Curso Virtual:
Educación para el
envejecimiento
Clase 8:
Los fantasmas del envejecer
1° parte: los prejuicios
Dra. Virginia
Viguera
Los organismos internacionales encargados de la salud (OMS.), (OPS.) han emprendido en las últimas décadas campañas en favor de la Promoción y Prevención de la salud, para reducir los riesgos de las patologías y estimular el auto-cuidado para la obtención de mejores condiciones de vida.
Precisamente la promoción de estos objetivos en los Adultos Mayores nos marca la necesidad de tener en cuenta los fenómenos que acarrea una sociedad que envejece, la mayor esperanza de vida, y fundamentalmente de que manera entender el impacto que estos cambios demográficos tienen en los propios Adultos Mayores.
Cambios demográficos que además ocurren en una época signada por lo vertiginoso de los adelantos científicos y tecnológicos pero también por una crisis de valores que determinan que lo imprevisible, lo azaroso, lo superficial y transitorio, desplacen a los valores conocidos por nuestros mayores.
¿Qué ocurre con estos nuevos envejescentes para los que ya el modelo tradicional de vejez no resulta útil?
¿Cómo ir construyendo nuevos modelos que los contengan?
¿Qué hacer frente a las propias transformaciones que experimenta y a la vez adaptarse a los incesantes cambios de la sociedad y no quedar marginados?
Tomamos en esta clase uno de los problemas a enfrentar y al que llamamos los fantasmas del envejecer. Nos referimos a los prejuicios y a los miedos, prejuicios y miedos que atormentan muy frecuentemente a los Adultos Mayores, enfrentados como están a una etapa de cambios, de pérdidas, de incertidumbres.
Los prejuicios y las ideas erróneas que están instalados en el
imaginario social son varios y se ciernen sobre ellos, oprimiéndolos, ya que los lleva a tener conductas acordes a lo determinado por ese imaginario.
Algunos de esos prejuicios los enunciamos así:
- que el envejecimiento es una enfermedad,
- que el envejescente se vuelve asexuado,
- que es insano recordar el pasado,
- que la pasividad es lo que caracteriza al envejecimiento,
- que ya no se tiene capacidad para aprender,
- que la menopausia es una enfermedad que deja sin deseos sexuales a la mujer,
- también el viejismo, que es una discriminación desde una cierta parte de la sociedad.
Todavía se critica o no se ve bien a un adulto mayor que rehace su vida amorosa después de una viudez o una separación y muchas veces son los propios hijos los que desaprueban esas decisiones.
También es común atribuir a "la edad" distintas dificultades como si fuera un sello imposible de modificar.
Cuando los adultos mayores toman conciencia de que se puede seguir aprendiendo durante toda la vida se sienten muy gratificados y toman con entusiasmo, actitudes creativas, de aprendizaje, de reflexión, y esto se revierte en una mejoría de la auto-estima y un mejor disfrutar del tiempo.
Casi una tercera parte de la vida transcurre entre el envejecimiento y la vejez: no hay duda que hay que vivirla y lo mejor posible.
Cada día se le da mayor importancia a la influencia que una actitud positiva frente a la vida tiene en el retardo de un mal envejecer.
La actividad corporal, intelectual, social, ayuda a esa actitud positiva redundando en el logro de una mejor calidad de vida. Y en esto también es útil insistir en que la reminiscencia , mal vista desde el imaginario, es una función saludable al dar continuidad e integridad a la historia personal, reforzando la identidad y trasmitiendo a las nuevas generaciones las historias vividas. Así se mantiene la memoria colectiva.
Comprobamos que la información posibilita el desaprender estos prejuicios y encarar este período con una actitud de crecimiento, aprendiendo, recreándose, haciendo nuevos vínculos, recordando, viviendo con la mayor plenitud posible.
Agrego parte de la clase dictada en el Seminario Temas de Psicogerontología,
Prejuicios, mitos e ideas erróneas acerca del envejecimiento y la vejez.
Conformando parte del imaginario colectivo, cierta cantidad de ideas erróneas acerca del envejecer y la vejez, funcionan ya como mitos o solo como prejuicios , pero en todo caso perjudicando el buen envejecer y dificultando una adecuada inserción del Adulto Mayor a la sociedad.
Estos prejuicios, incorporados a la mentalidad de la gente, funcionan determinando actitudes negativas frente al proceso del envejecer acentuándose aún más con los viejos.
Los envejescentes, participantes a su vez de estos estereotipos culturales buscan "cumplir" con lo así predeterminado.
Estas ideas no surgen azarosamente, sino que son producto del tipo de sociedad a la que pertenecen: una sociedad asentada sobre la productividad y el consumo y con enormes adelantos tecnológicos, y donde la importancia de los recursos están puestos en los jóvenes y en los adultos que pertenecen a la rueda productiva.
La jubilación actúa como barrera demarcatoria dejando afuera de este círculo a todos aquellos que cumpliendo 60 o 65 años engrosan las filas de los llamados "pasivos." obligándolos a replegarse sobre sí mismos, a un reposo forzoso y así de alguna manera marginados de la sociedad.
Y aqui, la primera idea errónea: *la pasividad
Esta concepción nacida de los ejes de la producción, necesitaba alguna teoría que la respalde y surgen teorías del envejecimiento que hacen de éste un período de descenso, de imposibilidad en el aprender, de desapego de los vínculos, y de auto-exclusión.
Es oportuno recordar la teoría que surgió en 1961 elaborada por dos
investigadores norteamericanos Cumming y Henry, teoría que no compartimos, muy criticada, y que sustentaba que había una necesidad del sujeto envejescente a desvincularse , a desapegarse de los afectos y a su vez a la sociedad a ir aislándolos.
Se la consideraba como una conducta "adaptativa", "universal", "necesaria".
Es la llamada Teoría de la desvinculación, a la que rápidamente se le opusieron las teorías del apego y la actividad, dentro de las que ubicamos la Educación para el envejecimiento.
Que el Adulto Mayor busque el reposo, la inactividad, la soledad, la espera pasiva del final no son sino otras ideas erróneas, ya que decir actividad no significa siempre ni trabajo remunerado ni juventud.
Actividad significa distintas acciones, tareas, intercambios, de aprendizaje, de recreación, de enseñanza, de uso del tiempo libre en favor de si mismo y/o solidario con otros.
Insistimos que esta actividad tiene como meta una búsqueda de satisfacciones y de una mejor calidad de vida.
Se muestra a los A.M. con evocaciones de precariedad, de aislamiento, de deterioro fisiológico y psicológico, casi discapacitados y tratados por tanto con rechazo o con paternalismo discriminatorio. Estas actitudes son netamente culturales.
Además la noción de vejez fue variando tanto más en los últimos años que en el curso de toda la historia, en el siglo XIII tenían viejos a los 30 años y a principios de nuestro siglo XX, un hombre de 40 años ya era un hombre mayor.
Tomemos la diversidad de nombres con los que se denomina a esta etapa: tercera edad, luego se agregó la cuarta edad, vejez, ancianidad, senescencia, senilidad, gerontes,abuelos, adultos mayores.
Algunos términos son peyorativos, otros paternalistas. No está totalmente acordada por todos los investigadores en Gerontología, una denominación común como cuando se habla de adolescencia o niñez.
Los Norteamericanos hablan de viejos-jóvenes y viejos-viejos para separar dos etapas. Nosotros tomamos la denominación de Adultos Mayores para referirnos a aquellos que transitan entre los 55 y los 75 años, es el período del envejecimiento, y vejez y viejos, para los que están llegando a los 80 y más. La Asociación de Gerontología, había instituído a los 65 años como comienzo de la vejez y 55 a 65, como período de envejecimiento, pero cada vez los 65 se van desplazando en la medida en que la esperanza de vida también se alarga.
Esto redunda en un mayor tiempo de envejecimiento y es ésta la etapa precisamente sobre la que interesa trabajar con más intensidad dadas las posibilidades de modificaciones que en ella pueden lograrse.
Los estereotipos sociales tienden a ir cambiando toda vez que tomemos el envejecer como el aprendizaje de un nuevo rol. Un nuevo espacio en la sociedad.
*El Viejismo:
R. Butler, científico norteamericano describió en 1973, un conjunto de actitudes negativas que él veía en la sociedad con respecto a los viejos. Este fenómeno fue muy estudiado en nuestro país por L. Salvarezza quien lo llamó "viejismo". Y este viejismo significa rechazo, tendencia a la marginalización, temor, desagrado, negación, agresión, todas actitudes ligadas entre sí, y que operan discriminando a la persona que envejece.
El viejismo es un prejuicio, esto es una actitud no pensada sino incorporada a través de los años y trasmitida en tanto por la cultura. Podemos si decir que no es una actitud general pero si muy frecuente, depende en mucho de las identificaciones que desde pequeños hacemos con nuestros mayores.
La gerontofobia si bien relacionada con este prejuicio, es una actitud fóbica, es decir un síntoma que depende de desplazamientos de fuertes temores, con causas personales, por vivencias individuales, sobre los viejos.
Varios factores refuerzan el viejismo: se lo ve al envejescente declinar físicamente, ya no son portadores de lo que esta sociedad consumista levanta como modelos que giran alrededor del "tener": belleza corporal, poderío físico, despliegue de objetos valiosos. Ya no son productivos, lo que equivale en esta sociedad a no ser útiles. La tecnología rápidamente cambiante va reemplazando los "cuentos del abuelo" tan ricos en contenidos de experiencia vivida como en contacto afectivo. Ahora los niños están más atentos a la televisión y a la computadora o a los videos.
Por otra parte, los envejescentes marcan y recuerdan el paso del tiempo que es inexorable y del cual ningún ser viviente puede escapar y esto causa primero molestia y luego desencadena angustia, temor ( a la vejez, a la muerte) y sabemos que el temor genera hostilidad y negación.
No queremos ver eso que genera miedo y esto en gran medida está conformado por el desconocimiento. Y no olvidemos que dentro de la sociedad y formados por ella están los profesionales de la salud.
Es de notar que son pocos los psicoterapeutas que trabajan con envejescentes. Desde que Freud escribiera que a partir de determinada edad ( y esa edad era puesta en los 50 años) el sujeto no era analizable, dada la falta de flexibilidad del psiquismo, los terapeutas se dedicaron a niños, jóvenes, familias, adultos, parejas, pero es recién en las últimas décadas que se toma como objeto de estudio y tratamiento la etapa del envejecer.
Esto no es casual, no es redundante repetir que después de mitad de siglo y más aún ya al terminar este siglo XX, los cambios vertiginosos de la tecnología y los adelantos científicos hicieron posible algo tan anhelado por el ser humano: el vivir más años.
Esto está ocurriendo, la esperanza de vida se ha alargado.
De lo que se trata ahora es conseguir una mejor calidad de vida para esos años.
*Es el envejecimiento una enfermedad?
Para desvirtuar esta falsa idea o prejuicio tenemos que referirnos someramente a qué es el envejecimiento. Es útil recordar que el envejecer es una parte del ciclo vital y que si fuéramos estrictos, deberíamos considerar que se empieza a envejecer en el momento de nacer, si bien esto no nos resulta de ninguna utilidad para lo queremos analizar. El criterio cronológico es arbitrario para definir el comienzo del envejecimiento, 55, 60, 65 años? Pero sabemos, a poco de observar alrededor, que no es únicamente la cantidad de años lo que da cuenta del envejecimiento.
Decimos que el envejecimiento es un proceso natural, gradual, de cambios y transformaciones a nivel biológico, psicológico y social, que se estructuran en torno al tiempo. Y es precisamente la idea de tiempo una idea clave para el comienzo del envejecer.
El adulto mayor se interroga acerca del tiempo como nunca lo había hecho antes. En ese antes, el tiempo casi no tenía límite, se podía hablar de "algún día", de "ya habrá tiempo", como si no se percibiera el transcurrir del mismo.
Ahora se lo empieza a notar, resulta inexorable, se repara en lo que pasó, en lo que se vivió o no, los cumpleaños lo marcan, el crecimiento de los hijos también, el espejo es muy poco piadoso, nuestros mayores están muy grandes o ya no están, los nietos significan la abuelidad. Los cambios se empiezan a notar.
Por eso insistimos en que no hay una vejez ni un envejecimiento, sino vejeces diferentes como sin duda es diferente la forma de vivir de cada persona, diferente tanto en las manifestaciones como en las vivencias y esto por motivos internos y externos.
En lo corporal, la piel, los sentidos, la motricidad, muestran el desarrollo de este proceso. Muchas veces es la mirada del otro lo que nos muestra que estamos envejeciendo o el espejo que actúa a modo de mirada externa.
Es más frecuente ver a los otros envejecer que a nosotros mismos.
A nivel psicológico se producen cambios sin duda muy significativos y relacionados con la vivencia de pérdida y el trabajo de duelo que lleva a elaborar esas pérdidas.
La vivencia de pérdida es otra característica del envejecer.
Pérdidas en relación a lo corporal, la pérdida del cuerpo joven, o la menopausia; pérdida de roles parentales o laborales, pérdidas de seres queridos.
Estas pérdidas requieren una elaboración y ésta se hace a través de un trabajo psíquico que es el duelo.
La jubilación, la independización de los hijos, las muertes cercanas son las más importantes por la incidencia que tienen.
Hasta ahora nos hemos referido a cambios y a vivencias como procesos normales, nada de esto significa enfermedad.
Las limitaciones no son enfermedades.
No se es enfermo porque se tiene más o menos canas, o necesite usar lentes para leer, o no pueda correr o nadar como antes o no pueda hacer el amor todos los días o no pueda procrear, o se jubiló del trabajo ( que no significa jubilarse de la vida).
Podemos hablar de cambios, de disminuciones, de ritmos distintos en las distintas esferas.
Incorporar el concepto de diferente, distinto, es útil para comprender mejor este proceso y entonces poder visualizar las potencialidades que tiene; lo que sí se puede, lo importante de ejercitar las funciones tanto intelectuales como las físicas.
Muchas veces se atribuye al envejecimiento, dificultades que están dadas por la falta de hábito o de entrenamiento.
*Puede el Adulto mayor seguir aprendiendo?
La educación estuvo ligada al aprendizaje para la vida productiva.
El niño y el joven se capacitan para poder ingresar en el mundo del trabajo e incluso la educación de adultos tiene esa finalidad. Pero ahí se terminaba. Para qué quería aprender un jubilado, si ya estaba fuera de ese círculo productivo?. Los estudios de la Gerontología moderna dieron lugar al desarrollo de un movimiento educativo nuevo en todo el mundo, un verdadero desafío para todos nosotros cual es el de la Educación Permanente. Movimiento insertado en este complicado y problemático fin de siglo y con miras al nuevo siglo XXI, y que tiene como consigna fundamental la que dice que "se puede aprender y educar a lo largo de toda la vida".
Por lo tanto la educación no tiene que estar únicamente al servicio de la producción. En relación a las dificultades que el envejescente tendría para aprender se habla de mayor lentitud, menor flexibilidad, pérdida de la capacidad de atención y concentración y por consecuencia pérdida de la memoria, dificultades en la escritura y en las matemáticas, incapacidad para incorporar conocimientos nuevos. Es cierto que la inteligencia fluida está enlentecida, que es la que permite entender y aprender rápidamente conocimientos nuevos, pero la otra forma de inteligencia que es la cristalizada está saludable y puede compensar a la primera.
La lentificación es un proceso que se da básicamente en el envejecimiento, se tarda más en reconocer a alguien, a recordar un dato inmediato, se tarda en tomar una resolución o resolver un problema.
Diríamos que disminuye la agilidad, es decir el tiempo o rapidez pero no las habilidades.
En relación a las otras funciones, atención, concentración, memoria, escritura, cálculo, muchas dificultades son atribuibles a la falta de hábito ya que están sin ejercitarse durante mucho tiempo.
De todos modos no decimos que la capacidad de aprender de los mayores sea igual a la de los jóvenes, no, decimos que los envejescentes pueden seguir aprendiendo en forma diferente, distinta, con otro ritmo y talvez otros recursos educativos.
Por eso la Educación Permanente no tiene plazos, ni programas rígidos, ni exigencias generales o iguales para todos, se realiza en libertad y en beneficio de cada sujeto particular. Para la Educación Permanente entran a jugar otros factores: estar al servicio del placer, de la creación, de la recreación, brindar espacios de interacción con otros sujetos, ejercitar o seguir ejercitando funciones que no deben dejarse de lado, poder transmitir sus experiencias, la Educación Permanente está al servicio del hombre y de una mejor calidad de vida, a través de lo que llamamos Educación para la actividad.
*Es insano recordar el pasado?
Es frecuente atribuirle a los mayores el que siempre estén contando cosas del pasado.
Es cierto que el presente bombardea a los adultos mayores con sus vertiginosas cambios en lo tecnológico, en las costumbres, en la vida en general.
Si hacemos memoria, muchos mayores nacieron cuando recién comenzaba la radio y el cine mudo, después vino la televisión, la video, el hombre a la luna, la computadora, y porqué no las malas también, dos cruentas guerras, la bomba atómica sobre Hiroshima, los campos de concentración y el exterminio allá en Europa y acá entre nosotros. A todo eso hubo que vivirlo y además adaptarse.
Agreguémosle los cambios en las costumbres, el destape sexual, el SIDA, las mayores libertades individuales, las frivolidades del postmodernismo.
El ritmo es por momentos vertiginoso y es al empezar el envejecimiento, cuando el Adulto Mayor se encuentra consigo mismo y con su tiempo libre que nunca aprendió a usar , cuando necesita recordar, reconstruir su propia historia para integrarla a este presente.
La reminiscencia, que es la función que permite recordar pensando o relatando los hechos del pasado es una función saludable para el A.M. siempre que eso no signifique que quede anclado en el pasado y entonces no sea una rememoración sino un rumiar lo mismo sin integrarlo.
La reminiscencia refuerza la identidad dándole continuidad a la vida.
A menudo actúa como revisión de vida permitiendo resignificar situaciones vividas conflictivamente y darles así un significado menos doloroso.
También ayuda a mejorar la auto-estima al traer a la memoria experiencias vitales y placenteras.
R.Butler dice precisamente que hay "una correlación positiva entre reminiscencia y la adaptación positiva a la vejez gracias a la conservación de la auto-estima y a la consolidación del sentido de identidad". Se recuerda a través de la memoria y a su vez es una forma de ejercitarla.
La reminiscencia además permite mantener la memoria colectiva al transmitir los hechos del pasado a las nuevas generaciones. Puede ocurrir que el recordar, como lo apuntáramos más arriba, se transforme en una huída del presente y esto es lo que se configura como patológico. Es decir, que el rememorar es saludable si se logra expresarlo de algún modo, ya que refuerza la auto-estima y la integridad permitiendo una mejor adaptación.
*Y la sexualidad? Los envejescentes pierden la sexualidad ? se transforman en asexuados?
Desde el "viejo verde" o la "vieja dama indigna" hasta la falta de respeto hacia la sexualidad de nuestros mayores o la molestia de los hijos para con los padres porque forman nuevas parejas: son algunas de las manifestaciones de este prejuicio.
Son visualizados como si carecieran de deseo sexual y en caso de manifestarlo se lo toma como no normal.
Este es, talvez, de todos los prejuicios, el que más toman para sí los mismos envejescentes. Y esto, sin duda, está en relación a la educación de la época en que ellos fueron creciendo.
La llamada moral victoriana, tan rígida, represiva y castradora, que imperó hasta comenzado el siglo XX fue la cuna de nuestros mayores y siguió impregnando muchos aspectos de la educación sexual.
Lo sexual, tema tabú en su infancia y juventud , tuvo repercusiones diferenciales en hombres y mujeres.
Para los hombres y dentro de una cultura falocéntrica, el ver disminuir la potencia sexual con los años, se vive como una herida narcisística,se sienten menos hombres.
Las mujeres, muchas de ellas víctimas de la represión sexual sienten un alivio con la menopausia ya que las exime del temor a nuevos embarazos o las libera sexualmente. La cultura también logra que los hijos no admitan o les resulte difícil admitir la sexualidad de los padres.
Pero es importante consignar que generalmente se confunde sexualidad con genitalidad.
La sexualidad es una función del ser humano que está presente siempre.
No se es asexuado por tener 80 años como no lo es por tener 5 años o 25.
La sexualidad es como un lenguaje, una forma de comunicación y tiene que ver con el amor, con la ternura, con los afectos. En este aspecto también es útil el concepto de diferente, no debemos comparar tomando el modelo de la juventud, sino la nueva etapa y sus posibilidades. La sexualidad puede y debe mantenerse. Y cuando hablamos de diferente nos referimos tanto al ritmo como a las formas que toman los contactos sexuales.
Una idea errónea hace creer que la menopausia es como una enfermedad, con malestares, disminución del deseo sexual, y la casi infaltable depresión. Es común escuchar a las mujeres atribuir sus síntomas diciendo...y, estoy en la menopausia....
La sociedad es la que resiste la aceptación de la sexualidad de los viejos.
Se hace necesario una educación completa, dada desde la infancia, que aclarara que la sexualidad es una función natural y saludable a todo lo largo de la vida y que no se circunscribe sólo a lo genital.
( se tomara especificamente el tema Sexualidad en dos clases de este curso).
Consultar la clase : "Reminiscencia", dictada en el Seminario: Temas de Psicogerontología I . Psiconet. 1997.
http://www.psiconet.com/tiempo
y fichas 1, 16, 18, 24, . Ver en Indice de Tiempo.