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Número 3 - Octubre 2003
Darse tiempo
Norma Pingaro

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"La primera cosa que hace el casoar es mirarlo a uno con altanería y desconfianza. Se limita a mirar sin moverse, a mirar de una manera tan dura y continua que es casi como si nos estuviera inventando, como si gracias a un terrible esfuerzo nos sacara de la nada y nos pusiera delante de él, en el acto inexplicable de estarlo contemplando. De esta doble contemplación, que acaso sólo es una y quizá en el fondo ninguna, nacemos el casoar y yo, nos situamos, aprendemos a desconocernos"

Julio Cortázar

Los padres de D. llegan a la consulta derivados por el médico pediatra de su hija. Es la del medio de 3 hermanos, tiene 5 años. Consultan porque: "Viene comiendo poco desde hace dos años, el pediatra la encontró por debajo de su peso y le indicó una dieta estricta donde eliminó las golosinas y el pan. Así aumentó, pero luego volvió a bajar". Su mamá, Ana, una profesora de matemáticas exigente y disciplinada, afirma que no logra que tenga amigas, que D. abandonó el jardín a mitad del año pasado, que tiene miedo a estar sola y necesita verlos para poder dormirse.

De acuerdo a lo planteado por Hekier y Miller en su libro: "Deseo de nada", se trabajó en interconsulta, donde siempre le correspondió al médico el manejo de datos clínicos y a la analista, el escuchar. La premura prevaleció como sensación, el pediatra diagnosticó una desnutrición severa, con riesgo de internación, había que actuar rápidamente, significante que se repetirá a lo largo de este trabajo ¿Cómo darse tiempo para la comprensión?

Llegan a la consulta con D., a pesar de que se les consignó que vengan sin ella. Mientras los padres hablan, se le ofrece un juego con fichas, el juego de la memoria. Tirada en la alfombra ordena las fichas en rigurosas hileras de dos en dos. El padre dice que la dificultad mayor es levantarla para ir a jardín, pero que es la que más se conforma de los tres hijos, no pide nada ni hace caprichos. El es empleado de mantenimiento en una compañía telefónica, D. lo espera hasta la una de la mañana para verlo. Sus padres, dados sus horarios de trabajo, hacen una verdadera carrera de postas para cuidar a los hijos, cuando uno llega el otro se va. Dice el padre: "Uno no hace a tiempo con las cosas". Llama la atención el tono jocoso en el que hablan de las dificultades de D., sobre todo cuando dicen que se golpea y no reacciona al dolor.

Este joven matrimonio vive solo con sus hijos desde hace dos años cuando la abuela materna falleció. Los abuelos paternos siempre vivieron lejos.

Ana dirá: "Mi mamá murió en una semana, fue muy rápido, en marzo nació mi hijo menor y en junio falleció mi mamá, ella me cuidaba los chicos y D. fue la que más desprotegida quedó. Mi mamá era una mujer muy fuerte que siempre se valió por sí misma, se murió en 12 días y se me derrumbó todo". ¿Contra qué es esta carrera horaria, este no hacer a tiempo, sino contra el dolor que ocasiona la muerte de un ser querido?

En otra entrevista, se le ofrece a D. fibras de varios colores y papel. Elige el color negro y dibuja a su mamá con el control remoto mirando la televisión. Dice: "Ana (a quien no llama mamá) está mirando la tele ". Le dibuja el corazón a su madre. * Ver Figura 1

Cuando falleció su abuela le dijo a su hermano mayor, sin ninguna demostración emotiva: "Sí, la nona se murió", aquí también no reaccionó al dolor, pero no físico, sino psíquico. La mamá de D. estaba en duelo, había quedado taciturna, mirando la nada, al decir de su marido. Con el corazón a la vista, mirando el televisor, según el dibujo. Una madre que no la mira, que no la libidiniza, que queda entrampada en este duelo sin poder vehiculizar el de D.

El padre dirá de su suegra: "Era mi segunda mamá". Su madre, enferma cuando él nace y desmejora cuando él se casa, la internan de depresión, tiene un intento de suicidio y le aplican electroshock. Este muchacho de melena y barba tupida, en actitud renegatoria, todo lo relata con una sonrisa, incluso cuando habla de su casa: "Todo es un solo territorio, los chicos entran en todos lados".

No existe relación entre la preocupación del pediatra y la terapeuta y la actitud de los padres.

En las primeras entrevistas con D., su mamá la trae, llega a upa, se resiste a quedarse. Menudita y despeinada, una vez que su madre se va, se recuesta en el sillón en posición fetal chupándose el dedo.

La espera de algún atisbo de juego se hace difícil, la posibilidad de una internación, presiona. Veo a los padres en entrevistas separadas y a D. en forma individual.

D. dice: "Ana me llevaba rápido y no me caí". Hace referencia a una madre apurada que corre de colegio en colegio y que lleva a su hija, en el coche, a velocidad y sin sostenerla. Su mamá la obliga a comer apurada porque tiene que atender al bebé. Arrasada por la situación, D. enarbola su única rebeldía: no comer, entonces lo logra: la miran y se preocupan. Cito a Hekier y Miller: "El sujeto amortaja su propio funeral: ser en nada. Ser en la muerte. Trágica respuesta del sujeto a la ignorancia del otro acerca de su ser, hecho de deseos y no de necesidades". Es bueno recordar también a Lacan en el seminario 4: " El único poder a disposición del sujeto contra la omnipotencia es decir no en el plano de la acción, introduciendo el negativismo. No obstante la resistencia se elabora en el objeto que se nos ha revelado bajo el signo de la nada. Con este objeto anulado el niño pone trabas a su dependencia precisamente alimentándose de nada".

D. quiere dibujar. Hace a su familia, pero se da cuenta, luego de dibujarles rostros con bocas remarcadas, que no tiene espacio para dibujar los cuerpos de ella y su papá. Cuando se le pregunta por alguien más que dibujó dice que es nadie. *Ver figura 2

¿Ella y su padre no tienen lugar? ¿Será su abuela esa otra figura que dibujó?

Juega con la súper masa haciendo huevos, los divide: de jirafa, los amarillos y de dinosaurios, los verdes. Hace un huevo más grande: "Es el papá porque sino los hijos se mueren de hambre ". Le pregunto por la mamá, "no está", dice. "El papá los cuida porque sino los come un águila". Se le pregunta si ella también nació de un huevo, dice: "No, yo nací de la panza de la nona".

D. pide venir con su papá, quiere que él se quede mirando sus juegos con los huevos. "Que caprichosa", dice la madre, a quien esto le entorpece los horarios. Finalmente la trae él. Esto produce un cambio, juega como una déspota que dirige en forma autoritaria. Por primera vez toma los juguetes de cocina y hace de una madre apurada que me sirve la comida. "Es muy poquita", me quejo, dice: "Dale apurate, comé". Aquí el juego se despliega mucho más ¿Es la mirada del padre quién la protege de ser devorada por el águila? ¿La muerte? ¿De un padre que, a pesar de cargar el peso de que sus actos desaten catástrofes en su propia madre, comienza a mirar a su hija? Al decir de Lacan, en el seminario 1, clase 17: " No sólo yo veo al otro, sinó que lo veo verme".

D. se preocupa por mi mirada. De pronto toma un papel, hace que escribe, lo coloca debajo del sillón, le pregunto qué hace, me dice: "Escribo secretos como vos". Dejo de escribir.

Abocadas al juego en donde soy definitivamente su partener, accede a darme más comida y hace que come ella. Aquí coloca a la analista en el lugar de semejante, posibilitando que se inicie el movimiento del andamiaje del deseo, del juego.

Cito a Liliana Donzis en su libro: "Escribir, jugar y dibujar": "La función del juego es interponer una mediación, una frontera al goce del Otro"

En las entrevistas, la madre se muestra en duelo. Le aclara a su hija que ella es su mamá. Comenta: "Mi mamá no está, pero ahora soy yo la mamá de la casa" y agrega: "Mi mamá era de ocuparse mucho de D., ahora ella quiere jugar conmigo, es más cariñosa y yo con ella".

Comienzan a respetar los horarios de D., esto permite que ella vaya al jardín con las horas de descanso necesaria. En su casa pide más atención, ya no se conforma y hace caprichos. Sale sola con la madre a pasear y le pide que le compre una hebillitas. En sesión trae su ropa nueva y su peinado y espera que la halaguen por ello. Pide un CD de Natalia Oreiro. Le preparan la habitación para ella sola. Ya no se resigna en función del Otro, comienza a tener un lugar como sujeto con deseos propios. Ya no necesita de su comer nada como baluarte de rebelión.

En el consultorio elige un juego en la computadora, el personaje tiene que sortear obstáculos y va perdiendo vidas. Cuando termina dice, refiriéndose al juego: "Que suerte: me queda una vida".

A fin de año participa de un acto en el jardín y en el verano va a natación con su mamá y sus hermanos, motivo por el cual no quiere venir a terapia. Estoy de acuerdo. Su apetito sigue en aumento. Se van de vacaciones. Se le harán estudios en marzo. Pacto con los padres que me llamen en Abril. Mes en el que los veo. Cuentan que D. ha sido dada de alta por el pediatra y se integró muy bien en el jardín, la mamá dice que en algún momento le gustaría a ella empezar un tratamiento, quizá esto le posibilite tramitar el duelo y poder permitir el de D., dándose tiempo para el dolor. Mientras tanto, como los protagonistas del cuento de Cortázar, madre e hija comienzan a contemplarse de otra forma, refundándose.

Cierto es que a lo largo de este trabajo tuve más interrogantes que certezas.

Para las conclusiones, habrá que darse tiempo, también.

Lic. Norma Píngaro

 

Bibliografía citada

Bibliografía consultada

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