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Presentaciones de libros

Lengua de mujer
Historia condicionada del goce sexual
Martín H. Smud

Contratapa de Juan Dobón acerca del libro LENGUA DE MUJER de Martín Smud.

Lengua de mujer, esa que reverbera en el pensamiento de los hombres.
¿Cómo transmitir la experiencia de lectura sin incurrir en un agotador glosario de adjetivaciones?
Este libro es una invitación a recorrer una senda que va de lo privado a lo íntimo, a veces con la sutileza de lo freudiano otras con la violencia de lo sadiano. Sade y Freud gozan íntimamente del efecto de su letra en la hipocresía de la época y reordenan las preguntas éticas poniendo en escena la libertad de desear.
Smud sabe jugar en el borde del abismo, si la mujer es el abismo como la soñara Nietzsche, inquieta pensar en la profundidad de Lengua de Mujer. Abismo que, en una primera parte oscila entre la reflexión personal y la honesta confesión casi a la manera de un testimonio como en los diarios íntimos del romanticismo bien entrado el siglo XIX. Sin embargo, en una voltereta lúcida recupera el pensamiento crítico de psicoanalista, de la reflexión más íntima gira hacia un decir con consecuencias públicas que se desprenden de su praxis analítica.
La letra es un decir hombre, la sonoridad es Lengua de Mujer, de ambas dan cuenta el arte de la poesía o la música. Un psicoanalista sabe que la letra agujerea, hace borde, en ello consiste su saber hacer cada vez, pero también sabe, que en ese borde surge otro lado que oscila entre lo incierto y la nada.
Quizás el valor de este libro radique ahí, en el límite entre lo que un psicoanalista nos enseña, lo que la poética y el testimonio pueden transmitir.

Lengua
La mujer es
Como ella
nada...

JUAN DOBÓN

 

Comentarios de Alejandro Ariel acerca del libro LENGUA DE MUJER de Martín Smud.

Me interesa el masoquismo femenino. Me interesa por lo que a los hombres les atañe. Su propia femineidad, su propio masoquismo, su fantasma. Las mil y una noches. Todo cuanto saben de eso es hablar, imaginar, golpear o ser hablados, ser imaginados o ser golpeados. Saben y saben de mil maneras. Los hombres son mujeres que quisieron saber y por lo tanto pactaron con el falo. Eva es parte de Adán. Luego de creer que podían saber lo mismo que Dios, olvidaron que Dios no tiene pensamientos y dejaron en el paraíso su desnudez para ser hombres y mujeres de un solo sexo añorando lo perdido o defendiéndose de esa añoranza.
¿Quién nos habla dicho que el dolor es mujer? El dolor es dolor. Repartido de dos maneras. Activo, pasivo.
Pero de mujer ni hablar, y menos del sexo que hombres y mujeres dejaron atrás, o adelante, o arriba, o abajo, en fin en ningún lado. No lo busquen.
Nombrar a la mujer como masoquista es tranquilizar la conciencia de los hablantes. ¡Diremos madre! ¡Diremos cuerpo! ¡Diremos libido o erogeneización! Pero jamás diremos mujer. Sólo podemos serlo en los vericuetos de las pequeñas muertes. Historia polémica pero historia al fin. Así comienza el libro. Historia mejores e historia peores, así continúa el libro. Y para el final el masoquismo y la ruina. Camino atrofiado, insoportable, de privación, camino de mujeres pero no de Mujer. Ninguno o ninguna se acerca un ápice a la Mujer, en ninguna de las formas del masoquismo observable. No hay restos de mujer en la lengua, has restos del masoquismo erógeno. De ella, solo una sonrisa idiota que la belleza de una escultura permite entrever. El resto son pavadas humanas de las cuales vivimos. Solo la muerte de cualquier vanidad, aun la del sufrimiento y su voluptuosidad nos revela que al sujeto y solo a él en su división le esta otorgada la posibilidad de ningún pensamiento. Eso es amor, de aquel que existe solo. Más allá de los límites de la ley. Sin coacción, sin miedo, sin predicados. Sin padre, ni madre, sin hijos, sin tiempo.
¿Hay algún analista en la sala? Renuncie Usted a la sublimación que su acto implica y encontrará Usted la otra cara de Dios. La cara mujer. ¿Cómo se comprende eso? No se comprende. Igual que la mujer. Es sin super yo, sin ello, sin ser. Así termina la introducción de Martín Smud: Pronto dejaremos de hablar. ¿Qué significa esto? Tan sólo la Mujer. Sin lengua. El otro sexo que no hay.

ALEJANDRO ARIEL

 

Presentación del Libro. Fragmento del libro.

LAS PREPOSICIONES DE LA LENGUA EN LA CAMA.

  Nuestra CAMA matrimonial, occidental y cristiana, es como dice Foucault el lugar donde se ha confiscado la sexualidad permitida. Cama con predominio heterosexual que normativiza, no sólo como debe hacerse el amor en cada época -no se limita a eso simplemente- sino que en ella un hombre y una mujer sueñan con el sexo, con el amor, con el goce.
Él se lleva una mano a su zona genital mientras sueña con otra mujer que la que está a su lado: una mujer que había besado y que tenía una lengua que lo había vuelto loco. Ella, la que esta a su lado, mientras tanto, sueña con un hombre que tampoco es el que está a su lado sino su príncipe azul, que le hablaba de esa manera y se imagina como vendría vestido a verla y el sonido de su voz...

 

La CAMA habla de sexo y erotismo, de amor y de goce, de ansias y sueños frustrados y sobre todo de las PREPOSICIONES de la lengua. Esas que todavía recuerdo de memoria de la primaria. Uno a otro, uno ante otro, uno bajo otro, uno cabe el otro. Y seguían las preposiciones: uno sin otro, uno tras otro, uno para otro...
La LENGUA es el objeto del deseo y en tanto objeto es causa de los discursos más inflamados, de los recuerdos más excitantes, de las formas mas entreveradas de hacer calentar al otro. La sexualidad en la cama lleva a hablar, además de sexo, del amor y el goce.
¿Cómo pueden ser tan distintos el amor y el goce?
Tanto como él y ella durmiendo en la misma cama, una y otra noche, tratando que ese amor y ese goce pasen por el que duerme a su lado.
Comencemos por el AMOR. Por su discurso repetitivo y ensordecedor. - ¿Tu me quieres? - Dime tu primero que me quieres... - Yo te quiero tanto como tu me quieres a mí.
El amor muestra algo esencia en su CONTRATO que es la reciprocidad. Amo en tanto me aman, amo en tanto soy amado, miro los ojos que me miran enamorados y me enamoro de los ojos que me miran enamorados del amor.
El amor es como un TRENCITO DE RECIPROCIDADES. El problema del amor es su obsesión por el termino del CONTRATO. Decir contrato parece provocativo pues además de tener implicancias jurídicas, el término no es sólo el final del amor, la separación de los esposos en la cama matrimonial sino la ASIMETRIA que aparece en las grietas de esa unión. El amor plantea dos términos, dos lugares que se llama de diversos modos pero que llamaremos aquí: la problemática del CORTANTE Y del CORTADO.
Él cree que ella ha roto la ilusión al no dejarse besar como esa mujer del sueño, con esa lengua tan dulce. Ella cree que él ha roto la ilusión al no poder sentir eso que sostiene al amor: uno en el otro. Él supone que el CORTADO queda en una posición pasiva, por tanto, es el que más sufre. Levanta el cuchillo y lo introduce en esa mujer de la lengua tan dulce, esa que no está a su lado y goza. Ella supone que el cortante lo lleva consigo y le da lástima cortar a su marido aunque preferiría quedarse al lado del príncipe azul y que le siga hablando de aquel modo.
¡El goce es tan distinto al amor! El goce tiene que aparecer vestido y desvistiéndose; nos acerca tanto a la orgía como a la angustia. Frente a lo ilimitado que se plantea en el horizonte, él se toca los genitales tratando de aguantar y calentándose más y más y ella a su lado con esos sonidos de espasmos inaudibles, escuchando la voz del hombre, pierde la dimensión de su propio destino.
El hombre piensa que la orgía empieza cuando una mujer se saca la ropa, cuando supone que va a poder gozar del cuerpo de esa mujer. La mujer goza con ese sonido de voz en la oreja y ese sonido la convence de sacarse una capa, ¡todo, no! pues el goce que esta en el cuerpo, ese fondo de goce puede causar angustia: se debe desnudar sin aparecer al desnudo. La mujer sabe, que la orgía es ir tapando y destapando de a poco, gozando poco a poco.
El goce es gustoso, es único lo que no puede resistirse pero es tan riesgozo como el baile de los siete velos.
El hombre insiste en soñar con la VAGINA. E imagina lo bello que sería y cree que puede alcanzar el goce absoluto en el cuerpo al desnudo de esa mujer de la lengua que besa así. La desnuda e intenta ir hacia ella, en ese momento, con esa mujer, TAN LINDA, lo que debería pasar no pasa, y aparece la maldita turbación.
El hombre medio desesperado, aun en sueños, se pone a hablar de cualquier cosa, de lo primero que se le ocurre, y parece ahora una cotorra hablando a la oreja de esa mujer. Ella que escucha como le habla al oído se arroja a la nada. Se comienza a sacar la ropa. Ese hombre la tomaría en sus manos y ella se entregaría para que él la tome y pueda quizás hacerla su voluntad, instrumento de su deseo o gozarla como objeto.
Ese hombre toma a esa mujer que se entrega y se sorprende, tenia una erección. La mujer de la lengua tan dulce había desaparecido y a la que estaba tocando era a su mujer que también se había dado vuelta y mostraba sus ansias de hacer el amor, aparecían las formas comunes en que ellos solían encontrarse y tendrían éxito, por algo eran marido y mujer, se conocían hacia tanto tiempo y la cosa no funcionaba tan mal entre ellos.
El goce funciona, es una noche más, él y ella se encuentran y una lengua encima de otra lengua, y saben que se esta produciendo la magia.
Una vez mas... Y ambos agradecen a sus dioses, él a esa lengua tan dulce, ella a esa solapa que muerde con desesperación.

MARTÍN H. SMUD

 

SE DICEN TANTAS COSAS DE LAS MUJERES.

Texto de presentación del libro LENGUA DE MUJER. HISTORIA CONDICIONADA DEL GOCE SEXUAL de Martín H. Smud (Editorial Letra Viva, 2002) realizado en el auditorio José Luis cabezas de la Facultad de Psicología el miércoles 16 de octubre de 2002.

¡Una mujer es un viaje!
¡Una mujer acontece en el mismo viaje!
Se dicen tantas cosas de las mujeres.
Si dejamos de lado los comentarios misóginos o las exclamaciones excitadas de una lengua revoloteando el objetivo del encuentro sexual, escuchamos tres comentarios que se repiten.
Se dice de las mujeres que son enroscadas, que son más vuelteras que los hombres. Esto se escucha en muchas conversaciones, y habla, pareciera, de una característica específica de la mujer. Le dicen vueltera a una mujer que no se entrega a un hombre en el momento que él quiere. Muchas mujeres agradecen cuando se encuentran con un hombre, ante quien, no querer hacer el amor, no las identifica con el atributo de "vueltera-histérica". ¡Simplemente no tenían ganas! Pero que hay mujeres vuelteras, que las hay, las hay.
Se dice también que a las mujeres no se las entiende, que son un enigma. Se escuchan comentarios que aseveran que no se trata de entenderlas sino de amarlas, ¡quererlas así como son! Una mujer agradece encontrarse con un hombre que no sea un "cuadrado" que pueda entender otras figuras geométricas, otras formas a las que está acostumbrado. Pero que hay mujeres que no se entienden, que las hay, las hay.
Se dice que las mujeres son competitivas, y se pone como ejemplo lo que ellas dicen de ellas mismas. Se miden y se toman medidas, los centímetros de busto, de cola, de cadera, si tienen cabeza, si son de plástico. Ellas dicen que es la forma social que se les exige pues los hombres son muy competitivos y ese, el masculino, ¡es el mundo al que hay que amoldarse" Pero que hay mujeres competitivas, que las hay, las hay.
Se dicen estas cosas de las mujeres: que son vuelteras, incompresibles, copmpetetitivas.
¡Una mujer es un viaje!
Un viaje donde hay pasajes que pagar, perspectivas diferentes para mirar, muchos cuentos para pasar el rato, estaciones donde bajar y divertirse, pero también detenciones, embotellamientos, miradas melancolizadas por lo que ha pasado, quemazones de ansiedad por todo el cuerpo frente a la incertidumbre, destrozos de caminos y caminantes y sobretodo hay caídas, muchas caídas.
Una mujer acontece en el mismo viaje. Es un viaje particular pues no permite armar las valijas, pensar en lo que va a venir. No hay comienzo de viaje, ni alguien que diga: -"empecemos"-, es como si de repente esta noche, ahora mismo, están aqui y de repente acontece una caída, al instante ya están metidos en una especie de embudo, un túnel desconcertante en el que caen, como cayo Alicia, en el país de las maravillas.
Alicia, cuando se detiene la caída, se pregunta sobre su identidad y como no sabe que quedo de ella, resuelve ir en su búsqueda. En su viaje se encuentra con una oruga que sabemos de buenas fuentes que era un analista. Y se ponen a hablar de los cambios alucinógenos de la condición femenina pues Alicia no se mantenía ni un minuto igual a si misma, por momentos tenia un cuello de jirafa y por otros sus hombros rozaban el piso. ¡Siempre el tamaño inadecuado para agarrar la llave que estaba encima de la mesa, pasarla por la cerradura, abrir la puerta y pasar al otro lado!
La mujer ha sido objeto de estudio del analista y este ha sostenido la presencia posible de tres caminos en el viaje.
El camino de la competencia que ubica, como final de viaje, la presencia de la envidia como hueso duro de roer. El camino de las infinitas vueltas, del laberinto donde ubica la presencia del masoquismo como unos de los principios rectores de la vida. Y un tercer camino, más difícil aun de explicar. El camino enigmático donde no se sabe que va a pasar por anticipado. De ese camino no se puede hablar mas que de la presencia de un goce, de algo sentido, del encuentro con una rara existencia, un goce que llamamos femenino pero que es desconocido aun para las mismas mujeres.
El libro LENGUA DE MUJER habla de estos temas, investiga cada uno de estos caminos, se va metiendo, y sostiene la separación entre lo femenino, todas las mujeres como genero y cada una de ellas en su singularidad. LENGUA DE MUJER atraviesa los caminos donde cada mujer, y ¿por que no? los hombres, cada hombre mas allá del genero, camina como puede, hace el viaje propulsado por la pregunta por lo que nos queda de identidad luego de nuestra caída.
Y en ese viaje existe un salto riesgoso hacia lo que aun no se sabe y aun no paso. Allí donde el caminante inventa el viaje al mismo tiempo que lo continua. Un camino cuyo resultado se va escribiendo, entre lo que no se sabe y lo que es imposible de saber, entre lo que podría saberse y lo que no, entre la ignorancia y el agujero insondable de lo perdido.
En esos caminos encontraremos LENGUA DE MUJER, un libro que se presenta, y que continua hoy su camino.

MARTÍN H. SMUD

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