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école lacanienne de psychanalyse

Jornada de trabajo a cargo de
Rodolfo Marcos-Turnbull y Antonio Montes de Oca T.

¿Se mata por amor o por odio?

  Organizado por
Alianza Francesa de San Ángel, Plaza San Luis Potosí # 26,
San Ángel, Álvaro Obregón
Sábado 20 de mayo de 2006

  Argumento

De acuerdo con Oscar Wilde, todos los hombres matan lo que aman ( And all men kill the thing they love ). Su famoso verso es el leitmotiv de lo último que escribió con la intención de hacerlo público: La balada de la cárcel de Reading , quizá su más célebre poema. El enunciado parece, de entrada, un sinsentido: porque, en todo caso, habría mayores “razones” para matar: lo que se odia, no lo que se ama. La historia ha dado muchos ejemplos al respecto que confirmarían el dicho. Una lógica simple (¿o simplista?) es capaz de relacionar el odio que se siente por alguien con el deseo de que muera; pero relacionar el amor que se siente por alguien con el deseo o, en una de las variantes wildeanas, con la inevitabilidad de matarlo parece, a primera vista, algo totalmente inaudito.

¿Cómo se puede entender esto? ¿Qué otra lógica soporta la idea de deshacerse, y para siempre, del objeto amado?

El verso que anima a Wilde a proferir tal declaración, le fue sugerido por otro, de William Shakespeare, que se encuentra en El mercader de Venecia.

En el juicio que Shylock entabla contra Antonio para exigirle la libra de carne que éste había aceptado pagar en caso de que no pudiera solventar el préstamo que le había otorgado, los asistentes al juicio, desde el Dux hasta Graciano, le preguntan las razones que tiene para llevar el contrato hasta sus últimas consecuencias.

La primera respuesta de Shylock es que simplemente se debe a que se le viene en gana ( but say, it is my humour ), que una mala traducción al español la hace aparecer como “su carácter”. María Moliner, por su parte, traduce en segunda acepción, como “disposición de ánimo”. Humour tiene que ver más con el antojo y a él acude Shylock, a esta disposición de ánimo. Y, en ese sentido, porque le viene en gana, dice él, exige la pena convenida, tanto como otros que, también por lo mismo, hacen cosas supuestamente extravagantes con sus bienes o sus comportamientos. Y procede a poner cuatro ejemplos (que no dejan de tener relación con el meollo del asunto, por cuanto a sus implicaciones), para metaforizar el motivo de su exigencia.

Las cuatro “razones” tienen para Shylock una explicación que es de otro orden completamente distinto al que esperan los asistentes al tribunal: es “el afecto, amo de la pasión, [quien] la gobierna de acuerdo a lo que ama u odia”. En otras palabras: porque se le da la gana, porque se le antoja, por su temperamento, por su disposición de ánimo, esta sometido al estado que guardan sus afectos: amor y odio. Y, por eso, no puede dar una razón. No hay razón para que Shylock lleve hasta sus últimas consecuencias su querella, salvo “un odio alojado y un cierto desprecio que le tengo a Antonio”. Esta declaración, de no tomarse en cuenta, desvía la cuestión únicamente hacia lo que ha sido, para muchos críticos de Shakespeare, el nudo central del argumento: las relaciones entre judíos y cristianos en el Renacimiento.

Tales respuestas, en un mundo tan material como el que los cristianos de Venecia preconizan, dejan insatisfechos a los presentes quienes ven en ellas solamente el resultado de su falta de cristiandad, específicamente su falta de misericordia. Esta virtud, argumentan, es lo que diferencia a un buen cristiano de un judío malvado.

Se les escapa inadvertidamente un punto central: en la determinación de Shylock está en juego algo más allá de sus propios atributos: lo que se juega es una cuestión de amor.

En otras palabras, si Shylock es insensible, y es capaz de matar al hombre que odia, se pregunta y pregunta a los asistentes (pero sobre todo a Antonio): ¿por qué me odias tanto? ¿Qué he hecho, además de ser judío y de ser prestamista, para que tanto me odies?

Shakespeare y sus personajes terminarán dando la razón a Antonio: finalmente Shylock será castigado duramente, no tanto por la pérdida de sus bienes sino y, sobre todo, por la pérdida de la posibilidad de amar y de ser amado.

Exposición a cargo de Rodolfo Marcos-Turnbull

Réplica a cargo de Antonio Montes de Oca T.

Bibliografía indispensable:

Bibliografía recomendable:

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