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Número 32 - Junio 2015

Discursos sobre el envecimiento y la educación de aultos mayores en el ámbito internacional

Alejandra Vera Calle

aleve425@gmail.com

1. Introducción

Al realizar una aproximación a las políticas sobre vejez en nuestro país se reconoce la existencia de discursos generados en diversos ámbitos internacionales y regionales que definen la problemática del envejecimiento de un determinado modo e influyen en las definiciones e intervenciones que realizan los Estados para hacer frente a las demandas que plantea el envejecimiento. La consideración de estos ámbitos de definición de la cuestión se presenta como un asunto de gran relevancia a la hora de emprender un análisis de las políticas que se implementan en un país en un momento determinado.

El análisis de los principales sucesos sobre el envejecimiento en la agenda internacional se plantea como necesario para comprender el “contexto de influencia” en el que es posible identificar los discursos que sustentan las políticas (Ball, 2002). Se considera que estos discursos sitúan la discusión en determinadas coordenadas y se constituyen en disparadores de procesos de redefinición en otros ámbitos, en los que, lejos de aplicarse de modo unidireccional, despliegan y abren procesos en los que no puede preverse a priori su impacto puesto que atraviesan diversos contextos, instituciones y sujetos que se apropian, ignoran, rechazan, modifican, crean y recrean los discursos (Ball, 2002).

Por otra parte diversos estudios dan cuenta de la vinculación entre los modos de definir la vejez y las implicancias que dicha definición tiene para pensar en propuestas educativas para este colectivo (Palazón Romero, 1995; Martín García, 2000; Yuni y Urbano, 2005). Los diversos discursos y sentidos sobre esta etapa de la vida habilitan determinadas posibilidades y tienen diversas implicancias a la hora de pensar los sujetos y las acciones que se lleven a cabo para este colectivo poblacional por lo que se constituye en una cuestión prioritaria una reflexión sobre los discursos en los que se basan nuestras intervenciones sociales.
En este artículo (1) se presenta un análisis en torno a los enfoques y perspectivas conceptuales desde las cuales se viene abordando en el plano internacional la cuestión del envejecimiento poblacional e individual y las implicancias de dicha conceptualización sobre los modos de entender la educación en esta etapa de la vida.  Se ha identificado a partir del análisis una determinada conceptualización en torno al envejecimiento y la educación de adultos mayores pero además un determinado modo de plantear, proponer y promover esas definiciones en el ámbito internacional, lo que se interpreta como un intento por facilitar que las cuestiones tratadas puedan llegar a distintos contextos y realidades locales.

2. Las políticas de vejez. Una propuesta para su abordaje  

Según sea la toma de posición del Estado frente a la vejez se le asignarán espacios y lugares determinados y se realizarán determinadas intervenciones como consecuencia de tal definición. Para Huenchuan (2011) los problemas que tratan las leyes, las políticas y los programas dirigidos a las personas mayores son construcciones sociales que reflejan concepciones específicas de la realidad y que, en el caso de las personas mayores, se relacionan directamente con la concepción de la vejez a partir de la cual se delinean las propuestas.

Huenchuan (2003) habla de políticas de vejez como las acciones organizadas por el Estado frente a las consecuencias sociales, económicas y culturales del envejecimiento poblacional e individual y plantea que su estudio permite tener una visión del Estado a través de la toma de posición respecto de la cuestión del envejecimiento.Esta autora plantea además que las políticas de vejez no son neutras debido a que expresan los valores de una sociedad y la forma de concebir el fenómeno social del envejecimiento, la importancia y validez que se le otorgan a los problemas o situaciones que afectan a las personas mayores y la visión hegemónica de cómo superarlas o corregirlas.
A fin de complejizar los planteos de la autora mencionada se recuperan los aportes del sociólogo  ingles S. Ball (1994) quien plantea que la formulación de políticas nacionales es un proceso de bricolaje. El autor habla de complejos procesos de manejo de influencias, de producción de textos, de diseminación y finalmente recreaciones en un contexto concreto, es decir que da cuenta de complejas relaciones entre las ideas, su diseminación y la recontextualización. Este autor formula la perspectiva de los ciclos de la política para reconstruir la trayectoria de la misma. El autor propone apoyar el análisis político en sus diferentes contextos/escenarios, en un esquema flexible y dinámico entendido como un modo de abordaje teórico metodológico, una manera de investigar y teorizar sobre las políticas.

Las políticas para este autor son “sistemas de valores y de significados polisémicos, elusivos e inestables, que atribuyen primacía a ciertas acciones o comportamientos. En la práctica las políticas son poco claras, incoherentes, desordenadas, pero también poderosos recursos retóricos, modos de interpretar el mundo y de cambiar la manera en que pensamos sobre lo que hacemos.” (Miranda, 2011, p.2). Además entiende que la política no son cosas o productos, sino procesos en curso, interactivos e inestables y socialmente localizados.
En su planteo menciona diversos contextos donde las políticas se producen, cambian, se recontextualizan, por lo que metodológicamente es posible reconstruir su trayectoria, desde el contexto de influencia hasta el contexto de la práctica. Los contextos son definidos como arenas de actividad social y discursiva a través de las cuales las políticas se mueven y dentro de los cuales las políticas son producidas, reproducidas, creadas y ejecutadas. Estos no se conciben en forma secuencial o lineal ya que no hay una sola dirección entre ellos. (Miranda, 2011)

En el contexto de influencia (2) es posible identificar los discursos que sustentan las políticas. Para Ball (2002) el orden del discurso es un requisito indispensable para comprender la construcción de las políticas, puesto que éstas se inscriben en una “totalidad significativa”, una configuración discursiva cuyo propósito es organizar las percepciones y las experiencias, creando o confirmando una determinada visión de la realidad.
Este contexto se constituye en un campo de poder/conocimiento donde el objeto de la política, y la política en sí, es formado a través de un proceso de múltiples facetas, elusivo, fragmentado, diverso y contingente. El discurso político es construido, los conceptos centrales son establecidos y proveen un discurso y un léxico para iniciar la política. Foucault (1992) define al discurso como prácticas que sistemáticamente forman los objetos acerca de los cuales ellos hablan. Los discursos definen lo que puede ser dicho y pensado, quién, cuándo y dónde, acumulan autoridad y encarnan significados. 

Ball sostiene que es necesario incorporar el análisis de la influencia de los discursos internacionales. Las preocupaciones centrales del autor relacionadas con este contexto giran en torno a las influencias (discursos) y los efectos en la práctica. Estos discursos se diseminan a través de un conjunto de redes sociales y políticas. En el diseño de las políticas en el nivel nacional y local pueden reconocerse las traducciones y recontextualzaciones de esos regímenes de verdad. Ball señala la necesidad de ubicar o focalizar la educación dentro de las ideologías y proyectos más generales de la política social y sus relaciones con las políticas internacionales, lo que posibilita desenmascarar las valoraciones e intencionalidades que sustentan los cambios (Ball, 2002, p. 22).
En el caso de los asuntos de la vejez y el envejecimiento sobresale la preocupación de la comunidad internacional que se ha reflejado de forma gradual en la adopción de políticas supranacionales específicas; “las políticas internacionales y regionales impactan en el quehacer de los Estados y, de una u otra manera, inciden en la forma en que se abordan los asuntos del envejecimiento” (Huenchuan, 2011, p.1).

3. La construcción de la política a nivel supranacional. Los organismos internacionales.

De acuerdo a estos planteos, el ámbito de Naciones Unidas (3) se presenta como un espacio/lugar relevante en el marco del cual los discursos producidos sobre el envejecimiento se constituyen en influencias para las políticas de vejez que se llevan a cabo en el ámbito nacional. Esta organización desde sus inicios ha sentado las bases para que la problemática del envejecimiento sea tenida en cuenta por los diversos países que forman parte de ella. Mediante sus intervenciones y acciones ha contribuido a plantear el tema del envejecimiento en la agenda internacional.

La Organización de las Naciones Unidas es la mayor organización internacional existente. Se define como una asociación de gobiernos global que facilita la cooperación en asuntos como el Derecho internacional, la paz y seguridad internacional, el desarrollo económico y social, los asuntos humanitarios y los derechos humanos.

La ONU ha abordado la problemática del envejecimiento desde 1948, momento en el que el tema comenzó a ser estudiado por la Asamblea General y por los organismos interesados en las cuestiones sociales. A partir de allí se comenzaron a conocer cifras reales del envejecimiento en el mundo y los diversos impactos que este fenómeno estaba produciendo. Desde entonces se han adoptado diversas medidas en relación con el envejecimiento y las personas mayores y se han producido documentos sobre múltiples aspectos que constituyen en la actualidad un referente en los ámbitos profesionales, técnicos y de decisión política.

Para reconstruir el contexto de influencia se analizaron los principales documentos del sistema de Naciones Unidas sobre la temática del envejecimiento poblacional. En un relevamiento inicial se detectó la existencia de una importante cantidad de documentos provenientes de organismos como CEPAL, Organización Mundial de la Salud (OMS), Organización Internacional del Trabajo (OIT), UNESCO, entre otros, que tenían el tema del envejecimiento como un objeto central de sus intervenciones. Estos documentos son; diversas resoluciones de distintos órganos de la ONU desde 1948 a la actualidad, Plan de Acción Internacional sobre el envejecimiento (1982), Principios de las Naciones Unidas a favor de las personas de edad (1991), Plan de acción Internacional sobre el envejecimiento (2002), Estrategia Regional para la implementación del Plan de acción Internacional de Madrid sobre el envejecimiento (2003), Declaración de Brasilia (2007) y Carta de San José (2012). A partir de los análisis realizados en torno a los documentos mencionados se propuso una periodización en la que se definen 4 etapas;

Debido a los alcances del presente artículo el desarrollo se centrará en la tercera etapa con el objetivo de  dar cuenta de los discursos y sentidos en torno a la vejez y la educación en esta etapa de la vida identificados en los documentos analizados. Para ello en primer lugar se realizará una descripción en detalle de la etapa en cuestión y en segundo lugar se  avanzará en una lectura analítica en torno a dos grandes cuestiones resultantes del análisis: la operatoria y el contenido. Con “operatoria” se hace referencia a la identificación del particular modo en el que se producen y promueven procesos de adhesión y adopción de los lineamientos y recomendaciones elaboradas en este ámbito de definición de la cuestión y con “contenido” se hace referencia a la manera concreta en la que se definen la vejez y la educación en dichos lineamientos y recomendaciones.

4. La etapa de los grandes eventos mundiales o de consolidación de directrices para la intervención. (Desde 1982 a 2002).

El primer episodio de suma importancia, con el que se delimita esta etapa, es la realización de la Primera Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento en Viena en 1982, realizada como resultado de los estudios de las etapas anteriores que pusieron en evidencia las consecuencias del envejecimiento en el plano poblacional e individual si no se emprendían acciones para darle respuesta. El resultado de dicha Asamblea fue la producción del Plan de Acción Internacional de Viena sobre el Envejecimiento, el cual puede considerarse como el primer instrumento internacional sobre el tema que contiene una base para la formulación de políticas y programas. En él se proponen directrices amplias y principios generales sobre la manera en que la comunidad internacional, los gobiernos, la sociedad pueden hacer frente a la problemática.

Se menciona en el documento que con la realización de esta Asamblea se buscaba que las sociedades con  población  envejecida  reconocieran  el  fenómeno  y actuaran ante sus consecuencias mediante la creación y aplicación de políticas destinadas a mejorar la vida de los ancianos y mitigar cualquier efecto negativo resultante de la repercusión del envejecimiento de las poblaciones en el desarrollo.
Con una distancia de 20 años, en 2002 se celebró en Madrid la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento con el objetivo de diseñar una política internacional sobre el envejecimiento para el siglo XXI. En esa oportunidad se adoptó una Declaración Política y el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento. Esta Asamblea buscó evaluar el trabajo realizado en las últimas dos décadas desde la Primera Asamblea además de actualizar el Plan de Acción Internacional con el fin de que los gobiernos de los países asumieran compromisos que permitieran iniciar, continuar o fortalecer las iniciativas gubernamentales y no gubernamentales tendientes a mejorar el bienestar de las personas mayores. El tema central fue la rapidez con que el fenómeno llegaba a los países en desarrollo puesto que se contemplaba que estos iban a realizar el proceso de transición demográfica a velocidades mucho mayores que la experimentada por los países desarrollados, como es el caso de América Latina.
En medio de estos dos grandes eventos y los planes de acción, se sucedieron también otros hechos de gran relevancia como la adopción en 1991 por parte de la Asamblea General, de los Principios de las Naciones Unidas en favor de las personas de edad, la Declaración de los Objetivos Mundiales sobre envejecimiento (cuya consecución se estableció para el año 2001), la Proclamación sobre el Envejecimiento y la Declaración del año 1999 como el Año Internacional de las Personas de Edad, además de considerarse el tema en un gran número de resoluciones.

En la Res. 47/86 de 1993 de la Asamblea General se menciona que todos estos documentos conforman el programa de Naciones Unidas sobre el envejecimiento el cual ofrece un marco conceptual para facilitar a los países la realización de intervenciones en la materia. Debido al alcance de este trabajo el análisis se centrará en los planes de acción mundiales por entender que son los documentos más relevantes de esta etapa y del resto se hará mención en cuestiones puntuales.

4.1. El Plan de Acción de Viena

En este documento el envejecimiento es definido como un problemaque tiene impactos y consecuencias tanto a nivel individual como poblacional;

“el problema del envejecimiento de las poblaciones, con sus enormes consecuencias tanto para el desarrollo general a nivel nacional como para el bienestar y la seguridad de las personas de edad, es un problema que habrá de preocupar a todos los países en un futuro relativamente cercano, y ya afecta a algunas de las regiones más desarrolladas del mundo” (p.10) (4).

En el documento se plantea que se tratan ambos tipos de problemáticas y se denominan problemas humanitarios los relativos a las necesidades particulares de las personas de edad, considerándose en su seno cuestiones como salud y alimentación, vivienda y medio ambiente, familia, bienestar social, seguridad del ingreso, empleo y educación. Se observa en este punto una ampliación de las áreas de intervención consideradas respecto de las etapas anteriores. Los problemas relativos al desarrollo abarcan cuestiones relacionadas con las consecuencias socioeconómicas del envejecimiento de la población sobre la producción, el consumo, el ahorro, las inversiones y, a la vez, sobre las políticas y condiciones sociales y económicas en general, al aumentar la tasa de dependencia de las personas de edad avanzada.

Se sostiene que los aspectos humanitarios y de desarrollo están íntimamente ligados;

“el reconocimiento de que todos los aspectos del envejecimiento están relacionados entre sí supone la necesidad de un enfoque coordinado de las políticas e investigaciones sobre el envejecimiento. La consideración del proceso del envejecimiento en su totalidad, así como sus interacciones con la situación social y económica, requiere un enfoque integrado en el marco de la planificación económica y social global” (p.21).

Desde el punto de vista individual el envejecimiento es definido como un proceso complejo y gradual que abarca diversos factores. Se señala que El envejecimiento es un proceso que dura toda la vida y deberá reconocerse como tal. La preparación de toda la población para las etapas posteriores de la vida deberá ser parte integrante de las políticas sociales y abarcar factores físicos, psicológicos, culturales, religiosos, espirituales, económicos, de salud y de otra índole” (p. 12). En este sentido se reconoce la importante labor de la prevención de los efectos prematuros del envejecimiento y se remarcan las acciones que las personas pueden y deben desarrollar durante toda la vida para vivir una vejez sana y activa. De este modo las sociedades podrán contar en un futuro con una población mayor en buen estado de salud, reduciendo así gastos en la materia.

Por otra parte se concibe al envejecimiento como símbolo de experiencia y sabiduría, como una etapa de oportunidades para las personas en las que estas pueden alcanzar su realización personal;

“El envejecimiento, además de ser un símbolo de experiencia y sabiduría, puede servir también para que el ser humano se acerque más a su realización personal, de acuerdo con sus creencias y aspiraciones” (p.12)

Se observa a lo largo del documento una clara intención por erradicar la imagen negativa imperante sobre la vejez, por ello se recomienda;

En los casos en que existan estereotipos relativos a las personas de edad, los medios de comunicación, las instituciones educacionales, los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales y los propios senescentes deberán desplegar esfuerzos tendientes a superar esa imagen estereotipada que presenta a las personas de edad como individuos que padecen siempre de problemas físicos y psicológicos, que son incapaces de funcionar independientemente y que no desempeñan ningún papel ni tienen ningún valor en la sociedad. Estos esfuerzos son necesarios para lograr una sociedad que permita la integración de las personas de edad” (p. 37).

En este sentido se remarca en el documento que la pérdida de la condición de personas que trabajan puede acarrear una marginación total de la sociedad por lo que las propuestas que se realizan giran en torno a evitar la pasividad y aislamiento de este grupo poblacional. En relación a ello se plantea que

“las políticas y medidas deben inspirarse en la firme voluntad de lograr que el proceso cuantitativo actualmente en curso adquiera un significado y contenido cualitativo mayor a fin de asegurar que la prolongación de la vida humana en todo el mundo vaya acompañada de esfuerzos encaminados a conseguir que todas las personas tengan la sensación de cumplir un fin y realizar actos positivos y a evitar que después de cierta edad ocupen un puesto marginal y pasivo”. (p.14)

Para ello se recomienda brindar oportunidades para que las personas mayores puedan satisfacer sus necesidades de realización personal “que en el sentido más amplio puede definirse como la que se alcanza mediante el logro de los objetivos, las aspiraciones personales y la realización de las posibilidades” (p.15). Para ello se apunta a que las políticas y programas destinados a los mayores “promuevan oportunidades de expresión en diversas funciones que resulten estimulantes para su propia personalidad y que supongan a su vez una aportación a la familia y la comunidad”. (p.16)

Se apunta a que el beneficio no sea sólo a título individual sino que haya una contribución social por causa de ese accionar. Se contemplan para ello una diversidad de actividades;

“Los principales medios que procuran una satisfacción personal a las personas de edad son los siguientes: la participación ininterrumpida en la familia y el sistema de parentesco, los servicios voluntarios a la comunidad, el crecimiento continuo mediante el aprendizaje escolar y no escolar, la expresión personal por medio del arte y la artesanía, la participación en organizaciones de la comunidad y organizaciones de personas de edad, las actividades religiosas, el esparcimiento y los viajes, el trabajo del tiempo parcial y la participación que, como ciudadanos informados, pueden tener en el proceso político” (p.16).

Desde el punto de vista poblacional se hace mención en el documento a que el incremento de la longevidad y los cambios y mutaciones en la familia, como núcleo que contenía la problemática de la vejez, obliga que el sector público a incrementar sus responsabilidades e intervenciones para con este colectivo poblacional. Con relación a esto se señala;

“Los cambios en las relaciones de dependencia en función del número de las personas de edad cuyo bienestar material dependa de personas más jóvenes, económicamente activas y asalariadas, influirán en el desarrollo de todos los países del mundo, sean cuales fueren sus estructuras sociales, tradiciones y sistemas particulares de seguridad social. (…) Será cada vez más difícil mantener esas relaciones a medida que aumente el número de las personas de edad a cargo, al mismo tiempo que experimentan un cambio radical en muchas regiones del mundo las estructuras que tradicionalmente han suministrado protección, tales como las familias grandes” (p.17)

Se reconoce además que; “Debe prestarse atención primordial al efecto vasto y multifacético que el envejecimiento de las poblaciones ha de causar en la estructura, el funcionamiento y el crecimiento de todas las sociedades del mundo. En estas circunstancias, es probable que deba incrementarse el papel que desempeña el sector público al hacerse cargo de algunas de las funciones que actualmente desempeña la familia en los países en desarrollo” (p.16).

Frente al reconocimiento de los impactos negativos que el envejecimiento poblacional puede tener sobre el desarrollo se elaboran recomendaciones que apuntan a evitar tales consecuencias negativas. Se hace hincapié en los resguardos que las políticas que se elaboren deben tener para para evitar que “conduzcan al mantenimiento pasivo de un grupo de población cada vez mayor, marginado y desilusionado. Parece necesario que los formuladores de políticas e investigadores, los medios de información y la opinión pública alteren radicalmente su perspectiva para comprender que el problema del envejecimiento no es hoy día solamente un problema de protección y prestación de servicios, pues afecta a la actividad y la participación de los ancianos y las personas senescentes” (p. 16).

Con este señalamiento se pretende marcar distancia con respecto a las intervenciones tradicionales en materia de vejez que se limitaban a garantizar la subsistencia económica de la persona mayor y a ofrecer en algunos casos atención sanitaria. Por el contrario se sostiene que se adopta “un concepto de la vejez positivo, activo y orientado hacia el desarrollo” con lo cual las propuestas que realizan plantean una novedad: mirar a los mismos adultos mayores como fuerza para el desarrollo; “Las personas de edad deben ser consideradas como un elemento importante y necesario en el proceso de desarrollo en todos los niveles de una sociedad determinada. (p.15)

En el documento se propone por ejemplo;

“estimular políticas y programas orientados a la acción y destinados a garantizar la seguridad social y económica a las personas de edad, así como darles oportunidades de contribuir al desarrollo y compartir sus beneficios(p.5)

Hay un reconocimiento de que la persona mayor tiene el derecho de seguridad social y económica pero así también de participar en el desarrollo. Se menciona en relación a ello que;

“El objetivo del desarrollo es mejorar el bienestar de toda la población sobre la base de su plena participación en el proceso de desarrollo y de una distribución equitativa de los beneficios de él derivado. (…). Todas las personas, independientemente de su edad, sexo o creencias, deben contribuir según sus capacidades y recibir ayuda según sus necesidades” (p.11).

Si de una parte la vejez como fenómeno poblacional es mirada en base a sus consecuencias negativas, por el otro, desde el aspecto individual, se señalan las posibilidades y oportunidades que esta etapa de la vida entraña, la propuesta en este plan es entonces aprovechar los beneficios y posibilidades de una para subsanar los inconvenientes de la otra, por lo que las personas mayores mismas se constituyen en solución a la problemática.
La idea de envejecimiento activo, el ideal de realización personal y el reconocimiento de las contribuciones que realizan las personas mayores a la familia y a la comunidad se enlazan formando la nueva imagen sobre el envejecimiento que se propone en oposición abierta a la imagen tradicional negativa imperante.

4.2. Las referencias a la educación en el Plan de Acción de Viena.

La educación aparece como un área de intervención dentro de los problemas humanitarios, es decir como aquellas cuestiones que afectan a los envejecientes de manera individual y por ende las propuestas que se hacen en ese aspecto apuntan al logro de un beneficio para la persona.

La educación es concebida como derecho y desde la perspectiva de la educación permanente. Se sostiene que se sigue la definición de UNESCO.  En la Recomendación nº 45 se plantea que;

“La Educación como derecho humano básico debe proporcionarse sin discriminación contra las personas de edad. Las políticas educacionales deben reflejar el principio del derecho de los senescentes a la educación mediante la asignación apropiada de recursos y con programas de enseñanza convenientes” (p.36).
En ese marco se reconocen 4 tipos de intervenciones que en el documento se proponen con respecto a la educación;

I. Adultos mayores como receptores de educación. Hay una advertencia acerca de que los cambios en relación a la expansión y distribución de conocimiento se relacionan con la obsolescencia social del mayor por lo que se recomienda que estos puedan participar de actividades y propuestas educativas. Para efectivizar esto se propone tanto la ampliación de las instituciones educativas existentes para dar cabida a los adultos mayores (se incluyen cuestiones tales como la alfabetización, la preparación para el envejecimiento, actividades para el desarrollo de la creatividad, entre otras) y la creación de programas específicos, no estructurados, basados en la comunidad y orientados al esparcimiento, pasatiempos, utilización creadora del tiempo libre, etc. 
No hay precisiones acerca de cómo lograr esto pero si se aclara que es necesario adaptar los métodos de enseñanza a las capacidades propias de los mayores; “Ha de tenerse cuidado de adaptar los métodos de enseñanza a las capacidades de los senescentes, de modo que puedan participar equitativamente en cualquier tipo de educación que se ofrezca y aprovecharla” (p.36).

II- Adultos mayores como maestros y transmisores.Aquí se valora positivamente el hecho de que “en muchas sociedades del mundo, los ancianos siguen siendo los encargados de transmitir la información, los conocimientos, las tradiciones y los valores espirituales. No debe perderse esa importante tradición”. (p.35). En base a esto surge la Recomendación n° 44 de Viena que plantea que; “Deben establecerse programas de educación en los que las personas de edad sean los maestros y transmisores de conocimientos, cultura y valor espirituales. (p.35), cuestión que se deriva de pensar la vejez como sinónimo de experiencia y sabiduría.

III- Educación destinada a la población en general sobre el envejecimiento. Se plantea educar a la población acerca del proceso de envejecimiento inculcando que este sea percibido como proceso natural. Se plantea que esto debe iniciarse en la primera infancia incluyendo el tema en los planes de estudio de las escuelas para lograr un cambio positivo en las actitudes estereotipadas que tienen las generaciones actuales sobre las personas mayores.

IV- Capacitación del personal que trabaja con adultos mayores. En el documento se insta a las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales a que “tomen las medidas necesarias para la capacitación de personal en la esfera del envejecimiento y a que redoblen sus esfuerzos para difundir información sobre el envejecimiento, particularmente entre las propias personas senescentes” (p. 39).
La educación aparece  en este documento contemplada en un sentido muy amplio, abarcativo y ambicioso. Se mira a los adultos mayores como receptores de todo tipo de educación. Se proponen acciones de alfabetización, preparación para el envejecimiento, actividades que desarrollen la creatividad, cursos universitarios, etc. Parece no haber limitaciones, los adultos mayores deben poder acceder a toda oferta educativa. Además no sólo los adultos mayores son pensados como receptores de algún tipo de educación sino que la sociedad toda es también el blanco de un interés por difundir nuevas imágenes sobre la vejez e información acerca de cómo alcanzar ese ideal. La educación es mirada como un fin en sí misma, la sola participación en cualquier actividad contribuiría a lograr un envejecimiento activo y por tanto exitoso.

4. 3. El Plan de Acción de Madrid

Desde el punto de vista del envejecimiento como fenómeno individual en el Plan de Acción de Madrid las referencias que se encuentran lo definen de manera positiva. En el documento en cuestión se manifiesta que;

 “Una imagen positiva del envejecimiento es un aspecto esencial del Plan de Acción Internacional sobre el Envejecimiento 2002. El reconocimiento de la autoridad, la sabiduría, la dignidad y la prudencia que son fruto de la experiencia de toda una vida ha caracterizado normalmente el respeto con que se ha tratado a la ancianidad en el curso de la historia. En algunas sociedades, a menudo se desatienden esos valores y se representa a las personas de edad desproporcionadamente como rémoras para la economía, debido a sus crecientes necesidades en materia de servicios de salud y apoyo” (p.53).

Esta imagen positiva sobre la vejez es construida en base a la consideración y reconocimiento de lo que en el documento aparecen denominadas como contribuciones de las personas mayores hacia la familia, la comunidad y la sociedad. Se reconoce que;

“La contribución social y económica de las personas de edad va más allá de sus actividades económicas, ya que con frecuencia esas personas desempeñan funciones cruciales en la familia y en la comunidad. Muchos de sus valiosos aportes no se miden en términos económicos, como en el caso de los cuidados prestados a los miembros de la familia, el trabajo productivo de subsistencia, el mantenimiento de los hogares y la realización de actividades voluntarias en la comunidad. Además, esas funciones contribuyen a la preparación de la fuerza de trabajo futura. Es necesario reconocer todas esas contribuciones, incluidas las del trabajo no remunerado que realizan en todos los sectores las personas de todas las edades, y en particular las mujeres.(p.18).

En tal sentido se propone; “Promover una comprensión más amplia de la función cultural, social y económica y de la constante contribución que hacen las personas de edad a la sociedad” (p.19).

Los términos utilizados frecuentemente en el documento son potencial, posibilidades, oportunidades, términos que hacen referencia a lo que el hombre es capaz de hacer, encierran en si la promesa de un hacer futuro que aún no se manifiesta pero que dadas determinadas condiciones puede desarrollarse. En el caso de las personas mayores en el documento se reconoce el predominio de la mirada negativa sobre estas, lo que ha dificultado el reconocimiento de dichas potencialidades. Frente a esto se menciona;

“El Plan de Acción Internacional sobre el Envejecimiento requiere cambios de las actitudes, las políticas y las prácticas a todos los niveles y en  todos los sectores para que puedan concretarse las enormes posibilidades que brinda el envejecimiento en el siglo XXI” (p.11).

Se alienta a promover imágenes en que se destaquen la sabiduría, los puntos fuertes, la inventiva y las aportaciones de las personas mayores, trascendiendo la presentación de estereotipos negativos. Se destaca el papel de los medios de comunicación en la transmisión de estas imágenes. Cabe aclarar que la difusión de la imagen positiva está destinada a la sociedad en conjunto y también a las mismas personas mayores, las que tienen interiorizada también una imagen negativa sobre sí mismas, lo que les impide pensarse como sujetos capaces y valiosos para la sociedad.

El reconocimiento de la contribución de las personas de edad sobre la que se funda la construcción de la imagen positiva de la vejez se profundiza con las referencias y recomendaciones en el documento que apuntan a fomentar dicha participación y contribución social. Por ejemplo se propone;

“Promover la participación cívica y cultural como estrategia para luchar contra el aislamiento social y apoyar la habilitación(p.19). Se entiende que “La participación en actividades sociales, económicas, culturales, deportivas, recreativas y de voluntariado contribuye también a aumentar y mantener el bienestar personal(p.14).

En ese sentido, para resaltar las posibilidades de las personas mayores, se considera que es la vejez una etapa donde la persona puede alcanzar su realización personal, cumplir con anhelos y deseos pendientes. Se reconocen como actividades que otorgan satisfacción personal a la participación ininterrumpida en la familia y el sistema de parentesco, los servicios voluntarios a la comunidad, el aprendizaje escolar y no escolar, la expresión personal por medio del arte y la artesanía, la participación en organizaciones de la comunidad y organizaciones de personas de edad, las actividades religiosas, el esparcimiento y los viajes, el trabajo del tiempo parcial y la participación en el proceso político. Se sostiene que;

“La habilitación de las personas de edad y la promoción de su plena participación son elementos imprescindibles para un envejecimiento activo(p.9)

Con relación a esto cabe agregar que hay un reconocimiento de que para alcanzar el ideal de envejecimiento activo hay una responsabilidad compartida entre la persona y lo que el entorno pueda proveerle, por ejemplo, se plantea que

Llegar a la vejez gozando de buena salud y bienestar requiere un esfuerzo personal durante toda la vida y un entorno en el que ese esfuerzo pueda tener éxito. La responsabilidad de las personas consiste en llevar un modo de vida saludable; la de los gobiernos, en crear un entorno favorable a la salud y al bienestar incluso en la vejez” (p.34).

Desde el punto del envejecimiento como fenómeno poblacional en el documento se mencionan los efectos negativos sobre la economía y el desarrollo, marcando las particularidades de esto en los países desarrollados y en vías de desarrollo;

“El envejecimiento de la población pasará a ser una cuestión de primordial importancia (…). Este cambio demográfico plantea un problema importante en materia de recursos. Aunque los países desarrollados han podido envejecer gradualmente, se enfrentan a problemas resultantes de la relación entre el envejecimiento y el desempleo y la sostenibilidad de los sistemas de pensiones, mientras que los países en desarrollo afrontan el problema de un desarrollo simultáneo con el envejecimiento de la población”. (p.14).

Según se analiza en el documento hechos como el envejecimiento de la mano de obra y la tendencia a adelantar la jubilación, junto con la disminución de la reserva de personas jóvenes que van ingresando en el mercado de trabajo, pueden producir un impacto negativo en la producción, el trabajo y el desarrollo económico;

“La esperanza de vida en muchos países desarrollados y países con economías en transición supera la edad fijada para la jubilación. En esos países, además, son menos las personas que se incorporan a la fuerza de trabajo debido a la disminución de la fecundidad, tendencia que suele ir acompañada, paradójicamente, por la discriminación por razones de edad”. (p.16)

Los objetivos y medidas que se proponen como lineamientos para el diseño de políticas en los países apuntan a buscar alternativas y hacer frente a la problemática detectada para impedir que el envejecimiento poblacional afecte el desarrollo. Frente al interrogante de cómo abordar estas problemáticas detectadas la respuesta aparece claramente expresada en el documento: aprovechar el potencial de las personas que envejecen como base para el desarrollo, al igual que en el Plan de Viena. En palabras textuales del documento;

“El potencial de las personas de edad es una sólida base para el desarrollo futuro. Permite a la sociedad recurrir cada vez más a las competencias, la experiencia y la sabiduría que las personas de edad aportan, no sólo para asumir la iniciativa de su propia mejora, sino también para participar activamente en la de toda la sociedad(p.5).

En otros fragmentos del texto también se muestra como solución;

“Esa transformación demográfica planteará a todas nuestras sociedades el reto de aumentar las oportunidades de las personas, en particular las oportunidades de las personas de edad de aprovechar al máximo sus capacidades de participar en todos los aspectos de la vida(p.3).

Pese a dar algún atisbo de amplitud de la propuesta de participar que se le hace a las personas mayores, inmediatamente después se mencionan medidas concretas que especifican a que se hace referencia con esta participación que se promueve. Así, solo gracias a la resignificación del sentido de la vejez desde lo individual, se pueden hacer propuestas como las siguientes;

 “La habilitación de las personas de edad para que participen plena y eficazmente en la vida económica, política y social de sus sociedades, incluso mediante trabajo remunerado o voluntario(p.12). “Las personas de edad deben tener la oportunidad de trabajar hasta que quieran y sean capaces de hacerlo, en el desempeño de trabajos satisfactorios y productivos” (p.5).

Frente a esto las medidas y propuestas que se sugieren apuntan a que los países adopten políticas para ampliar las posibilidades de empleo, como nuevas modalidades de trabajo basadas en la jubilación flexible, los entornos laborables adaptables y la rehabilitación profesional para personas de edad con discapacidades, de forma que las personas de edad puedan combinar el empleo remunerado con otras actividades” (p.16).

Se reconoce en estas líneas que la jubilación “guillotina” o jubilación por edad legal, como etapa de inactividad, de retiro total no es beneficiosa económicamente para un país, tanto por la carencia de mano de obra como por los costos que requiere. Tampoco, como se quiere mostrar en el documento, es beneficiosa para la persona, por ello se propone;

“Promover, según proceda, un nuevo enfoque de la jubilación que tenga en cuenta las necesidades del empleado, así como las del empleador, en particular aplicando el principio de las políticas y prácticas de jubilación flexible al tiempo que se protegen los derechos adquiridos a la pensión. Entre las posibles medidas para lograr este objetivo figuran reducir los incentivos y las presiones para una jubilación anticipada y eliminar los desincentivos para trabajar después de la edad de jubilación, por ejemplo, protegiendo los derechos adquiridos a las pensiones, los derechos a las prestaciones por discapacidad y los beneficios de salud, que no deben verse afectados por el retraso en la edad de jubilación” (p.18).

Se reconoce en el documento que un cambio en el discurso habilita prácticas, un cambio en la mirada sobre las personas mayores permite pensar en otras posibilidades;

“Cuando el envejecimiento se acepta como un éxito, el recurso a las competencias, experiencias y recursos humanos de los grupos de más edad se asume con naturalidad como una ventaja para el crecimiento de sociedades humanas maduras, plenamente integradas” (p.4).

Estas propuestas hacen coincidir en el discurso las necesidades de la sociedad, del sistema productivo con la de las personas mayores de modo tal que la propuesta beneficia a ambos; Las expectativas de las personas de edad y las necesidades económicas de la sociedad exigen que las personas de edad puedan participar en la vida económica, política, social y cultural de sus sociedades(p.5).

Se habla de una “sociedad para todas las edades” en la que no haya discriminación por razones de edad. En ella la persona mayor tiene derecho a beneficiarse del desarrollo pero también tiene la obligación de aportar a este, para evitar de este modo ser considerado un grupo pasivo que disfruta los beneficios que de él se derivan; Las personas de edad deben ser participantes plenas en el proceso de desarrollo y compartir también los beneficios que reporte. No debe negarse a nadie la posibilidad de beneficiarse del desarrollo” (p.13).El beneficio no es solo para las personas sino que, como se intentó mostrar, el beneficio es para un determinado sistema de producción y una determinada idea de desarrollo.

4.4. Las referencias a la educación en el plan de Madrid.

En el Plan de Madrid la educación de adultos mayores aparece vinculada a dos grandes cuestiones; por un lado se propone que los adultos mayores accedan a propuestas de educación a lo largo de toda la vida, y por otro lado se propone que se elaboren propuestas en las que estos sean los mentores, maestros y consejeros.
Con relación al primer aspecto se habla de igualdad de oportunidades durante toda la vida en materia de acceso en educación permanente, capacitación y readiestramiento, así como de orientación profesional y acceso a servicios de colocación laboral. Las cuestiones que se incluyen sobre las que se espera que los interesados en los asuntos de los adultos mayores elaboren medidas son: alfabetización, educación básica y permanente, capacitación en primeras letras y en aritmética elemental, capacitación y readiestramiento laboral, capacitación en nuevas tecnologías de la información.

Llama la atención el uso de estos diversos conceptos que hacen referencia especialmente a la educación vinculada a la actualización y compensación de conocimientos y saberes que no pudieron adquirirse en otras etapas de la vida, y al trabajo. Se sostiene por ejemplo que;

“Los países en desarrollo cuentan hoy con un gran número de personas que llegan a la vejez con conocimientos mínimos de las primeras letras y la aritmética elemental, lo cual limita su capacidad para ganarse la vida y constituye por lo tanto un obstáculo para gozar de la salud y el bienestar. En todos los países, la educación y la capacitación permanentes son también requisitos previos para la participación de las personas de edad en el empleo(p.21).

En otro pasaje del texto se encuentran referencias similares;

“La capacitación, el reciclaje y la educación son determinantes importantes de la capacidad de un trabajador para cumplir su trabajo y adaptarse a los cambios en el entorno laboral. Los cambios tecnológicos y de organización pueden hacer que los conocimientos de un empleado sean obsoletos y reducir enormemente el valor que se asigna a la experiencia laboral acumulada previamente. Hay que hacer más hincapié en el acceso a las oportunidades de adquirir conocimientos, educación y capacitación de las personas de edad en la fuerza de trabajo”(p.21).

Si bien se habla de educación permanente como en el Plan de Viena, esta se relaciona más con la educación a lo largo de la vida orientada a la capacitación y actualización laboral.

El tema de las nuevas tecnologías aparece con fuerza en el documento, a diferencia del Plan de Viena, cuestión que es entendible por la época en la que aquel fue redactado.  Se menciona en el Plan de Madrid que el dominio de estos temas es indispensable para desempeñarse en nuestra sociedad actual para evitar la marginación, se sostiene que;

“Los cambios tecnológicos pueden contribuir a la alienación de las personas de edad carentes de educación o capacitación: un mayor acceso a la educación en la juventud beneficiará a las personas a medida que van envejeciendo, incluso para afrontar los cambios tecnológicos. No obstante, pese a ello, los niveles de analfabetismo siguen siendo elevados en muchas regiones del mundo. La tecnología puede utilizarse para unir a las personas y contribuir de esta forma a reducir la marginación, la soledad y la separación entre las edades. Por consiguiente, habría que adoptar medidas para permitir el acceso, la participación y la adaptación a los cambios tecnológicos de las personas de edad” (p.21).

Puede decirse que en este Plan ya no se habla de educación en un sentido tan amplio como podía reconocerse en Viena, en donde esta aparecía ligada a una diversidad de formas y propuestas de las que, sin embargo, no se precisan formas concretas. Tampoco se utiliza la expresión “derecho a la educación” pese a hablarse de los derechos en general a lo largo del documento. Por otra parte se habla siempre de “acceso” y no hay referencias con relación a los procesos, al recorrido que los adultos mayores pueden hacer en esas propuestas en las que se los quiere incluir.

El segundo aspecto contemplado para la educación de adultos mayores es el de la utilización plena de las posibilidades y conocimientos de las personas de edad, en base al reconocimiento de experiencia de la que se los supone portadores, adquirida con la edad. Se propone la creación de programas intergeneracionales en los cuales los adultos mayores puedan intercambiar conocimientos y experiencias desde el rol de mentores, mediadores, consejeros y voluntarios.

Como cierre a lo expuesto hasta aquí puede decirse que en esta etapa se muestra al envejecimiento como posibilidad desde lo individual, se resalta sus implicancias negativas desde lo poblacional y se elabora una propuesta que se muestra beneficiosa para ambas partes, es decir positiva para las personas cuando es, además, funcional o conveniente para el mantenimiento de un determinado sistema de producción y de un determinado ideal de desarrollo. La participación, la actividad aparecen entonces como ideales que llevan a una vejez digna y plena. La educación, como fin en sí misma, le posibilita a la persona estar actualizada, seguir vinculada y activa. Puede decirse que en el Plan de Madrid se postulan con más fuerza ideas y propuestas que aparecen en el Plan de Viena de modo incipiente como la flexibilización de la jubilación, el aprovechamiento de los adultos mayores como fuerza de trabajo, la educación como práctica que contribuye a mantenerlo actualizado y vinculado a los asuntos de la sociedad.

5. Sobre la operatoria. Promoción de procesos de adopción de recomendaciones.

A lo largo de la lectura de los documentos se reconoce una intencionalidad de ONU de lograr que los países tomen conciencia de las implicancias del envejecimiento poblacional y que intervengan sobre el mismo para evitar consecuencias no deseadas, incorporando estas recomendaciones en forma compatible con su cultura, necesidades y particularidades (Res. 40/29 de 1985).

Para ello se proponen lineamientos y directrices para la intervención como guías para el desarrollo de acciones de modo tal que tengan cierta vinculación entre sí, evitando que cada país aborde el fenómeno de modo particular. Todo lo que se hace se justifica por la “necesidad de guiar las acciones”. En ese marco los gobiernos aparecen como los principales responsables de emprender acciones para las personas mayores pero no los únicos y hay fuertes referencias al papel que deben cumplir también otras instancias como las organizaciones no gubernamentales, el sector privado, los órganos especializados y la sociedad civil, la familia y a la comunidad. (Res. 1989/50).

Estos lineamientos y directrices para la intervención planteando deberán ser necesariamente globales y generales para llegar con ellos a realidades muy diversas. Por ejemplo en el Plan de Acción de Viena se plantea que;

sólo se puede proponer directrices amplias y establecer principios generales sobre las maneras en que la comunidad internacional, los gobiernos y otras instituciones, y la sociedad en su conjunto, pueden hacer frente al problema del envejecimiento progresivo de las sociedades y a las necesidades de las personas de edad en todo el mundo. Por su propio carácter, los enfoques y políticas más concretos deben concebirse y enunciarse en función de las tradiciones, los valores culturales y las prácticas particulares de cada nación o comunidad étnica por separado, y los programas de acción deben adaptarse a las prioridades y a las posibilidades materiales de cada país o comunidad(p.13).

Frente a esta cuestión cabe el planteo de algunos interrogantes ¿tienen incidencia los discursos generados en estos ámbitos de definición de la cuestión sobre las políticas nacionales y locales? Si las recomendaciones son globales y generales, porque se apunta llegar a diversas realidades sociales, políticas y culturales, ¿Qué sucede con ellas en las sucesivas concreciones? ¿Qué procesos de transformación y recontextualización se operan sobre ellas?

Es de esperar en estos ámbitos de definición cierto grado de generalidad para abarcar con ella una multiplicidad de realidades, pese a eso la amplitud de la propuesta lleva a la pregunta por su especificidad. Las definiciones generales tienen mayor probabilidad de generar entendimientos y acuerdos pero también dan lugar a diversas interpretaciones y lecturas de acuerdo a los marcos referenciales con los que quien interpreta se acerca a ellas. El recurso de apelar a ideas que por su fuerza y tradición son capaces de encontrar aceptación en diversos contextos puede interpretarse como una modalidad o estrategia capaz de generar procesos de diseminación e incidencia de las recomendaciones y formulaciones que se generan en este contexto. Se considera que esto es lo que sucede cuando en este ámbito se habla de envejecimiento activo, o de derecho a la educación, o de educación permanente. Estas son expresiones que en principio dan la sensación de entendimiento en tanto se genera una identificación positiva con tales términos. Nadie podría oponerse a la idea de envejecimiento activo y positivo o a la idea de educación como derecho, sin embargo estos conceptos condensan en si diversos modos de interpretación y sentidos por lo que no siempre se habla de lo mismo cuando se refiere a ellos.
                                                                                                                   
6. Sobre el contenido. Los discursos y conceptualizaciones en torno al envejecimiento y la educación de adultos mayores.

6.1. Una lectura crítica sobre el discurso del envejecimiento activo.

Los estudios e investigaciones llevados a cabo en el seno de este organismo en lo que respecta a la etapa analizada se realizaron mayoritariamente sobre países desarrollados. Sólo recientemente se han sumado a la cuestión los países en desarrollo aportando su especificidad en torno al fenómeno, por lo que el envejecimiento que preocupa en este contexto es el propio de esos países, con sus particulares formas de organización económica, social, política y productiva. Desde esta óptica es que se han señalado las consecuencias no deseadas y los impactos negativos que el envejecimiento tiene fundamentalmente en términos económicos y a raíz de ello se han elaborado diversas recomendaciones y sugerencias que apuntan a evitar o minimizar tales impactos negativos. Desde esta mirada se pone el foco en determinada vejez, esto es, la vejez del jubilado, no contemplándose en la misma medida otras vejeces como la de las mujeres, la de personas de zonas rurales, de personas mayores que, por diversas razones en general económicas, no han tenido acceso a haberes jubilatorios, etc.

Las medidas propuestas concretamente pueden resumirse en la búsqueda de nuevas modalidades de trabajo, de jubilación flexible y entornos laborables adaptables y se fundan en la consideración de que los cambios en la estructura por edad de las poblaciones afectarán la relación de la población económicamente activa con respecto al mantenimiento de la población “pasiva”. Estas medidas implican actuar sobre una institución con carácter ambivalente: la jubilación. Pese a los análisis que muestran su origen asociada a determinado sistema de producción y como figura funcional a dicho sistema, se han instaurado de otros significados. Se la concibe también como etapa de merecido descanso, de posibilidad de explorar nuevos horizontes, de cumplir metas aún no alcanzadas, por lo que resulta complejo y polémico introducir transformaciones sobre una práctica institucionalizada, incluso más recientemente, asociada a un derecho.

Estas medidas requieren contar con personas que asuman esta nueva realidad. Si hasta entonces las políticas e intervenciones para este colectivo poblacional apuntaban al mantenimiento pasivo bajo la forma de pensiones, o diversas modalidades de ayuda y protección, lo que se propone y se necesita ahora es una contribución activa de la persona al proceso de desarrollo. La apelación a los adultos mayores como “nueva fuerza para el desarrollo” da cuenta de esta intención.
La imagen de la vejez como periodo de pérdidas, de enfermedades, de aislamiento social no permite sostener y llevar a cabo propuestas como las elaboradas desde estos ámbitos, para ello parece necesario refundar la imagen social de la vejez para mostrar otras posibilidades. Es aquí donde se reconoce el intento de este organismo por realizar una operación discursiva que permita, en el umbral de lo posible, concebir a los adultos mayores, generalmente asociados a la pasividad, inactividad e improductividad, y señalados como los responsables de los problemas detectados; como sujetos activos, comprometidos y capaces de participar en el proceso de desarrollo. Sólo así, sólo logrando que los adultos mayores sean vistos por la sociedad, pero fundamentalmente por ellos mismos, como personas capaces, se pueden proponer medidas como las analizadas. La revalorización de la imagen de la vejez desde otros marcos explicativos permite poder llevar a cabo el ideal de desarrollo de estos organismos sin que la vejez sea un impedimento para ello.

Una de las cuestiones sobre las que se trabaja en esta operación discursiva como intento de resituar a la vejez en otro lugar y desde otros marcos explicativos, es la constante referencia en los documentos al envejecimiento como una oportunidad, como etapa de sabiduría y experiencia, como sinónimo de éxito de la humanidad, que puede ser aprovechada por los países, y el reconocimiento de las contribuciones que las personas mayores realizan en la sociedad: cuidado de los nietos, apoyo económico en el hogar, transmisión de saberes y experiencia, entre otras cuestiones. Todas ellas se resumen en la idea, que aparece incipientemente en el Plan de Viena, pero explícitamente formulada en el Plan de Madrid, de envejecimiento activo.
El discurso del envejecimiento activo se propone como modelo de identificación para los adultos mayores en tanto transmite una imagen deseable sobre el envejecimiento. Define modos de ser, decir y devenir como adulto mayor a nivel individual y como parte de un colectivo etario.

Se reconoce en la definición formulada por este organismo una visión optimista del desarrollo humano en las edades avanzadas de la vida, en tanto que el eje de su significado se apoya en las reiteradas referencias a la optimización y el despliegue de potencialidades.  Yuni y Urbano (2013).

Yuni y Urbano (2013) plantean que la noción de envejecimiento activo puede ser analizada como un artificio, una invención socio-cultural que permite estabilizar un orden representacional contradictorio y paradojal. La palabra envejecimiento, tradicionalmente asociada a la pasividad, la desvinculación, la enfermedad se acompaña de su opuesto; la actividad.  En relación a ello dicen estos autores que este discurso revela la torsión simbólica de la que es objeto la noción de envejecimiento, que al agregársele el adjetivo activo, es transformada en un término utópico y con fuerte contenido instituyente en términos imaginarios y políticos. En disonancia con esta representación biologicista-regresiva del envejecimiento, la calificación de activo declama y declara una carta de intención acerca de la posición proactiva que tienen los sujetos sobre su acontecer temporal.

Desde la Gerontología Crítica se plantea que no se trata de promover una imagen simplemente positiva y optimista sobre las posibilidades de las personas mayores, puesto que, como advierte Martín García (1999) esto en ocasiones no es sino una estrategia ideológicamente coyuntural y económicamente interesada de determinados sectores socioeconómicos para transmitir una imagen desenfadada y entusiasta de los mayores, de modo que se canalicen determinados intereses de éstos hacia actividades de carácter consumista. Frente a esto no puede dejar de considerarse dos nuevas realidades del envejecimiento que impactan en la economía: por un lado, la emergencia del colectivo de adultos mayores como un poderoso instrumento consumidor: viajes, ocio, cultura, cuidados de salud. Por otro, la emergencia del envejecimiento como reserva de capital humano o fuerza laboral que puede ser utilizada (Moody, 1988 en Martin García, 1999).
Una mirada crítica sobre el discurso del envejecimiento activo también revela una orientación hacia la adaptación del adulto mayor a la sociedad que remite a la perspectiva teórica del funcionalismo. La participación se entiende como un hacer para no desactualizarse ni desvincularse, no hay indicios de una participación entendida como transformación y emancipación, como se postula por ejemplo desde la Gerontología Crítica, desde la cual se pondría en cuestión las imágenes promovidas que resaltan lo “bueno de envejecer” sin atender a las particularidades de este proceso y sin cuestionar la organización político social que origina las representaciones tradicionalmente imperantes sobre los mayores.
Hay que reconocer además que se plantea una imagen del adulto mayor que enaltece los aspectos positivos de la vejez al plantearse propuestas que los tienen de protagonistas y transmisores de saberes y experiencia, sin reconocer que no todas las personas llegan a la misma con un cúmulo de conocimientos que deseen o puedan transmitir. Es interesante esto porque a lo largo de los documentos se habla de la necesidad de superar estereotipos y prejuicios que muestren a las personas mayores como individuos que padecen problemas físicos y psicológicos, que están siempre enfermos, que no desempeñan ningún papel en la sociedad y que son dependientes, pero se cae en el extremo opuesto. Dulcey Ruiz (2005) plantea que la edad por sí sola no significa experiencia, ni sabiduría, ni autoridad. Hay muchas formas de vivir la vejez, tantas como personas existen. Considerar a las personas viejas por igual sabias, expertas o prudentes es un prejuicio que estereotipa y desconoce la gran variabilidad interindividual de las vejeces.
El envejecimiento activo se propone como un ideal, una exigencia para los adultos mayores movidos a alcanzar el ideal. Frente a esto es preciso evitar posturas que responsabilicen exclusivamente al individuo para la consecución de un envejecimiento “optimo”. Se trata de evitar la creencia de que si el individuo es el responsable de la gestión de su envejecimiento con éxito también lo será cuando no alcance el intento. El resguardo debe estar además en que miradas como estas no favorezcan la estigmatización de quienes no alcancen este ideal de envejecimiento.

Es preciso considerar la existencia de múltiples concepciones y formas de envejecimiento exitoso según las personas que lo viven y preguntarse acerca de los diversos significados que pueden ser atribuidos por las personas. La cuestión es saber desde qué lugar y cómo los Estados y sus acciones que se basan en esta idea terminan por pensar concretamente el envejecimiento de los individuos de una sociedad.

6.2. La multireferencialidad en torno a la educación. Una mirada más allá de los entendimientos aparentes.

En los documentos analizados se utilizan, sin mayores precisiones acerca de su significado y alcance, términos como educación permanente, educación continua, capacitación, aprendizaje permanente, formación profesional, educación como derecho. Frente a esta diversidad se hace necesario un breve rastreo por los términos mencionados. 

En los documentos analizados la educación aparece reconocida explícitamente como un derecho. Frente a este hecho, que la educación sea reconocida como un derecho y no como un servicio, oportunidad o mercancía, y que esto se piense en el marco de los estados, es muy importante porque da garantías del cumplimiento efectivo del mismo. Sin embargo la idea del derecho a la educación no es unívoca y ha sido conceptualizada de diversos modos por lo que es interesante problematizar y definir en qué educación se está pensando para las personas mayores y cómo se pretende efectivizar este derecho desde estos ámbitos de definición de la cuestión a los fines de precisar mejor esta idea.

Rosa María Torres (2005) plantea que en el tratamiento del derecho a la educación ha habido posturas que lo han definido asociado a la educación básica y otras que parten de la perspectiva del aprendizaje a lo largo de la vida y de la educación permanente.
Esta autora, tras realizar un análisis de los principales eventos e instrumentos referidos al derecho a la educación, afirma que:

“en este recorrido de más de medio siglo por la literatura sobre el derecho a la educación, éste ha venido interpretándose de maneras diversas, con diversos alcances y énfasis. No es claro que haya habido un “desarrollo progresivo” de dicho derecho, como sostienen Daudet y Singh (2001). Hay avances pero también pérdidas y retrocesos. Así mismo hay diferencias e inconsistencias en el manejo del derecho a la educación no sólo entre diversos instrumentos y organismos sino en el seno de un mismo organismo” (Torres, 2005, p. 3).

En relación a esto último, toma como ejemplo el Informe Mundial sobre la Educación 2000 de la UNESCO, titulado El derecho a la educación: Hacia una educación para todos a lo largo de la vida, en el que se reconoce dicho derecho “desde la educación inicial o básica hasta el aprendizaje a lo largo de toda la vida” (Prefacio).Luego, un documento de la UNESCO del año 2001  plantea “asegurar que todos los pueblos, en todo el mundo, reciban una educación escolar apropiada, es el desafío moral más grande de nuestro tiempo” (Prefacio).

Cuando el derecho a la educación es entendido como derecho a acceder a una educación básica, generalmente queda asociado a la escuela primaria y a la infancia. Esta reducción de la educación a la educación escolar permanece en el corazón del ideario y de las políticas educativas, a pesar del viejo reconocimiento acerca del rol educativo fundamental de la familia, la comunidad, y los medios de comunicación, y a pesar de la moderna expansión de los espacios y herramientas de información, comunicación y aprendizaje por fuera del sistema escolar, incluyendo el ciberespacio. Por el contrario las perspectivas que parten de la idea de educación permanente han permitido ampliar el alcance de este derecho ya que se lo piensa como propio de la persona a lo largo y a lo ancho de toda la vida.

Bajos Santos (2009) destaca que la concepción misma de educación permanente no es univoca. UNESCO y OCDE no proponen lo mismo cuando hablan de esta idea. En los documentos analizados sin embargo no se observa que esto sea aclarado.
El concepto de educación permanente es desarrollado en 1970 por P. Legrand. Esta idea es retomada en el Informe de la Comisión Internacional de Desarrollo Educativo presidida por E. Faure (1972), titulado “Aprender a ser”. La UNESCO promovió un debate global que condujo a la publicación de este informe que se constituyó un hito en el establecimiento del planteamiento y la declaración oficial de la UNESCO respecto de los principios de la educación permanente.
Como sustento de la exigencia de adaptación de la educación a las demandas de una sociedad en cambio y en base al diagnóstico sobre el anacronismo de los sistemas educativos respecto de las sociedades en las que están insertas y la necesidad de adaptación de la educación a las exigencias económicas, profesionales, científicas y técnicas de la sociedad, el Informe proclama el aprendizaje a lo largo de la vida como nueva idea rectora de las políticas educativas. Al punto que afirma que

“actualmente la educación ya no se define en relación a un contenido determinado que se trata de asimilar, sino que se concibe, en su  verdad, como un proceso del ser que, a través de la diversidad de su experiencia, aprende a expresarse, a comunicar, a interrogar al mundo y a devenir cada vez más el mismo…La educación tiene un sitio en todas las edades de la vida y en la multiplicidad de las situaciones y de las circunstancias de la existencia. Recobra su verdadera naturaleza, que es la de ser global y permanente, y franquea los límites de las instituciones, de los programas y de los métodos que le han sido impuestos en el curso de los siglos” (1973, p. 220).

Así entendida la educación permanente se concibe como un principio que fundamenta e infunde permanencia a todo y a todos los aspectos y dimensiones del hecho educativo. La educación permanente

no es ni un sistema ni un sector educativo sino el principio en el cual se funda la organización global de un sistema y por tanto, la elaboración de cada una de sus partes”. (1973, p. 265)

El rasgo específico del Informe Faure es la defensa de la educación permanente como idea rectora de las políticas y reformas educativas desde una base de humanismo científico en busca de la promoción de todos los aspectos del hombre completo en la integridad de sus dimensiones física, intelectual, afectiva.

Desde el punto de vista de la UNESCO, la educación debería abarcar toda la vida para todos los sujetos, desde la educación preescolar hasta la educación de adultos y en todos los entornos, y no sólo un tramo escolar o universitario para una minoría de privilegiados. Esta visión consagrada en el Informe Faure es ampliada por el Informe Delors de 1996, también realizado a cargo de la UNESCO, titulado “La educación encierra un tesoro”, el documento sostiene “la gran actualidad” de las recomendaciones del Informe Faure. Consagra la necesidad de una educación a lo largo de la vida para responder a una sociedad en cambio constante y sanciona cuatro principios rectores de la educación. Tres de ellos ya promovidos por el Informe Faure bajo otra denominación (principios ahora denominados aprender a conocer, aprender a hacer y aprender a ser). El cuarto se denomina aprender a convivir y se propone como respuesta al contexto multicultural en el que se desenvuelven las sociedades occidentales actuales.
Más allá de sus diferencias y de las más de dos décadas que median entre el Informe Faure (1972) y del Informe Delors (1996), ambos se refieren de hecho a la “sociedad del aprendizaje” como norte de la educación. (Torres, 2005)
Bajos Santos (2009) plantea que varios autores, entre ellos Kallen (1980), Rubenson, (2004) y García Garrido (2005), coinciden en calificar a este concepto de la educación permanente, como humanista y en consonancia con el avance cultural y científico en beneficio de la humanidad. Kallen (1980, citado por Bajos Santos, 2009) sostiene que es un concepto en torno al cual la UNESCO logro aglutinar a todos los estados miembros, desarrollados y en proceso de desarrollo, con regímenes democráticos y no democráticos. Bajos Santos también da cuenta del planteo de Rubenson quien habla de una “extraña mezcla de abstracciones globales, aspiraciones utópicas y estrechas cuestiones prácticas que con frecuencia oscurecen la idea general” y del posicionamiento de Wain (1987) quien plantea que “las cuestiones prácticas nunca fueron realmente respondidas y la discusión se mantuvo en el nivel de las ideas imprecisas”.Es preciso remarcar aquí la cercanía de estas discusiones con lo que en este trabajo se incluye bajo la idea de conceptos estelares.

Frente a la visión humanista e incluyente de la educación a lo largo de la vida promovida por la UNESCO, la OCDE habla de educación recurrente, desde una visión economicista, expuesta en términos de capital humano y mayormente dirigida a objetivos conducentes a paliar la situación de crisis económica y las elevadas tasas de desempleo manifiestas en muchos países occidentales a comienzos de los setenta. Así, frente al término de educación a lo largo de la vida, la OCDE empleó el de educación recurrente, proponiendo medidas políticas específicamente dirigidas a la mayor preparación de los jóvenes para el mundo laboral.

El modelo de educación recurrente fue defendido como una alternativa al periodo de educación inicial, cada vez más largo, que retenía a los jóvenes en la escuela, alejados de la vida real (Bajos Santos, 2009). Esto, sumado a lo que se ha venido planteando en este trabajo en torno al envejecimiento poblacional que ya manifestaban en esa época los países europeos, seguramente generó un terreno propicio que contribuyó a su aceptación.
El objetivo fue proveer una fuerza laboral más productiva y eficiente, destinada a incrementar la competitividad económica y mejorar el nivel de vida de los países miembros, reduciendo la educación permanente a cuestiones de empleabilidad, competitividad, eficiencia productiva y adaptabilidad a las nuevas tecnologías.

Bajos Santos (2009) menciona que en los últimos años la OCDE ha incluido en su agenda objetivos de bienestar personal y social y ha prestado atención a niveles educativos no inmediatamente vinculados con el mundo laboral (como la educación infantil), pese a esto este autor manifiesta que el discurso de este organismo sigue mayormente vinculado a fortalecer el impacto social y, sobre todo, económico, de la educación.

6.3. ¿Y entonces? ¿Qué derecho a la educación para los adultos mayores proponen estos organismos?

Cuando estos organismos enarbolan las ideas de derecho a la educación, cuando hablan de educación permanente o de aprendizaje a lo largo de la vida, ¿con qué alcances y sentidos lo hacen?
El análisis realizado en cada una de las etapas fue poniendo de manifiesto que no es unívoco el sentido con el que usan estos términos. En el Plan de Viena desde el discurso se reconoce un enfoque de la educación desde la perspectiva de educación permanente tal como la plantea UNESCO que, como se vio, se basa en un ideal humanista. En el plan de Viena las referencias sobre la educación tienden a darle a ésta un sentido y un alcance muy amplio en tanto se piensa a los adultos mayores como receptores de todo tipo de educación. Para ser consecuente con ese ideal humanista ¿basta con abrir las instituciones y propuestas existentes? ¿No sería necesario antes bien operar un cambio en ellas? Se dice que el ideal de educación permanente es el principio en el cual se funda la organización global de un sistema y la elaboración de cada una de sus partes, por ende la organización de ese conjunto de instituciones educativas (en sentido amplio) debería basarse en un principio que no se reduzca a la sola pretensión de incluir a los adultos mayores a lo existente sino, antes bien, a la inclusión de toda persona como sujeto inacabado.

En el Plan de Madrid directamente se observa una reducción de educación a las ideas de capacitación y readiestramiento laboral pese a hablarse de educación permanente, lo que va en línea con la definición de este concepto que se hace desde la OCDE. La adopción de esta perspectiva puede entenderse nuevamente al recordar que en este evento participaron en su mayoría países desarrollados, europeos fundamentalmente, a quienes les preocupaba el envejecimiento registrado en sus poblaciones.
Vemos aquí que el mismo término es usado con dos significados y alcances totalmente distintos en cada uno de los Planes Mundiales. En estos documentos estas ideas aparecen claramente como estos conceptos estelares que persiguen la generación de procesos de identificación y aceptación. Luego cada país debe, en el marco de sus realidades, elaborar las medidas concretas.

En este punto podemos avanzar en torno al interrogante acerca de cómo efectivizar para los adultos mayores el derecho a la educación, con qué sentidos pensar en la educación permanente y el aprendizaje a lo largo de la vida. Lejos de esa discusión en este ámbito la educación aparece planteada en el marco de los documentos analizados como medio e instrumento que permite alcanzar el ideal de vejez que se propone, el que como se ha tratado de mostrar resulta, funcional a los intereses de un determinado sistema económico.

Tal vez un camino para la educación de los adultos mayores se acerque al modelo educativo denominado “crítico”, propuesto por Yuni y Urbano (2005), en el que la educación no sólo sería un medio para mantenerse activo y sano sino que sería la vía para alcanzar la comprensión de las instancias que llevan a la creación de determinada situación. En el caso de los adultos mayores implicaría comprender que las estructuras sociales, económicas y políticas de la sociedad contribuyen a la creación de determinadas vejeces. Lejos de aceptar aquel fatalismo, la educación podría tender el puente entre la situación desfavorable y emancipación social.

7. A modo de cierre

Revisar las perspectivas desde las cuales se ha explicado y explica el envejecimiento desde el ámbito de Naciones Unidas permitió conocer y comprender los discursos que influyen en la elaboración de políticas en los planos nacional y local. Estos discursos reaparecen en procesos de diseminación en diversos ámbitos y contextos en los que son apropiados por tomadores de decisiones actuando como fundamentos de las acciones destinadas a las personas mayores, como es el caso de las acciones educativas.
En este contexto, el análisis ha identificado una determinada conceptualización en torno al envejecimiento y la educación de adultos mayores, pero además un intento por hacer que las cuestiones tratadas y las recomendaciones elaboradas puedan incidir en distintas realidades y contextos nacionales. En ese marco el recurso de apelar a ideas que por su fuerza y tradición son capaces de encontrar aceptación en diversos contextos y cierto grado de generalidad en la definición de la cuestión han sido interpretados como estrategias para promover la adopción de recomendaciones. La apelación a los “conceptos estelares” da cuenta de ello.

La amplitud de la propuesta condujo a la pregunta por su especificidad en tanto se comprendió que las definiciones generales tienen mayor probabilidad de generar entendimientos y acuerdos pero también dan lugar a diversas interpretaciones y lecturas de acuerdo a los marcos referenciales con los que quien interpreta se acerca a ellas.

El ideal del envejecimiento activo aparece en estos ámbitos como una nueva realidad discursiva que se propone como modelo identificatorio para los adultos mayores, transmitiendo una imagen deseable y definiendo modos de ser, decir y devenir adulto mayor. Una mirada crítica sobre este concepto permitió mostrar su carácter homogeneizante en tanto promueve una imagen positiva sin atender a diferentes formas de vivir la vejez. Intentando romper con estereotipos que muestran a las personas mayores desde una imagen negativa se propone otra en extremo positiva que también estereotipa y desconoce la gran variabilidad de vejeces.
La idea de envejecimiento activo revela también una orientación hacia la adaptación del adulto mayor a la sociedad, cercana a las teorías funcionalistas. La actividad a la que alude el concepto hace referencia a un hacer orientado al mantenimiento de funciones y a la actualización del mayor para que este pueda seguir formando parte de la sociedad, sin su cuestionamiento. Se hace de la vejez un asunto dicotómico de adaptación o inadaptación a un conjunto de normas predefinidas por el sistema social dominante, donde la relación de ajuste es unidireccional, reforzándose así el status quo al propiciar una mirada acrítica de las estructuras que definen dichas normas y pautas.
Desde el discurso de los organismos internacionales, la imagen de la vejez como periodo de pérdidas, de enfermedades y de aislamiento social no permite sostener y llevar a cabo propuestas como la de flexibilización de la jubilación, por lo que parece necesario refundar la imagen social de la vejez para mostrar otras posibilidades. Es aquí donde se reconoce el intento de este organismo por realizar una operación discursiva que permita, en el umbral de lo posible, concebir a los adultos mayores, generalmente asociados a la pasividad, inactividad e improductividad, y señalados como los responsables de los problemas detectados, como sujetos activos, comprometidos y capaces de participar en el proceso de desarrollo. Como se sostuvo, esto permite poder llevar a cabo el ideal de desarrollo de estos organismos sin que la vejez sea un impedimento para ello.

Frente a imágenes de la vejez que tiñen a esta etapa de un destino fatalista e inevitable resultan valiosos los intentos de transformación de la idea de envejecimiento que intentan proveer de un nuevo vocabulario a un antiguo modo de tratamiento del tema. Es innegable que son necesarias nuevas definiciones, nuevas formas de categorización, otros sentidos sociales alrededor de este período de la vida, comúnmente entendido como una etapa de descanso, retiro y declinación. Ahora bien el resguardo debe estar en evitar caer en un optimismo simplista que resalte lo positivo de envejecer sin atender las particularidades de todo proceso de envejecimiento y más aún aceptar pasivamente ideales que son beneficiosos para determinados intereses. No se trata entonces de abandonar una definición global, homogénea y totalizadora sobre los mayores para proponer otra, aunque opuesta, igualmente homogeneizadora.
Construir un nuevo modelo de envejecimiento donde se revalorice social, política, económica y culturalmente el concepto de vejez y se reconozca a las personas mayores como ciudadanos activos y como un recurso humano esencial de participación y colaboración en los acontecimientos que ocurren en la sociedad es insuficiente si no se operan cambios en las estructuras sociales, económicas y culturales que originaron dichas representaciones.
Con respecto a la mirada en torno a la educación se puso de manifiesto que hay una multireferencialidad en torno a la misma desde el tratamiento del tema en el ámbito de Naciones Unidas, expresada en el uso de diversos conceptos que posibilitan entendimientos aparentes, tal es el caso de la mirada de la educación como derecho y las referencias a esta como educación permanente y a lo largo de la vida. Sólo se enuncian los términos pero no se especifican alcances ni maneras de concretarlos, por lo que se los entiende como conceptos estelares que persiguen procesos de adhesión y aceptación a tales ideas sin una discusión de fondo de lo que implica cada una, de sus modos de efectivización y sus alcances.
Pese a esto el análisis de los documentos mostró que no es único el sentido con el que se usan estos términos. En el Plan de Viena las referencias sobre la educación le dan un sentido y alcance más amplio en tanto se piensa a los adultos mayores como receptores de todo tipo de educación. Por el contrario en el Plan de Madrid se observó una reducción de la educación a las ideas de capacitación y readiestramiento laboral, consecuente con las necesidades de países desarrollados en los que en esos momentos el crecimiento de la población adulta mayor ponía en duda la continuidad de sus sistemas de seguridad social. Frente a esto se pretendía avanzar en reformas para extender y/o flexibilizar la edad jubilatoria. La referencia a las personas mayores como nueva fuerza para el desarrollo da cuenta de esas intencionalidades.

Desde los documentos la educación aparece como medio para alcanzar el ideal de envejecimiento activo, el que, como se ha tratado de mostrar, resulta funcional a los intereses de determinado sistema económico. Desde este enfoque se considera que la realización de cualquier actividad permite la mejora adaptiva del sujeto al entorno, en búsqueda de mantener su vinculación e integración social, teniendo menos fuerza las referencias a una  actividad  más ligada al ejercicio de la ciudadanía. Este último sentido de la actividad se hace más fuerte a partir de la etapa D, no presentada en este artículo, a partir de la creación de una perspectiva latinoamericana en torno a los asuntos e intervenciones sobre la vejez.
La efectivización del derecho a la educación de los adultos mayores debe hacerse en el marco de una discusión sobre sus sentidos, avanzando en entendimientos y explicitación de alcances y supuestos, evitando caer en lugares comunes, palabras vaciadas de sentido y prácticas repetitivas. Cómo se garantiza ese derecho para las personas mayores debe ser el tema de reflexión que parta de lo que las mismas personas mayores tengan para decir acerca de ellas mismas. No basta con proponer “la educación para los adultos mayores”. Hace falta avanzar en una discusión seria acerca de los sentidos y fines que se le asignan sin caer en una actitud paternalista de predefinir lo que “ellos necesitan” excluyéndolos de la toma de decisiones. En definitiva se plantea no repetir los errores tan criticados en torno a la escolarización, como forma de materializar el hecho educativo.

El imperativo de aclarar el contenido y la finalidad de la educación para las personas mayores se hace más urgente en estos momentos donde los esfuerzos de los gobiernos y organismos internacionales se dirigen a la creación de una convención, es decir de un tratado jurídicamente vinculante que tiene la finalidad de aclarar el alcance y contenido de los derechos reconocidos para los adultos mayores. En relación al derecho a la educación debemos velar para que éste no sea restringido, tomando conciencia de lo que la educación, entendida como proceso a lo largo de la vida, puede hacer para mejorar, no sólo la calidad de vida de las personas mayores, sino la de todos en tanto sujetos con capacidades y potencialidades para aprender a lo largo de toda nuestra existencia.
Avanzando en torno a pensar en orientaciones de una política para la EAM y las cuestiones que deberían tenerse en cuenta a la hora de su diseño, no deben perderse de vista las traducciones que hacen los distintos actores que intervienen en los distintos niveles. En el proceso de recontextualización de la política los actores otorgan diversos sentidos a los planteados en los programas y proyectos. Avanzar en estos cuestionamientos lleva a comprender que los conceptos enunciados de modo general, aquellos que permiten crear acuerdos, que nos dan la sensación de estar “hablando de lo mismo”, que invitan al entendimiento, encierran en sí mismos las posibilidades de las promesas pero también los peligros de los reduccionismos. 

 8. Bibliografía

 

Documentos:

(1) Este artículo se basa en un trabajo más amplio; Trabajo Final de Licenciatura en Ciencias de la Educación, el cual se orientó a producir conocimiento sobre una experiencia concreta de educación de adultos mayores, desarrollada en el ámbito universitario: el programa UPAMI. El propósito de la investigación fue el de relevar los discursos y sentidos que se construyen y sostienen en torno a la  Educación de Adultos Mayores (EAM) desde el Programa UPAMI y en su desarrollo en la Universidad Nacional de Córdoba. Para ello se examinó el discurso oficial en el que se enmarca la propuesta, a fin de dar cuenta de las concepciones que se sostienen sobre la EAM en el mismo, y se relevaron las perspectivas de los diversos actores que participan del desarrollo del Programa, recuperando las concepciones y sentidos que se sostienen en torno a la vejez y la educación en esta etapa de la vida.

(2) Otros de los contextos identificados por el autor son; el contexto de producción de los textos políticos y el contexto de la práctica. El trabajo final de licenciatura mencionado anteriormente avanza sobre estos otros contextos para reconstruir la política de vejez en nuestro país a partir del análisis del programa UPAMI, desde el cual identificar y analizar los discursos en torno a la vejez y sus implicancias educativas.

(3) Naciones Unidas abarca un conjunto de organismos, órganos, institutos, comisiones regionales que conforman un sistema, un espacio o ámbito particular y específico pero que no puede decirse que sea homogéneo. En este trabajo cuando se haga referencia a este ámbito se lo denominará indistintamente Naciones Unidas, ONU o Sistema de Naciones Unidas. Cuando se quiera especificar el rol o intervención de alguno de sus órganos u organismos en particular se los designará por su nombre específico (CEPAL, OMS, OIT, UNESCO, etc.)

(4) De aquí en adelante se utilizará negrita, subrayado o ambos  recursos cada vez que en una cita textual se desee remarcar o resaltar alguna cuestión importante para el análisis.

 

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