Psicoanálisis, estudios feministas y género |
Clínica psicoanalítica, subjetividad y poder 1
Lic. Irene Fridman 2
Tanto el psicoanálisis como los estudios de género son dos disciplinas que interrogan fuertemente la formación de la subjetividad.
El psicoanálisis, una disciplina que comienza en el siglo XIX da por tierra a través del descubrimiento de la instancia inconsciente del sujeto, la noción de extrema racionalidad de la acciones y de un sujeto regido solamente por la razón.
También pone luz sobre la evolución psicosexual de los sujetos en nuestra cultura y habilita al estudio de la sexualidad en un status que no había tenido hasta ese momento.
La formación del sujeto sexuado pasa a ser un desarrollo pilar de esta ciencia y a partir de allí, las conflictivas que se desarrollan para la asunción de la posición sexuada dentro de la cultura en cada genero.
No debemos olvidar que Freud basa sus teorizaciones en el trabajo que desarrolla con las mujeres que lo consultan, y es en función de los avances que va teniendo con las primeras pacientes con la que utiliza el mecanismo de la asociación libre que despliega en gran parte sus primeras teorizaciones sobre la instancia inconsciente.
No por nada Sigmund Freud ha sido ubicado como uno de los maestros de la sospecha junto con Marx y Nieztche, pensadores que se permitieron interrogar el más allá de la razón para poder dar cuenta de otras instancias que no surgen del uso de la racionalidad pero que guían nuestras acciones y la formación de la cultura.
Podríamos pensar desde esta perspectiva que la subjetividad sexuada está definida por los juegos de poder dentro de la cultura. Desarrollo que Freud enuncia tibiamente en algunos de sus trabajos pero que no desarrolla fuertemente.
Por otro lado la aparición de las teorizaciones feministas han develado los costos de la posición sexuada femenina dentro de la cultura, y de cómo esta posición obedece a entramados de poder.
Ya en 1950 Simone de Beauvoir describe en su libro "El segundo sexo", los costos de esa posición y de cómo la feminidad es una construcción cultural que define a las mujeres en una posición subordinada.
Mucho se ha escrito en ambas disciplinas, pero para los que trabajamos en la profundización de la teoría psicoanalítica con los aportes de las teorías de género hallamos un fuerte silencio en la profundización de saberes que intersecciónen a ambas.
Es conocida la desconfianza y la fuerte critica que han desarrollado las teóricas especialistas en género con relación al psicoanálisis por considerar que esta es una disciplina que prescribe la posición subordinada de la mujer.
También es sabido los cuestionamientos que realizan ciertos teóricos de psicoanálisis acerca de que los estudios de género describen una posición cultural pero se olvidan de las derivas del deseo inconsciente.
Estas críticas y desconfianzas han empobrecido el enriquecimiento mutuo de estas dos disciplinas, muchos desarrollos de los estudios de género no dan cuenta de problemáticas que surgen en la clínica, y muchos desarrollos clínicos no contemplan los entramados de poder que los generan.
Esta dicotomía empobrece el abordaje clínico que desea tener en cuenta la perspectiva de genero, hallándose dos problemáticas a saber, la pobre interrogación acerca de la producción sintomática ligada a la subordinación, y por otro lado la repetición dogmática de ciertas líneas feministas que no permiten dar cuenta de la problemática clínica, o que obturan el pensamiento critico por temor a ser tildados de reaccionarios.
Ha habido importantes desarrollos referidos a la íntima relación entre depresión femenina y condiciones de subordinación y entre las agorafobias y las formas de subjetivacion pero se encuentran grandes silencios en la lectura de la clínica que tiene que ver con los traumas reales.
Es aquí en donde ambas disciplinas hacen agua . Desde el psicoanálisis los desarrollos que han tenido que ver con las problemáticas clínicas relacionadas con la violencia y el abuso han sido tomadas solamente desde la perspectiva intrapsiquica obturando una lectura más compleja que tenga en cuenta los condicionamientos sociales para la existencia de la violencia de género.
Y desde la lectura de las teorías de género, las explicaciones solamente sociales no dan cuenta de los aspectos inconscientes en donde se enraíza la violencia.
A lo largo de esto años he trabajado con numerosos grupos de supervisión en donde aparecen legitimas dudas acerca de ciertos abordajes que no dan cuenta de la complejidad del problema, en los últimos 3 años he estado trabajando con aproximadamente 14 grupos de supervisión simultáneos, y esta posibilidad de multiplicación de abordajes y de interrogaciones de los profesionales que trabajan en problemáticas ligadas a la violencia de género en todas sus acepciones, me han permitido poder pensar algunas cuestiones que quisiera desarrollar en este trabajo acerca de la intersección de las teorías psicoanalíticas y de género en la clínica con mujeres y varones.
Dice Osvaldo Saidon "para Deleuze el pensamiento es el conjunto de fuerzas que se resiste a la muerte, ése es su vitalismo. Pensar es resistir, y entonces filosofía, política, crítica y clínica son un mismo movimiento. Es un funcionamiento donde lo esencial del pensar no está en el pensamiento sino afuera, en lo que fuerza a pensar. Es la vida tratada como campo abierto de los encuentros y la inevitable necesidad de pensarla que nos incitó a una clínica y a una política más allá de todos los ismos, o las escuelas dominantes en las distintas coyunturas. Ernesto Hernández, colega colombiano traductor de innúmeros trabajos de Deleuze al español, dice: "Sentimos que se inaugura un nuevo género de relato en la filosofía, una nueva narratividad, pues con Deleuze la filosofía realiza la literatura, tanto como de Borges a Carroll la literatura realiza la filosofía". Nosotros pensamos que esta filosofía nos habilita una clínica, que realiza una crítica, una narrat ividad que apunta hacia una vida artista, a una isla desierta, que se desprende de un territorio apoderado por una psicopatología puramente edipizante".
Poder pensar una clínica más allá de las intervenciones en relación a la conflictiva edipica, cuando uno se encuentra con daños psíquicos arcaicos o graves producido tanto por figuras significativas o por condiciones sociales violentas, abre un panorama complejo en la lectura de los efectos de las mismas.
Ya autores clásicos han escrito exhaustivamente sobre la patología derivada de las fallas arcaicas de los cuidadores primarios ( Kohut, Kernberg, Winicott, Green, McDougall, Balint ) por mencionar algunos, creo que ya es hora de incorporar a esta lectura las condiciones sociales de producción de subjetividad que van a favorecer o producir directamente patologías ligadas a la formaciones de subjetividad sexuada.
A lo largo de estos años he escuchado recurrentemente interrogaciones en los grupos de estudio3 y de supervisión4 que me mueven a profundizar más y mejor los abordajes clínicos; en el caso de las mujeres victimas de violencia, porqué se queda con el golpeador; en el caso de sobrevivientes de incestos cual es la deriva intrapsiquica de este trauma y en relación con las madres de de sobrevivientes de incesto su implicación o no en esta acción violenta.
También he presenciado por momentos la prohibición de pensamiento critico que se aparte de la doxa teórica y la repetición dogmática que a mi entender produce un fuerte empobrecimiento de la clínica, Se asiste a posturas que definen la problemática del incesto desde la explicación de la circulación deseante edipica en el niño, responsabilizando a este último del ataque incestuoso, como así también se escucha la explicación de la persistencia de los vínculos conyugales violentos desde la noción de masoquismo femenino que vuelve a poner el foco en la victima y no en la habilitación por parte de la cultura de estos procederes.
Siempre me han hecho ruido estas explicaciones que a mi entender no explican nada pero que adhieren acríticamente a las teorías.
En Mecanismos Psíquicos del Poder dice Judith Butler "La idea de que el sujeto esta apasionadamente apegado a su propia subordinación ha sido invocada cínicamente por quienes intentan desacreditar las reivindicaciones de los subordinados. El razonamiento es el siguiente: si se puede demostrar que el sujeto persigue o sustenta su estatuto subordinado, entonces la responsabilidad última de su subordinación quizás resida en él mismo. Por encima y en contra de esta visión, yo argumentaría que el apego al sometimiento es producto de los manejos del poder y que el funcionamiento del poder se transparenta parcialmente en este efecto psíquico, el cual constituye una de sus producciones más insidiosas. Si, siguiendo a Nietzche aceptamos que el sujeto es formado por una voluntad que se vuelve sobre si misma adoptando una forma reflexiva, entonces el sujeto sería la modalidad de poder que se vuelve contra si mismos ..
Ya el psicoanálisis alude a un sujeto que es simultáneamente formado y subordinado.
La reformulación de Foucault según la cual la subordinación no solo es presionada sobre el sujeto sino que también lo forma es decir que es presionada sobre el sujeto en el curso de su formación sugiere que existe una ambivalencia en el lugar de la emergencia del sujeto. .
Como emerge esa subjetividad sexuada de forma diferencial entre varones y mujeres, y como podemos ver las consecuencias en la aparición de patología psíquica en relación a la formación de este tipo de subjetividad que depende de los contratos culturales de la época, nos permitiría visualizar un contexto multideterminado en la aparición de determinadas problemáticas, pero así también y este punto me interesa profundamente, mejorar formas de abordaje y poder dar cuenta de algunas conflictivas contratrasferenciales que acontecen en los tratamientos clínicos.
En lo que se refiere a los abordajes terapéuticos en relación a la violencia de genero, una de las preguntas mas frecuentes en los profesionales que se dedican a esta conflictiva es acerca de porque a muchas mujeres les cuesta tanto separarse del varón violento.
Mucho se ha dicho acerca de las posiciones pasionales que impide esta defensa (la separación) si bien esta es una explicación plausible para entender, me gustaría poder complejizar este fenómeno desde diversos enfoques.
Cuando se habla de violencia conyugal parecería que este es un fenómeno uniforme que responde al mismo patrón de conducta tanto en mujeres victimas como en victimarios.
¿Es así? Cuando como terapeutas nos enfrenamos al fenómeno de la violencia conyugal, es muy importante poder deslindar si la dificultad de poner fin a este tipo de relación radica en los efectos psíquicos del terror sostenido en el tiempo, del nivel de aislamiento que tiene esa mujer en relación a su entorno, habiendo procedido el partener violento exitosamente en su estrategia de aislamiento para fragilizar a la mujer, o si lo que ocurre tiene que ver con la dificultad de perder el objeto peligroso pero amado de la misma.
Mucho se ha escrito acerca de los efectos del terror en el psiquismo, pero muy poco se ha dado cuenta de cómo la ubicación de la mujer en la posición de objeto de deseo habilita el sostén del vinculo con le varón violento.
"Es mi hombre"
Hace algunos años estaba muy en boga una canción con este titulo que podríamos definir como el paradigma de sostén para la violencia de género. En la misma5 la cantante pregona que apenas le ve (al hombre), sabe que es "su hombre" y que no importa lo que haga, de que trabaje, si le pega o no, porque es "su hombre", ¿que quiere decir esta canción? ¿Que enuncia en relación a la cultura que nos constituye?
Para poder pensar acerca de estas frases que condensan una narrativa escuchada muy frecuentemente en las mujeres sometidas a violencia de género, me gustaría referirme a ciertos desarrollos subjetivos en torno a la constitución de la feminidad que sostienen este tipo de vinculación.
Los desarrollos teóricos que provienen de la perspectiva de género han develado que el trasfondo político de ubicar a las mujeres en posición de objeto de deseo tiene como fin el ejercicio de la subordinación, y el aseguramiento de un lugar de sujeto 6 para los que se colocasen en la posición de sujeto de deseo denominada masculina.
La agencia que constituye al sujeto masculino se construye sobre su perdida en la mujer . La pregunta "que quiere la mujer" que atraviesa el texto freudiano quizás sería mejor aggiornalo a "porque para ser mujer hay que enajenarse del deseo", pregunta política si la hay.
¿Cuales son las derivas clínicas de tal posición subjetiva?
Diversos autores desde la perspectiva psicoanalítica han destacado la importancia de los vínculos tempranos adecuados para la constitución del psiquismo, Winicott, Kohut, Green entre otros muestran desde diferentes perspectivas como la inadecuación de los vínculos tempranos genera fallas importantes en la constitución subjetiva.
Una de las problemáticas descriptas por Heinz Kohut tiene que ver con la constitución de la esfera narcisista como catexia del self necesaria para el aparato psíquico. En esta modalidad de lectura del narcisismo que lo diferencia de la noción de narcisismo patológico Kohut postula que el niño necesita para su constitución psíquica del establecimiento de una imagen de si al que denominó "self grandioso y omnipotente" y que los avatares del desarrollo los enfrentarían con las múltiples coartaciones y duelos necesarios a esta omnipotencia para dar lugar a una posición norma. Junto con esto el niño necesita construir una imagen parental idealizada que lo espeje suficientemente y adecuadamente para constituir esta catexia narcisista según Kohut necesario para el desarrollo de metas de vida y de deseos.
En el desarrollo normal estos aspectos grandiosos tienen y deben ser contrastados con las frustraciones adecuadas para un normal desarrollo yoico.
Emilce Bleichmar en su libro "El feminismo espontáneo de la histeria" interroga acerca de qué acontece con el desarrollo narcisistico en la mujer en un mundo en el cual la posición de la mujer está tan devaluada.
La constelación narcisistica en la mujer que propone la cultura promueve la posición de objeto de deseo de otro, por lo tanto podríamos decir que las mujeres somos "vaciadas" de nuestros deseos. En el abanico de ideales que constituye la posición deseante, la mujer queda ubicada como objeto de deseo del otro, en este sentido es bien sabido el trabajo que han venido realizando las mujeres identificadas con el feminismo en relación a la noción de empoderamiento, definido como el poder de apropiarse de los deseos, cualquiera que estos sean.
En algunos casos este tipo de vaciamiento del universo deseante llega al extremo, produciéndose personalidades que si bien son adecuadas en relación a la realidad, presentan una severa dificultad en el sentir, una anestesia que es más allá de la represión y que entraría dentro de "lo no constituido". Andre Green en su libro "Locuras privadas7" habla en un articulo del "síndrome de la madre muerta", este articulo que es a mi entender una relectura más especifica de lo que él ha denominado "la depresión blanca", describe un cuadro que se presenta en algunas personas que son adecuadas en el manejo de la realidad pero que tienen un vacío deseante que les produce una anestesia especifica con respecto a los derroteros de la vida.
En la clínica se observa esta particularidad en pacientes que hablan de la profunda anestesia que sienten en todo momento de la vida en referencia al mundo afectivo, son personas correctas, algunas han desarrollado una buena inserción laboral, en otras aparece un vacío en su deseo con respecto al desarrollo laboral pero principalmente no sienten afectos intensos hacia nada o nadie.
Se podría pensar que el vacío deseante que acompaña la subjetivacion de la mujer, posicionada por la cultura en "ser objeto de deseo" como único deseo, genera una desvitalización peligrosa.
En las diferentes formas de angustia que describe Freud, Green realiza una advertencia en relación a la "castrizacion" de la angustia, esto es a la atribución solamente edipica del afecto angustioso y al olvido de las problemáticas surgidas ante la pérdida del objeto y no del amor del mismo.
En la angustia por la perdida del objeto a la que califica como más catastrófica que a las demás, lo que se produce sería un vaciamiento masivo, una desinvestidura radical que provoca "agujeros psíquicos" que serán colmados por reinvestiduras, expresiones de la destructividad liberada así por ese debilitamiento de la investidura libidinal erótica. Es una desinvestidura central con respecto del objeto primario materno.
Otros autores (Bleichmar) hablan de las patologías por "déficit", cuando el medio ambiente no proporciona el sostén adecuado o los medios adecuados para el buen desarrollo de ciertas capacidades, demás está decir que la estructura patriarcal de la cultura ha negado a las mujeres la capacidad deseante, en lo que se refiere a la autonomía ( se debe destacar que la cultura habilita deseos para las mujeres relacionados con los afectos primarios mayormente).
Hugo Bleichmar trae un ejemplo muy interesante dice: "un ejemplo prototipico, es el de un paciente cuyo padre desde pequeño lo ve como inadecuado-tenía un color de piel y una estatura que consideró indicios de inferioridad- Cuando llego a la adolescencia decidió que no debía estudiar pues "nunca llegaría a nada" que lo mejor sería que consiguiera un trabajo de portero en la administración publica pues por lo menos eso le aseguraría un ingreso estable y una protección que el hijo seria imposible de proveerse a si mismo. La depresión crónica que desarrolló este paciente y que le condujo a buscar el tratamiento no era el resultado de su agresividad y de ataques al objeto....sino la consecuencia de tener como base y fundamento de su identidad el sentirse un ser inferior"(el resaltado es mío)
Si traspolamos esta descripción del paciente con déficit de narcisisacion, a las problemáticas de la constitución de la feminidad creo que las pruebas están claras, lo que llama la atención que esta operación teórica no la hayan realizado habitualmente muchos autores. La consideración histórica de la inferioridad en la mujer ha generado subjetividades dependientes de aquellos sujetos a los cuales la cultura les otorga el lugar del deseo.
La histórica representación de la mujer como inhábil desliza automáticamente esta atribución a ese otro que para la cultura es el representante del poder, el varón.
Al decir de Butler "por otra parte el deseo de supervivencia, el deseo de "ser" es ampliamente explotable. Quien promete la continuación de la existencia explota el deseo de supervivencia. "Prefiero existir en la subordinación a no existir": esta sería una de las formulaciones del dilema (donde también hay un riesgo de muerte).
Como muy bien lo señala Butler y otros autores antes de ella, (Ferenczi) lo que se explota en algunos casos de abuso sexual es el amor del niño que es necesario para su subsistencia
En este sentido en algunas mujeres el varón violento se constituye como un sujeto deseante vital que inunda vitalidad y valoración a la mujer, desde ese lugar la forma de estar en el vinculo de los varones violentos, con su arrasadora presencia obtura la anestesia producida por las fallas en la constitución temprana de objetos maternos vitales, madres desnarcisisadas en su propia imagen como mujeres, van a constituir hijas con déficit severos en la narcisización, con agujeros psíquicos productores de la depresión blanca enunciada por Green. No debemos olvidar aquí que la representación de los padres varones con respecto a sus hijas mujeres como sujetos devaluados de la cultura no ayuda en la narcisizacion.
La norma patriarcal de ser objeto de deseo llevada a su máximo exponente reproduce sujetos desvitalizados en los cuales lo único que los constituye es el deseo del otro, perder ese pilar psíquico es demasiado peligroso para la constitución del psiquismo, sobre todo si estos vínculos han sido construidos como vemos habitualmente en la destrucción sistemática de cualquier otra red vincular, que pueda sostener a la mujer y contener en caso de salida de este tipo de relación.
Cuando alguien enuncia "es mi hombre" como en la canción antes mencionada, debemos tener en cuenta que lo que está enunciando es la devastación psíquica como sujeto autónomo, que la sociedad patriarcal se ha ocupado de construir y de la necesidad de contar con algo o alguien que la constituya como sujeto, aquí la denominación "hombre" la podríamos decodificar como "sujeto"..
Mucha tinta ha corrido desde las postulaciones en relación a los vínculos violentos y su correlato en el masoquismo de las mujeres, estas lecturas reenvian a las mujeres a lugares en donde el deseo esta puesto en el sufrimiento. Quienes trabajamos con victimas de violencia vemos y sabemos que muy lejos están estas mujeres de un deseo inconsciente de sufrimiento. Lo que si se observa es la angustia profunda que genera en algunas la posibilidad de perder a su partener y las idas y vueltas y la espera que este varón que las martiriza cambie y se convierta por fin en un "objeto bueno" que les pueda atribuir algún valor.
Tanto H. Bleichmar como Butler desde perspectivas muy alejadas uno de otro dan cuenta acerca de cómo se constituye la subjetividad desde la construcción cultural, ambos en lenguaje muy diferente van a mostrar que no es que hay un inconsciente y el poder lo modela sino que la estructuración inconsciente es obra de ese poder.
Desde este lugar, es que se abre una clínica ligada al trabajo de construir catexias narcisistas en las mujeres con déficit de las misma, que contemple un cambio subjetivo que les permita salir de esos vínculos diádicos absolutos y en algunos casos mortales, una clínica que incluya el trabajo con otras disciplinas a la manera de sistemas de apuntalamiento al decir de Kaes en donde las instituciones funciones como el sistema de defensa- soporte para la mujer que se encuentre en este proceso, una clínica en fin, que habilite un proceso de neogénesis productor de un nuevo posicionamiento subjetivo.
Notas
1 Presentado en el Foro de Psicoanálisis y Género, APBA. Buenos Aires, Abril de 2011.
2 Lic. Irene Fridman. irenefrid@fibertel.com.ar
3 Hace 10 años venimos trabajando con Irene Meler en un seminario de psicoanálisis y género en donde se han profundizado diversos temas relacionados con estas dos disciplinas.
4 Desde hace 6 años estoy trabajando para equipos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, así como más recientemente para la Oficina de Violencia Domestica de la Corte Suprema de Justicia.
5 En cuanto le vi./,yo me dije para mi,es mi hombre/Solo vivo por el/mientras quiera serme fiel/ese hombre/No puedo pasar una noche sin pensar en mi hombre/Y le doy cuanto soy/lo que tengo se lo doy a mi hombre/Y así estoy es un macró/un gigoló/pero no importa porque/así le quiero yo./Cualquier día por Pigale/para mi mal./O tal vez le perderé/luego no sé/Ni lo que va a ser de mi/por que le quiero/Solo tengo corazón/para mon homme/Si me pega me da igual/es natural/Que me tenga siempre así/porque así le quiero/Ya no tengo corazón/Le intento olvidar/y me dejo convidar/por los hombres./Pero no puede ser /porque solo soy mujer/pa' mi hombre/Por todo Paris/busco la mirada gris/de mi hombre/Si me ofrece su amor/le perdono lo peor/a mi hombre/Por amor che sui consá/le'm pos te cuá/busco a mi hombre/sin saber donde andará/Cualquier día por Pigale/para mi mal./O tal vez le perderé/luego no sé/Ni lo que va a ser de mi/por que le quiero/Solo tengo corazón/para mon homme./Si me pega me da igual/es natural./Que me tenga siempre así/porque así le quiero/Ya no tengo corazón.
Fuente: musica.com
Letra Sara Montiel6 Lucy Irigaray muestra irónicamente el papel de espejo del poder del otro que históricamente han ocupado las mujeres. También ha escrito sobre este punto Jessica Benjamín, entre otras autoras.
Bibliografía
Saidon, Osvaldo: Artículo publicado en Pagina 12, año 2005.
Butler, Judith: Mecanismos psíquicos del poder. Ed. Cátedra. Madrid, 1997.
Green, Andre: Locuras privadas. Amorrortu. Argentina, 2001.
Bleichmar, Hugo: Avances en psicoterapia psicoanalitica. Paidos, 1997.