Se expresan los adultos
mayores
Sentimientos
Pemyr. E:Sala Agosto 2003
Cuentan que una vez se reunieron en algún lugar de la tierra los sentimientos y cualidades de los hombres.
Cuando el aburrimiento había bostezado por tercera vez, la locura, como siempre tan loca, les propuso: "Vamos a jugar a las escondidas".
La intriga levantó la ceja y la curiosidad sin poder contenerse preguntó: "¿A las escondidas? Cómo es ese juego?"
"Es un juego explicó la locura en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden, y cuando haya terminado, el primero de ustedes que encuentre, ocupará mi lugar para terminar el juego".
El entusiasmo bailó secundado por la euforia. La alegría dió tantos saltos que terminó por convencer a la duda e incluso a la apatía. , que nunca le interesaba nada.
Pero no todos quisieron participar. La verdad prefirió esconderse, ¿para qué? Si al final siempre la encuentran. La soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiera sido de ella) y la cobardía prefirió no arriesgarse.
"Uno, dos, tres .." comenzó a contar la locura. La primera en esconderse fue la pereza que se dejó caer en la primera piedra en el camino. La fe subió al cielo y la envidia se escondió tras la sombra del triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.
La generosidad casi no alcanzaba a esconderse, porque cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos. ¿Qué tal un lago cristalino? Ideal para la belleza. ¿La rendija de un árbol? Perfecto para la timidez. ¿Una ráfaga de viento? Magnífico para la libertad.
Así la generosidad terminó por ocultarse en una rayito de sol. El ego, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo, pero sólo para él.
La mentira se escondió en el fondo del océano (en realidad detrás del Arco Iris). La pasión y el deseo en el centro de los volcanes. El olvido se olvidó dónde.
Cuando la locura contaba 999.999, el amor aún no había encontrado su sitio, pues todo estaba ocupado, hasta que divisó un rosal y estremecido decidió esconderse entre las flores.
"Un millón", gritó la locura y comenzó a buscar .
La primera en aparecer fue la pereza, sólo a tres pasos de una piedra. Después escuchó a la envidia y pudo deducir donde estaba el triunfo. Al egoísmo no tuvo que buscarlo ya que solito salió disparando de su escondite que había sido un nido de avispas.
De tanto caminar la locura sintió sed, y al alcanzar el lago descubrió a la belleza. Con la duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún, en qué lado esconderse. Al talento, entre las hierbas frescas, la angustia, en una oscura cueva, a la mentira, detrás del Arco Iris y hasta el olvido, que ya se había olvidado que estaba jugando a las escondidas.
Sólo el amor no aparecía por ningún lado. La locura buscó detrás de cada árbol, debajo de cada piedra, en la cima de las montañas, y cuando estaba por rendirse, divisó el rosal y comenzó a mover las ramas.
De pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos al amor. La locura no sabía qué hacer para disculparse. Lloró, rogó, imploró, pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo.
Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las escondidas en la tierra, el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.