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Número 8 - Febrero 2007

Crisis, trauma y cuerpo

Emma Realini de Granero


La crisis es una mutación importante en el desarrollo de un proceso. El concepto es utilizado tanto, para alteraciones que se pueden producir en un individuo, como para situaciones que ocurren en el ámbito de lo social y/o lo histórico. Desde lo individual, podríamos hablar de: crisis de la adolescencia, de la edad media, etc., donde las modificaciones, surgirían a partir de cambios que parten desde el cuerpo y afectan al mismo como a los aspectos emocionales. También podríamos hablar, de crisis de pareja, de familia, de trabajo, etc, acá los problemas en el vínculo con el otro, tendrían un lugar destacado. Desde el plano de las situaciones sociales, el concepto de crisis es utilizado para referirse a problemas que se dan en lo económico, en la seguridad social, en la política etc.

Las crisis ya sean individuales o sociales, predisponen a que en el individuo se produzcan desequilibrios. De acuerdo a como se los pueda enfrentar y resolver, se podría dar lugar a un cambio, a un crecimiento, a una modificación. O contrariamente, cuando el sujeto o la sociedad no pueden encontrar una salida a la crisis, se generaría una situación de vulnerabilidad, que podría dar lugar a distintos tipos de respuestas, en el caso del individuo enfermarse. Respecto a la sociedad, entre otras vicisitudes, se pueden producir violencia o estallidos sociales.

Cuando una persona consulta porque está transitando por una crisis, aunque manifiestamente diga que esta proviene de situaciones generadas desde el mundo externo, por ejemplo que está angustiada porque no consigue trabajo, o porque el dinero no le alcanza, o porque tiene miedo a la violencia social cotidiana; nosotros como psicoanalistas nos tenemos que atener sobretodo a la "realidad psíquica" del individuo.

A pesar de esta idea de base psicoanalítica, Freud también va a sostener que uno de los polos estructurantes del aparato psíquico es la realidad, el mundo exterior a cuyas exigencias no podemos sustraernos.

Bleger, J nos ponía en alerta cuando hablaba del mito del "hombre aislado", el cual sostiene que el ser humano es originariamente un ser no social, que asimila con esfuerzo la necesidad de relacionarse con otros individuos. Refutando esta teoría, desde su interesante desarrollo de la conducta, va a sostener que la misma se expresaría en tres áreas: cuerpo, mente y mundo externo, y que cualquier modificación en una de las áreas produciría modificaciones en las otras dos. Teniendo en cuenta estas ideas, es difícil pensar a un sujeto que permanezca ajeno a las crisis sociales, a la violencia social, a las realidades traumáticas.

A la hora de asistir a nuestros pacientes, ¿podemos estar ajenos a las continuas crisis que como sociedad venimos padeciendo? No solo el que consulta, sino también el terapeuta está cruzado por las constantes inseguridades.

Hemos estado y estamos sometidos a actos de violencia implícita y explicita como parte de nuestra cotidianidad. En épocas pasadas, durante los períodos en que fuimos gobernados por regímenes militares, el secuestro de persona "por la seguridad de la población" era moneda corriente. Hoy, con gobiernos democráticos, constantemente estamos expuestos a robos, secuestros y muertes.

Como agentes de la salud mental, no estamos ajenos a como las crisis sociales, la violencia proveniente del medio social y/o del ambiente familiar que también está alterado por la situación social, es un elemento interviniente en el par analista-paciente a tener en cuenta

El problema, para el psicoanalista, es pensar como lo que genéricamente llamamos lo social, se articulan con la pequeña historia íntima de un sujeto singular y su novela familiar. Como se generan interdependencia entre la macrohistoria y la microhistoria, entre el destino personal y el colectivo"

Si dirigimos la mirada hacia el sujeto, que tiende a expresarse con enfermedades en el cuerpo, nos podemos preguntar: ¿en que medida las crisis individuales y sociales, pueden ser motivo de desencadenamiento o agravamiento de las somatizaciones?.

Dar respuesta a este interrogante no puede ser lineal. Por un lado, se tendrá necesariamente que establecer lazos y correlaciones entre dos conjuntos: el cuerpo y la psique, los cuales no pertenecen al mismo orden. De ahí que sea necesario alcanzar una articulación de ambos parámetros. Por otro lado, observar en que medida, las crisis sociales afectan a ese sujeto en particular, o a un conjunto de sujetos que comparten los mismos padeceres sociales. Por ejemplo, los desocupados con dificultades de obtener un puesto de trabajo, ¿en que medida se enferman, o se deprimen más, que las personas que están satisfechas?.

Si bien todos nos enfermamos, hay sujetos que están más proclives a que las crisis se transformen en situaciones traumáticas y por lo tanto la somatización, sea la única salida posible, llegando incluso a estar en riesgo la vida.

Para pensar el funcionamiento psíquico de las patologías psicosomáticas, tenemos que tener en cuenta desde el aspecto metapsicológico del sujeto:

a) con que tipo de representaciones y de pensamiento cuenta. b) Cual es el tipo de afecto predominante. Desde el adecuado, hasta la ausencia de los mismos (alexitimia) o la supresión. c) La relación entre pulsión de vida y de muerte con sus consecuentes fenómenos de ligazón-desligazón.

Desarrollaré dos criterios para pensar cual es tipo de funcionamiento mental de los pacientes llamados psicosomáticos.

En uno, podríamos nuclear autores como Winnicot, Liberman, Green, que si bien tienen diferencias, comparten el criterio que el aparato psíquico de estos sujetos, cuenta con un tipo de funcionamiento, en donde la defensa predominante sería la escisión más que la represión. Escisión que se manifestaría, en una no integración del psique-soma.

Otra línea es la desarrollada por la Escuela psicosomática de Paris (Marty y seguidores), que plantean la patología, partiendo de las fallas en los procesos de mentalización, dicha fallas serían producidas por alteraciones en los procesos de fijaciones, en el desarrollo evolutivo individual. Basan sus ideas en la riqueza o pobreza de las representaciones, que se encuentran en el preconsciente, y en el desmantelamiento de dichas representaciones frente a los momentos traumáticos.

 

 

Partiendo de Freud y teniendo en cuenta los conceptos desarrollados por los autores de la primera línea, podríamos decir que: la posibilidad del psiquismo de un individuo de elaborar los acontecimientos, las excitaciones que le producen los conflictos o las situaciones de crisis, es atribuible a la existencia de un aparato psíquico con una adecuada fantasmática, la cual le posibilite tolerar y elaborar los afectos y pensamientos movilizados por las crisis.

Que este funcionamiento se desarrolle, dependerá de la previa construcción de un espacio psíquico. Para que esto ocurra, el objeto en función de asistente, primero tendrá que haber estado presente, para ser luego una ausencia positiva. Este vínculo habrá posibilitado, que las primeras impresiones sensoriales, se transformen en las primeras huellas mnémicas. El comenzar a representar la ausencia, será lo que dará lugar a los inicios del pensamiento.

Winnicott dirá que, cuando se logra la construcción del objeto interno, el yo podrá organizarse suficientemente como para "pensar" al objeto ausente, logrando que la ausencia de este, no se transforme en una angustia catastrófica.

Cuando la represión ha podido advenir, tendríamos un espacio psíquico catectizado por el "olvido" de un objeto, que en su ausencia a dejado previamente una marca. En la represión, la energía psíquica estaría ligada, los nexos permanecerían intactos y se recombinarían con otras representaciones o afectos derivados del ello. Los términos originales dentro del nexo asociativo, son reemplazados por otros, siendo la función conectiva transformada, no alterada.

En estos casos, el cuerpo estaría revestido eróticamente, el psiquismo contaría con una fantasmática que se expresaría en fantasías, ensoñaciones y sueños, dando lugar a ubicarnos en una patología, donde habría una fijación en un desarrollo libidinal. Este tipo de funcionamiento mental permitiría que frente a las situaciones de crisis, los conflictos, o las frustraciones, pueda surgir una sintomatología mental, lo que Marty dio en llamar, psicopatología expresiva.

La organización psíquica, sostendría el funcionamiento mental y las nuevas representaciones, aunque conflictivas provenientes de las crisis, se unirían a las ya existentes, generándose un movimiento representacional, con nuevas ligaduras, que irían formando una red de representaciones, la cual funcionaría como una protección para el individuo, en la medida en que lo habilita a un proceso de elaboración psíquica.

Si la experiencia con el objeto de las primeras experiencias, es excesivamente frustrante, el desajuste producido conduce a que predomine la "escisión" como mecanismo defensivo, en lugar de la represión. Como sostiene Green, una escisión radical que deja de lado y elimina los factores indispensables para el trabajo de representación, en la cual no solamente quedaran segregadas las representaciones pulsionales destructivas, sino también partes importantes del yo. El sentimiento del propio cuerpo, sobre el que descansa la conciencia más inmediata de la existencia, podría ser objeto de una desmentida, quedando anulada su percepción.

Esto surgiría, cuando en el desarrollo del individuo, se produjeron disarmonías entre el encuentro de las necesidades del infans y las satisfacciones de las mismas. A partir de ahí, habría una situación de déficit narcisista, lo cual incidiría en el desarrollo psíquico futuro.

Los autores que se dedican a pensar la psicosomática, hacen distintas descripciones de las "madres" o de los vínculos maternos en los pacientes psicosomáticos.

Liberman al referirse a los sujetos sobreadaptados que somatizan, describe dos tipos de madres. Las que determinarían distintos tipos de afecciones psicosomáticas. Ellas son: la madre tirabombas y la madre que rebota. Si bien cada tipología, remite a distintas modalidades de vínculo, ambas formas tienen en común, el ser una madre que no esta "entonada" con las necesidades de su bebé.

Mc Dougall, va a desplegar el concepto de una psique y un cuerpo para dos. En estos casos, en el infans no se ha llegado a desarrollar un adecuado proceso de desomatización de la psique, que le permitiría poder contar con un cuerpo y una psique propio, separado del cuerpo materno.

Marty va a sostener la hipótesis, que las dificultades de la función materna, se observan en las fallas del objeto para cumplir con los procesos de excitación o paraexcitación de las necesidades.

Estas escisiones tempranas, darían lugar a un estilo de pensamiento particular, en donde la omnipotencia no estaría al servicio de la realización del deseo, sino que sería una cualidad de omnipotencia cargada de magnitud negativa, la de ser un pensamiento que nunca podría ser pensado por otro. El yo al sentir amenazada su integridad, instalaría un constante estado de alerta, resignando las percepciones de sus necesidades del cuerpo y sus satisfacciones narcisistas, sobreinvistiendo la percepciones del mundo externo. Nos encontraríamos entonces, con lo que Liberman denominó un " self corporal soguzgado y repudiado", versus un "self ambiental sobreadaptado".

 

Desde la perspectiva de la Escuela Psicosomática de Paris, Marty (fundador de la misma) va a sostener que el preconsciente sería el punto central de la economía psicosomática.

La riqueza de los niveles representacionales, daría lugar a contar con un preconsciente con mayor espesor. La presencia de ligaduras de las representaciones, sostenida por el instinto de vida, facilitaría que haya una movilidad de las mismas. Esto determinaría que cuando la situación traumática irrumpe en el sujeto, produciéndose un movimiento contraevolutivo, el mismo puede ser detenido porque habría fijaciones que frenarían el proceso. A partir de esta detención, se reinstalaría el instinto de vida y se restablecerían nuevas ligaduras. Conduciéndose hacia una reorganización mental.

Estas serían las llamadas enfermedades leves, producto de la regresión.

La terapéutica médica y/o psicoterapéutica, ayudarán a que la enfermedad pueda ser revertida, reestableciéndose nuevamente el estado de equilibrio psicosomático nuevamente

De lo contrario, cuando el preconsciente es pobre de representaciones y las fijaciones no fueron suficientes, el movimiento contraevolutivo que empieza en el nivel mental, puede seguir avanzando, llegando a la desorganización en el cuerpo.

Se daría entonces una las enfermedades graves, las cuales son determinadas por desorganización progresiva. La desorganización mental, llevaría al surgimiento de una depresión esencial, la que puede ser acompañada por un pensamiento operatorio. Dada estas condiciones, las formaciones del pensamiento preconsciente serían ineficaces en su acción mediatizadora de los procesos inconcientes. Nos encontraríamos entonces, que el pensamiento no se encontraría al servicio de la sublimación, sino al de sostener el contacto con la realidad fáctica.

En 1962 Marty y M¨Muzan, hicieron las primeras descripciones del pensamiento operatorio. Sostenían que era una forma de pensar, que habitualmente se observaba en pacientes con trastornos psicosomáticos. Las características eran, duplicar la acción sin significarla, ausencia de sueños y fantasías y una sobreinvestidura de la realidad externa.

Además de estos aspectos, el sujeto que llega a este estado, en lugar de contar con una angustia señal, de acuerdo a estos autores estaría expuesto al surgimiento de angustias difusas. Todo este cuadro determinaría, una vulnerabilidad somática, que favorecería el estallido de afecciones somáticas graves o el agravamiento, en patologías crónicas. La desorganización progresiva, implicaría la carencia del uso de la regresión, denunciando una falla básica en la estructuración del psiquismo.

Como venimos sosteniendo, no podemos hacer una lectura causal o lineal entre crisis, trauma y somatización. Pero se puede observa que en los momentos de crisis ya sean individuales o sociales, la aparente armonía entre instancias, que tienen algunos individuos, que siempre estaría a punto de quebrarse, es muy factible que se quiebre.

La crisis entonces, se puede transformar en situación traumática. La fragilidad del yo para lidiar con dicho estado, podría llevar a que no cumpla con su función de ligadura, produciéndose entonces un colapso psíquico. El cuerpo se haría cargo entonces de lo que no ha podido ser pensado.

 

BIBLIOGRAFIA

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