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Número 3 - Septiembre 1999

Investidura y encuentro de sentidos. El trabajo de Eros(1)

Lic. Graciela Marcotinsky
fridman@conicet.gov.ar

 

RESUMEN

Este trabajo plantea algunas vicisitudes de la clínica y ciertos movimientos que transcurren en el psiquismo durante la experiencia analítica. Entre sus facetas se establecen búsquedas permanentes de sentido desde las primeras marcas, sus enunciados y las representaciones ulteriores. Las renuncias, el reciclado de antiguos objetos y hallazgo de otros nuevos, derivan en la creación de otros registros, ligaduras y redes de sentido. Las referencias clínicas están relacionadas a la influencia de los signos pulsionales adversos o vitales de la madre que volcados sobre el psiquismo del hijo, cohartan o favorecen el placer de vida. Se plantea que el logro de otras abrochaduras y formaciones de redes representacionales, surgirán a posteriori de un cierto pesar. Hay una labor de desinvestimiento previo de objetos con los que lidiaba el yo que fueron la comitiva que ocupó su ser durante largos períodos y actuaron como baluartes sobre los que se asentaba la vida pulsional. Se considera que la elaboración de este duelo permitir  encontrar sentidos propios atravesados por la creatividad de Eros.

 

 

"...Tu sabes que trabajo con el supuesto de que nuestro mecanismo psíquico se ha generado por estratificación sucesiva, pues de tiempo en tiempo el material preexistente de huellas mnémicas experimenta un reordenamiento según nuevos nexos, una retrascripción." "...la memoria no preexiste de manera simple, sino múltiple, está  registrada en diversas variedades de signos." Estas palabras expresadas por Freud en su carta del 6 de diciembre de 1896, gestaron un extenso espacio de articulación entre conceptos y práctica. Décadas después agregará: "...nuestro aparato psíquico(...)conserva siempre su capacidad ilimitada de nuevas percepciones..."

Me circunscribiré a algunas vicisitudes de la clínica y a ciertos movimientos que transcurren en el psiquismo durante la experiencia analítica. Pienso al psicoanálisis como una peculiar vivencia, en la que se establece una búsqueda permanente de sentido desde las primeras marcas, sus enunciados y las representaciones ulteriores. Intentaré plantear cómo las renuncias, el reciclado de antiguos objetos y hallazgo de otros nuevos, derivan en la creación de otros registros, ligaduras y redes. En esta tarea subyace un estado de múltiples duelos, su elaboración y los investimientos posteriores, posibilitarán  que esos sentidos se reimpriman en la constelación temporal que atraviesa un ser humano.

Las viñetas que incluyo pertenecen a pacientes cuyas edades oscilan entre los 60 y 75 años, con sus hijos de mediana edad avanzada, sin embargo ante su lectura notarán que no es este un artículo dedicado a la especificidad del quehacer gerontológico. Planteo una ideología teórico-clínica de trabajo en psicoterapia psicoanalítica que puede ser considerada y aplicarse con las variantes técnicas necesarias, mas allá de la edad cronológica de la persona. También encontrarán las huellas de autores que progresivamente he aprehendido: Aulagnier, Green, Winnicott, y otros maestros, psicoanalistas y gerontólogos. Los cito en la bibliografía y su decir se entrama en las ideas que expreso. Si intentara aquí hacer un trabajo de articulación teórica sufriría con razón, cuestionamientos epistemológicos, sin embargo en el campo de la sesión estos analistas son el sostén de mi tarea.

El devenir de la historia ha dado origen a una clínica que nos remite a diferentes acontecimientos, otras patologías, abordajes y complejizaciones en la técnica. Quienes padecen se presentan con variadas máscaras y voces, unos signados por la desesperanza, el desconcierto, ausentes de proyectos. Su decir se expresa en la jurisdicción del presente, con resentimiento y duelos no elaborados, nudos que remiten a un pasado sobrevalorado. Encontramos en este terreno pantanoso de sufrimiento humano la inhibición para la libertad del pensamiento, aparentemente sin un orden de causalidad o sentido, atascados en significaciones fallidas que llevan a la repetición con su angustia. La pérdida del objeto, la perdida del amor, la castración misma sobresalen en un movimiento cerrado. Las posibilidades de enlace temporal entre los diferentes sucesos también están recortadas. Sin embargo escucharemos que cada síntoma con su dolor, mitiga un padecimiento psíquico que de ser descarnado sería insoportable.

En los inicios el proceso que origina al individuo humano como tal se plasma con enunciados incorporados en un sustrato de palabras y signos paraverbales. El tejido de esta trama será  dado por el eco afectivo en esta confluencia del que nace y las vivencias pasadas enlazadas al tiempo presente de los otros significativos relacionados con él.

La representación de cuerpo se va gestando, desde el interior del organismo, ante las necesidades que presenta y su satisfacción. Así comenzará  el dibujo de un cuerpo-representación altamente influido por los afectos y los representantes pulsionales que vierta la madre sobre el yo corporal de ese bebe. Caricias, contactos, cuidados, palabras, estarán matizados por la mayor o menor impregnación de lo pulsional erótico o tanático de quien realiza la acción específica-cuidadora.

Podrá presentar equilibrio, exceso de amor, de odio, o indiferencia. Es lo mas primitivo e inconciente de la madre que se volcará sobre el cuerpo engarzado al psiquismo del bebé, favoreciendo el placer de vida o cohartándolo. Si bien, estas fuertes marcas en sus comienzos, se acompañan mas de lo paraverbal que del decir, los relatos de experiencias posteriores con esta madre, y otros personajes significativos nos permitirá  hacer anudamientos desde nuestro trabajo analítico. Al decir nuestro me refiero a la particular situación generada en el campo de la sesión, donde analista y paciente se conjugan en una tarea de inferencia y llegada a construcciones sobre las trazas impresas desde los primeros tiempos. Estas improntas participarán en el proceso identificatorio, permeabilizando o rigidizando el mecanismo de incorporación y transformación de rasgos a lo largo de su trayectoria.

Así es como la madre juega el papel de espejo, de auxiliar, y de continente. Si ella puede contener, tolerar y metabolizar sus propias pulsiones, será sostén de la eclosión de las pulsiones en el niño. El emerger de la individuación se vivirá en el marco de un inestable equilibrio de frustración-gratificación. Pero equilibrio al fin, en el mejor de los casos.

La angustia en otros, nos hará escuchar los lamentos del narcisismo fisurado, que se ha edificado bajo la égida de Tánatos como consecuencia de la desvitalización y empobrecimiento de la autoestima materna volcada sobre el psiquismo del hijo.

Una historia como la de Ana singulariza este proceso. Ana, desde su hablar cálido e ingenuo me decía: "Jugaba muy poco, no me querían mucho porque esperaban un hijo varón, me desvalorizaban bastante, mi hermana mayor siempre era la mejor. Todo lo que yo decía estaba mal. Siempre fue mi madre la que me rechazaba. Cuando iba a los bailes me llamaban prostituta. No podía besar a nadie, salvo estar de novia o casada. Para mi, divertirme estaba prohibido. Me gustaba bailar boleros y enamorarme enseguida, aunque después se truncara. Pasé a ser la señora de, la madre de y la hermana de. Nunca Ana. Tengo miedo de que no me quieran y quedarme sola, al final soy el último orejón del tarro". "Siempre me corrigen en lo desubicada, lo gastadora ". Papá  sí me quería". "Mi marido me grita, siempre va a haber causa para que me grite. Yo soy la mujer maravilla. Me siento sometida. Mi hija me dice no te metas en mi casa. Soy muy guapa, le hago la comida, en diez minutos le volteo una casa." La pregunta que recorre sus sesenta años de vida es ¿Ser, como quien? para sentirse querida. A veces repite actos vistos en personajes de telenovelas o dice palabras escuchadas de vecinas o alguno de los terapeutas y grupos de autoayuda que consultó. En una sesión, refiriéndose a la organización de su casa y un proyecto laboral, con gesto de asombro, trae estas palabras: "Esto lo pensé‚ yo solita, lo voy a hacer yo así, nadie me lo dijo". En otras ocasiones mis intervenciones inmediatamente son reinterpretadas por ella, como si fuesen mandatos: "Entonces voy a hacer así, como me dice". O transmite: "Me siento vacía, como un vegetal".

En estas ocasiones, intentamos que la labor del psicoanálisis transcurra en la búsqueda y reciclado de representaciones, dispuestas para que el signo adverso sea modificado, atenuado en su fuerza a partir de la comprensión y puesta en palabras de los orígenes de su gestación, en tiempos de desvalimiento temprano.

El paciente se permitirá  entonces, generar otras ligaduras para construir nuevas redes de sentido, esta vez signadas por lo vital-erótico. Se irán codificando e incluyendo en nuevos planos, con otra arquitectura, que variará  según la mirada sobre la historia de cada individuo y quién la escuche. Ardua tarea en la que se imbrica lo inter e intrasubjetivo que se juega en el campo de las sesión analítica.

La lucha entre estos dolores y placeres del alma y el cuerpo, se manifestarán, entre otros como: síntomas, sueños, angustias, sentimientos de culpa propios y heredados, recuerdos, nostalgias, reminiscencias, duelos y daños encarnados en el cuerpo. Funcionarán como restos arqueológicos y documentos sobre los que se asentará la historia pasada y aquella a construir.

Trabajo que será  también de encuentro de mandatos y mitos transmitidos de una generación a otra. Así escuchamos voces y percibimos sentimientos extraños al contexto de ese sujeto, puesto que fueron vividos, en ocasiones silenciados por sus predecesores, pero inyectados dramáticamente a través de planos paraverbales, moldeados en actitudes de temor y sufrimiento, que finalmente llegan a nuestro encuentro y podremos leer.

La compleja historia que esbozaré a continuación nos acerca a estas problemáticas. Se vinculan en ella varios personajes una mujer que llamaremos Malka y sus hijos. Ella fue empujada a los 72 años a la consulta psicológica por su hijo Sergio. Mantuve entrevistas con Malka, en las que intenté acompañarla en los inicios del duelo por la muerte de su esposo acaecida unos meses atrás, consideré alternativamente realizar orientación con Sergio, quien penaba por la muerte del papá y sentía la soledad de su madre. El se desesperaba fácilmente frente a distintas circunstancias, su tono era quejoso aunque su relato pudiera conducir a hechos placenteros. Me daba cuenta que había algo conocido en su discurso, sin embargo no eran las palabras de este hijo que resonaban en mi. Finalmente pude reconocer la procedencia de esa tonalidad. Era el mismo ritmo de una letanía, que yo había escuchado en la madre. Ella hablaba, sufría y lloraba sin lágrimas, también a través del hijo. No era sólo la pérdida reciente. Malka había sobrevivido a su familia y a casi todos los habitantes de su pueblo europeo durante la ocupación nazi. Ella y otro adolescente habían quedado vivos. Se casaron y con el transcurso de los años armaron una pareja acorazada, dependiente, se protegían y odiaban frente al desamparo padecido. El fallecimiento del esposo confirmó a Malka esta vez sí, como la única sobreviviente.

Al cumplirse el aniversario del fallecimiento del padre, Sergio me llamó nuevamente, dijo no saber que mas hacer con su mamá. Ella estaba gran parte del día en la cama o "sin hacer nada". Acordamos que concurriera él con su hermana. Inicié una serie de entrevistas con ambos.

Si bien no es el objetivo de este trabajo desplegar las múltiples derivaciones teóricas y técnicas que se dieron desde los primeros tiempos del psicoanálisis individual a la actualidad, las viñetas de esta historia, se relacionan con los alcances que integran otros recursos de nuestra práctica.

Escuchemos a estos hijos en la entrevista vincular de orientación gerontológica. Luisa, que a diferencia de su hermano, mostraba un aspecto jovial y alegre, recordó: "Mamá decía: 'no rías de día porque de noche vas a llorar'. Fuimos criados con miedo, si alguno la pasaba bien, el otro la tenía que pasar mal". Parece que aquí el mal signado, atrapado en las redes tanáticas de la historia fue el varón. Al señalarle la similitud del tono y cuan difícil le resultaba pensarse separado de Malka y vivir él su propia vida dijo: "Tengo 50 años y siempre me sentí viejo, igual que mamá". Comenzó a reir y hablar de "Cuan manejadora es mamá ". Relataron que desde hacia unos días la madre vivía en casa de Luisa. Ambos hermanos alternadamente reconocieron un aspecto escondido de ella, esta vez en relación a los nietos: Las risas, el deseo de hacerles "comidas ricas", ambos coincidían que "con los chicos es otra". Estas asociaciones tuvieron efecto de bálsamo, las voz de Sergio también era ‘otra’. Es necesario aclarar que desde hacía tiempo, él había accedido a un análisis individual, y que su entrenamiento asociativo estuvo presente en estas entrevistas.

Obviamente otras vetas circularon por esta historia, muchos de los escarpados lugares por los que transitan Narciso, Edipo, los silencios sobre el padre y las rivalidades fraternas, así como el plantéo y la negativa de la inclusión de la madre en nuestros encuentros, quedarán para otras reflexiones.

Así es como, asociación libre y atención flotante mediante, accedemos a una organización que se encuentra en un intercambio interno-externo constante, y trae a la memoria representaciones olvidadas, no necesariamente reprimidas, que van al rescate y reflotan consigo viejos modelos, no registrados hasta el momento. Se inicia un movimiento en espiral en el que nuevas configuraciones se podrán afirmar sobre el entramado del pasado, abrirse en el presente, lograr  desanudar antiguas constelaciones, transformar en algunas su signo, mientras que otras permanecerán inmutables. A su vez, dialécticamente, esta reorganización de la historia, mantendrá  el psiquismo abierto a otros cambios. Al establecerse, estos ordenamientos se constituirán en figuras sobre un fondo. Como un rompecabezas que tomará, en función de cada situación, múltiples formas.

La esencia que subyace y hace de soporte a este rearmado de ligaduras, puede traducirse en el logrado arraigo de una imagen de cuidadora, auxiliar, objeto interno nuevo, capaz de dar y recibir amor y también odio. Se acercará así a una madre sostenedora, narcisizante, favorecedora del placer de vida, tolerante de la eclosión de las cargas agresivas y de la individuación. Figura que de no haber estado presente en el origen real del sujeto, puede ir echando raíces en su entramado psíquico desde otros personajes -analista incluido- surgidos a lo largo de la vida, descubiertos sesión tras sesión.

Si bien la adolescencia es un tiempo clave para esta posible reparación pendiente, pienso que los momentos vitales para que lo expuesto suceda entran en atemporalidad del inconciente y es factible que se de en cualquier momento cronológico de la vida.

Esta corriente llega a buen puerto cuando la permeabilidad entre proceso secundario-primario es suficientemente flexible y logramos que la linea de borde no se confunda. En algunos casos es una nueva oportunidad para el rearmado de viejos y encuentro de nuevos modelos; en otros, por transitar las ultimas etapas de la vida, puede ser la única oportunidad.

Este trabajo se irá organizando en la medida que permita recuperar aquello que se conserva vivo en los estratos psíquicos mas profundos. Al ser elaborado fluirá en la corriente psíquica, y se proyectará en un movimiento temporal. El sujeto recorrerá acontecimientos, rasgos, palabras, afectos, desde el pasado hacia futuros, sucesivos, nuevos enlaces y articulaciones, reconocidos como vivencias propias, a fin de no perturbar su sentimiento de identidad.

Todo este proceso, si bien permite acceder a una libertad, integración y amplitud de las posibilidades vitales y sublimatorias del individuo, irá  acompañado por un trabajo de múltiples duelos. La dimensión de desprendimiento que efectuamos analíticamente implica exigencia para el psiquismo por el abandono de esquemas, escalas de valores, relaciones de objeto y representaciones pulsionales.

 

El cambio de cargas y ligaduras será mas tenazmente resistido en aquellos que sufrieron la impregnación tanática materna y el cuerpo físico está puesto en juego. En el caso de Enrique se cristalizan estos padecimientos.

"Básicamente tengo problemas de relación. Mi primera reacción cuando veo una persona es de bronca. Soy muy nervioso y boca sucia, configuro una imagen de tipo poco agradable. Ando con el ceño adusto". Habla también de un trastorno en uno de sus sentidos, originado por transmisión genética, manifiesto desde la adolescencia. "Soy muy detallista, siempre busco el defecto. Mi relación de pareja es un desastre. Me irrita que me contradigan, no soy obtuso, pero no soporto que me corrijan.

Me obsesiono con los problemas económicos, tuve una quiebra económica hace años. Tengo temor de volver a fracasar, de perder algo ."

No tengo recuerdos positivos". Creo que toda mi vida fue una línea recta, sin alteraciones notables ni grandes hechos" "...Me fui haciendo como pude, no tuve prototipo o parámetro. Tengo la impresión que todos mis actos fueron copiados." Enrique fue el hijo varón, entre varias mujeres. Recuerda constantes peleas entre sus padres, y a su madre preocupada y penando por problemas de las hijas. Sobre su enfermedad, dice que fue objeto de burlas e incomprensión por parte de su familia y sus compañeros. Después de varios tratamientos, su dificultad se compensó relativamente.

"Conocí a mi esposa, estuve unos meses de novio, Seriamente no había salido con ninguna. Me casé quizá  porque todos dicen que hay que casarse, quizá  porque era el único hijo varón, quizá porque era una buena chica".

Todo junto es para hacer una novela ¨No?" Mas de un año después de iniciado el tratamiento habla de la relación con su pareja. Dice: "La cosa está  muy mal. Si no es la crisis definitiva, está  muy cerca".

"Mi proceder va a ser repetitivo". "Me olvidé‚ de reir, de sonreir, tengo las facciones rígidas, me tengo que reacomodar los músculos de la cara. Se conjugan un montón de factores. Hay un falla en la escala de valores".

Acerca de la adolescencia, Enrique añoraba: "No tener un peso para mis necesidades, mucha soledad, sentimiento de desarraigo. No haber gozado de una buena mesa bien tendida, una merienda con mermelada y tostadas." Las mismas quejas que ahora le hacía a su mujer. En un segundo momento de esta historia comenzó a hablar con insistencia de su hijo, como figura masculina y portador de proyectos. Se inició otro diseño que nos remitió al padre y a otros significativos en su vida con una nueva configuración.

La continuidad de la experiencia analítica habilitará que las propias imágenes desvalorizantes sean  aisladas, pasen  a formar parte de las aceptaciones del pasado, ya sin hacer efecto de vacío en el presente. Durante esta época del análisis persiste el sentimiento de ambivalencia, abandono y culpa, también, el temor a no encontrar substitutos entre los fragmentos de recuerdos o en otros factores presentes en este proceso. Este duelo tendrá el fin de dar vía libre a la elaboración de la perdida de la omnipotencia, de ideales imposibles y el reconocimiento de la finitud. El paciente necesitará  escuchar la voz, el tono afectuoso, con mas intensidad y frecuencia que en otras etapas, exigirá  del analista un fuerte compromiso de reconstrucción, acompañamiento y cuidado.

El logro de otras abrochaduras y formaciones de sentido que le sean singulares e incluyan su sistema identificatorio, sus valores, creencias e ideales surgirán también, a posteriori de un cierto pesar. Hay una labor de desinvestimiento previo de objetos y formaciones con los que lidiaba el yo que inservibles ahora, han sido la comitiva que ocupaba su ser durante largos períodos actuando como baluartes sobre los que se asentaba la vida pulsional. Es un proceso de duelo de menor intensidad al que sucede con la perdida de objetos amados, tampoco ocupará  energías y áreas de la vida psíquica con la misma configuración. Sin embargo, la cuestión que se plantea conduce a la misma esencia: encontrar el camino para simbolizar y encontrar sentidos propios atravesados por la creatividad de Eros.

Notas

(1) Este trabajo se presentó en la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados en el XIX Encuentro " Acerca del trabajo del psicoanálisis" en 1996. La presente versión tiene algunas modificaciones. Su título original es Investidura y redes de sentido: las constelaciones de Eros

(2) En todos los casos he modificado los nombres y algunas situaciones

 

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