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Historias que hacen Historia

Alicia Moreau

Dr. Benito Mario Guerstein
bubi@terranet.com.ar

La vida de Alicia Moreau cubre más de un siglo (1885-1986).

Y casi todo el siglo veinte. Hija de Armando Moreau y María Denanpont, comuneros de París de 1871 exiliados en Londres, nació allí, y el matrimonio se trasladó a Argentina en l890 con sus tres hijos: Luisa, Santiago y Alicia, la menor. Fue médico con medalla de oro, la segunda mujer egresada de la facultad de medicina, en el 14, después de Cecilia Grierson. Casada con Juan B. Justo en el 24, enviudó en el 28, con tres hijos pequeños: Juan Luis y Alicia.

En el 45, a los sesenta años de edad, el peronismo obligó a

Alicia Moreau a actuar en la clandestinidad, debido a la característica autoritaria del régimen imperante, de neto corte fascista.

En el 46, publicó el libro "La mujer en la democracia". También fue autora del libro "El socialismo según Juan B. Justo", y de escritos fundamentales publicados en diarios y revistas.

En el 47 se promulgó la Ley 13.010, que dio el voto a la mujer. El mérito se lo atribuyó el peronismo, pero fue un trabajo de décadas del socialismo. Ya en el 32 había sido aprobado un proyecto en tal sentido del socialista Mario Bravo, en Diputados, y rechazado en el Senado. Posteriormente, Palacios insistió, con el mismo resultado adverso. Ese mismo año 47, Alicia Moreau concurrió al Congreso Mundial Femenino, que se realizó en París, donde participó y estableció contactos. Los principales temas fueron los derechos de la mujer y la lucha por la Paz.

En el 51 estuvo presa en la comisaría de Julián Alvarez, en la capital. Ese mismo año, tuvo que permanecer escondida durante la huelga ferroviaria. Su lucha se centró siempre contra la

demagogia, el militarismo y el clericalismo.

En el 52, para la reelección de Perón votó por primera vez la mujer, pero no lo hizo Alicia Moreau, que estaba oculta, mientras políticos socialistas y de la oposición permanecían presos, como Palacios, Repetto, Muñiz, Rojas y Nudelman. Entonces declaró, con relación al voto de la mujer: "¡Qué bueno, aunque venga del

gobierno peronista!" En lo particular su trabajo político se centró en los derechos de la mujer y el niño, la salud, la educación y la Paz.. Es necesario hacer notar que gran parte de esta actividad fue clandestina.

En el 55, la caída del gobierno peronista trajo alivio a Alicia Moreau, ya que los peronistas habían incendiado la Casa del Pueblo, el diario "La Vanguardia" y una biblioteca de setenta mil volúmenes, muchos de ellos ejemplares únicos. Pero el gobierno militar que se adueñó del poder encarceló obreros y disolvió partidos. No obstante ello, Alicia Moreau integró la llamada Junta Consultiva por disciplina partidaria, con Repetto, Ghioldi y Muñiz. Ello provocó disidencias dentro del socialismo, porque se pasaba de un régimen con falta de libertades a otro con falta de libertades, también.

En el 56, Alicia Moreau dictó conferencias en diferentes ámbitos, especialmente sobre "Los deberes de esta hora", conducentes a evitar que toda forma de autoritarismo pudiera instalarse en el al país; entre otras cosas, propiciando la creación de escuelas y la ilustración del pueblo, para luchar contra la ignorancia. Aceptó la dirección del diario oficial del partido socialista, "La Vanguardia", que condujo con mano firme.

En el 58, siempre al frente del diario, tuvo que sufrir la cada vez mayor división de su partido.

En el 60, adhirió con entusiasmo a la Revolución Cubana, contra la dictadura de Batista, y los años posteriores demostraron

que no se había equivocado. A fines del 60 dejó la dirección de "La Vanguardia" por problemas internos, mientras ella seguía en la posición tradicional y progresista.

En el 61, el Partido Socialista se dividió, y Alicia Moreau se alineó en la Secretaría Muñiz, frente al grupo Tieffenberg.

En el 62 siguió su lucha ante el derrocamiento de Frondizi y sus derivaciones.

En el lapso 63-66 siguió luchando y sufriendo desde el llano al débil gobierno de Illia, tratando de aportar su experiencia, hasta que el onganiato instaló nuevamente a los militares en el poder.

En el 65 fue electa secretaria general del Partido Socialista Argentino, y se ocupó del abastecimiento de productos esenciales y de la carestía de la vida; de la reforma agraria y su incidencia sobre las industrias, la electricidad y su aprovechamiento, el reparto y desvío de las aguas, y los transportes. Siempre tuvo en cuenta y temió "el retorno de los dictadores". Sus declaraciones se caracterizaron por la claridad y por el gran poder de síntesis. Alicia Moreau tenía entonces ochenta y un años.

Del 66 al 73 soportó a esa "seguidilla de generales" que fueron Onganía, Levingston y Lanusse hasta las elecciones del 73, las efímeras presidencias de Cámpora y Lastiri, y después la corta vuelta de un caduco Perón y de una obsoleta Isabel Martínez. Más tarde, el llamado "Proceso", del 76 al 83, incluídos treinta mil desaparecidos y la Guerra de Malvinas. El ojo avisor de Alicia Moreau siguió todos los acontecimientos, como un faro gigantesco que trataba de alumbrar para evitar el naufragio total al país, entre el escepticismo y la esperanza de cambio. En parte lo logró, al instalarse la democracia con Alfonsín. Aquí, ya la noble dama tenía noventa y siete años. Antes, no faltaba a las reuniones, conferencias y encuentros. Su lucidez se mantuvo siempre aguda y brillante. Decía entonces, a los noventa y siete años: "En este momento es difícil la acción del Partido Socialista, porque su base es la clase trabajadora, y la clase trabajadora está dominada por el peronismo".

En el 84, fue distinguida como "Mujer del Año".

En el 86, integraba la Confederación Socialista, la mesa de Unidad Socialista, la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, y la revista "El Socialista Argentino", cuando murió, a los ciento un años de edad.

Es muy gratificante el pensar que Alicia Moreau nos acompañó desde que nacimos, como un ángel tutelar, en un siglo que se caracterizó por los adelantos de la ciencia y de la técnica, sí, pero también por las dos grandes guerras mundiales, por las otras guerras regionales no menos crueles y sangrientas, y por las luchas políticas y sociales. Es muy gratificante en este momento, en el que repasar su vida y su obra acaricia nuestro espíritu.

 

BENITO MARIO GUERSTEIN

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