COLOQUIO
A CIEN AÑOS DE LA TRAUMDEUNTUNG
La interpretación de los sueños hoyFreud y el pensamiento moderno
Leticia Cufré Marchetto
En primer lugar quiero agradecer la invitación que me hizo el maestro Julio Ortega. Me dio mucho gusto y me puso ante las dudas que siempre enfrento cuando se supone que tengo que decir algo.
El sentido de que yo pretenda que ustedes escuchen lo que voy a decir de un texto producido hace cien años, a mi entender, sólo se puede sostener porque ese texto admite diferentes lecturas.
Hay diferentes lecturas de la realidad social, diferentes lecturas de lo que dijeron mis colegas en este mismo Coloquio, diferentes lecturas de ese producto del trabajo teórico de Freud que es la "Interpretación de los sueños".
Diferente no quiere decir "mejor" o peor, "bueno" y "malo", diferente remite a diverso y es estimulante que en un coloquio sobre psicoanálisis aceptemos la diferencia. Es importante porque, mal que nos pese, más allá de las identificaciones, cuesta creer que alguien, a fin de s iglo, piense exactamente como Freud.
Tenemos productos de la práctica teórica, libros, en los que está escrito parte del pensamiento freudiano; cuando lo leemos, no leemos el puro pensamiento freudiano, sino el producto del trabajo teórico de Freud y para leer empleamos herramientas de lectura. ¿Cuáles son esas herramientas de lectura? Mis anteojos, mis ojos, la lengua, mis conocimientos previos, mis prejuicios, mis experiencias. Eso y muchas cosas más, eso y 100 años, eso y mis maestros, forman según un amigo historiador1, cierto espesor opaco entre el pensamiento de Freud y mis posibilidades de lectura o, para decirlo más precisamente de interpretación de la producción freudiana.
Cuando leo interpreto, me remito a modelos o paradigmas desde los que leo, interpreto, comprendo, reproduzco. Pero quiero decirles que en este proceso, para mí legítimo, ya no puedo pretender ser hija legítima de Freud, ya no puedo ser fiel a Freud más que reconociendo las infidelidades.
Desde esta ilegitimidad, desde la extranjería, esa de adentro, de la que hablaba Sergio Stern cuando comenzamos a platicar ayer, voy a hablarles de la lectura que hago, en realidad que hacemos, de Freud. Porque no es "mi" lectura sino lo que aprendí de otras personas que me ayudaron a formar mi "caja de herramientas" para leer.
La palabra "moderno" presenta cierta dificultad para ser definida porque de signa lo que una determinada época pensa de sí misma respecto a su pasado. Es una palabra llena de los más diversos contenidos. Proviene de "modernus", que, según Hans Robert Jauss, fue usada por primera vez en el siglo V para distinguir los tiempos oficialmente cristianos del pasado pagano. Mientras que el término "modernismo" se refiere a la adhesión de un grupo de personas a un programa parcial de la cultura que se considera de avanzada. Modernidad o proyecto moderno es más amplio; indica la tendencia del conjunto de la cultura - y de la sociedad - hacia un determinado desarrollo. En ese camino siempre hay algunos que toman la delantera; por eso se puede considerar al modernismo como parte del proyecto moderno. La gran tradición de la modernidad es no ser nunca tradicional; Freud fue un digno representante; hay líneas de pensamiento de la modernidad que él desarrolla y hay líneas de su pensamiento que moldean a nuestra modernidad.
Freud como producto de la modernidad:
1. Del pensamiento moderno.
La Edad moderna da fin a la Edad Media. No así de golpe, hay antecedentes. En 1633 Galileo tuvo que abjurar de sus teorías y descubrimientos ante un tribunal de la Santa Inquisición porque la idea del mundo propuesta por Copérnico, no coincidía con la Biblia, debido a que si Josué hizo parar el sol durante 3 días, éste no podía estar fijo. Todavía Dios regía toda posibilidad de conocimiento humano. La época moderna rompe con esta limitación impuesta al conocimiento, libera la ciencia.
Los fundamentos del pensamiento moderno se establecieron, en el siglo XVII, con René Descartes (1596-1650) e Isaac Newton (1642- 1727). Son ellos los que quiebran el dominio exclusivo de la Iglesia sobre el saber y la conducta de los hombres. Descartes vio que había dos mundos: uno que era relevante al conocimiento objetivo, científico: el mundo de los objetos y otro que compete a otra forma de conocimiento, un mundo intuitivo, reflexivo: el mundo de los sujetos. Por un lado el alma, la sensibilidad la literatura, por otro las ciencias, las técnicas, las matemáticas.
En la ciencia clásica el sujeto aparece como fuente de error; por eso se excluyó siempre al observador de su observación y al pensador de su concepción. El pensamiento moderno surge en cierta medida, como una liberación de las limitaciones propias del pensamiento mágico-religioso. El genio, cuyo modelo es el artista del renacimiento (Miguel Angel) se convierte en el modelo del ser humano propiamente dicho y la certeza de que se puede acceder a la verdad se apoya en la Razón.
2. Del sistema económico de la Modernidad: El Capitalismo.
De los siervos del sistema feudal surgieron los villanos libres de las primeras ciudades, de los burgos. Allí se desarrollaron los burgueses que, mediante el perfeccionamiento incesante de las herramientas de trabajo, originaron la industria moderna. A partir de ella el capitalismo llegó a ser el sistema predominante en la modernidad.
Con el capitalismo "la modernidad cae bajo la sospecha de que no es capaz de procurar la felicidad para todos"y el hombre se vuelve extraño al hombre. Su actividad y su fuerza de trabajo pertenecen a otro, distinto de sí mismo. El trabajo alienado se concreta en el salario y la propiedad de los medios de producción. La producción capitalista produce al hombre como mercancía, obreros y capitalistas se relacionan mediante una lucha: la ganancia de uno es lo que le quita o arranca al otro.
Para algunos lectores de Freud, la ciencia o el conocimiento que aporta el psicoanálisis es indiferente o neutral respecto al sistema socioeconómico en el que se inserta; para otros, Freud es un producto típico de capitalismo y de la familia patriarcal. También habemos algunos que recordamos lo dicho por Freud en el V Congreso de Psicoanálisis de Budapest en septiembre de 1918:
"...Puede preverse que alguna vez la conciencia moral de la sociedad despertará y le recordará que el pobre no tiene menores derechos a la terapia anímica que los que ya se le acuerdan en materia de cirugía básica. Y que las neurosis no constituyen menor amenaza para la salud popular que la tuberculosis, y por lo tanto, lo mismo que a esta, no se las puede dejar liberadas al impotente cuidado del individuo perteneciente a las filas del pueblo. Se crearán entonces sanatorios o lugares de consulta a los que se asignarán médicos de formación psicoanalítica quienes, aplicando el análisis, volverán más capaces de resistencia y más productivos a hombres que de otro modo se entregarán a la bebida, a mujeres que corren peligro de caer quebrantadas bajo la carga de privaciones, a niños a quienes sólo les aguarda la opción entre el embrutecimiento o la neurosis. Estos tratamientos serán gratuitos. Puede pasar mucho tiempo antes que el Estado sienta como obligación estos deberes." (Citado por Delahanty, 1987).
3. De los valores de la Modernidad
Nietzsche (1844-1900), a fines del siglo XIX, problematiza el proyecto moderno bajo otro aspecto. Para él la ausencia de valores que impera en el mundo real es una consecuencia lógica de la historia de Occidente y comienza con Platón, que consideraba que el mundo suprasensible de las ideas rige el mundo terrenal y la idea suprema es la idea de bien. El mundo suprasensible es perfecto y el terrenal imperfecto. Para Nietzsche esta idea de tomar al mundo real como nada es una manera de nihilismo disfrazado por la aparente vigencia de valores positivos: lo bueno (lo que siempre importa en todas partes), lo verdadero (lo que en verdad es) y lo bello (el orden y la armonía de todas las cosas en su unidad). La modernidad hereda este pensamiento griego a través de la mediación cristiana de la Edad Media.
Desde Descartes hasta Marx todos piensan que la historia del hombre conduce a su salvación; o sea, el movimiento de la historia es ascendente y en él la situación del hombre va siempre mejorando. Nietzsche descubre que las cosas no son así, que el mundo suprasensible no rige al mundo de acá y lo expresa en una frase: "Dios ha muerto".
Sin embargo, con el triunfal avance del capitalismo y sus acomodos geopolíticos al finalizar la primera gran guerra, se genera una nueva apuesta social que señala otros caminos para la salvación del hombre. En primer lugar, la ciencia, elevada en el imaginario colectivo al nivel de solución para todos los problemas y cuna del Progreso. Por otra parte, los vericuetos del poder se entretejen al ritmo de una única búsqueda: de la mayor ganancia.
Freud no es religioso y es un crítico radical de la falsa moral de su época, pero de una u otra manera la preocupación por la moral y la ética está presente en gran parte de sus obras. Con motivo de la guerra expresa amargamente su decepción:
"Tampoco puede asombrar que el aflojamiento de las relaciones éticas entre los individuos rectores de la humanidad haya repercutido en la eticidad de los individuos, pues nuestra conciencia moral no es ese juez insobornable que dicen los maestros de la ética: en su origen no es otra cosa que angustia social. Toda vez que la comunidad suprime el reproche, cesa también la sofocación de malos apetitos y los hombres cometen actos de crueldad, de perfidia, de traición y de rudeza que se habían creído incompatibles con su nivel cultural." ( De "La desilu sión provocada por la guerra" (1915). Obras completas. Amorrortu Tomo XIV pág.281).
Freud y las claves de la modernidad.
Mencionaremos aquéllos descubrimientos que contradicen la producción científica de la época y que pueden leerse en La Interpretación de los sueños:
I Toda conducta humana es un acto pleno de sentido.
II Se modifica la concepción de sujeto. Este se encuentra descentrado de la consciencia.
III La conceptualización de la realidad psíquica modifica el concepto de realidad, con otro registro de lo material.
IV La ciencia se abre a lo subjetivo y su método se adecua al objeto de estudio.
Freud, uno de los productos más lúcidos del pensamiento moderno, apasionado defensor de la Razón y del Método, abre el camino que permite descubrir bases de la razón en los afectos, en los vínculos conflictivos con el otro significativo. Toma también, sin proponérselo el camino que posteriormente recorrerán las Ciencias Sociales, en el sentido de la necesidad de adecuar el método al objeto de estudio y no viceversa. En definitiva el pensamiento freudiano se abre a una forma de causalidad no lineal, no cercana a las ciencias llamadas positivas, donde el tiempo no sigue la secuencia predeterminada de un antes y un después. Por el contrario, ese después puede incidir en las causas que lo originaron. Se dice del psicoanálisis que es la única disciplina capaz de modificar el pasado, en el caso de la práctica clínica, por supuesto.
Notas
1 Guy Rozat en Indios imaginarios e indios reales.
Bibliografía mencionada
Castoriadis, Cornelius (1986) El psicoanálisis proyecto y elucidación. Buenos Aires: Nueva Visión
Delahanty, Guillermo (1987). Psicoanálisis y Marxismo. México, D.F.: Plaza y Valdés.
Mannoni, Maud (1980). La teoría como ficción. Barcelona: Grupo Editoria Grijalbo
Morin , Edgar (1994). La noción del sujeto. Buenos Aires: Paidós
Roudinesco, E. y Plon, M (1997) Dictionnaire de la psychanalyse. París: Fayard.