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Curso Virtual:
Educación para el envejecimiento

Bibliografía

Tema 3
Cuerpo y envejecimiento.
Dr. David Slavsky

"La vejez (tal el nombre que otros le dan ),
puede ser el tiempo de nuestra dicha".

J.L.Borges ( En "El elogio de la sombra ).

En nuestra cultura el binomio cuerpo/envejecer evoca desencuentro, conflicto, malestar.

Esta no es una cuestión novedosa en el devenir de la historia de la humanidad, como podemos advertir a través del rastreo de los testimonios literarios de distintas épocas.

La idea de la edad avanzada asociada a achaques, declinación física, padecimientos, fué habitualmente indicada como inherente a este período de la vida.

Una imagen gráfica, expresiva de esta representación es la figura de la portada del ya clásico libro de Simone de Beauvoir "La Vejez"

( Ed.Sudamericana ) que muestra un paisaje yermo, solitario,nevado, y solo un árbol escuálido, sin follaje, como signo de desvitalización y tristeza.

Tal representación de este tramo de la existencia encuentra asidero en las modificaciones que efectivamente se producen a nivel de la estructura y la fisiología corporal, pero a su vez se articula con la configuración imaginaria colectiva que cada cultura va desarrollando acerca del paso del tiempo y sus efectos en la corporalidad.

Se van generando así supuestos, ideas, prejuicios y saberes acerca de los denominados viejas y viejos en los que se confunden los cambios somáticos y funcionales con el lugar que ocupan los envejecientes en el campo social.

En las distintas comunidades y en las subjetividades individuales se van constituyendo certezas que convalidan como natural e inevitable una concepción del envejecimiento como tránsito hacia el despojo, el dolor, la soledad.

Como planteaba Foucault, estas formaciones imaginarias impregnan el "saber"profesional,

y una respuesta al respecto en el campo que nos ocupa, son los desarrollos relativamente recientes de Gerontología y Psicogerontología

que intentan desde una perspectiva interdisciplinaria pensar sobre el Envejecimiento desde una óptica no fatalista, preventiva, partiendo del supuesto de potencialidades que requieren de circunstancias favorecedoras para una calidad de vida en la que tengan lugar proyectos y deseos.

 

CUERPO CULTURA Y SUBJETIVIDAD HOY

En las líneas iniciales hablábamos de concepciones acerca del Envejecimiento que nos preceden historicamente.

Pero cual es el marco cultural en que nos desenvolvemos hoy, acercándonos al fin del siglo?

Que lugar se le asigna al cuerpo, y a lo que se relaciona con él, particularmente que valor se le confiere a la Imagen Corporal ?

Se registra en la actualidad un acentuado debilitamiento de ideales asociados a la espiritualidad, los vínculos solidarios, los afectos. Se observa en cambio un florecimiento del culto a valores materiales : el consumo, los objetos, el dinero y los atributos asociados a esto, como el éxito, el poder sobre los otros, el individualismo.

Estos Ideales son los que hoy convocan como aspiración a ser, a través de tener, la significación de los individuos en la vida social depende de la posesión de estos "bienes".

Tambien el cuerpo y su estética se destacan como bien preciado resultando equivalentes a un objeto de consumo.

Vivimos una "Cultura de la Apariencia" en la que reina un sobreinvestimiento de la Imagen en detrimento de la comunicación interpersonal a través de la palabra. La Microcomunicación en la intimidad se encuentra reemplazada por la Macrocomunicación de los medios de comunicación que nos llega vertiginosamente.

Un simbolo quizas emblemático de este lugar monopólico del código de la imagen es el episodio cercano de los "papparazi" y Lady Di.

Belleza, vigor, lozanía como atributos de una juventud inacabable constituyen rasgos sobreestimados desplazando como aspiración frecuentemente cualquier otro tipo de Ideal.

El registro de señales de envejecimiento tanto a nivel periférico ( arrugas, canas, etc. ) como cenestésicos ( fuerza, resistencia, etc. ) suele convertirse hoy más que nunca en un factor de gran eficacia traumática. Señal de esta "angustia del espejo" es la floreciente industria de técnicas destinadas a disimular las huellas del paso del tiempo.

La relación cuerpo - tiempo constituye un eje para comprender mchas de las cuestiones inherentes a la subjetividad en esta etapa.

El registro del peso del paso del tiempo comienza a ser reconocido en nuestra cultura ya en los finales de la Adolescencia.

Posteriormente distintos hitos van subrayando su espesor : los hijos, los ceros de las décadas, las pérdidas, y obviamente la constatación de los cambios en la corporalidad.

En todas las fases anteriores de la vida desde que hay conciencia de sí, se evidencian resistencias en mayor o menor grado para investir nuevas autorrepresentaciones corporales.

La Adolescencia en sus momentos iniciales suele ser un momento crítico en este sentido, que luego cambia de signo porque las modificaciones en la imagen corporal pueden ser experimentadas como logro estético.

En cambio las señales de envejecimiento provocan notorrias lesiones narcisísticas. Ya no se trata como en la Adolescencia sólo de la pérdida de una condición anterior respecto la imagen del cuerpo infantil. Ahora lo que refleja el espejo, detenta caracteres crecientemente decepcionantes.

En este punto es esencial considerar la intersección subjetividad - cultura. El modelo cultural vigente, condiciona los valores desde los que el individuo va a buscar satisfacer el requisito narcisístico de ser reconocido por un otro.

Dice Hegel en "Fenomenología del Espíritu" : "el ser humano completo, sólo es, en cuanto se lo reconoce".

La imagen del propio cuerpo decepciona, en la medida que supone una desilusión en el otro.

El trauma psíquico que esto provoca, está notoriamente intensificado en una cultura como la actual que sobrevalora la estética de la imagen física.

En otros períodos de la historia de la humanidad el lugar del envejeciente era prestigioso entre otros motivos, porque prevalecian otros valores como la tradición y la identidad cultural.

En lo subjetivo, la apoyatura narcisística en relación a la demanda de reconocimiento comunitario se sustentaba en otros parámetros.

Al constatarse hoy este Malestar en la Cultura de la Imagen, es conveniente pensar en el rescate de otros códigos perceptivos y sensoriales.

Uno de ellos es obviamente el de la palabra hablada, escuchada, escrita, a la que se apela habitualmente con personas mayores por ej. en los trabajos con recuerdos, reminiscencias, construcciones creativas imaginarias, etc.

Otro es el tactil, el código de contacto con el cuerpo propio y el del semejante que da lugar a tareas en relación a la comunicación, el esquema corporal y la sexualidad. En relación a este modo podemos recurrir a Freud que distinguió tres tipos de impresiones sensoriales desde las que el cuerpo es registrado : 1) la imagen visual, a la que hemos hecho referencia y corresponde a una percepción exterior de la corporalidad; 2) el dolor, que se ubica en un plano perceptivo absolutamente interno; y 3) entre el dolor y la vista un modo intermedio, entre objetivo y subjetivo, el de la doble impresión tactil, que consiste en la superposición de dos percepciones, la de tocar y la de sentirse tocado.

Estas diferentes fuentes desde las que el cuerpo es reconocido remiten a distintas lógicas a través de las cuales nos relacionamos con nuestra interioridad.Un estado de máxima introversión , de investimiento de órgano, en el caso del dolor. Un espacio de articulación interior - exterior en la doble impresión tactil, que implica una subjetividad que incluye el contacto con un otro.

Esta vía de reconocimiento es correlato de las primeras experiencias de contacto del bebé con la madre, siendo primordial en la constitución de la representación corporal.

En la práctica es de comprobación constante la importancia del contacto corporal en las actividades con adultos mayores, y son notorios sus efectos en relación a la relibidinización y la comunicación.

Para concluir podemos resumir: la lógica visual sostenida y reforzada por la cultura actual favorece fijaciones libidinales por via de la adherencia nostálgica a la imagen corporal perdida, y por lo tanto es fuente de retracciones narcisísticas.

La lógica del contacto tactil y la de la palabra operan como antagónicas de la lógica visual, resultando facilitadores del rescate de sensorialidades placenteras, de movilizaciones afectivas, y de una conexion no conflictiva con la representación corporal.


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