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Número 3 - Enero 2000

Los padecimientos y la lesión de órgano

Dr. Orlando R. Barrionuevo


Introducción:

El cuento de Julio Cortázar" Pérdida y recuperación del pelo" me ha parecido apropiado para ensayar la vecindad conceptual entre el goce del dolor, del padecimiento, y de la lesión de órgano, enmarcado bajo el título de las terceras Jornadas clínicas: "Lo público y los nuevos padecimientos ", acerca de sus efectos en la práctica.

El argumento del texto, llevado con una atmósfera y sentido del humor muy propio de su estilo, alude a los vaivenes de algo corporal perdido, que atraviesa distintas envolturas y se extravía, llevado por un movimiento que no es el suyo.

El cuento en sí es una metáfora contra el pragmatismo, que abandona el concepto de verdad como adecuación o concordancia entre el pensamiento y el ser, y afirma en cambio que la verdad está en la congruencia del pensamiento con los fines prácticos del hombre, en que aquél resulte útil y provechoso para la conducta práctica de éste, ese o aquellos.

Desde el punto de vista clínico-psicoanalítico el texto puede ser tomado como una alusión a la trayectoria de un ser deseante que al encontrarse con "La Cosa" ha dejado de captar la verdad a nivel significante adentrándose al sufrimiento y extravío de sí mismo. Su espejo permanentemente le va mostrando sus peripecias y hazañas hasta que se da cuenta que la dimensión de sus hechos forman parte de un horizonte aparentemente irrecuperable. Desde Lacan es posible realizar una multiplicidad de lecturas y una ejemplificación de un concepto inagotable. "El goce de padecer".

Desarrollo del cuento:

"Para luchar contra el pragmatismo y la horrible tendencia a la consecución de fines útiles, mi primo el mayor propugna el procedimiento de sacarse un buen pelo de la cabeza, hacerle un nudo en el medio y dejarlo caer suavemente por el agujero del lavabo. Si este pelo se engancha en la rejilla que suele cundir en dichos agujeros, bastará abrir un poco la canilla para que se pierda de vista.

Sin malgastar un instante, hay que iniciar la tarea de recuperación del pelo. La primera operación se reduce a desmontar el sifón del lavabo para ver si el pelo se ha enganchado en alguna de las rugosidades del caño. Si no se lo encuentra, hay que poner en descubierto el tramo de caño que va del sifón a la cañería de desagüe principal. Es seguro que en esta parte aparecerán muchos pelos, y habrá que contar con la ayuda del resto de la familia para examinarlos uno a uno en busca del nudo. Si no aparece, se planteará el interesante problema de romper la cañería hasta la planta baja, pero esto significa un esfuerzo mayor, pues durante ocho o diez años habrá que trabajar en algún ministerio o casa de comercio para reunir el dinero que permita comprar los cuatro departamentos situados debajo del de mí primo el mayor, todo ello con la desventaja extraordinaria de que mientras se trabaja durante esos ocho o diez años no se podrá evitar la penosa sensación de que el pelo ya no está en la cañería y que sólo por una remota casualidad permanece enganchado en alguna saliente herrumbrada del caño.

Llegará el día en que podamos romper los caños de todos los departamentos, y durante meses viviremos rodeados de palanganas y otros recipientes llenos de pelos mojados, así como de asistentes y mendigos a los que pagaremos generosamente para que busquen, separen, clasifiquen y nos traigan los pelos posibles a fin de alcanzar la deseada certidumbre. Si el pelo no aparece, entraremos en una etapa mucho más vaga y complicada, porque el tramo siguiente nos lleva a las cloacas mayores de la ciudad. Luego de comprar un traje especial, aprenderemos a deslizarnos por las alcantarillas a altas horas de la noche, armados de una linterna poderosa y una máscara de oxígeno, y exploraremos las galerías menores y mayores, ayudados si es posible por individuos del hampa, con quienes habremos trabado relación y a los que tendremos que dar gran parte del dinero que de día ganamos en un ministerio o una casa de comercio.

Con mucha frecuencia tendremos la impresión de haber llegado al término de la tarea, porque encontraremos (o nos traerán) pelos semejantes al que buscamos; pero como no se sabe de ningún caso en que un pelo tenga un nudo en el medio sin intervención de mano humana, acabaremos casi siempre por comprobar que el nudo en cuestión es un simple engrosamiento del calibre del pelo (aunque tampoco sabemos de ningún caso parecido) o un depósito de algún silicato u óxido cualquiera producido por una larga permanencia contra una superficie húmeda. Es probable que avancemos así por diversos tramos de cañerías menores y mayores, hasta llegar a ese sitio donde ya nadie se decidirá a penetrar: el caño maestro enfilado en dirección al río, la reunión torrentosa de los detritos en la que ningún dinero, ninguna barca, ningún soborno nos permitirán continuar la búsqueda.

Pero antes de eso, y quizá mucho antes, por ejemplo a pocos centímetros de la boca del lavabo, a la altura del departamento del segundo piso, o en la primera cañería subterránea, puede suceder que encontremos el pelo. Basta pensar en la alegría que eso nos produciría, en el asombrado cálculo de los esfuerzos ahorrados por pura buena suerte, para escoger, para exigir prácticamente una tarea semejante, que todo maestro conciente debería aconsejar a sus alumnos desde la más tierna infancia, en vez de secarles el alma con la regla de tres compuesta o las tristezas de Cancha Rayada".

Conclusión:

Retomando lo dicho en la introducción, el cuento trata del pragmatismo llevado a lo extremo y la horrible tendencia a la prosecución de fines llevado al limite de lo absurdo. Luego la suposición de que lo cercano venciera al azar, causaría sorpresa ante el hallazgo de lo perdido, despertando en consecuencia la alegría del personaje.

En otros términos el cuento deja un mensaje alegórico, y varias metáforas entredichas según el enfoque del lector.

He tomado este texto con la finalidad de recrear el concepto del "goce del cuerpo" a través de una lectura literaria y connotar, el padecimiento inmerso en el campo de la mirada.

Pero antes de continuar, prefiero aclarar que a mi entender el goce del cuerpo es una resonancia corporal ausente de subjetividad, donde queda velada y estancada una verdad significante, entre-dos: que forman un solo cuerpo donde se aman como a sí mismos.

Llevados a un límite de significación, se fragmentan simbólicamente, y se manifiestan con dolor, no consintiendo ninguna pérdida; ningún fragmento de goce puede ser llamado con un Nombre del Padre, pero sí con demanda, "con padecimiento", que desgarra y extravía la subjetividad.

El Pathos (conmover, hacer patético, apasionarse, emocionarse, padecer...) demuestra que de la alteración de la función a la lesión de órgano hay un paso; la incoherencia local y temporal de la realidad psíquica, pero al mismo tiempo la vía hacia una coherencia de sujeto en tanto yo ideal o Ideal del yo.

Entonces el goce del cuerpo es un padecimiento entre los cuerpos.

Y esto clínicamente se ve en sujetos y en una cultura donde el Real de la época, crispa por un discurso donde la satisfacción tiende a borrar la diferencia entre el objeto del deseo y el objeto del consumo, por ejemplo en el malestar de las parejas. Esta alineación, que devendría de la torsión del discurso del amo por el del capitalismo, delimita una teoría del cuerpo que se actualiza en nuevas envolturas de síntomas, dolencias corporales o discursos psicóticos.

A manera de ilustración: ¿ es factible pensar en qué discurso se hallan inmersos los sujetos que padecen hoy en día con tanta frecuencia la hipertensión esencial, o los desórdenes alimentarios, entre otras?

Veamos los discursos:

El discurso del amo:es desde el momento en que el sujeto se inscribe en el lenguaje, no tiene mas acceso directo al objeto, no está disponible, solo puede decirse entre líneas.

Este discurso es un prometer la satisfacción de todos los deseos, con la única condición de poner un precio, borrar la diferencia entre el objeto del deseo y el objeto del consumo. O sea, si el sujeto se encuentra con su objeto, no esta sujeto a nada, es amo de las palabras y las cosas.

Si bien en el "discurso del psicoanalista" (a $) se trata de que haya un encuentro con el deseo, lo importante es en el lugar donde se sitúa, el lugar del otro, donde ello trabaja.

Recapitulando: la vecindad conceptual del inicio del ensayo va indicando que algo corporal esta perdido entre las envolturas, que el pragmatismo extremo vela el pensamiento del ser, que el goce del cuerpo no puede ser nominado a cambio de padecer, que el padecer está estrechamente ligado al Real de la época. Que los nuevos padecimientos son una realidad clínica llamada a teorizar. Que el concepto de holofrase articulado con el quinto discurso hace suponer que el padecimiento de la lesión de órgano puede guardar un grado de vinculación con esto.

Pero antes de continuar Lacan da una definición de holofrase en el seminario 1: "situación entre dos personas, mirándose una a otra, esperando cada una que la otra ofrezca hacer algo que ambas partes desean pero que no están dispuestas a hacer".

Yo me pregunto a raíz de esta definición: ¿ante un quinto discurso posible, ante la incidencia del malestar cultural, una recarga de plus de goce sobre el rasgo unario no le otorga nuevas atributos a la lesión de órgano?

Dr. Orlando R. Barrionuevo

Bibliografía:

Juranville Alain, Lacan y la Filosofía, ED N. Visión.1992

Lacan Jacques, Seminario 1,ED Paidós, Barcelona, Ed 1981

Lacan Jaques, Seminario 24, inédito.

Nasio J. David: Cinco lecciones sobre la teoría de Jacques Lacan, ED Gedisa, España 1993.

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