La derivación
P. acude al Hospital pidiendo tratamiento para su hija. Aclara que "la mandaron" de la Unidad Sanitaria de su zona. La nota de derivación dice: "V. paciente de 18 años, presenta ideación suicida, abandona la escuela, mala relación con la madre, sospechas de violencia familiar".
Llama la atención su aspecto: desalineada, sucia, sin signo alguno de feminidad. Sorprende cuando dice que tiene 39 años.
Nos cuenta que V. hace una semana que "se tiró en la cama, después se levantó para ir al colegio. Yo ya no quería, tenía miedo..., decía que no quería vivir, que se quería ir con los hermanitos".
"El día anterior salió corriendo, dijo que se iba a tirar debajo de un colectivo...No sabe cómo se pone...".
Intentamos tomar algunos datos de la historia de su hija, P. dice:
"Esto no es de ahora es de siempre. De chica jugaba al elefante y si no se iba a dormir..."
- ¿ Cómo que esto es desde siempre?
"Sí...cuando falleció el hermanito tenía tres años, hizo un retroceso volvió al chupete, la mamadera, los pañales..."
Nos cuenta, sin manifestaciones de angustia, como una crónica, que dos de sus hijos murieron de muerte súbita. La mayor, N., a los cinco meses. "La acosté en el moisés y a la mañana la encontré muerta, creo que era un 8 de julio..."
Lo mismo ocurrió con el tercero, C. de dos meses. "Habíamos festejado el cumpleaños de V., a la noche estaba bien, a la mañana lo encontré muerto en el moisés. Esto creo que fue el 28, no, el 29 de julio, no me acuerdo. Ya lo conté tantas veces".
V., es la segunda, "la del medio", nació el 25 de julio. Se queda embarazada tres meses después de la muerte de su hija mayor. Su hipótesis es que V. vivió porque no la acostó en el moisés.
Le preguntamos que le preocupa a ella de V.
"Me preocupa todo..., quiero que cambie, que sea como los de su edad".
En este punto se angustia, "es que conmigo no se lleva muy bien, le grito, parece que no entiende, por ahí yo tengo la culpa...".
Le propongo tener algunas entrevistas con ella en funciòn del tratamiento que comenzarìa V.
Su tratamiento: de locura y de muerte. Contando un cuento.
En las primeras entrevistas está muy angustiada porque V. realiza varios intentos de suicidio. Llora sobre el escritorio diciendo "yo ya no sé que hacer..., hasta el año pasado le teníamos que dar la comida en la boca, el nene es igual no come si yo no estoy...".
P. tiene un hijo de dos años y medio, M, "es adoptado".Luego me confiesa que se lo compra a una señora del barrio. Dice: "sos la primera que lo sabe, fui a la casa el dìa que naciò, los papeles estàn a mi nombre... con él cambió todo, nos devolvió la alegría". "Mi marido no quería, yo fui sola..."
"Después de la muerte del tercero, mi mamá dijo que me aten las trompas, ahora me arrepiento. Yo antes le hacía mucho caso a mi mamá. Me vaciaron, no sé porque..."
"V. duerme con nosotros en la pieza y el nene conmigo en la cama, hace frío, llora, hay que ponerle el chupete...".
Intervengo señalando la necesidad de mantener espacios privados para la pareja.
"Mi marido antes era más cariñoso, ahora le digo, salí, no me molestes, él cambió mucho. Yo lo quiero, pero no quiero que se de cuenta". (¿?). Me da vergüenza..., todo eso del sexo, a mí nunca me explicaron nada de eso...".
Cuando dice esto se levanta y dice: "mañana vuelvo, chau!". Me sorprendo porque en el encuentro anterior habíamos acordado hacer algunas entrevistas puntuales . De todas formas, le digo "la espero mañana". Me saluda y me agradece, lo cual es algo nuevo porque hasta ese momento se mostraba indiferente, un poco desconfiada.
"V. está así por lo del novio, tuvo relaciones con él si yo me lo encuentro lo cago a trompadas, ese hijo de puta la envolvió...Yo le digo que si ella quiere tener un hijo lo tenga, aunque no tenga marido, ni novio, ni nada."
- Para tener un hijo se necesita un hombre.
"¿Te parece?"
- ¿Encuentra alguna otra manera?
Se ríe, "no, claro...mi marido quería, no sabía si yo estaba preparada, yo tenía miedo..."
"Chau!, vuelvo el miércoles", me dice ante mi asombro.
A esta altura del material quisiera subrayar varias cuestiones: su particular manera de ir tomando el lugar que yo le ofrecía, su aspecto de loca, deteriorada, su presentación manicomial. Pero, al mismo tiempo, me había confiado esto de la vergüenza, en relación a la sexualidad (reprimida?), como un indicio para pensar otro cuerpo, libidinizado, vestido por el pudor.
Por otro lado, el tema de "los chicos" como ella los llamaba en ese momento, la aparente falta de angustia del inicio y la culpa que manifestaba por la situación de V. Me preguntaba qué relación habría entre ellas.
"Cuando era chica me escapaba, a veces me iban a buscar, a veces no...Viví en la calle mucho tiempo, en la estación de Lanús...estuve internada en el Tobar y después en Hospital de Día, me daban bastante medicación, Nozinan, Halopidol, Tegretol".
Le pregunto por qué estuvo internada, "no sé era mala, le pegué una trompada a una maestra, me iba del colegio, una vez la empujé a mi abuelita, era mala, o me hacía la mala, de hacer kilombos...". Le digo que me sorprende porque me parece una persona muy querible.
Me mira largamente y dice "vos sos loca..., sos loca pero no boluda, vuelvo el viernes".
Me río y le digo: " me parece que usted no es loca ni boluda, la espero".
Estas intervenciones, "es querible", "no es loca", no son calculadas. Tiempo después encuentro que Lacan compara a la interpretación con un relámpago, resaltando el valor de lo incalculable y el matiz de "invención" que ellas portan. Ahora pienso que operaron nombrándola de otra manera, quizás inédita para ella.
Se abre una nueva vía, comienza a aparecer el significante "loca", y su historia de locura.
"En el Tobar hacíamos cosas lindas espejitos, adornos, me gustaba ir, fui hasta que lo conocí a mi marido...Estuvimos diez meses de novios y después nos casamos...Yo a él lo quiero, pero no soy de demostrar, no sé, siempre fui así...".
Tuvo dos intentos de suicidio con medicación: "en el primero tomé unas pastillas, y me subí a un colectivo, el chofer era amigo de mi papá, me dormí, la terminal quedaba al lado de donde trabajaba mi papá, él me acompañó a la salita".
- Qué suerte que estaba su papá! ...¿Qué había pasado?
"No me acuerdo, no sé hay muchas cosas que no me acuerdo...El otro fue cuando yo ya estaba casada, vomité y dormí como dos días". Inmediatamente empieza a hablar de V., se queja de que grita, que se pelea con el hermanito, que le saca plata del kiosco donde trabajan. Esto se repite en varias entrevistas, ante determinados puntos de su historia aparece V., como taponando su angustia.
"Yo ya no puedo más, no sé que hacer, me vuelve loca... No me importa nada de mí... a ella la ayudan, después vuelve a casa y se convierte, la tenés que ver. A mí quién me ayuda?".
- Yo.
"Gracias, vengo el miércoles".
Paralelamente, V. acude con frecuencia a las guardias, refiere estar alucinada, dice querer matarse, se le cambia la medicación varias veces. Su terapeuta indica tratamiento en Hospital de Día, como un modo de ampliar el dispositivo, ya que la atención ambulatoria se hacía insuficiente.
Una tarde (antes del miércoles) se escuchan gritos, insultos, llantos. P. comienza a llamarme a los gritos desde el pasillo del Servicio, dice que no aguanta màs a su hija, "quizás yo tengo la culpa".
"De qué?". Llora "no sé, no sé".
Diferencio el tratamiento de su hija del de ella, proponiéndole pensar esta cuestión de la culpa.
Concurre en su horario trayendo una planta de regalo: "te la manda V., para que no se enojen con ella".
" Me agota, no puedo con ella, me saca de quicio, estoy todos los días en el hospital, no hace caso. El padre dice que son caprichos, yo creo que está mal en serio, por ahí yo tengo la culpa...por los chicos, no sé, por quererlos...(llora)".
- Culpa por quererlos...
"Yo la quiero, pero me pone loca, no puedo, yo estaba bien, me va a volver loca de nuevo. Me da miedo, me dice que se va a matar, yo ya tengo demasiados muertos".
Le digo que se pone muy triste y que le da miedo que pase como con los bebes, por qué la culpa?.
"Fue diferente con la nena que con el varón, yo a la nena la cuidé, al varón ...no sé...estaba frío cuando lo busqué a la mañana, dejé de mirarlo...,a V. la miraba todo el tiempo".
Sin desculpabilizarla, intervengo señalando la cuestión legal, y comienzo a nombrar este episodio como "fatalidad", "desgracia". Hablo de la tristeza, el dolor que esto será para ella.
Le pido que me cuente un poco más para poder ayudarla, "aunque le duela mucho".
P. se tira (literalmente) sobre el escritorio y llora con desesperación, "lo trajimos al hospital, tardaron en darnos el cuerpito, vino la policía...estábamos acá en la morgue, a veces cuando vengo me vienen imágenes..., los médicos dijeron que se murió de muerte súbita, así escribieron en el certificado...".
Intento tejer una trama simbólica que despegue al cuerpo (lo imaginario) de la muerte (lo real, el sin sentido). Además, incluir la ley, re-ubica la cuestión de la culpa, en tanto ella "encubre su causa".
-Y la culpa?. "Quizás es que yo no me sentía capacitada, cuando la tuve a V. vino mi mamá se quedó como tres meses..., aunque ella siempre corría por mi hermano, no por mí, pero como mi hermano no la deja meterse con sus hijos... Mi mamá lo quería más a mi hermano..., me daba bronca, un día lo corrí para pegarle, justo me cerró la puerta y me lastimé con el vidrio (muestra una cicatriz), si lo agarraba lo mataba, yo era medio machona".
En relación a esta asociación le digo que parece que la culpa viene desde que era chica, por la bronca y los celos con su hermano.
La culpa aparece referida al hermano varón, por el odio infantil hacia él, en serie con el hijo varón del que se siente culpable, no de la nena. Al mismo tiempo dice que era muy machona, quizás como único modo de intentar tener un lugar en la madre.
En otra entrevista, me cuenta que se murió un "chanchito de la India" que le habían regalado a V. y que ella lo tiró a la basura. Dice: "V. se va a enojar cuando se entere, no lo enterré porque el perro hace un pozo y desparrama los pedazos por todo el jardín". Intervengo aludiendo a la necesidad de realizar determinados rituales cuando muere un animal domèstico.
A la sesión siguiente dice "fui al cementerio, nunca había ido, V. quería ir a ver a los chicos, a mí me hizo pelota, es como una cruz clavada en la espalda, un peso demasiado grande, veo las fotos y me desespero N., la nena, está en un frasquito de mermelada y el nene en una bolsita..., voy ahí y no me puedo despegar, hay que subir una escalera para verlos, lloré tanto..."
Nuevamente apelo a lo simbólico para "despegarla". Hablo de los rituales que implica la muerte de un ser querido nombrándolos como pasos necesarios. Intento reconstruir (o construir?) en su historia los tiempos de los rituales humanos para sepultar a los muertos, eminentemente simbólicos. Pregunto puntualmente en este sentido
"Primero estaban cada uno por separado, en tierra, (llora),..., mi papá los levantó porque yo no quería ir, es el único corajudo de la familia, les puso sus juguetes preferidos, veo las fotos y me desespero, la nena está en un frasquito y el nene en una bolsita".
Me cuenta con detalle como es la tapa, en que lugar están, donde se ponen las flores, qué juguetitos les puso su papá. Le digo que además de corajudo me parece que lo hizo para cuidarla, porque la quiere.
"Mi papá es un gran tipo, es del mismo día que yo, pero no somos iguales, él es bueno y además se traga todo como mi marido, yo me enojo y digo..."
- Las cosas lindas le cuesta más decirlas....
"Me da vergüenza, me gusta pero me da vergüenza"
Cuando el cuerpo queda mínimamente distanciado de la muerte (esa cruz que lleva encima), aparece la vergüenza, modo de nombrar al cuerpo libidinal, vestimentas imaginarias de ese cuerpo.
En este mismo sentido, como un modo de nombrarse, se puede pensar su posición como machona, varonera, en relación a una salida fallida del Edipo.
Quizás el rechazo materno apunta a lo femenino, rechazo que no se juega con el hijo varón. Freud plantea una ligazón previa con la madre, preedípica, de la cual la niña deberá hacer un pasaje al padre, buscando allí lo que la madre no le ha dado, inscribiendo la castración como premisa. La madre de P. la inhabilita en aquello que podría dialectizar la ausencia de falo: los hijos. Redobla el vacío abierto por la muerte de sus hijos, indica que la vacíen. Pareciera que tener o no hijos es una decisión materna, lo mismo que ella repite con V. ¿Cómo cavar un hueco en la madre, facilitando su relación al padre?.
En otra sesión irrumpe V. y mientras que le pido que espere afuera, deja unas fotos sobre el escritorio y sale. En ese momento, P. se para y empieza a dar vueltas por el consultorio, tapándose la cara y diciendo: "no, no ...".
Miro las fotos: una beba en una sillita, P. con un bebe en los brazos, un bebe en una palangana con agua, P.dándole la mamadera a un bebe. Exclamo: "qué bien que está acá, se acuerda, era la época de las camisas de bambula, está más flaca, qué linda...". P. se detiene, se acerca y mira las fotos, se mira, dice "esa blusa me la había regalado mi marido cuando nació N., no quería que las traiga..." "Son muy lindas". La despido, citándola para dentro de dos días.
Concurre muy enojada porque V. ha decidido pasar unos dìas con su abuela, dice "... la va a volver loca a la abuela, mi vieja dice que ahora la van a tener que internar a ella, yo le dije jodete, ya vas a ver...".
"...es mi hija, no la voy a dejar porque sea grande. Me sacrifiqué toda la vida por ella, nunca me importó nada de mí, siempre me dediqué a ella, la extraño horrores, mi marido dice que estoy loca, siempre estuve detrás de ella por miedo a que le pasara algo, quisiera estar en su lugar para que no le pasara esto de querer matarse". "V. es todo, siempre fue todo para mí... Ella es la loca, yo no".
En este momento del tratamiento, V. es internada en la clínica a la que concurre al Hospital de Día, esto funciona como corte, separación entre ambas. P. dice: "no tengo apuro para que salga, quiero que esté bien". En ese lapso, decide pasar a su hijo menor a otra habitación.
En sus entrevistas P. comienza a hablar sobre la relación con su marido, "èl cambió el doscientos por ciento, antes era cariñoso, salíamos, íbamos a caminar, a él le gusta, ... a mí también, me gusta y me molesta a la vez, no sé, me gusta y me da vergüenza, eso del sexo, en mi casa no se hablaba de eso con mis amigas tampoco".
"A mi marido lo conocí en un baile, habíamos quedado en salir un día después de su trabajo, mi vieja no me dejó ir, me encerró. Estuvo como cuatro horas esperándome, después yo lo fui a buscar, yo estaba en falta".
"No me dejó salir porque yo me había escapado del colegio, hice primer año como mil veces, después lo terminé de grande, en el 84. Por eso quiero que V. vaya al colegio, que no lo defraude al padre...".
A los pocos días del alta de V. llega muy enojada porque ella no quiere ir a Hospital de Día "Yo no la veo mejor, lo único es que ya no se quiere matar, pero se pone insoportable, no se si me lo hace a propósito, ya me tiene podrida, quiere quedarse en casa para pelearse conmigo. Vamos a terminar todos en el manicomio por culpa de ella, me corre para todos lados. Me putea y me dice que me la quiero sacar de encima. No quiere a nadie, sólo a ella, lo hace para molestarme a mí. Yo quiero estar bien, a veces siento que no me importa nada de ella, que ya no la quiero, me da lo mismo."
En la siguiente sesión dice que está deprimida desde hace cuatro días, "no tengo ganas de nada, lloro todo el día, no sé porque mierda no me muero de una vez...Estoy preocupada por V., yo quiero que se cure, quiero que esté mejor conmigo, ya sufrí mucho, pagué tantas cosas, no sé que hice, Dios se la agarró conmigo, no hay caso...ahora está mejor ella y peor yo...".
- Hace cuatro días fue la última vez que vino y estuvo hablando de su enojo con V.
"Me siento culpable, qué hice para pagar tanto, me pasan todas cosas malas, no aguanto más, por ahí ella está mejor si yo no estoy, la que está en el medio soy yo".
-En el medio?
"Me siento que estoy de más, que sobro, me quiero escapar..."
-Cómo cuando era chica...
"Pero ahora morirme, yo molesto, en vez de haberse muerto los chicos me tendría que haber muerto yo, así hay canje dos por uno. Pero Dios no quiso...Nunca sentí tanto dolor como ahora, qué hice mal, yo los cuidé, así como cuidé a V. y a M. De qué soy culpable, de quererlos, de querer tenerlos conmigo...".
-Le digo que esto me hace acordar a lo que ella contaba de cuando era chica que se sentía mala, como si su cariño fuera nocivo...
Al final de esta sesión le doy mi teléfono, diciéndole que me puede llamar cuando quiera. A lo cual, como siempre, me dice "no te quiero molestar", soy particularmente afectuosa al despedirla.
Continúa muy triste y angustiada durante dos sesiones más que mantenemos en esa semana.
"Hoy a la mañana soñé que salía a pasear con mi marido, ojalá, me siento tan mal...Me quiero morir no doy más me duele mucho esto. Por qué Dios me sacó los chicos?. V. dice que yo soy una basura, mi mamá la defiende. Ayer tuve que llamar una doctora porque empezó a romper todo, así me dijeron que haga en la clínica...".
Lo sanciono como positivo, ya que pienso que este tipo de indicaciones dadas por la institución a ella la ordenan y posibilitan la intervención de un tercero.
"Mi mamá dice que yo la vuelvo más loca, que para que los llamé, que yo la quiero internar, le llena la cabeza a V...justo ella que está más loca que yo, toma pastillas para dormir, a mi papá lo tiene harto, se mete en todo. Me habían regalado unas alhajitas de oro cuando cumplí quince años y como mi hermano necesitaba plata me las vendió, ni siquiera me preguntó."
-Y usted que dijo (con tono de sorpresa y enojo).
"Nada, ya estaba, que iba a hacer...el otro día dijo si la de tu sangre no te quiere...(llora), dice que es culpa mía esto de V., dice que soy una basura..."
-Le señalo que lo mismo dijo que decía V. A veces me parece que cuando se enoja con V. se enoja con su mamá...
"Igual es mi vieja, yo la quiero..."
-A veces las madres no saben lo que dicen.
Me pregunta si puede venir mañana, le cuento que no voy a estar que me llame a la noche por teléfono, que la veo el viernes.
Por la tarde me llama contándome que se tomó cuatro Meleril de V., que se quiere matar, que sabe que con eso no se muere. Le digo que venga a verme.
"Llegué a casa más tranquila y la llamé a mi mamá para avisarle que había llegado bien...
- Pero usted neutraliza todo mi trabajo!
(Se ríe) "Me dijo que yo soy mala, que tengo la culpa, que la quiero internar, que yo a V. no la quiero...dice acordáte que es de tu sangre...yo no la quiero internar, yo la quiero mucho, aunque no se lo sepa demostrar. Me duele mucho lo que me dice...".
-Le cree demasiado, si hoy a la mañana me dijo que su mamá estaba loca...Parece que le duele y le da bronca
"Mucha bronca, y dolor...me tira con tierra..."
-Como a un muerto, usted pensó en matarse...
"No sé si me quiere, nunca sentí que me quiere"
-A veces las madres no saben lo que dicen
"Es mucho lo que la quiere a V. , se quedaba tres o cuatro días con ella. Mucho tiempo hizo eso, a V. le encanta ir a dormir a la casa de la madre, digo de la abuela"
-La madre de V es usted
"No seguí tomando porque pensé que V. no iba a tener para la noche y que M. Era muy chiquito, enseguida te llamé.
-Pensó en sus hijos
"Y también pensé que mi mamà es injusta, yo no quiero que a V. le pase nada malo...Cuando murió N. ella gritaba, me culpaba, una vecina escuchó y le contó a otra y así..., decían que yo la había matado.... Empecé a sacar y a sacar pastillas, y pensé con esto tengo que hacer algo...".
"Ella nunca me pidió perdón ... pensé otra cosa , cuando busqué las pastillas que ella se iba a sentir culpable de que yo me muera. Tengo unas ganas de que no se las agarre siempre conmigo. Mi hermano le contesta...".
Me quedo pensando en el costo que tiene para P. hacerle falta a este Otro que se presenta tan aplastante, sin que esto implique que ella quede como resto.
Cuando se va, le comento que la veo mucho más flaca, que la verdad que se podría vestir de otra manera, más femenina, ahora que ha recuperado la figura. "Para qué?" Para usted, para su marido, soñó que salía a pasear con él, no?
A la sesión siguiente viene vestida como una mujer, incluso causa sorpresa entre mis compañeros que la conocen. Se ha pintado las uñas, trajo cartera, no sólo está vestida diferente, sino que se ha adornado, cuidado, embellecido.
Me cuenta que anotó a M. en el jardín de infantes, que ella lo va a extrañar, pero le va a hacer bien, que V. está mucho más tranquila, que ella con su mamá no habló, pero que se enteró que su papá "le paró el carro"...
¿Será el esbozo de una posición distinta, de lograr que la falta no sea un vacío espantoso?.
Final abierto
El tratamiento de P.continúa. Me interesa poder discutir las intervenciones y las hipótesis que han guíado estas entrevistas, y compartir con ustedes este caso, frente al cual, muchas veces sentía que estaba todo terriblemente dicho. Por suerte y por deseo, la sorpresa llega en nuestro auxilio.
Lic. Tomasa San Miguel
Para enviar
colaboraciones, sugerencias, comentarios, etc.
escribir a relatos@psicomundo.com