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Se expresan los adultos mayores

NOSTALGIA INTEROCEÁNICA

María Eugenia Mercier

Alumna de los Talleres El hombre y su viaje mítico y Arraigos y desarraigos en el camino de la vida

¿Soy de aquí o soy de allá? Esta pregunta le había dado vueltas en la cabeza durante mucho tiempo. Le parecía estar a caballo sobre el Atlántico, con un pie en América y otro en Europa.

Nacida en un hogar de raíces extranjeras, su inocente niñez transcurrió oyendo cantar a su padre La Madelón o la Marsellesa y a su nona gringa enseñarle muchas hermosas canzonetas italianas. En su hogar hablaba francés, y con sus amiguitas o en la escuela, donde a veces se sentía aislada, castellano.

Durante su infancia y en plena adolescencia, antes y después de la S egunda Guerra Mundial, sendos viajes largos a Italia y Francia le permitieron conocer los países y parientes de sus padres. Esto dio origen a sentimientos de pertenencia a esas tierras que se adueñaron de su corazón

Pero no era totalmente así, pues estando allá, añoraba su casa, su barrio, su escuela, sus amigos y todas sus querencias de este lado del océano.

Mientras la vida transcurría, La Madelón y la Marsellesa se entrelazarían con la Marcha a la Bandera y la de San Lorenzo; Víctor Hugo y Lamartine con José Mármol y José Hernández, Lafayette con Martín Fierro, Ives Montand y Edith Piaf con Goyeneche y Aníbal Troilo.

Su destino fue formar una familia en este país, donde había nacido y donde nacerían sus hijas y sus nietos. Ellos hicieron que echara raíces cada vez más profundas en esta tierra y nuevas alegrías y emociones de madre y abuela la colmarían de felicidad.

Con sus nietos, aún chicos, dejaría a veces que la nostalgia la invadiera. En otoño, después de una buena lluvia, al asomarse el sol juntaría hongos debajo de los pinos del parque Juan de Garay, tal como su padre le había enseñado en aquellos bosques de su pago natal.

Ya en el otoño de su vida, colorido de verde, amarillo y rojo como las hojas de sus árboles, siempre abierta a nuevas emociones y conocimientos cree que ella no es ni de aquí ni de allá, sino una ínfima parte de ese universo que nos rodea y nos contiene sin encerrarnos dentro de los límites de espacio y tiempo. En todo lugar y a toda edad hay alegrías para gozar y penas que soportar, pero arraigarse o desarraigarse dejan huellas muy profundas en nuestro ser.

 

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