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Número 3 - Octubre 2003
La anorexia en la enseñanza de Lacan
1° Parte:
La anorexia en las dialécticas
"demanda - deseo" e "imaginario - simbólico"

Michel Sauval

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1 - Las referencias a la anorexia en la obra de Lacan

Las referencias directas a la anorexia, en la enseñanza de Lacan, son las siguientes.

En los Escritos, en el artículo "La dirección de la cura y los principios de su poder", en los puntos 2 ("¿Cuál es el lugar de la interpretación?") y 5 ("Hay que tomar el deseo a la letra").

En los seminarios, en las siguientes sesiones del mismo:

Seminario Clases Fechas
IV
La relación de objeto y las estructuras freudianas
11 y 20 27 de febrero y 22 de mayo del 57
V
Las formaciones del inconsciente
29 2 de julio del 58
VIII
La transferencia ....
14 y 27 15 de marzo y 21 de junio del 61
IX
La identificación
11 28 de febrero del 62
X
La angustia
25 3 de julio del 63
XI
Los fundamentos del psicoanálisis
8 y 16 4 de marzo y 27 de mayo del 64
XV
El acto analítico
14 20 de marzo del 68
XXI
Los nombres del padre
11 9 de abril del 74

2 - Algunas consideraciones generales

Hay tres características que llaman la atención cuando uno recorre estas referencias.

En consecuencia, lo que buscaremos, en primer término, en este trabajo de lectura, es precisar el estatuto de esta "nada" que la anorexia "come", en función de sus relaciones tanto con la oralidad como con los otros temas con que Lacan la asocia.

En un segundo momento reflexionaremos sobre el carácter taxativo de algunas de estas afirmaciones de Lacan, para lo cual, no dejaremos de recorrer las principales bibliografías sobre la anorexia, ya no de Lacan, sino de los lacanianos.

3 – Anorexia y "falta de objeto"
(sesión del 27 de febrero de 1957, seminario IV "La relación de objeto y las estructuras freudianas")

Comenzaremos entonces con dos párrafos de la sesión del 27 de febrero de 1957, titulada en la edición Seuil, "Le phallus et la mère inassouvie" (traducido en Paidos como "El falo y la madre insaciable")

En esta primera presentación en el seminario de Lacan, la anorexia aparecerá asociada a la oralidad y las dialécticas entre demanda y deseo y entre imaginario y simbólico.

En el anexo I se encontrará un resumen/comentario de los desarrollos de Lacan sobre la "falta de objeto" en este seminario IV sobre "La relación de objeto y las estructuras clínicas en Freud".

Pasemos entonces a los párrafos en cuestión. Comienzo por reproducirlos, tanto en francés (según la versión Seuil) como en español (mi traducción)

Páginas 184/5 de la versión de Seuil:

"Dès qu'il entre dans la dialectique de la frustration, l'objet réel n'est pas en lui-même indifférent, mais il n'a nullement besoin d'être spécifique. Même si ce n'est pas le sein de la mère, il ne perdra rien pour autant de la valeur de sa place dans la dialectique sexuelle, d'où il ressort l'érotisation de la zone orale. Ce n'est pas l'objet qui joue là-dedans le rôle essentiel, mais le fait que l' activité a pris une fonction érotisée sur le plan du désir, lequel s'ordonne dans l'ordre symbolique.

Je vous fais remarquer au passage que cela va si loin, qu'il est possible que, pour jouer le même rôle, il n'y ait pas du tout d'objet réel. Il s'agit en effet seulement de ce qui donne lieu a une satisfaction substitutive de la saturation symbolique. Cela peut seul expliquer la véritable fonction d'un symptôme comme celui de l'anorexie mentale. Je vous ai déjà dit que l'anorexie mentale n'est pas un ne pas manger, mais un ne rien manger. J'insiste -cela veut dire manger rien. Rien, c'est justement quelque chose qui existe sur le plan symbolique. Ce n'est pas un nicht essen, c'est un nichts essen. Ce point est indispensable pour comprendre la phénoménologie de l'anorexie mentale. Ce dont il s'agit dans le détail, c'est que l'enfant mange rien, ce qui est autre chose qu'une négation de l'activité. De cette absence savourée comme telle, il use vis-à-vis de ce qu'il a en face de lui, à savoir la mère dont il dépend. Grâce à ce rien, il la fait dépendre de lui. Si vous ne saisissez pas cela, vous ne pouvez rien comprendre, non seulement à l'anorexie mentale, mais encore à d'autres symptômes, et vous ferez les plus grandes fautes.

Je vous ai donc situé le moment de renversement qui nous introduit dans la dialectique symbolique de l'activité orale" (negritas MS, subrayados JAM)

Páginas 186/7

"Il y a, d'une part, l'expérience de la maîtrise, qui donnera à a la relation de l'enfant à son propre moi un élément de splitting essentiel, de distinction d'avec soi-même, qui demeurera jusqu'au bout. Il y a, d'autre part, la rencontre de la réalité du maître. Pour autant que la forme de maîtrise est donnée au sujet sous la forme d'une totalité à lui-même aliénée, mais étroitement liée à lui, c'est la jubilation, mais il en va autrement quand, une fois que cette forme lui a été donnée, il rencontre la réalité du maître. Ainsi le moment de son triomphe est-il aussi le truchement de sa défaite. Lorsqu'il se trouve en présence de cette totalité sous la forme du corps maternel, il doit constate qu'elle ne lui obéit pas. Lorsque la structure spéculaire réfléchie du stade du miroir entre en jeu, la toute-puissance maternelle n'est alors réfléchie qu'en position nettement dépressive, et c'est alors le sentiment d'impuissance de l'enfant.

C'est là que peut s'insérer ce à quoi je faisais allusion tout à l'heure quand je vous ai parlé de l'anorexie mentale. On pourrait aller un peu vite, et dire que le seul pouvoir que détient le sujet contre la toute-puissance, c'est de dire non au niveau de l'action, et introduire ici la dimension du négativisme, qui n'est pas sans rapport avec le moment que je vise. Je ferais néanmoins remarquer que l'expérience nous montre et non sans raison, que ce n'est pas au niveau de l'action et sous la forme du négativisme, que s'élabore la résistance à la toute-puissance dans la relation de dépendance, c'est au niveau de l'objet, qui nous est apparu sous le signe du rient. C'est au niveau de l'objet annulé en tant que symbolique, que l'enfant met en échec sa dépendance, et précisément en se nourrissant de rien. C'est là qu'il renverse sa relation de dépendance, se faisant, par ce moyen, maître de la toute-puissance avide de le faire vivre, lui qui dépend d'elle. Dès lors, c'est elle que dépend par son désir, c'est elle qui est à sa merci, à la merci des manifestations de son caprice, à la merci de sa toute-puissance à lui" (subrayado MS).

Traduzcamos. El primer párrafo:

En cuanto entra en la dialéctica de la frustración, el objeto real no es, en si mismo, indiferente, pero de ningún modo necesita ser específico. Aún si no es el seno de la madre, no perderá nada por ello del valor de su posición en la dialéctica sexual, de donde surge (ressort) la erotización de la zona oral. No es el objeto el que juega ahí un rol esencial, sino el hecho de que la actividad ha tomado una función erotizada sobre el plano del deseo, el cuál se ordena en el orden simbólico.

Les señalo al pasar que esto va tan lejos que es posible que, para jugar el mismo rol, no haya ningún objeto real. Se trata precisamente de lo que da lugar a una satisfacción sustitutiva de la saturación simbólica. Solo esto puede explicar la verdadera función de un síntoma como el de la anorexia mental. Ya les he dicho que la anorexia mental no es un no comer, sino un no comer nada. Insisto, esto quiere decir comer nada. Nada, es justamente algo que solo existe sobre el plano simbólico. No es un nicht esse, es un nichts essen. Este punto es indispensable para comprender la fenomenología de la anorexia mental. De lo que se trata en el detalle, es que el niño come nada, lo que es otra cosa que una negación de la actividad. De esta ausencia, saboreada como tal, él hace uso en relación a lo que tiene en frente, a saber, la madre de la que depende. Gracias a esta nada, la hace depender de él. Si no pescan esto, no podrán comprender nada, no solo de la anorexia mental, sino también de otros síntomas, y cometerán las mas grandes faltas/macanas.

Les he situado entonces el momento de inversión que nos introduce en la dialéctica simbólica de la actividad oral. (negritas MS, subrayado JL)

Segundo párrafo:

Hay, por una parte, la experiencia de la maestría/dominio, que dará a la relación del niño con su propio yo un elemento de spliting esencial, de distinción consigo mismo, que permanecerá hasta el final. Hay por otra parte, el encuentro con la realidad del amo. En tanto la forma del dominio está dada al sujeto bajo la forma de una totalidad alienada a él mismo, pero estrechamente ligada a él, es el jubileo. Pero será otro cantar cuando, una vez que esta forma le sea dada, encuentre la realidad del amo. Así, el momento de su triunfo es también el engaño (truchement) de su derrota. Cuando se encuentra en presencia de esta totalidad bajo la forma del cuerpo materno, el debe constatar que ella no le obedece. Cuando la estructura especular reflejada del estadio del espejo entre en juego, la toda potencia materna no es entonces reflejada mas que en posición netamente depresiva, y es entonces el sentimiento de impotencia en el niño.

Es ahí que puede insertar aquello a lo que aludía recién cuando les hablaba de la anorexia mental. Podríamos ir un poco rápido y decir que el único poder que detiene el sujeto contra la toda potencia es decir no al nivel de la acción e introducir aquí la dimensión del negativismo, que no es sin relación con el momento al que apunto. No obstante les hace notar que la experiencia nos muestra y no sin razón que no es al nivel de la acción y bajo la forma del negativismo que se elabora la resistencia a la toda potencia en la relación de dependencia, es al nivel del objeto, que se nos presenta bajo el signo de la nada. Es al nivel del objeto anulado, en tanto que simbólico, que el niño pone en jaque su dependencia y, precisamente, nutriéndose de nada. Es ahí que invierte su relación de dependencia, haciéndose, por esta vía, amo de la toda potencia ávida de hacerlo vivir, él, que depende de ella. Desde entonces, es ella que depende, por su deseo, es ella que está a su merced, a la merced de las manifestaciones de su capricho, a la merced de su toda potencia de él". (subrayado MS)

Lacan introduce la anorexia en relación al punto de inversión de la demanda, inversión necesaria para hacer jugar las dimensiones de la privación, primero, y de la castración, luego. Es decir, en relación a lo que sería una salida de la frustración y la estructuración del deseo.

La noción de frustración en la tradición analítica remite a las primeras edades y a la investigación de traumas, fijaciones e impresiones provenientes de experiencias preedípicas. Es asociada a un periodo de desarrollo donde la relación al objeto real está centrada en la imago primordial del pecho materno. Y a partir de aquí comienzan a ordenarse los estadios oral y anal, con sus subdivisiones fálica, sádica, etc.

En síntesis, como dice Lacan, "tenemos aquí toda la anatomía imaginaria del desarrollo del sujeto" 1.

El ordenamiento que hace Lacan de esta fenomenología en función de los tres registros (real, simbólico, imaginario) permite ubicar de otro modo la relación al objeto.

Primeramente, "el objeto no tiene instancia, no entra en función, sino en relación ( par rapport) a la falta" 2, la cual abre también la dimensión del agente, para el caso la madre, que de ese modo es otra cosa que "el objeto primitivo".

Esto es lo que le brinda al sujeto la posibilidad de articular "la relación real a una relación simbólica (...) El niño se sitúa entonces entre la noción de un agente que ya participa del orden de la simbolicidad, y el par de oposición presencia ausencia" 3.

El primer paso del viraje por el cual la relación primitiva al objeto real se abre a una relación mas compleja consiste en el pasaje de la frustración de goce a la frustración de amor (ver anexo I), es decir, la inversión por la cual el otro (la madre) deviene una potencia y el objeto deviene objeto de don: la madre ha devenido real y el objeto simbólico. "Es un momento decisivo, donde la madre pasa a la realidad a partir de una simbolización arcaica" 4. Y lo que importará de esto, serán "las carencias, las decepciones, que afecten (touchent) a la toda potencia materna" 5.

Este es el punto problemático donde Lacan introduce la anorexia, ya que la pregunta que se planteará es cómo se inscribe, entonces, "el reconocimiento de ese tercer término imaginario que es el falo para la madre, aún mas, la noción de que la madre carece de falo, que es ella misma deseante, no solamente de otra cosa que de él mismo, sino deseante a secas, es decir, alcanzada/afectada (atteinte) en su potencia, [esto] será para el sujeto lo mas decisivo" 6

Es en relación a este punto, de inversión de la toda potencia, a partir del cual puede surgir, del lado de la madre, la dimensión del deseo, y esto es lo que se juega en la anorexia.

La anorexia no consiste en un "no comer" 7: primera indicación clínica fundamental para la dirección de la cura de estos casos clínicos. La anorexia "come", y como dice Lacan, "saborea" lo que come. El punto que importa , entonces, es el estatuto de esa nada que la anoréxica come, el estatuto del objeto en juego.

La nada que pone en juego la anorexia convoca al registro simbólico y la dimensión del deseo, mas allá del aplastamiento imaginario de la relación dual con la madre, sobre cuya toda potencia se sostiene el yo del sujeto.

El objeto real no es, en si mismo indiferente, pero de ninguna manera necesita ser específico, y "esto va tan lejos que es posible que, para jugar el mismo rol, no haya ningún objeto real". Esa es la situación que ilustra la anorexia, y por eso Lacan la convoca en ese momento.

La función de esa nada, en este caso, es la de invertir la demanda: "gracias a esta nada, [el niño] hace depender a la madre, de él". "Es al nivel del objeto anulado, en tanto que simbólico, que el niño pone en jaque su dependencia y, precisamente, nutriéndose de nada. Es ahí que invierte su relación de dependencia, haciéndose, por esta vía, amo de la toda potencia ávida de hacerlo vivir, él, que depende de ella. Desde entonces, es ella que depende, por su deseo, es ella que está a su merced, a la merced de las manifestaciones de su capricho, a la merced de su toda potencia de él".

Es de este modo que entra en juego, del lado de la madre, para el niño, la dimensión del deseo.

La frustración "no es pensable sino como rechazo del don, en tanto que el don es símbolo de amor" 8 (subrayado MS) e "implica ya todo el ciclo del intercambio donde el sujeto se introduce tan primitivamente como quieran suponerlo" 9.

"No quiero decir que no haya en el niño, en ocasión de este juego [simbólico], una satisfacción acordada a lo que sería puro ritmo vital. Digo que toda satisfacción puesto en causa/juego en la frustración aparece sobre el fondo del carácter fundamentalmente decepcionante del orden simbólico. La satisfacción no es aquí mas que sustituto, compensación. El niño aplasta lo que tiene de decepcionante el juego simbólico, en la captura oral del objeto real de satisfacción, para la ocasión el seno. Lo que lo duerme en esta satisfacción es justamente su decepción, su frustración, el rechazo que, en la ocasión, ha experimentado (éprouvé)" 10.

Es por ello, y en estos términos, que a toda frustración simbólica puede suceder una regresión.

La diferencia entre la anoréxica y esta constitución (aparentemente "genética") del sujeto, radica en que, en su caso, ya se ha pasado por las tres faltas de objeto, es decir, por toda la estructuración edípica.

En consecuencia, la dimensión de la frustración aparece como una regresión que, como ya sabemos, no es orgánica (tampoco se trata de un detenimiento en la "evolución"), sino una regresión en los significantes de la demanda, regresión que ubica al sujeto en este punto, una vez mas, del franqueamiento del deseo de la madre. Franqueamiento que implica, inexorablemente, la función del falo y del padre.

De ahí que sea un error suponer que la anorexia se reduce a una relación dual con la madre.

Si el objeto en juego en la anorexia es esta nada, entonces lo que está en juego es toda la estructura del deseo, incluida su fantasmática edípica.

El punto de confusión sobre el que se empantanan todas las teorías de la relación de objeto radica siempre en que toda relación imaginaria es modelada sobre esta relación que es efectivamente fundamental: la relación madre-niño. Y lo problemático de esta relación es que es particularmente propicia para sugerir la idea de que se trata de una relación "real".

No debe perderse de vista "el carácter profundamente oral de la relación de objeto imaginaria. Una práctica que tome la relación dual por real no puede escapar a las leyes de lo imaginario, y el acabamiento (aboutissement) de esta relación de objeto es el fantasma de incorporación fálica" 11.

Todo intento de reducir este falicismo imaginario al nivel de la "realidad" solo puede conducir a impases insalvables. "Cuando se busca el origen de toda dialéctica analítica en ausencia de la trinidad de los términos simbólico, imaginario y real, no podemos, al fin de cuentas, mas que referirnos a lo real" 12.

Pero una madre y su bebé no sin ni un lactante ni una nutricia. Esa relación está dentro de algo previo y estructurante que es el lenguaje. La realidad es la eficiencia del lenguaje sobre las relaciones.

El reordenamiento en función de los tres registros, y la función del falo que de ahí se desprende es particularmente importante en la clínica, y lo abordaremos mas en detalle en la próxima clase, cuando abordemos la referencia siguiente a la anorexia, en este mismo seminario, en una relación que plantea Lacan con la angustia y la fobia del pequeño Hans.

Para terminar, un último comentario respecto de la expresión la "realidad del amo".

Es una expresión que Lacan solo utiliza aquí y en la sesión del 12 de noviembre de 1958, en el seminario VI "El deseo y su interpretación". Allí Lacan, comentando la moral según la concepción clásica de la filosofía, señala que: "La base de toda moral que ha sido expresada hasta el presente, hasta un cierto punto en la tradición filosófica, vuelve en suma a eso que podría llamarse la tradición hedonista, que consiste en hacer establecer una suerte de equivalencia entre esos dos términos, placer y objeto, en el sentido en que el objeto es el objeto natural de la libido, en el sentido en que está bien hecho, en fin de cuentas a admitir el placer en el rango de los bienes buscados por el sujeto, hasta incluso rechazar allí lo que con el mismo criterio tiene el rango de soberano bien".

Y mas adelante agrega: "las cosas son muy puras en Aristóteles. Es seguramente algo que no llega a realizar, esta identificación del placer y del bien, más que en el interior de eso que llamaría una ética del amo o alguna cosa en la que en el ideal halagüeño son los términos de la temperancia o de la intemperancia, es decir, algo que revele del dominio del sujeto en relación con sus propios hábitos.

Pero la inconsecuencia de esta teorización es totalmente evidente. Si releen esos pasajes célebres que conciernen precisamente al uso de los placeres, verán allí que nada entra en esta óptica moralizante que no sea del registro de este dominio de una moral de amo, de eso que el dominio puede disciplinar, puede disciplinar bastantes cosas, principalmente que resultan relativas a sus hábitos, es decir, al manejo y al uso de su yo (moi). Pero para lo que es el deseo, verán a qué punto Aristóteles mismo debe reconocer, es muy lúcido y muy consciente de que lo que resulta de esta teorización moral práctica y teórica, es que los deseos se presentan muy rápidamente más allá de cierto límite que es precisamente el límite del dominio y del yo (moi) en el dominio de lo que se llama señaladamente la bestialidad.

Los deseos están exiliados del campo propio del hombre, en el supuesto de que el hombre se identifica a la realidad del amo, en la ocasión es alguna cosa como las perversiones, y además tiene una concepción a este respecto singularmente moderna, del hecho de que algo en nuestro vocabulario podría traducirse bastante bien por el hecho de que el amo no podría ser juzgado en esto, lo que vendría casi a decir en nuestro vocabulario, no podría ser reconocido como responsable" (subrayado MS).

La "realidad del amo", por lo tanto, tiene poco que ver con lo que puede sugerir el término "realidad ", pues se trata de lo que escapa a toda idea de realidad o dominio, mas precisamente, lo que escapa "al manejo y al uso" del yo.

Lacan utiliza aquí esta expresión para asociar el estadio del espejo a la con la omnipotencia de la madre, omnipotencia que surge cuando la madre pasa del registro inicial simbólico de la frustración de goce, al registro real de la frustración de amor, por detentar el poder de otorgar, o no, el objeto.

Es nuevamente en este punto, que hace al mas allá del aparente capricho de la madre, es decir, el punto donde se abre la pregunta por el deseo, que Lacan introduce (en el segundo párrafo en cuestión) la anorexia.

Pasemos entonces a la siguiente referencia

4 – Anorexia y fobia
(sesión del 22 de mayo de 1957, seminario IV "La relación de objeto y las estructuras freudianas")

Esta sesión fue titulada, en la edición Seuil, "Transformaciones", y en ella Lacan relaciona la "irrealidad" del comer anoréxico con la "irrealidad" del miedo del pequeño Hans, la nada de la anorexia con el "mas extraño y menos objetal de los objetos" que aquél pudo forjar. El elemento común es "la ausencia del padre".

Veamos cómo llega Lacan a esta relación.

Reconstruyamos las etapas de la estructuración significante del mito del pequeño Hans.

Lo que hace el pequeño Hans es cambiar angustia por miedo. La imagen angustiante del caballo es preferible, para él, a ese punto que desencadena su angustia (sería interesante pensar que la nada que come la anoréxica reemplaza un punto de desencadenamiento de angustia, ya que es muy frecuente que lo que se subraye en la anorexia en la ausencia de angustia o, para ser mas precisos, el desplazamiento de esta sobre los familiares)

Lo que para el pequeño Hans abre la puerta al ataque, a la mordedura, es la presencia de el otro falo, el de la madre. El punto de desencadenamiento es un sueño puramente auditivo, sin elementos visuales, que remite al juego de mostrar y ocultar el falo, un juego "con un falo que él [el pequeño Hans] sabía, desde hacia tiempo, inexistente" 13. Entre el 1° y el 15° de marzo se trata, antes que nada, " del pene real y del falo imaginario" 14

Entre el 15 de marzo y la consulta con Freud, el padre intenta hacer pasar el falo a la realidad. Pero "lo real no puede ser reordenado en la nueva configuración simbólica sino al precio de una reactivación de todos los elementos imaginarios", y ante el padre que avanza "como representante de la realidad, de su nuevo orden, de la adaptación a lo real", el pequeño Hans responde por la vía de la profusión imaginaria.

En contraste con la intervención del padre, la intervención de Freud aporta un elemento simbólico: el mito de Edipo. Lacan señala que esto permite "implantar otro cristal, si se puede decir, en la significación inacabada que representa ese momento, en todo su ser, el pequeño Hans", y agrega: "Freud no imagina, ni un solo instante que el mito religioso del Edipo produzca inmediatamente resultados, él espera que eso ayude a lo que está del otro lado, es decir la fobia, a desenvolverse" (subrayado mío).

Y es con ese elemento que, un poco después, el pequeño Hans encara al padre, recordándole que debería estar celoso, es decir, subrayando su ausencia, la carencia, en ese momento, de la función paterna.

Según Lacan, eso muestra que de lo que tiene miedo el pequeño Hans es de que el padre no esté. Y es al analizar este diálogo entre el pequeño Hans y su padre, es al plantear que lo que teme el pequeño Hans es que el padre haya partido, es al plantear la necesidad de reflexionar sobre este "miedo de la ausencia del padre", que Lacan hace la asociación con la anorexia (ver referencia transcripta mas arriba).

¿Qué es lo que hay, "verdaderamente", en el miedo del pequeño Hans?

Lacan responde: "Una pequeña cristalización de angustia".

Recordemos que la angustia no es el miedo de un objeto. "La angustia es la confrontación del sujeto a la ausencia de objeto en la que está atrapado (happé), donde se pierde". El objeto de la fobia viene en el lugar de la angustia, es decir, de la confrontación con la ausencia de objeto.

Llegamos entonces al párrafo con la relación con la anorexia 15: "Hans tiene miedo de su ausencia, a entender como [cuando] en la anorexia mental les digo que debe entenderse, no que el niño no come, sino que come nada".

Es decir, tendríamos esta equivalencia:

Hans tiene miedo de la ausencia del padre
La anoréxica come nada

Esta relación que Lacan propone entre fobia y anorexia abre varias preguntas

¿No nos serviría esto para pensar esta particularidad de la anorexia señalada por varios autores, de que, salvo excepciones, los episodios anoréxicos suelen agotarse y dar paso a otra cosa?

¿Como se reintroduce el problema de "la ausencia del padre" en cada caso?

¿Cómo debe entenderse esa "ausencia"? ¿En qué nivel?

¿Es con intervenciones en lo "real" que se puede sortear el impasse de un deseo de la madre que no es causado por el padre?, puesto que ¿qué otra cosa puede leerse de esa situación en que el pequeño Hans le reprocha al padre su falta de celos? Es al nivel de la pregunta por el deseo de la madre que se plantea el problema de la función paterna, y es allí donde quedan atrapados tanto el pequeño Hans como la anoréxica.

¿No podríamos asociar lo que suelen ser muchos tipos de abordajes psicoterapéuticos en la anorexia, a las intervenciones del padre del pequeño Hans? ¿No cabría cuestionar aquellas intervenciones cuya única preocupación, sea con el argumento de actuar al nivel de la conducta o con el argumento de "frenar el goce", es intervenir sobre un real tan poco diferenciable de la "realidad" como lo es para el padre del pequeño Hans?

¿No convendría buscar lo que podría ser un abordaje de carácter analítico por oposición a ese plano de la "realidad" y en homología con la intervención de Freud con su mito de Edipo?

¿Acaso la dirección de la cura no debería seguir una lógica similar a la de Freud con el pequeño Hans: aportar elementos desde lo simbólico que ayuden a que lo que hay "del otro lado" se desarrolle, para el caso, aportar elementos desde lo simbólico que ayuden a que desenvuelva la impasse en juego en la anorexia?

Según Lacan, en el caso del pequeño Hans, el significante fálico viene a simbolizar la ausencia del padre. ¿Es esa también la función de la nada en la anorexia?

5 – Anorexia y neurosis obsesiva
(sesión del 2 de julio de 1958, seminario V "Las formaciones del inconsciente")

Pasemos ahora a la referencia siguiente, la que se encuentra en la última sesión del seminario V sobre "Las formaciones del inconsciente", titulada, en la edición Seuil, "Eres el que odias" (homofónica, en francés, con "Matar al que odias").

Así como la referencia anterior a la anorexia estuvo asociada al análisis de la singularidad de un caso (el del pequeño Hans y su fobia), en este seminario, esta tercera referencia a la anorexia también aparece asociada a la singularidad de un caso, el de una neurosis obsesiva femenina.

Se trata de un caso que Lacan comienza a comentar en la sesión del 11 de junio del 58, titulada en la edición Seuil "La significación del falo en la cura". Corresponde a un artículo de 1950 titulado "Incidencias terapéuticas de la toma de conciencia de la envidia del pene en la neurosis obsesiva", donde la dirección de la cura se apoya en la interpretación de que "se trata de un deseo de posesión fálica, y correlativamente de un deseo de castración del analista" 16

El artículo presenta el caso de una mujer de 50 años, madre de dos hijos, paramédica, que consulta por su obsesión de haber contraído sífilis, y a la que asocia una interdicción de casamiento para sus hijos, obsesiones infanticidas, de envenenamiento, etc. También tiene obsesiones sobre temas religiosos donde hay frases injuriosas que se le imponen al sujeto en contradicción con sus convicciones, y en lugar de la ostia se imagina un pene.

Lacan subraya, algunas cosas, entre ellas el valor fálico, para esa paciente, de los zapatos, y el dato histórico de que el padre nunca logró hacerse preferir por la madre frente a un primer amor de carácter platónico.

La paciente tenía una relación muy estrecha con la madre y cualquier persona que intentaba entrometerse en esa relación era objeto de un anhelo de muerte. En relación a esto, Lacan recuerda que el problema del deseo es introducido precozmente en la vida del sujeto, punto particularmente manifiesto en la historia del obsesivo. Ser el objeto del deseo de la madre, a esto queda suspendido todo lo que para el sujeto está ligado al acercamiento a su deseo. Ser o no ser lo que el deseo del Otro es.

Esta es la primera discusión de fondo de Lacan con la interpretación que guiá al autor del artículo comentado: el dilema no pasa por tener o no el falo sino por dejar de serlo. Y es a este punto que debe remontarse el problema de la agresividad en este caso: "el deseo original es quiero ser lo que ella desea, ella, la madre. Para serlo es necesario que destruya lo que por ahora es el objeto de su deseo"17.

La agresividad de esta mujer respecto del marido no pasa porque el hombre tenga el falo sino porque lo es, y es en ese nivel que es su rival y que las relaciones con él están marcadas por el signo de la destrucción obsesiva. La dirección de la cura debería apuntar, según Lacan, a que la paciente comprenda que "eres tu misma la que quieres destruir en tanto tu quieras ser el falo" 18.

Antes de retomar esta temática en la sesión del 2 de julio, en las sesiones intermedias Lacan siguió trabajando el tema de la neurosis obsesiva y la impasse que la misma presenta en relación al deseo por la necesidad de mantener una distancia al deseo (y no al objeto) para que el mismo se sostenga o subsista.

El obsesivo se empeña en destruir el deseo del Otro, y esto lo encontramos ya en las primeras articulaciones de la demanda: "Es una determinada relación, precoz y esencial, con su demanda ($<>D) que puede mantener la distancia necesaria para que sea posible para él, pero de lejos, ese deseo anulado en su esencia, ese deseo ciego, para el que tiene que asegurar la posición"19.

"De lo que se trata en la fórmula obsesiva es de una destrucción como tal articulada", lo que lleva a Lacan, en las dos últimas sesiones del seminario, a introducir una demanda de muerte formulada precozmente, para dar cuenta de la fenomenología obsesiva. Una demanda de muerte que "representa para el sujeto obsesivo un impasse" (página 495 en la edición Seuil), un obstáculo para la articulación de la demanda del sujeto, ya que la misma debe ser formulada en el lugar del Otro, en el discurso del Otro: "Es de un modo interno que la demanda de muerte concierne al Otro. El hecho de que este Otro es el lugar de la demanda implica, en efecto, la muerte de la demanda. La demanda de muerte no se puede sostener en el obsesivo sin arrastrar en ella misma esta especie de destrucción que llamamos aquí la muerte de la demanda. Está condenada a una oscilación sin fin que lleva a que, en cuanto esboza su articulación, se apaga"20.

Si recordamos el grafo del deseo, el deseo se encuentra entre la relación del sujeto a la demanda ($<>D) y el Otro. En el obsesivo encontramos el deseo caracterizado por una Verneinung, puesto que es expresado bajo su forma negativa, denegado.

Por la vía de la culpabilidad se plantea una articulación entre esta demanda de muerte y el deseo, en la medida que ella no se define en relación a la ley, o en función de la relación entre la ley y el deseo, sino que "se inscribe en la relación del deseo a la demanda. Todo lo que van en la dirección de una cierta formulación de la demanda se acompañan de una desaparición del deseo"21. Articulado esto sobre el grafo del deseo, la culpabilidad es el resultado de que el sujeto está condenado a estar en alguno de los lugares, pero no en todos al mismo tiempo. La culpabilidad implica una demanda sentida como interdicta "en tanto que la demanda interdicta golpea (frappe) el deseo, lo hace desaparecer, lo mata". De ahí que, condenado a, como se suele decir, sostener su "autonomía subjetiva", para el obsesivo, todo lo que aparezca en el nivel del deseo, "aún bajo una forma denegada, es ligado a esta aura de la culpabilidad".

El superyó materno, arcaico, por su parte, al que refiere Mélanie Klein, está asociado al primer Otro en tanto soporte de las primeras demandas, demandas emergentes del sujeto, primeras articulaciones de sus necesidades. En ese nivel del primer Otro y las primeras demandas ya se encuentra ese desdoblamiento propio de la estructura significante de la demanda por el cual "aún detrás de la demanda mas primitiva, la del seno y el objeto que represente el seno materno, se encuentra este desdoblamiento en la demanda por el hecho que la demanda es demanda de amor, demanda absoluta, demanda que simboliza al Otro como tal, que, por lo tanto, distingue al Otro como objeto real, capaz de dar tal satisfacción, del Otro en tanto que objeto que da o rechaza la presencia o la ausencia, matriz donde van a cristalizarse las relaciones fundantes (rapports fonciers) que están en el horizonte de toda demanda, el amor, el odio, la ignorancia".

Es en este punto de su desarrollo donde Lacan establece la relación con la anorexia. Veamos el párrafo en cuestión.

Página 499 de la edición Seuil

... un nourrisson ne commence pas des sa première tétée a être un obsessionnel. Mais dés sa première tétée il peut déjà fort bien commencer a créer cette béance qui fera que ce sera dans le refus de s’alimenter qu’il trouvera le témoignage exigé par lui de l’amour que son partenaire maternel. Autrement dit, nous pourrons voir apparaître très précocement les manifestations de l’anorexie mentale.

Qu’est-ce qui spécifie le cas de l’obsessionnel ? Le cas de l’obsessionnel est suspendu a la formation précoce, dans cet horizon de la demande, de ce que nous avons appelé la demande de mort. Demande de mort n’est pas purement et simplement tendance mortifère. Il s’ agit d’une demande articulée, et du seul fait qu’elle est articulée, elle ne se produit pas au niveau du rapport imaginaire a l’autre, elle n’est pas une relation duelle, elle vise au-delà de l’autre imaginaire son être symbolisé, et c’est aussi pour cela qu’elle est pressentie et vécue par le sujet dans son retour . C’est que le sujet, parce qu’il est un sujet parlant, et uniquement pour cette raison, ne peut pas atteindre l’Autre sans s’atteindre lui-même, si bien que la demande de mort est la mort de la demande. C’est a l’intérieur de cela que se situe ce que j’appellerai les avatars du signifiant phallus. (subrayado MS)

Traducción MS

... un lactante no comienza a ser obsesivo desde su primera mamada. Pero desde su primer mamada puede comenzar a crear esa hiancia que hará que sea en el rechazo de alimentarse que encontrará el testimonio exigido por él del amor de su partenaire materno. Dicho de otro modo, podremos ver aparecer muy precozmente las manifestaciones de la anorexia mental.

¿Que es lo que especifica el caso del obsesivo? El caso del obsesivo está suspendido a la formación precoz, en este horizonte de la demanda, de lo que hemos llamado la demanda de muerte. Demanda de muerte no es pura y simplemente tendencia mortífera. Se trata de una demanda articulada, y por el solo hecho de ser articulada, no se produce al nivel de la relación imaginaria al otro, no es una relación dual, ella apunta (vise) mas allá del otro imaginario, su ser simbolizado, y es también por eso que es sentida y vivenciada por el sujeto en su retorno. Es que el sujeto, porque es un sujeto parlante, y únicamente por esta razón, no puede alcanzar al Otro sin alcanzarse él mismo, por lo que la demanda de muerte es la muerte de la demanda. Es al interior de esto que se sitúa lo que llamaré los avatares del significante falo". (subrayado MS)

Si remitimos esto a los fragmentos analizados previamente del seminario IV sobre las relaciones de objeto, este es el punto de pasaje de la frustración de goce a la frustración de amor, el punto de báscula en que el Otro deviene real y omnipotente. La particularidad de la neurosis obsesiva es que la resolución del mas allá de la demanda, es decir, el deseo del Otro, queda atrapado en la articulación de una demanda de muerte.

Esta demanda de muerte surge en ese mismo momento de estructuración del deseo en que la demanda distingue al Otro como objeto real de cómo objeto simbólico. La nada de la anoréxica, entonces, podría relacionarse aquí, con la muerte en tanto objeto de esas primeras demandas.

Comer nada
Demandar muerte

Ambas situaciones corresponden al momento de "comenzar a crear esa hiancia". Allí donde la anoréxica come "nada", como vía para crear la hiancia, el obsesivo articula una demanda de muerte. Lo interesante es que lo que Lacan busca subrayar en esa relación entre neurosis obsesiva y anorexia es la función del falo. En ambos casos, es en el seno de estas impasses que se desenvuelven los "avatares del significante falo" (el falo también surge de estas relaciones primeras del viviente con el significante: "una imagen vital privilegiada, elevada a la significación de significante"22). Estos "avatares" pasan, para el sujeto, por la cuestión de "ser" el falo.

Lacan remonta "la ambivalencia que hace equivaler demanda de muerte a muerte de la demanda"23 a los lazos estrechos madre hija. Esa demanda de muerte que Klein intenta referir a las pulsiones agresivas primordiales del sujeto, se encuentra en el lazo que une el sujeto a la madre. Y lo que será particularmente anulado por el obsesivo es lo que marca el lugar del deseo del Otro como tal, es decir, el falo. Análogamente, el falo es lo que, en la anorexia, aparece recubierto por la condición absoluta de la "nada".

Notas

1 Jacques Lacan, Séminaire IV "La relation d’objet et les structures freudiennes", Editions Seuil, página 62

2 Idem, página 66

3 Idem, página 66/7

4 Idem, página 69

5 Idem, página 69

6 Idem, página 71

7 Lacan insiste con eso, en el párrafo que estamos analizando, incluso tomando referencias del alemán: nicht es un adverbio de negación que significa no . En alemán hay dos "no": nein y nicht. Nein es a nicht como en francés "non" es a "ne", y nichts es u n pronombre indefinido que significa nada. Luego, "nicht essen" es "no comer", mientras que "nichts essen" es "no comer nada" (el famoso tema de la doble negación en español).

8 Jacques Lacan, Le Séminaire, Livre IV "La relation d’objet et les structures freudiennes", Ed. Seuil, página 181

9 Idem, página 182

10 Idem, página 183

11 Idem, página 28

12 Idem, página 29

13 Idem, página 341

14 Idem, página 343

15 Idem páginas 345/6: « L’angoisse n’est pas la peur d’un objet. L’angoisse, c’est la confrontation du sujet à l’absence d’objet ou il est happé, ou il se perd, et à quoi tout est préférable, y compris de forger le plus étrange et le moins objectal des objets, celui d’une phobie. Le caractère irréel de la peur dont il s’agit, est justement manifesté, si nous savons la voir, par sa forme – c’est la peur d’une absence, je veux dire de cet objet qu’on vient de lui désigner. Le petit Hans a peur de son absence, à entendre comme, dans l’anorexie mentale , je vous dis qu’il faut entendre non pas que l’enfant ne mange pas, mais qu’il mange rien. Ici, le petit Hans a peur de l’absence du père, absence qui est là et qu’il commence à symboliser » (subrayado de Lacan, negritas de MS)

Traducción MS: "La angustia no es el miedo sin objeto. La angustia es la confrontación del sujeto a la ausencia del objeto en la cual está atrapado (happé), donde se pierde, y a la que cualquier cosa es preferible, incluso forjarse el mas extraño y el menos objetal de los objetos, el de una fobia. El carácter irreal del miedo de que se trata es, justamente, manifestado, si sabemos verlo, por su forma – es el miedo de una ausencia, quiero decir, de ese objeto que acaban de designarle. El pequeño Hans tiene miedo de su ausencia, a entender como, en la anorexia mental, les digo que debe entenderse, no que el niño no come, sino que come nada. Aquí el pequeño Hans tiene miedo de la ausencia del padre, ausencia que está ahí y que comienza a simbolizar" (subrayado de Lacan, negritas MS)

16 Jacques Lacan, Le Séminaire, Livre V "Les formations de l’inconscient", Ed. Seuil, página 449

17 Idem, página 454

18 Idem

19 Idem, página 470

20 Idem, página 495

21 Idem, página 498

22 Idem, página 497

23 Idem, página 502

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