Se expresan los adultos mayores

La Plata y un negocio que ya no existe

La ciudad de La Plata fue fundada por el doctor Dardo Rocha el 19 de noviembre de 1982 y su nacimiento fue prenda de paz entre la Nación y la provincia, luego de años de guerras civiles. La Plata fue previamente diseñada y planificada: un cuadrado dividido en damero y cortado por diagonales, una plaza cada seis cuadras, una avenida también cada seis cuadras, un eje fundacional; en este, delimitado por las avenidas cincuenta y uno y cincuenta y tres y de uno a treinta y uno, se encuentran: el bosque, el Departamento de Policía, la Casa de Gobierno de la Provincia, la Legislatura Provincial, el Teatro Argentino, la Municipalidad de La Plata, la Catedral, el Regimiento Siete de Infantería (hoy plaza Islas Malvinas), el parque San Martín y, finaliza, en los talleres del ferrocarril (hoy cerrados y abandonados).

El comercio (negocios) en nuestra ciudad se desarrolló en una época sobre avenida siete, luego por calle ocho, por calle cinco y las adyacencias de éstas; pero desde que tengo memoria la calle doce fue y sigue siendo una arteria eminentemente comercial, desde calle cincuenta y cuatro hasta calle sesenta y cuatro. Yo nací en calle doce entre cincuenta y ocho y cincuenta y nueve (plena calle doce) y viví hasta los veintiséis años que me casé. Será por eso que los recuerdos más caros de mi vida transcurren en esa calle y si tengo que elegir voy a doce y no al centro. Ya no es la misma, ya no están los frondosos tilos que florecían todos los diecinueve de noviembre perfumando el ambiente, tampoco están circulando los tranvías, por doce pasaba el numero doce de color verde perteneciente, junto con otras líneas, a un Sr. Tettamanti; tampoco se realizan para carnaval los famosos corsos de calle doce ¡Los mejores de la ciudad en esa época!. Pasábamos esos días de carnaval en el mejor de los mundos; durante el corso cargábamos con agua los pomos de goma en la bañera de mi casa (los de plomo y perfumados eran demasiado costosos para jugar toda la noche); después de las doce de la noche que terminaba el desfile, salíamos con baldes de zinc (el plástico no existía) a mojar a cuanto muchacho conocido pasaba, sin que se produjera incidente alguno. La ciudad era chica, todos nos conocíamos y respetábamos las reglas de juego.

En aquella época existían algunas casas particulares, sobre todo en doce entre cincuenta y cinco y cincuenta y seis y de sesenta y dos a sesenta y cuatro. Ahora ya no hay casi ninguna, por no decir ninguna. Los comercios han cambiado de dueños, se han remozado y uno puede conseguir cualquier cosa que necesite y generalmente a menor precio. Pero quedan todavía dos negocios anteriores a mi nacimiento: la relojería y joyería "Ruvituso", sita en doce entre cincuenta y ocho y cincuenta y nueve y la Ferretería "Esposito", en doce entre cincuenta y nueve y sesenta; el primero a cargo de la tercera generación de la familia Ruvituso y el segundo a cargo de la cuarta generación de la familia. Si mi memoria no me falla no creo que queden otros. Doce se caracterizaba por un público de barrio y más que eso para gente de escasos recursos que venían de los suburbios y sobre todo de la zona del cementerio. Todo esto ahora ha cambiado.

En calle doce esquina cincuenta y ocho, mirando al norte, existía la famosa casa "BOO", cadena de tiendas que en ese tiempo estaban en pueblos grandes y ciudades del interior de la provincia de Buenos Aires y que aquí se erguía en un monumental edificio que aun se conserva.

Esta verdadera fortaleza realizada en mil novecientos dieciséis fue autoría de Guillermo Ruotulo, arquitecto, escenógrafo, pintor y escritor napolitano, que se nacionalizó argentino y tuvo una gran actividad en las primeras décadas del siglo veinte, desarrollando en La Plata una labor arquitectónica que se destaca del austero provincialismo de la nueva Capital. Yo conocí a su hijo y a su nieto, ambos arquitectos, que vivían en avenida trece entre cincuenta y ocho y cincuenta y nueve.

El arquitecto Guillermo Gandolfi comenta sobre este edificio, llamado "Liberty", que es el equivalente vienés del Art Nouveau: "... Su fachada es marcadamente escenográfica al punto que tiene una altura muy superior a la necesaria. Está tratada con revoque símil piedra, con la aplicación de piezas cerámicas con motivos florales estilizados y policromos. También la carpintería de herrería artesanal incorpora elementos decorativos de inspiración vegetal...". El arquitecto Guillermo Ruotolo -sigue comentando Guillermo Gandolfi- "... antes de 1920 proyecta dos obras de inspiración antiacademicista, quizás influidas por Otto Wagner - uno de los principales referentes de la corriente conocida como Secesión vienesa -. Una de ellas es el edificio de Casa Boo; la otra la sede de la "Societa Unione Operai Italiani", construida en 1913 también en la calle doce y demolida en la década del ‘80...".

En planta baja se encontraba esta tienda de muy grandes dimensiones que tenía toda clase de ropa, telas, lencería, zapatería, mercería, etc.; especialmente para gente de campo y de las afueras de la ciudad. En planta alta existían y existen departamentos con entrada por calle doce y por calle cincuenta y ocho.

Habitualmente en mi niñez y juventud concurría a esa tienda a comprar. Recuerdo que el gerente se llamaba Sasali y también las caras de muchos de los vendedores, no así sus nombres. En este momento aflora en mi mente y con mucha nostalgia, una mañana en que, con mi hermana mayor, fuimos a Casa Boo a comprar tela para un vestido para mí; en aquel momento tendría unos diez años. Adquirimos una tafeta escocesa de color rojo, blanco, azul y verde, ¡preciosa!, me parece verla. Mi madre me confeccionó el vestido y yo lo estrené para el cumpleaños de una vecina amiga. Todos me lo ponderaron y me dijeron que linda estaba. Eso ya ha pasado y también la Casa Boo, que ya no existe.

Alicia Raquel Bozzano de Martínez(Mora)

PEPAM PROGRAMA DE ESTIMULACIÓN DE MEMORIA Y REMINISCENCIA

PROFESORA: DRA. VIRGINIA VIGUERA