorno van desapareciendo?
La familia actual ya no contiene en su seno a sus mayores y frente a las complicaciones que se suman durante el envejecimiento para su autonomía, a veces se opta por derivar al sujeto a una institución de gerontes, espacio que irrumpe en su vida de manera sorpresiva, con connotaciones negativas, ya que remiten a su deterioro y donde nada lo representa ni lo singulariza en el inicio de su inserción.
Atención, esto nos pasa. No se trata de sancionar con valores positivos o negativos ni la conformación de la familia actual ni la opción para la preservación vital del viejo.
Pero, sutilmente, en el transcurso de nuestra reflexión el sujeto deseante ha devenido objeto viejo, receptor de cuidados de su organismo, pero perdido lo más singular de sí, su subjetividad.
Dejemos el marco general de la vejez y volvamos al sujeto singular: lo que modela la manera en que el sujeto envejece es la forma en que ha vivido, afrontado los avatares de su existencia y sus duelos.
Simone de Beauvoir destaca en su texto "La Vejez" que "Mientras el espíritu conserva su equilibrio y su vigor, se consigue de ordinario mantener al sujeto en buena salud física; ésta se arruina cuando el ánimo cede...". En un párrafo posterior la autora vincula la inteligencia y la memoria de un individuo con su atención a la vida, con sus intereses en este mundo, con el conjunto de sus proyectos.
A partir de esta cita de Beauvoir destacamos la supervivencia subjetiva como fundamental para la existencia del humano.
II El Acompañamiento Terapéutico
Este dispositivo tiene historia. En nuestro país tiene un desarrollo de más de 30 años.
Ya Donald Winnicott en un artículo de 1963 relata la inclusión de asistentes sociales en casos de enfermedad mental, primer espacio de la salud en que se desarrolló el acompañamiento terapéutico; afortunadamente hoy ya no es el único. Él plantea su inclusión en los tratamientos para generar un ambiente facilitador que promueva los desarrollos madurativos. Dice que la inclusión de los mismos contrarresta las fuerzas desintegradoras en los individuos, en las familias y en grupos sociales.
En el mismo texto alude a una definición de enfermedad mental de John Rickman: "La enfermedad mental consiste en no encontrar a nadie que nos soporte". Dice Winnicott: "En otras palabras, el significado de la palabra "enfermo" incluye cierta participación de la sociedad."
Soportes como objetos libidinales disponibles en el mundo de cada persona. Estos funcionan como espejos que devuelven la riqueza e integridad del sí mismo a cada uno. Su ausencia o la falta de un vínculo humano opera como desintegrador de la propia identidad.
Esta definición nos es útil en tanto nos remite al fenómeno de repliegue y aislamiento que va sufriendo el viejo debido a las pérdidas reales y también ideales en su mundo.
Estas, a veces elaboradas a través del duelo, permiten una posterior reconducción del interés sobre nuevos objetos, y cuando no, su efecto es un intenso sentimiento de tristeza y desánimo, comprometiendo también el cuerpo y la mente en un progresivo deterioro.
Hoy definimos el acompañamiento terapéutico como un dispositivo que se incluye en los medios habituales de la persona, al servicio de un tratamiento en curso, que establece un vínculo de confianza posibilitador de la exploración de la situación total de la misma y su entorno afectivo, revelando la dimensión de los obstáculos en juego, despejando recursos, potencialidades e inaugurando posibilidades creativas en un trabajo permanente con el sujeto. Se trata de retornar al "hacer vital para seguir siendo".
La disposición particular del A.T. permite un despliegue de la subjetividad, los conflictos, los afectos tanto tiernos como agresivos, los duelos no elaborados, dando lugar a un trabajo de historización en que la persona vuelve a dimensionar su vida, sus logros, sus recursos, sus deseos y sus proyectos actuales. Se duelan las pérdidas y lo que ya no será y se involucra el ser en lo que es significativo hoy...y posible.
III Acompañamiento Terapéutico en la Vejez
Al proponer esta tarea para este momento vital, ¿En qué situaciones nos incluimos?
Puedo decir que esta tarea toma una forma particular cada vez, se trata del "caso por caso", ya que no hay dos sujetos iguales que impliquen un mismo abordaje y la especificidad del dispositivo permite su construcción "a medida".
Mencionamos las pérdidas que se producen durante el transcurso de la vida y sabemos que esos objetos ya ausentes no siempre podrán ser reemplazados (amigos, familia, pares, etc.). Ante esta realidad que se va despoblando de figuras sostén y/o auxiliares en lo cotidiano, una posibilidad es la inclusión del A.T., quien, como parte de sus incumbencias específicas, aborda la continuidad del proyecto vital.
Asimismo, hemos trabajado con personas con discapacidades físicas, demencias, patologías psiquiátricas, etc., y considerando su personalidad previa, su historia, sus capacidades presentes y su vitalidad, los efectos que produce una figura terapéutica en el ámbito cotidiano, o aún en instituciones geriátricas, donde se desarrollan los conflictos y obstáculos, han sido benéficos para la calidad de vida de la persona en cuestión y su entorno.
Al inicio hemos mencionado que tratamos con un sujeto de deseo y de goce y no un sujeto cronológico. Retomamos esta idea para afirmar que una inclusión distinta, una tarea novedosa con otro en la vida de una persona, puede provocar cambios en su modo de incluirse en el mundo objetal. Alguien que "soporte" promueve un lugar más soportable y este efecto tiñe el resto de los espacios que el sujeto habita.
Esta presencia produce efectos en cada caso, según la estructura psíquica subjetiva, su padecimiento, su patología y su potencia a desplegar en el trabajo, pero la resubjetivación producida en la tarea también tiene efectos de narcisización, produciendo mayor autonomía al nivel de las funciones yoicas, y mayor sentimiento de sí.
La experiencia de la vejez, tanto en soledad como acompañada, nos confirma una verdad básica humana: "Nos constituímos y seguimos siendo en el encuentro con otros."
Ello nos garantiza una existencia que valga la pena ser vivida.
Lic. Claudia E. Levit
Bibliografía
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