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Número 29 - Julio 2012

El lenguaje de la salud en la vejez

Marlon Mora Jiménez

RESUMEN

En este artículo se desarrolla una explicación del discurso del especialista en salud llámese médico general, geriatra, gerontólogo o psicólogo. Se presenta desde el ámbito de la salud con la intención de mostrar los diferentes lenguajes en ese mismo discurso: a un sujeto casi siempre reconocido como víctima -de la necesidad- de la atención patológica antes que desde la v igilia hacia la persona de manera integral.

ABSTRACT

This article develops an explanation of the speech of the health specialist call it doctor, geriatrician, gerontologist or psychologist. I report from the field of health: to a person often recognized as a victim of the pathological need rather than the supervision of the person holistically.

Palabras clave : Envejecimiento, geriatría, gerontología, patología y enfermedad.

Keywords - Aging, geriatrics, gerontology, pathology and disease.

 

El lenguaje en la senectud…
(Discurso del especialista en salud)
-médico, geriátrico, gerontológico, psicológico-

Introducción - Presentación

 

El artículo que se presenta a continuación obedece a un proyecto de invest igación que desarrollo en la Universidad Nacional. De esta manera, seguidamente se presenta el discurso que utilizan los especialistas en salud -sea médico general, geriatra, gerontólogo o psicólogo- en el marco del envejecimiento. Para ello, se consulta una amplia bibliografía desde lo planteado en el ámbito de la salud y se pone de manifiesto sus argumentos al referirse a la vejez. A manera de cierre se plantean algunas reflexiones y conclusiones, que definen el ser persona adulta mayor en la sociedad costarricense.

Las estadísticas tienen como palabras clave la esperanza de vida y la mortalidad, donde destaca una pirámide demográfica que cada vez se ensancha más. Parece más un tallo de árbol robusto de esos "llenos de años" que aquel triángulo egipcio porque la tendencia es hacia la equiparación en la cantidad de jóvenes con los ancianos -en ese gráfico poblacional-.

La tendencia al envejecimiento demográfico de la población que comenzó en la década de los sesenta seguirá imperando. Naciones Unidas detalla que el envejecimiento de la población involucra un descenso porcentual de los grupos más jóvenes a consecuencia de la baja de la fecundidad y del fuerte incremento en todos los grupos de edad, en especial de adultos mayores. Así la pirámide que antes caracterizaba a la población nacional sufrirá un absoluto cambio.

De esta forma, el envejecimiento desde sus generalidades humanas se ve relacionado con pérdida, degeneramiento, disminución y aparición de discapacidad. Del mismo modo, las teorías hablan de desgaste, intoxicación y trastorno. Así, la llegada de la vejez tiende a verse como un momento de decadencia y desde múltiples discursos donde el especialista la ve como un periodo de la vida arbitrariamente improductivo (Feriggla, 2002).

Salud: plagada de traumas

Los discursos médicos tienden a reconocer en la etapa de la vejez un desligue de los otros, donde el trauma (Moragas, 1998) es ese proceso de adquirir años porque se pierden capacidades y se ganan enfermedades. Un trauma visto como un desmembramiento de los músculos, ahora catalogados de flácidos y faltos de colágeno.

De cierta manera, la llegada de la vejez, posterior a ese proceso de envejecimiento casi imperceptible al ojo humano, es la culminación de esa alteración de cuerpo, de ese golpe de cambios que ponen de manifiesto un ser viejo: un verdadero trauma para estos tiempos.

Los múltiples lenguajes que lo abordan (médico general, geriátrico, gerontológico, psicológico) tienden a consolidar que nuestras sociedades lo mantienen en una cierta categoría tabú por su relación con el deterioro biológico y su ligamen con la muerte. Aunque no se puede dejar de lado que en nuestros días la vejez se quiere maquillar y disfrazar (Puner, 1978; Cannon, 1999) de lo que no es por medios tecnológicos para aparentar -algo importante en los tiempos del consumo-.

Para ello, la gran proliferación de nuevas formas de mantenerse saludable con un discurso subyacente y una retórica sospechosa que habla de la salud, pero propone mantenerse joven como un elixir aún inexistente. El comportamiento provisto de buenos hábitos es una cuestión central para un envejecimiento positivo donde el ejercicio, la alimentación y la actividad generan o retrasan esos padecimientos propios de la vejez (Reig, Cabrero y otros; 1996).

Los cambios faciales y corporales que dan una apariencia envejecida nunca han sido venerados en sí mismos. La principal fuente de reverencia de la gente mayor en algunas sociedades preindustriales parece haber sido la riqueza y el dinero (MacFarlane, 1986).

Desde el contexto histórico y la modernización del ciclo de la vida, la salud ha sido influenciada y con sus teorías en torno de la persona mayor ha definido la importancia del trauma, la discapacidad, la enfermedad, la vida o la muerte, la mortalidad, la esperanza de vida o el simple cambio.

El discurso del especialista en salud pondría la teoría del desenganche (Cumming y Henry, 1961) en contraposición a una teoría de la actividad (Havighurst, 1963), que hacen de ese viejo un sujeto de estudio desde la perspectiva de la intervención del experto. Una participación médica con una perspectiva sin traumas manteniendo patrones de actividad en la edad madura para completar un ciclo vital será parte de las propuestas de ese discurso del especialista amparado desde la teoría de la actividad.

Entiéndase la teoría del desenganche como esa teoría, que establece que el proceso de "desenganche" es progresivo por lo que la sociedad prepara a sus miembros para que la llegada de lo inevitable no perturbe el funcionamiento ordenado de convivencia. Dentro de ese proceso se asigna un papel muy importante a la jubilación, interpretada como un mecanismo para facilitar la retirada del individuo de la vida social.

Aunque hay muchos datos que sugieren que el nivel de actividad desarrollado a lo largo de la vida tiende a persistir en la vejez (Riley, Johnson y Fonder, 1968), la teoría de la actividad ha sido criticada porque no parece muy real esperar que la gran mayoría de ancianos puedan mantener un nivel de actividad similar al que tenían en la edad madura, aunque sólo sea por las limitaciones que imponen los cambios biológicos.

Víctimas de un "sticker"2 social

En el marco del interaccionismo simbólico se han desarrollado teorías específicas sobre la vejez, entre las que cabe destacar la teoría del etiquetado 3 (Bengtson, 1973), -Bengston en 1973 sostiene que el grupo de viejos responde más a una identidad impuesta por la sociedad que a un proceso de autoidentificación- (Brandolín, 2006), que tiene sus implicaciones sobre la imagen de las personas mayores al separar al viejo de la naturaleza para llevárselo al espacio médico.

La teoría del etiquetado, conocida también como teoría de la reacción social, fue formulada en los años sesentas donde también proliferaron las teorías de la desvinculación o la actividad y guardan una vinculación con ese discurso encontrado en los operadores del sistema de salud. La asignación de una etiqueta negativa, que designe desviación de la norma, desencadena un proceso interactivo entre el público y el actor social. La nueva identidad social conferida por la etiqueta puede llegar a ser interiorizada por la persona etiquetada, incorporada, con la consiguiente adaptación a las nuevas expectativas sociales4.

Aunque pueda parecer excesivo aplicar a la vejez el concepto de desviación, sí se define esta en sentido amplio como alejamiento de la norma, la vejez aparece frecuentemente como una situación "desviada" en una sociedad que celebra la juventud y aún no se ha acostumbrado ella misma a la revolución demográfica (Laslett, 1989).

Espacios simbólicos: enfermos

La transformación de imágenes de decadencia, discapacidad o decaimiento en imágenes de enfermedad es uno de los cambios simbólicos que se hacen para quitar al envejecimiento del reino de la naturaleza y situarlo en el ámbito de la ciencia médica.

Históricamente, la gerontología es una joven disciplina que -a pesar de que Metchikoff 5 utiliza el término en su sentido actual en 1903- se ha desarrollado, prácticamente, en la segunda mitad del siglo XX. La gerontología supone un sujeto de conocimiento muy antiguo (Birren, 1996), pero es una ciencia reciente. Se ha desarrollado en la segunda mitad del siglo pasado porque es cuando comienza a producirse el envejecimiento de la población. Este fenómeno se debe básicamente a dos factores esenciales: de una parte, la mortalidad ha disminuido a la vez que se ha incrementado la esperanza de vida y todo ello, junto a una fuerte caída de la tasa de natalidad.

El hacerse mayor es un proceso que se experimenta en lo interno y externo del ser humano (Moragas, 1998). Año con año, la fecha de cumpleaños es un pequeño recordatorio de que se envejece. Inclusive, a pesar de la existencia de esa tendencia a la edad cronológica para definir al viejo se podría también hacer en términos físicos. Estos podrían incluir cambios en la postura corporal, en el modo de caminar, en las facciones de la cara, en la elasticidad de la piel, en la capacidad visual y auditiva, entre otros.

Entre los cambios biológicos se pueden encontrar el deterioro del aspecto físico, disminución de la agudeza de las funciones sensoriales, cambios estructurales, fisiológicos, bioquímicos, en el sistema nerviosos central, disminución de la actividad metabólica nasal, cambios en las funciones respiratorias, cardiovasculares, digestivas, endocrinas, cambios en el aparato osteoarticular y disminución de la respuesta del aparato inmunodefensivo.

Cambios: parte del trauma

En la realidad cotidiana de la vejez se dan una serie de cambios que marcan una incidencia en los discursos del especialista en salud. Así, en lo social, los cambios se dan en la estructura familiar. Se produce lo que llaman el nido vacío -se refiere a cuando los hijos ya se han marchado del hogar, quedando la pareja, la madre o el padre, según sea el caso, viviendo solos-. También, el trabajo en la vida del hombre cumple importantes funciones como: ingresos, status, fuente de relaciones interpersonales y la llegada de la jubilación es parte del cambio social.

Además de ser la actividad en la cual se ocupa la mayor parte del tiempo, es claro que este gran cambio involucra pérdidas para la vida de una persona, pese a que la jubilación es un derecho de todos, donde la oportunidad de descansar y ocupar el tiempo de manera libre puede que no sea deseado y se trasforme en una amenaza por la falta de un objetivo social y de la inactividad social. En cambio, para otras, puede significar mayor tiempo para nuevas actividades y un merecido descanso.

La disminución del ingreso económico es otro de los cambios sociales. En la mayoría de los casos, la jubilación trae consigo una disminución del ingreso económico, sobre todo porque puede significar un cambio en el nivel de vida que se llevaba anteriormente, transformándose en un problema en donde, en la mayoría de los casos, el dinero recibido de la jubilación alcanza sólo para subsistir. En nuestro país es muy común que el protagonismo que tiene el varón como proveedor en la casa después de la jubilación deje su lugar de importancia. En el caso de la mujer es diferente porque casi siempre sus labores giran en torno de ella y la familia.

De allí la relación entre el deterioro de la salud y la pérdida de autonomía, donde con el paso de los años aumenta gradualmente el riesgo de enfermarse y tener dificultades funcionales de tipo motor y sensorial. Las personas pierden la agilidad y aumenta la fatiga y éstas pueden ser de mayor o menor gravedad según la calidad de vida que una persona haya mantenido durante las etapas anteriores.

Así, cuando un adulto mayor tiene bastantes complicaciones de salud o cuando ya es de una edad muy avanzada tiene que recurrir a la ayuda de otros, lo que se traduce en un problema para la persona porque no puede cuidarse sola y además se siente una carga para los demás.

Disminuidos: de pies a cabeza

Otro aspecto importante es la pérdida de seres queridos y red de apoyo social. En esta etapa de la vida aumenta considerablemente la posibilidad de pérdidas vitales significativas y de quedar viudo o viuda, lo cual trae consigo una de las penas más grandes de una persona, y de difícil superación, pese al mecanismo adaptativo de todos los seres humanos mediante el cual una persona debiera superar el dolor e impacto psicológico. También, se van perdiendo amigos, ya sean del trabajo, del barrio u otros. Como la persona va perdiendo seres queridos y además se encuentra en su hogar luego del retiro laboral, va perdiendo sus redes sociales, quedando cada vez más aislados y en soledad.

Si nos centramos en el aislamiento y soledad; se producen sentimientos de soledad en un adulto mayor por el distanciamiento de la familia y la pérdida de seres queridos, esto no sólo en el ámbito físico sino más integral. Por la falta de compañía de otros se vivencia una soledad existencial que ocurre cuando el adulto mayor no se siente tomado en cuenta y tiende a aislarse.

Entre los cambios psicológicos que destaca la gerontología actual se encuentran aquellos que se refieren a la acción y efecto del paso del tiempo sobre las distintas funciones psicológicas, entendiéndose como la forma en que percibimos la realidad y la entendemos, la forma en que sentimos y valoramos la relación con los demás, el entorno y, en definitiva, la manera en que nos comportamos. Dichos cambios tienen que ver con el funcionamiento de la personalidad, que se trasforma según lo que se espera de los roles marcados por la edad.

La gente a los veinte o treinta puede sacar una idea muy real a partir de sus propias experiencias de lo que significa envejecer (Kalish, 1999), porque el envejecimiento trae consigo una serie de cambios biológicos con la edad. Tanto a los gerontólogos como a los no gerontólogos les desagrada considerar a los viejos a través de un modelo patológico o de decrementos 6.

Estos modelos han sido sustituidos por un modelo más optimista de cambios mínimos que presume la existencia de pequeños grados de decremento y posteriormente por un modelo de persona normal. Ese discurso intuye que el envejecimiento no es el causante de estos cambios, sino que los cambios en la salud, la perdida de personas queridas o la capacidad reducida de las funciones son en conjunto los que producen decrementos.

Disciplinas de estudio

Con ese panorama, envejecer no es un padecimiento; para eso habría una disciplina o rama de la ciencia que trataría de interpretar esas enfermedades propias de la vejez. Así, se debe conocer cuáles son las disciplinas que estudian el hacerse viejo abordado por la gerontología y la geriatría (Millán, 2006).

La gerontología es la ciencia que estudia el fenómeno de la vejez desde todos los ángulos. Estudia el envejecimiento de manera general, las teorías que lo explican, los cambios sociales, psicológicos, legales, administrativos y económicos de las personas que envejecen. La geriatría es la rama de la medicina que se ocupa de la prevención, diagnóstico y tratamiento de sus enfermedades, es decir, se ocupa de los aspectos médicos y de salud concretamente (Cervera y Saiz, 2006).

Desde la geriatría el médico muchas veces fundamenta un discurso donde el cuerpo del anciano se ve de forma unitaria y se relaciona con el deterioro porque algunos de sus órganos no tienen el mismo funcionamiento de años atrás. Aunque se puede encontrar a una mujer con la cara afectada por el sol y llena de expresiones propias de la edad, su corazón puede funcionar al ciento por ciento.

Por otro lado, para los gerontólogos esa mirada de la vejez pone especial atención en los problemas económicos y de salud, sus limitaciones, su soledad y falta de poder, donde muchas veces se rechaza la idea de que en la ancianidad se pueda vivir un periodo fácil y placentero sin importantes preocupaciones y cuidados.

El envejecimiento es un hecho natural y universal, pero las actitudes de la sociedad ante él no son iguales y varían de un lugar a otro y de una época a otra. De esa forma, indicadores cronológicos, biológicos, psicológicos y sociales catalogan la edad efectiva de las personas (García, 2003):

Cuadro 1

 

EDAD CRONOLÓGICA

EDAD BIOLÓGICA O FUNCIONAL

EDAD PSICOLÓGICA

EDAD SOCIAL

Corresponde al número de años transcurridos desde el momento del nacimiento hasta la fecha que se mida en un momento dado.

Corresponde a la cultura de una sociedad convenir y determinar cuándo una persona puede ser considerada " vieja".

Viene determinada por los cambios anatómicos y bioquímicos que ocurren en el organismo durante el envejecimiento.

El envejecimiento se define en función del grado de deterioro (intelectual, sensorial, motor, etc.) de cada persona.

Representa el funcionamiento del individuo en cuanto a su competencia conductual y su capacidad de adaptación al medio. Establece el papel individual que debe desempeñarse en la sociedad en la que el individuo se desenvuelve.

Fundamentalmente, viene determinada por la edad de jubilación, dado que superando esta edad el papel social del individuo se pierde o, cuando menos, deja de ser lo que era.

Fuente: García Pérez, José (2003). "Bioética y Personas Mayores". Madrid, Portal Mayores. Informes Portal Mayores, Nº 4. Tomado de Internet del sitio: http://www.imsersomayores.csic.es/documentos/documentos/garcia-bioetica-01.pdf

En la actualidad, el estudio del envejecimiento desde la perspectiva gerontológica implica tres aspectos fundamentales que considerar cambios biológicos, sociales y psicológicos (Salgado y Guillén, 1986)

¿Y Naciones Unidas?

Para la Organización Mundial de la Salud (2001), 7 el envejecimiento individual es: un proceso normal que ocurre a todos los seres vivos, comienza en el momento en que se nace, se acentúa en los últimos años. Se producen algunos cambios motores que significan limitaciones en la adaptabilidad. Es un proceso no uniforme, es diferente de una especie a otra, de un hombre a otro, en un mismo ser humano no todos sus órganos envejecen al mismo tiempo. Por ello, no se pueden hacer generalidades y dar como un hecho que esta etapa sea para cerrarles las puertas y abandonarlos.

Este proceso normal para todos los seres vivos tiene como principal característica la adaptación a los nuevos cambios en materia biológica, psicológica y social, porque ante determinados cambios se necesita de un determinado tiempo para responder y adaptarse.

De esa forma, llega el momento en que se acentúan los riesgos de presentar descompensaciones o enfermedades, además las personas envejecen de distinta manera de acuerdo con el género, la edad, la etnia, la zona de residencia (urbana o rural), el país donde viva (industrializados o en vías de desarrollo), su condición social, económica, nivel educativo y tipo de convivencia.

Si se trata de definir el envejecimiento una vez que el hombre y la mujer alcanzan la cúspide de su desarrollo -alrededor de los 35 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS)- ocurre un conjunto de fenómenos que alteran la composición y el desarrollo del cuerpo y que marcan el inicio de un proceso de envejecimiento. La edad en la que se presentan dichos cambios varía entre individuos en función de su estilo de vida, condiciones hereditarias o el mismo entorno, pero el patrón ha sido milenario y se presenta más o menos de la misma manera en todas las demás.

Desde la concepción, el ser humano trae consigo una carga genética que propone programar el envejecimiento a través de un reloj biológico. Por lo tanto, cada persona cuando llega a una cierta edad avanzada, comienza a experimentar diversos cambios. Por lo general, estos cambios por el contexto socio-cultural de nuestro país, no son considerados de manera positiva; por el contrario, se tiende a pensar y a hacer sentir a las personas mayores que ya no tienen nada que aportar, que ya cumplieron su rol en la sociedad, en su familia y hasta en sus lugares de trabajo.

Esta situación desencadena que las personas tiendan a tener un cierto rechazo y resignación cuando comienzan a envejecer y que comiencen a sentir que ya no tienen la misma energía y capacidad para hacer cosas como en su etapa de juventud. Empiezan, a tener dificultades en su salud, entre otros innumerables cambios importantes que por lo general suelen ser interpretados negativamente, sobretodo porque desde niños se nos hace pensar que envejecer es malo, que es signo de inutilidad y estorbo y que se aproxima la muerte.

Por consiguiente, no hemos sido preparados para envejecer de manera positiva y saludable, perdiendo el miedo y disfrutando de esta nueva etapa; la cual puede tener logros, satisfacciones, alegrías, fracasos y tristezas, como cualquier otro momento de nuestra vida.

Conclusiones y reflexiones finales

A manera de cierre es importante entender que el envejecimiento es un fenómeno complejo que encierra una serie de ficciones que hasta hoy en día persisten, las cuales aluden a que las personas adultas mayores son frágiles, no pueden aprender nuevas destrezas, no necesitan educación ni capacitación, ya no viven su sexualidad, el hombre y la mujer envejecen de la misma manera, son una carga económica para la sociedad, son como niños, entre innumerables creencias que los descalifican y los hacen sentir como personas inútiles.

Estas reacciones podrían ser asociadas a la influencia del modelo médico que relaciona la vejez con enfermedad, por el quebranto que se da en sus capacidades corporales, que lleva a ciertas características que se asocian con la niñez. Escenario que no se puede confundir con el hecho de que requiera de cuidados y apoyos, con infantilizarlos y tratarlos como niños; esto hace que otras personas tomen las decisiones por ellos, provoca una baja autoestima y además puede verse como una forma de maltrato.

Otra falsa visión acerca de las personas mayores es que las personas de edad son una carga económica para la sociedad, lo cual se sustenta en una perspectiva económica, en que los adultos mayores participan escasamente en la fuerza laboral y de actividades que generan recursos; se piensa que una vez que se jubilan ya no pueden continuar produciendo.

Del mismo modo, se dice que la sociedad no podrá solventar el apoyo económico por el aumento del envejecimiento de las personas y no podrá asumir la atención en salud de las personas de edad. Pero, las personas adultas mayores siguen trabajando, recibiendo remuneraciones en empleos informales, en la agricultura, la pesca, inclusive muchos trabajan después de jubilados en la universidad, sin dejar de lado trabajos no remunerados como voluntariado, cuidado de nietos, labores de la casa. Por lo tanto, siguen aportando a la prosperidad económica, aunque pasen inadvertidos y no sean valorados económicamente.

Hay que recordar que muchos de ellos ya produjeron y trabajaron la tierra para llegar al merecido descanso de una jubilación y que eso no significa que no puedan seguir aportando desde otros escenarios. Prueba de lo anterior es encontrarse con la mayor normalidad a personas adultas mayores trabajando en grandes centros comerciales en países donde la visión hacia estas personas se asocia a la calidad de vida del anciano (Fernández - Ballesteros, 1998).

El adulto mayor desde su funcionalidad puede ser una persona sana y no solamente frágil y dependiente. También se asocia a las personas mayores con aquellas que no pueden aprender nuevas actividades, no necesitan formación ni capacitación. Pero, la realidad demuestra lo contrario, ya que muchas personas participan de programas educativos para completar estudios que dejaron en su juventud o porque tienen interés de seguir aprendiendo.

La edad no inhabilita a una persona mayor para aprender cosas nuevas, es verdad que con el paso de los años el funcionamiento cognitivo de los adultos mayores varía, como por ejemplo las capacidades intelectuales, como la inteligencia, el aprendizaje y la memoria, lo cual no significa una limitación para que no puedan seguir aprendiendo nuevas cosas o descubrir nuevas habilidades y destrezas.

Ante todas estas formas de discriminación hacia las personas adultas mayores, es necesario plantearse acciones favorables para un buen envejecimiento. Por ello, cuando se comienza a envejecer, se producen cambios, como ya se señaló anteriormente, y se debe aprender a vivir con estos cambios aceptándolos y disfrutando de una nueva etapa de la vida para un envejecimiento positivo.

Si bien es cierto que no existe una receta mágica para lograr una buena vejez, sí existen acciones que pueden favorecer un buen envejecimiento como parte del envejecimiento satisfactorio (Fernández Ballestero, 2000).

Desde entonces, puede decirse que de los tres ámbitos objeto de estudio de la Gerontología (la persona mayor, la vejez y el envejecimiento), es la persona mayor (con déficit), la vejez (deficitaria) y el envejecimiento de la sociedad (como fenómeno poblacional negativo), en lo que se ha basado la labor de los gerontólogos, quienes inciden en una línea investigadora y docente marcada por el estudio de un envejecimiento concebido más desde la patología que desde la normalidad; aunque afortunadamente se camina hacia lo que se ha dado en denominar como "gerontología positiva" (Fernández-Ballesteros,2000).

Pero de igual forma, la gerontología es una ciencia que no sólo estudia la vejez y el envejecimiento, sino que también se concibe como una ciencia aplicada cuya meta es conseguir el bienestar de las personas mayores. De este modo, la gerontología se concibe como una ciencia multidisciplinar (Fernández-Ballesteros, 1998; 199) donde confluyen diversas disciplinas: la biología, la anatomía, la fisiología, la psicología, la sociología, la educación, entre otras.

La vejez, por lo tanto, desde una perspectiva psicológica, debe entenderse como una etapa más del desarrollo humano, que implica cambios a los cuales las personas deben adaptarse; como cualquier etapa de la vida, la vejez debe ser aceptada y asumida con sus aspectos positivos y negativos. Lograr un buen envejecimiento implica: aceptar la edad, con sus cambios y limitaciones, asumir pérdidas y aceptar el dolor, redefinir el rol social, enfrentar y generar alternativas ante el cese laboral, revisión de la vida para establecer nuevas metas y dar nuevo sentido a la existencia.

De esta forma, en las últimas dos décadas se han dedicado a escribir muchos trabajos sobre algunos aspectos de las personas adultas mayores, pero en su mayoría tienen dos caracterí-sticas que reflejan las posturas y tendencias.

La primera es el uso de la edad como elemento básico para establecer la ancianidad (60 o 65 años de edad y más), a pesar de que, una vez que ha cambiado la expectativa de vida, los patrones que sostienen la edad social ya no son sostenibles. Además, los límites entre los distintos períodos de la vida han perdido nitidez; han aparecido nuevos patrones y nuevas definiciones de los grupos de edad y, por lo tanto, son inconsistentes los comportamientos que se consideraban correspondientes a cada edad.

La segunda caracterí-stica tiene que ver con el hecho de que casi todas las preguntas respecto de los adultos mayores se han contestado "desde fuera" (Fernández Ballestero, 2000) de ellos o, en el peor de los casos, sin siquiera considerarlos, proyectando así- imágenes centradas en el déficit y en la incapacidad y empobreciendo la perspectiva de vida de este grupo poblacional. El viejo es tomado como un objeto de cuidados y no como un sujeto de su propia vida.

Notas

2 Entiéndase como una etiqueta. Esa etiqueta social se da en esa relación entre los que venden y la moda donde la consecuencia es el mal trato a los ancianos -no como personas singulares sino mediante etiquetas-, que ocultan la realidad que hay tras ellas, deteriorando así el rol social y con el riesgo de que ellos mismos interioricen esa nueva careta (Cannon, 1999).

3 Teoría donde muchas veces esa transmisión de la información mediante los medios de comunicación colectiva -el emisor (periódico), mensaje (noticia) y receptor (lectores)-, hace que se consoliden sus opiniones, sus imágenes y la proliferación de etiquetas.

4 Para el psicólogo es muy posible que la persona adulta mayor reconozca esa realidad como propia y la adopte causando una visión negativa del envejecimiento.

5 Michel Metchikoff, sociólogo y biólogo ruso propuso a la Gerontología como ciencia para el estudio del envejecimiento.

6 Término acuñado en el libro La Vejez, perspectivas sobre el desarrollo humano del autor Richard Kalish, que utilizaremos más adelante por la potencia de conceptos que encierra. Es importante anotar que la obra es traducida y en inglés se escribe decrease que significa disminuir o reducir.

7 En el boletín sobre el envejecimiento. (2001). Perfiles y tendencias. OMS. Observatorio de personas mayores.

 

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