Investigación à Psicoanálisis

Trabajos de Investigación Clínica y de Inserción del Psicoanálisis en diversas Áreas Temáticas
Problemas contemporáneos en la clínica de las neurosis

Deseo del analista, los avatares de la clínica

Micaela Muñoz

micaelapsi@hotmail.com.ar

Joaquín  tiene 38 años, consulta porque  dice estar detenido y necesitar ayuda, “porque con la voluntad no alcanza”. Dice sentirse como un caño con un tapón, que va a explotar por algún lado. Siente que en los últimos años está mas serio, mas “mala onda”, pero no sabe cuanto hace, ni el por qué. “Pienso que arranco, pero me quedo”
Estudió diseño gráfico, a lo cual se dedica y es baterista de una banda desde hace 10 años (de la cual me regala un Cd y me invita a un recital)
Dice que todo lo que está haciendo no va ni para adelante, ni para atrás, “no sé que puedo hacer, generar cambios, no lo veo”. Dice que la realidad lo derrumbó, pregunto acerca de esto y dice que pasaron veinte años y se tuvo que acomodar a cosas que nuca hacía, “cuando vivía con mi mamá, mi vieja se hacía cargo de muchas cosas”.
Siente que vuelve al mismo punto de partida, “entre los dieciocho y veinte y pico, de ahí en adelante no siento que haya mejorado”. “De los veinte y pico a los treinta y pico viví mas adolescentemente”.
En relación a lo económico dice que siempre fue inestable, que tampoco dio mucha bola al trabajo, lo que ganaba era para el, para sus cosas. “No me siento realmente un hombre, no se si estoy a mitad de camino de mi adolescencia”. En relación a su banda de música dice que ya no hace ni el veinte porciento de lo que hacía antes, pregunto por qué continúa en la banda, dice que por las ganas de seguir tocando, “no le pongo esfuerzo, no siento lo mismo, pienso que es el desgaste y trabajar con la misma gente, es un desgaste de muchos años”.
J trae este “desgano”, desmotivación, no solo como significantes en las sesiones, sino también en acto, se lo percibe desmotivado, con pocos recursos simbólicos, se le torna difícil poder asociar, lo cual comienza a interrogarme cada vez más en el transcurso de las sesiones. Comienzo a pensar en su posición en la vida.
Sus padres se separaron cuando el tenía seis años, aproximadamente. Del momento de la separación solo recuerda que su padre dormía con él algunas noches y luego vino la pareja de su madre a vivir con él y esta última. “Nunca profundicé cuales fueron los motivos para cada uno”, expresa que le dolió la separación. Con la pareja de su madre tiene una relación tajante. Tiene una hermana menor que el, por parte del padre, con la cual la relación es “buena, pero distante”.
De su madre dice que no puede definirla,  sin embargo señala “mujer fría y distante, tensa”. Pasaba mucho tiempo con sus abuelos paternos, ya que los padres trabajaban mucho y el se quedaba con ellos. Del abuelo paterno dice “el hombre que me crió” Señala que estuvo de acá para allá en su niñez/adolescencia, en relación al ir y venir entre la casa de su madre y la de sus abuelos.
Del padre dice que siempre estuvo, o trató de estar, que pasaba mucho tiempo con el y lo extrañaba. Luego de la separación, dice que no sabe que le dolía, si la separación o extrañarlo a el. Dice que tenía una “familia dispersa”.
 Uno de los conceptos que Lacan nos ofrece como instalación y soporte de la transferencia,  es el Sujeto Supuesto Saber. El paciente busca encontrar un saber sobre lo que padece y atribuye al analista un conocimiento para responder a ello, le demandará la verdad sobre su padecimiento. Así el analista ocupa entonces una posición por la cual toma el relevo de una función, la cual viene a encarnar. En este punto, el analista debe hacerse reconocer como tal, pero también debe estar advertido que ocupar esa función es no convalidar dicha atribución. Podemos pensar que J, desde su posición “adolescente”, esperaba que, al igual que su madre, la analista se “haga cargo de muchas cosas”, otorgándole las respuestas a su padecimiento y facilitando una camino donde hallar, de manera rápida y cómoda, las soluciones a sus dificultades.
Hace casi 5 años que está en pareja con M, diez años menor que el, psicóloga. De M dice que es sensible, sencilla, práctica, dice que se conocieron bastante rápido. “Me gustó la ventaja que no haya sido vueltera” Estuvieron 8 meses de novios, luego se fueron a convivir en el departamento de su abuela materna, donde aún viven.
Habían planeado comenzar a buscar un hijo, pero el no quería por el momento, debido a su situación laboral y su economía inestable. Acerca de la posibilidad de ser padre decía al comienzo que no se imagina como sería, pero que no estaba tan deseoso como M. Le gustaría que el hijo vea sus esfuerzos, por más que no siga con la banda, que vea lo que logró. “No quiero volver a cometer los errores de mis viejos, y no quiero tener una familia para no cometerlos, quiero tenerla por mí” ¿se comienza a evidenciar algo de la repetición?
J relata algunos sueños: Pelea con M, está en un lugar, sacando fotos, viendo por una lente, un cantante de hip-hop, le roban la cámara fotográfica y viene la madre con otra persona, dice que supone que es su tía. También recuerda del sueño una ralladura de un auto. Recorto lo robado y la ralladura, como marca, intento que asocie, pero no puede decir mucho al respecto. Lo robado en relación a la separación de sus padres, la relación de su madre al poco tiempo y la posible marca que esto hubiera producido en el.
En otro sueño,  él se encuentra con su banda, “como en un galpón”, donde dice que “no hay ningún tipo de división, está todo expuesto, todo mezclado”, repito mezclado.El analista se orienta por el deseo del analista, que toma como punto de partida la singularidad de las soluciones subjetivas con las que cada sujeto ha respondido al encuentro con lo real del goce y de la castración y, sin ideal previo, siguiendo de cerca las posiciones subjetivas del enfermo, aprovechando el potencial de cada sujeto, operando desde el lugar de semblante de "objeto a" y haciendo valer su versatilidad, articulando la falta en el lugar del Otro y operando con el vacío, se manifiesta en la interpretación y se localiza en el acto analítico, para conmover las fijaciones libidinales, y contribuir a crear las condiciones de un arreglo menos sufriente con el goce, un saber-hacer (1).
Pregunto acerca de que se le ocurre en relación a los sueños, no dice nada. Luego me pregunta si puede escribir los sueños, o las cosas que piensa en la semana. Muchas sesiones comienza diciendo que pensó cosas en la semana, pero que ahora no recuerda. Me pide el mail para escribir estas cosas que piensa o lo que sueña, le doy el mail, y le digo que el tendrá que hablar de eso también en la sesión. Me escribe un mail diciendo que se sentía mal y detallando lo que sentía. Luego comienza a usar el mail para avisarme que no viene y en otra ocasión para disculparse porque se olvidó de venir. El trabajo del analista pretende crear las condiciones internas que den lugar, consecuentemente, a un cambio en la posición del sujeto, siguiendo a Miller, “transformar la persona que vino en un sujeto” (2)
Se comienzan a dar una serie de situaciones, donde J, el día de su sesión, avisa media o una hora antes que no podrá venir y pide si se puede recuperar la misma otro día. Pasaron un par de sesiones donde la analista accede a su pedido y  cambia el día de sesión, hasta que, un día olvida que lo había citado, advirtiendo dicho olvido casi a la hora misma de la sesión. Es a partir de este olvido que comienza a advertir que el trabajo de análisis estaba siendo llevado primordialmente por la analista.
A partir de esto se comienza a ubicar situaciones donde J llegaba tarde, casi al finalizar el horario de sesión, donde en alguna ocasión expresó “avísame si me duermo” (apoyándose sobre el escritorio). Este olvido de parte de la analista, reveló para la misma, este desgano que forma parte de su motivo de consulta y su posición en el tratamiento ¿y en la vida? La falta se hizo acto. Allí donde la analista hizo falta en la escena ¿podría pensarse que esta “ausencia” pudo dar comienzo a separar la transferencia de la demanda de saber colocada en ella, viabilizando la palabra por el eje simbólico? La dimensión del acto apunta a lo que no es reductible al significante, a la dimensión del objeto causa de deseo.
Esta “vacancia”, actuando al modo de silencio del analista en la sesión, quizá pudo dar lugar para que el analizante aloje allí su deseo. Mientras menos respuestas tenga un paciente, mas se evidenciará su alienación, pudiendo emerger un espacio para implicarse.
Cada sujeto responde de un modo singular al encuentro con el trauma, con lo real del goce y de la castración. Si un sujeto llega al analista, es porque algo en esa modalidad de respuesta produce sufrimiento, es allí cuando el deseo del analista tiene un lugar posible, para instalar un lazo entre el deseo del paciente y el deseo del analista y producir las condiciones de un nuevo discurso. Desde Freud podemos pensar que el correlato de la regla fundamental analítica es la atención flotante y la abstinencia. Lacan advierte en la transferencia una consecuencia de la regla fundamental, debido a que el paciente se entrega a la asociación libre de sus pensamientos, buscando la verdad acerca de su padecer y el analista está allí, como oyente de su discurso. Desde Lacan, encontramos el deseo del analista, el cual a partir de su lugar, se va a ir haciendo causa del deseo del sujeto, brindando la falta para alojar al sujeto. Las intervenciones del analista cobran predominio desde la posición que él encarna.
Hablando acerca de la posibilidad de ser padre, de formar una familia, de este desgano que siente,  J comienza a decir que hay algo que no sabe si tendrá que ver con esto… que cuando tenía seis años más o menos, fue abusado por un vecino, “ya está, te lo dije”. Este episodio transcurrió en la casa de sus abuelos, el había relatado un sueño, mucho antes, donde se encontraba en la vereda de la casa de estos abuelos.
Luego de esa sesión, llama para preguntar acerca de la posibilidad de traer a sus padres a sesión para hablar de esto, la respuesta fue que lo hablamos la próxima vez. Del abuso dice que no sienta que haya sido una carga, un problema, “no creo que sea fundamental”,  le digo que en un momento donde estamos hablando de él como futuro padre, de sus ganas de formar una familia, tener un hijo, se muestra como hijo, queriendo traer a sus padres al tratamiento. Sobre esta posibilidad le pregunto que les diría, dice que no sabe.  Propongo dejar esta posibilidad en suspenso, que sigamos trabajando este tema y que luego vemos si trae a sus padres. En la sesión siguiente dice sentirse medio raro “a los cuarenta años, cito a mis viejos acá”. Pareciera comenzar a darse cuenta de su edad, al tiempo que me pregunto que le pasó con este abuso, este encuentro con lo real.
Falta dos veces a sesión porque “se olvida”, luego de la segunda vez, le pregunto acerca de si le interesa seguir viniendo, hablándole de estos fallidos que tuvo, me mira asombrado y responde que si, que quiere venir, que nunca pensó en dejar de hacerlo. El olvido atraviesa la transferencia.”… un analizante en trabajo analítico, aunque tenga el marco de un neurótico obsesivo, cuando dice no puedo, no me acuerdo, ahí tienen el punto de partida para trabajar.... Para un  obsesivo (…) ese trabajo de trabajar sobre un vacío de lo que el Otro no dice, es todo un desafío y todo un atravesamiento de las amenazas de castración que implican para él el no saber o el no poder explicar”(3)
En las últimas sesiones, antes del alta institucional, cae en la cuenta que pasó un año de terapia, que “no se había dado cuenta del tiempo que pasó”, pero que se siente mas aliviado en relación al motivo manifiesto que lo trajo a consulta. 

Micaela Muñoz
(2012)

Bibliografía:
Brodsky;G: Fundamentos (comentario del seminario XI) Paidos 2001
Miller, J. A: Introducción al método psicoanalítico, Paidos 1998
Virtualia, revista digital EOL.


(1) Rubistein, A: El deseo del analista, saber hacer con lo que hay, en Virtualia, revista digital EOL, N 19.

(2) Miller, J. A: Introducción al Método Psicoanalítico, Ed. Paidos 1998, Pág. 62

(3) Brodsky, G: El deseo del analista, en Fundamentos (comentario del seminario XI) Ed. Paidos,    Pág 151

 


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