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Asamblea Interhospitalaria de Concurrentes y Becarios Autoconvocados

Jornadas de Concurrentes 8 y 9 de noviembre de 2001

¿Quién piensa en la concurrencia?

La presentación de trabajos en el ámbito de unas jornadas supone siempre un desafío, no sólo para quienes exponen, sino también para aquellos que están dispuestos a escucharlo.

¿Por qué un desafío?

Porque la elaboración de un escrito implica de alguna manera la puesta en forma y la enunciación de aquello con lo cual nos encontramos día a día, esos obstáculos que funcionan como uno de los principales motores de nuestra práctica, que nos invitan a estar despiertos y no dormirnos en la comodidad de la inercia. Podría decirse que éste no es un trabajo estrictamente clínico ya que no se basará en la descripción de un caso particular ni en el desarrollo de conceptos específicos resultantes del funcionamiento del dispositivo analítico. Nuestro trabajo girará en torno a los obstáculos que tiene que enfrentar el concurrente en el desarrollo de su trabajo y que exceden, pero no excluyen, la relación paciente - analista.

Quizás la dificultad que representa poner de manifiesto estos obstáculos sea uno de los motivos por los cuales en los espacios donde nos reunimos concurrentes a pensar sobre nuestra práctica, no es frecuente el debate sobre éste tema.

Asimismo, creemos que no se puede desconocer la incidencia que la problemática social, política y económica tiene sobre la práctica, tanto para el concurrente como para los pacientes. El no reconocer un obstáculo en el desarrollo de un tratamiento tiene consecuencias cuya severidad variará de acuerdo a la gravedad del error y a las características del desconocimiento del mismo. Así como en el derecho existe la figura de la responsabilidad tanto por la ejecución de un acto como por la omisión del mismo, podríamos decir que en nuestro caso si omitiéramos hablar sobre aquello que dificulta nuestra labor, quedaríamos como cómplices mudos de la situación por la que atravesamos.

Creemos entonces que es nuestra responsabilidad tomar conciencia de la necesidad de aprovechar estos espacios donde nos reunimos profesionales concurrentes de diversos hospitales, para conmover de alguna manera la indiferencia que nos rodea.

Por este motivo, el eje central de nuestro trabajo es la siguiente pregunta ¿Quién piensa en la concurrencia?

Sostenemos que el lugar de la concurrencia está atravesado por diferentes discursos que le dan sentido y determinan su praxis. Sin embargo, ésta determinación no es sólo externa sino que se encarna en la posición de quien la actúa. Desconocer la eficacia de estos discursos convertiría a la práctica del concurrente en una práctica ciega.

 

 

El Estado establece uno de los discursos que sostiene el sistema de concurrencias. En las consideraciones previas a la Resolución N° 45/986 dice "…la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires sostiene distintos planes de capacitación profesional, uno de cuyos pilares es el Sistema de Residencias del Equipo de Salud; (…) considera a la formación de profesionales concurrentes como una variante dentro de los programas de capacitación profesional". En el artículo N° 2 se establece que "… las concurrencias del Equipo de Salud constituyen un sistema honorario de capacitación profesional de postgrado a tiempo parcial desarrolladas bajo condiciones de programación y supervisión y con el objetivo de formar en el ámbito intra y extrahospitalario profesionales capacitados en beneficio de la comunidad." En la Ordenanza N° 40.997, artículo N°2 dice "Las Residencias del Equipo de Salud constituyen un sistema remunerado de capacitación de postgrado a tiempo completo, con actividad asistencial programada y supervisada…".

Al comparar ambas definiciones, surge una diferencia que deseamos destacar. La actividad asistencial si bien no se excluye explícitamente, se omite en la definición del sistema de concurrencias.

Por otra parte, la ley N° 23277 que regula el Ejercicio Profesional de la Psicología, establece que somos profesionales matriculados habilitados para la asistencia, diagnóstico, pronóstico y tratamiento de la personalidad y la recuperación, conservación y prevención de la salud mental de las personas.

Consideramos que establecer la Concurrencia únicamente como un dispositivo de formación, omitiendo mencionar la actividad asistencial excluye la idea de trabajo. Hacernos cargo de conducir los tratamientos de las personas que demandan asistencia en un establecimiento de Salud Pública, poniendo el cuerpo, cumpliendo horarios, escribiendo historias clínicas, recepcionando una demanda: ¿no es acaso trabajar?.

Creemos que no existe en este caso una antinomia entre formación y trabajo. Se trata de una relación dialéctica entre ambos términos. La idea de excluir uno de ellos es la forma que encuentra el Estado de velar la ausencia de voluntad política para poner a disposición los recursos económicos necesarios a fin de pagar a todos los profesionales que trabajan en las instituciones públicas. El hecho de que el Estado intente hacer pagar a los profesionales ad honorem el seguro de mala praxis revela la falacia con que se funda el sistema de las concurrencias. Este seguro, según nuestro criterio se puede leer como síntoma, retoño de aquello que intentó ser reprimido. El seguro de mala praxis muestra el conflicto entre la definición estatal de la concurrencia y la práctica real que ella implica.

Es el estatuto de la concurrencia lo que aquí está en juego: ¿trabajamos y damos asistencia o sólo nos formamos? Porque si la lógica es que sólo nos formamos en un postgrado ¿desde qué lugar pagar un seguro? Ahora, si trabajamos y damos asistencia ¿por qué entonces no es una práctica remunerada? Parece que a la hora de los derechos estamos en formación, "somos quienes tenemos que aprender", pero a la hora de los deberes somos profesionales que, aún trabajando ad honorem, tenemos que pagar un seguro. Queda a la vista el fracaso del Estado en su intento de negar el trabajo del concurrente.

Esta lectura no implica que nosotros desconozcamos que la intención de implementar un seguro de mala praxis como obligatorio responda, además, a otros intereses. Hasta aquí, el discurso del Estado y sus contradicciones. Ahora bien, los Concurrentes podemos reproducir este modelo o introducir una diferencia.

Muchos de nosotros hemos asumido sin cuestionamiento los preceptos y los nombres, asumiendo una práctica institucional bajo el nombre de capacitación.

El hacer inerte, el hacer pasivo, reproduce la lógica de los modelos y definiciones actuales, sosteniendo las coordenadas preestablecidas sin cuestionarlas, asumiendo un pasar sin permanencia, pasar sin arraigo, un pasar sin lugar.

Pensamos que es posible una práctica donde la potencia del hacer no se subsuma a los discursos previos y su intención. Podemos transitar la concurrencia desde el sesgo del Estado o habitar ese lugar. Habitar el lugar de la concurrencia comporta una subjetivación. Habitar implica hacer de lo que estaba anticipado en la representación un puro estorbo a quebrar para captar lo posible del espacio. La subjetividad instituída sólo permite estar. Es en M. Heidegger donde encontramos esta dimensión del pensamiento. En su texto ¨ Construir, habitar, pensar ¨ se pregunta ¨¿estar es en sí garantía de que acontezca un habitar? (...) el habitar no es experienciado como el ser del hombre, el habitar no se piensa nunca plenamente como el rasgo fundamental del ser del hombre (...) habitar es propiamente construir. No habitamos porque hemos construído sino que construímos y hemos construído en la medida que habitamos (...) ¿qué significa entonces construir? Construir es erigir, generar espacio, hacer sitio a (...) construir es producir. Pro-ducir es dejar que algo aparezca en el presente. Es dejar aparecer.¨

En relación a la concurrencia, al lugar del concurrente, creemos que no se trata de ocupar un lugar dado, propuesto, delimitado. Tampoco se trata de hacer propio, apropiarse de ese destino prefigurado. Habitar es fundar un lugar. Es alterar y alterarse en la dialéctica del acto.

Heidegger dice ¨ se habrá ganado bastante si habitar y construir entraran en lo que es digno de ser preguntado y de este modo quedara como algo que es digno de ser pensado. El pensar mismo, en el mismo sentido que el construir, pero de otra manera, pertenece al habitar. Construir y pensar son siempre, cada uno a su manera, ineludibles para el habitar.¨

Vemos así cómo, siguiendo a este autor, habitar es una operación producida por el pensamiento. La apuesta es, entonces, explorar la dimensión de la pregunta ¿quién piensa en la concurrencia? Y no silenciar su riqueza.

En este sentido, creemos que la creación de la Comisión Interhospitalaria es una experiencia inédita que da prueba de que es posible generar espacios de intercambio y discusión que produzcan acciones para resolver cuestiones inherentes al lugar del concurrente. Su continuidad y los efectos de la misma dependen del sentido que le otorguemos a su funcionamiento. Esto implica la posibilidad de ubicarse en una posición diferente, para pensar acerca de lo posible, más allá de lo signado por lo instituido. Se tratará entonces de una posición que nos permita, por ejemplo, pensar en la calidad de la formación de todos los concurrentes, y en buscar dispositivos institucionales que nos permitan garantizar la existencia de la misma.

Si apostamos a la conservación y optimización del hospital público y al trabajo y desarrollo profesional de graduados de distintas carreras dentro de este ámbito, se vuelve imprescindible generar y sostener espacios representativos y operativos que podrán llevarnos a producciones tal vez nunca imaginadas por nosotros.

No es casual el sentido que circula de la concurrencia a causa de las particulares características que presenta el espacio ofertado, como ya lo hemos señalado. El sentido se coagula del lado de una mera circulación, de un ir y venir y el escaso arraigo que, en la mayoría de las instituciones se produce, hace que el grado de deserción de concurrentes sea verdaderamente alto, reforzando ese sentido. Contrariamente a esto, concurrir no significa ir y venir, tan solo circular, sino que su significado, es el de juntarse en un mismo tiempo o lugar, coincidir diferentes cualidades o circunstancias, contribuir para determinado fin, convenir con otro en el parecer. Sostenemos que ya es hora de hacer que la concurrencia sea ese lugar de encuentro, de discusión y producción. Ya es hora de que la habitemos.

 

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