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Número 12 - Abril 2003

Vulnerabilidad de los adultos mayores: un tema de (nos)otros

Ruben Darío Brandán
iirge@unse.edu.ar

En nuestro contexto resaltan un conjunto de factores que condicionan negativamente las posibilidades concretas de promover una plena integración, participación de los AM en el conjunto de las esferas socioeconómicas. Estos tienen dificultades para seguir actuando de manera activa en su comunidad. La problemática de esta población se halla signada por la ruptura de lazos interactivos, una potencial pérdida de autoestima como producto de una representación negativa de su propia figura imperante en el imaginario colectivo, la restricción de oportunidades en el mercado de trabajo, bajos porcentajes de escolaridad y un déficit marcado en la cobertura sanitaria y educacional. Estos elementos operan como argamasa para la construcción de las precarias condiciones de vida sobre las que deben proyectarse los AM.

Si bien esta precariedad no es igual a pobreza, desamparo y aislamiento, pues se reconoce la heterogeneidad de la categoría del adulto mayor, entraña el riesgo potencial, la probabilidad de padecerlas. El AM debe proyectarse sobre y a pesar de dicha precariedad.

Estas circunstancias promueven desafíos al conjunto de la sociedad. Exige la implicación del conjunto de trabajadores de la ciencia en un esfuerzo por el desarrollo de propuestas, programas que se asienten sobre bases científicas y desmitificadoras de la vejez. Que implique la constitución del ciudadano AM como un activo para la sociedad, a través de la generación de condiciones que permitan un aprovechamiento mas eficaz de la totalidad de los recursos humanos disponibles.

Uno de dichos retos consiste en responder "quienes se harán cargo del colectivo de mayores con un nuevo perfil social?"2. Por extensión, en que medida esta problemática debe involucrarnos a nosotros, quienes no formamos parte de la categoría de AM? En que aspectos específicos "nosotros" nos vemos implicados en la problemática de esos "otros"?

Enfocando y abordando la temática de la vejez y sus condiciones objetivas de desarrollo a partir de la herramienta conceptual de la vulnerabilidad social, observamos de pronto que la categoría de esos "otros" nos involucra de una manera especial y solapada.

Vulnerabilidad social alude a "una condición social de riesgo, de dificultad, que inhabilita e invalida, de manera inmediata o en el futuro, a los grupos afectados, en la satisfacción de su bienestar –en tanto subsistencia y calidad de vida- en contextos socio históricos y culturalmente determinados"3. Guarda una riqueza heurística en tanto implica las carencias y dificultades actuales y los potenciales y probables carencias en el futuro. Es un concepto abarcativo y se sustenta en una dimensión dinámica, donde se pueden involucrar en escena a "vulnerados" y "vulnerables". Con referencia a la problemática abordada, como "vulnerados" englobamos a todo adulto mayor que padezca actualmente un conjunto de privaciones que limiten sus capacidades para valerse por sí mismos, para participar plenamente del conjunto de las ventajas y beneficios generados en el seno de las sociedades modernas. Como "vulnerables" hacemos mención a quienes se hallan ante el peligro inminente de padecer la privación de estos beneficios dadas las condiciones actuales en las que se haya involucrado el grupo al que pertenezca o al que eventualmente pertenecerá. En esta categoría nos vemos involucrados "nosotros", jóvenes y adultos, dado el carácter inevitable del envejecimiento humano y la existencia real de condicionamientos negativos que signan la existencia de estos sujetos.

En este sentido y apelando al juego terminológico de los "unos" y los "otros":

¿Podemos identificar a los adultos mayores como los "otros", en tanto categoría que nos es ajena? Es decir; ¿podemos pensar y actuar con referencia a la temática de la vejez sin representarnos como parte de dicho grupo?

La respuesta es no.

Este último enunciado marca la dirección de nuestra tesitura, no hay un otros y nosotros. La categoría de viejo no nos es ajena. No podemos debatir las condiciones de existencia de la vejez sin vernos representados a nosotros mismos como viejos en el futuro. Por ende, las condiciones de vida de los adultos mayores vulnerados debe promover en el resto de los ciudadanos la reflexión y el esfuerzo necesarios para transformar las condiciones de vida negativas que pautan la existencia de los mismos.

Transferencia intergeneracional: vulnerabilidad de los viejos, vulnerabilidad nuestra.

De manera tal, nos aventuramos a la exploración y análisis somero de una de las condiciones objetivas que tejen la precariedad abordada. Nos referimos específicamente a un factor de carácter simbólico, tal como lo constituyen los estereotipos tradicionales de la vejez, que sobre la base de un paradigma biomédico sustentaron (y sustentan) una imagen preponderantemente deficitaria, concibiendo al "viejo " como sujeto improductivo y pasivo. En el seno de este esquema simbólico dóxico se describe y distingue negativamente el concepto y la figura del viejo. Se estableció en los discursos gerontológico el término de "edaismo" para aludir al concepto peyorativo de alguien basado en su edad avanzada.

Estas representaciones, como objetos sociales que circulan y se extienden fundamentalmente a través del lenguaje cotidiano, impregnan el conjunto de las relaciones sociales e impacta en las creencias y las percepciones de todos los actores. A partir de ellas, de las significaciones socialmente asignadas a la vejez, los sujetos orientan sus comportamientos y actitudes. Tienen una función de mediación y de determinación (no lineal por supuesto). Es decir, tienen un potencial de acción. En términos de Bourdieu, guardan efectos simbólicos, como poder de hacer ver y valorar, como poder de hacer creer y predisponer diferentes comportamientos coherentes con lo percibido. El acto de nombramiento guarda un aspecto descriptivo y prescriptivo, tanto para el adulto mayor como para el resto de los actores sociales. Esta es la fuerza operativa del etiquetado, descripta como "cualidad esencializante", es decir, toda relación de la persona a quien le asignan una categoría dada, se halla condicionada por la calidad de dicha categoría. Esto es, casi por decir "esa persona es esto y solo esto"4. Por ende, se actúa soslayando y subestimando el valor potencial del AM.

Este etiquetado es un mecanismo de violencia simbólica puesto que se ejercita en el escenario cotidiano contando con la complicidad de los actores involucrados, tanto adultos como no adultos. Los actores sociales conciben las representaciones negativas de la vejez como indicadores objetivos de la realidad, en tanto se constituyen bajo el amparo de la transparencia de las "cosas dadas". Según esta lógica, el viejo "es así". Se disfraza el carácter coactivo y arbitrario de dichas percepciones, el anudamiento de las mismas a configuraciones mas amplias como los prejuicios sociales y mitos. Se vivencia la experiencia como una creencia natural. Gutiérrez definió a la misma como "una adhesión inmediata, una sumisión dóxica al mundo y a las exhortaciones de ese mundo".

De este modo, estudios empíricos concluyen que la percepción social de los adultos mayores consisten en imágenes básicamente negativas (Fernández Ballesteros, 1992 5). Y que la representación que de si mismo tiene el viejo, "se ve influida por la representación que de la vejez, circula en el discurso de un grupo social determinado"6. Destacándose "un énfasis en las representaciones de naturaleza negativa"7.

En suma, actuamos como (nos)percibimos y como somos percibidos. La imagen que se nos proyecta y las expectativas anudadas a ella, constriñen nuestras posibilidades de elecciones y acciones.

Así, en el campo social la figura del adulto mayor representa un vector de valencia negativa. Este delimita no solo un estado de vulnerabilidad actual, identificando al adulto mayor presente, sino también un estado de vulnerabilidad potencial que (nos)involucra al resto de los miembros de la comunidad, habida cuenta del proceso natural e inexorable del envejecimiento de todo ser humano. El término figura hace alusión a una función, a una categoría con un status particular en un contexto dado. Se hace carne en sujetos particulares cuyas existencias son impactadas por las cualidades asignadas colectivamente a dicha categoría. En consecuencia, este factor nos transforma en sujetos vulnerables a partir de las condiciones de fragilidad y precariedad presentes.

La noción de vulnerabilidad social nos permite representarnos como un grupo en proyección hacia un porvenir de escasos recursos y activos (materiales y no materiales). Nos figura como sujetos con altas probabilidades de precariedad futura y de carencias inminentes.

El eje temporal de la concepción nos advierte de una cierta inercia de los esquemas simbólicos anclados en el imaginario colectivo. Da cuenta de los procesos a través de los cuales estos se reproducen y perviven. Consecuentemente, y de no mediar transformaciones, se produce en el campo social una transferencia intergeneracional de la vulnerabilidad, en donde los actuales adultos y jóvenes ("nosotros") corremos en el futuro el riesgo inminente de padecer el estado de vulnerados.

Esta perspectiva nos ofrece una panorámica dialéctica: no es posible pensar en el adulto mayor sin pensarnos a nosotros mismos. Los límites son difusos y perecederos. La vulneración de la dignidad de los AM nos remite irremediablemente a la vulneración de nuestra propia condición de seres humanos. Al focalizar sobre los vulnerados, la realidad nos devuelve nuestra propia condición de vulnerables, de probables vulnerados.

Fortalece el estímulo a tomar partido en el debate y esfuerzos actuales por la mejora de las condiciones de vida materiales y no materiales de la población de AM. Al respecto, se distinguen en nuestro medio los aportes de las disciplinas científicas en el esfuerzo por desmitificar las connotaciones negativas de la imagen tradicional de la vejez, por delinear propuestas políticas para la superación de la precariedad aludida y el consecuente accionar de organizaciones e instituciones gubernamentales y no gubernamentales por canalizar y concretar dichos proyectos. A ésto se suman el apoyo y la participación de los AM en dichos espacios, instituyendo potenciales herramientas de crítica y transformación de las condiciones negativas. Por ello sostenemos que la topografía de nuestro contexto no se define como un inerte telón de rupturas y carencias. Se define mejor como una arena, escenario de una lucha dinámica y merecedora de los mejores denuedos en pos del reconocimiento y aprovechamiento efectivos de los AM como un activo esencial para la vida cívica y el desarrollo socio económico.

En suma, y con relación al interrogante destacado, enfatizamos en que debemos hacernos cargo y responsabilizarnos de las condiciones de vida actuales de los mayores, puesto que involucran nuestras condiciones probables de desarrollo al atravesar dicha instancia madurativa. No es una cuestión de otros, sino de nosotros. De obviar el debate, de no aportar esfuerzo en pos de la construcción de un entorno apropiado y saludable para la existencia y desarrollo de los viejos, contribuimos en el proceso de la transferencia intergeneracional de la vulnerabilidad.

NOTAS

1 El presente documento constituye una reflexión crítica fruto de las experiencias de campo y debates generados en el seno del equipo de trabajo perteneciente al proyecto de Investigación: "Estrategias de enseñanza y disposición al aprendizaje en la Educación de Adultos Mayores", dirigido por la Dra. Norma L. Tamer, y desarrollado en el ámbito de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Santiago del Estero.

2 Interrogante del proyecto: "Estrategias de enseñanza y disposición al aprendizaje en la Educación de Adultos Mayores", dirigido por Dra. Norma Tamer en el ámbito de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, 2001-2003.

3 Perona, Nélida; y Rochi, Graciela: Vulnerabilidad y Exclusión social. Una propuesta metodológica para el estudio de las condiciones de vida de los hogares", en Revista KAIROS, Año 5, Nº 8, 2º Semestre 2001, p.2. [en línea] Localización: http://www.fices.unsl.edu.ar/kairos/k8-08.htm.

4 Giroux, Henry: Teoría y resistencia en educación, México DF, Siglo XXI editores, 1997, p 178.

5 Fernandez-Ballesteros, R., Hernandez, J.M., Montorio, I., Llorente, M.G., Izal, M., Pozo, C. y De la Calle, A.: Mitos y realidades sobre la vejez y la salud. Barcelona: SG. Editores, 1992, p4.

6 Monchietti, Alicia; y Lombardo, Enrique: " Representación social de la vejez y su influencia sobre el aislamiento social y la salud de quien envejece", en Revista TIEMPO, Nº 4, Marzo 2000. [en línea] Localización: http://psiconet.com/tiempo/index.htm

7 Ibid.

 

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