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Historias que hacen Historia

Marie Lisbeth Glas de Langer
(Mimi Langer)

Manfredo Teicher
fredi@pccp.com.ar

Marie Lisbeth Glas de Langer nace en 1910 en la Viena Imperial.

Era la menor de dos hermanas y según su madre debía haber sido varón.

En 1914, cuando tenía cuatro años, estalló la primera guerra mundial y su padre tuvo que ir al frente. Las únicas mujeres que iban al frente junto a los soldados, eran las enfermeras; quería ser enfermera.

En 1917, año de la revolución bolchevique, cumplía los siete y el emperador murió. Fue como si hubieran dicho: murió Dios. En esa época era creyente y rezaba todas las noches para que terminara la guerra.

En 1918 han perdido la guerra. El imperio se desmiembra y en Viena hay revolución. Se declara la república. Por las calles , pasa gente gritando lemas que no entiende pero que le dan miedo.

Su familia era judía asimilada, de hecho, atea, de alto nivel económico, especialmente por el lado de su madre. Sus padres se casaron en 1904. Entonces el matrimonio era el único destino aceptable para una mujer. Recuerda haber tenido una vieja institutriz francesa que debió haber sido linda. Alguna vez le pregunta ron por qué no se había casado. Ella contestó con naturalidad que porque no había tenido dote. Era pobre. Nadie podía casarse sin dote.

Tuvo suerte porque ni su apellido ni su físico parecían judíos. Y su nombre, Marie, es intachable. Un día preguntó a su madre por qué le había puesto un nombre tan vulgar.

"-No me animé a bautizarte, le respondió, me conformé con ponerte el nombre más católico.

Quería ahorrarle el destino judío como en vano intentaron ahorrárselo casi todos sus hermanos que se bautizaron ya mayores. Su propia hermana se bautizó antes de casarse. Siempre tenía presentes sus dos desventajas: ser judía y ser mujer. Por eso, entrar en la izquierda le pareció la única solución lógica: estaba segura que el comunismo anularía esta marginación.

A los 16 años tuvo una crisis religiosa: intentó primero asumir la religión judía y después, durante un largo y penoso viernes santo, la religión católica. Después se volvió definitivamente atea. Más tarde, comunista.

Viena y Berlín entre las dos guerras se volvieron un espacio lleno de miseria para unos y de frivolidad para otros. Su madre se cortó su pelo largo junto con sus faldas largas. Se liberó de su corsé y de su corpiño. Al querer reivindicar a la mujer en el feminismo es también porque quiere reivindicar a la mujer que había en su madre.

En las elecciones de 1919 ganó la socialdemocracia, por lo menos, en la ciudad de Viena. Su gobierno produjo grandes avances sociales en educación, vivienda, seguridad social y salud.

En ésa época, derecha e izquierda querían la anexión con Alemania, con la república de Weimar, lo que estaba prohibido por el tratado de Versalles.

Su madre se ocupó demasiado de su hermana mayor, Gucki, que debía ser hermosa, elegante, deportiva, para poder casarse bien; Mimi quedó librada a sus propias fuerzas.

En Montevideo Gucki trabajó como chauffeur de Madam Morel, dueña de un lindo hotel en la Rambla. En ese entonces, 1940, Mimi supone que fue la primera mujer que fue chauffeur profesional. Murió en 1978, nunca quiso tener hijos.

Cuando elegí la medicina, su padre estaba orgulloso de ella. Había una mujer por cada cinco hombres en la Escuela de Medicina.

En 1932, cuando en Alemania los nazis aún no estaban en el poder, dos formas de fascismo destruyen a la república democrática lograda gracias a la socialdemocracia: primero el austrofascismo, que quiere mantener la independencia de Austria apoyado en los restos del antiguo ejército imperial y después el fascismo germanizante que ya no busca la anexión con la Alemania de la República de Weimar, sino con la Gran Alemania, que muy pronto será completamente nazi.

Cuando le preguntaban por qué el Partido Comunista y no el socialista, que entonces era la cultura, la política, las relaciones humanas, el feminismo, los sindicatos, tantas cosas, ella podía decir que entró al partido porque el partido Comunista prometía la revolución.

La revolución había ocurrido en octubre de 1917 y había transformado a la Rusia zarista en la Unión Soviética. Pensando en la Austria actual, resulta por suerte difícil imaginarse la miseria de entonces. Esta fue superada únicamente por el desempleo reinante en Alemania, desempleo que finalmente llevó al poder a Hitler, porque prometió trabajo y a través de la preparación armamentista efectivamente lo dio.

Mientras concurría a la cátedra de psiquiatría, entró en el partido Comunista. Entrar al partido significaba encontrarse en un ambiente nuevo, de nuevos valores, de una solidaridad como práctica cotidiana; significaba que su vida había adquirido sentido más allá de lo personal, de lo individual.

Un problema lo planteaban las purgas, los grandes procesos de Moscú. Se preguntaban cómo era posible que tal o cual héroe de la revolución de octubre la hubiera traicionado después; y más aún cuando su posterior confesión y arrepentimiento confirmaba que en el fondo nunca había perdido su lealtad para con el partido. Pero ni el psicoanálisis ni el marxismo les ofrecen una respuesta satisfactoria sobre el afán desesperado e inescrupuloso por el poder.

Tenían entonces conocimientos objetivos de la crueldad de los nazis y de que realmente iban a terminar con los judíos e izquierdistas, convicción no compartida por tantos judíos que creían que por sus méritos por la patria alemana nunca podrían ser perseguidos en serio.

Podía enorgullecerse de haber organizado el último congreso del Partido Comunista Austríaco realizado en el país antes de la guerra y al que asistieron sesenta delegados provinciales sin haber puesto en peligro a ninguno de ellos.

En el poder, el austrofascismo con una participación anacrónica de la iglesia católica en todos los aspectos de la vida austriaca, era muy distinto del fascismo italiano y del nazismo alemán.

En 1934 hubo dos levantamientos armados.

En febrero se levantaron las izquierdas, lo que fue el pretexto para acusar al partido socialista y disolverlo.

Los dirigentes fueron a la cárcel, a la clandestinidad o al exilio.

Mientras en la casa de su hermana estaban los fascistas en uniforme, bailando y brindando por la victoria.

En julio de 1934 los nazis intentaron tomar el poder. Pero el Anschluss (la anexión) no estaba maduro todavía. El golpe nazi fracasó porque Mussolini envió tropas a la frontera. Hitler había preparado una legión austriaca compuesta con nazis austriacos refugiados en Alemania. Cuando se enteró de los movimientos militares italianos, desistió. No estaba suficientemente armado para enfrentarse con Mussolini, su futuro aliado. Regresó su legión a Prusia y abandonó a los golpistas.

Los miembros del Comité Central del Partido eran buscados por todas las policías de tal manera que el Comité Central debió establecerse en Praga. Le tocó hacer pasar al secretario General y a la segunda autoridad del partido en Austria, a Praga.

Por lo demás, las actividades del partido solían tener algo de divertido. La impresión de propaganda en el rudimentario mimeógrafo de su casa, las discusiones y los seminarios de marxismo a los cuales asistía de alumna o de maestra, estaban salpicados de chistes, música de Weil de la ópera de dos centavos, y de buenas amistades. Su mejor amiga le contó que ella y su novio habían entrado al Komintern. Cuando él se recibiera (era estudiante de medicina) irían a los Balcanes a trabajar. Esto ya no era un trabajo divertido, sino sumamente comprometido y peligroso. Era ser espía.

En la Viena roja de los socialistas había una larga tradición de lucha feminista; además, los socialdemócratas desde siempre sostuvieron la convicción de que las mujeres deben decidir sobre su propio cuerpo, lo que se traducía en la lucha por la legalización del aborto. Esta era la bandera de las mujeres proletarias del partido Socialista y, desde luego, del Comunista.

Por esa época, un amigo ginecólogo y comunista que había estado en un campo de concentración del austrofascismo (que no eran particularmente crueles, pero que eran campos de concentración igualmente) le pidió que lo ayudara con la anestesia porque debía hacer un raspaje. Le explicó que él, además de su profesión, por la cual tenía su consultorio y de su militancia en el Partido, tenía esta otra militancia: ayudar a mujeres obreras embarazadas que por causa económica no podían tener un hijo más y a las camaradas clandestinas que por su situación no podían afrontar el nacimiento de un niño. Gracias a su intervención estas mujeres podían abortar en un sanatorio en las mejores condiciones, porque en Austria un certificado médico podía prescribir el aborto por sostener que el embarazo hacía peligrar la vida de la madre.

Trabajó un tiempo como su anestesista. Sus honorarios eran una limonada y un emparedado de jamón. De ese modo, aprendía a hacer anestesia, lo que más tarde le serviría para ir a España. Además, durante un tiempo fueron amantes. Era una relación alegre, liviana, sin compromiso, ya que su compromiso verdadero era con el Partido.

Se recibió de médica a principios de 1935 .

Para tener una buena preparación clínica se tenía que pasar por diversas especialidades hospitalarias durante dos años. Una especie de residencia.

Desde el encumbramiento del austrofascismo, ningún hospital contrataba médicos judíos. Quedaba sólo el Hospital israelita, pero había una larga fila de médicos esperando, además ella había renunciado a su religión a los 17 años. Así pues trataba de conseguir una formación de médica como podía, a la vez que concurría a la sala de mujeres de la cátedra de psiquiatría. El jefe de sala era Heinz Hartmann, que después se volvió muy famoso en Estados Unidos como teórico del Psicoanálisis del Yo. Pensó entonces que un análisis podría venirle bien. Habló con Hartmann y con mucha timidez le dijo que quería analizarse con él. La miró desde sus ciento noventa centímetros de altura "No creo que pueda Ud pagar mis honorarios" le dijo. Le dió mucha rabia. Recurrió a otro analista didáctico, Richard Sterba, con el cual después se hicieron muy amigos. Empezó su análisis y un año después, cuando ya era evidente que sería imposible conseguir un puesto en un hospital para alguien que no fuera católico, comenzó a pensar en serio en una formación psicoanalítica. Antes de conocerlo no sabía que Sterba era analista didáctico como tampoco qué significaba ese título. En un cierto momento de su análisis, él propuso formalizar su tratamiento como análisis didáctico siempre que fuese aceptada en una entrevista con un profesor del Instituto de Psicoanálisis.

Inició su formación con una entrevista con la propia Anna Freud e ingresó en el Instituto de Psicoanálisis (en la Wiener Vereinigung) en donde pasó algo más de un año.... no muy bien que digamos.

Sterba le dijo: Ahora debe Ud leer toda la obra de Freud y la leyó.

En Berlín, Hitler estaba ya en el poder, la GESTAPO aprehendió a Edith Jacobson después de seguir a una de sus pacientes. Se reunió la plana mayor en torno al Herr Profesor, como llamaban todos a Freud quien dictaminó que ningún analista podía militar en un partido clandestino ni tratar a personas que lo estuvieran haciendo. Mimi siguió militando y guardando la mayor reserva, en la militancia acerca del análisis y en éste acerca de la militancia.

Muy pronto Sterba la dió de alta.

Por esa época estaba entregada a la tarea de organizar una organización pacifista montada por el partido. Una tarde la detuvieron junto con otros once médicos que no pertenecían al partido (entre ellos, Max, su futuro marido). Estuvieron presos sólo dos días pero al salir, ya estaba fichada, descubierta.

Bibring, el director del Instituto, la llamó y le dijo que estaba enterado de que seguía militando contraviniendo las normas establecidas.

Sterba lo arregló, la citó con Federn que le dio un sermón y ahí quedó todo. Por lo demás, el propio hijo de Federn estaba preso por trotskista.

Más tarde, al hablar con Sterba (era en mayo del 36) le dijo "no quiero que me echen, creo que pronto me iré por mi propia cuenta".

En julio estalló la guerra civil española; en septiembre se despidió de Sterba pero no del instituto. De alguna manera estaba de acuerdo con la actitud del Partido hacia el psicoanálisis, que en cierto modo era una frivolidad.

Sus preocupaciones tenían más que ver con el nazismo en ascenso, los partidos proscritos, los enredos de los políticos católicos; en fin, a nadie ya se le ocurría discutir de marxismo y psicoanálisis. Había analistas marxistas, Fenichel había escrito "Sobre el psicoanálisis como embrión de una futura psicología dialéctico-materialista". Pero ciertamente el Partido nunca ha tenido una actitud muy comprensiva acerca del psicoanálisis, ni éste acerca de aquél.

Nunca conoció a Freud, en ese momento tan retraído a causa de su cáncer. Cuando se le hizo el homenaje por sus 80 años, no fue ni quiso ir. Estaba con demasiado resentimiento hacia el Instituto y demasiada rabia hacia la gente que jugaba a que no pasaba nada.

El Instituto estaba entonces repleto de refugiados judíos que venían principalmente de Berlín y todos, de Freud para abajo, negaban. Los propios analistas alemanes perseguidos, al llegar a Austria volvían a meterse de nuevo en el análisis y dejar de pensar en lo que pasaba afuera.

Recuerda algunos contactos valiosos. Con Helen Deutsch siguió un seminario. Con Sackel, que tuvo que abandonar Berlín, pudo ver los primeros comas insulínicos. Empezó sus supervisiones con Jeanne Lampl de Groot, pero apenas alcanzó unas cuantas entrevistas antes de irse.

Unos meses después de estallada la guerra civil en España, los laboristas ingleses organizaban un equipo con médicos y enfermeras, pero no tenían cirujanos dispuestos a embarcarse. Acudían a los socialdemócratas austríacos en busca de voluntarios. Max, su compañero cirujano, decidió ir a España y le propuso ir con él.

Gracias a la experiencia con su amigo el ginecólogo, podía ir como anestesista.

Pasaron los primeros días atontados por la fiebre que les produjo l a vacuna contra el tifus y esforzándose por aprender las primeras palabras hispánicas (estudiaron el catalán creyendo que era castellano).

Conoció a Dolores Ibarruri -la Pasionaria- cuando asistió como delegada de su hospital a un congreso de mujeres antifascistas. En la izquierda de la España de entonces las mujeres participaban del poder de descisión. La Pasionaria era la autoridad máxima del Partido Comunista Español y Federica Monseñi de los anarquistas.

Estában en un territorio que pertenecía a los anarquistas. Fue una experiencia hermosa e irreal. No existía el dinero, todo se adquiría con un papelito y se presuponía que nadie iba a pedir más de lo que necesitaba; tampoco existían las jerarquías y sí en cambio una grandísima solidaridad y compañerismo.

Aprendió a coser heridas, enyesar fracturas y extraer metralla. Las fracturas abiertas inexorablemente iban a terminar en osteomielitis y, ya que no existían aún ni sulfas, ni antibióticos, a menudo en amputación.

Era el maldito frío la causa de una mortalidad elevada que hacía recordar : Operación exitosa, paciente muerto. Vió que su pobre español era, sin embargo, suficiente para los moribundos, ya que lo único que pedían era "agua" o "madre".

Casi no aprendieron español, porque el idioma de las brigadas era el francés. Algunas frases tuvieron que aprender y la más amarga era esta: "Si tú no terminas con esta pierna, ella terminará contigo". Así aprendió Max a convencer algunos pacientes de la amputación. Dolía mucho. Además, ni se les podía ofrecer una prótesis fiable. Así surgió la idea de un taller para prótesis. Max hizo un plan que fue aceptado, para un taller. Esto ocurrió a fines de 1937. Como no había las máquinas necesarias en la España republicana –una España que se achicaba cada día más- nos propusieron viajar a Francia para comprarlas. Debían esperar en París a donde les iban a mandar el dinero. Así salieron de España.

El dinero para el taller no llegaba; nuestro contacto les dijo: "Tómense unas semanas en algún lugar lindo. Cuando llegue el dinero les avisaré".

Tomaron el tren para Niza. Mimi estaba a mitad del sexto mes y durante el viaje empezó a sentir contracciones.

No logró retener al niño el tiempo suficiente. Una noche empezó el parto y tuvo que internarse. Nació una niña que no podría vivir, nació viva para morir lentamente durante tres largos días.

Cuando ya era claro que no volverían a España, decidieron aceptar la invitación de sus padres. Fueron a la parte alemana de Checoslovaquia, donde sus padres tenían la fábrica y su linda casa. Los recibieron muy bien. "Te preparé un departamento precioso –le dijo su madre- esperamos que se queden aquí, que Max entre en la fábrica, aunque la situación en Austria se está normalizando. El canciller después de su encuentro con Hitler, no aceptó las órdenes del Führer y hará un plebiscito el próximo domingo. Los partidos ya no están clandestinos. Deberán ir a Viena a votar." Unos días antes del plebiscito entraron las tropas alemanas en Austria y ésta desapareció como país independiente por much os años.

Ya no cabía duda del destino que Europa iba a correr. Fueron a Praga, el partido los dió de baja de las brigadas y le autorizó abandonar Europa. Cuando se enteraron que Lázaro Cárdenas había abierto Méjico para todos los refugiados se despertó de su depresión: "Vamos a empezar de nuevo" le dijo a Max. Pero en el consulado mejicano no estaban todavía preparados para hacer efectivo el generoso ofrecimiento de Cárdenas y no quisieron esperar. Tuvieron suerte, ya que mientras viajaron en barco al Uruguay, Hitl er ocupó los Sudetes y sus padres y tíos salieron de la pequeña ciudad mientras que por el otro lado entraron las tropas nazis.

Al despedirse su tío dijo a Max con tono de reproche: "Eres un aventurero" Max le contestó: "Creo que tú, al quedarte , eres mucho más aventurero que yo"

Cuando bajaron del barco en Uruguay, los alcanzó la visa mejicana que habían pedido desde Europa. Ya no tenían dinero para utilizarla.

En Montevideo pudieron al fin reunirse con sus padres (su hermana Gucki llegaría más tarde).

Su madre puso una pensión en Montevideo sobre la rambla y ahí trabajaba muy duramente.

Max y ella, contra lo que les había dicho el cónsul uruguayo en Checoslovaquia, no pudieron revalidar sus títulos de médicos.

A Max se le ofreció la oportunidad en una fábrica textil. Fueron pues a Puerto Sauce, Mimi de nuevo embarazada. Ahí nació Tommy, su hijo mayor; ahí vivieron modestamente durante tres años y medio –1938 a 1941- (para ganar unos pesos Mimi cocinaba para ellos y para dos empleados de la fábrica, amigos y también refugiados) hasta que echaron a Max de la fábrica por un malentendido.

Mientras Max estaba ya en Buenos Aires buscando trabajo y ella vivía en la pensión de sus padres, un camarada, obrero portuario de Hamburgo, con toda la formación intelectual que tenían entonces los obreros alemanes, le pidió que diera una conferencia sobre psicoanálisis y marxismo para juntar fondos. "De marxismo lo que quieras, le dijo, pero de psicoanálisis no me acuerdo nada" "Te lees este libro y das la conferencia". El libro era Psicoanálisis y Marxismo de Osborn. Lo leyó y dió la conferencia. Explicó tesis, antitesis, síntesis. Que detrás de lo manifiesto, tanto Freud como Marx descubrieron lo latente. Freud a nivel individual, y Marx a nivel social.

En Buenos Aires se enteró de la existencia de un señor húngaro llamado Béla Székely, famoso en el medio psicológico, que la invitó a su instituto de salud mental, un organismo sostenido por la colectividad judía, y le preguntó si quería dedicarse al psicoanálisis.

Székely se ocupó de aclararle que él era el único serio. En realidad lo era poco. "Si Ud quiere trabajar creativamente quédese conmigo, pero si quiere análisis ortodoxo y ganar dinero, entonces vaya con el Dr Garma."

Fue a ver a Ángel Garma, fundador del grupo analítico, quien la recibió muy bien. Le dió sus datos; éstos eran mínimos, pero en ese momento en Buenos Aires eran más que suficientes: Análisis didáctico terminado, año y pico de seminarios y tres sesiones de supervisión era más bien pobre ¿pero qué había en Buenos Aires? Estaba Garma con su formación terminada, miembro de la Asociación de Berlín; estaba Celes Cárcamo, miembro de la asociación de Paris; estaban Enrique Pichón Riviere y Arnaldo Rascovsky, que se analizaban con Garma; estaba finalmente Ferrari Hardoy, quien después se fue a los Estados Unidos. Garma y Cárcamo tenían más que Mimi, académicamente hablando; Rascovsky y Pichón Riviere, que se estaban analizando, sabían mucho más que ella, pero formalmente tenían mucho menos. Así que la aceptaron.

Tuvo que escribir a Sterba, su analista didacta, para que confirmara lo que había dicho. Mientras esperaba la respuesta leyó por segunda vez todo Freud y por primera vez la obra de Melanie Klein. Arminda Aberasturi, en ese entonces "la negra", mujer de Pichón Riviere, estaba traduciendo a Melanie Klein del Inglés; Mimi le ayudaba supervisando la traducción desde el alemán. De esta manera las dos pudieron estudiar y discutir en serio.

Entre los seis (Garma, Cárcamo, Ferrari Hardoy, Pichón Riviere, A. Rascovsky y Mimi) fundaron la Asociación Psicoanalítica Argentina. Fueron reconocidos provisoriamente como grupo analítico por Ernest Jones en espera de la ratificación que daría el primer congreso internacional que se realizaría cuando la guerra en curso terminara. Conseguieron un local y didactas y candidatos comenzaron los seminarios (entre los candidatos estaban Arminda Aberasturi, Luisa Alvarez de Toledo, Heinrich Racker y Luis Rascovsky) La primera tarea fue una lectura colectiva de Freud coordinada por Angel Garma.

Por otra parte estaba su vínculo con el partido comunista argentino, especialmente con el grupo de habla alemana. La consideraban "simpatizante". Sin embargo sus experiencias la hicieron decidir que nunca mencionaría esa pertenencia frente a los miembros de la APA, así que nunca habló.

Sí, una vez terminada la guerra, sustituyó, en dedicación y lealtad, durante varias décadas (hasta que enviudó, en 1965) su militancia política por una "militancia" institucional-analítica, sin por eso romper nunca del todo el vínculo con la izquierda.

Nunca perteneció al Partido Comunista Argentino.

Una vez estaba a punto de inscribirse en la rama femenina del peronismo, llegó a tener mucha admiración por Evita.

Era una época en la cual las sirvientas ya no temían a sus patronas y tenían plenos derechos sociales. Evita también le dio confianza a las masas, pero en especial a las mujeres, a través de sus discursos, por cierto bastante contradictorios ya que a veces se describía a sí misma como simple gorrión que acompañaba a un águila e invitaba a las mujeres a amar al general, pero a veces decía que el logro más importante de nuestro siglo era la entrada de la mujer en la historia. Admite que su admiración por Evita es emocional. Nunca la había visto en vida, pero fue a su velorio.

Pero en su ambiente psicoanalítico–gorila estaba bastante sola con su tristeza. La mayoría de sus pacientes sintieron alivio cuando murió Evita y alegría desbordante cuando ocurrió la "revolución libertadora".

Con respecto a la psicología de la mujer no hubo discrepancias, por lo menos al principio. APA era kleiniana y Mimi adoptó las posturas de Melanie Klein porque desde el falocentrismo de Freud no podía encontrarse ni encontrar a sus pacientes, por eso empezó a trabajar sobre la psicología de la mujer con el marco teórico kleiniano que da a la mujer un lugar biológico y psicológico propio.

En la primera edición de "Maternidad y Sexo" hay mucho de marxismo y de la Unión Soviética; en la segunda, hecha por Paidos, su director le pidió que redujera el volumen del libro, que quitara la parte marxista. Se autocensuró.

Llegó a la Argentina con una formación precaria, prácticamente sin medios económicos. Su primera simpatía hacia Perón vino con la ley que hacía bajar los alquileres.

Hasta que pudo revalidar su título, lo que ocurrió mucho después de la llegada a Buenos Aires, tuvo que callarse muchas veces. No siempre guardó silencio y hubo muchas luchas en las que siempre aparecía el fantasma de la clandestinidad de su consultorio. Me nacionalizó argentina después de la guerra y cuando en 1959 pudo revalidar su título de médica en Mendoza, adquirió la legalidad plena, junto con la posibilidad de ser presidenta de la asociación, lo que por derecho le hubiera correspondido desde mucho antes, porque los fundadores se turnaban en la presidencia y sólo después dejaron la oportunidad a los más jóvenes.

Entonces pudo tener una posición más combativa en la Asociación. Mimi era ciudadana de segunda categoría. Tenía que callar su marxismo; se callaba la crítica a determinado estilo de vida hipomaníaco, derrochador, exhibicionista. Por lo demás, se callaba con límites; en varias ocasiones estuvieron a punto de la ruptura, pero sin duda estaban en desventaja quienes debían callarse. Eran los "moralistas", los "superyoicos" para quienes definían a su vez como consumistas y políticamente fuera de lugar.

Las consignas de cada grupo provienen del conflicto del líder, pronto compartido por todos, entre su vocación mesiánica y su idea de salud mental. Tanto él como los adeptos deben ser modelos de felicidad. Ya que esto no se logra, se proyecta la culpa y el grupo opositor es acusado de todos los fracasos. Entendió recién después que estas características los hacen especialmente sensibles frente al sentimiento de culpa social reprimido y convierten a nuestras sociedades, integradas por gentes largamente analizadas, que debieran ser un modelo de amor y colaboración, en modelos de discordia.

Roustang investiga los vínculos de Freud y de Lacan con sus seguidores. Demuestra cómo Freud planificó la Asociación Internacional , sin darse cuenta, según el modelo de la iglesia católica y el ejército, que analizara magistralmente en Psicología de las masas y análisis del yo.

Obviamente esta estructura hace pensar en Cristo, Pedro y la Iglesia. Roustang redondea aún más esta analogía, cuando habla de la fe existente en los distintos grupos y de los esfuerzos de purificar los textos sagrados y desideologizarlos.

A finales de 1956 se realiza en la Facultad de Medicina de Buenos Aires el Congreso Iberoamericano de Psicología Médica. Sus organizadores son Rascovsky y Garma. La presencia de Hans Selye (el formulador de la teoría del stress) lleva a gran cantidad de estudiantes a las sesiones. Rascovsky, ni corto ni perezoso para todo lo que fuera promoción y propaganda, convence al Centro de Estudiantes de Medicina de la realización de cursos de psicoanálisis (que serían dictados por Garma, Arminda Aberastury y el propio Rascovsky).

En 1957 se crea la carrera de psicología en la Universidad de Buenos Aires. Allí son llamados prestigiosos analistas de APA que realizan una buena labor docente, pero tienen a bien dejar siempre claro que el ejercicio del psicoanálisis es patrimonio exclusivo de APA. El boom del psicoanálisis en Buenos Aires es un hecho. Aun cuando se intenta hacer del psicoanálisis una ideología, muchos mantendrán sus preocupaciones sociales o volverán a ellas.

La investigación de los problemas psicosomáticos propuesta por Garma y Rascovsky era muy importante. Su iniciación con el tema que luego desarrollaría en "Maternidad y Sexo" comienza cuando Arnaldo le manda a una pariente cercana diciéndole que es una mujer que está muy bien, sólo que es estéril y que no podrá pagarle mucho. Mimi entonces le preguntó qué pretendía que hiciera con ella puesto que no es ginecóloga; él le contestó que su enfermedad era psicógena. La tomó y a los nueve meses se embarazó.

Una de las grandes aportaciones de ese período es la de Pichón Riviere. Enrique ofrece un criterio analítico para las psicosis, aún cuando muy ecléctico: al principio incluía un entusiasmo por el electro shock, más tarde por las psicodrogas.

Cuando Emilio Rodrigué regresó de Inglaterra traía sus experiencias de grupos siguiendo las líneas de Melanie Klein, de Bion y de Ezriel. En un primer momento está con la APA pero luego tiene un conflicto que coincide con una ola de malestar entre distintos subgrupos. En ese momento (1955) Mimi se sentía muy encerrada en la Asociación, buscaba nuevos caminos y una aplicación más social del psicoanálisis, por eso le pidió a Emilio que la dejara ser su observadora para aprender a trabajar con grupos.

Mientras una asociación psicoanalítica es pequeña y lucha por su sobrevivencia, la pugna se orienta contra el afuera, contra el mundo no analizado que ofrece resistencias a su saber analítico; pero en la medida en que una agrupación de este género es reconocida y la APA lo fue muy pronto y creció muy rápidamente, la lucha se va hacia adentro y la tensión consecuente aumenta. Por eso Angel Garma propuso , como una acción de rescate, en 1957, dedicar un simposio al espinoso asunto de las relaciones entre analistas.

Son muchos los que llegan a la conclusión de que psicoanálisis, marxismo y revolución no son excluyentes, y perdían la fobia al mundo de fuera de la institución.

 

En 1969, Armando Bauleo y Hernán Kesselman, como representantes de Plataforma Internacional, pidieron una asamblea en APA. Fue muy desconcertante. Nunca antes se había hablado en el espléndido "petit hotel" de cosas tan extrañas como internacionalismo, revolución, pr opuesta de un congreso en la Habana, (Castro estaba en Cuba desde 1959), etc. Sí, todos se quedaron perplejos y no se aclaró nada. Pero desde ahí en adelante Plataforma rápidamente ganó adeptos en APA, aunque el proceso hacia la ruptura definitiva durará más de dos años, es decir, abarcó el congreso siguiente, su último Congreso, el de Viena, dedicado especialmente a la historia del psicoanálisis. Y, entre tanto, aumentaba el malestar en APA entre los que los que posteriormente pertenecerán a Documento o a Plataforma, mientras aumentaba su pertenencia y militancia en la Federación Argentina de Psiquiatras (FAP).

Una nueva FAP comenzó hacia 1964, cuando Mauricio Goldenberg, psiquiatra en jefe del servicio de Psicopatología del Hospital de Lanús, pretendía, con todo derecho, la titularidad de la cátedra de psiquiatría. Mauricio tenía con la APA una relación muy buena y ayudaba a muchos de sus discípulos psiquiatras a que entren en la Asociación a formarse como psicoanalistas. Uno de esos discípulos vino a la Comisión Directiva de la APA a pedirnos que ingresáramos en la FAP porque desde ahí podríamos apoyar la candidatura de Mauricio. Entramos masivamente en la FAP. Mauricio Goldenberg no logró la titularidad porque en ese momento se produjo el golpe militar de Ongania (1966) que clausuró la Universidad.

En 1969, cuando Emilio Rodrigué había terminado su presidencia en la APA, un psiquiatra comunista le propuso la presidencia de la regional Capital. Era un intento de rejuvenecer a la FAP, gracias a la creatividad y el carisma de Emilio.

Así llegó Emilio Rodrigué a ser presidente de FAP capital y con espíritu deportivo empezó enseguida a ponerla en marcha.

El último congreso de la IPA en que intervino Mimi, fue en 1971 en Viena. Leyó su trabajo revolucionario delante de un público numeroso y expectante. Como siempre en estas ocasiones estaba ligeramente despersonalizada. Esta vez con causa. Sí, era desconcertante hablar de psicoanálisis en un castillo imperial y más todavía de marxismo y revolución.

Terminó de leer. Primero el silencio. Después una crítica nada agresiva de Hanna Segal. Nunca más se vieron. Después una intervención de apoyo de Paul Parin de Zurich, didacta de otros fundadores de Plataforma. Sí, perdió amigos y ganó otros. Donald Meltzer la invitó después a un café para charlar en contra de la Asociación y manifestarle su apoyo.

Plataforma no quiso compartir con nadie la gloria de la ruptura con APA. Ellos iban a cambiar la historia del psicoanálisis. Sentían que eran la vanguardia y adjudicaban a Documento el papel de seguidores.

En la reuniones con la Asociación de Psicólogos, numerosa y fuerte y con la recién fundada Asociación de Psicopedagogos, se decidió crear la Coordinadora de los Trabajadores de Salud Mental y dependiendo de ella, el Centro de Docencia e Investigación.

Viajó para asistir a reuniones administrativas y científicas a Bahía Blanca, a Tucuman y a Salta donde fue recibida por el representante de la Federación regional junto con el representante de San Luis, quien desapareció después. Su último viaje fue a Mar del Plata para elegir uno de los hoteles sindicales para el Congreso que se avecinaba y con el que iba a terminar su mandato. Dudaban ¿podrá haber Congreso? Lo hubo, pero Mimi se fue antes.

Era el final de 1974; con Isabelita, López Rega y la Alianza Anticomunista Argentina. Después del asesinato de Silvio Frondizi y de Ortega Peña, reinaba un clima de terror en Buenos Aires. A la vuelta de Mar del Plata se enteró que estaba en la lista de la triple A.

 

Sus denuncias públicas de las violaciones de los derechos humanos com etidas por los gobiernos represivos de la Argentina, hicieron que los tristemente célebres escuadrones de la muerte, la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), incluyeran su nombre en las listas de la muerte en 1974, obligándola a tomar, por segunda vez, el camino del exilio.

En una precipitada reunión familiar, Verónica, Tomás y Martín, insistieron en que su "vieja" de 64 años abandonara el país. Por un lado estaba realmente aterrorizada y por otro se sentía culpable ante la perspectiva de abandonar a los otros profesionales de la salud mental que militaban con ella en el movimiento. Sabía que muchos de ellos estarían también en la mira de los grupos paramilitares patrocinados por el gobierno". Al final, Mimi aceptó los requerimientos de la familia. La convencieron que por lo menos se alejara por un tiempo. Decidió que iría a México, donde su hija mayor acababa de instalarse tras su casamiento con un escritor mejicano.

Preparó las maletas rápidamente, y los detalles de su vida personal y profesional quedaron olvidados a último momento apresurada por tomar el vuelo regular a México. A medida que el avión despegaba, "me asomé por la ventanilla y sentí la catarata de lágrimas atravesar mis sentimientos adormecidos que me habían ayudado a moverme como una sonámbula en las últimas veinticuatro horas". Las luces de Buenos Aires centelleaban a medida que ascendía el avión y Mimi se esforzaba por ver allá abajo la brillante escena donde localizar los lugares conocidos de la ciudad cosmopolita. A medida que el orgulloso centro de cultura europea de América del Sur desaparecía de su vista, Mimí se sentó abruptamente, y se sintió sumergida en el agujero negro de un futuro incierto. "Miré a los otros pasajeros, y pensé con amargura cuántos de ellos, que guardaban su compostura como yo, estaban también huyendo del país. Estaba asustada y me preguntaba si alguna vez podría retornar. Me recuerdo pensando que era la segunda vez que me veía obligada a abandonar mi hogar y volverme una refugiada política. También sabía que era la consecuencia lógica de todo lo que había ocurrido antes".

Llegó a Méjico, lo que no pudo hacer en 1938.

Sintiéndose abandonada, sola y aislada, cuando su avión aterrizó en México, Mimi caminaba por el aeropuerto e iniciaba un nuevo capítulo de su vida. Refugiada política por segunda vez, se encontró con miles de exiliados que enfrentaban el desafío de tener que reconstruir sus vidas lejos del país, de las familias y de las luchas políticas que habían otorgado un sentido a los valores y metas personales.

Mimi Langer se sumó a la comunidad de exiliados argentinos residentes en la Ciudad de México. Allí continuó con su prác-tica privada, enseñó y supervisó en la Universidad Autónoma de México y participó activamente en los movimientos de derechos humanos de los refugiados del Cono Sur residentes en ese país. Ofreció tratamientos psicológicos a las comunidades de exiliados, sobrevivientes de los golpes militares de la Argentina, Chile, Uruguay y Centroamérica.

Fue nombrada co-coordinadora del Equipo Internacional de Trabajadores de la Salud Mental, México-Nicaragua, cuya meta era brindar ayuda a los sandinistas para poner en marcha en Nicaragua el primer sistema nacional de atención de enfermedades mentales. Los doce miembros del equipo -psicoanalistas, psiquiatras y psicólogos de la Argentina, Chile y México- residían en la Ciudad de México. Estaba entusiasmada, "el primer país que está llevando adelante una transformación social radical recurre a un modelo psicoanalítico de salud mental para que lo ayude a crear su propio sistema de salud mental. Esto ocurre por primera vez en la historia, por eso mi entusiasmo. De repente, el triste exilio se ha vuelto para mí una aventura gloriosa".

Su presencia física no condecía con sus setenta años. Era delgada, de piel bronceada, con una mata de cabellos blancos y centellantes ojos celestes que oscilaban entre mirar penetrantemente o coquetamente de soslayo. A menudo se vestía con vaqueros y una gruesa camiseta muy latinoamericana, gesticulaba dramáticamente mientras hablaba y aspiraba su sempiterno cigarrillo. Frecuentes toses marcaban el ritmo de su discurso y amablemente la amonestaban por fumar tanto. En una de las primeras charlas sobre política de izquierda y psicología dijo: "Escucha, te contaré lo que el marxismo y el psicoanálisis tienen en común: si alguna vez has comprendido el concepto de plusvalía (la parte del valor producida por el trabajo del obrero que no es pagada por el capitalista sino expropiada bajo la forma del beneficio) y por ende la explotación de una clase por otra, nunca te lo olvidarás; en el mismo sentido, si has comprendido el concepto de inconsciente aunque más no fuera a través del análisis de un sueño o de un lapsus freudiano, tampoco lo olvidarías. Marx y Freud, cada uno a su modo, fueron más allá de la mera apariencia de las cosas, poniendo así de manifiesto la realidad latente que dirige nuestras vidas".

Dos hijas de Mimi también vivían en México con sus familiares, cerca de la comunidad de profesionales de la salud mental de la Argentina, Chile y Uruguay exiliados en ese país.

Los lunes por la noche en casa de Mimi, tenían lugar los encuentros semanales del Equipo Internacional en los que se organizaba la estrategia global del trabajo en Nicaragua. Los miembros del Equipo viajaban a Nicaragua de a dos o tres, en forma rotativa, durante diez días cada mes y el trabajo debía ser coordinado a fin de asegurar la continuidad de los esfuerzos de formación en hospitales, clínicas y universidades. Mimi Langer fascinaba profundamente a su entorno, su fuerza carismática y su encanto, atraían a la gente como un imán.

Mimi y su colega Ignacio Mallado viajaban a Nicaragua para participar directamente en el trabajo creativo del Equipo Internacional pudiendo apreciar las respuestas que provocaba en los agradecidos médicos, maestros, trabajadores sociales y psicólogos que recibían sus enseñanzas y supervisiones. "Mimi", era su sobrenombre al que se negaba, pero todo aquel que la conocía y quería, empleaba éste afectuosamente.

Mimí participó en la creación del programa nacional de salud mental en el contexto de la revolución.

Dias y noches colmadas de un trabajo absorbente, interrumpido por prolongados almuerzos y tardías cenas con colegas y amigos de todo el mundo. Enérgicas discusiones que iban desde las dificultades para realizar las metas a largo plazo de su variados proyectos hasta la capacidad de los sandinistas para sobrevivir los ataques económicos y militares de los Estados Unidos. Nadie sospechaba en ese momento que el experimento sandinista se derrumbaría en seis años, minado por la política norteamericana.

En la cocina y el comedor dos cocineras preparaban la cena para los numerosos voluntarios – agrónomos, médicos, trabajadores sociales, artistas, ingenieros, cineastas – que habían llegado del mundo entero a colaborar con la revolución Sandinista. La vida de Mimí sin duda fue de este siglo y vivió intensa y significativamente hasta el final. A diferencia de otros, decidió no regresar de su exilio, lo que era posible tras el triunfo de Alfonsín.

"Podría regresar si quisiera. Por un momento extraño mi vida de allá – familiares, amigos, la particular animación de Buenos Aires- Pero nunca podría abandonar este trabajo. Es lo más importante que puedo estar haciendo, el más maravilloso desafío de mi vida. Aquí no soy vieja ni joven, soy atemporal, Y lo vivo como si la vieja República Española hubiera ganado y estuviera colaborando en su reconstrucción. Es una continuidad, y finalmente sí, me encuentro allí."

Optó por permanecer en México en razón de su gratificante trabajo con la Revolución Sandinista. Durante los tres años siguientes, Mimí continuó coordinando , en cooperación con otros colegas, el Equipo Internacionalista. Regresó a Nicaragua en varias oportunidades y viajó a Europa para juntar fondos y contraatacar la campaña de desinformación orquestada en contra de la revolución.

A mediados de la década del 80, Mimi y Nancy Caro Hollander se pusieron de acuerdo para que se tradujera al inglés su prestigioso libro sobre las mujeres, "Maternidad y Sexo". Así salió una respetable traducción, a la que se agregó un extenso ensayo biográfico en el que se destacan las contribuciones de Mimi a la literatura psicoanalítica y feminista, referente a la psicología femenina.

Mimi no tendría el placer de ver su libro editado. En medio de la traducción (1986), llegó la terrible noticia de que tenía un cáncer inoperable.

A fines de 1987, Mimí regresó a Buenos Aires para terminar sus días en la casa que se había visto obligada a abandonar hacía trece años. Allí pasó los últimos meses de su vida.

Antes de dejar México, recibió una invitación para participar en una conferencia: "La expulsión de la razón y su retorno" organizada por el gobierno austríaco para honrar a figuras prominentes de las artes y de las ciencias que habían sido obligadas a abandonar el país después del Anschluss (anexión) en 1938. Mimí se sintió entristecida por no poder asistir, pero estaba demasiado enferma para viajar. La carta que envió a los organizadores excusándose fue leída públicamente ante todos los participantes en la conferencia, que respondieron con una ovación de reconocimiento a sus contribuciones al psicoanálisis y a la lucha por los derechos humanos.

En Buenos Aires recuperó el entorno familiar de su casa, en la que ahora vivía también su hijo mayor con su familia.

A pesar de su creciente debilidad, resistió tenazmente las órdenes de los médicos de descansar. En los últimos meses de su vida, recibió a numerosos amigos y colegas que iban a visitarla. Permitió que la entrevistaran largamente miembros del Equipo Internacionalista que querían hacer una película sobre su trabajo en Nicaragua. A pesar de estar exhausta, ésta fue una preciosa oportunidad, al borde de la muerte, para afirmar la continuidad de los valores con los que había vivido su vida.

Nancy Caro Hollander estaba escribiendo "Amor en los tiempos del Odio", donde denomina "psicología de la liberación" a la ideología y praxis que propone al psicoanálisis, abandonar los viejos modelos individualistas y aliarse con las luchas emancipadoras de las clases populares. Este libro relata, a través de la historia de los exiliados, aquellos trágicos años de la cercana historia sudamericana. Mimi Langer es uno de los principales personajes del libro.

En las frecuentes conversaciones telefónicas con Nancy, Mimí oscilaba entre transmitir lúcidas observaciones acerca de la opción social que había aportado tanto sentido y dignidad a su vida y la triste aceptación de su deterioro físico y emocional.

El 23 de diciembre de 1987, Mimí Langer falleció en su casa, rodeada de sus familiares. Hasta el final, no pudo dejar de participar en la historia.

Su muerte a la edad de setenta y siete años, representó una profunda conmoción para todos aquellos que la habían conocido de cerca y habían sido profundamente influidos por ella en sus opciones personales, profesionales o políticas. Se organizaron conmemoraciones públicas en Buenos Aires, Managua y México, ciudades en las que los medios dieron cuenta del acontecimiento rindiendo homenaje a una de las más importantes psicoanalistas, comprometida con la causa de la justicia y los derechos humanos en América latina.

Ser reconocida internacionalmente por su contribución al desarrollo de un psicoanálisis socialmente comprometido, es un merecido homenaje que la historia le rinde.

Manfredo Teicher
Médico-psicoanalista-psicógo social.

 

Bibliografía:

Memoria, Historia y Diálogo Psicoanalítico Marie Langer, Jaime del Palacio, Enrique Guinsberg

Amor en los tiempos del Odio Nancy Caro Hollander

 

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