Se expresan los adultos
mayores
LA EXPERIENCIA NO SE JUBILA
Inés Puccio
Docente del Taller de Inglés
( Programa Taller 3 de Santa Fe)
Es común que la jubilación traiga aparejado un sentimiento de pérdida. En algunos casos ese cambio de "estado" suele generar angustia o, peor aún, potenciar enfermedades .De pronto, el tener mucho tiempo libre provoca angustia y desasosiego.
Hace ya algún tiempo, cuando observaba a los jubilados, me parecía que esa etapa de la vida era como sentarse a esperar. Siempre me pregunté: ¿esperar qué? Esa espera podía interpretarse de distintas maneras, pero ciertamente ninguna muy alentadora.
En el caso del hombre, acostumbrado a la rutina productiva, si conseguía superar la crisis de desvalorización por la pérdida del trabajo, la espera se limitaba a "resucitar" algún hobby casero, dar de comer a las palomas en la plaza o, los más sociables, juntarse con sus congéneres en algún bar a tomar un fernet o jugar al dominó.
Las mujeres, generalmente jubiladas docentes y con un mundo hogareño y social más amplio, podían dedicarse a cuidar nietos, perfeccionar el crochet, cocinar para la familia y charlar con las amigas o vecinas.
Desde entonces ha pasado mucho agua bajo el puente y, aunque no quiero generalizar, no observo síntomas propios del retiro en los participantes de Proyecto 3. Practican deportes o hacen gimnasia, estudian, viajan, están informados e informatizados y la electrónica ha entrado en sus vidas para quedarse. Y no creo que pase por no realizar las actividades arriba mencionadas, yo misma muchas veces también cocino para la familia, tejer me parece una actividad creativa y desestresante y también he dado de comer a las palomas de la mano de mis nietos. Pero no como únicas actividades. La diferencia es que ahora tenemos otros horizontes, otras perspectivas. La expectativa de vida es mayor y esto ha cambiado el enfoque en lo que se refiere a los adultos mayores. La actitud es diferente. Podemos repensar la vida y nuestra propia identidad, llevar a cabo un proyecto personal antes postergado y hasta existe la posibilidad de una nueva vocación. En otras palabras, podemos seguir aprendiendo a vivir en plenitud.
Esto, aderezado por los lazos familiares y sociales ya existentes.
Todo lo vivido juega a nuestro favor, porque la experiencia no se jubila.