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Número 29 - Julio 2012

Efectos del humor en la salud.
Aporte de las neurociencias

Claudia Herscovich
claudiaherco@gmail.com

Escribir sobre humor en los tiempos que corren es todo un desafío.

El mundo en que nos toca vivir es complejo, a veces caótico y conflictivo y nosotros estamos inmersos en él.

Vivimos estresados, enfrentando dificultades cotidianamente y sin poder parar.

Nuestras caras no rebosan de felicidad ni vamos saludando a la gente sonriendo. Por el contrario, llevamos semblantes avinagrados o en todo caso, si prefieren, un tanto serios.

La vida nos enfoca en la competitividad, en hacer y en llegar. A veces sin saber siquiera adónde.

Como dice Quino: " Comienza tu día con una sonrisa y verás lo divertido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo".

Hay algo que se modifica en nuestro cuerpo más allá de nuestra voluntad, algo que ocurre, un estado diferente donde podríamos decir: …" me cambió el ánimo, me cambió el humor"….

Siempre me gusta buscar la etimología de las palabras.

"Humor" es una palabra latina que significa "humedad".

Esta humedad existe en el "humus" de la superficie terrestre. Allí es esencial y vital. Sin ella no abría vida en la tierra.

Así nos dice W. Bühler en El Poder Curativo del Humor. (Editorial Antroposófica, 2001).

 

¿Y qué es el humor?

Tiene diversas acepciones. Según los investigadores y teóricos que se dedican a "los estudios del humor", lo definen como cualquier estímulo que pueda provocar la reacción psicofisiológica de la risa. Estos estímulos serán juegos, bromas, chistes, bloopers.

Al "sentido del humor" lo definen como la capacidad de experimentar y/o estimular esta reacción.

Entonces, tener "sentido del humor" o mirar con "humor" es poder ver la realidad resaltando su lado cómico, su lado risueño y aún inclusive, ridículo.

Tener "sentido del humor" nos facilita ver las situaciones de una manera desapegada, desdramatizándolas, y descubriendo otros sentidos, con significados nuevos, desde una distancia con la situación que nos da perspectivas más saludables.

Hace más de 4000 años, en el Imperio Chino, existían templos donde las personas se reunían para reír con la finalidad de equilibrar la salud.

La filosofía china del tao aconseja que para estar sano y mantenerse en forma hay que reír 30 veces al día.

En la India existían templos sagrados donde se podía practicar la risa. La tomaban como una meditación, la meditación de la risa. Aseguran que una hora de risa tiene efectos más beneficiosos que cuatro horas de yoga.

Viktor Frankl (1905-1997) neurólogo y psiquiatra austríaco, fundador de la Logoterpia, que sobrevivió a varios campos de concentración nazis, para aliviar su sufrimiento creó una especie de terapia de grupo basada en el humor. De este modo los prisioneros parodiaban todo aquello que había en el campo y por muy horrible que fuera se reían de ello.

Frankl decía que "el humor tiene la capacidad de facilitar que la persona tome distancia de su padecimiento y se ubique ante él".

Rudolf Steiner, filósofo, educador, creador de la antroposofía ha dicho…"el hombre ha de mantener su alma libre y abierta al humor, esto es un buen medio para tomar en serio lo serio de la realidad…" (Conferencia del 20-09-1915).

S. Freud , (1856-1939.) médico y neurólogo austriaco, fundador del psicoanálisis, en 1928 analizó en "El Chiste y su relación con el Inconsciente", la relación del chiste y la descarga que provoca en el individuo, describiéndolo como tensión-distensión. Concibió el humor como un mecanismo para afrontar la vida que permitía a las personas reducir tensión y ansiedad al expresar impulsos obscenos u hostiles de una manera socialmente aceptable.

Científicamente se ha descubierto que el córtex cerebral libera impulsos eléctricos negativos un segundo después de comenzar a reír.

La Psicología Positiva, creada por Martín Seligman, es una corriente que ha permitido trabajar con una mirada centrada en las fortalezas y virtudes humanas, en las características positivas que tenemos los humanos aportando sensaciones placenteras y de gratificación, incluye el sentido del humor como una virtud que fomenta un mayor bienestar y disfrute de la vida y no tan sólo como un mero remedio para prevenir o ayudar a superar la enfermedad.

En este sentido es relevante que diversas culturas (por ejemplo las tradiciones budistas e hinduistas) consideran que un sentido del humor positivo es tanto el resultado como la causa de un elevado nivel de sabiduría o madurez emocional.

En algunas culturas ancestrales existía la cultura del "médico payaso" o "payaso sagrado" que era un hechicero vestido y maquillado que ejecutaba el poder terapéutico de la risa para curar a los soldados enfermos.

Aquí, en Argentina, existen los Payamédicos que es una Asociación Civil sin fines de lucro creada en el año 2003. Sus fundadores son el Dr. José Pellucchi y la Lic. Andrea Romero y su misión es contribuir a la salud emocional del paciente hospitalizado. Para tal fin utilizan recursos psicológicos y artísticos relacionados con juegos, música, teatro, técnicas de clown, magia y el arte humorístico general.

Han visitado las salas de varios hospitales como por ejemplo el Hospital Garragham en el 2007.Se han basado en Patch Adams que es un médico norteamericano, activista social, escritor, inventor de la risoterpia con fines médicos y terapéuticos quien fundó su Institución en 1971.

La risoterapia no se basa en sonrisitas, ni siquiera en carcajadas normales. Hay que aprender a reír con todo el cuerpo. Las sesiones parten de un cuerpo completamente relajado. Se necesita liberar las tensiones musculares y las preocupaciones para sumergirse plenamente en la medicina de la risa. Uno de los métodos más efectivos para desbloquear el cuerpo y la mente es la danza. Otra forma de motivar la risa es haciendo muecas delante de un espejo. Reflejarse haciendo el payaso seguro que motivará las carcajadas. Tratar de ver programas y películas cómicas. Si aún no ha brotado la risa, se fuerza. Je, je, je... Ji, ji, ji... Ja, ja, ja... Quizá se sienta como algo absurdo, pero... el absurdo siempre provoca la risa.

Hace unos años hice una práctica de meditación de la Risa en un Centro Osho de Meditación, en Argentina. Osho fue un maestro hindú muy reconocido en Occidente.

Para comenzar nos repartían tiras cómicas para poder conectar con la risa. Paulatinamente nos pedían que cerráramos los ojos y que siguiéramos riendo y a la vez escuchábamos al grupo reír.

Al rato, todos reíamos con facilidad.

Al término de la meditación la sensación era de un gran placer y serenidad.

La fuerza curativa de la risa se dio a conocer especialmente a través de un artículo de Norman Cousins que se publicó en el New England Journal of Medicine y que causó gran sensación.

En 1964 Cousins padeció una grave enfermedad de degeneración progresiva del tejido conjuntivo con la implicación de muchas articulaciones. El pronóstico era que pronto este renombrado ejecutivo de Nueva York quedaría postrado en una silla de ruedas.

Los médicos no conocían cura para esta enfermedad y Cousins cayó en un estado depresivo que incrementaba su dolor.

Ante esto, los médicos le aconsejaron probar reirse y comenzó a ver películas del gordo y el flaco y de los hermanos Marx.

Apenas empezó a reirse a carcajadas comenzó a sentirse mejor. Descubrió que por diez minutos de risa lograba eliminar el dolor por dos horas. Luego escribió el libro Anatomía de la Risa y fundó el Humor Research Task Force. El libro "Anatomía de una enfermedad", publicado en 1979, fue el primero en exponer ante el público una correlación entre el humor y la salud.

El Dr. Lee Berk, profesor de patología en la Universidad de Loma Linda, en California y uno de los principales investigadores en el mundo sobre la salud y el buen humor, afirma: "el humor sirve como una válvula interna de seguridad que nos permite liberar tensiones, disipar las preocupaciones, relajarnos y olvidarnos de todo".

En una serie de estudios, entre ellos uno publicado en el número de diciembre de 1989 de la revista American Journal of Medical Science, examinó las muestras de sangre de sujetos antes y después de que vieran vídeos cómicos, y las comparó con las de un grupo que no vio los vídeos. Berk descubrió importantes reducciones en las concentraciones de hormonas del stress y un incremento en la respuesta inmune de quienes vieron los vídeos. (La actividad de los linfocitos T y de las inmunoglobulinas (anticuerpos) aumentaba y continuaba hasta doce horas después del episodio de la risa).

Si bien la sabiduría popular ha sostenido desde antiguo la relación entre el estado emocional y las enfermedades, hoy se tiene una certeza con base científica acerca de la benéfica influencia del humor sobre la salud. De la investigación de estas cuestiones se ocupa una rama de la medicina, llamada Psico-neuro-inmunología, la cual aborda el estudio de la autorregulación psicofisiológica del organismo y de la manera en que las emociones influyen en el sistema inmunológico de las personas

Según los hallazgos a los que llegan, los eventos estresantes procesados a través del sistema de creencias de cada individuo pueden generar sentimientos negativos de cólera, rabia, depresión, indefensión y desesperanza.

Estas emociones activan mecanismos bioquímicos, a nivel del hipotálamo, hipófisis y glándulas suprarrenales, que llevan a disminuir la respuesta inmunológica del organismo, favoreciendo la aparición de las enfermedades.

Si el sistema nervioso central y la mente, que controlan nuestras emociones, actitudes y cr eencias, pueden influir tan directamente sobre el sistema inmunológico, debería de ser posible recorrer el camino inverso modificando nuestras creencias y emociones negativas.

Si nuestros pensamientos son buenos, felices fabricamos sustancias químicas, neurotransmisores, como las endorfinas, dopaminas, oxcitocinas, serotonina, que nos hacen sentir bien, nos producen sensación de bienestar, alegría, tranquilidad y calma y si son pensamientos negativos, de inseguridad, miedo, ira, fabricamos sustancias químicas que nos hacen sentir exactamente como pensamos.

Las emociones negativas son la principal causa de los desequilibrios de energía en el organismo.

Por lo tanto, al cambiar los pensamientos nuestro cerebro se modifica y de allí también el cuerpo.

Con el avance de las neurociencias ya sabemos que nuestra mente es el resultado del funcionamiento de pensamientos, creencias, ideas que equivalen a actividades eléctricas y químicas que tienen lugar en las células nerviosas del cerebro.

Es parecido a las frecuencias de ondas electromagnéticas. Si hay equilibrio entre ellas escucharemos la radio pero si se forma una disonancia por un desequilibrio de una de las bandas, lo que recibiremos serán interferencias que terminarán convirtiéndose finalmente en ruido. En otro sentido, habremos enfermado.

Los avances de las neurociencias permiten identificar con mayor precisión los centros cerebrales que se encuentran involucrados en el fenómeno de la risa.

Investigadores del Instituto de Neurología de Londres y de la Universidad de York, en Toronto, Canadá, realizaron una indagatoria (publicada en la revista Nature Neuroscience) acerca del sitio exacto del cerebro en el que un chiste o una situación se transforman en risas y carcajadas. Se concluyó que es la corteza prefrontal ventral del hemisferio derecho el área a la que hay que agradecer nuestro sentido del humor. Esta parte se encuentra muy conectada con el sistema límbico que es el centro de las emociones.

¿Cómo actúa en el cerebro?

Se ha comprobado que la risa franca, la carcajada, aporta múltiples beneficios.: rejuvenece, elimina el estrés, las tensiones, la ansiedad, la depresión, es analgésica, aumenta la tolerancia al dolor, es beneficiosa para los problemas cardiovasculares y respiratorios. Produce una activación cerebral donde se aumenta la liberación de neurotransmisores que dan lugar a una sensación placentera y sedante. Al reírnos aumenta la ventilación y la sangre se oxigena.
El humor y la risa permiten tomar otra perspectiva de las situaciones, pudiendo evaluarlas de otra manera. Desde una óptica social se pone el acento en el valor del intercambio y comunicación que la risa tiene en el contacto con los otros, además del efecto "contagio" que genera.

A modo de síntesis, diremos:

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