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Número 7 - Abril 2001

Envejecimiento

José Cukier
cukier@arnet.com.ar

Introducción:

El envejecimiento es un proceso dinámico que concierne al individuo en todas las etapas de la vida.

No tiene necesariamente relación con el concepto de trastorno o de enfermedad. Asocia una multiplicidad de planos teóricos y de experiencias que en psicoanálisis se relacionan de manera diferente, cambiante, y a veces contradictoria. Envejecer puede ligarse al tiempo y a una velocidad integrados de manera inestable que son vividos de forma diferente según cada quién. -Freud, (1905a), postulaba que las personas que se acercan a la cincuentena, o la sobrepasan suelen carecer de la plasticidad de los procesos anímicos, y por otra parte también, porque el material que debería reelaborarse, prolongaría indefinidamente el tratamiento. Este concepto que podríamos llamar de acumulación de material que confiere poca plasticidad, como si se esclerosara, o de viscosidad libidinal, permite una de las tantas lecturas acerca del envejecer.

-Envejecer es una viscisitud libidinal en cuanto a su producción, aumento y disminución, distribución y desplazamiento, Freud, (1895b, 1905d, 1921c). Con la edad la libido no dismi-nuye sino, al contrario aumenta, (1895b), p. 102. En éste artículo, Freud lo afirma al decir que en el varón "[...] en la época de su potencia declinante y su libido creciente [...]"; y tambien en "Leonardo..." afirma que "[...] despues de cumplidos los cincuenta [...] no es raro que en el hombre la libido aventure todavía un enérgico empuje [...]", Freud, (1910)p.124. -Es una fatalidad del desarrollo temporal, Freud, (1905d).

-Se vincula con el progresivo retiro de la libido de los objetos de amor, Freud, (1914c).

-En las "Conferencias...(1916-17), dice que con el correr de los años -"influencia crónica"-, se intensifica una falencia de lo que actualmente llamamos sistema inmunitario. Defectos en éste para destruir fragmentos tóxicos generados por el propio organismo.

-Es la adherencia libidinal a objetos perdidos, inferencia lí-cita a partir de lo dicho en "La transitoriedad", (1916a), p. 311; "[...] todavía somos jóvenes y capaces de vida cuando se sustituyen los objetos perdidos por otros nuevos, [...]."

-Es un agotamiento de la fuente pulsional. Freud, (1923b), compara al Yo en su relación con el Ello como al jinete que rije y refrena la fuerza de su cabalgadura superior a la suya, y que, al igual que el jinete, se ve obligado alguna vez a de-jarse conducir a donde su cabalgadura quiere.

-Max Schur, (1972) p. 568, cuenta la carta que Freud le envió a Lou Andreas Salomé en Mayo de 1925, refiriéndose a las sensa-ciones que aquel registraba en su ancianidad. Le escribe a su amiga "[...] A mi alrededor se va formando lentamente una costra de indiferencia [...] Constituye un desarrollo natural, una forma de comenzar a ser inorgánico. Creo que le llaman "indiferencia de la ancianidad" [...] falta una especie de resonancia [...]".

-Es la sustitución de la represión de las representaciones por un juicio, Freud, (1925h).

-Es la liberación y transporte del pasado a un presente esperando el porvenir, Freud, (1937c).

-Una acumulación de pérdidas con la edad y al "[...] agota-miento de la capacidad receptiva -una suerte de entropía psíquica-[...]", Freud,(1937c), p.244.

-Es un destino del apego, Bowlby, J. (1969).

-Una etapa del desarrollo (¿post-genital?), Gagey, J. (1992).

-Un enriquecimiento de la personalidad con la maduración, (como los quesos y los vinos), H. Péquignot, (1981).

-Es no disponer de viejos ante sí, solo de su memoria; tener jóvenes que tienen proyectos de los cuales no disponemos y cuya realización será una incógnita para nosotros.

El concepto, como un pájaro, revolotea por la fronda del psico-análisis de una figura a otra. Recala en todas las problemáticas, su materia se dispersa y se va transformando, sostenido por la idea del tiempo.

*El envejecimiento desde la perspectiva temporal.

Consideraciones previas acerca del tiempo desde la perspectiva psicoanalítica.

Algunas citas Freudianas. El tema de la temporalidad tuvo múltiples alusiones en Freud.La relación entre filo y ontoge-nia, la teoría de la fijación pulsional,la regresión pulsional y del yo,la vinculación entre repetición y recuerdo,la tempora-lidad inferida en la construcción,las fases de la evolución libidinal,la estratificación sucesiva de las huellas mnémicas, (Carta del 6 de Diciembre de 1896 a Fliess; donde le habla de la estratificación de los rastros mnémicos, que experimentan un reordenamiento como una forma de transcripción),la articulación en la fantasía entre pasado, presente y futuro, "[...] el [...] carácter temporal es sin duda escencial para el distingo entre la actividad en lo preconciente y en lo inconciente (1895c, 1897, manuscrito M).La articulación de las huellas mnémicas por simultaneidad (pasividad y actividad), analogía y causalidad, (1900a). El criterio de simultaneidad implica, no solo un enlace de huellas mnémicas, sino una forma de tramitar la necesidad urgente de descarga pulsional, (1901b);(1914c).La cualidad de lo transitorio, que tiene su valor en el agota-miento para siempre de la belleza del humano rostro en el tiempo,(1916a).En "El Yo y el ello", (1923b), asumía que Eros, por oposición a la pulsión de muerte tiene por fin complicar la vida.En "Nota sobre la pizarra mágica", (1925a), supone que el funcionamiento discontinuo de la percepción constituye la base de la idea del tiempo, (1933a, conf. 31). La discontinuidad es fundamental en la producción anímica del tiempo, y deviene del movimiento pulsional de investidura periódica y la desinvesti-dura posterior. Con la investidura surge la conciencia, Freud, (1895) y la conciencia desaparece cuando la investidura se interrumpe. Dinámicamente, entonces, el flujo, y reflujo libi-dinal, que genera la discontinuidad, necesita de dos lugares diferentes como requisito. A su vez este movimiento, es resul-tado de la tensión devenida de la relaciones intercelulares. En fin que la complejización estructural preserva a la célula de la muerte tóxica en sus propias deyecciones, (1920g) y conlleva la complejidad, que deriva en tensión, que deriva en flujo, que deriva en ciclo, que marca el tiempo. Es comandado por Eros en oposición a la monotonía que manda Thanatos.

Podemos decir que el tiempo es el sendero del antes y el des-pués; la actualidad y el recuerdo; el recuerdo y el olvido; los espacios dentro-fuera; la certeza y la duda.

Desde la perspectiva temporal, el envejecimiento puede ser en-tendido como la progresiva instauración del borramiento entre un sistema de representaciones y otro sistema por venir. El lugar de integración del saber y la constitución de la histo-ria; el instante de síntesis del pasado con un proyecto que va dejando de ser tal, por obra de un pensamiento fundado en la historia. El yo que envejece registra e intenta armonizar la idea de lo probable con el sentimiento de posibilidad, lo fortuito que genera sorpresa con el acontecimiento pasado. A cada instante éste pasado sufre reorganizaciones que dan por terminadas las ideas de verdad. La reorganización consiguiente se manifiesta como una revelación, un dato nuevo que asegura, o no, una más acabada significación. La toma de conciencia posterior exige una reelaboración que conduce a una puesta al día. Así visto, el envejecimiento es, paradojalmente una actualización progresiva e incierta.

Mitos,religiones, escrituras, huellas infantiles, suelen cobrar actualidad con el envejecer y dirigen la relación del yo con sus ascendientes y descendientes.

Los vínculos con el mundo se van procesando según el senti-miento oceánico, Freud, (1930a). Con una sensación de "ser-uno-con-el-todo", semejante a una fase temprana del sentimiento yoico,del restablecimiento del narcisismo ilimitado. El aparato mental dispone de experiencias potenciales, Breuer y Freud, (1895), que el envejecimiento, creatividad y modulación de las cargas mediante, (1933a, conf.31) está en condiciones de revelar. La representación coexiste con un fin, y entraña la necesidad de conjugar incertidumbres; éstas son las responsables de la capacidad potencial. Representación, anticipación y juicio equivalen a la represión de las representaciones, (1925h). El índice de realidad que distingue percepción de representación, se conquista con la maduración del aparato. La vigencia del envejecimiento garantiza la atención y el poder de anticipación. Ambos a su vez mantienen la continuidad del envejecimiento que, a la vez de conformar la categoría actua-lidad/ recuerdo, va constituyendo la diferenciación espacial afuera/adentro, referencia sustancial de la vida psíquica. El aparato psíquico se despliega y vive en el espacio a través del ritmo temporal generado por los encuentros. El paso del tiempo es marcado por las pequeñas ausencias, separaciones, pérdidas y duelos que dan vida a la interioridad. Este es un concepto estructural y dinámico, en el cual el tiempo vivido, sentido, da realidad al sentir. El errar aprendiendo y aceptando el paso del tiempo; ligando y vertebrando transitar y ausencia, forma parte de la aventura del envejecimiento. La mudanza de la incertidumbre a la verdad y su inversa, se constituyen sobre los ejes de la relación placer/displacer, incertidumbre/verdad, apoyados en el tiempo que les va dando materialización. Recordemos la "Carta a Romain Rolland... Freud, (1936a); "[...] Una se comportó como si [...] se viera obligada a creer en algo cuya realidad le parecía incierta [...] y ahora ya no le asombrará a usted que le recuerdo de la vivencia en la Acrópolis me frecuentara desde que anciano yo mismo [...]", p. 214, 221, (my italics). Por la vía del recuerdo, el texto habla de la relación de Freud con la duda. Esta se debe a la incertidumbre que su realidad cultural le posibilitaba. Luego, cuando viaja a Grecia, la experiencia le permite verificar aquello que la cultura enseña y asi reducir la eventualidad. Lo que antes era proyecto, pensamiento, es legalizado por el envejecimiento que le permite la verificación a través de la experiencia. Luego, viejo, ya no puede viajar y certificar lo que la cultura enseña. En "Nota sobre la 'pizarra mágica'", (1925a), Freud genera la impresión de un correlato muy preciso de la imagen con su objeto aunque aclara que "[...] la pizarra mágica no puede "reproducir" desde adentro lo escrito [...]", p.246. Según este modelo las dificultades de la memoria serían la consecuencia de una falla material (que puede serla). Pero no contempla los trastornos mnémicos frecuentes en el enveje-cimiento, producto de la distribución selectiva, voluntaria o no, de la atención.

*El envejecimieno desde la perspectiva de su vinculación con las fuentes pulsionales.

Otro de los caminos a trabajar en la metapsicología del envejecimiento, se relaciona con las transformaciones en el ello, que es el sustrato mismo de lo que sucede en el psiquis-mo. El sujeto es regido por el destino de su libido, y el enve-jecer afecta la aptitud para usufructuar su traducción psíquica. La modificación pulsional está ligada a cambios en las fuentes, Freud, (1915c), unida a cambios químicos, que junto con las tramitaciones orgánicas y de vínculo con el medio, van dejando marca. Heinz Kohut, (1969, T. XXVl,N 2, p.398.), nos dice que; "[...] el control final del jinete sobre su montura, quizás haya contado con la ayuda decisiva de que también el caballo ha envejecido [...], en lo relativo a los poderes supremos de la naturaleza, todos somos 'jinetes domingueros',[...]". Se refiere a lo dicho por Freud, (1923b), donde el compara al Yo en su relación con el Ello como al jinete que rije y refrena la fuerza de su cabalgadura superior a la suya, y que, al igual que el jinete, se ve obligado algu-na vez a dejarse conducir a donde su cabalgadura quiere.

Hay dos tipos de cambio en las fuentes pulsionales:

I. Causas preparadas filogenéticamente.

I.a. Causas de la especie. Freud, (1905d) sostiene (refiriéndose a los factores temporales) que "[...] la génesis de ésta propiedad humana habría que buscarla en la historia primordial de la especie [...]", y agrega que "[...] La secuencia en que son activadas las diversas mociones pulsionales [...] parece filogenéticamente establecidas [...]Ni siquiera podemos indicar la procedencia de esas complicaciones temporales de los procesos de desarrollo [...]", p. 241. La pulsión genital deja de tener hegemonía. Suele sufrir una caída que, en el caso del varón, no afecta la posibilidad de crear. Esta puede mantenerse incluso hasta después de la octava década de la vida.

I.b. Factores hereditarios. En estos factores tiene influencia la herencia familiar (no de la especie). En cuanto a la herencia cultural, o "razón de la humanidad", Freud, (1918b), queda el interrogante si en ésta no participa la eficacia del instinto, es decir de una predeterminación congénita.

II. Causas vinculadas con el contexto.

II.a. Aspectos generales. Para éstas causas voy a citar una defensa escasamente desarrollada por Freud. Me refiero a la defensa inmunitaria. Alude a la misma en las "Conferencias.... (1916-17, conf.24), y dice que "[...] por su propiedad de influir sobre todos los sistemas de órgano y todas las funcio-nes, las neurosis actuales testimonian una inequívoca semejanza con los estados patógenos generados por la influencia crónica de materias tóxicas extrañas y por el brusco retiro de ellas [...]", p. 353, (my italics). Con el correr de los años ("influencia y brusco retiro"), se intensifica una falencia de lo que actualmente llamamos sistema inmunitario. Defectos en éste para destruir fragmentos tóxicos generados por el propio organismo. Refiriéndose a la enfermedad de Basedow Freud señala que en ésta, la acción es debida a materias tóxicas, pero no a unas toxinas que se introducirían en el cuerpo como agentes extraños, sino que son engendrados por su propio metabolismo. Freud sostiene que en la enfermedad de Basedow, a diferencia de las neurosis actuales, hay exceso de toxinas químicas no sexuales. Posiblemente éstas, estarían ligadas a los trastornos inmunitarios y de autoconservación. En "Más allá del principio del placer", (1920g), sostiene que tenemos que aceptar que todo lo viviente,muere por fundamentos internos. Los productos del propio metabolismo poseen éste efecto conducente a la muerte y el organismo sucumbe por muerte natural. Esta es producida por insuficiente alejamiento de los productos de su propio metabo-lismo. En el artículo "Sobre psicoterapia", (1905a [1904]), dice que las personas que se acercan a la cincuentena, o la sobrepasan suelen carecer de la plasticidad de los procesos anímicos. No están en condiciones de "ser educados" y por otra parte también, porque el material que debería reelaborarse, prolongaría indefinidamente el tratamiento. Este concepto es el que se conoce como perelaboración, que implica un cambio de significación, y no sólo movilización de cargas. Pero éste concepto que podríamos llamar de acumulación de material que confiere poca plasticidad, como si se esclerosara, o de viscosidad libidinal, permite entender, desde este punto de vista, que es envejecer. Envejecer se vincula con la acumula-ción de material en la línea de marcas erógenas dificiles de procesar, particulramnete de cicatrices originadas en heridas narcisistas. La viscosidad de la libido (1905d, p.221-2; 1915f, p.259; 1916-17, p.310; 1918b, p.105;; 1937c, p.243; 1926d. p.149-50; 1930a, p.105.; 1940a, p.182;) designa un carácter pegajoso, pastoso, adhesivo (Haftbarkeit), con capacidad de fijación (Fahhigkeit zu fixierung), inerte (Tragkeit). Freud, (1920g), sostiene que la pérdida del amor y el fracaso dejan como secuela una cicatriz narcisista, que es el más poderoso aporte al frecuentemente "sentimiento de inferioridad". Las pulsiones de autoconservación, imponen el camino de ir obede-ciendo de una manera particular, a la tendencia al retorno a lo inorgánico. El camino de este retorno, es el camino de lo tóxi-co, por la imperfecta eliminación de las sustancias nocivas que se acentúa con el tiempo. De todas maneras, éstas discusiones sobre los mecanismos de envejecimiento, son los conceptos ac-tualmente disponibles pero no darían aún "explicación" cierta sobre el envejecimiento.

II.b. El problema de la éstasis de autoconservación.

La éstasis de la pulsión de autoconservación es resultado de la falta de procesamiento motriz y psíquico de la misma. El procesamiento motriz tiene lugar con la acción específica, y el procesamiento psíquico con el juicio de atribución, el de existencia o el juicio que diferencia interno de externo. Freud, (1926d), establece una relación entre el dolor orgánico y la éstasis. A raíz del dolor corporal se genera una investi-dura narcisista elevada del lugar doliente del cuerpo. Esa investidura aumenta cada vez más y ejerce sobre el yo un efecto de vaciamiento. El paso siguiente y extremo, sería la inversión de la autoconservación. Freud, (1940a), sostiene que hay perso-nas en quienes la pulsión de autoconservación ha experimentado un trastorno (la traducción más acertada podría ser inversión), y parecen no perseguir otra cosa que dañarse y destruirse a sí mismos. El dolor, es entendido por Freud en términos cuantita-tivos; grandes magnitudes de exitación irrumpen en el aparato psíquico. Cuando la cantidad, supera la posibilidad de ligadu-ra, queda abolida la conciencia. Para que surja vivencia de dolor, la tensión irrumpiente debe ser soportable. Ciertamente que gritar, implica una tendencia expulsiva, pero el dolor es anterior, y la libido narcisista se desprende en un esfuerzo por realizar una contrainvestidura, que se da automáticamente y conduce a un empobrecimiento pulsional global. Freud sustituye el concepto de "descarga interna" por el de "hemorragia inter-na" que alude a un estado de pasividad, y de inermidad del yo real primitivo. La energía de reserva que se pierde, es energía del yo destinada a la realización de acciones específicas. Las perturbaciones en las pulsiones de autoconservación derivan de una tentativa de defensa ante una herida narcisista.

Merced a la hemorragia de autoconservación, la capacidad desintoxicante y trófica va siendo desgastada por el dolor. Freud, (1926d), dice que en la infancia son característicos el desva-limiento motor y psíquico.Ante la situación traumática, frente a la cual uno está desvalido, conciden el peligro externo y el interno. Acá se liga desvalimiento con situación traumática, sea que el yo vivencie en un caso un dolor que no cesa, o en otro una éstasis de necesidad que no puede hallar satisfacción. La situación económica es, en ambos, la misma. El desvalimiento motor encuentra su expresión en el desvalimiento psíquico.

Resumiendo: la vida provee situaciones traumáticas que produ-cen dolor, que llevan a la éstasis de autoconservación. Con ello, y al mermar la posibilidad desintoxicante, se constituye en otro factor más de envejecimiento.

Envejecimiento entendido como la crescencia de residuos cada vez más dificiles deprocesar,que alteran la ecología intracorporal. Secundariamente la libido sufre alteración en su tramitación y surge el desvalimiento psíquico. No hay investimiento de nuevos proyectos, alternativas para la identificación, el goce en el amor y en el trabajo. Algunas pocas palabras acerca del dolor psíquico, que en éste período tiene una peculiaridad. Se expresa como la disminución del sentimiento de sí. El dolor psíquico requiere previamente una investidura de nostalgia de un objeto que no coincide con el registro perceptual. Esta ausencia, se constituye como una herida para la libido narcisista. Hay un aumento de tensión libidinal, que inviste el lugar del registro de la ausencia, y por cuya herida se pierde tensión. Se genera una especie de recogimiento, Freud, (1887, Manuscrito G), debido a una hemorragia interna. Esta pérdida puede predisponer a la enfermedad psicosomática, tan comunes en el envejecimiento. Por la pérdida de autoconservación se da eln vaciamiento yoico y con ello se pierde la capacidad de desintoxicación, coadyuvando como otro factor más de envejecimiento.

*El envejecimiento desde la perspectiva tópica.

La libido despliega un movimiento signado por la creación de agregados de complejización creciente que Thanatos desorganiza. Lo singular de una fase del desarrollo no es solo la investidu-ra de una zona, sino también el despliegue de una organización mental. La estructuración del psiquismo tiene, clásicamente, su colofón en la genitalidad. Culminaría con la carga pulsional de la función genital y la elección de objetos no narcisistas. Quiere la teoría clásica que más allá de ésta organización pulsional no exista otra que ofrezca apoyatura en un salto progresivo. La vida psíquica se construye con una progresiva apertura hacia los otros. Para ello la genitalidad ofrece un apuntalamiento privilegiado. No obstante, la alteridad así descubierta, se continúa más allá de la genitalidad con el intercambio de palabras que van anudando relaciones distintas. Así como la estructuración mental se apuntala en relación con el cuerpo y sus funciones, las representaciones mentales creadas y catectizadas en el curso de la mentalización, con capacidad de dar apoyatura y producir efectos específicos, es por lo menos concebible. Sustentar la posibilidad de una fase más allá de la genital, ¿la postgenital?, que deviene con el envejecimiento; Paul-Laurent Assoun, (1983), p. 172, es un te-rritorio por explorar que de momento queda pendiente.

Sin embargo, ocasionalmente, de manera coincidente, excluyente o alternativa, se produce con el paso del tiempo una fragmen-tación de la erogeneidad global del cuerpo.

Algunas zonas se hacen más erógenas que otras hasta adquirir una primacía parcial por sobre el resto, por ejemplo la preva-lencia oral puede anular otras satisfacciones libidinales posi-bles. En la carta del 16 de Diciembre de 1917 a Fliess, Freud que tenía 61 años y nueve meses, le dice; "[...] de hecho no hay nada extraño en que un hombre de mi edad note la inevitable decadencia gradual de mi persona [...] trabajo espléndidamente todo el día [...] y apenas puedo controlar mi apetito, pero ya no gozo del sueño como solía [...]", (my italics). (Schur. op.cit. p.469).

La caída progresiva de la pulsión genital que reagrupaba las pulsiones parciales, determina que éstas recobren su autonomía apuntaladas por la pulsión de autoconservación y una parte del narcisismo. Presenciamos una verdadera desunión de las pulsio-nes y por tal motivo es que la exitación somática -no sexual- es pasible de hipertrofiarse, Freud, (1895b, 1910c). El psi-quismo luego de cierto umbral va a encontrarse desbordado y en estado de insuficiencia relativa. Estamos en el capítulo de la angustia senil.

*El envejecimiento desde la perspectiva del despliegue libidinal.

La tarea de la libido es volver inocua la pulsión destructora y la desempeña desviándola hacia fuera. "[...]. Recibe entonces el nombre de pulsión de destrucción, pulsión de apoderamiento, voluntad de poder [...]", Freud, (1924c), p. 169. Ninguna otra técnica de conducción de la vida liga al individuo tanto a la realidad como la insistencia en el trabajo, Freud, (1911c, 1930a). Cuando el contexto social va impidiendo la tramitación de la violencia mediante la inserción laboral, y éste no deviene de una forma genuina de tramitación pulsional, la imposibilidad de ligar la pulsión deviene en degradación y retorno al sadomasoquismo intrasomático. Este es un determi-nante capital en el envejecimiento. "[...] Si se me consiente alguna imprecisión, puede decirse que la pulsión de muerte actuante en el interior del organismo -el sadismo primordial- es idéntica al masoquismo [...]", Freud, (1924c), p. 170. Cuando el sadomasoquismo es intracorporal surgen los diferentes caminos del enfermar originados en la menor ligadura posible de la pulsión de muerte. La mayor o menor capacidad para el proce-samiento de la pulsión, se vincula con los distintos elementos que participan en el envejecer personal (filogenia, familia, herencia y factores individuales). Dentro de los últimos interesa la forma de tramitar los traumas, Freud, (1892), "[...] Los traumas psíquicos [...] desempeñan un gran papel en el desarrollo de la afección [...]", p. 174.

Thanatos, como fuerza que se suma a Eros se va diferenciando. La agresividad, diferente de la destructividad porque incluye la idea de cercanía y comunicación, da paso a la destructi-vidad, que es antisocial y no presta fuerza. La incipiente defusión que se va instalando acaba por hacerse completa, pulsiones de vida y muerte se separan.

El fin se preanuncia con una suerte de "agonía libidinal", M. Dacher y M. Weinstein, (1979). Ciertamente que la observación corriente de la economía psíquica subraya una retracción libi-dinal de los objetos, con pérdida de interés por el mundo y movilización sobre el Yo y el cuerpo. Pero cabría plantearse si tal agotamiento no es solo aparente. Es decir, no es que se trata de una cantidad estática que nos es dada, sino un producto renovable en los redes de intercambios (apegos) que plantea la vida.

La posibilidad de intercambios tiene una vulnerabilidad dependiente de las series complementarias de cada quién y de las servidumbres del yo.

Es tentador y explicativo sustentar que el debilitamiento psíquico sigue el camino de lo somático. Pierde la capacidad de sistema abierto y reduce sus intercambios. Se cierra y se destruye en un autoconsumo de recursos internos; a partir de éste momento necesariamente agotables, Freud, (1916-17, 1920g). Pero si pensamos que somos escencialmente deseantes y anhe-lantes, Freud, (1910c), la reducción de los intercambios no es de orden económico sino de sentido.

Entonces la decadencia de los intercambios en el envejecimiento no es una necesidad; en todo caso la estructura subyacente va a regir la forma del esquema de intercambio con los objetos.

La única necesidad es la de la muerte.

Resumiendo. El envejecimiento es un proceso que se despliega en el devenir temporal. Modifica las condiciones intrínsecas y la funcionalidad de todo cuanto existe.

En los seres vivos culmina con la muerte y tiene modalidades genéricas que son las siguientes: universalidad, progresión, causalidad intrínseca, deterioro.

Es el trayecto, en un espacio de mutación de las identifi-caciones en el que se fusionan la leyenda, la ilusión, la magia y la lógica con hitos de olvidos y recuerdos. Camino que con el tiempo va de la duda, la angustia y lo inesperado a la certeza y la prudencia. Camino en el que se va diluyendo el emprendimiento pero no el desear.

Camino de duelo por los objetos y el cuerpo, por el narcisismo envuelto de su omnipotencia infantil. Del duelo que esperamos que otros hagan cuando la muerte venga a clausurar el destino. Es una prueba irrefutable de realidad para todo sujeto. Es un trabajo que se realiza sobre un objeto, ni interno ni externo, entre lo subjetivo y lo social, ¿transicional? (próximo a él pero sin movilidad, maleabilidad y que desaparece del psiquismo sin huella). Carga libidinal que se elabora, perelabora y progresa, y a medida que se acerca al término ese objeto del envejecer se reduce y se arruga, luego de soportar la vida.

Devenir de itinerario azaroso con presencias y ausencias, entre el narcisismo y la alteridad, el placer y el dolor, el mundo de la vigilia y el mundo del dormir y el soñar.

Aceptando la idea de un "cuerpo sexuado y un cuerpo tumba", S. Resnik, (1991), con sus confines y asumiendo los límites del espacio vital.Adquiriendo un espacio interior con profundidad y volumen que albergue la capacidad de pensar, ilusionar, soñar, crear, extraviarse, reflexionando con emoción y luminosidad.

Resumen.El autor del trabajo despliega el tema del envejecimiento desde cuatro perspectivas; temporal, de las fuentes pulsionales, tópica y el despliegue libidinal. En la perspectiva temporal considera la constitución intrapsíquica del tiempo; el borramiento entre un sistema de representaciones y otro; la integración del saber y la constitución de la historia; la mudanza de la incertidumbre a la verdad; etc. Desde la perspectiva de las fuentes pulsionales considera causas de la especie, hereditarias, del contexto y el problema de la estasis de autoconservación. Desde la perspectiva tópica considera la hipótesis de una etapa postgenital. Desde la perspectiva del despliegue libidinal postula que la libido no es etática sino renovable.La reducción no es de orden económico sino de sentido, y la decadencia de los intercambios es dependiente de la estructura previa.

Palabras clave. Envejecimiento. Temporalidad. Postgenital. Tópica. Intoxicación.

 

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