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Número 2 - Noviembre 2001
Lealtad sobre tumbas
Sandra Bet

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Agradecemos a Osvaldo Delgado y a Susana Epzstein por la gentileza de habernos enviado este trabajo, presentado por Sandra en las Jornadas de la cátedra Hospital de día y clínica de los bordes, en el 2000 en la Universidad de Buenos Aires.

Para F lo del suicidio esta vez había sido sólo una idea, las otras veces no, idea que le vino en el trabajo porque se sentía "acorralado".

La cuarta internación lo encontraba tirado en la cama, sin ganas de nada y con un intenso dolor de cabeza del que dirá que: "No me permite ni ver".

Los primeros encuentros son muy difíciles, está ensimismado y ni levanta la cabeza, da la impresión que le pesara, como si no pudiese sostenerla.

Impacta tanto aplastamiento. Lo único que dirá es: "Me siento mal anímicamente" y "No tengo ganas de hablar porque en las otras internaciones ya conté todo". Sólo refiere un pedido por la medicación: "¿No podrá hablar con la doctora? Si me bajasen un poco la medicación tal vez tendría menos dolor". Se le da lugar a su pedido hablando con la médica para que se le reduzcan las dosis y se lo invitará a comenzar el trabajo: "Lo espero mañana a las diez, pero adelante en los consultorios".

Al llegar a la sala está sentado, esperando para ser atendido en dos horas. Decido atenderlo en ese momento. La entrevista toma la forma casi de un interrogatorio:

Le diré entonces que no hace falta que hable en las entrevistas, pero que venga igual: "Mañana, como hoy temprano, lo espero temprano, ni bien llego".

Levanta la cabeza y me mira. Tengo la impresión que es la primera vez que me ve.

Al día siguiente el encuentro toma un tono confidencial, me cuenta, casi en secreto, lo que estas voces le dicen: "Asesino", "Inservible", "Hijo de puta, matate", "Me dejaste morir".

Está avergonzado, se esconde sobre sí mismo: "A veces también tengo visiones, veo a mi padre, la imagen de él, es la voz de mi padre que me ordena que me suicide".

¿Historia...?

Hace tres años empezó a notar cosas raras: sonidos, murmullos, palabras y hasta comunicaciones, telepáticas. Luego las voces le dijeron que era el padre.

Aparece entonces el episodio de la muerte del padre.

"Él se suicidó, pero antes apuñaló a mi mamá. Vi cuando le cortaba la yugular, luego se cortó él. Con mi hermana decidimos ayudar a mi mamá que siempre estaba de parte nuestra. Mi hermana dijo: Dejémoslo, vamos a llevar a mamá. Ahora lo veo; si yo me hubiese quedado no se hubiera suicidado. Mi conciencia no me deja tranquilo".

La primera vez que vio la imagen del padre es en el momento en que salía del primer parto de su mujer. Va al hall a darle a la familia la noticia y detrás de todos ellos ve al padre que le sonríe.

El nacimiento de esta hija desbarata el matrimonio que hasta el momento había sido "hermoso". F decide volver con su madre.

La segunda vez que lo ve es luego del incendio que se desata en su casa. Que según F se debe a un cortocircuito, y que su madre considera que él provocó. La casa queda destruida, en especial la habitación de F Al volver a la casa tienen que dormir en el mismo cuarto.

"Esa noche me acosté mal, a mitad de la noche lo vi sentado al pie de la cama, vi la imagen de él con cara de mal humor, con furia, parecía una bestia. Me dio mucho miedo, tengo miedo, todo el tiempo".

La secuencia del relato se interrumpe una y otra vez: "Estoy muy mal, no quiero nada, nadie me vino a ver. Mi mamá no puede viajar por que tiene el colesterol muy alto... es la persona del mundo que más quiero... aunque tuviera todo el oro del mundo me quedaría a vivir con ella... me duele la cabeza es la medicación...".

Los llamados que se le hacen a la madre para convocarla a las entrevistas son infructuosos:

Se reinicia el relato: "La pelea empezó porque mi papá me había comprado un almacén, quería que yo lo atendiera, mi mamá no, no quería que me manejase. Yo era la pelotita de ping-pong...".

Vuelve sobre la noche del suicidio "Regresé a mi casa a buscar mi padre".

Pero, a su regreso encuentra que el padre se había ahorcado. El peritaje dirá que fue un suicidio premeditado ya que el nudo de la cuerda tenía varios días. Dice al respecto: "Parece que su papá tenía una decisión tomada".

Las preocupaciones

Le preocupan tres cuestiones a las que llama: "Cosas que no puedo dejar de hacer", y son: mentir, jugar al arquito (fútbol con la mano y una pelota de papel) y armar su títere.

De la mentira dirá: "Es algo que no puedo controlar. Llegué a inventar que mi mamá se había muerto; de mi trabajo hasta le mandaron una corona. Cuando conocí a S le dije que se había muerto, fue a casa y creía que era mi tía". "Quisiera que mi mamá me crea lo que me pasa, ella piensa que ahora yo también miento y que lo hago para no trabajar".

Este punto de no creencia materna lo llevará a F a estados que él llama de depresión.

Intentará llamar a su madre por cobro revertido. Esta se negará a recibir el llamado.

Al tiempo la madre le traerá ropa limpia y el equipo de familia improvisará una entrevista. Dice no tener nada más para decir, el episodio del marido está superado. "Mi marido era un buen hombre, muy trabajador. F inventa todo esto, es un vago, no quiere trabajar".

Se combina una próxima entrevista a la que no asiste.

Los plantones, reproducen el circuito de "depresión", aplastamiento y desgano y las voces "Inservible, Asesino, me dejaste morir".

Se resolverá finalmente decirle a esta madre telefónicamente, que no es preciso que continúe asistiendo a las entrevistas, puede acercarse de visita, pero no hacen falta más entrevistas.

Al tiempo se reinicia la narración: "Yo nunca me sentí igual que los otros chicos... siempre fui distinto, como ahora, hago cosas sin que me vea nadie como lo de la pelotita de papel1 , no lo puedo controlar... quisiera que me ayude con el tema de las mentiras".

"Cuando inventé lo de mi mamá fue porque no sabía como zafar del trabajo, cada vez trabajaba más y más horas, empecé a escuchar las voces por primera vez, no sabía de qué se trataba, intentaba disimular mi estado de salud, era mucho para mí mucha responsabilidad. Se me ocurrió decirle al dueño que mi mamá se había muerto. Cuando mi mamá lo descubrió se reía, lo único que me dijo es que era un mentiroso, no sé ni cuantas pastillas me tomé".

"Mi papá estaba celoso de mi mamá, inventaba cosas, que estaba con otro hombre, mi mamá se bancó todo. Él le pasaba un cuchillo por el cuello y la amenazaba, discutían por la casa".

Intervengo señalando que: "Entonces pasaban cosas entre ellos, discutían por temas de pareja".

"Ni bien él se murió mamá no quiso saber nada, vendió todo, la casa, el negocio. Compramos esta casa, no sé que pasó con el resto del dinero".

"En el último tiempo estaba muy nervioso. A la noche tomaba y caminaba alrededor de la casa con kerosén; decía que nos iba a incendiar a todos".

Los Títeres

"Lo de los títeres me encanta, es algo que no lo escondo, los construyo, les doy vida, les cambio la voz. Quisiera hacer títeres, ser actor para hacer reír y llorar a la vez como la realidad de la vida". "Quiero reflejar mi vida en el títere".

Flequillo aparecerá en escena. No lo trae pero habla de él: "Es como yo, trabajaría, sería muy trabajador y tendría una familia como la mía, una hermana, mi mamá... mi papá".

Para esa época una profesional del servicio me señala el nuevo corte de pelo de F: "Tu paciente se cortó el pelo como Chirolita", cosa que quien sabe porque motivo, no había advertido.

Comienzo a tener dificultad para mirarlo porque me causa risa, me preocupa porque no puedo evitarlo. Decido entonces introducirlo en la sesión. "Usted me hace reír".

F mira sorprendido, se queda sin palabras.

Flequillo tomará ahora todo su lugar. Comenzará a pensar que sería mejor tener una historia armada para hacer en las plazas, "Un libreto". "Flequillo podría hacer que es un Rey, así como Menem, que cree que es un rey pero no es un rey".

Trabajará además con los títeres en los encuentros que comienza a tener con una de las residentes del servicio donde además se complejizarán las tramas.

Improvisar, con un tono muy ronco y áspero de voz, cambiando abruptamente a una voz muy finita. Los cambios resultan muy graciosos y las sesiones terminan a las carcajadas."¿Vio como puedo manejar la voz?".

Otra sesión...

Dice haber estado hablando con un compañero quien "sabe de poderes extrasensoriales", le explicó que hay gente que está en otra dimensión y que se comunica con nosotros, gente que aún no ha podido morir, hay que ayudarla a morir.

Afirmo lo dicho por su amigo con firmeza.

Su mayor pasión ha sido ser jugador de fútbol: "Cuando murió mi papá, mi mamá me pidió que dejase de jugar porque necesitaba que yo trabaje".

Se integrará a un taller de armado de títeres, en las sesiones se irá armando una trama: "Yo podría manejar varios títeres sólo tendría que cambiar la voz".

Comienza a pensar en el armado de otro títere. Este títere no es como él.

La otra dimensión del padre

Recordará que los domingos usualmente el padre venía a despertarlo con un mate: "Me hablaba bien... Venía muy temprano para que no me quedase dormido para el fútbol".

Evocará los viajes en el auto:"Le gustaba que lo acompañe, estaba de buen humor".

Volverá sobre la noche de la muerte, relata el gesto de la madre al darle la noticia: "Ella cerró los ojos y no hizo ningún gesto, luego me dijo: Si querés llorarlo, llorá".

"Todo empezó cuando yo tenía 15 años, ella dejó de quererlo, se disputaban la casa, mamá dice que en la cama le pegaba".

-Pero entonces no se peleaban por usted.

-Yo no, yo no dejé de quererlo, lo respeto y ahora lo extraño. Es como que fue todo muy rápido, como que no tuve tiempo, no lo alcancé a llorar.

Sesiones posteriores vuelve con el relato de la escena, con algunas variantes: "Cuando yo llegué ya estaban discutiendo... escuché los gritos desde la esquina... me quedé frío mirándolos".

Al tiempo vendrá a contarme algo. El día de la muerte al volver a la casa encuentra una carta del padre en la que le dice que todos van a morir y sería el único sobreviviente de la familia.

Los sueños

"Voy en el auto con mi papá, él no me hablaba, parecía enojado porque yo estaba del lado de mi madre".

"Soñé que mi papá estaba vivo. Le hablaba y me llevaba hasta un lugar... Mi papá me acompañaba al trabajo". (Metalurgia en la que el padre y luego él trabajaron).

El aburrimiento

"Estoy súper-aburrido, nadie viene a verme, tengo ganas de salir de acá, de ver a mi hija. ¿Cómo voy a salir si nadie viene a buscarme y a firmar la salida?"

F sale sólo pero se indica que vuelva a dormir al hospital, ya que no cuenta con una habitación propia. Su madre se queja porque "Es un gastadero de plata eso de ir y venir, debería quedarme a dormir en allá". Nos negamos rotundamente a esto.

F dice que no entendemos su imposibilidad económica. Hará luego la lista de materiales necesario para la reconstrucción y proyecta alternativas laborales. Saca cuentas utilizando como unidad de medida bolsas de cemento.

La madre aparece en el hospital para decirle al equipo tratante que no hay posibilidad que duerma en otro lado. En el curso de la entrevista aparece el lavadero como un lugar posible no nombrado hasta ahora. "Tendría que sacar el lavarropa".

El lavadero no será desocupado. F se pondrá, finalmente, un colchón, una radio, que es lo que más le gustaba hacer en su habitación, "escuchar música".

Paralelamente a esto comienza a proyectar el armado de un escenario para los títeres.

La solicitud de la madre con relación al dinero y al trabajo lo remontan al circuito de aplastamiento. Le preocupa comenzar en la pizzería y no poder parar "en las internaciones anteriores falló eso; salía y se ponía a trabajar sin parar".

Se realiza la derivación a Terapia Ocupacional: se abordarán distintas posibilidades y finalmente conocerá Talleres Protegidos, solicitando su ingreso.

Al momento del alta se esperaba que se hiciera efectiva su inclusión. En un tiempo intermedio, entre el alta y la internación, la madre insiste con gestionar la pensión por incapacidad, cosa que le es negada.

El análisis del Caso

Lo que en primera instancia impacta en F es el estado de ensimismamiento en el que se presenta. Su cabeza gacha, su ruborización constante; está como avergonzado. Al fin del caso este ensimismamiento tomará en todo caso la forma de un escondite. La internación misma había funcionado como este escondite. F se había escondido, pero ¿de qué?, ¿de quién?

Empieza a hablar y nos pone sobre la pista: Tiene certeza que las cosas se ubican en el campo de la imaginación. Y realmente está en la razón la cuestión de una imagen está ahí desde el inicio.

"Todo es producto de mi imaginación", "Es la imagen de mi padre".

Las preguntas iniciales son por el diagnóstico:

¿Opera esta imagen como la interdicción faltante, entre él y este goce materno? ¿Es la aparición en lo real de lo que ha sido forcluído desde lo simbólico?

Esta imagen lo tiene como cegado, como siendo visto sin poder ver; una luz que lo encandila.

Hay un primer momento, sin embargo, en el cual él levanta la mirada. Tiempo en el cual se depone la demanda de que "cuente tal o cual cosa" y le es ofreciendo sólo un lugar para él.

¿Es un primer tiempo donde se produce cierta imbricación de lo pulsional, que se hallaba desamarrado? Lo que es cierto es que hay algo que él comienza a ver.

Proyecta así, no una historia, sino una escena.

Propongo pensar que es la imagen del analista la que comienza a ubicarse entre él y este resplandor, comenzado a operar como pantalla.

La función de la pantalla, a propósito de la cuestión de la pulsión escópica, interesó a Lacan en El Seminario 11, allí la define como: "...contrasta sin ser vista con lo que está iluminado (...) hace que la luz lechosa se desvanezca entre las sombras y aparezca el objeto que ocultaba".

También en El Seminario 13 se refiere a ella: "Hace la función de lo que se interpone entre el sujeto y el mundo. No es un objeto como otros la pantalla anuncia lo que de la representación es el representante. Antes de que el mundo venga representación su representante emerge".

"La pantalla no es solamente lo que oculta lo real, lo es, al mismo tiempo lo que lo indica".

La pantalla opera, entonces, en sí misma como función. Se interpone entre el sujeto y el mundo, oculta y revela lo real.

Y, efectivamente, las cosas parecen funcionar así. La escena que proyecta, recordemos es la siguiente: "Él se suicidó, pero antes apuñaló a mi mamá. Vi cuando le cortaba la yugular, luego se cortó él. Con mi hermana decidimos ayudar a mi mamá que siempre estaba de parte nuestra. Mi hermana dijo: "Dejémoslo, vamos a llevar a mamá. Ahora lo veo; si yo me hubiese quedado no se hubiera suicidado. Mi imaginación y mi conciencia no me dejan tranquilos".

Lo que aparece en esta línea no es la historia2 sino una escena que no es cualquiera. Una escena descarnada, impactante casi expresionista, por su exceso. En la que él está capturado, cautivado.

La escena, que tiene las características de una batalla, se rearma encuentro tras encuentro como una película en la que las tomas se van repitiendo.

Aparecen en ellas las coordenadas subjetivas que en esta escena familiar lo determinan:

"Vi cuando le cortaba la yugular, ahora lo veo; si me hubiese quedado...". Escena en la que se encuentra suspendido como objeto.

A propósito de esto, Lacan dirá 3 que: "En cuanto el sujeto está reducido al estado de espectador o tan sólo de un ojo (...) lo que queda es en efecto la desubjetivación radical de toda la estructura (...) que puede ser sólo sobre una pantalla que se constituye el sujeto".

Él se había definido, en relación con esto, de la siguiente manera: "Yo era una pelotita de ping-pong".

Aparece en acto el juego del arquito, que nos confiesa, no puede parar. Lo domina, no puede dejar de hacer. Juego que se esconde para realizar y que luego comenzará a mostrar en sesión.

La armadura delirante ya había intentado este primer corrimiento de este lugar de objeto.

La alucinación y el delirio ya son un primer intento de curación, al decir de Freud.

Con respecto a la primera vez que el padre se le aparece él dirá: "La primera vez que vi a mi padre, fue luego del nacimiento de mi hija", recordemos que el padre estaba en la sala de espera detrás de la familia y le sonríe.

La segunda vez dice: "lo vi sentado en la cama", lo miraba con cara de bestia4 .

Me parece importante marcar en este punto un cambio de posición subjetiva en la escena: el ahora no es un ojo que ve, es a la vez visto. Ahora él ve a padre viéndolo.

Hay un reestablecimiento del circuito pulsional, hay segundo tiempo de la pulsión que, como Lacan nos recuerda, es en tres tiempos, cuyo tiempo final es el hacerse, lo que acentúa el carácter activo de la pulsión.

Él ve a su padre viéndolo.

Hay, entonces, un reestablecimiento del circuito pulsional. Efectivamente, no es lo mismo ver que ser visto; no es lo mismo un objeto, que un sujeto. Hay un intento en el montaje alucinatorio de ubicarse en una posición diferente a la de la escena primaria que relata.

Recurso que, sabemos, falla, en tanto no es suficiente para acotar el goce de esta madre que nombraré como: "Asé- sino" o "Trabajador". Volviéndose aplastante en tanto engendra en sí mismo un circuito de infinitización, al no poder ser acotado ni siquiera por la imagen de este padre que irrumpe en este contexto, circuito que se transforma, en todo caso, en un insulto que lo nombra como un objeto desechable: "Inservible".

Describe, así, un sin fin que va entre responder a este goce intrusivo: trabajar, trabajar, trabajar. Goce al que no puede responder más que con su ser; lo desestabiliza y lo empuja al acto, previa chance de pasaje por la mentira.

Es interesante, de todos, modos volver a la escena para analizar algunas cuestiones. Resaltemos la idea de Lacan al analizar la cuestión del cuadro5: con relación al gesto y su diferencia con el acto. Dirá que lo que caracteriza a la pintura es el gesto entendido como estas pinceladas; el cuadro es más afín al gesto que a otro tipo de movimiento.

El gesto es entendido como en un tiempo suspendido. Instante de ver... está siempre presente en el cuadro... los trazos de las pinceladas no se borran... temporalidad que Lacan define con el término detención.6

Es cierto que en la escena descripta hay algo detenido: hay un gesto en el que él queda suspendido: "Dejémoslo, vamos a llevar a mamá".

Las intervenciones que en una lectura rápida pueden ser escuchadas como desculpabilizantes:"la que decidió fue su hermana","su papá tenía una decisión tomada".

Intentarán cambiar la orientación de estos gestos, única posibilidad que hay en una escena de introducir cambios. En este sentido diré que con una imagen lo único que podemos hacer es darla vuelta, invertirla, rebobinarla para adelante o para atrás. Los gestos ahí inscriptos no pueden ser borrados.

El acto, sin embargo, reanuda el tiempo de la escena: como el gesto del corte de una película introduce el movimiento.

Es justamente esto lo que F intenta. Reanudar las cosas, echar a andar la película por intermedio de una acto: acto que el padre no pudo cometer y que a cambio F intentará saldar: "Matar a la Madre"-"Matarse él".

Deuda que, en todo caso, no puede abordar desde lo simbólico sino que intenta saldar desde lo Real.7 De esto se trata tal vez su "Lealtad".

En el medio, siempre la mentira intenta ser una chance simbólica de este pasaje a lo real, chance que siempre falla, al ser descubierto y nominado como mentiroso lo conduce a nombrar su falta, al punto de la aniquilación.

A partir de las intervenciones comienzan a aparecer algunas variaciones en los gestos: "Mi papá estaba celoso de mi mamá...". "Mi mamá dice que en la cama le pegaba".

Sabemos que para que se constituya el campo de la mirada, de lo que se trata en el sujeto es de tener ojos para no ver... deponer la mirada.

Constituir una escena en la que algo quede por fuera, que se constituya lo que Lacan llama "doma-mirada".

Hacia el final del recorrido F trae una nueva versión, la escena entera se reformula. Él ya no está dentro de la misma: "Cuando yo llegué ellos ya estaban discutiendo... yo escuché desde la esquina los gritos...".

Así F pierde de vista la escena.

Se ubica a un costado del cuadro, ahora como exterior a ella.

Algunas cosas van pasando paralelamente a esto.

Se anota en el taller de cine del hospital donde ve películas de acción y en la casa se sienta frente al televisor, durante horas.

Para que la mirada se constituya es necesario que se extraiga del campo de la visión un objeto, el objeto a.

Al tiempo reaparece su vocación por la actuación, cosa que en primera instancia vehiculizará por intermedio de los títeres.

Nominaré esto como un intento de hacerse mirar.

Él es Flequillo, no es el títere igual a él, él es igual al títere. Construye el títere para después adaptarse a esa imagen... lo imaginario se va moldeando. El títere le da un cuerpo.

Empieza la idea de reconstruir la habitación y el escenario para los títeres.

Lugar del títere donde se esconde y a la vez se deja ver. Este personaje lo cubre.

Se ubica ahora como una pantalla, ya no como la ortopedia de la pantalla que la imagen del analista le prestaba, sino como una propia desde donde puede, manejar las miradas y la voz.

Con los títeres además comienza a manejar la voz.8

Al tiempo formulará un lugar para su subjetividad:

-"Quiero ser actor para hacer reír y llorar a la vez"

"El llorar de la risa" funcionará como intervención que habilitará este lugar.

Aparecen los sueños que nos relatan el trabajo psíquico que se está realizando: en el primero hay sólo imágenes no palabras: un padre enojado. En el segundo, le habla al padre, le dona algo... su trabajo.

Decanta entonces el final... una carta dice "que él es el sobreviviente", aparece el "legado".

F. comienza a soñar con su padre momento en el cual le empieza a conceder a este una cierta endeble sepultura simbólica y deviene simbólicamente presente. Este padre que era un "muerto viviente"9 pasa a ser un "viviente muerto", "soy el sobreviviente". Algo del exterior ha devenido interior. Algo del Padre sobrevive en él.

Lo fundamental aquí de la sepultura, no es tan sólo la trasmutación de lo real al orden significante, sino la institución de una interdicción. Lacan nos recuerda que la interdicción no es lo que el padre profiere sino aquello que adviene luego de la muerte de éste. Así se instituye una separación entre lo real y lo simbólico, entre el muerto que vive y el significante viviente muerto.10

Es F., aunque con mucha dificultad, el que se arma su espacio separado en el lavadero, el que empieza a pensar en la reconstrucción de una habitación. Hechos que pueden ser leídos en un plano como la posibilidad de construcción de una imagen corporal pero que, a decir de Lacan, el yo que constituye el narcisismo es la introducción de la muerte11 .

Así creo que el recorrido de esta cura puede pensarse como la constitución de la mirada como distinta del ojo espectador al que estaba reducido. Y que esto es posible por la constitución primero de una pantalla ortopédica que luego él tomará a su cargo como máscara que lo proteja de esta omnipresencia de la mirada.

Como conclusión final diré que la posibilidad de constitución subjetiva queda ubicada como tensión entre dos significantes... ser el sobreviviente y ser actor.

No olvidemos que la diferencia entre un actor y un espectador es que el actor olvida la mirada.

Notas

1. Este juego con las manos lo repetía sin cesar durante el primer tiempo de la sesión relatando a demás que no podía dejar de hacerlo cuando estaba sólo, aunque él quería evitarlo. Para él era una novedad poder hacer esto ahora delante de otro, aunque esto sólo sucedía en la sesión.

2. No se trata de una escena segunda que remite a una primera infantil, es el mismo episodio que se reformulará con las intervenciones realizadas. No tiene el valor de un segundo tiempo del trauma.

3. Lacan J., El Seminario 4. "La relación de Objeto"

4. Este padre al cual F. se refiere nos hace recordar el padre de la Horda Primitiva en su versión más demoníaca y feroz. Un "proto-Padre" o un "antes del Padre". Personaje todo poderoso. Es un Padre que aún no ha muerto, un espectro que circula y lo observa. Será sólo a partir del asesinato que surge la ley y el padre, así como la añoranza y el amor al mismo.

5. Lacan, J., El Seminario 11, «¿Qué es un cuadro?».

6. Puede ser pensado como el Instante de ver.

7. En las psicosis está presente el registro de la deuda como corolario del goce del padre o de su asesinato. Esta deuda es abordada con las características propias de la estructura, no es mediante el sufrimiento del significante en el cuerpo como F la aborda. La solución es la muerte en lo real, pagar con la desaparición. "Matarse él" "Matar a la Madre". Deuda de sangre un crimen sólo puede ser saldarse con otro crimen.

8. Queda por fuera, por cuestiones de extensión, el análisis de la cuestión del "manejo" que comienza a hacer de la cuestión de la voz.

9. Alain Didier Weil, «Los tres tiempos de la Ley».

10. Marta Gerez Ambertín, "Las voces del Superyó".

Lo que antes era impedido con su existencia ahora es ahora es prohibido desde la situación psíquica con efecto retardado. Esta obediencia brota como creación nueva. Al Urvater se lo mata y se lo llora, hay odio y después de la muerte un retorno al amor.

11. Lacan. J., Intervenciones y Textos: "El mito individual del neurótico".

 

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