Introducción
Este trabajo pretende estudiar el desarrollo de la creación simbólica comenzando desde el proceso simple de la percepción cognitiva de control (p.c.c.) como unidad básica de construcción de cualquier proceso mental hasta la creación de los signos y símbolos. Estos dos tipos de unidades cognitivas forman parte, según esta teoría, de un continuo de un mismo proceso mental de creación simbólica.
Utilizaré para el desarrollo de la exposición distintas teorías psicosociológicas, el constructivismo y la teoría del caos asociada a los sistemas sociales como fondo.
Intentaré llevar a cabo un paralelismo entre el sistema simbólico, abstracto por excelencia, como son las matemáticas y el lenguaje, ya que ambos nos acercan a la comprensión de la realidad tanto física como social a través de unas construcciones lógicas estructuradas a través de unidades simbólicas. Sin embargo, el cerebro percibe la realidad no sólo por unidades individuales (como los números y las palabras), cuando la realidad aparece de forma discontinua, como por ejemplo, los componentes de un grupo social, sino que también nuestra mente elabora comparaciones entre dos opuestos de una misma categoría que sitúa de manera sucesiva en un continuo abstracto, como en el caso de los colores, de las distancias, etc. para establecer relaciones entre estos elementos. A su vez estas relaciones se toman como elementos de comparación de un orden abstracto superior y se comparan con otros de su mismo orden abstracto creando una taxonomía de clasificación progresivamente más abstracta.
Pretendo demostrar, que al igual que ocurre en los sistemas dinámicos naturales no lineales, en los cuales pequeñas variaciones de escasas variables que se acumulan en sus interacciones pueden producir cualquier pronóstico a lo largo del tiempo, como las previsiones meteorológicas, así un sistema de elementos simbólicos, basados en percepciones cognitivas individuales que interaccionan con las de otras personas para definirse mutuamente, producen variaciones no controlables mínimas que se acumulan para producir un sistema simbólico de valores abstractos que actuaría como referencia.
Del caos a la cultura. Procesos de aleatoriedad y de control cognitivo.
Desde la aparición de la vida en el planeta la historia de los seres vivos ha sido la continua lucha por la adaptación de cada ser con su entorno ecológico. Este proceso de la evolución se ha basado siempre en la mejora progresiva de la dotación genética entre las sucesivas generaciones de especies.
Pero en esta evolución las estructuras genéticas, que primeramente permitían un repertorio de respuestas predeterminadas por la herencia, se vuelven más flexibles en el ser humano para permitir una mayor adaptación a la aleatoriedad de las condiciones de cada entorno que se produce en la naturaleza. En las respuestas de esas conductas intervendrá cada vez más el aprendizaje y la creación de modelos cognitivos de pautas adaptativas al entorno.
El hombre es el animal que se caracteriza por poseer una mayor carga genética flexible para la consecución de respuestas abiertas al medio ambiente, entendido éste como el hábitat ecológico y el social de su propio grupo donde se desarrolla como ser humano. Todas las pautas de acción están mediatizadas por el cerebro, por tanto esta flexibilidad del ser humano le obliga a mantener una continua evaluación mental de su entorno cambiante.
El ser humano al alejarse del esquema animal simple de estímulo-respuesta debe crear una representación mental (simbólica) en su cerebro que anticipe la gran variedad de posibilidades de interacción con el medio para evaluar la más adecuada en términos individuales y de grupo social ya que sin él no puede sobrevivir. Aquí surge el altruismo ante la defensa de otros miembros del clan no relacionados directamente por su carga genética.
¿Pero como aparecen los distintos sistemas culturales?. La cultura sería el esquema cognitivo de rango superior dentro de una taxonomía o jerarquía de percepciones cognitivas de control de los distintos subsistemas de una sociedad y las formas de aprehender y estructurar las relaciones con nuestro entorno natural y social. Los grupos humanos han evolucionado hacia un progresivo control de su entorno natural creando modelos cognitivos que se adecuan al funcionamiento de la naturaleza. Otros modelos cognitivos también han servido para controlar las relaciones de su propio grupo social y, frecuentemente, se han interrelacionado ambos en el campo simbólico para alcanzar una adecuada congruencia cognitiva.
La cultura aparece cuando el ser humano, ante la aleatoriedad y el caos existente en la naturaleza y en su grupo social, responde con unas construcciones cognitivas determinadas, creadas y consensuadas en cada grupo social, que los distintos miembros del grupo social repiten para mantener la percepción cognitiva de control que facilita la supervivencia. Hablamos del mito, (constante vital en la vida del hombre), de la oposición naturaleza/cultura. Es el eterno enfrentamiento entre el caos y el orden.
¿Pero como percibimos la aleatoriedad y el orden de nuestras relaciones con las demás personas y con nuestro entorno físico, y sobre todo como nos defendemos cognitivamente de este caos que entra por nuestros sentidos?. ¿En definitiva como construimos la realidad variable y aleatoria que percibimos y creamos la cultura como modelo cognitivo superior de percepción de control
Descubrimiento y desarrollo de la p.c.c. en la psicología social.
Los procesos de percepción y las estrategias de adaptación del hombre habían sido estudiadas por la psicología en términos de funciones como la memoria, la atención, la inteligencia, etc. Pero la percepción de control cognitivo (p.c.c.) que tienen las personas sobre su medio no fue estudiada científicamente hasta 1975 por los psicólogos sociales.
Es a partir del fallo de uno los experimentos con sus perros (serendipia) como Martin E.P. Seligman empieza a desarrollar un modelo cognitivo para explicar la sensación (percepción cognitiva de control individual) de indefensión de los animales y de las personas ante la aleatoriedad de los acontecimientos a los que nos enfrentamos diariamente.
La visión del mundo en términos de probabilidad, de contingencia entre nuestras respuestas y los eventos ambientales, que se desarrollan en nuestra vida personal y grupal, nos permitirá comprender mejor como elaboramos modelos mentales a los acontecimientos imprevistos.
Este modelo rompe con el paradigma conductista y empirista de la psicología y se inserta dentro del paradigma cognitivista y constructivista que postula la importancia de los esquemas mentales sobre las respuestas de las personas en términos simples de estímulo-respuesta. Estos esquemas mentales sobre la representación de nuestro mundo cotidiano contienen, no solamente datos objetivos, sino también valores, creencias, normas, costumbres y rutinas que forman la subcultura donde estamos inmersos y que condicionan nuestras respuestas.
Percepción cognitiva de control. Teoría de la Indefensión.
El siguiente ensayo trata sobre la teoría psicológica del control cognitivo de la indefensión aprendida de Abramson, Seligman, Teasdale, Miller, y Norman. Luego comentaré su relación con las teorías de la consistencia y disonancia cognitiva de Festinger y Osgood.
Esta teoría está basada en la necesidad de controlar nuestro entorno o por lo menos considerar que tenemos dominadas nuestras acciones. La pérdida de la creencia (intelectual y emocional) cognitiva de dominación de nuestro entorno nos produce indefensión o desestructuración de orden cognitivo. El hombre tiene la necesidad de percibir su realidad en términos de controlabilidad de los acontecimientos de su entorno, y dentro de percepción de control estaría situada la necesidad de orden cognitivo de la que hablan otros antropólogos sociales como Levi-Strauss. El orden cognitivo surge por la necesidad de control sobre el entorno.
La adquisición de la información, y por tanto el aprendizaje, se produce siempre por la confrontación de los conocimientos adquiridos y establecidos como controlables en la mente con otros nuevos y diferentes. Según la teoría de la información sólo los estados contrarios producen información (dualidad de la mente humana), el 0 y el 1 en informática. Cualquier estímulo nuevo es comparado por los esquemas cognitivos establecidos como controlables anteriormente. Así los sistemas de aprendizaje se basan en el campo de conocimientos previos de los alumnos. Es lo que el psicólogo ruso Vigotsky denomina zona de desarrollo próximo. Esta zona de conocimientos es la que es posible que alcance con las indicaciones del profesor hasta que esos proceso y conocimientos son interiorizados como permanentes (controlados mentalmente) y el alumno puede seguir avanzando en sus conocimientos confrontando los nuevos con los ya adquiridos y dominados.
¿Pero qué es la indefensión y el control cognitivo?
Definición: la indefensión es el estado psicológico que se produce cuando los acontecimientos a los que se enfrenta una persona o un animal son incontrolables e impredecibles (caóticos o en desorden).
Sólo aquellas respuestas que pueden ser modificadas por la recompensa y el castigo serán denominadas respuestas voluntarias u operantes (Skinner -condicionamiento operante). Cuando un organismo no puede realizar una respuesta operante que controle un resultado diremos que ese resultado es incontrolable.
Las respuestas que realizamos y no son sensibles al premio o al castigo se denominan reflejos, reacciones ciegas, instintos o tropismos, pero no nos interesan en nuestra teoría.
Existe también el condicionamiento clásico o pavloviano en el cual se efectúan respuestas condicionadas (ejemplo: descarga de saliva en el perro) que son anticipatorias a otro estímulo. En este tipo de condicionamiento el sujeto no controla su respuesta y por tanto no permite que esta respuesta modifique de manera consciente el estímulo condicionado o el incondicionado que la ha producido. No existe retroalimentación en el sistema.
Por tanto, en el aprendizaje instrumental u operante el sujeto tiene una respuesta voluntaria que controla ciertos resultados ambientales, mientras en el condicionamiento clásico se haya indefenso.
La respuesta voluntaria es aquella cuya probabilidad aumenta cuando es recompensada, y disminuye cuando es castigada. El refuerzo continuado de esta relación supone que el aprendizaje se efectúe de una manera más rápida y de una forma más duradera en el tiempo. Esta relación entre el estímulo y la conducta se extingue cuando desaparece la recompensa o el castigo que la provocó (extinción).
Seligman define la controlabilidad : un evento es controlable por una conducta cuando su probabilidad de aparición o cese puede ser modificada con la emisión u omisión de esa conducta.
¿Que ocurre cuando se produce un refuerzo parcial o intermitente?: Se producen respuestas dependiendo de la probabilidad de aparición del refuerzo y del coste y beneficio del mantenimiento de la respuesta (puedo jugar a la lotería siempre aunque sólo me hayan tocado pequeños premios).
Lo que se denomina refuerzo diferencial de otra conducta ocurre cuando un organismo puede anticipar una conducta aún cuando no se haya producido ninguna respuesta (ejemplo del cinturón de seguridad para prevenir un accidente de tráfico sin haber sufrido ninguno o el ejemplo de la lotería).
Cuando la probabilidad de aparición es aleatoria e igual a 0,5 (mismas posibilidades de aparición o ausencia sin posibilidad de predicción) se produce la máxima impredecibilidad de un suceso o la carencia de predecibilidad.
Un suceso se define como caótico o desordenado cuando la probabilidad de aparición es de 0,5 y su orden de aparición es aleatorio.
Si una persona puede predecir la aparición de un determinado evento pero no puede controlarlo de ninguna manera siempre puede enfrentarse a él dominándolo mentalmente creando un pensamiento de justificación de esa acción o evento incontrolable, como por ejemplo la muerte de un familiar. Si ésta acontece repentinamente será más traumática su aceptación que si ocurre después de una larga enfermedad incurable y los familiares han previsto su desaparición y se ha imaginado mentalmente. La previsión del acontecimiento incontrolado de la muerte se incorpora a nuestro esquema mental de creencias y valores, a nuestra subcultura.
Por tanto la predecibilidad de un evento provoca un estado de control cognitivo de ese suceso y crea una representación mental de una cognición en términos, normalmente de lenguaje. Esta creación cognitiva disminuye o cesa la sensación de indefensión ante un acontecimiento incontrolado de la vida real y permite relacionarlo con otras representaciones cognitivas construidas previamente.
Una persona o animal se hayan indefensos frente a un determinado resultado cuando este ocurre independientemente de todas sus respuestas voluntarias (controlabilidad) y es impredecible. Se produce entonces una máxima incontrolabilidad e impredecibilidad.
Cuando una persona o animal se enfrentan a un acontecimiento que es independiente de sus respuestas, aprenden que ese evento es independiente de sus respuestas. Esta afirmación tan obvia es la base de la teoría de la indefensión.
El aprendizaje de las situaciones de indefensión provoca una generalización de estas conductas en el comportamiento cotidiano con una disminución de la capacidad cognitiva, motivacional y emocional (la famosa frase "no puedo").
En el ámbito cognitivo una vez que un hombre o un animal han experimentado la incontrolabilidad, les resulta difícil aprender que su respuesta ha sido eficaz, aun cuando realmente lo haya sido.
La indefensión distorsiona la percepción del control o de poder sobre los acontecimientos.
La incontrolabilidad e impredecibilidad (denominaré a ambos términos como incertidumbre en adelante para evitar la repetición) de los acontecimientos (desorden o caos) se manifiestan en las personas con perturbaciones conductuales, cognitivas y emocionales de una amplia gama: desde la somatización de enfermedades, la disminución del sistema inmunológico (fisiológicas), depresión (emocional) hasta la superstición(cognitiva).
La indefensión es la manifestación más profunda e integra a todas las anteriores.
La indefensión provoca una extrema baja motivación y sumisión.
En experimentos con perros éstos fueron sometidos primeramente a descargas eléctricas en una sala de la que podían escapar, y por tanto controlar. Luego se les aplicaron descargas eléctricas en esa misma sala de una manera aleatoria en el tiempo y, también de forma impredecible se les dejaba escapar o se les mantenía en ella. Esto último les produjo un estado progresivo de indefensión y respondieron, después de varias sesiones, con una conducta de falta de respuestas ante el experimentador y una falta de motivación hacia la ejecución de otras tareas que antes del experimento podían controlar.
Cuando se les sometió a los perros de nuevo a descargas eléctricas de las cuales podían escapar saltando una valla, 2/3 de ellos, aunque físicamente se encontraban en buenas condiciones, no lo hicieron y se pusieron a gemir compasivamente sin buscar una salida.
Con estímulos positivos ocurre, igualmente, que la administración de refuerzos positivos incontrolables debilita las respuestas posteriores destinadas a obtener recompensas y a superar otros problemas cognitivos.
Por ejemplo en el diseño experimental del "niño mimado": si un sujeto es recompensado por cualquier conducta, lo haga mal o bien ante un problema, esto le provoca una baja capacidad de respuesta ante nuevas situaciones con estímulos de refuerzo. Por eso durante los procesos de aprendizaje se debe ajustar la dificultad de los problemas a los alumnos y se deben establecer pruebas de control que permitan comprobar a los alumnos la adecuación de sus logros. La retroalimentación del sistema de aprendizaje entre el alumno y el profesor es lo que hace avanzar el campo de conocimientos de los alumnos. Es lo que el psicólogo ruso Vigoztsky denomina zona de desarrollo próximo. Esta zona de conocimientos es la que es posible que alcance con las indicaciones del profesor hasta que esos proceso y conocimientos son interiorizados como permanentes (controlados mentalmente) y el alumno puede seguir avanzando en sus conocimientos confrontando los nuevos con los ya adquiridos y dominados mentalmente.
Esta teoría también acontece con animales. Por ejemplo, en el modelo experimental denominado "La paloma en un Estado Providente" se daba a dos grupos de palomas comida. Mientras un grupo de palomas sólo comía si apretaba una determinada palanca después de encenderse una luz, al otro grupo se le administraba siempre la comida después de encenderse la luz, aunque hiciesen cualquier tipo de conducta. Después se sometió a ambos grupos a unas pruebas de destreza. El primer grupo respondió más eficazmente a las pruebas al disponer de recursos cognitivos, o una percepción de control sobre sus acciones, que el segundo grupo que no había interiorizado y generalizado su dominio ante situaciones adversas.
El estado contrario a la indefensión es el poder absoluto sobre los acontecimientos que crearía una percepción cognitiva placentera a la que todo el mundo aspira. Sin embargo esta sensación nunca se puede alcanzar en su totalidad pues el hombre es consciente de fragilidad ante la aleatoriedad, tanto de las relaciones sociales y como de la muerte ante la naturaleza.
La percepción de control cognitivo de una persona implica una creación cognitiva y se definiría en términos de las relaciones de predecibilidad y controlabilidad de los acontecimientos de esa persona, grupo o sociedad con relación a su entorno ya sea este otras personas, la familia, otros grupos o el mismo medio ambiente.
Lo más importante de esta teoría es que la percepción de control es imprescindible para la supervivencia y la adaptación al medio natural y social y se configura como la unidad básica de cualquier pensamiento que luego implica el desarrollo de una acción.
La incertidumbre también produce conductas y pensamientos supersticiosos.
Tanto las personas como los animales, cuando existe un estímulo incontrolado e impredecible (caótico) lo intentan asociar con conductas y modelos intelectuales efectuados en ese mismo instante para controlar cognitivamente la situación. En ausencia del estímulo que lo provocó repiten esta conducta o representación mental para mantener un estado cognitivo de certidumbre. Esta conducta y creencia supersticiosa actuaría como defensa cognitiva de nuestra mente ante el caos o la incertidumbre y evitaría la indefensión cognitiva.
Las conductas supersticiosas como respuestas a estímulos incontrolados e impredecibles llevan a efectuar cogniciones, pensamientos mágicos o representaciones simbólicas que se producen tanto a nivel individual, grupal o colectivo. Este mecanismo de indefensión o de control cognitivo se reproduce también en grupos y en sociedades que se enfrentan a eventos incontrolables e impredecibles como resultado de la agregación de las mismas situaciones de indefensión de otros individuos ante las mismas circunstancias.
El pensamiento "supersticioso" de un grupo o de una sociedad se efectuaría, a través del lenguaje, compartiendo de esta manera no sólo la cognición de desorden sino también el sentimiento de impotencia unido a éste, base de la estructura cognitiva de las creencias, de los símbolos, y de las costumbres, al igual que en los modelos procesuales, por agregación de las mismas ideas y acciones supersticiosas de cada uno de los individuos ante la misma situación de incertidumbre de su entorno.
El nombrar cosas es uno de los métodos fundamentales para imponer la percepción de control a las sensaciones que entran en nuestro cuerpo.
Lenguaje y percepción cognitiva de control.
El lenguaje es el primer sistema simbólico que aprenden los humanos y a partir del cual estructuran la realidad. Las primeras palabras y sonidos en los niños sólo adquieren sentido por repetición del estímulo sonoro, la palabra, ante el estímulo visual. La repetición continuada de ambas provoca la identificación en el niño y la primera percepción de control cognitivo que relaciona al grupo social con la aleatoriedad de la naturaleza..
Los seres humanos están programados filogenéticamente para adquirir las estructuras del lenguaje y representar mentalmente los objetos y las acciones mediante las palabras. Las palabras (significantes) actúan como sustitutos de los objetos (significados o referentes) para referirse a ellas ante los demás miembros del grupo de referencia. De esta forma los niños aprenden a tener una percepción cognitiva controlada en su cerebro de su medio tanto social como natural sobre la cual pueda desarrollar unas relaciones unívocas entre sus acciones y las cosas. La aleatoriedad en este primer momento de la vida debe ser nula. Los niños necesitan unas pautas fijas en su educación tanto de palabras como de actividades para poder tener la percepción de control sobre su medio.
Las primeras palabras hacen referencia a objetos tangibles y controlables por ellos mismos, cercanos a su realidad. Luego aparecen los verbos, palabras relacionadas con la acción entre dos objetos, aunque anteriormente han aprendido el significado del no y del si como anticipo a su relación con sus actuaciones.
El lenguaje refleja la progresiva percepción cognitivo de control sobre su entorno.
Las creencias, costumbres, valores, reglas, rutinas, mitos, los ritos, los símbolos, en definitiva su sistema cultural, serían las respuestas de defensa cognitiva de las sociedades al enfrentamiento con sucesos de la naturaleza y de las sociales de alta imprecibilidad e incontrolabilidad.
Todas las sociedades mantendrían un control cognitivo de ellas mismas y de su entorno y explicarían sus conocimientos de acuerdo a su conocimiento y por tanto a su esquema cognitivo. La lucha del hombre por el control de la naturaleza y el intercambio de esquemas cognitivos de control sobre su entorno con otros seres humanos es lo que crea la cultura y la tecnología.
Estas representaciones cognitivas de las supersticiones funcionarían como una pedagogía social para comprender y aceptar la jerarquía de necesidades (Pirámide de Maslow) y relaciones de poder o de control, personales y sociales con relación a la incertidumbre de su medio ambiente natural y social.
Las P.C.C. individuales interaccionan y se intercambian a través del lenguaje y se crean los símbolos como un sistema de referentes cada vez más abstractos que condensan y proyectan las relaciones establecidas en el grupo social. El proceso siimbólico de un grupo de dos o más personas se produce como proyección de situaciones y relaciones sociales que el grupo valora como positivas como una creación cognitiva que mantiene las reglas y el orden- control social. Los símbolos como referentes de las relaciones sociales y de poder no controladas actúan para mantener un sistema de referencia que evite las situaciones de caos social. Caos entendido como un suborden de otros órdenes de control más elevados.
En todas las sociedades primitivas, el mito y el rito eran los instrumentos que permitían mantener el orden mediante procedimientos en los que operaba la transgresión y la inversión, en los que lo cognitivo, simbólico y ritual convierten lo negativo (incertidumbre) en positivo (control y predecibilidad).
Los símbolos en cuanto que no son emocionalmente neutros tendrían una función emocional de refuerzo de las cogniciones menos empíricas o incluso irreales.
Estarían compuestas de dos partes una racional o de certidumbre (significante o imagen real de un objeto), explícita y otra irracional o de incontrolabilidad (significado o imagen cognitiva de la indefensión) subyacente o implícita que organizaría a la anterior. La parte real o comprensiva apoyaría a la parte de incertidumbre o irracional que pretende explicar. Ambos, significado y significante son consensuados por los miembros de ese grupo. Los procesos de descontrol individual generan símbolos individuales tomados siempre del sistema simbólico social consensuado.
Los símbolos estabilizarían la sociedad, ayudando a comprender el grado de controlabilidad entre las acciones individuales y los procesos naturales y sociales.
Establecerían las relaciones entre éstos y crearían así una frontera entre el orden y el desorden cognitivo.
Las sociedades de la tradición que desarrollaron conductas sociales de estabilidad y continuidad dejaban el poder, y su simbología, en manos de líderes que afirmaban (creencia cognitiva) "controlar la naturaleza o el desorden" como respuesta ante la incertidumbre de los sucesos naturales. Lo mismo sucede con las personas o animales en situaciones de indefensión que se dejan controlar por otros sujetos.
Sin embargo en muchos acontecimientos caóticos o catástrofes (con un proceso real de impredecibilidad e incontrolabilidad) todas las personas se encuentran en las mismas circunstancias y unas desarrollan cogniciones o creencias de control y otras tienden a pensar en términos de indefensión.
Los líderes "controlan" las relaciones sociales y de p oder, mediante representaciones simbólicas que construyen, para ofrecer una situación de controlabilidad y predecibilidad a los sujetos más indefensos mental y emocionalmente. De esta manera se producen, incluso actualmente, entre grupos pequeños, los inicios de las relaciones de desigualdad. De esta manera se origina el poder y los sistemas políticos más primitivos.
En las sociedades modernas es una constante de nuestra cultura la progresiva creencia de la controlabilidad y predecibilidad de casi todo a través de la ciencia y la tecnología. Esto produce una pérdida de apoyos en los poderes políticos y religiosos conforme los hombres no necesitan de cogniciones mágicas ni sobrenaturales para controlar el caos, el desorden o las situaciones de incertidumbre de la naturaleza ya que el medio ambiente donde el hombre lucha por su supervivencia no es un ya la misma naturaleza sino su sistema cultural y social dominado por los procesos tecnológicos y por el conocimiento.
Al contrario que en las sociedades primitivas que se producía orden social a través de líderes que manejaban los símbolos, mitos y ritos para "defenderse cognitivamente" de la incertidumbre de los acontecimientos naturales que asolaban a todos los individuos, en las sociedades modernas se produce la sensación de desorden, al tener que responder los individuos a múltiples situaciones de impredecibilidad según múltiples variables de estudios, clase social, mercado de trabajo, etc. que constituyen su nuevo medio ambiente.
Las religiones surgen como sistemas compartidos de creencias de control cognitivo ante el hecho inevitable (predecible e incontrolable) de la muerte. Este sistema de creencias siempre ha reflejado el sistema cultural de las sociedades. Este es el sistema simbólico social por excelencia ya que los elementos controlables que toman para crear una p.c.c. deben provenir de otros símbolos sociales de menor orden de control.
La conciencia de la muerte es el reconocimiento de la incontrolabilidad de la existencia Es la base del poder religioso/sobrenatural. La creencia en una futura controlabilidad de otra existencia en el más allá justifica la religión en sí misma como defensa cognitiva ante esa total indefensión y proporciona poder ante la indefensión de los demás
Como ejemplos podrían mencionarse la explicación del dios cristiano con una trilogía en la que existen dos elementos racionales, padre e hijo, frente a uno irracional el espíritu santo.
Casi todas las divinidades antiguas tenían símbolos con referentes racionales para las personas de esa sociedad. Por ejemplo los Tallensi expresan su cultura o relaciones de poder, en términos simbólicos con un elemento más incomprensible o incontrolable como la organización política (subyacente e implícito) y un elemento más intuitivo y controlable por todas las personas como el parentesco (aparente o explícita).
El argot de las profesiones (control del lenguaje) vendría a establecer, por ejemplo, la representación simbólica de las relaciones de poder entre los que controlan ese subsistema y los neófitos.
El principio de cualquier relación de poder se establece en la creencia de la superioridad de ese mismo poder para organizar y controlar la parte impredecible de los individuos. Sólo haría falta una pequeña base real (significante) que necesitaría de un sistema mental, cognitivo o simbólico que estructurase las categorías de pensamiento (significado).
En las sociedades de nómadas donde las personas dependen más de sí mismas (control cognitivo de los acontecimientos personales) para la obtención de su alimentación y existe una alta predecibilidad y controlabilidad de los alimentos las jerarquías son difusas, pero se produce una simbología asociada a los acontecimientos naturales no comprendidos y a las relaciones sociales.
El sistema social de las sociedades modernas está muy normativizado para evitar la impredecibilidad de las situaciones. Pero esto al mismo tiempo esto produce una falta de controlabilidad directa de las personas sobre el sistema social. La falta de integración en este sistema no produce ya superstición porque las personas comprenden el origen de su situación y saben predecir o explicar las causas que lo motivaron sino indefensión porque no pueden hacer nada directamente para cambiar la causa que les margina (incontrolabilidad).
Los marginados y los parados desarrollan conductas y pensamientos de indefensión (aceptación de la situación) y superstición mientras las clases medias tienen conductas menos supersticiosas al disponer de mayor control sobre las situaciones, (gastan menos dinero en los juegos de azar y confían más en sus aptitudes personales).
Las clases muy altas, que tienen que mantener un fuerte control de su situación para mantener su posición social también elaboran conductas y códigos de comportamiento ritualizados para tener una congruencia cognitiva de separación con las clases más bajas.
El poder actual desarrolla estrategias para coartar esa supuesta controlabilidad de las personas de las clases más bajas hacia su entorno social. Entre ellas el proceso simbólico que acentúa las cogniciones sobre la indefensión.
La educación es el factor determinante de la prevención y/o del aprendizaje de la indefensión. Se constituiría en el elemento del cambio social.
La transmisión de conocimientos, percepciones, creencias, valores y otros elementos integrantes de las organizaciones cognitivas o mapas cognitivos implica no sólo una transmisión automática de los constructos cognitivos, entendidos como conocimientos científicos adaptados a una realidad ordenada, sino también una transmisión de los sentimientos de impotencia o de falta de control de distintas situaciones.
La cultura sería el esquema cognitivo de rango superior dentro de una taxonomía o jerarquía de locus de control de los distintos subsistemas de una sociedad y las formas de aprehender y estructurar las relaciones con nuestro entorno natural y social.