Asamblea
Interhospitalaria de Concurrentes y Becarios Autoconvocados
Posición del Concurrente en las Instituciones Públicas de Salud
Por Rosemary
Calvagna, Marcela Corsaro, Josefina Dariguelongue,
Carolina Duvobis, Silvina Dal Maso, Marina Simone
(Psicólogas Concurrentes de CSMNº3 Dr.
Ameghino.)
¿Qué discursos dan sentido a la Concurrencia?
¿Qué tipo de práctica determinan?
¿Cuál es su valor?
¿Quiénes la sostienen y para qué?
Delimitado dentro del campo de la Salud, el concepto de Concurrencia, su posición y función en el marco del Hospital Público, está atravesado por diferentes discursos. Nos encontramos por un lado con una asignación ofertada por el Estado a partir de la cual la Concurrencia es definida como una formación de Postgrado, una práctica ad-honorem (anotar la definición textual de la resolución para la Concurrencia). Otra posición es la que se genera a partir del dispositivo particular de cada Institución Pública, su perfil y el lugar que se le asigna a la Concurrencia.
Nos preguntamos: ¿Cómo conciliar el determinismo y aquello preestablecido que se le asigna a la Concurrencia con la realidad de nuestra práctica y el estatuto que nosotros le damos le conferimos a la misma? ¿En qué consiste lo preestablecido?
Tomemos por un momento el nombre con el que nos acredita el Estado y su definición:
CONCURRENCIA: Ayuda, asistencia, influjo. Reunión de varias personas en un lugar.
CONCURRIR: Contribuir con cierta cantidad para un fin determinado.
Vemos desde la significación imaginaria a la Concurrencia como la acción de circular por algún lugar, de ir y venir, posición de transitoriedad. Significación que resulta como producto de la lógica del Estado por un lado, y del hecho de que nosotros en tanto concurrentes somos capturados y sostenemos esa significación. La palabra concurrencia se nos precipita como un "pasaje sin pena ni gloria", un pasar, un lugar sin posición, donde contribuimos, cooperamos, convenimos. Un lugar sin posición, sentenciado en el nombre de la "contribución". ¿Cómo apropiarse de un lugar preestablecido?
Según M. Heidegger, permanecer en un lugar no es habitarlo. El habitar un lugar se construye, una dialéctica que transforma y nos transforma. Habitar no es usar el espacio que ya estaba dado, sino reconstruirlo, crearlo, generarlo. Habitar una posición se enlaza con habilitarse en una posición, más allá de la autorización de los otros. Ello forma parte de manera indisociable de la gran responsabilidad que le toca a quien decide asumir el papel de psicoanalista, por ejemplo. El habitar o su contrario, usar un espacio, no es sin consecuencias. El hacer inerte, el hacer estático, por acto u omisión, reproduce la lógica de los modelos y definiciones actuales, sosteniendo las coordenadas establecidas sin cuestionarlas, asumiendo este "pasar sin permanencia, pasar sin residencia, sin residir, un pasar sin lugar". Muchos de nosotros como concurrentes no nos apropiamos de este espacio en el sentido Haideggeriano, hemos asumido sin cuestionamiento los preceptos y los nombres, asumiendo una práctica sin contratación, sin remuneración, bajo el nombre de capacitación "trabajosa".
Nos consideramos profesionales graduados habilitados para la asistencia. Es relevante replantear si la Concurrencia es un dispositivo de formación que excluye la idea de trabajo. No consideramos la existencia de una antinomia lógica entre formación y trabajo, más bien establecen una relación dialéctica entre ambos conceptos. La idea de separar estos dos términos es la forma de velar que mantiene el Estado la ausencia de voluntad política de poner a disposición los recursos económicos necesarios para garantizar el sistema de Salud y pagarle a los profesionales que trabajan en las Instituciones Públicas.
Las lógicas que actualmente plantea el Estado, sostienen respecto a la posición del Concurrente, una notable contradicción. Un ejemplo de ello es el Seguro de Mala Praxis que, se deja ver como síntoma actual del conflicto acerca del estatuto de la concurrencia: trabajamos y damos asistencia o nos formamos? Porque si la lógica es que nos formamos en un "postgrado llamado
Concurrencia" y se nos habilita para pensarnos como trabajadores, desde qué lugar pagar un seguro? Ahora, si trabajamos y damos asistencia: ¿Por qué entonces no se nos paga?. Parece que a la hora de los derechos estamos en formación, "somos quienes tenemos que aprender", a la hora de los deberes, somos profesionales que tenemos que aún trabajando ad-honorem encima tenemos que pagar un seguro.
Ésta indeterminación en la posición que mantiene el Estado, se ha internalizado y cristalizado tanto, que durante éstos últimos años ha consistido a la posición del concurrente como un ser en la "indeterminación". Indeterminación dada por la tensión entre "formación y trabajo", entre "concurrir y residir, estar, forma parte".
Es justamente en nuestro recorrido que descubrimos lo real de otro lugar posible, descubrimos un lugar de trabajo. ¿Por qué un lugar de trabajo? Una práctica con responsabilidades, horarios, firmas, asistencias, actos, escritos, un lugar dónde dar cuenta de nuestro que hacer en no cualquier lugar. Es en el marco del Hospital Público donde creemos se sostiene en gran medida un "saber hacer" de nuestra práctica. Un espacio para enriquecernos con experiencias propias y ajenas, un espacio de intercambio profesional, donde absorbemos ideas trabajados y traemos aires renovadores, para seguirlas pensando. Un lugar privilegiado que queremos sostener y reivindicar, recreándolo, proponiendo dispositivos más justos, más equitativos.