Crisis Mundial |
Organizar la pérdida del poder
Marie-Jean Sauret
Texto tomado de
http://www.elistas.net/lista/redeforos/archivo/indice/1/msg/10/
¿ Delante del espectáculo alucinante de este martes 11 de septiembre, en el momento de intentar escribir, me volvió de nuevo como un leit motiv estos propósitos sostenidos por varios contemporáneos del horror nazi «se puede aún escribir después de Auschwitz? Sí, ¿ aún puede uno expresarse después de lo de Nueva York?
La magnitud del crimen -- ¿pero se debe solamente a su magnitud? -- le confiere de entrada un carácter histórico indeleble. Por primera vez una agresión terrorista supera por su eficacia, su precisión y sus consecuencias fatales, políticas, económicas, eso que se había realizado como «lo mejor» en el ámbito de los ejércitos modernos más sofisticados (véase: Irak y Serbia).
El ataque duró algunos minutos; los medios de destrucción son aviones de transporte civil que pertenecen al país mira del atentado, el número de las muertes en los dos impactos principales «ridiculizan» a los autores de los recientes genocidios como en las guerras del Golfo, de Europa central y Chechenia.
Ciertamente, el rey del Shoa1 , si oso decirlo, de los infiernos de los horrores humanos. Pero este atentado ciego, no en cuanto a los objetivos estratégicos, sino en cuanto a las poblaciones afectadas, sugiere que el genocidio pudiera contemplar esta vez la especie humana ella misma: ¿Quién podría encontrar gracia junto al asesino decidido a apostar hasta su vida en este obra destructiva, es decir a hacer servir su propia muerte a su objetivo sanguinario?
Una cosa es pues segura: estas acciones son imposibles sin hombres y mujeres -- sujetos -- decididos a apostar lo que ellos tienen de más singular, es decir hasta su muerte, en esta matanza. ¿Qué puede ser tan fuerte para merecer tal sacrificio?
Revista de Prensa en France Culture esta mañana: un Diario libanés, después de haber condenado a los responsables de esta tragedia y haber señalado su solidaridad con las víctimas, lo menos que agregaba a ello era que el Oriente Próximo se replegaba esperando la respuesta. Y se interrogaba, lúcido: ¿por qué esta respuesta no consistiría en erradicar las injusticias en el Líbano (y a los alrededores) y no a añadir las consecuencias de una violencia aún mayor? Esta observación fue la que me permitió volverme a poner a escribir e intentar así, por modesto que sea; contribuir para que cualquier vínculo social no sea arrastrado por la tormenta .
El horror es directamente legible sobre una imagen planetaria sabiamente orquestada: el impacto de un avión seguido quince minutos después de un segundo, esta vez inevitablemente bajo la vista de las cámaras movilizadas por el primero. La rapidez de los medios de comunicación americanos cayeron en su propia trampa, aquella de la información al servicio de la mundialización. Los escenarios hollywoodianos de los filmes sobre «catástrofes» sobrepasaron todos los planes. El scoop se utiliza al servicio de la acción terrorista para desmultiplicar los efectos nocivos a través de un trauma psicológico, si se quiere sin precedentes sobre los telespectadores del mundo entero. ¡Incluso los pacientes hospitalizados en un centro psiquiátrico, juzgados (equivocadamente) habitualmente de indiferentes «del mundo entero» precisamente, hablan esta mañana, me confía una profesora!
Sin embargo, esta mediatización no tiene el mismo efecto en todas partes. Algunos medios de comunicación del cercano oriente sentían pena al encubrir su comprensión ante las reacciones de jubilo que emanaban de jóvenes palestinos en los campos meridionales del Líbano. Esto no es sino la imagen del horror que es mediatizada, y no el horror mismo (o entonces, es otro tipo de horror). El traumatismo psicológico está allí para que el espectador se identifique a la víctima olvidando la posible eventual distancia que allí los separa. ¿Pero el que sufre en otro lugar actualmente, el que conoció Shabra y Shatila, el que no encuentra alojamiento sobre la tierra palestina (sin hablar de otros innumerables tipos de sufrimientos)? Los sufrimientos no se suman el uno con el otro, ellos no se comparten, dígase lo que se diga. ¡Cada uno está solo, herido en su propia carne, a través de la de una persona cercana, de un amigo e incluso de un enemigo! O incluso con su traumatismo psicológico. El drama americano no borra el drama palestino... ni ningún de los que existen aquí y allá.
No desagrada con ello a la lógica de la venganza: la replica no repara nada, no borra nada, no disuade a nadie. Responde a nivel del colectivo, cuando es de la relación de cada uno al mundo de lo que se trata. Que sea del lado de la determinación del terrorista, del lado de la soledad del dolor, el acento esta dos veces puesto sobre la singularidad de los sujetos.
Uno se pregunta si esta catástrofe no es el retorno en lo real de los efectos de los cuales es capaz esta singularidad, retorno en lo real precisamente porque el capitalismo no quiere entender nada. No hablo solamente de la indiferencia de la política americana con el sufrimiento del pueblo de Cuba o de Irak, por ejemplo, sino de las características más generales del lazo social contemporáneo dominante: biologización, maquinización y comercialización de lo humano, mundialización y segregación, ellas son las señales patentes...
Ciertamente Attac2, Motivé-e-s 3, los antimundialistas, etc, son signos que la protesta del sujeto contra su disolución en la masa no es muerta ni vana. Pero la conferencia de Durban, para no tomar sino a ella, no ha sabido dar un signo fuerte a las víctimas del sistema, puesto que ella supeditó su reacción a lo que la política, la más fuerte, podía tolerar. No se trata de asimilar el sionismo al racismo, sino de denunciar eso que hay de racista en el tratamiento de los Palestinos por el Estado israelí: lo que por otra parte las manifestaciones de apoyo al Gobierno de Ariel Sharon (Shabra et Shatila...), también visibles a la televisión, no se privan de reivindicar a los gritos de «muerte a los árabes» y otros calificativos todavía más directamente racistas.
Al no denunciarlo, la Comunidad Europea ella misma se salvó de «algo», como se dice, o se privó, con otros, de toda legitimidad, de toda autoridad, para denunciar y combatir el racismo por todas partes donde él esta: eventualmente en los mismos palestinos y en los países así llamados árabes... ¡Y para eso, aún habría sido necesario tener el coraje de indicar más claramente el racismo en el mundo occidental!
El racismo no es sino la consecuencia lógica de ciertos aspectos de la democracia formal. Ella plantea la igualdad de los sujetos entre ellos y se sirve de esta igualdad para medirla al detalle. ¿Cómo hacer una comunidad con los «clones» jurídicos? Al hacer valer en lo real la diferencia que la democracia al servicio del liberalismo borra: El otro, extranjero, me devuelve el negativo de mi propia identidad; no sé quien soy a menos que no sea como él; primordialmente se propone como el responsable de todos mis males (lo que hace mi sufrimiento aquí se traduce seguramente por lo que hace su goce allá!).
Seguramente conviene afirmar fuerte la irreductibilidad de cada uno a cada uno (y a sí mismo...). ¿Cómo encontrará alojamiento mi propia alteridad que ignoro en un modo que no es incluso no capaz de darle un lugar allí donde ella se ve? ¡Batirse contra el racismo, es batirse por un mundo más viable no solamente para el Otro, sino para cada uno! Entre más uno persigue la singularidad (tolerancia cero!), más ella está desamparada y se ofrece a una violencia aún más terrible por parte de aquellos que tienen el poder: así se crean las condiciones de una violencia mas grande, aún en aquellos en los cuales se pretendía erradicarla por la fuerza. ¡ Su singularidad se moviliza por la violencia cuando ella podía serlo por la recreación del lazo social!
La ciencia denunció como ilusorio las racionalidades míticas, religiosas, o incluso (desgraciadamente) filosóficas. Las Luces prometían una mejora de la vida proporcional a la mayor racionalización del mundo. Este bonito proyecto parió el post modernismo por el hecho mismo de la evolución de la ciencia: no solamente porque su propia racionalidad se afecta hasta la incertidumbre, sino debido a sus pretendidos progresos técnicos -- de la bomba atómica a las armas que decuplican la potencia fatal hoy, del campo de concentración a los genocidios científicamente programados, de las epizootias de vacas locas a la sangre contaminada, de la puesta imprudente de las ONG en el mercado con las consecuencias de las invenciones aún por venir, etc.
Se deriva de ello para nuestro tiempo un desfallecimiento de toda figura de autoridad. El capitalismo creía haber tomado el relevo, en nombre de la única racionalidad supuesta sostenerse, la racionalidad económica. De golpe, poco importan que las gentes se plieguen o no a los dicktats del capitalismo, puesto que él tienen razón por definición, él sería la razón de las cosas. ¡ Es casi «gaguesco» ver a las autoridades danesas multiplicar los referéndums para la entrada del país en la zona Euro, a fin de obtener un resultado electoral positivo, del cual se sabe de antemano que la única cosa a lo que pondrá fin, es a la serie de los referéndums! ¡ Si la respuesta es «sí», no se volvera a votar más. «Se» tiene eso que él quiere!
¿ Si, decepcionados, el pueblo no admite la autoridad del discurso económico porque su racionalidad no da ningún lugar a la singularidad y se desinteresa del sentido del mundo (al contrario que para dejar creer a la mano divina detrás del equilibrio de los intercambios anunciado como futura tierra prometida o nueva versión de la gran noche)? Esta situación en adelante está prevista. Gene permitió ponerlo a prueba. El poder se substituye a la autoridad del discurso para imponer por la fuerza su solución. Es por lo que, ante el desfallecimiento de la autoridad, tanto los extremismos de derecha como los de izquierda, y también los liberales, colocan sus esperanzas en la restauración de un poder fuerte -- solo juez susceptible de imponer un «nuevo orden mundial».
¡ Ahora bien, es la mayor potencia del mundo que viene de ser afectada por medios irrisoriamente no militares a ella prestados! La debilidad de los Estados Unidos (como potencia militar, económica e ideológica, y no como pueblo), es de creerse invencible y tratar inhumanamente sus enemigos; es de sostener un orden nacional y mundial construido sobre la exclusión de lo singular, el rechazo de la autoridad del menor del discurso distinto del económico, es de volverse a poner con ello en la primacía del poder. Lo que habría podido hacer su fuerza habría sido de delatarse tal que en él mismo, de interpretar su posición real, antes de la demostración terrorista.
¡ El terrorismo es aquí destrucción de la humanidad porque el sujeto -- éste puede ser cualquiera y ningún estado --, no encuentra ningún lazo social, ningún discurso para acogerlo y que el no se imagina sino como una bomba viviente (reverso cruelmente irónico de la inútil pena de muerte) que no tiene por otra parte nada a reivindicar! ¡ Incluso el nazi podía demostrar su fidelidad a Hitler, del coraje para el combate, de la fe en ideales ciertamente cuestionables, una lógica en el genocidio inaudito, y de la dignidad ante su propia muerte! Y el kamikaze tenía un código de honor hasta no contemplar más que objetivos militares.
No, Nueva York, Washington, Pittsburg, no constituyen un nuevo Pearl Harbor. Con la exclusión, por la humanidad que tiene el poder, de lo que confiere a cada uno su valor inestimable, la humanidad se condena a muerte ella misma: se trata así con ello, con esta irrupción estragadora, nada menos que del final de la secuencia que completa la secuencia e interpreta el capitalismo, completado de su negativo terrorista, como un crimen de la humanidad contra la humanidad.
Puede la humanidad sacar las consecuencias: devolver a la singularidad su lugar y su responsabilidad a los sujetos; ofrecer dignas condiciones de vida a cada uno... y los medios de tener peso sobre la vida política. Sólo la restauración de la autoridad del discurso permitiría la reanudación del debate y podría conducir a un pacto ciudadano ampliado más allá de las fronteras nacionales. Es la única vía que permitiría organizar la pérdida del poder en favor de la autoridad del discurso, construido por el debate mismo -- única alternativa según mi punto de vista a la guerra que se anuncia.
Las condiciones del terrorismo se suprimirían así parcialmente, los sujetos en situación difícil tendrían oportunidad de ser desviados de la tentación terrorista y enganchados en la misma construcción de un mundo habitable, manejable, por ellos con otros. Y si a pesar de eso otros terroristas atacan, sabríamos qué mundo tenemos que defender porque seríamos realmente parte involucrada, estaríamos unidos en esta acción, porque ya éstariamos en el trabajo de encontrar la solución para hacer frente a la «bestia inmunda». Y para enfrentarle por otros medios que una guerra más terrible aún que la que queremos así evitar y que ella nos promete...
Toulouse el 12 de septiembre
¡ CAMBIAR EL MUNDO, AHORA!
Marie-Jean Sauret
Michel Serres compara la explosión con aquella de Hiroshima, para indicar que ella señala el principio de un nuevo período, como el uso de la bomba atómica cambió nuestra relación al mundo. Seguramente, pero hay más: estos atentados son la replica y no la repetición de Hiroshima. No la réplica sísmica, sino aquélla que vuelve de nuevo de la onda de choque en el humus humano, como diría Lacan. Como lo escribía anteriormente, este golpe es el complemento del crimen contra la humanidad cometido por la humanidad en el hecho mismo del discurso capitalista.
No, los americanos no pagan por sus crímenes. En primer lugar, porque no son los autores de la política americana ni sus agentes que pagan, sino «el pueblo». Es ciertamente permitido epilogar sobre el hecho de que son sin embargo los electores los responsables políticos. Lo que sugiere una observación: la debilidad de la participación de los americanos en las elecciones pesa fuertemente en la gestión de los asuntos mundo, abandonado a algunos, así como la ausencia de apoyo a las alternativas, al tradicional duo que juegan los Republicanos y los Demócratas. ¡ La indiferencia en materia política confina casi al crimen!
Los Estados Unidos pagan porque son el símbolo del capitalismo que triunfa, es decir, cínico, destructor, sin piedad, del cual ellos quieren ser a la vez la fuerza que golpea, el policía, el líder... Se presentan como el poder invencible y se designaron así como objetivo. Pero no son más que el pararrayos: es contra el discurso capitalista, que el golpe fue tirado, es contra el discurso del cual participan todos los países modernos. El golpe, lo repito, depende de la lógica del discurso capitalista.
¿ Las víctimas? Poco importan su religión, su edad, su sexo, que sean civiles o militares, que sean blancos o negros, que sean protestantes, católicas o musulmanes. ¡ No hay ahí víctimas inocentes por parte de aquel que identifica la humanidad al mal capitalista (del cual él ignora proceder) y que él se propone destruir destruyéndose con -- sin resto! Lógica usando de la humanidad como medio, como objeto cuando el discurso capitalista ha preparado el terreno degradando los sujetos a equivalentes de los objetos supuestos a completarlos: si un coche, un computador, colman una falta en casa, es que soy de la misma naturaleza que un objeto fabricado. De golpe, lo humano se asimila a los otros objetos -- realmente fabricados, o materias primas -- de los cuales se supone el capitalista goza. Si se utiliza a los pueblos del tercer mundo como carne de cañón aquí, como carne de paté allí, como vivero en un otro lugar, es decir como medio o recurso del capitalismo, este uso olvida que cualquier golpe llevado contra la humanidad de alguien -- a fortiori con la bendición o la complicidad de la primera potencia mundial -- es un golpe lanzado contra la humanidad entera.
La primera potencia mundial se desbarato por que ella pensaba que los medios desproporcionados del tecnociencia no dejarían pasar un ratón en las mallas de sus redes. ¿Quién no ha leído la carta robada de Edgar Allan Poë? Buscar en los lugares más complicados descuida lo que desordenadamente se coloca sobre la mesa, volteada. Pero el dueño del arma del crimen, de la marca que lo designa como asesino, es cambiado por esta posesión, el mismo transformado en objeto... portador de su mensaje de muerte hasta la muerte a fin que el llegue a su destinatario... «Una carta llega siempre a su destino» (sería necesario desarrollar este punto). Pero fue inscrita por el discurso capitalista, él mismo: ¡ y es allí donde él no quiere buscar el culpable!
¿ El drama tiene alguna oportunidad de esclarecer nuestros gobernantes sobre la lógica en la cual estamos, a la cual él obedece y que él revela a la vez? Podemos desearlo. Debemos sobre todo trabajar para que eso sea así. Ya que por el momento, las autoridades americanas se yerguen con el mismo discurso que aquel del anónimo agresor: «¡somos el bien, el adversario es el mal, es la guerra!» No, la lucha final del bien contra el mal, eso se llama el Apocalipsis: él llama en efecto a la destrucción de la humanidad. Es una lección de la que Freud discutía con Einstein la víspera de la segunda Guerra Mundial: los impulsos de destrucción no pueden erradicarse sin erradicar de golpe la propia civilización; ellos deben reclutarse al servicio de la construcción de la misma civilización.
Una respuesta violenta para erradicar la violencia no haría hoy más que proseguir con la violencia, una violencia aún mayor, desviada del servicio que ella podría prestar a la humanidad. ¡ Continuación del crimen de la humanidad contra ella misma, crimen que merece, sí, la tolerancia cero bajo todas sus formas! ¡Tolerancia cero al capitalismo!
¿ Entonces, qué respuesta? Ciertamente los autores que no estaban en los aviones deben ser castigados, e impedido el crimen, de donde él proceda. Pero la única respuesta sería la que extraería los sujetos de la cantidad de mercancías con las cuales el capitalismo prosigue el comercio, lo que devolvería a cada uno la responsabilidad de sus actos, aquella que le permitiría tener peso, por el debate, sobre la vida política pasadas las elecciones, la que movilizaría las capacidades de creación de cada uno (cuánto es necesario movilizar de violencia para hacer obra creadora!) para dar a cada uno una vida digna económicamente, culturalmente, políticamente... Pongamos todas nuestras energías en reducir el hambre, las injusticias, la pobreza, el racismo. ¿Es necesario evocar la suerte de los palestinos más que la de Chiapas y otros Chechenos?
Numerosos son aquellos que no esperaron la presente catástrofe para invitar el capitalismo a enmendarse él mismo, d_Attac a Motivé-e-s, pasando por los investigadores en guerra contra la biologización del humano, contra su exclusiva maquinización cognitiva... Es urgente y necesario hacer el inventario de sus posiciones. ¿Ganarón ellas en audiencia? Dan prueba en todo caso que no estamos sin posibilidad de acción. ¿ Estamos dispuestos a lanzarnos en una nueva era, experimentando las soluciones ya pensadas y discutidas aquí o allá? La decisión depende de cada uno, de este cada uno que el discurso capitalista paraliza con la sugestión del pensamiento único, con la afirmación según la cual sólo tendría la racionalidad económica, y que en cualquier caso el poder vela por nosotros... ¡ Sabemos hoy que habríamos hecho mejor de velar por él!
Resumidamente, no es una réplica, lo que volvería a los Estados Unidos y a nosotros mismos dignos de la humanidad de la que hemos heredado: ¡ cambiemos el mundo, ahora!
Toulouse, 13 de septiembre de 2001