Relataré el caso de un paciente que atendí en el hospital hace varios años, por espacio de 6 meses.
Esteban, de 70 años, llega derivado al Equipo de Psicosomática por el Consultorio de Psoriasis que funciona en la Unidad Dermatología.
En su primera entrevista conmigo dice, con relación a la psoriasis: "Se produce un brote cuando muere un familiar. Es una suerte de reacción".
Efectivamente, Esteban refiere una serie: su suegro murió hace 2 o 3 años, su madre hace un año, su padre hace 7 meses y recientemente un cuñado con quien tenía un vínculo cercano.
Cuando se le pregunta por el inicio de la psoriasis dice que fue hace 15 a ños, aunque posteriormente y a lo largo de las entrevistas no podrá precisar la época de inicio. También relata un accidente laboral muy serio que sufriera hace aproximadamente 15 años, en el que algunos de sus compañeros resultaron con graves lesiones, y otros fallecieron, pero a él, según dice en diferentes entrevistas, no le había sucedido nada, " ni un raspón".
El paciente convive con su esposa y una hija. Tiene otro hijo que está casado.
Se jubiló a principios de la década del 90, cuestión que retomaré más adelante.
Los accidentes
En las siguientes entrevistas empieza a aparecer en su discurso el relato de una serie de accidentes, de los que siempre sale ileso por una "dosis de suerte", según dice. Por ejemplo, en una ocasión se subió a una escalera sin trabarla, y no le pasó nada; en otra oportunidad iba en el estribo de un colec tivo al que se le salió el neumático pero él, una vez más, se salvó. Esta serie parece tener su inicio en un episodio que le contaron de cuando él era bebé. Su familia vivía en el sur; estando él en la cuna, un águila casi se lo lleva, pero gracias a un perro policía que ladró y alertó a la madre, él se salvó.
Empiezo a señalarle que, contrariamente a lo que él afirmaba, también había sido víctima del accidente laboral, por lo cual era un sobreviviente.
El no se había quejado ni había reclamado nada en aquel momento porque no pensó que pudiera tener algún derecho.
"A mí no me sucedió nada, sí psicológicamente. Eso no lo había pensado."
Le pregunto sobre su falta de queja. Dice: "El reclamar significaba quedarse en la calle porque no eran épocas en las que hubiera democracia por mucho tiempo". A los compañeros les había pagado el seguro.
Con respecto a "reclamar" dice: "Siempre fui medio revoltoso. Cuando fui sindicalista reclamaba por lo que nos correspondía". Habla del diccionario. No sabe si estará empleando correctamente el término "revoltoso".
"Uno de los pecados que tenemos es no utilizar bien los términos", dice. Pone como ejemplo el programa PNP, donde pasan los errores con el lenguaje.
A la entrevista siguiente comenta: "Estuve buscando en el diccionario la palabra revoltoso. Tiene dos acepciones: activo, vivaz/ sedicioso. Es como blanco o negro. Está mal. A lo mejor el diccionario es viejo y por eso está mal".
De esta forma Raúl empieza a advertir la relatividad de algunas expresiones.
A pesar de su actitud revoltosa y su historia sindicalista, no ejerció sus derechos con respecto al accidente laboral que sufriera. Se ubicó por fuera de él. El efecto que tuvieron las intervenciones que lo ubicaron como víctima fue que empezó a rememorar que sí había tenido consecuencias sobre su vida: así es como recuerda que en esa época no podía conciliar el sueño. Cuando por fin se dormía tenía pesadillas. Soñaba que caía en el vacío, "con una sensación de pavor, sentía que caía sin fin". Soñaba también que no se podía mover, quería escapar pero no podía, como si tuviera las piernas pesadas.
Trae el recuerdo infantil de un accidente: estaba por tomar sopa, metió el codo en el plato y se quemó. El m édico le puso un vendaje que era como un tul. Cuando la madre quiso sacarle la camiseta, ésta se había adherido al vendaje, entonces ella, al tirar, "se llevó la piel". Este accidente le recuerda otro que tuvo de grande. Dice: " Cuando mi hijo era chico tuvo falso krup, y tenía que hacerse vahos. Cuando yo los estaba preparando, se me cayó la olla en la pierna y me quemé." Cuando se le señala que tuvo varios accidentes en la piel, dice: "También tengo la psoriasis, gracias a Dios". Pregunto: ¿Gracias a Dios?. Contesta: "Gracias a Dios estoy bien. Esta primavera no me brote a pesar de que me suelo brotar en esta época y en otoño. Este año me va bien de la psoriasis". Lo atribuye a los tratamientos que está haciendo. "Me tratan dos doctores. También vengo acá."
Comienza a traer sueños. Cuenta: "Sueño con mi padre, con mi madre. Será porque me faltaron hace poco."
Se pregunta qué es lo que lo lleva a uno a soñar. "Debe ser para revivir el pasado. Es raro"
La jubilación
Después de transcurridos más de cuatro meses, empieza una entrevista con lo siguiente: "Hay algo que no sé si se lo comenté. Cuando dejé de trabajar, lloré mucho. En diferentes oficinas me hicieron una despedida. Lloré todo el tiempo. Pensé: en algún momento uno se jubila, pero fue un cambio grande."
"Después de jubilarme no tenía ganas de hacer nada. Yo nunca sentí que estaba deprimido. Es algo que nunca pude ubicarme de tener esa depresión que decían mis hijos y mi señora".
El paciente tomó la decisión de jubilarse en ese momento a instancias de su familia.
"Después quedé inactivo. Me tuve que rehacer de nuevo. Al principio era como estar de vacaciones, pero después empecé a extrañar."
"Posteriormente abrí un vivero. Empecé a tener una actividad. Siempre me gustaron las plantas. El negocio se fue paralizando por la competencia y lo tuvimos que cerrar. Como residuo me quedó una actividad que es dedicarme a los bonsai. Es algo muy particular."
Esta última tarea lo acercó a gente que lo asesoró. También leyó mucho. "Aunque eso no se aprende en los libros. Los libros generalizan mucho". - Como los diccionarios, señalo.
Aprendió mucho de un primo que vive en el sur y es técnico agrario. Surge que su gusto por las plantas le viene de su familia materna. Se sorprende porque hasta ahora no lo había pensado.
Al hacer un balance de cuando trabajaba, refiere: "Fue una época satisfactoria, por eso me costó mucho cuando me fui. Dejaba atrás cosas que me dieron satisfacciones". Ahora empieza a pensar que lo que le sucedió fue una depresión. Trae sueños con la época en que trabajaba: "A veces me despierto y me parece que tengo que ir a trabajar. En ese tiempo probablemente empezó la psoriasis.. La psoriasis iba y volvía, con altibajos. Cuando me iba de vacaciones 15 días se me pasaba. Después, cuando mi madre falleció, recrudeció. También cuando falleció mi padre."
" Mi madre no podía moverse, estaba postrada, tenía artrosis. Eso me golpeó mucho. Verla sufrir me daba mucha pena. Estuvo 3 o 4 años así. Al año tuvo problemas mi padre, pero se fue rápido. No sufrió mucho . Tenía cáncer de colon." La psoriasis recrudeció después de esas muertes.
Cuando se le pregunta en qué cree que lo ayudó hacer este tratamiento responde: "Fue una suma de cosas: el régimen, la medicación, lo psicológico. Uno empieza a recordar cosas que no se acordaba, lindas y feas. Uno había pasado el borrador a todo eso".
Como él evaluaba que estaba mejor y además ya habían transcurrido 6 meses de tratamiento, plazo que la institución establece, le propongo tener unas entrevistas más antes de hacer el cierre. El paciente está de acuerdo.
Refiere: "Tomo las cosas de otra forma, no me hago mala sangre. Si algo se puede resolver, bien. Si no, lo dejo. Me dedico más a cuidarme a mí y a mi señora. Después de todo somos los que tenemos que cuidarnos."
El día del médico, que coincidía con una de sus últimas entrevistas, me trae un bonsai de regalo. Me cuenta diferentes cosas sobre esta actividad. Hay un dicho según el cual los bonsai son para que los disfruten los nietos, porque se empieza en una generación pero recién los nietos pueden ver los resultados. Señalo: - Como una herencia.
Si bien él sabe que su trabajo tiene un valor comercial, hay algunos bonsai que no los vende y solo los destina para regalar a amigos o a personas que los van a poder cuidar.
Relataré un fragmento de la última entrevista:
"Llegamos al final. No sabía como era la terapia, tampoco lo sé ahora, pero me sirvió para recordar lo que había olvidado. Tampoco sé por qué me olvidé. Recordé a mis compañeros, a mi trabajo."
"En el accidente no me pasó nada, pero me perjudicó."
Habla de su mujer. Dice que se hace mala sangre porque viene la época de las fiestas y está preocupada por si van a ir a la casa de este o aquel familiar. "Le digo: Nosotros vamos a estar en casa, el que quiere venir que venga. Hay que dar importancia a lo que corresponde, a lo demás no."
Antes de despedirlo le doy mi tarjeta. A su vez él me dice que cuando necesite podar el bonsai que me regaló, que lo llame.
Se despide cordialmente. Dice estar agradecido a todos los doctores que lo ayudaron, incluyéndome.
Comentario
Lo que las entrevistas le posibilitaron a este paciente fue un trabajo de rememoración y subjetivación de algunas pérdidas y del hecho traumático que constituyó el accidente laboral. También le permitió rescatar y revalorizar su actividad con los bonsai. En este punto recuerdo a Freud cuando decía que una vez que el trabajo de duelo concluye, el yo puede investir objetos nuevamente. Si bien no se trata de una simple sustitución de un objeto por otro, -porque en el transcurso del trabajo de duelo también la posición del sujeto se modifica- es cierto que para este paciente la actividad comercial con las plantas surge luego de dejar de trabajar. Lo que primero fue vivido como una pérdida, en un segundo momento lo conduce a algo nuevo -los bonsai- lo cual adquiere un enorme valor para él: le permite hacer lazo social, lo conecta con su infancia, etc.
Para concluir, quisiera citar un fragmento de un texto de Colette Soler:
"...una vez que el sujeto rememoró, puede decir que jamás lo había olvidado. No es el pasado el que cambió, es el lugar del sujeto. Las representaciones de su pasado que había abandonado, donde no se reencontraba, donde no se reconocía, vuelve a habitarlas".
"...Por eso el psicoanálisis puede cambiar todo para el sujeto sin cambiar nada en la realidad. La vida que el analizante tuvo, no se rehace. Lo que cambia, por el contrario, es como él se sitúa en ella y el sentido que le da."
Bibliografía
Freud, S., "Duelo y melancolía"
Soler, C., "El acting-out en la cura" en Finales de análisis