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Número 27 - Mayo 2011

Conexión neocorteza – hipocampo.
Sus consecuencias en el envejecimiento

Carmen de Grado

Resumen

Los sistemas nervioso, endocrino e inmune presentan conexiones estructurales y funcionales en relación a nuestros comportamientos y maneras de pensar. El concepto de lo PNIE, psico-neuro-inmuno-endocrinológico, busca integrar estas conexiones.

En nuestro ser PNIE tiene un lugar central el cerebro límbico, especialmente los hipocampos, esto es, el cerebro más antiguo y más ligado a lo emocional.

El deterioro cognitivo tiene su explicación a partir de la lesión hipocámpica. Un cerebro sano que incorpora lo actual supone redes neuronales activas entre hipocampos y neocorteza.

La buena noticia en neurociencias es que los hipocampos tienden a desarrollar nuevas neuronas y que su aparición puede ser influida por actividades cognitivas.

La ligazón entre neocorteza, especialmente lóbulos frontales e hipocampos, que los estudiosos en neurociencias desarrollan nos lleva a pensar en una de las manifestaciones más evidentes y más características del proceso de envejecimiento: el sujeto envejeciente que ha sostenido su mismidad a lo largo del curso de la vida, ha podido unir sus sentimientos y emociones más profundos respecto de sí mismo y su mundo a un proyecto de futuro. Ha podido superar las crisis a lo largo de su vida ejercitando sus redes neuronales. Esto sería lo equivalente en lo psicológico a producir nuevas formas de entender la realidad, lograr ciertos crecimientos, nuevas investiduras y distintas maneras de proyectarse en el futuro, actividades principales del lóbulo frontal.

 

Palabras clave: neocorteza, hipocampo, envejecimiento

 

Introducción

Los sistemas psico neuro endocrino e inmune presentan conexiones estructurales y funcionales. El concepto de lo PNIE, psico neuro inmuno endocrinológico, busca explicar la integración entre estas conexiones que afectan todo el organismo. En nuestro ser PNIE tiene un lugar central el cerebro más antiguo del hombre, el cerebro límbico, la parte de nuestro cerebro más ligada a lo emocional, particularmente los hipocampos, por vía del hipotálamo y del tálamo.

El deterioro cognitivo tiene su explicación a partir de la lesión hipocámpica. Un cerebro sano que incorpora lo actual supone redes neuronales activas entre los hipocampos y la neocorteza.

La buena noticia en neurociencias es que los hipocampos tienden a desarrollar nuevas neuronas y que su aparición puede ser influida por actividades cognitivas.

 

Desarrollo.

Toda la corteza está en conexión. Referiré a la neocorteza sensorial, simbólica, motora proyectiva tomándola de atrás hacia adelante. Sensorio simbólica la que está detrás de la Cisura de Rolando y motora, que es siempre sensorio motora, por delante de la Cisura. Distinguiendo de la parte frontal la prefrontal que es proyectiva ligada al futuro.

Muestro en los siguientes gráficos la vista lateral de la neo-corteza y medial del cerebro límbico señalando solamente las partes nombradas en este trabajo.

Las experiencias sensoriales que aparecen en los primeros momentos de la vida se unirán a un estímulo de fuerte contenido emocional, la ¨experiencia emocional del maternaje¨ (de Grado, 2009) marcando el significado de las cosas según el afecto. ¨La corteza visual se completa en el primer año. Sin embargo la corteza prefrontal, aquella donde la realidad es protentida como proyecto, se completa en la adolescencia¨. (Goldberg, 2006) Este prolongado tiempo de maduración hasta la adolescencia de la corteza prefrontal nos dice de la prolongada necesidad de vivencias y elaboraciones que supone la configuración de un proyecto. Se da en esta zona, el escalón proyectivo, el tercero del intelecto después del sensorial y el simbólico.

El neo cortex anterior prefrontal encierra la dimensión proyectiva del saber: La dialéctica prospectiva retrospectiva se aleja de la experiencia inmediata para construir un ¨designio en el porvenir, un propósito a ejecutarse …. La memoria motriz diferida, relacionada con la acción, edificada secuencialmente hacia el futuro asienta en el neo cortex frontal constituyendo un rendimiento de éste, mucho más complejo y elevado llevado a cabo bajo el influjo cerebeloso. El neo cortex prefrontal nos muestra que es una amalgama sensorio motora. El rol del prefrontal es la construcción de un mundo simulado, virtual, un mundo anticipado donde opera con formas sensoriales y formas motoras.¨ (Reyes, 2002) La información que entra en el cerebro es el reflejo de las pautas de respuesta instigadas en este cerebro por esta información. Hay dos procesos en el arco reflejo básico. No sólo el arco estímulo respuesta, del arco reflejo clásico, sino su corrección constante. El individuo está permanentemente configurando, produciendo su mundo exterior. La ¨realidad¨ es algo que se construye, mediante la confluencia de la doble actividad motora-sensorial con los sentimientos del ser vivo. Pribram, dice que la corteza motora es corteza sensorial para la acción. ¨Contiene las representaciones de actuaciones futuras y de enfoques analíticos futuros aplicables a situaciones que todavía no han surgido. Las áreas simbólicas o del lenguaje del segundo escalón y la corteza prefrontal del tercer escalón, lóbulos frontales, se encuentran estrechamente entrelazadas y en circunstancias normales funcionan concertadamente. Tanto el área sensorio simbólica como el área sensorio motora proyectiva forman las áreas más avanzadas del neocortex.

Sobre esta dimensión proyectiva de los lóbulos frontales Reyes, 2002, nos dice que ¨a partir de las sucesivas síntesis de síntesis la percepción que no puede ser enderezada a la acción externa, elabora el porvenir y espera para ejecutar la acción. De ese modo llega no sólo a explicarse el pasado sino también a anticipar el futuro, rasgo esencial de la existencia humana; la vida es propiamente anticipación y afán de querer ser. Esa anticipación hace que el futuro sea, él, el germen del presente. El futuro no es algo que será sino algo que es, en forma de proyecto…

Esta operación de almacenamiento de la información está orientada finalmente a la realización del deseo, pasar de ser mundo simulado a ser mundo efectivo cuando el contexto sea propicio. El pasaje, la conveniencia o no de la praxis, depende de otras regiones corticales también, esto es, de la corteza basal.¨

El sujeto envejeciente tiene entonces la posibilidad de trabajar por su futuro, de anticiparlo, de proyectar. Este proyecto se intensifica ante la conciencia de la finitud. La vivencia de un tiempo cósmico que se expresaba en ritmos contribuirá a una intensa comunicación con su medio. Será esta conexión entre el cerebro más ligado a lo emocional con la neocorteza de carácter proyectivo lo que contribuirá a sostener la mismidad y la continuidad identitaria: ser uno mismo a pesar de los reiterados trabajos de duelo y elaboraciones consecuentes. Es también el tiempo cósmico el que le dice al sujeto envejeciente del morir. Este saber sobre la muerte viene de sus ritmos internos aunque recién en la adolescencia y muy especialmente en la mitad de la vida el hombre se enfrentará al ¨trauma por la propia muerte futura¨. (Montero 2005) La vivencia de un tiempo primordial, le dice entonces, a medida que envejece, de otros ritmos que se enlazan con el suyo, comprende así que es una parte en el río de la vida. La muerte no es entonces algo que le viene de afuera, sino algo que ¨camina con él¨ (Kovadloff, 2008)

Si el neocortex se desvincula de los hipocampos, ¨se destruyen las retenciones biográficas del fluir temporal, se pierden los momentos significativos que estaban consolidándose y los inmediatamente vividos no se incorporarán a la biografía… lo nuevo se transforma en viejo y lo pasado en actual, debido a la pérdida del sentido del tiempo¨ (Reyes, 2002) Muchos son los estudios que se están realizando hoy en el campo de las neurociencias sobre las patologías que derivan de esta desconexión entre el cerebro límbico y el neocortex frontal, más específicamente ¨en el eje hipocámpico temporo septal que ha sido propuesto recientemente en el rol de percepción del sentido del tiempo¨ ( LyttonW; Lipton P , 1999, citado por Reyes)

Lo que observamos en personas con trastornos cognitivos por lesión hipocámpica es que han perdido la memoria reciente, es decir los hechos nuevos se olvidan pero no los más antiguos. Esto es porque los viejos recuerdos se han tornado independientes del hipocampo, en un lento proceso, la información ha pasado al neocortex para integrarse a información que allí reside. A partir de la lesión hipocámpica los hechos que ocurrieron tres años antes, memoria retrógrada cercana, no serán registrados o serán deficitarios. Que los viejos recuerdos permanezcan permite al sujeto tener conciencia de una relativa historia personal, algún, aunque a veces muy precario, sentido de ser el mismo y poder realizar ciertas actividades de la vida diaria, lo procedural.

Si hay lesiones hipocámpicas, las circunstancias vividas por el yo no se incorporan a la memoria biográfica. Esto es, si el hipocampo no funciona normalmente, las nuevas vivencias no se incorporan al bagaje personal biográfico de la persona. Por supuesto esto afectará el complejo ejercicio de la trasmisión, el sujeto ya no podrá seguir activo en el proceso de intercambio con el otro y con el mundo. Si como decimos, los recuerdos viejos, la memoria retrógrada, del pasado, se ha tornado independiente del hipocampo y los viejos recuerdos se han asentado en el neocortex, el sujeto seguirá trasmitiendo los recuerdos viejos como nuevos no siendo ello pertinente para la actualización con su entorno. No podrá entonces incorporar lo actual, condición necesaria para que la comunicación con su mundo y con las nuevas generaciones tenga la riqueza y complejidad que requiere la solución de nuevas situaciones.

La persona tendrá un registro sensorial de su entorno pero habrá perdido la conexión con los contextos simbólicos, siempre cargados de contexto. Por eso si le preguntamos por ejemplo ¿qué ve? Nos dirá de acuerdo a sus sentidos lo que ve, acertando en ello, pero al haberse cortado las conexiones con el hipocampo, cerebro límbico, área central en el registro de la emoción y al quedar empobrecidas también otras conexiones neuronales, el objeto observado desprendido de su contexto emocional simbólico será inmediatamente olvidado.

Pribram, 1967, hace una distinción que nos ayuda a comprender lo que pasa en el mundo relacional de una persona en la cual el hipocampo está afectado. Se trata de la diferencia conceptual entre signos y símbolos: Los signos son construcciones desprovistas de contexto, se refieren a cosas del mundo exterior. El sujeto da entrada a la señal, al estímulo sensorial y si le preguntamos qué percibe probablemente pueda responder con acierto. Una rosa es una rosa, esto es un objeto preciso independiente de los acontecimientos afectivos con los que los investimos. Un símbolo, en cambio, es algo que tiene diferente significado según el contexto en el que se utilice. La rosa puede ser símbolo de belleza, de amor, etc. Si los signos se refieren al mundo de fuera, en cambio, los símbolos, están vinculados a las experiencias arcaicas del sujeto y a los vínculos personales. Tanto el hipocampo, por tener relación con lo emocional, como la corteza basal, por tenerlo con lo valorativo, serán vías neuronales necesarias para el recuerdo. Ricas en trasmisión de contexto.

La trasmisión del sujeto envejeciente se ve profundamente afectada porque al perder la memoria a corto plazo pierde la capacidad de reorganizar su contexto, de recrearlo, de crear nuevos contextos y de tomar decisiones en relación a ellos. Considerando la dialéctica prospectiva retrospectiva, el sujeto ha quedado sin la posibilidad de dialectizar, o ésta se ha empobrecido porque se ha empobrecido su contexto, no hay pasado contextual y menos aún proyecto o futuro.

Que los símbolos se configuren en nuestro mundo interno dice de su raíz emocional, la función simbólica proviene del sistema fronto límbico. Lo sensorial que viene del mundo externo está ligado a lo que profundamente nos interesa, sostenido por toda la complejísima red neuronal cerebral y especialmente, como he mencionado, por la esfera vital (hipocampo) y por la esfera valorativa (corteza basal)

De alguna manera lo sensorial que proviene del mundo externo es también mundo interno, personal, tan pronto lo percibimos. Util aquí es la distinción conceptual entre percepción y percepto. La percepción es el resultado del impacto de un estímulo sobre los sentidos, en cambio el percepto incluye la resonancia que ese impacto produce, todo lo subjetivo, personal, del mundo simbólico y representacional del sujeto, en lo que hace al cerebro, su ¨red neuronal de reconocimiento¨. Comparando con lo aquí expresado citando a Pribram, 1967, el signo sería resultado de la percepción y el símbolo del percepto. (de Grado, 2009)

A veces, personas que tienen importantes deterioros cognitivos, que han perdido en gran medida su memoria a corto plazo conservan ¨moldes cognitivos¨, una serie de recuerdos ligados que les permiten mantener cierta ¨pericia¨ en algunas cuestiones ya que estas cuestiones, a veces de orden científico o artístico, permanecen unidas por un contexto integrador. ¨Se almacenan con la edad representaciones genéricas de esquemas de actuación eficaces para un amplio abanico de situaciones y problemas¨. (Goldberg, 2006)

Este almacenamiento eficaz dependerá de la capacidad ejecutiva siempre muy ligada a la empatía, al interés por el otro y por el mundo

Trabajando con adultos muy mayores que tienen diverso grado de deterioro cognitivo he comprobado el impacto que produce en algunos el desarrollo de ciertos temas que conocen muy bien y sobre los cuales pueden explayarse y ser consultados, aún cuando no incorporen a ellos nuevos conocimientos. Se trata de ¨moldes cognitivos que tienen gran cantidad de atractores¨ y una considerable ¨red neuronal de reconocimiento¨. La información que pudiéramos brindar dentro de esos ¨moldes¨ es más proclive a ser incorporada que aquella información que no resulta significativa para el sujeto por estar vacía de contexto.

 

Conclusiones.

La ligazón entre neocorteza, especialmente lóbulos frontales, e hipocampos, que los estudiosos en neurociencias desarrollan nos lleva a pensar en una de las manifestaciones más evidentes y más características del proceso de envejecimiento: el sujeto envejeciente que ha sostenido su mismidad a lo largo del curso de la vida, ha podido unir sus sentimientos y emociones más profundos respecto de sí mismo y su mundo a un proyecto de futuro. Ha podido superar las crisis a lo largo de su vida ejercitando sus redes neuronales. Esto sería lo equivalente en lo psicológico a producir nuevas formas de entender la realidad, aceptar los cambios, lograr crecimientos, nuevas investiduras y distintas maneras de proyectarse en el futuro, actividades principales del lóbulo frontal.

 

Bibliografía

De Grado C. (2006): Por qué la obra de arte como instrumento favorecedor de la memoria. Revista Tiempo de Picogerontología, número 19, digital.

(2009): The sense to recreate thru the ageing process and thru aesthetic experience. XIX World Congress of Gerontology and Geriatrics, Paris. PC8 581.

Goldberg E. (2006): La paradoja de la sabiduría. Barcelona: Ed. Crítica.

Kovadloff S. (2008): El enigma del sufrimiento . Buenos Aires: Emece Ed.

Montero G.J. (2005): La travesía por la mitad de la vida. Exégesis psicoanalítica. Santa Fe, Argentina: Ed. Homo Sapiens.

Pribram K. H. (1967): The new neurology and the biology of emotion: a structural approach. Am Psychol., 22,830-8.

Reyes P. E. (2002): El cerebro y la temporalidad humana. Buenos Aires: Ed. Dunken.

Sanchez de Machado L. M. (2006) Teoría de Articulación de Factores Psicosociales y Sensoriales Deficientes en la Desintegración Cerebral en Casos de Alzheimer. Geriatrianet. Com, vol 8, número 2.

Zarebski G. (2005): El curso de la Vida. Diseño para Armar. Buenos Aires: Ed. Científica Literaria, Universidad Maimónides.

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