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Número 4 - Marzo 2000

Musicoterapia en domicilio
Creación de un espacio propio para el adulto mayor

Alina Gullco
beng@ciudad.com.ar

Por invitación de la Dirección de "Tiempo" tengo la oportunidad de compartir con ustedes, profesionales y lectores de esta publicación, un conjunto de impresiones relacionadas con la Atención Musicoterapéutica en Domicilio para el Adulto Mayor. Estos comentarios son producto de la experiencia clínica, de estudios, y de reflexiones propias.

Los puntos de vista que aquí se presentan tienden a ampliar el panorama que la comunidad de profesionales de la salud tiene sobre esta disciplina. El aporte se centra en la atención individual y personalizada del adulto mayor en su domicilio o lugar de residencia.

Los Adultos Mayores y la Sociedad. Considero que se necesita una buena interrelación entre la sociedad que todos conformamos y los adultos mayores, para continuar optimizando las estrategias terapéuticas de salud que ya existen para nuestros pacientes.

Creo, además, que las políticas de salud -estatales, privadas- son las que deben brindar la adecuada atención bio-psicosocial tanto en alternativas asistenciales comunitarias (hospitales, centros de día, hogares geriátricos, asociaciones) como en el hogar.

A mi entender, si se carece de estas políticas o ellas no están lo suficientemente instrumentadas, ello podría indicar la presencia de un elemento segregacionista en la actitud hacia nuestros mayores.

Sobre la actitud segregacionista, L. Salvarezza sostiene: "Nuestra cultura actual está dominada por la rapidez de los cambios tecnológicos, que arrastran a los sujetos en un vértigo competitivo donde no hay lugar para el más débil: éste siempre pierde y justamente, es el caso del viejo. La actitud de la sociedad se convierte así, directa o indirectamente, en segregacionista, no digamos solamente del viejo sino desde el momento en que el sujeto empieza a envejecer, de tal manera que éste debe adaptarse a sus propios cambios y comienza a sentirse extraño en los medios donde hasta entonces se desenvolvía." 1

También M. Strejilevich, en 1975, describía el mundo de los viejos, o mejor dicho su "no mundo", su cotidianeidad, al registrar que "...los viejos no tienen un mundo para ellos, no hay ningún diario con cuerpo doce sobre dieciséis para ser leído por ellos. No hay ninguna audición por televisión hablada lentamente y bien silabeada para que sea posible discriminar el mensaje auditivo a través de los malos parlantes, cargados además de acentos mexicanos y españoles. Los viejos no entienden nada y apagan el televisor. No tienen ropa adecuada, para prenderse sacos, camisas, pantalones, sin botones. No hay ropa en el mercado para ciertos ancianos con dificultades de movimientos finos de la mano. No hay muebles para viejos, les damos unas hermosas sillas de plástico de profusos colores pero sin posabrazos para apoyarse..."2

Salvarezza explicar las motivaciones del ‘viejismo’, vocablo que él acuña, refiriéndose "a la discriminación que se hace sobre ciertas personas meramente por el hecho de acumular años y que se basa en la utilización de prejuicios." Y a continuación agrega "...para sentirnos siempre jóvenes consideramos que la vejez es lo que les pasa a los viejos, para sentir mágicamente que eso no nos va a pasar a nosotros, utilizamos la discriminación y la segregación como una forma de tener a la vejez circunscrita y alejada. Si esto es así ( ...) existe un grave riesgo en esta discriminación y es que al no entrar en contacto con ellos no podremos identificarnos con los viejos que vamos a ser, es decir, no podremos saber cuáles son sus reales deseos, sus necesidades, sus sabores y sus sinsabores." 3

Cabría preguntarse si la infrecuente modalidad asistencial médica y terapéutica, específicamente en el entorno domiciliario de los Adultos Mayores, no podría ser vista como una manera, involuntaria, de sostener la segregación .

La atención domiciliaria durante mucho tiempo estuvo a cargo de médicos, kinesiólogos y enfermeros. Posteriormente, algunas modalidades terapéuticas se han desarrollado, aunque en menor escala, en el hogar del paciente, como ser : acompañamiento terapéutico, terapia ocupacional, y terapia individual en sesiones especiales en momentos de crisis de los pacientes que así lo requirieran .

Es de destacar el gran aporte de lo domiciliario específicamente para el diagnóstico nosográfico, como señala Strejilevich: "La observación del anciano en casa, rodeado de su ‘historia-museo’ acumulada durante décadas y plasmado en muebles, decoraciones y objetos heteróclitos en diverso estado de uso, enriquece la observación semiológica clásica y permite diagnósticos a los cuales difícilmente se llega observando al mismo paciente en el medio hospitalario". 4

 

Musicoterapia como espacio propio

Desde la Musicoterapia puedo aportar mi granito de arena: tras mi experiencia clínica en niños y adultos, así como en el abordaje grupal en instituciones geriátricas, es que centro actualmente mi interés en la asistencia individual de adultos mayores. Me refiero a quienes viven en su domicilio u otro lugar de residencia y requieran de atención personalizada

El servicio especializado en Atención Musicoterapéutica Individual en Domicilio para el Adulto Mayor brinda atención a quienes están impedidos de trasladarse fuera de su domicilio (ya sea por su edad avanzada, o por trastornos físicos, mentales, o simplemente porque no cuentan con un acompañante), y a aquéllos que se valen por sí mismos.

En esta modalidad me ha resultado valiosa y necesaria la interrelación con otros profesionales dedicados a la vejez y la comunicación frecuente con los familiares de los pacientes.

 

Musicoterapia en Domicilio

Desde el punto de vista del encuadre domiciliario, el espacio de Musicoterapia se caracteriza por diversos contenidos:

Propone a los Adultos Mayores la construcción de un espacio de pertenencia, en su propio ámbito de residencia, ya se trate del hogar propio, hogar familiar, o institución.

Contribuye a reforzar la consideración de los Adultos Mayores por parte de los demás miembros de su familia, con lo cual aquéllos van recuperando o aumentando su autoestima, frecuentemente disminuida. Aquí se ve la importancia del espacio propio cualquiera sea el lugar en que se habite.

Permite que los Adultos Mayores reciban atención y el consiguiente tratamiento, no sólo desde la dolencia para aliviarla o curarla, sino también desde el bienestar, al abrirle la puerta a lo placentero. Lo placentero en la capacidad de hacer cosas, de producir.

Procura instaurar una modalidad diferente al lograr que el paciente reciba al musicoterapeuta en su lugar de residencia. Lo habitual es que los pacientes reciban visitas de sus familiares, con una frecuencia que depende la mayoría de las veces del tiempo disponible y es por lo general distante y contraria al verdadero deseo y necesidad del paciente. Es la ‘visita hormiga’, como llama el Dr. Strejilevich a la visita del hijo al padre,"...que es más un control que una visita. Saludan, echan una mirada, dicen tres o cuatro cosas, les dan un beso y se van. Como todo es más lento en la vejez, cuando el padre o la madre sienten que pueden hablar, los hijos ya están en la calle, yéndose..." 5

El Musicoterapeuta no responde a la figura de una visita. Ésta habitualmente es quien viene de afuera, cuenta novedades, trae cosas ricas, mientras el paciente suele quedar en un rol más bien pasivo. En cambio, con el Musicoterapeuta, el adulto mayor es el protagonista activo.

Tiende a lograr una continuidad en el tiempo, que es quizás lo más valioso de este servicio. Ya no se trata de la atención ocasional, sino que se crean las condiciones para que haya un proceso, lo que favorece notablemente al paciente.

Y el paciente aguarda con expectativa su propio espacio terapéutico en la semana, rememora, elabora, retiene, reflexiona sobre lo sucedido en sesiones anteriores y se dispone a retomarlo en las subsiguientes. Desde esta área, entonces, se brinda la posibilidad de que el paciente arme una trama propia, diferente de otras que viene elaborando.

 

En cuanto a lo musicoterapéutico, caben las siguientes consideraciones:

En palabras de G. Gauna: " La vivencia de lo sonoro corporal es única, posee su bagaje desde la vida intrauterina y por ende posee sistemas de conceptualizaciones específicas previos a la constitución del lenguaje verbal". 6 Lo interesante es que esta vivencia de lo sonoro se sigue retroalimentando durante toda la vida. Los viejos han estado y están continuamente inmersos en el mundo sonoro.

No tomo al fenómeno musical como algo externo, ajeno al ser humano, alcanzable sólo por la vía del estudio, sino que me refiero al contacto con el mundo sonoro desde la posibilidad de ser uno mismo quien produce sonidos, melodías, ritmos, silencios y los oye.

De esta manera, la música visita a los viejos, los roza, los toca, los impregna; y ellos tocan la música, la palpan, la sienten. Los viejos hacen música.

El tratamiento musicoterapéutico permite al adulto mayor recontactarse con el universo sonoro-musical enriqueciéndose, adoptando un rol activo de participación, donde lo valioso no es la sapiencia musical, sino la sapiencia de la vida.

Impregnarse de sonoridades variadas, algunas conocidas, otras no; poder evocar melodías conservadas dentro suyo que se creían olvidadas en el cofre de los recuerdos; lograr concientizar su potencial expresivo y creativo, y animarse a hacer sonar instrumentos de percusión, que tal vez nunca hubieran imaginado, son algunos de los aspectos concernientes a dicho ámbito terapéutico.

Dentro del espacio de Musicoterapia se privilegia la posibilidad de construir discursos sonoros justamente desde el riquísimo espectro del lenguaje no verbal, abarcando los sonidos, los silencios, el cuerpo y las palabras. Esto podrá ir moldeándose desde la voz, desde instrumentos musicales, desde ejemplos sonoros ya grabados, desde otras producciones grabadas por los mismos pacientes, movimientos corporales y gestos, etc., ofertando así el producir, el sonar y el oír.

"Interrelación entre el discurso verbal y no verbal. Éste integrado básicamente por el cuerpo y el sonido, con todas las implicancias que la expresión del cuerpo y del sonido comunicando, tienen. (...) Hemos definido el universo de fenómenos propios del discurso musicoterapéutico como en gran parte no verbales. Pero también como propios de un espacio de comunicación. El espacio donde acontecen es un espacio de experiencia relacional. Un espacio donde se construye algún nivel de comunicación".7

Papalía nos dice que la "Musicoterapia es un abordaje particular del sujeto desde el sonido y el movimiento. La música en tanto lenguaje ofrece desde la musicoterapia un camino terapéutico en el cual el decir se instaura sobre un hacer específico: el hacer musical."8 Un hacer musical dentro de un proceso, donde hay una ligazón entre una y otra sesión.

Gauna se refiere a este proceso, cuando habla de constantes y variantes: "Es común observar que el paciente establece un ritual en cuanto a materiales, sonidos, espacios y cuerpo en la sesión. Así aspectos expresivos del paciente se van transformando en constantes y van estructurándose en rituales que al enriquecerse por la incorporación de nuevas variantes van transformando al paciente. Este ritual es la estructura de un paralelismo entre el mundo inconciente del paciente y los aspectos de la realidad.

Mientras estos rituales permanecen estables y con vivencias y variantes emotivas en la sesión, las variaciones conductuales en el afuera existen. Este ostinato, el ritual, es la posibilidad de vivenciar el material inconciente que se estructura en el lenguaje sonoro-corporal."9

"Valor terapéutico y no valor catártico, de descarga, de recreación" 10 al decir de la musicoterapeuta M. Papalía. Valor terapéutico en tanto este hacer signifique, dé un sentido particular a quien lo realice, y se enlace con su propia historia. ¡Y vaya si hay historia en los Adultos Mayores! La importancia de este "hacer" es que estará entonces íntimamente ligado a lo que para esa persona signifique, a cómo le "suene y le resuene".

 

Cada tratamiento musicoterapéutico con cada Adulto Mayor tiene su particularidad.

Cada sesión es peculiar por tener el sello único de la co-construcción entre ese paciente y ese musicoterapeuta.

El intercambio con otros profesionales dedicados a la atención de Adultos Mayores me ha sido valioso y necesario, tanto como la comunicación frecuente con los familiares de los pacientes.

 

Pinceladas sobre casos.

Para ilustrar sucintamente lo expresado hasta ahora, me referiré a algunos casos donde se aprecia tanto las características de los pacientes como la interrelación con la musicoterapia.

G., mujer de 94 años, de intensa y prolongada vida artística y cultural desde jovencita, en los últimos tiempos permanece en su sillón la mayor parte de la jornada. Puede mantener por escasísimos minutos diálogos limitados, con algunas palabras y frases inconexas.

En las sesiones de musicoterapia, desde lo sonoro-musical guarda una afinación perfecta y una memoria envidiable de músicas atesoradas en su corazón, que afloran con gran disfrute para ella. Si bien no es mi objetivo la calificación estética de lo sonoro, resalto el aspecto de la afinación, para destacar el interés puesto por la paciente en mantener un diálogo sonoro conmigo, y también la co-construcción conjunta de preguntas y respuestas musicales. Reaparece con más frecuencia el idioma de origen, el alemán, condimentando constantemente sus producciones sonoras.

A T., mujer de 87 años, autosuficiente y lúcida en sus capacidades mentales y físicas, el espacio de musicoterapia le sirve esencialmente para fomentar su autoestima y recuperar, ante su propia sorpresa, la ejecución del piano tras 40 años de no hacerlo, y también sostener el desafío personal de repicar instrumentos de percusión que jamás imaginó tocar.

En L., de 76 años con un cuadro de Parkinson, residente en un hogar geriátrico, el espacio de musicoterapia se relaciona con cargar de sentido al gran silencio en el cual está inmersa por la falta de lazos afectivos personalizados y frecuentes, entre otros factores.

 

A modo de coda

Desde mi experiencia musicoterapéutica he procurado dar un panorama de lo que considero es un valioso espacio domiciliario de atención personalizada para el Adulto Mayor, en beneficio de su propia estima y gratificación, de su mejor vinculación familiar y grupal, y de su participación en la sociedad que todos nosotros integramos.

Agradeceré la interrelación con otros profesionales de la salud, sus observaciones y comentarios.

Notas

1 Salvarezza, Leopoldo. "Psicogeriatría. Teoría y Clínica". Paidós, Buenos Aires, 1988.

2 Strejilevich, Mario. "Termas de Psicogeriatría". Ediciones 1919, Argentina, 1990.

3 Salvarezza, L. "Fausto, Miguel Strogoff y los Viejos", en "La Vejez: Una Mirada Gerontológica Actual", de L. Salvarezza (comp.). Paidós, Argentina, 1998.

4 Strejilevich, M. Ibid.

5 Ibid.

6 Gauna, Gustavo. "Entre los Sonidos y el Silencio". Editorial Artemisa, Rosario, 1996.

7 Rodríguez Espada, Gustavo. "Etica y Estética en Musicoterapia". Anuario 1990-91 de A.MU.R.A (Asociación de Musicoterapeutas de la República Argentina).

8 Papalía, Mónica. "Escritos sobre Música, Musicoterapia y Educación". Jaxco Editores, Buenos Aires, 1996.

9 Gauna, G. Ibid.

10 Papalía, M. Ibid.

Bibliografía

"Encuadre ¿Limitante o Permisor?", por Diego Schapira. Anuario 1990-91 de A.MU.R.A

"Verbal - no-verbal", por Gabriela Ferrero, ibid.

"Comunicación no verbal y Musicoterapia", por G. Rodríguez Espada y G. Ferrero, ibid.

"Mujeres Viejas, Solas y Pobres: Un Allto Costo a Pagar", por Haydée Andrés. Geriatría Práctica, Vol. III, nº 1, 1993.

"Vejez, Medicina y Prejuicios", por L. Salvarezza. Vertex, vol. II, 4, Buenos Aires, 1991.

"Vivir en una Residencia: Algunas Expectativas", Rocío Fernández Ballesteros y María Dolores Zamarrón, del libro: "La Vejez, una Mirada Gerontológica Actual". L. Salvarezza (comp.), Paidós, 1988.

 

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