Vínculos
familiares en la vejez
Acerca del amor y el desamor
Gloria Adriana
Ferrero
ferrerogloria@argentina.com
INTRODUCCION
En este trabajo me ocuparé de las transformaciones y el devenir de los vínculos en el sujeto, en su adultez tardía y su vejez.
Durante el envejecimiento se producen cambios en las situaciones vitales, crisis que impactan fuertemente en el sujeto y le marcan diferencias en ese momento de la vida.
El proceso de desarrollo y crecimiento de todo ser humano se da dentro de un entramado vincular, que los posibilita, y que a su vez le permite, a travez de una red significante, la construcción de su historia personal.
La relación entre los cambios biologicos corporales y el paso del tiempo no se adecua generalmente a los cambios psiquicos internos, el esquema corporal y la imagen corporal, muchas veces estan en discordancia.
Por ello, el otro del vínculo, generalmente anoticia de los cambios en la relación, y la necesidad de reorganizarlos.
Se envejece dentro de un vinculo familiar, social y cultural, y por ello tiene tanta importancia el modo en que se establece la vincularidad.
La definición del termino vínculo es ligadura estable, union significativa o atadura de una persona o cosa con otro.
Las ligaduras estables son una caracteristica de la subjetividad, del mundo mental, con búsqueda de relaciones de objeto estables dispuesta a perpetuarse, pero posible de modificarse por experiencias personales o a travéz del tratamiento psicoanalitico.
La intersubjetividad esta caracterizada por la presencia de vínculos; ligaduras solidas entre dos yoes deseantes.
En esta relacion interviene una noción de ajenidad, que el otro ofrece al yo, lo no asimilable del otro, con lo cual el yo tiene que relacionarse en forma permanente.
Los vínculos se sostienen por su capacidad de ilusionar, pero incluyen la aceptacion de la desilusión, el malentendido, la divergencia.
Todo vínculo esta expuesto a la incidencia del contexto sociocultural, donde se encuentran las representaciones inconcientes, socioculturales que se ligan con el sentimiento de pertenencia.
Las relaciones intersubjetivas pueden constituirse en una exigencia de trabajo psiquico.
Piera Aulagnier llama a esta situacion exigencia de la realidad, Kaes exigencia de la intersubjetividad. La formacion del vínculo obliga a realizar ese trabajo psiquico , como consecuencia de la relacion intersubjetiva, que torna al otro en sujeto y objeto a la vez.
El principio de placer, el narcisismo , nos llevan a degradar al otro a la categoria de objeto.
El vínculo, mas allá de las subjetividades que lo configuran, se puede transformar en hacedor de sufrimiento y angustia, como así mismo tiene un potencial terapeutico sanador, que posibilita cambios en las personas.
El otro impone violencia en su alteridad, pudiendo estar presente de muchas maneras, como exceso, falta o ausencia .
La ausencia se relaciona con la perdida del objeto, el exceso con la violencia.
Las perdidas y los duelos se producen durante toda la vida, pero en la vejez tiene un matiz diferente por la dificultad en general de lograr un sustituto adecuado al vínculo perdido.
Si bien todo sufrimiento en un vínculo no es patológico; hay que distinguir entre el sufrimiento que se presenta en la formación, mantenimiento o disolución de un vínculo, que puede llevar a la busqueda de satisfacciones sustitutivas, del sufrimiento patológico que paraliza, lleva a un quiebre y constituye un riesgo.
Vínculos en la adultéz tardia y la vejez
Marión Péruchon y Annete Thomé Renault se preguntan acerca del destino de la libido y la ligazón entre Eros y Thánatos en las investiduras objetales de los ancianos, su decurso y posibles transformaciones en el envejecimiento normal y el patológico.
En el envejecimiento normal la libido se mantiene ligada a los objetos queridos; y los destinos pulsionales se orientan a mantener los vinculos y las relaciones con su familia, tratando, a través de la transmisión generacional de perdurar , dejar un legado.
En el envejecimiento patológico, manifestación en general de un narcisismo desviado de sus fines saludables, la desinvestidura de la pulsión puede constituir un destino, dando lugar a manifestaciones tanáticas, al aislamiento, el desamparo, la soledad, en casos extremos a la dementización o pseudodemencia como situación de perdida vincular extrema.
Sin llegar a limites patológicos, a veces el exceso de sufrimiento puede producir la desinvestidura de la situación que lo causa.
Los viejos rememoran y comparan sus vinculos anteriores y los actuales, el lugar que ocupan actualmente en la trama familiar.
Generalmente algún desencadenante pone en juego el sufrimiento vincular..." Antes no era así, no me hubieran tratado de este modo. Antes nunca me hubieran dicho esto, ¿cuando comenzó a cambiar nuestra relación? ". Muchas pueden ser las causas que den origen a estas preguntas, un cambio en la realidad externa, casamiento de los hijos, situaciones de enfermedad, viudez, duelos, etc, pero el común denominador es admitir algo en relación al propio envejecimiento, (ahora es así, porque estoy viejo).
El tiempo y su modo de transcurrir ya no son los mismos, como tampoco sus hijos, sus conyuges, sus nietos, lo son.
Todo ello lo lleva a revisar sus vínculos.
Se produce una inversión de roles, un doble efecto, se pasa a ocupar el lugar de hijo del propio hijo con una perdida del sentimiento de poder, ellos daban, brindaban, sostenían. Para los hijos significa la caída de la imagen idealizada de los padres de la infancia, que ahora necesitan de ellos.
La situación social y económica actual agrava el sentimiento de dependencia, la disminución de la capacidad y poder adquisitivo produce que muchos padres pasen a ser mantenidos por sus hijos, creando una sensación de invalidez social y aumentando la vivencia de improductividad.
El duelo por envejecimiento, de dificil elaboración, motiva al viejo a la queja, que se transforma en un recurso para mantener la atención, se domina con ella y se tiene el temor permanente de ser excluido.
Se producen momentos críticos, se quiebra la estabilidad, un modelo conocido de afrontar las dificultades, no hay experiencia previa de envejecimiento, salvo la de nuestros padres.
El dolor, sufrimiento o desencuentro no parecen ser concebidos dentro de la subjetividad y los vínculos integrando una realidad psíquica, individual o de conjunto, se suele creer que es obra de algún suceso que interrumpe el estado de gracia, y por ello los signos de envejecimiento muchas veces son tomados como enfermedad o condena.
Ilustraré a modo de viñeta con un cuento de Humberto Costantini, titulado: Don José.
Mi nuera Julia es una porquería. Mi hijo también es una porquería aunque sea mi hijo . Ella es grande, barullera, mandona. El es un infelíz. Después estan los nietos. Mejor dicho, estaban. Antonio tiene diecisiete años y Pepito quince. ¿Para qué se van acordar del abuelo ahora?.
....Pensar que antes los tenía todo el tiempo pegado a los pantalones. Pero Julia es lo peor de todo. Es mala. Pasa delante de mí como delante de un perro. Peor, de un adoquín, de una cosa. Y rezonga . Además de eso rezonga. Siempre en voz baja, como si se le escaparan las cosas que dice ¡ Pero que se le van a escapar ! Las piensa, las piensa bien para mortificarme ¡ No se puede caminar en esta casa ! Claro, uno no sirve para nada. Ocupando sitio, molestando. Eso es lo que uno esta haciendo. Ni mandados puedo hacer. Desde que me agarró aquello, me quedó esta fatiga y este temblequeo en las manos que francamente.....Julia está en la cocina. Siempre el ruido, donde está ella está el ruido, Mejor, asi no me oye cuando abro la cancel. "El día menos pensado lo va a matar un auto", así no más me dice. Cada vez que salgo a la calle. Como si me estuviera rezongando de antemano por las molestias que le voy a traer si me dejo matar por un auto. Así es Julia. Los chicos están en el colegio. Es una lástima, quisiera verlos ahora. Oírlos hablar de fútbol, de bailes, qué se yo. Mi hijo no vuelve hasta la noche.
A esta puerta hay que echarle un poco de aceite.... Buenas tardes señora, ¿Ha visto? me dijo: " Buenas tardes Don José ". Es una cosa rara oirse llamar así. En casa me dicen viejo, abuelo. Pero ella me dijo Don José. Ser Don José es ser algo. El viejo, el abuelo, es una cosa. No es nada. En casa yo no soy nada. Pero en la calle soy todavía Don José...
Se me hacen pesadas estas cuadras. Casi tengo que arrastrar los pies. La fatiga no me deja respirar. Hay que cruzar dos calles todavía. El día menos pensado lo va a matar un auto. ¿ Y qué ?. ¿Si me mata un auto que pasa?. No se va a afligir mucho por eso. La piecita del fondo le queda libre. Queman todos mis cachivaches y asunto concluido. Es mala, mala. Ella tiene la culpa de todo. Lo único que me dice mi hijo es: "Hola que tal" cuando viene del trabajo. Y ni siquiera espera que le conteste. Se vá a la cocina y me deja con la palabra en la boca. Es un infeliz. A veces quisiera pegarle un buen par de gritos a ese estúpido, pero no puedo. Me fatigo y además enseguida se me afloja la voz y empiezo a llorar. Eso es lo que me pasa siempre. Cada vez que quiero gritar lloro......Nunca pensé que sería tan fácil. Más dificil es quedarse sentado en el patio. "¡No se puede caminar en esta casa!" "Pierda cuidado que ya se va a poder caminar". Me estará buscando. Va a ver la silla vacia y rezongará, ¿ Donde se habrá metido el viejo?. Pero el viejo no se fue,vuelve. Vuelve con un gran sueño de tranquilidad en el bolsillo....La tranquilidad la tengo aquí. No quiero meterme en la casa todavía. No voy a saber que hacer hasta la noche. Me gustaría
quedarme en la calle, pero me canso mucho. Si tuviera una silla. Los chicos ya salieron de la escuela. Dentro de un rato van a llegar. A esta hora, antes los llevaba a la plaza. Voy a ir
a la plaza. Me siento en un banco y espero que se haga la noche. Después vuelvo a casa. La plaza está allí como una gran mano abierta. El silbido cachaciento de una urraca cabecea en la punta de un eucalipto. Los caminos,el cesped, los juegos y el primer banco
desocupado, está al lado de otro donde hay varios hombres hablando, lástima, era preferible estar solo ahora.
Esta cansado y se sienta, quiere volver a sus cosas, a sus recuerdos. Son como las seis, espero un rato más y me vuelvo. Antes de que se vayan los chicos, porque quisiera verlos... Estos hablan y no se imaginan. (Pero se da cuenta de que los hombres lo miran. Mas aún, de que hablan en voz alta como para que el los escuche, entonces los observa. Son viejos, cinco viejos que hablan.
Alguien hace una broma y todos se ríen . Se ríen y lo miran a él como esperando su risa. Y él, claro, sonríe, y los viejos ríen más aún. Son como colegiales, han reconocido a uno de los suyos y quieren conquistarlo. Hay una especie de competencia. ¿ Como hacen los muchachos cuando llega uno nuevo al barrio ?. Le regalan figuritas o le dicen aquel es un sonso, ¡ Para que no los confundan a ellos con el sonso ¡ Y también para sentirse juntos. Asi hacían los viejos. El los escucha ahora con atención . Se da cuenta de su ingenua maniobra y siente una cosa rara. Alegría y emoción no son justamente las palabras. Es un sentimiento nuevo, es una cosa dulce que lo reconforta, que lo hace sentir de nuevo Don José y que le llena los ojos de lágrimas.
¡Hace tantos años que no lo miran como lo miran ellos!. No es respeto, no es compasión. Es un trato de igual a igual, como solo pueden tenerlos los niños.Escucha y escucha y cada vez los siente más cerca. Son viejos como él, como él deben molestar en la casa y por eso se juntan todas las tardes en ese banco. Hablan de comida.)..
-" Para que la salsa salga bien hay que freir primero la cebolla y después recién agregar el tomate..."
(La garganta se le aprieta, le tiemblan los labios, quiere llegar corriendo hasta ellos y abrazarlos a todos, decirles : "¡Gracias, gracias amigos, compañeros, hermanos, gracias por ese pedacito de humanidad que me regalan, gracias, gracias!."
Sabe que mañana estará otra vez en ese banco conversando con ellos, sabe que arrojará el tubito de Luminal en la primera alcantarilla que encuentre, sabe que la vida lo ha acogido en su seno nuevamente y quiere gritarlo, decirle todo eso a ellos, a sus hermanos.
Pero solo alcanza a decir con voz temblorosa , viendo como todos se detienen a escucharlo)
-"La cebolla tiene que estar bien doradita...".
Análisis del Cuento
En esta narración se pone en juego la dificultad de sostener al viejo en la red vincular.
Sabemos que el grupo familiar es la red prevalente de pertenencia del ser humano.
Don José se siente cosificado, sin un espacio, estorbando. Surje en él un deseo vindicativo, el suicidio, ultimo intento de ser notado por su falta.
Enfrentado a la indiferencia , sin voz, sin ser deseado por su familia, parece encontrar en el deseo de muerte, la única salida a su rabia y desesperación. " Eros queda destronado por Thánatos ".
Asi como la investidura corporal es necesaria para existir, el ser humano esta condenado a investir, a mantener un vinculo con otro, cuya alteridad le proporcione un significado a si mismo. Necesitamos de un otro que nos corporice y nos de sentido de existencia.
El cuerpo del bebé se libidiniza en reacción a los estimulos de la madre que lo toca, lo mira, le habla, lo acaricia.
¿Que sucede con el cuerpo en la vejez?, cuerpo que parece ofrecer a la consideración de los más jóvenes cierto rechazo por los signos del deterioro. Retorno de lo familiar devenido siniestro.
Lipovetsky plantea que en la sociedad posmoderna, el cuerpo ha sido promovido a un verdadero objeto de culto. Inversión narcisista visible a travéz de mil practicas cotidianas; angustia de la edad y de las arrugas.
El cuerpo ha perdido su estatuto de alteridad de materialidad, en beneficio de ser identificado con la persona, designa nuestra identidad profunda.
Lasch dice, que el miedo moderno a morir es constitutivo del neo-narcisismo.
El desinterés por las generaciones futuras intensifica la angustia de la muerte; la degradación de las condiciones existencia de las personas de edad, la necesidad permanente de ser valorado y admirado por la belleza, el encanto, la celebridad, hacen la perspectiva de la vejez intolerable.
La edad se torna un sinsentido contemporáneo, lo que exacerba su horror.
Permanecer joven, no envejecer; se torna un imperativo en la lucha contra el paso del tiempo.
Si además, a los viejos se lo considera representantes de la muerte, pueden ser condenados al aislamiento y segregación de los demás.
El entorno se retrae, le quita la libidinización necesaria para su subsistencia. " Mis nietos andaban siempre pegados a mis pantalones ".
El rechazo y la carencia de afectos en un viejo suele instalar la desesperanza y la depresión.
Un cuerpo que no dá, las piernas que tiemblan, que no sostienen ni física ni narcisisticamente , son el negativo de lo que se anhela.
El dejar de tener un espacio en la familia, sentirse un individuo, del ser a un genérico -viejo-abuelo; la perdida del "Don" , de su singularidad, le produce un sentimiento de frustración y rabia, autoestima dañada que duele en cuerpo y alma.
La valorización negativa, emitida por un otro significativo ( nuera, hijos, nietos ); genera un estado de minusvalía, una perdida de autoestima, dando lugar al sentimiento de no ser y no tener un espacio, un sentido en la trama familiar.
Vacío de la función, pérdida de sentido, que lleva a situaciones criticas. Fuera del lazo intersubjetivo se produce la negativización de la perdida.
El recuerdo de un " antes " donde su rol de abuelo lo hacia sentir necesitado por sus nietos, importante para sus hijos, lo lleva en una actitud reminiscente , a reencontrarse con lugares y paisajes ligados a momentos mas vitales, placenteros, la plaza lugar de niños ...y de viejos
A travéz de sus pares, viejos como él , que lo miran, lo invitan y lo reconocen como uno de ellos, se siente renacer, deseo de otros que le devuelve su propio deseo de vivir, se produce una nueva ligadura, un vinculo que lo acoje y lo sostiene.
A modo de conclusión
Si bien el paso del tiempo amplia los encuentros vinculares que soportan al sujeto; perdiendose la prevalencia y jerarquia de las vinculaciones familiares de origen, a favor de otras, extrafamiliares; en el envejecimiento la sucesión de pérdidas, muchas veces impide la persistencia y renovación de ellos.
El sosten familiar se torna imprescindible, sobre todo la presencia activa de hijos y nietos.
Vínculos y desvínculos de hoy, sociedad individualista al paroxismo, donde se atenuan las condiciones de apuntalamiento del lazo social y familiar.
Los malestares ligados a las carencias de diversos grados, en especial en relación a la pertenencia, lleva a cierta dilución de la identidad, vaivenes entre el amor y el desamor que producen brechas en los seres humanos, donde jovenes y viejos no logran darle vida a sus vinculos, ligar las pulsiones y revalorizar su pertenencia.
Resumen
Vínculos familiares en la vejez: " Acerca del amor y el desamor "
El trabajo se ocupa de las transformaciones y el devenir de los vínculos en el sujeto en su adultesz tardía y su vejez.
En el envejecimiento se producen cambios en las situaciones vitales, crisis que cobran una dimensión diferente en ese particular momento de la vida.
La relación entre el cuerpo y el paso del tiempo no se corresponden generalmente con los cambios psíquicos internos; esquema corporal e imagen corporal no concuerdan.
La relación vincular en la vejez es sostenida por un entramado familiar, preponderantemente.
Las perdidas y duelos se producen durante toda la vida, pero en la vejez muestra un matiz diferente, por la dificultad de lograr un sustituto al vínculo perdido.
En el envejecimiento patológico, manifestación de un narcisismo desviado de sus fines saludables, la desinvestidura de la pulsión puede ser un destino, dando lugar a manifestaciones thanáticas, como situación de perdida vincular extrema.
El trabajo se ilustra a modo de un material clínico, con un cuento.
En él se evidencian los efectos de la indiferencia y el aislamiento, que provocan en el sujeto un deseo de muerte como salida a su rabia y desesperación.
Desesperanza y depresión que se ven atenuados y compensados por el surgimiento de un nuevo vínculo, un grupo de viejos como él, que le devuelven su singularidad y sentido de existencia.