Crisis Mundial |
Reflexiones acerca de las "catástrofes culturales"
Manfredo
Teicher
fredi@pccp.com.ar
I - Tratemos de imaginar las imágenes que no vimos.
Un avión de pasajeros.
Piloto, copiloto, comisario de a bordo, azafatas.
Un jet con 160 pasajeros. Algunos en viaje de negocios. Otros en viaje de turismo.
Algunos por necesidad, otros por placer.
Otros.....
Es un avión de cabotaje, va de Boston a Los Ángeles. Normalmente, despega, toma altura.
La mayoría se prepara para soportar las horas encerrados en una maravilla tecnológica.
De repente, lo increíble.
Algunos pasajeros `enloquecen` (¡!¿?)
Atacan y MATAN a algunos. Con cuchillos. Sangre y gritos.
El terror invade y paraliza al resto.
Sin tiempo para darse cuenta de lo que ocurre, violentan la cabina,
MATAN al piloto y al copiloto y toman el mando del avión.
El avión cambia bruscamente de rumbo y parece bajar la altura.
La angustia aumenta, si es posible aún.
Están ¡sobre New York! ¡Y a baja altura!
Al frente se ven las Twin Towers!
Y se dirigen a ellas!
Los que tomaron el mando y los que asesinaron a otros, gritan y cantan lo que los otros no entienden.
¡NO! Vamos a chocar. ¡NOOO! Esto lo piensa la mayoría, pero sólo se escuchan los gritos de alguno. No pueden articular las palabras.
¡SÍ! LO HEMOS LOGRADO. Gritan en un idioma extraño los ---- ¿quiénes son?
Fanáticos dispuestos a inmolarse.
El impacto.
El avión explota.
Unos instantes antes, miles de personas que estaban en las TT ven lo insólito.
Un jet se agranda en el horizonte y viene hacia ellos.
Muchos también se paralizan de terror.
Otros intentan escapar. Se atropellan en las escaleras.
El jet está a unos metros.
El impacto.
Explosión. Las llamas invaden todo.
Para unos, la muerte rápida. Para otros, una cruel agonía.
Otros gravemente heridos.
La locura invade a los sobrevivientes. La mayoría gravemente heridos, intentan aferrarse a la vida. En ese afán, los demás son un estorbo, o les piden ayuda desesperadamente.
Gritos de dolor, de locura y de muerte. Los más afortunados, pierden el conocimiento por el dolor.
Esto sí lo vimos:
Las orgullosas TT mortalmente heridas, se hacen añicos.
Se convierten en un enjambre de hierros retorcidos. Entre los que se encuentran cuerpos humanos o lo que queda de ellos.
Muchos mueren lentamente entre los escombros, no los pueden salvar. No pueden llegar a ellos.
La nube de humo y polvo tarda en disiparse.
La TV no puede transmitir el olor y el aire enrarecido.
Miles de muertos y de heridos.
El horror invade al mundo.
Algunos celebran el triunfo.
El orgullo del imperio americano ha sido burlado.
La astucia dio un mortal golpe a la fuerza de la tecnología.
¿Vietnam fue un antecedente?
¿O lo fue David y Goliat?
¿Es la desesperación del tercer mundo?
¿Es esto una ilustración de la lucha de clases?
¿Es una ilustración de la condición humana?
Todos los que intervinieron en esta catástrofe `cultural` son seres humanos.
No despreciemos este detalle.
Igual que los nazis, como los que liquidaron a los indios o los que esclavizaron al Africa negra.
Como los que declaman hermosos discursos de solidaridad y de justicia social mientras intentan someter a otros en una lucha por el poder, nunca suficiente.
¿Y en esta competencia narcisista de todos contra todos, no estamos TODOS metidos?
Preguntemos entonces ¿porqué?
Si la mayoría de la humanidad quiere la paz ¿porqué siempre hay alguna guerra?
II - Argumentos
Es difícil de entender a los que se ofrecen como voluntarios para inmolarse en nombre de un ideal nacional. Sean los kamikazes japoneses, o los terroristas árabes.
Es fácil de entender a los que ahora se ofrecen de voluntarios para una guerra que pueda vengar a los muertos de ayer.
¿?Muchos encuentran totalmente justificado el deseo de venganza de unos.
Y tildan de perversos, locos, criminales incitadores a los otros.
Ambos bandos se sienten víctimas ampliamente justificadas.
La inteligencia humana fabrica los argumentos adecuados.Entonces ¿ambos tienen razón?
Los espectadores (nosotros) nos inclinamos para uno u otro lado.
Ud ¿a quién apoya?
¿A Boca o a River?Son todos humanos. No hay marcianos.
Y siempre hubo y habrá guerras.
¿Porqué?
III - Del suicidio a la inmolación
1.- Narciso, Edipo, Hamlet, Ofelia, Layo, Yocasta y tantos otros, son productos fantásticos de una naturaleza humana que enfrenta un eterno conflicto heredado de la filogenia: el deseo de usar al otro, convertido en objeto significativo, cómo, cuándo y dónde se le antoja al sujeto; y la necesidad de convivir con él (que desea lo mismo). Como transacción dialéctica surgieron las normas culturales donde la prohibición del incesto y del homicidio pusieron las bases de una legislación que incluye en su motivación altos ideales utópicos de Libertad, Igualdad y Fraternidad. La historia de la humanidad obliga a pensar que estos ideales pretenden modificar una naturaleza que insiste en oponerse a que la utopía se concrete.
2.- Una criatura al nacer, pretende que el mundo esté a su disposición incondicionalmente. No tolera la frustración. Y en algunos momentos hay que darle el gusto para que tenga ganas de vivir. Hay que fortalecer su narcisismo prepotente. Luego habrá que socializar a un salvaje, educarlo para que pueda vivir en sociedad donde tendrá que conformarse con "portarse bien" para ser aceptado en los distintos grupos de pertenencia que la cultura de su entorno pone a su disposición. Para su salud mental deberá poder integrarse en algunos de ellos.
El primer grupo de pertenencia será la familia. Y los otros, de camaradas, nacionales, religiosos, deportivos, profesionales, etc, etc, son intentos fallidos de encontrar la `familia` ideal.
3.-Y un curioso mecanismo psicológico grupal pone un dramático acento en la convivencia social:
Debo reprimir mis caprichos dentro del grupo. Debo `portarme bien`. Para ser aceptado y para que el grupo pueda sobrevivir. Bien. Pero, como mal menor, vamos a recuperar el poder y los derechos para el grupo de pertenencia. Esa será la revancha. Y el beneficio secundario es el poder grupal que intimida mas que el sujeto aislado.
De este modo, el narcisismo individual queda disuelto en el grupo de pertenencia.
Entonces, habrá solidaridad entre nosotros (los Señores) y ellos, los otros, los desgraciados de turno serán los que no merecen la menor consideración. Ellos deberán estar a nuestra disposición incondicionalmente. Los argumentos que la inteligencia humana se enorgullece en producir, serán los justificativos para que la violencia descargada contra ellos sea absolutamente racional y, por lo tanto, justificada.
Este es el fenómeno social que Freud llamó "el narcisismo de las diferencias". La guerra, sucia o "limpia", los genocidios, el racismo, la xenofobia, la lucha de clases, son sus manifestaciones.
Los mismos argumentos (las diferencias) también justifican la importancia del otro. Uno se enamora de un otro diferente. Y lo admira (o envidia). Por lo que "el narcisismo de las diferencias" puede ser socialmente valorado (sublimado). La competencia no tiene que ser siempre destructiva. También puede ser productiva. La encontramos en el deporte, en la ciencia y en las artes, como en cualquier encuentro humano (a veces).
4.- Una criatura crece y buscará obtener todo el poder posible para someter a los demás a sus caprichos, invertir las reglas del juego a su favor, quizás como revancha por haber tenido que someterse al capricho de los adultos, por haber tenido que resignar su Deseo de imponerse al ambiente social. Con suficiente poder no es necesario "portarse bien" para ser aceptado. El poder impone el respeto, el miedo, a los sometidos.
Y todos compiten para obtener el poder (nunca suficiente).
Nos integramos en grupos de pertenencia. Competimos dentro del grupo y entre grupos por el poder. En la competencia se gana y se pierde.
Ganar es sinónimo de felicidad. Significa que la vida vale la pena.
Si lo temido sucede, se es marginado, despreciado por el grupo, se pierden las ganas de vivir.
La satisfacción acerca a la manía. Soy genial.
La frustración primero genera bronca (la paranoia), luego hunde a la víctima en el pozo melancólico.
La vida no vale la pena. Aparece la idea de terminar de sufrir. O sea, la vida social no es fácil para nadie. Las frustraciones son muchas e inevitables.
La competencia agota, cansa. Pero el dolor psíquico se tolera. La bronca se controla. Hasta cierto límite.
La idea del suicidio para terminar esta guerra inútil e interminable se presenta en instantes a cualquiera.
Algunos, concretan el hecho.
Si la vida se hace difícil de soportar, no es de extrañar que algunos decidan terminar con ella y piensan en el suicidio.
Y si a las dificultades de la vida se agrega la ilusión de una vida eterna en un paraíso, la fantasía de alcanzarlo justifica la elección. Aún sumamos el magnífico reconocimiento que reciben los que se inmolan por su grupo, lo que los futuros candidatos no dejan de admirar. Entonces la elección entre una vida difícil y la dicha eterna del otro lado, produce una encrucijada inquietante.