Estados Generales del Psicoanálisis |
Proposiciones para el debate
Adolfo
Benjamín
Psicoanalista -
Didacta de APA - Ex Secretario Científico de APA
Silva
Fendrik
Psicoanalista - Ex
AME Escuela Freudiana de Buenos Aires
Michel
Sauval
Psicoanalista
1 - Psicoanálisis e instituciones
Hay una posición compartida por casi todos en el campo del psicoanálisis respecto de la cuestión institucional: la ilusión de poder fundar una institución a partir del dispositivo analítico, objetivo que tiende a su vez, de un modo u otro, a fundar en la institución la garantía de la transmisión y la práctica analítica.
La crisis institucional que verificamos en las principales corrientes psicoanalíticas testimonia del fracaso de esta ilusión de poder fundar institucionalmente una garantía para el ejercicio del psicoanálisis
En ese sentido, interpretamos aquella ilusión y su fracaso como un intento por negar otra alienación, tan estructural como la que nos impone el lenguaje, y que rige el funcionamiento de los seres humanos en su dimensión social: la alienación que nos impone el modo de producción capitalista y el régimen de las mercancías ya denunciado y fundamentado por Marx.
Pensamos que el factor dominante en el funcionamiento de todas las instituciones, sean o no psi, son las leyes de la economía y del funcionamiento general de la sociedad.
En ese sentido es coherente percibir a la IPA como una superestructura destinada a gerenciar el capital que constituye la herencia de Freud, y a la AMP en forma homóloga respecto del capital que constituye la herencia de Lacan, en lugar de adherirnos a la ilusión de suponerles una extraterritorialidad social destinada a fines que se revelan tanto mas oscuros y mezquinos cuanto mas desinteresados y "elevados" se planteen.
Las interpretaciones sobre los "efectos imaginarios" en los grupos, por útiles que sean, se han verificado insuficientes para garantizar su pretendida moderación, por la sencilla razón de que no se trata solo de fenómenos imaginarios conceptualizables desde la teoría psicoanalítica, sino que son efectos de un funcionamiento regido por la lógica del "servicio de los bienes".
¿Cuál es el servicio de los bienes en cuestión?
El que reconocía, sin tantas vueltas ni tanta vergüenza, el propio Freud, por ejemplo, en una de sus cartas a Fliess: "Pocos días después de mi retorno naufragó una de mis más orgullosas naves. Mi banquero, el que más había progresado en su análisis, desertó en un punto crítico, justamente antes de la fase en que debía producir las escenas finales. Por cierto que también me perjudicó materialmente, pero ante todo me convenció de que todavía no conozco todos los móviles en juego. Con todo, descansado y fresco como estaba, pude tomarlo a la ligera y consolarme diciéndome que habré de aguardar todavía un poco más para tener entre manos un tratamiento terminado" (subrayado nuestro)
Esto es de lo que no se habla públicamente en ninguna institución: el valor de mercancía que tienen los pacientes, al igual que el conjunto de los servicios y prestaciones que forman parte del circuito psicoanalítico: supervisiones, derivaciones, títulos, formación, etc.
De la misma manera, las nominaciones (didacta, AME, AE, etc.), las jerarquías ,de enseñanza, la acumulación de transferencias, la figuración en la lista de miembros, etc., son todos elementos que inexorablemente formarán parte del proceso de "cotización" de cada analista.
Es obvio que esta no puede ser la situación propia del dispositivo analítico (lo cual no quiere decir que no lo sea en tantísimos casos). Hace a la responsabilidad del analista que, en la dirección de la cura, la función del dinero esté subordinada a las exigencias éticas del acto analítico.
Esta responsabilidad, es ineludible, y no hay garantía institucional que pueda relevar al analista de la misma.
En sentido inverso, no hay dispositivo alguno que permita colocar la lógica propia del dispositivo analítico en posición dominante en el funcionamiento asociativo de los analistas.
La ética propia del discurso analítico sólo podrá ir mas allá del intercambio de bienes cuando reconozca conceptualmente su peso en el lazo social entre analistas.
Entendemos que una de las principales "garantías" para asegurar el lugar de la transmisión del psicoanálisis en la institución radica simple y sencillamente en no hacernos los distraídos sobre los fines económicos y políticos que la misma también implica. Tratar de ocultar esta situación con la pretensión de que el funcionamiento asociativo estaría subordinado a los principios del psicoanálisis solo puede conducir a lo peor, al generar los "retornos" de los silencios y las injurias que caracterizan las repetidas crisis institucionales.
No hay garantías absolutas. Solo existe la garantía que puede aportar el tener las ideas lo mas claras posible, tanto sea desde el punto de vista psicoanalítico, como desde el punto de vista político, económico y social.
2 - Psicoanálisis y Política
Desde siempre el psicoanálisis ha abordado el problema de la cultura.
Como bien señala Freud en el comienzo de su "psicología de las masas", "en la vida anímica del individuo, el otro cuenta con total regularidad".
En ese sentido, debemos tener presente que el psicoanálisis es un producto histórico. Para decirlo de modo mas preciso, y con palabras de Lacan, "el sujeto sobre el que opera el psicoanálisis es el sujeto de la ciencia", donde la referencia a la ciencia, aquí, es a la ciencia moderna. A lo cual cabe agregar que dicha ciencia moderna, a su vez, es también un producto histórico, que al igual que el psicoanálisis, debe asociarse al advenimiento del capitalismo como modo de producción dominante.
En consecuencia, siempre ha sido necesario para el psicoanálisis, para poder precisar su ubicación, realizar abordajes interpretativos de la cultura y del campo de lo social. Ya lo decía Lacan en el comienzo de su enseñanza: "mejor pues que renuncie quien no puede unir a su horizonte la subjetividad de su época".
El problema que aquí se plantea es que muchos olvidan que esas incursiones teóricas del psicoanálisis sobre lo social solo son productivas y efectivas cuando se inscriben en la dirección de la cura .
Muchos olvidan que el titulo freudiano de "psicología de las masas" se completa con el de "análisis del yo" y que sus análisis del ejército, la iglesia o el grupo de jovencitas pupilas, como el de cualquier otra formación social parcial o fragmentaria nunca pretendió ser una guía para la acción práctica en el ámbito propio de esas formaciones. Sí una incursión necesaria y enriquecedora para poder pensar, por ejemplo, el tema de las identificaciones en nuestro quehacer clínico.
Para nosotros, el psicoanálisis es la teoría de una práctica articulada en torno al dispositivo analítico y a la dimensión de lo particular. La validez de sus incursiones en otros campos solo se valida en la medida en que el circuito retorna a su campo práctico específico.
Al no respetar los límites de sus herramientas conceptuales y clínicas muchos analistas se han lanzado a la aventura de teorizar e interpretar todo el campo de lo humano desde una perspectiva psicoanalítica, desoyendo la vieja recomendación de Freud de no hacer del psicoanálisis un nuevo Baedecker filosófico-político-existencial.
La función de los no-analistas en la institución se verifica, hoy mas que nunca, imprescindible para ayudar a precisar los límites mas allá de los cuales inexorablemente terminamos confundiendo nuestro quehacer con opciones políticas o con cosmovisiones filosofico-existenciales. Lo cual sería una calamidad para el psicoanálisis.
3 - Problemas en la conceptualización de las "nuevas" patologías
El eclipse de la sexualidad en las teorizaciones actuales y la ausencia de su redescubrimiento en la práctica clínica se nos presenta como una variable crítica en el decurso del psicoanálisis, que pone a riesgo su existencia. El descuido (la sordera) de las estructuras freudianas produce un aparente progreso en las llamadas "nuevas patologías" que cuestionan y pervierten el dispositivo analítico.
Entre los conceptos fundamentales que definen a una práctica como psicoanalítica los relativos a la sexualidad (pulsión, el sentido sexual de los síntomas, etc.) son un fundamento inapelable.
Vemos como en nuestros días la práctica y la teoría se deslizan hacia un alejamiento y/o desconocimiento de este cimiento hasta desembocar en la invención de nuevas patologías ausentes de sexualidad: como por ejemplo neurosis "sin transferencia", trastornos narcisísticos de la personalidad, anorexia y bulimia como patologías "modernas" desexualizadas, patologías de borde, etc.. Se desconoce de este modo la causalidad sexual de los síntomas y de la transferencia.
La sexualidad, definida o caracterizada como infantil, se organiza en el Edipo y emerge en acto en la transferencia. La supremacía de la sexualidad en el campo del psicoanálisis es la preponderancia de un hecho de descubrimiento y no de una teoría. Es en el interior de la proteiforme histeria donde se consumó este hallazgo extendido luego a toda neurosis. Hoy día se escamotea el desafío que la mutante histeria le propone al psicoanálisis.
Pero el hecho del descubrimiento no nos presenta a la sexualidad como un hecho sino como fuente y enigma de las neurosis. La cosa sexual especifica al psicoanálisis ineluctablemente.Debería discutirse:
a) Si las llamadas "nuevas patologías" no son más que las viejas patologías, despojadas de su fuente sexual. Estas concepciones parecerían dar por concluida a la histeria y desconocen u olvidan que la histeria, cual Proteo, adopta múltiples apariencias engañosas.
b) Si deberíamos seguir llamando psicoanálisis a unos supuestos y a una actividad que deja fuera del horizonte a la sexualidad buscándola en la evidencia de un proceso diagnóstico que se atiene a la forma y desoye la estructura.
El psicoanálisis, es redescubierto por el analista en cada sesión particular. La sexualidad y sus avatares, los síntomas y la transferencia no son algo evidente o transparente. La sexualidad infantil, los síntomas, la transferencia, brindan su difícil testimonio en el seno del dispositivo analítico.
4 - La sexualidad femenina
¿Freud habría tenido razón al sostener que la principal fuente de resistencia al psicoanálisis era y seguiría siendo el descubrimiento de la causalidad sexual de los síntomas? Tal vez lo que no sospechó es que esta resistencia encontraría un bastión en los propios psicoanalistas.
La progresiva desexualización de la clínica tiene un correlato en las instituciones psicoanalíticas que se refleja en la ausencia actual de polémica sobre la sexualidad femenina, acompañada por un deslizamiento empobrecedor hacia la vertiente psicocultural que reivindica la noción de género. El cuestionamiento de la conceptualización freudiana sobre la sexualidad femenina dio lugar a un apasionado debate liderado por Ernest Jones que en los años 30 produjo una confrontación entre psicoanalistas freudianos y posfreudianos. Los términos de este debate fueron rigurosamente retomados por Lacan. No sólo lo condujeron a importantes reformulaciones teóricas , sino que formaron parte de una encendida polémica que culminó en la expulsión de Luce Irigaray de la Escuela Freudiana de París. En los años 60 por el diván de Lacan pasaron muchas importantes figuras del M.L.F. (Movimiento de liberación femenina) como Antoinette Fouque, actual diputada del Parlamento Europeo. Luego de Encore, (y de la expulsión de Irigaray) la polémica sobre la sexualidad femenina se acalla, tanto en la EFP como en la producción teórica de Lacan .
Que ocurre hoy?
Se podría argumentar que las fórmulas de la sexuación ya son canónicas. Pero también es un hecho que matemas fundamentales como "La mujer no existe" y "No hay relación sexual" tienden a utilizarse mas bien como simples aforismos. Estas fórmulas, despojadas de su rigor lógico, y puestas a circular como "consignas" que agrupan a los analistas en las instituciones lacanianas, impregnan, por su carácter enigmático y por su contundencia todo el campo psi, e inciden paradójicamente en la desexualización de la práctica y la teoría. Se olvida que las fórmulas de la sexuación no son la verdad revelada sino el fruto de un laborioso esfuerzo realizado durante años por Lacan para acotar los impasses imaginarios del discurso analítico sobre la sexualidad humana.Proponemos discutir si la desaparición de un debate fructífero sobre el tema de la sexualidad femenina no es un factor a tener en cuenta en la amenaza actual que pesa sobre muchas Instituciones analíticas de transformarse en émulos de la Iglesia y/o el Ejercito.
Buenos Aires - 20 de diciembre 1998
Adolfo Benjamín - adolfobenjamin@arnet.com.ar
Silvia Fendrik - syf@giga.com.ar
Michel Sauval - ms@psicomundo.com