Se expresan los adultos
mayores
Noche ... insomnio
Por María Luisa Chaves
La noche camina sin prisa, alargando sus pasos en el tiempo. Por momentos, su marcha es tan lenta que parece detener las horas que marca el reloj .
Y esperamos ...
Sí, allí está esperando tranquilo, con su inevitable presencia, el insomnio.
Compañero nocturno e indeseado, sensibiliza nuestros sentidos hasta el límite de lo tolerable. El mínimo roce de una hoja al caer; la gota de agua que no pudimos detener cayendo monótona e implacable; el tic-tac del reloj que ahora retumba con sonoridad sombría. El carrillón recuerda :
Una, dos, tres ...
Escuchamos pasos apresurados de algún trasnochador que resuenan en la calle. De pronto parecen detenerse ante la puerta que cerramos segura. ¿Quien será? - preguntamos con los nervios tensos por un incierto temor.
El crujido del piso o de una persiana, sonidos que durante el día son tan familiares al punto que no los oímos pues acompañan la rutina cotidiana , en la noche, en la alta y negra noche, totalmente despiertos, con los sentidos aguzados al máximo, ya no gustan, tienen otro sonido, como algo amenazador y sombrío, que hace abrir más los ojos para penetrar las sombras de la habitación.
Encendemos la luz y en vano intentamos atraer el sueño tratando de leer aquel artículo del diario que deshechamos por aburridor y que ahora puede hacer el milagro de adormecernos con su contenido monótono.
Pero el sueño se burla y se aleja con sus alforjas llenas de promesas de descanso, llenas de visiones oníricas, de momentos irreales y soñados, que tal vez nos harán sonreír al despertar, con un dulce sabor a descanso.
Nada, es inútil.
El insomnio se despereza a nuestro lado y nos mira burlonamente.
Nos inquietamos cuando de su mano emerge la llave de los recuerdos que deseamos tener bien ocultos. Sin piedad abre la caja que celosamente guardamos. De allí escapan en un confuso torbellino los buenos y los malos momentos vividos.
Todos pasan rápidamente por la mente y volvemos a repetir experiencias con alegría o con dolor, pero plenas de una realidad que nos sorprende.
Tratamos de alejar con torpes manotazos esas mariposas nocturnas que tanto molestan. Pero son muchas e insistentes. Algunas, las mejores, se alejan. Quedan aquellas que más duelen.
Ah, los recuerdos, los malos recuerdos nocturnos, como están allí de vivos.
Tan vivos como ayer, tan crueles como entonces. El pasado siempre vuelve inexorable de la mano del insomnio.
Y cuando desde la entreabierta ventana la última estrella de la noche nos saluda, cuando una luz rosada empieza a despertar el día, entonces, recién entonces, el sueño piadosamente nos acaricia los párpados diciendo : - Has pagado tu cuota con la noche.
Ahora ... descansa y sueña.