Investigación à Psicoanálisis

Trabajos de Investigación Clínica y de Inserción del Psicoanálisis en diversas Áreas Temáticas
Investigaciones teórico conceptuales

¿Y el fantasma en la transferencia?

Jesica Serrese
jesicaserrese@hotmail.com

 

En el transcurso de mi práctica clínica, me resultó inquietante el hecho de que dos pacientes que ya se encontraban en transferencia, comenzaron a llegar tarde, y, al realizar casi la misma intervención en ambas (alojarlo, señalarlo e invitarlas a asociar), en cada una tuvo un efecto terapéutico distinto y creo, tocó algo de su fantasma.             Esto me llevó a preguntarme cuál es el lugar de la neurosis de transferencia en la construcción del fantasma.
Para esto, resulta de fundamental importancia definir tanto el concepto de neurosis de transferencia como el de fantasma.

Para Freud "El enfermo no puede recordar todo lo que hay en él de reprimido, acaso justamente lo esencial...se ve forzado a repetir lo reprimido. Esta reproducción tiene siempre por contenido un fragmento de la vida sexual infantil… y regularmente se juega (se escenifica) en el  terreno de la transferencia, esto es, en relación con el analista. Cuando en el tratamiento las cosas se han llevado hasta este punto, puede decirse que la anterior neurosis ha sido sustituida por una nueva, una neurosis de transferencia." Es decir, la transferencia es “una pieza de repetición, y la repetición es la transferencia del pasado olvidado,…es decir inconsciente”  (Freud; 1914)

Por otra parte, se entiende al fantasma como “una de las respuestas frente al deseo del Otro”, “es una pantalla que impide saber acerca de qué es lo que el Otro desea”. Si bien cada sujeto tiene un fantasma fundamental que le es propio, este fantasma estructurará la realidad psíquica de cada uno y abrirá un abanico de fantasías que se reducen a una frase, un axioma que insiste en cada sujeto (Rabinovich; 2005).  Este axioma no es enunciado por el sujeto, ni interpretado por el analista este axioma es “objeto de construcción” (Miller; 1983).    El fantasma es entonces, “la respuesta singular del sujeto acerca de qué es lo que desea el Otro”, objeto de construcción que se reduce a una significación axiomática absoluta (Amigo; 2019)

F., de 21 años, llega a análisis porque siente que posterga proyectos y tiene temas sin resolver. Estudia psicología pero esto le genera angustia “siento que no estoy probando nada, solo lo hice porque había que hacerlo”, y se define como “mediadora”: “quisiera una estabilidad sin que sienta una obligación de generar una calma”, obligación que asocia a una demanda del otro a una “toma de posición”, escena que se le repite tanto en su núcleo familiar como con sus amistades, donde siempre queda en el medio.
Luego de varias semanas de tratamiento, donde comienza a cuestionar el mandato familiar de seguir carreras universitarias, y a hablar un poco más acerca de sus vínculos y de su (no) posicionamiento; comienza a llegar tarde a sesión. Cuando se lo señalo lo asocia a “querer hacer todo y no llegar”. También lo asocia al “tiempo”, significante que aparece cargado de angustia desde la primera sesión, asociado a una pérdida por postergar sus estudios, quedando siempre atrás en esta carrera.                                                       

Relaciona luego el tiempo al significante “parálisis”. Se paraliza cuando tiene que ir a la facultad y, en ocasiones, decide quedarse durmiendo. Para ella el dormir es como “una manera de parar el tiempo”, postergando así el deber hacer. Recuerda que dormía con sus padres hasta los seis años y la madre siempre la arropaba, siendo para ella un momento de gran contención.
A su vez presenta “parálisis del sueño”, el cual define como un estado de estar despierta pero inmóvil,  escena donde aparece una “mujer oscura al costado”. En otras ocasiones, también se despierta gritando. Piensa que esto le sucede siempre cuando duerme con mucha ropa, resultando ahora un momento con-tensión.

En las siguientes sesiones la paciente comienza a decir que es el momento de “hacer cosas, no planear tanto” “no me quiero quedar quieta, no quiero quedarme en el pensar”. Deja la facultad y comienza a buscar otros cursos que le interesan a pesar de no ser universitarios.  Cuestiona también su lugar de mediadora “no quiero preguntar porque si entro ya me cuentan demasiado y quedo pegada, me caga el día, me afecta” “estoy tratando de salir de ese lugar” (del no decir), “no digo nada pero estoy acá, escuchando, me afecta” “siempre me ven bien, siempre feliz, también me pasan cosas”.

Un día cuenta que su madre la invita a una charla con su hermana, ya que tiene poco dialogo con ella, dice: “la charla era para llegar a ella” (la hermana). Su hermana mayor comienza a discutir  con la madre ya que refiere “siempre la trató como una nena y a mí de otra forma”, el ser tratada como una nena molesta a su hermana. Cuando le interrogan a ella para ver qué opina al respecto (según ella buscando una mediación), F. sorpresivamente responde, lo cual termina enojando tanto a su hermana como a su madre. Refiere que este trato hacia su hermana “es un efecto rebote hacia mi, si ella no cumple, yo tengo que cumplir, satisfacer algo de lo que mi mamá quiere de mi hermana”. Por ejemplo con la facultad, “empecé porque mi hermana no siguió una carrera”.
Podríamos decir que, a partir de su llegar-tarde (1), esta vez en análisis, ella comienza a asociar (facultad- parálisis-sueño). En esta cadena de asociaciones aparece algo que considero toca su posición fantasmática. El ser mediadora aparece entonces como una respuesta ante el deseo Otro, cuyo costo era el quedar paralizada. F. no podía responder, ni hacer desde un lugar deseante hasta que algo de esto pudo ser conmovido y entrar en movimiento.

A., de 23 años, llega porque se siente decepcionada de un amigo a quien le alquilaba un cuarto en su casa, quien “le hacia la vida imposible”. Refiere que ahora le cuesta confiar en la gente y sociabilizar. En relación a la familia, cuenta que con el padre tiene poco vínculo ya que se separaron cuando ella tenía un año, y  la madre “no supo poner límites, ni a mi hermana ni a mí. El límite me lo ponía yo” “no pudo con mi rebeldía” “como no pudo con nosotras se fue”.                                        
Respecto a la comida, cuenta que “come porque no le queda otra”, pero que no tiene hambre, a menos que esté acompañada. Desde sus trece años la madre dejó de cocinar y seguir su alimentación, motivo por el cual intentó bajar de peso: “mi mamá no tenía control sobre mí, estaba deseando eso, que me diga que estaba muy flaca y no pasaba”. Mas tarde cuenta que en verdad “comía  a escondidas, era un acting”.

Luego de varias sesiones donde se realizan algunos movimientos en relación a la comida y su modo de relacionarse con los otros, comienza a llegar fuera de horario. Cuando le pregunto qué cree que está pasando lo relaciona a un “auto boicot”, ya que había querido hace mucho venir a análisis. Refiere tener un problema con “manejar sus tiempos”, ya que también llega tarde a su trabajo  y hobbies, lugares donde dice “se siente bien”. Pareciera ser que se posiciona en falta en donde se pone en juego algo del lado del deseo.

El estar en falta la deja en un posicionamiento infantil de “ser retada”. En distintas ocasiones menciona: “Es horrible que me rete otro adulto pero siempre termino en eso” “mi mamá usa la excusa de que vivo en su casa para seguir tratándome como una  nena” “tengo que poner límites con mis jefes pero no puedo, me hago chiquita”. Cuando le pregunto qué pensaba (fantaseaba) cuando llegaba tarde responde: “que ya te habías ido, que ya no estabas” y también, “que te ibas a enojar”. Al finalizar la sesión, le digo que la semana siguiente me iré a la hora en la que termina su sesión, que ya está advertida y ahora depende de ella. En la siguiente sesión llega a horario y dice “me quedé pensando en tu frase (“yo a x hora me voy”), fue como un límite, un límite de psicóloga”.
Vemos cómo en este caso se repite en transferencia aquella escena infantil e inconsciente en donde, me aventuro a decir, “una niña es retada”. Escena que se esconde detrás de los no-límites de su madre. Pienso también que ese lugar de “la rebelde” puede venir a taponar la falta de su madre. No es su madre la que está en falta o no opera como madre, sino que es porque ella es rebelde que la madre “no pudo”, posición que permite tapar la falta del Otro.
Si el fantasma es una construcción analítica entonces, en estos casos, la repetición en transferencia fue lo que me permitió pensar algo en relación a su posición fantasmatica. Posición inconsciente que roza algo de lo dicho en análisis y, a la vez, lo imposible de decir. Escenarios inconscientes en los cuales ambas pacientes se encuentran insertas sin saberlo.

Si bien el sujeto llega a análisis por un malestar ligado a su síntoma, y a través del síntoma se puede llegar a tocar algo del fantasma; muchas veces el síntoma puede caer en tanto se entabla la transferencia, entonces no es el síntoma lo único que nos acerca al fantasma, sino también,  la neurosis de transferencia. De ahí que “no reducir la clínica al síntoma y sostener su distinción con el fantasma es necesario para no olvidar que nuestra clínica se hace bajo transferencia” (Miller; 1983).

Bibliografía

Notas

(1) Ella llega tarde a la facultad, a inscribirse a los cursos que le interesan, a recibirse, a dormir. Ella llega-tarde.

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