Volver al sumario de La Salamandra 1 Discursos y prácticas profesionales de psicología social en salud mental (España 1970- 1995)
Juan Carlos Duro Martinez

Primera parte: CRISIS, CRÍTICA Y ALTERNATIVAS A LO INSTITUIDO.
El final del franquismo y la transición democrática (1970-1982)

Capítulo III. DISCURSOS REFORMISTAS Y CRÍTICOS

3.4. El interés social por la psicología, la salud y la salud mental

Hay que recordar el contexto sociopolítico en 1976 en España recién salidos de un sistema dictatorial y en plena transición democrática. Algunos ejemplos nos reafirman en subrayar el interés social por los temas relacionados con la psiquiatría y la salud mental.

La prestigiosa revista Cuadernos para el diálogo en el número 236 de noviembre de 1977 publica un artículo titulado La democracia provoca neurosis en el que psiquiatras progresistas y psicólogos con práctica psicoterapéutica privada, integrados en el Colectivo de Psicoterapia y Psicohigiene, opinan sobre la salud mental de los españoles en la transición democrática. Así presentaba el periodista a los psicólogos: "son jóvenes, muchos de ellos militantes y, además psicoterapeutas. Integran el recientemente fundado Colectivo de Psicoterapia y Psicohigiene, un grupo constituido precisamente en el fragor de las peleas psicoideológicas que merodean los cenáculos de la nueva intelectualidad española. Se trata, nada menos, que de los propios protagonistas de la crisis: jóvenes, progres, pero, además, con la luz necesaria de los psicólogos" (Sanabria, 1977, pág. 52). Estos psicólogos como portavoces de sus grupos de referencia aprovechan la oportunidad para reivindicar: "los partidos democráticos deberían exigir la asistencia psicoterapéutica en la Seguridad Social para atender los conflictos psicológicos de las masas y de sus propios militantes ante la nueva situación. Además deberían potenciar a sus cuadros y activistas en un proyecto de carácter integral, no con un sentido electoralista, sino como parte de una concepción global del hombre donde el aspecto psicológico esté vinculado a la formación ideológica y política" (obra cit., pág. 53).

El 5 de febrero de 1978 El País da la noticia de la participación del psiquiatra italiano Franco Basaglia en un debate en el Hospital de la Cruz Roja de Madrid presentándolo como ‘uno de los líderes del movimiento antipsiquiátrico’. El título de la noticia es por sí bastante expresivo Franco Basaglia: Debajo de toda enfermedad psíquica hay un conflicto social (García Pérez, 1978a).

Otra revista llamada Qué, el 24 de abril de 1978 publica un artículo titulado Las batallas de la locura en el que se entrevista a los psiquiatras González Duro y Acosta, al psicoanalista español Rodríguez de Rivera, al argentino Bauleo y al italiano Franco Basaglia, que plantean críticas a la situación de la atención psiquiátrica e incluso recoge la opinión de miembros de un autodenominado "Colectivo de Psiquiatrizados en Lucha", incluidos en una Coordinadora de Marginación Social que denuncian: "la psiquiatría tradicional y reivindican una asistencia donde no pierdan su identidad durante el tratamiento y que nos sea encarcelante" (Dueñas, 1978, pág. 67). También en este caso la voz de los psicólogos la ponen miembros del Colectivo de Psicoterapia y Psicohigiene.

La revista Ajoblanco publicó un número extra en marzo de 1978 titulado Antipsiquiatría. Hacia la salud mental y coordinado por un Colectivo de Antipsiquiatría formado, que nosotros sepamos, por psiquiatras y ex-pacientes en el que se hace referencia a las comunidades antipsiquiátricas inglesas, a la antipsiquiatría y política en Italia y a las experiencias españolas del Hospital de día de González Duro (sic) y del movimiento en Cataluña de los Centros de Higiene Mental.

El 30 de abril de ese mismo año en el Suplemento dominical del País se publica un reportaje sobre la apertura a la comunidad del "manicomio de Leganés" titulado Los locos en la calle donde se relata los comienzos del cambio del Hospital Psiquiátrico de Sta Isabel de Leganés después de ser una institución asilar regida por una orden religiosa –las Hermanas de la Caridad– hasta 1970.

3.4.1. sobre la función social de la psicología

Otro ejemplo del fuerte interés despertado por la psicología en la vida social es la presencia en la prensa de reflexiones y debates sobre la Función de la Psicología en las sociedades desarrolladas, tema al que un diario de ámbito nacional dedicó dos páginas en su edición del viernes 28 de abril de 1978. El periodista titula su artículo Prevención e higiene mental en la vida comunitaria y en su elaboración se nutre de datos y opiniones aportadas por Adolfo Hernández en el que destaca "las numerosas teorías que animan el quehacer de los psicólogos" para desgranar los posibles campos de intervención, entre los que cita "en el campo clínico tareas de psicodiagnóstico, psicoterapia individual y grupal, preparación para el parto y los periodos pre y post-operatorios. En el campo comunitario, puede desarrollar una serie de tareas de prevención e higiene mental" (García Pérez, 1978b).

El epígrafe titulado por el periodista Adaptación o revolución plantea con claridad el tono de las discusiones entre los estudiantes, profesionales, e incluso ciertos sectores sociales de la época. Merece la pena transcribir dicho párrafo: "la psicología, como otras Ciencias Sociales, a la hora de su aplicación puede ejercerse con finalidades diferentes. Para algunos, la función que ejerce la psicología es negativa, pues al tratar de adaptar el individuo a su medio y sin criticar y cuestionar ese medio, que puede ser el familiar, laboral, vecinal, social se enmascararía el verdadero problema que estaría en ese medio enfermante o patógeno que es lo que habría que cambiar o modificar. Otros, sin embargo, mistifican el poder de cambio individual y colectivo de la psicología y tratarían de hacer la revolución mediante su quehacer psicológico" (García Pérez, 1978b).

Como ilustración de las dos corrientes psicológicas dominantes en nuestro medio se publican dos artículos de psicólogos que anuncian lo que será una dura controversia en los próximos años. Nos referimos al artículo de Miguel Costa titulado La terapia de conducta en los problemas sociales y al de Alejandro Ávila y Paloma de Pablos sobre La psicología científicaa de orientación dinámica. En el primero se denuncia, refiriéndose a la psicología, el hecho de que la población no tenga acceso a los servicios psicológicos para destacar "los espectaculares avances que la ciencia del comportamiento está logrando en los últimos años (…) en el campo de la investigación, asistencia y prevención de muchos problemas sanitarios (…) el psicólogo se convierte así en un profesional insustituible no sólo porque se apoya en un amplio arsenal de técnicas de validez probada (…) sino por su aportación específica en la prevención de anormalidades conductuales y orgánicas (…)" (Costa, 1978a).

El otro artículo es una especie de ‘manifiesto’ ideológico como podemos ver en la siguiente cita: "la psicología científica de orientación dinámica opera sobre la realidad de los humano (individuos, grupos, instituciones) y plantea una metodología analítica (lectura de los obvio, interpretación de los subyacente) desde una comprensión de la totalidad indisociable de la conducta humana: cuerpo, mente y acción. El para qué de la psicología es la transformación, el cambio. Esto nos plantea la necesidad de explicitar la dirección y sentido de ese cambio (…). Esto supone trabajar en favor de la desadaptación creativa, de la conciencia social subjetiva y objetiva y la crítica de la posición del sujeto en el sistema. El papel del psicólogo es el de acompañante, y en su caso detonador de ese proceso (…). La psicohigiene es la auténtica profilaxis o prevención de las enfermedades mentales, la promoción de un mejor nivel de salud mental en la población, a través de una actuación directa en el contexto social que las produce. No se trata, pues, solamente de erradicar la enfermedad, sino de favorecer el desarrollo integral, tanto individual como comunitario. Trabajar en el campo de la psicohigiene significa inevitablemente estar actuando en los problemas sociales y en las condiciones de vida de los seres humanos, quiere decir ubicarse como trabajador social al servicio de objetivos comunitarios, tanto en ámbitos microsociales como macrosociales, en los que el desarrollo integral supone no solamente condiciones de existencia y promoción de la salud, sino favorecer los niveles de libertad y participación social" (Ávila y De Pablos, 1978).

De esta publicación se puede deducir, amén del interés social sobre la incorporación de la psicología al campo de la salud, la existencia de un planteamiento común ‘progresista’ por parte de los jóvenes profesionales de la psicología pero, al tiempo se observa dos enfoques diferentes que adscribirán a lo que más adelante definiremos como psicología ‘científica’ (el primero) y ‘psicoanálisis y marxismo’ (el segundo).

3.4.2. Psicología social y militancia política.

Esta agitación ideológica que se vive en todos los rincones de nuestra geografía, y en la que, de manera gradual se van incorporando los psicólogos como voces cualificadas, se extiende al seno de los propios partidos políticos en los que militan también psicólogos. En éstos con su legalización comienzan a plantearse verdaderos problemas psicosociales alrededor de la militancia y la vida cotidiana. Ahí intervienen algunos psicólogos. A modo de ejemplo citemos el artículo publicado en el periódico Combate en 1978, órgano de expresión de la Liga Comunista Revolucionaria, organización troskista con cierta implantación en los círculos universitarios hasta comienzo de los años 80. Militancia y vida cotidiana es su titulo y está firmado por el Colectivo K. M.

La crisis de la medicina occidental.

Este interés social no se limita sólo a la salud mental. Desde la medicina también se levantan voces para alertar sobre la ‘crisis de la medicina occidental’ y reclamar ‘vías más abiertas’ que superen la deshumanización y tecnificación a la que va abocada la medicina occidental. Ése es el tema que ocupa las páginas de Ciencia de El País del 3 de noviembre de 1978 con dos artículos. El primero sobre La enfermedad y la salud llama la atención sobre la ‘medicalización general de la existencia’ siguiendo los análisis de Michel Foucault y sobre los intereses de la sociedad y las instituciones para que el hombre no sea autónomo, más crítico y sujeto de su propio deseo.

El segundo artículo titulado el fracaso de una medicina limitada es de carácter más político ya que analiza la función social de la medicina dentro de los nuevos tendencias neocapitalistas recurriendo a Marcuse para definir a la medicina actual como unidimensional y a Iván Illich como crítico denunciante de ese tipo de medicina tecnocrática y yatrogénica. El autor que señala el giro producido por el mismo sistema sanitario, a causa de la crisis del petróleo y de las limitaciones económicas, a favor de la promoción de la salud más que de la asistencia a la enfermedad, plantea la necesidad de un cambio de modelo de sociedad en los siguientes términos: "la crisis de la medicina occidental es manifestación, causa y consecuencia de la crisis de la sociedad de consumo (…) que nos ha amputado dimensiones y posibilidades hasta hacernos sentirnos extraños a nosotros mismos. Por ello, nos es inevitable asumir el compromiso. Hablar de una medicina centrada en la salud en vez de la enfermedad sin vincularla a un cambio en el modelo de sociedad no es otra cosa que hacer metafísica" (Recio, 1978).

Otro artículo del Dominical del País abordaba el 11 de noviembre de 1979 los problemas de salud mental en relación con la vida de las ciudades bajo el titular de Colmenitis lo que muestra una vez más la preocupación social por las condiciones de vida de los barrios madrileños (Galán, 1979). Es interesante ver la confluencia de estas preocupaciones de calidad de vida en la ciudad, y más en concreto en los barrios de la periferia de Madrid y de los pueblos de su cinturón industrial, con la fuerza en esos momentos del movimiento ciudadano, especialmente de las Asociaciones de Vecinos y del interés de los profesionales por su función social al servicio del pueblo, entre los psicólogos por la psicología en barrios.

Indudablemente este fue el caldo de cultivo en el que los ayuntamientos democráticos, la mayoría de cuyos dirigentes provenían precisamente de liderar el movimiento vecinal y el sindical, tuvieron que dar cierta respuesta institucional a demandas sociales profundamente sentidas (Acarín, 1976).

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