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Número 24 - Junio 2009

En el tiempo, una vida

Lic. Mapelli Virginia, Lozano Marcela
cicapcentro@hotmail.com

A la opción de "curar la vejez"
propongo una alternativa: "cuidar la vida".

G Zarebsky

¨ la vida no quiere curarse ¨.
La vida va hacia la muerte
y a lo sumo podemos aspirar a que llegue
despacito e imperceptiblemente".

J. Lacan

Hace cinco años que, desde CICAP ( centro de investigación, capacitación, asesoramiento asistencia psicológica), trabajamos en relación a la Psicogerontología, en Trenque Lauquen (ciudad del oeste de la Pcia. de Bs. As.).

Casi el 15% de la población de la ciudad (Total :40.000 hab. aprox.) pertenece a la tercera edad.

Nuestras investigaciones partieron desde el aumento de la demanda de pacientes de la tercera edad y como psicoanalistas, el recorrido del estudio nos llevó, desde la singularidad del sujeto a la especialización en psicogerontología.

Nos hemos encontrado en este camino clínico y docente, con la realidad de las instituciones geriátricas, estatales y privadas, con la demanda de los familiares que tienen a cargo a sus familiares viejos y con la demanda analítica propia de personas de más de 65 años.

Hay el interrogante acerca del final de la vida.

Hay la prevención asistencialista con el slogan "mejor calidad de vida para la tercera edad".

Hay el asesoramiento para el entorno de una tercera edad, acerca de cómo acompañar patologías, de cómo sostener y/o mejorar el día a día de sus viejos.

Hay la implicación subjetiva desde la cuál nos plantea en cada encuentro, el criterio ético de nuestro decir.

Nos encontramos planteando, a quienes nos consultan, por las instituciones geriátricas, o familiares de viejos, la necesidad de dar lugar a la singularidad de la persona por la que consultan, y éste es nuestro criterio y también el obstáculo con el que nos encontramos al ir haciendo camino.

Observamos que hay una multiplicidad de factores que no permiten a quienes están a cargo de la tercera edad ( ya sea desde organismos estatales o no gubernamentales), estar a la altura de lo que se promociona, que es el camino abierto por la psicogerontología.

 

Trenque Lauquen cuenta con un Geriátrico que pertenece a la esfera municipal (fundado en 1961 como Asilo de Ancianos cambiando más tarde su nominación) y casi una decena de instituciones de carácter privado.

La institución estatal ha estrenado un nuevo edificio con capacidad para sesenta personas aproximadamente, con características edilicias, de higiene, alimentación, y asistencia médica, acordes a las demandas de la población de quienes residen en ella.

En el plano psicológico y social se sigue presentando el desafío de modificar los rasgos "asilares" que la institución arrastra. Se trabaja no sin dificultades para ello, y para la integración del mismo a la comunidad.

Los atravesamientos económicos, políticos e ideológicos en las direcciones que se suceden en toda institución estatal, deja sus marcas de discontinuidad en la línea de gestión y de esfuerzos espasmódicos por sostener un criterio ideológico.

El trabajo en equipo y el abordaje multidisciplinar presenta dificultades en el plano concreto y real. Articular conocimientos y plasmarlos en la práctica, no es tarea sencilla.

Los juegos de poder, las luchas narcisistas y las internas de carácter político fundamentalmente, dejan en un segundo plano la conflictiva particular a resolver.

 

Por otra parte, en la última década, se ha dado un importante crecimiento en la cantidad de residencias privadas para la tercera edad.

Se observan en sus direcciones las distintas concepciones con respecto a la vejez, y a partir de ellas surgen las propias dinámicas y "estilos" de funcionamiento.

Algunas se gestaron como fuente laboral .

Otras surgieron de actitudes altruistas en respuesta a situaciones de marginación, o abandono y desamparo hacia los viejos.

El déficit de capacitación en el personal de las mismas para realizar el trabajo, es notoria.

La selección del personal para la realización de las tareas no es el primer paso. Por lo menos en la mayoría de ellas.

En algunos casos el personal no cuenta con los conocimientos básicos para afrontar el cuidado de los viejos. Se despliegan actitudes plagadas de prejuicios hacia la vejez, con la inevitable consecuencia del maltrato en cualquiera de sus formas.

En el otro extremo, las mejores intenciones y la calidad humana en el servicio también están presentes, pero al no contar con conocimientos, y tampoco son ofrecidos los recursos de apoyo para tramitar la angustia de los cuidadores ante situaciones estresantes, hacen de su trabajo una carga y una frustración.

En el caso de los Cuidadores Domiciliarios, el abanico de situaciones es muy amplia.

Muchos de ellos desarrolla el trabajo desde la pura intuición; están quienes desean formalizar sus conocimientos y preparación y de hecho asisten a los cursos que el Ministerio de Desarrollo Social ofrece a los Municipios.

Se escuchan las serias dificultades a las que se ven expuestos para con la familia del anciano, para establecer un encuadre claro sobre los alcances de su labor.

Se les exige desarrollar trabajos domésticos o de otra naturaleza que trascienden el particular cuidado del anciano. Frente a ello aparecen angustias por no ver reconocido y valorado su esfuerzo en la capacitación.

Los profesionales de la salúd lamentablemente también dejan ver sus prejuicios y la carencia de conocimientos específicos, en especial los psicológicos sobre ésta etapa de la vida. No contamos en nuestra ciudad con médicos que posean formación gerontológica.

Si bien algunos cambios al respecto se observan, asociar "vejez = enfermedad", es el prejuicio más arraigado, posición que facilita la polimedicación a niveles extremos.

La colaboración o no de los familiares hacia la residencia donde se encuentra el familiar , es un tema por demás conflictivo para quienes las gestionan. De allí parte una de las demandas de asesoramiento para su abordaje.

Se impone la necesidad de trabajar con ellos la comprensión de la "singularidad" familiar, para así poder forjar estrategias, captar deseos e interpretar demandas desmedidas o situaciones de abandono. Así como estamos convencidas del trabajo desde la subjetividad en el anciano, en el caso por caso, lo sostenemos en relación a lo familiar.

El mejorar la calidad de vida, pasa, en general, por la atención más capacitada, de quienes asisten a los viejos, acerca de la medicación, la alimentación, la higiene y el "recreo" que es el paseo en remisse por la ciudad, un rato de escuchar alguien que les lea, cocer, hacer manualidades.

El control médico periódico, sólo ver su cuerpo, sabemos que no alcanza.

La dimensión humana, lo personal, lo que nos diferencia, lo que nos hace únicos, aún no puede ser escuchado o es escuchado a medias.

Impera la creencia de que los viejos son como los niños: no entienden mucho, son mañeros, quejosos, viven de recuerdos.

Tuvimos la ocasión de presenciar una propuesta en el geriátrico municipal, la misma consistía en Gimnasia Terapéutica para la tercera edad, dos veces a la semana se los llevaba a un salón a 28, 30 adultos mayores. Llegaba el kinesiólogo con la ayuda de una profesora de Educación física y durante casi una hora hacían ejercitar los músculos.

Fue convocada la acción de psicología, pero por el apuro de poner en marcha un programa proveniente de Nación acerca de la promoción de Centros de Atención Primaria en Salud, y como ese programa coincidía con uno que PAMI tenía en proceso (por el cual el municipio tendría una paga) no hubo lugar para que psicología entrevistara a las personas y se tomara nota de lo que individualmente les sugería esta propuesta.

Nuestros viejos no fueron consultados, fueron puestos y persuadidos a comenzar algo que desconocían.

Cuando psicología propuso que se consultara a cada uno, acerca de la música que les gustaba para incluir melodías de ellos al momento de los ejercicios, no hubo lugar para que sucediera.

Volvemos a la singularidad y nos encontramos en un camino difícil, la imposibilidad de "escuchar ", de conocer de su vejez, de su camino recorrido, de la modalidad de hacer con su narcisismo y sus objetos;

A los que trabajamos con la tercera edad, también nos atraviesa nuestro propio final de camino y entonces, como los niños, somos embestidos por la omnipotencia narcisista y la mejor calidad de vida nos puede parecer un ideal, allí emerge el asistencialismo donde los viejos existen en serie, para lo mismo, en lo mismo.

La convicción en la singularidad del deseo y sus recodos, para ir armándose lugar en la vida de las personas, nos sostiene en el trabajo acerca de la vejez, creemos que hacer lugar a la escucha, en esta actualidad de características voraces – globales mercantilista, de la que somos parte, es hacer ESPACIO para que la singularidad sea, cuando se puede, una situación con características de acontecimiento, tanto para los viejos como para quienes se ven inmersos en Edmundo laboral gerontológico.

La calidad será de acuerdo al cuidado y atención que se puede adquirir, a veces... durante la vida... entonces puede suceder que se atraviese la tercera edad... despacio

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