Número 5 - Noviembre 2002 |
Estatuto de las afecciones psicosomáticas en la infancia: fenómeno psicosomático, escritura y nombre propio Judith Ben David |
Voy a situar un caso clínico que me llevó a pensar en los niños con dificultades en la lecto-escritura , motivos éstos que son frecuentes en las consultas, y trataré de articular la relación de la escritura con las afecciones psicosomáticas y las particularidades que tienen estas en los niños. La serie sería: escritura, nombre propio, fenómeno psicosomático.
Antes de adentrarnos en el caso clínico, me gustaría abrir una pregunta: ¿qué es un niño?
Podemos decir que la crianza es el tiempo de la estructuración subjetiva del infans. Tiempo del Edipo, tiempo de un nuevo acto psíquico, un nuevo sujeto. Un niño es aquel en el que aun no hay síntoma, no está constituida esa versión del padre que llamamos síntoma. Efectivamente en los niños no hay ni relato, ni síntoma, así como tampoco hay memoria (amnesia infantil).
Ya Freud situaba las distintas etapas del desarrollo psicosexual como momentos cruciales del movimiento de la estructura ubicando la diacronía en el Edipo, él define la niñez como un tiempo lógico de la estructura y asimismo ubica en ella la lógica de la determinación del objeto, situando las etapas de desarrollo de la libido. Es gracias a la eficacia de las operaciones de la sexualidad infantil -que sostenidas en el nombre del padre- podemos ubicar el recorrido entre pulsión y escena fantasmática en la neurosis, cuya estructuración definitiva la ubicamos en la adolescencia.
Caso clínico.
La madre de Leandro llega a la consulta porque su hijo de 8 años no puede copiar la tarea en la clase, no escribe, no hace la tarea. Tiene una maestra particular 3 veces por semana, y más o menos con ella la hace, pero luego en la escuela no. También refiere que es asmático, que tiene accesos de asma, que a veces no lo puede controlar con nada, incluso es resistente a algunas medicaciones y que también le dijo la pediatra que eso era emocional, que consultara. El inicio de la afección la ubica en los primeros años del niño, pero que era mucho más leve que en la actualidad. El padre no podía presentarse a la consulta ya que no estaba en todo el día, trabajaba de sol a sol.
Dice la madre que cuando Leandro comenzó 1° grado ella comenzó a trabajar, cuestión que ubica como de importancia y que podría ser una de las causas por las cuales su hijo tiene problemas en la escuela. La familia está constituida por los padres y 5 hermanos, todos mayores que Leandro; incluso Leandro es tío. Cabe señalar que la preocupación de la mamá estaba centrada en las dificultades escolares del niño y no en los ataques de asma.
Decido hacer algunas entrevistas con el niño.-
El niño se presenta en la primera entrevista, se lo ve muy tranquilo, más bien quieto, se sienta y dice: en la escuela me molestan, me dicen "trolo?" quiere decir que pego, que molesto.... y entonces no puedo hacer la tarea. Mi papá dice que en el campo hay duendes, que si sos malo y pegás.......yo les tengo miedo. Dibuja una figura, luego dice que es un duende, de 10 años
En otras entrevistas trae sus cuadernos y me percato de que efectivamente no correspondía a la escritura de un niño de esa edad, como así mismo el uso de los renglones. A partir de hacer una recorrida por sus cuadernos , dice que su padre le pega con látigos, que es malo, y me pregunta si yo les pego a mis hijos. Luego refiere una escena: estábamos acostados en la cama, la agarré de la mano (una persona adulta). ¿? A que jugaban. No era un juego, estábamos, no hacíamos nada. Le dije a mi mamá que ud. es buenita.
A partir de los dibujos se le complica cuando le solicito que escriba los nombres de lo que dibuja, todo el tiempo aparece el control de la mirada, me dice: ¿está bien? ¿con qué letra va?. A lo que yo respondía: como vos sepas, sin responderle si estaba o no correcto. Me llamaba mucho la atención que él pronunciaba bien la palabra, pero luego al querer escribirla faltaban algunas letras: así por ejemplo: quería escribir conducta, y escribía "cocota", "coduta", "concoduta", y en otras ocasiones puede escribir algunas palabras igual que como las pronuncia. Tampoco puede escribir ni su nombre ni su apellido correctamente, vale decir con todas las letras.
En relación a los juegos que se le ofrecían, no se mostraba muy interesado, abro entonces el juego yo, "el juego de los correspondientes". Accede sin ningún problema para realizarlo, se muestra alegre, y dice: "que fácil es, no?"
A continuación le solicito que elija alguna de las "parejas correspondidas" y haga una historia.
"loro-jaula": Había una vez... "un pajarito y vino el lobo y se lo comió. Después compraron otro y vino un chorro y se lo comió en el asador. Después vino la policía y mato al chorro..."
"llave- puerta": Había una vez.... "un bebe al que un malvado (le saca los ojos, lo corta y se lo come) lo mató, lo violó (¿): mató. ¿Conociste algún malvado? "si, en mi casa, por mi casa", si lo veo me meto adentro.
También en ese momento dice que tiene miedo de que lo muerdan los perros, porque no hace la tarea.
Le digo: cuantas historias tristes, podes nombrar alguna cosa que te guste mucho? "Cuando mi mamá me da plata, y cuando mi papá no me pega".
Otros juegos se van armando, a las bolitas, (él me gana siempre, de verdad) con los dakis, con mucha dificultad inicial, no podía encastrar dos dakis (cosa que me llamaba mucho la atención), descubre el dominó: "nunca jugué a esto". Le expliqué la consigna y se le complicaba, no podía hacer series, le pongo sonidos al juego, armo distintas estrategias, pronuncio los números posibles para hacer la serie, 2-6 y sin embargo muchas veces no enganchaba.
Simultáneamente en la escuela estaba más tranquilo, con algunos vaivenes, pero en relación a la escritura y le ctura la cosa no avanzaba mucho, lo mismo que los accesos asmáticos. Un día entra y dice: "me saqué un 10", le pregunto que sentía al sacarse esa nota, y dice: "nunca me saqué un 10, mi mamá me compró un regalo". La prueba había sido de matemática; a partir de esa prueba los juegos que incluían números se agilizan, los usa, los combina, juega con ellos, cosa que con las letras, no. Se incluye: "Sopa de números". También incluyo una variable en el análisis, el niño iba a pagar cada consulta. Comienza a contar los billetes, los acomoda, hace series, clasificaciones, y no bollitos como en algunas oportunidades.
Un día lo trae a la consulta un señor que yo no conocía, era su padre. Me comenta que lo echaron del trabajo, era albañil, que está desocupado, así que ahora va a poder traerlo él. Le digo si la semana que viene puede venir él para una entrevista. Accede.
Entrevista con el padre.
El padre tiene 47 años, es el 8° de 14 hermanos, de familia muy humilde, sus padres fallecieron, la madre en el 76 y su padre en 2001. Dice tener muchas dificultades para hablar con su hijo, que le pega, que él está acostumbrado así, que él también fue criado de esa forma, que tampoco tenía mucho tiempo para estar con los hijos, y que cuando lo ve se pone nervioso por el bochinche, porque él esta cansado... Lo hago historizar respecto de su familia, sus hermanos, y en un momento refiere otros apellidos diferentes al de él pero para hablar de sus hermanos, a lo cual yo le pregunto si son de distinto padre. Para mi sorpresa dice "no, lo que pasó es que cuando yo nací, escribieron mal mi apellido en el documento. Supongamos que el apellido en cuestión fuera Rodríguez, él está inscripto como "Nodriquez", le pregunto que pasó que no lo arreglaron, dice: "quedó así, nomás".
Podríamos pensar que esta equivocación en la escritura del nombre propio, lo deja -al padre- fuera de la serie, incluso fuera del linaje, fuera de la herencia, hay algo del nombre del padre, que se inscribe con cierta diferencia, con cierta falla. Y fíjense que esto es solidario del síntoma del niño, donde no sólo no puede escribir su nombre propio, sino que además agrega que no se pueden escribir los malos (donde incluye allí a la figura del padre)
Asimismo al supervisar la función paterna, el padre dirige una pregunta a la analista, ¿cómo puedo ayudarlo?,dice "yo no sé casi escribir". Le digo que puede ocuparse de otras cosas, que no es sólo el tema de la lectura y la escritura lo que lo puede acercar y ayudar a su hijo. A partir de allí el padre comienza a tomar otra forma para Leandro, se comienza a preocupar por el bienestar de su hijo, fundamentalmente con él, con el cual tuvo más complicaciones para relacionarse, y con el que menos tiempo compartió. Se ocupó a tal punto que le construyó una cama para él sólo, ya que dormía con su hermano Luis de 16 años, los dos en la misma cama. El padre mismo construye la versión de que no correspondía que durmieran en la misma cama, lo mismo que comenzó a intervenir mucho más aun con respecto al lugar que para la madre tenía Leandro: "y es mi bebe". El padre en otra oportunidad dice que ahora se da cuenta que el chico estaba bajo las polleras de la madre, y que capaz por eso le costaba tanto aprender en el colegio, que lo ahoga, y el chico muchas veces no puede respirar. ¿? "Ah! No le contó la madre lo del asma?"
Cabe señalar que lo que se desprende del trabajo de las entrevistas con la madre, el niño aparece en el lugar del objeto del fantasma de la misma, taponando la angustia que para ella significaba el paso del tiempo, el ser abuela, la muerte, en fin la castración.
En otra ocasión la mamá de Leandro me comenta que lo iban a cambiar de turno en el colegio por sugerencia de la maestra, ya que a la tarde había menos chicos y le podían dedicar mas tiempo. Cosa que efectivamente se produce y también produce cambios en la cotidianeidad de Leandro. Quiero aclarar que ese cambio aconteció luego del trabajo realizado con la maestra y con la escuela, y un informe de la analista.
Cuando comencé las entrevistas con el niño realmente tenía muchas dudas, por momentos quedaba ubicado como un débil mental, y era la pregunta insistente de la madre, incluso tenía "guardada" una posible interconsulta con un neurólogo, como así mismo pululaban en su discurso recurrentes escenas de excesos: violencia, escenas con adultos, frases adultas, excesos de ataques de tos, broncoespasmos, ahogos. Luego cuando comienzan a aparecer las fobias, se comienza a tejer alguna escena posible para que luego puedan virar a algún posible síntoma. Sabemos que la fobia, el significante fóbico, aparece como un significante comodín, esta allí en el lugar donde la metáfora paterna no está muy bien instalada. También sabemos que las fobias son constitutivas del aparato psíquico, y que luego virarán a la constitución de un síntoma, vale decir se trata de la sintomatización de la fobia.
Es así que al final del tratamiento Leandro, no sólo puede comenzar a escribir algún texto, sino que también se da la posibilidad de formación de algún síntoma.
Los últimos juegos ya no eran de oposición y diferencia, buenos y malos, lindo y feo, sino que comenzó a narrar historias hechas con play móbiles personas, grandes y chicos. Al intentar guardarlas en la caja, las ponía por un lado, y se le escapaban por el otro. Intervengo: ¿pensás que habrá alguna forma para que las cosas entren por un lado y no se escapen por el otro? "Sí, ¿tenés cinta scotch?" Aparece la posibilidad de enmarcar, de poner tope, de alguna sutura.
Revisando el material, el último dibujo de Leandro en el análisis fue algo que siempre era de su interés pero que por "H" o por "B" nunca era posible para él. Como se vera se trataba de letras, pero no sopa de letras, ya que no podían ponerse en juego.
En una ocasión comenta- casi al principio del análisis- que a él le gustaba mucho el sega y que tiene un primo que tiene uno, y que juega mucho con él cuando va de visita muy de vez en cuando. El tema con el sega era que siempre "le faltaba el centavo para el peso" para poder jugar. El sega fue tema de varias entrevistas, donde la analista se ubicaba en un punto de no saber nada acerca de ese juego, dándole la posibilidad de que él pudiera bordar la trama lúdica. Les decía, el último dibujo de Leandro fue el Sega con todos los botones, palancas, joystycs, signos, y un detalle abajo y a la derecha de la hoja: la posibilidad de escribir su nombre, su apellido y la fecha, como asimismo poder conseguir de distintos lugares el armado del sega, parte, por parte.(La patrona de la madre, le regala un sega viejo, pero que funcionaba, le faltaba los joystyks, se los consigue por otro lado -el primo-, incluso sacó de la basura unos cables con unas fichitas que le sirvieron para la conexión. Sería hacer de la nada, algo. La posibilidad de la invención.
En los niños la escritura comienza con el nombre propio, pero a condición de servirse de él para fragmentarlo en letras. Con esas letras se introducirán en la operatoria de la lectura, del descifrado, del cifrado. Se valdrán de ella algún día para dar cuenta de lo que les falta, si todo sale bien, si el nudo se teje bien. Lacan dice "el niño está hecho para tejer su nudo".
Lacan ubica entonces el valor de descifrado del Nombre Propio a partir de su materialidad fonemática: esa de decirse igual. Esto plantea la cuestión de la dimensión real del nombre propio, más allá de la dimensión imaginaria- esa que indicaría la matriz del ideal del Yo- presente en el deseo de aquel que nomina. Si se le ha dado cierto nombre al niño es porque ese nombre indicaría la matriz identificatoria dominante. Y eso de real anudado a lo simbólico del nombre, eso del trazo, de la marca que representa al sujeto como ausente, que le permite entonces introducirse en la dialéctica, separación-alienación. Es a partir de esa lectura del nombre como trazo en esa intersección entre el agujero de la cuerda real y la simbólica, que es posible producir ciertas lecturas, ciertas traducciones posibles a partir de la transposición, de esa materialidad que suena igual en todas las lenguas. Si suena igual en todas las lenguas es porque algo se le sustrae a la cuerda de lo simbólico, en el sentido de quedar por fuera de las oposiciones fonemáticas de cada lengua particular.
Lacan dice en "el sinthome": "la escritura viene de otra parte..."
Podemos pensar en un elemento uno, que iniciará la serie, la posibilidad de la combinatoria de letras, sustitución y desplazamiento. Estas letras son de la cosecha de la letra, letra que es soporte material de significante, o como dice en instancia de la letra: la letra como borde-litoral entre saber inconsciente y goce, vale decir entre simbólico y real.
Agrega en el seminario "La Identificación" que llama a ese trazo el palote, como figura del uno, distintivo, tanto más distintivo como que está borrado. Este trazo, marca original que en los tiempos constitutivos va escribiendo, soportando la mínima diferencia, ya que ningún otro será igual. La escritura se engendra en ese trazo y al mismo tiempo borra la marca original, se pierde.
Lacan llama a ese trazo el "trazo unario", trazo que no tiene que ver con las identificaciones narcisistas, sino que en ese trazo se constituyen los primeros núcleos del ideal del yo, y al mismo tiempo, ese trazo en tanto perdido, en tanto reprimido primordialmente, funciona como punto de anzieh, como punto de atracción a nuevas inscripciones, es lo que posibilitara el paso a la existencia inconsciente.
La primera manera del escribir del niño es trazo, luego serán trazos que salen de algo, de ese algo de la represión, y que es esencialmente figurativo, y se lo puede analogar al ideograma
Trabajando sobre la cuestión del Nombre Propio, es que Lacan ofrece su teoría peculiar sobre el origen de la escritura. Tomando el pasaje de la escritura ideográfica a la fonemática Lacan sostiene que este pasaje comporta un borramiento de ciertos trazos en la representación escrita que representaba el objeto, pasando entonces a quedar borrado cierto trazo que a partir de entonces pasaría a designar un fonema, no ya un objeto. Es decir que se pierde la cualidad de signo de la escritura ideográfica, y en ese borramiento de una parte se produce la conversión a cierto estatuto significante. Ese conjunto de trazos entrará en oposición a otros para poder significar algo, no podrá hacerlo más por sí mismo, como en la etapa anterior.
Agrega Lacan: "Todo ocurre como si los significantes de la escritura hubieran sido producidos en un principio como marcas distintivas... la escritura como material, como bagaje que espera allí ser fonetizada .Y es en la medida en que la escritura es vocalizada, que la escritura aprende a funcionar como escritura"..
Estos complicados procesos requieren de operaciones de desplazamiento y condensación, por lo que podemos decir que el escribir sólo es posible al precio de la metáfora, y podemos agregar que tanto la lectura como la escritura son el fruto de las operaciones de la sexualidad infantil, de la castración, de la eficacia del primer rodeo por la estructura.
El escribir inicial de un niño no es un texto propio, no es una novela propia, sino que es un texto producto de la alineación en el campo del otro. El escribir se apoya entonces en la metáfora y su anclaje definitorio se inscribe en la pubertad, tiempo este al que ya situamos como el producto del nudo que se fue tejiendo, y que ya define a la estructura. El segundo despertar sexual, al producirse un cambio en la posición del sujeto, también implica un cambio en la escritura, letra que pasa al texto del fantasma en la neurosis.
Podemos decir que la función de la letra en el discurso- es pasar de una escritura a otra escritura.
Voy a comentarles a colación de estos temas de la escritura y la firma una conversación que tuve no hace mucho con mi hija Ludmila que tiene 8 años. A quien de paso le agradezco sus preguntas, ya que muchas veces son a partir de ellas que puedo pensar en las cuestiones de y con los niños, además de la clínica -que es otro asunto.
Mi hija me preguntaba si existen dos personas que firman igual, esta preocupación tenía que ver con que en el colegio habían estudiado la función del DNI. y del pasaporte. Cuestiones que hacen a la identidad de un sujeto. Entonces, cuando un niño nace se lo inscribe, tiene un DNI. Pero no hay aun ni foto, vale decir no hay imagen -como gestalt unificadora- , ni firma. Es más, dice: no firma aun. Es recién a partir de los ocho años, que se incluirá la imagen y el trazo. Como les dije mi hija tiene 8 años, entonces su preocupación estaba situada en dos cosas: primero si había dos firmas iguales, segundo que pasaba si ella cambiaba la letra, el trazo, desde su edad hasta la adultez. Fíjense que a los 16 se vuelve a cambiar el documento: una nueva imagen, un nuevo trazo y luego en la mayoría de edad. Entonces me encontré diciéndole a mi hija que la firma es un trazo que te sale como del alma, es como si el brazo se deja llevar a escribir esa marca. En esos días la veía que ensayaba una y otra vez alguna firma posible. Hojas y más hojas llenas con su firma, no sin pasar también por la alineación que implica intentar reproducir las marcas de otro, quiero decir, que frente a mi propia firma ella intentaba contornear una letra que no era de su cosecha, pero que implica el paso obligado para poder escribir la propia."Aunque quiera copiar tu firma, no me sale igual", me decía.
La particularidad que se puede ubicar en la niñez respecto del nombre propio es el lugar idéntico que ocupa en relación al ideal del yo, ya que el ideal del yo es un significante extraído del campo del deseo del Otro, que asegura un punto identificatorio, en el sentido de las identificaciones edípicas. Ese campo tiene que estar ordenado simbólicamente en términos de deseo, porque la ley que ordena el capricho materno es la ley del deseo.
Si pensamos que el nombre propio en la infancia es solidario del ideal del yo y cuando aquel no se monta en el ideal, no funciona del todo bien, se puede producir fragmentaciones en el cuerpo del niño, aparecen distintos síntomas, afecciones en el cuerpo como en este caso, como también la dificultad de poder seriar, escribir, en tanto la metáfora no se deja llevar a escribir.
Para ir concluyendo, intentaré ubicar el estatuto del Fenómeno Psicosomático (FPS) en la niñez, y si se puede pensar con la misma lógica a la afección en los tiempos instituyentes y en la latencia.
Cabe señalar que en el niño de los tiempos instituyentes no han terminado aún de producirse las operaciones de constitución del sujeto, vale decir alineación y separación, con lo cual tampoco podemos pensar en la producción de un síntoma. El niño de los tiempos constitutivos no ha tramitado aún la pregunta por el deseo del otro, en tanto simbólico, sino que yace como lalangue, como lengua materna, sustentada en el orden imaginario. Entonces ante la falta de disposición de la estructura, ya que está en formación, el cuerpo pasa a primer plano. Es muy frecuente en los niños pequeños que aparezcan "falsos FPS", como único modo de responder frente a la angustia. Vale decir que aparece el cuerpo antes que una escena. Luego a medida que el niño va tejiendo su nudo, y transita la latencia, es usual que esos falsos FPS cedan sin ningún tipo de tratamiento ni médico, ni psicológico. Serían transitorios. En cambio, si las afecciones irrumpen luego de la latencia, vale decir en la segunda vuelta por la estructura, el FPS puede tener otro estatuto. ¿En qué sentido? En el sentido de que es en la latencia donde al haber habido la posibilidad de construcción de un escenario fantasmático- puede irrumpir la posibilidad del despunte sintomático. Con lo cual el síntoma aparece como un modo de responder a la pregunta por el deseo del otro, a la castración del otro. Si aparece un FPS en este momento lógico del niño podemos atrevernos a decir que hubo alguna falla de tramitación vía significante. Con lo cual aparece una inscripción directamente en el cuerpo del niño, sin mediación. Fallas en las operaciones de constitución del sujeto.
Entonces a diferencia de Juanito que elabora su angustia vía el significante fobigeno, en los niños que presentan afecciones psicosomáticas la emergencia de la angustia se tramita a través del cuerpo: psoriasis, urticarias, eczemas, asma, enfermedades a repetición. Podemos decir que algo de la letra no es legible, no se puede leer. Sabemos que la función de lo escrito es para ser leído, y en el FPS no se puede leer ya que esa letra no se enlaza al inconsciente, no se enlaza al cuerpo libidinal, no hay una articulación entre cuerpo, libido y lenguaje. Lacan dice en la conferencia sobre el síntoma, que tuvo lugar en Ginebra en octubre del ´75: "El cuerpo en el significante hace rasgo y rasgo que es un Uno" y sitúa aquí, retomando a Freud en su texto de la Identificación, al Einzer zug: rasgo unario. Y agrega que alrededor de este rasgo se sitúa toda la cuestión de lo escrito. Ubica una serie en relación a su teoría sobre el fenómeno psicosomático, el jeroglífico, la firma, el cuerpo como etiqueta que porta el nombre propio, el rasgo unario, la fijación específica de goce, la invención del inconsciente. Bien, varias cosas.
En un análisis, el niño a través del escenario lúdico jugará la posibilidad de dejar de estar atrapado como objeto del fantasma materno. Primer alivio para el niño, lo cual al mismo tiempo propicia la posibilidad de la construcción fantasmática, la emergencia del sujeto y la constitución del síntoma. Cabe la pregunta con respecto a que hacemos con el FPS. En principio podemos decir que no hacemos nada, nada especialmente. Se leerán retroactivamente cuales fueron las consecuencias de cada análisis en particular, y si el FPS fue tomando cuerpo o no.
En el caso presentado podemos decir que hubo un enmarcamiento de ese goce salvaje, desmedido, excesivo. Pero también creo que eso no hubiese sido posible si no se hubiese trabajado sobre el síntoma inicial "las dificultades en la lecto-escritura", con relación al nombre del padre, a la metáfora paterna y a la supervisión de la función paterna. Luego en la otra vuelta de la estructura -la adolescencia- se pondrá en el tapete nuevamente la estructura y allí se podrá constatar que suerte tuvo el fenómeno, en ese camino que va para un sujeto de la pregunta por el ¿qué quiere una madre? al viraje por el: ¿qué quiere una mujer?.
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